Category Archives: Painting

Retrato de pintor (XV)

Javier Pereda (photography: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer (photography: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer. Una masa imponente. Solo tengo que cerrar los ojos y ponerme en modo: “recuerdos” y veo a Javier avanzando hacia mí, aferrando algún “folder” y blandiéndolo, como si fuera una espada, o un pincel. Por cualquiera de los pasillos de aquel claustro de arcos encristalados, siempre a paso quedo, dragando el suelo, pero airoso como un barco de vela o como su tia-abuela, la cantante Dña. Concha Piquer. Estábamos en la Facultad de Bellas Artes, en la Universidad de Salamanca (España) hace ya un increíble montón de años. Pereda, una masa imponente, en el mejor sentido de las dos palabras. Masa, enorme caudal de cultura y conocimientos e imponente por su volumen de atracción, algo así como un centro grandioso de gravedad. Sin ni siquiera decir una palabra, solo moviendo levemente aquella cabeza grande, “cezanniana”, perfecto retrato de los dos, Paul Cezanne y Javier Pereda. Y, sin embargo, sus pinturas poco tenían que ver. Hubiese sido demasiado, demasiado bonito para ser auténtico.  

Ahora que yo también estoy cojo, con bastón, por las malicias del Parkinson afectándome al ciático, y obligado al paso quedo y una navegación lenta, me doy cuenta de lo que debía ser moverse, masticando dolores, o pintar formatos grandes sin estar sentado, o hacer tantas otras cosas. Pero, sobre todo en su caso, dominar una audiencia. Hablar de arte, esa parte de hacer arte. Algo para lo cual él estaba excepcionalmente dotado. Solo mirándole y escuchándole, en su inevitable transmisión, se aprendía muchísimo. En su caso, veíamos el trasunto de la verdadera academia, la griega. Y una imagen, saliendo de la ducha, con su enorme toalla blanca terciada al hombro, que siempre me recordaba algún legendario senador o filósofo griego, o el dueño y señor de alguna de las seis mil islas.

Javier Pereda Piquer (painting).

Javier Pereda Piquer (painting).

Pero, además y como parte de aquella gran personalidad, Javier pintaba y también su pintura, como él, era atractiva y lo sigue siendo aún; si bien, debo reconocer que no he visto una sola pintura de él desde hace más de treinta años; digo ver, al natural, palpar si se quiere, aunque sí en fotografía, en la que igualmente transmiten. Una excepción: tengo, o tenía, un pequeño cuadro, acrílico sobre papel, de la serie de las playas. Un regalo magnífico, una de las que él llamaba sus “acuarelitas”. Estaba dedicado, una lástima, lo perdí, extraviado en uno de mis últimos “movimientos” americanos. Lo que perdimos con Javier, que murió demasiado pronto, (no sé quien dijo que todos morimos demasiado pronto), fue un total y extraordinario maestro de pintura y artes plásticas. Por alguna razón, me viene a la cabeza una palabra: descomunal.

Ya por entonces, me anunció que podía llegar a ser un buen pintor porque, a pesar de mi tendencia a la pereza pictórica (¡?), eso me decía, “un buen fotógrafo ya lo eres” (sic). Y, rápidamente, me colocaba como la zanahoria del burro, la famosa frase de Picasso: “…que cuando bajen las musas, te encuentren trabajando”. Trataba siempre, machaconamente, de hacerme aplicar las lecciones de mi sistemática fotográfica (intuición sin estudio y rapidez en las decisiones) y llegar a componer el color con el pincel y los dedos untados, evitando el uso de la “paleta” y las pruebas de color, “uno no puede estar equivocado siempre”. No era un maestro de técnicas, era más un gran maestro de ideas y motivación. Como pintor, dominaba el color y por tanto era un pintor rápido; eso le permitía atacar lienzos de grandes tamaños. Su más célebre frase era una respuesta sobre sus dudosas horas de pintura. Debido a sus múltiples tareas de académico (fue catedrático y decano de Bellas Artes), político, hombre de negocios, padre de familia y cien otras cosas que él llamaba “sus labores.” “¿Y tú Javier, cuando pintas? —“Por las mañanas”—. (tomado de Carlos Pascual).

Javier Pereda Piquer (painting).

Javier Pereda Piquer (painting).

Pereda es de los pocos artistas a los que he oído proclamar, en un repleto salón, con voz altisonante: “…la pintura es mentira!! Y quedarse tan tranquilo, como si hubiera soltado una receta de cocina, que también lo hacía. ¡Y, pobre de aquél que osase discutirlo! Le caía encima con todo su peso de sabiduría y facilidad para la diatriba y el convencimiento propio y ajeno. Una delicia. En el retrato de un pintor como Javier Pereda, lo de menos es su propia pintura, su cocina técnica, su forma de componer y justificar su mundo. Que también. En su retrato, lo que más interesa es la impresión personal y su ser humano, la del pintor; lo que probablemente explica y justifica todo. Revisando sus pinturas, cosa que no hacía desde una pila de años atrás (me apenaba mirarlas), me he dado cuenta de lo mucho que me ha influido y como la mayoría de mis problemas pictóricos, aun con el paso de los años, se solucionan poniendo los ojos en sus pinturas. Los americanos usan una palabra que suena muy bien en una circunstancia como esta: “Amazing”—‘Estupendo’, una de mis palabras favoritas en inglés.

Retratar es también ponderar y alabar. Lo que mayormente tengo que agradecer a Javier son, a lo largo de los años, sus descargas de fusilería, a veces perpetradas por compañeros, o compañeras, mejor dotadas. “Anda, enséñale a este señor como se pinta”. O por él mismo, personalmente en su momento y siempre con su pintura y sus textos, contra mis miedos inveterados en la práctica de las artes. “Miedo en esto no se puede tener. O te sale o no te sale”. Es lo mismo que podría decir un torero, quizás con menos peligro físico, o no. ¿Quién sabe? Javier Pereda Piquer, nació y murió en Madrid (1947-2003). Durante tres cursos de la primera promoción de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca (España) Javier, Carlos Pascual y yo, vivimos juntos en mi casa de Azafranal, a dos pasos de la Plaza Mayor. Años y recuerdos felices que se fueron con él, pero que nunca se han borrado de mí… ”Vaya por Ud. Maestro!”

Luisma, Maypearl, TX      29 de Abril del 2019

 

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Pintando en la noche…

3 A.M. in the studio, finishing Trigueros #1 (74” x 60”), acrylic on canvas. Over the door: Instar #14 (26” x 30” Photo: luisjimenezridruejo.com).

3 A.M. in the studio, finishing Trigueros #1 (74” x 60”), acrylic on canvas. Over the door: Instar #14 (26” x 30”) Photo: luisjimenezridruejo.com.

Hablábamos ayer de pintura, y de fotografía también; las mismas artes de la imagen con diferentes herramientas. Te decía que, a veces, convierto la noche en un aquelarre de presencias, y ausencias, que bailan conmigo mientras pinto. Me susurran soluciones pictóricas o fotográficas (si las tienen) y las más de las veces, me asustan (miedos), casi siempre “sin consecuencias”, excepto el placer doble de la rememoración de esos otros placeres, los que no asustan, o me brindan la presencia de otras vivencias almacenadas en el estro y que dan sentido a todo, incluso a la pintura. (“Estro”: mucho ‘mejor’ palabra que “inspiración”, voz de regüeldo religioso, ya un tanto descastada). La fotografía, con su “realismo obligado” se da sentido a sí misma, casi siempre. De noche hago todas esas cosas que muchas veces no quiero ni saber. Una de ellas es pintar, algo que me demuestra que sigo vivo. De momento.

 

Total eclipse of the “red” moon, Texas (12: 30 A.M. January 20, 2019). Telephoto lens 300mm, handheld. Photo: luisjimenezridruejo.com

Total eclipse of the “red” moon, Texas (12: 30 A.M. January 20, 2019). Telephoto lens 300mm, handheld. Photo: luisjimenezridruejo.com

La noche empieza siempre con dudas. Pinto, obviamente, con luz artificial; poco más o menos la misma cantidad de luz que un cuadro va a recibir en su emplazamiento, definitivo o no, en cualquier muro o pared de exhibición. Lo de pintar con luz artificial, en mi caso, es lo natural (¡?) como lo sería para el pintor de Altamira, distancia y categoría, el hacerlo a la luz de las hogueras, en las cuevas. Sobre todo, en la noche con luna o sin luna, y en la llamada madrugada, hasta que despuntan las primeras luces del amanecer (lo siento, no he podido resistirme al cliché). A la caza de la luz, así ha sido para mí, siempre. ¡Ah! Y la música, siempre la música, y escribir mientras pinto. A veces, no veo la pintura durante las horas de sol, aunque aquí en Texas, como en Castilla…en fin, que algunos días pinto con luz de sol—equilibrios en la cuerda floja—, luz siempre reflejada, nunca directa. Como decía Goya: la luz directa de sol sobre el lienzo produce monstruos y mentiras. Recuerdo los dibujos y grabados con aquellos sombreros de alas rígidas, soportando velas, en equilibrio precario y pingando cera por todas partes. Hoy día es usar una mezcla de sol y electricidad, que es como hago la reproducción fotográfica de mis pinturas. Uno se maravilla, aunque sepa la respuesta, en qué condiciones pintaban los “antiguos”, no los prehistóricos, los más modernos antiguos. ¡Sin luz eléctrica! ¡Goya, Velázquez, El Greco! ¡No debían ganar para velones!

 

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas, 74” x 60”. Photo: luisjimenezridruejo.com

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas. Photo: luisjimenezridruejo.com

Algunos ‘críticos’ relacionan la bebida con la pintura nocturna. No lo sé, no en mi caso, lo único que bebo es Coca-Cola, de dieta y descafeinada, un pobre brebaje, un panorama no muy excitante, a este paso nunca llegare a “maldito”. Es mi figura ‘humana’, esa que no me interesa y nunca aprenderé a pintar, ni de día, ni de noche. No tengo ninguna razón para ello, simplemente reconozco que es así. En la evocación de la figura, nunca reconozco el género, si acaso en la sombra, solo un eco, sin acercarme a la personalización de la imagen. Como casi siempre, pinto rodeado de oscuridades, con dos puntos de luz eléctrica, cliché o no, tengo que luchar con el viejo dicho: “de noche todos los gatos son pardos” y, por tanto, el color siempre me ha costado mucho. Solo hará un poco más de una década he empezado a ser “valiente” con el color, después de muchas y largas noches de espadas, capas y puñaladas a los lienzos.

 

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas, 74” x 60”. Photo: luisjimenezridruejo.com

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas. Photo: luisjimenezridruejo.com

El color, mi última asignatura. No sé dónde leí una vez, que después de pintar las “mariposas negras”, preferiblemente de noche, estás ya listo para apreciar las de color. Después de aquellas, descubrí y pinté unas mariposas amarillas, doradas, y alguna azul (lapislázuli), que no cambiaban de color durante la noche y revivían con la luz eléctrica. (¡?) Solo la pintura y S. me hacen sentir esas fabulosas mariposas, en el estómago. En la noche se piensa todo más, se digiere todo mejor, las neuronas se mezclan adecuadamente en la batidora cerebral. (¡toma castaña!) y las figuras son solo fantasmas. Espectros, duendes, fantasmas de noches pasadas “en vela”, nunca mejor dicho, sin sueño, pero en el mundo de los sueños. Sin compañía, aunque si con la tibieza de las imágenes pictóricas y fotográficas y su poder inmarchitable de evocación. Hay un algo de abstracción contínua, o un todo, en aquellas imágenes que no contienen figuras o su presencia. Realmente, de noche todos los gatos son pardos, y abstractos.

 

Luisma, Maypearl, TX        28 de Febrero del 2019

P.S. Este ‘post’ está dedicado a la memoria de Jesús Saavedra Mozas, lector empedernido, compañero y amigo, que ya está esperándome, ahí fuera, en las praderas eternas.

 

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Cerca o Lejos (II) (escribiéndome a mi mismo)

 

Luis Jiménez-Ridruejo en la Ventana del Diablo (Cuenca, España). Por ver si se me pega algo de “más por viejo que por diablo”) Foto: S.

Luis Jiménez-Ridruejo en la Ventana del Diablo (Cuenca, España). Por ver si se me pega algo de “más por viejo que por diablo”) Foto: S.

Tiene narices! Me parece que he descubierto porque quiero escribir tanto, porque he escrito y porque quiero seguir escribiendo. Creo que escribo para comunicarme conmigo mismo. Son como cartas y me las escribo para poder reconocer las cosas y hasta, incluso, para acordarme de ellas. Y además me escribo para tratar que mis cosas y mis recuerdos no palidezcan o desaparezcan; y para vivir, para vivir el momento. Ya lo cantaba el Emperador Marco Aurelio: “Es ahora, es todo lo que tenemos”. No hay nada más que esto y hay que vivirlo a tope, al minuto. “Cada cinco segundos”, decía Alan Alda, el actor de la serie M*A*S*H, hace algunos minutos en una entrevista en la tele. Eso es lo que me ha despertado el pensar y lo que me ha empujado a escribir, escribirme, estas líneas. Volveré a leerlas en cuanto pueda. Resultará como lo del tipo que se reía frente al espejo y se decía a si mismo: es que me acabo de contar un chiste que no conocía. Y todo por la alegría de estar vivo, que esto es todo lo que tenemos, el ahora del romano. Todo por no pensar en algo en lo que antes nunca pensaba; que si me queda poco o mucho y que cuando será. Al pronto me fijo otra vez en la tele y, erre que erre, un documental me informa que hoy, cada día, desaparecen 1000 veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Esa era la generación de mi padre, ya empiezan a sonar las explosiones cerca, cada vez más. Desde hace cuatro años, estoy viviendo otra vida, ya he vivido cuatro más de los que vivió mi padre y siempre me acuerdo de él al pensar en ello. Una vida completa, más concentrada, cada vez más simple y cada vez más bonitamente gozada. Es ahora, es ahora, esta noche, estos cincos segundos, estos momentos mientras suena una de mis primeras músicas, “In The Mood”, música de Glenn Miller y me acuerdo de tantas cosas. Viva mi vida!

“…Es ahora, es ahora, esta noche, estos cincos segundos…” Fotografía: Luis Jiménez-Ridruejo.

“…Es ahora, es ahora, esta noche, estos cincos segundos…” Photography: luisjimenezridruejo.com/photos

“Cerca o lejos” (continuación, diez años después).

La foto de la cabecera de este post es una de esas fotos volanderas, con oficio y sin beneficio. Cada vez que pasas el ojo resbalando sobre ella te lo coge como en un puño y te lo sujeta mientras una cascada, allá abajo, desde la ventana en lo alto, fluye con los recuerdos inmarchitables de los primeros tiempos con S. (léase: Ese punto) Aquellos tiempos de felicidades imborrables como soles y lunas. Por cierto, mañana hay “luna roja” el eclipse que más nos gusta, aunque no será visible aquí, en America del Norte, solo en la del Sur. Tendremos que esperar hasta el año 2019. Una buena razón o excusa para aguantar el tipo. Tambien hay eclipses en mi otro mundo particular, el de mi imaginación, ese mundo en el otro mundo, el nuevo en el Nuevo. El mundo en el interior de la fotografía y la pintura que estoy haciendo. Enteras o detalles, añado un par de fotos de lo último que me ha entrado por la lente. Sin ánimo de ofender a nadie, creo que es bueno lo que estoy haciendo. Veinte mil fotos y algunas pinturas, en cuatro años. Esperemos que me dure el buen ojo y la buena mano.

“… también hay eclipses en mi otro mundo.” Luis Jiménez-Ridruejo, Instar #15. Acrílico sobre lienzo (detalle). Luis Jiménez-Ridruejo.

“… también hay eclipses en mi otro mundo.” Luis Jiménez-Ridruejo, Instar #15. Acrílico sobre lienzo (detalle).

Luisma, Maypearl (TX)       26 de Julio del 2018

 

P.S. Vamos, Luís, vete a la cama! Estás cansado.

Déjame en paz, ya dormiré cuando se me acabe la cuerda, además, yo duermo como un tiovivo, con música y dando vueltas, pensando durante mis sueños.

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“You Can’t Always Get What You Want…” (The Rolling Stones)

Luis Jiménez-Ridruejo, Instar #6 [detalle]

Luis Jiménez-Ridruejo, Instar #6, acrylic on canvas [detalle]

“No siempre puedes tener lo que quieres…” Lo cual, para empezar, es una verdad como un templo. Sí, las verdades pueden llegar a ser tan grandes. Esto dicho en estos tiempos, una época en la que las verdades se venden caras y la gente (que gente!) se zambulle en una descarada mezcla de mentiras ridículas y “hechos alternativos” (hay que echarle bemoles a este concepto entrecomillado) la última definición político-esotérica que se ha derramado desde el ala derecha de la Casa Blanca a través de las cancillerías y finalmente saltando a la TV y las redes, que todo lo pueden, mientras no se demuestre lo contrario. “You Can’t Always Get What You Want…”

Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

Lo más impresionante es la “jeta” con la que presentan a todo público, Internet, TV, Prensa, estos llamados ‘hechos alternativos’; verdades corrompidas o simplemente mentiras apoyadas por falsas pruebas fehacientes, por ejemplo: la cantidad de gente presente físicamente en el Mall de Washington para la inauguración de la presidencia de Trump, presentada en directo por el secretario de prensa del presidente como la mayor concentración de la historia de la ceremonia. Menos de dos horas después ya estaban en todos los canales de TV e Internet, las fotos comparativas de la concurrencia, parece que menos de la mitad que en la de Obama. Y por toda explicación, una de las ad-lateres de Trump, famosa por sus estupideces, salió con lo de: “hecho alternativo” y se quedó tan fresca. 

Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

Y lo peor es que, como siempre, “todo” ha empezado aquí, y allá va de camino a paises de Europa y  países no norte-americanos (que esa es “otra”) de camino como han ido tantas cosas en los últimos dos siglos y que los europeos ‘nos’ hemos quedado y hasta apropiado de lo peor, habiendo como hay tantas cosas buenas aquí, que las hay, pero que como si nada. Con la habilidad y facilidad que los españoles tenemos para la fabulación y la mentira, rapidamente vamos a ser campeones olímpicos, sin resbalones en el hielo y otras hierbas, medallas de oro en  el magnifico deporte de los hechos alternativos.

Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

El caso es que, hablando de creatividad (palabra que me repatea un tanto) me ha salido a mí también un ‘hecho alternativo’, un mundo virtual alternativo, fabuloso en el mejor sentido de la palabra, una verdad (verdadera, que diría el pobre Antonio “Forges”* ) cuando las imágenes no se someten a manipulación, solo algún corte para mejorar encuadres y adecuar medidas. Llevo hechas unas veinte mil fotografías, en los últimos tres años, tratando de ‘crear’ un mundo, el Otro Mundo dentro del Nuevo Mundo. Diálogo, a veces discusión, siempre admiración por la naturaleza.

Llevo un tiempo usando mis blogs para presentar algunas imágenes fotográficas de este trabajo en ciernes. De este mismo principio se han hecho en paralelo unas series pictóricas (por tamaño) bajo el titulo general: “Instar”. Con variaciones por ser el medio acrílico sobre lienzo, pero aun así la génesis pictórica y fotográfica siendo muy consistente. Van saliendo “cositas”, más o menos interesantes pero lo que decían y siguen diciendo los “Stones”: “You Can’t Always Get What You Want…”

 

*Antonio Fraguas “Forges”…Mil gracias (nunca mejor dicho) por todo. (R.I.P.) Ah! Que manía tenemos de tildar de pobres a la gente cuando se mueren.

Luisma, Maypearl (TX)  21 de Febrero del 2018

 

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Tiempo Tormentoso

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #17, acrylic on canvas, 16" x 16"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #17, acrylic on canvas, 16″ x 16″

“Lo único bueno que tiene esta vida es que nada dura mucho.” Encontré este pensamiento, hecho frase, leyendo a Donald Ray Pollock, un escritor de Ohio, horror y policiaco, reciente aunque no joven. Había trabajado durante años en una papelera y como camionero hasta los cincuenta. Se puso a publicar, nadie acierta como, y le empezaron a caer las críticas (buenas, aunque nada dura mucho…) y los premios. 

Nada que ver con el “Tiempo Tormentoso” del título, excepto la pequeña—no sé si tanto—idea de que ‘nada dura mucho’ y empecé a darle vueltas al concepto a ver si me resistía en el cacumen o me resbalaba por las laderas de las montañas que aquí no hay, las imaginarias. Porque la tormenta bailaba fuera del estudio y el fondo de mi cuadro se volvia negro como la boca del famoso lobo. El tiempo ya era tormentoso de por si, me vino a la maltrecha memoria una canción: “Stormy Weather” (versión a ser posible de Lena Horne) una canción gloriosa que debió  nacer al mismo tiempo que yo, o sobre poco más o menos y una vez que la entendí y la adopté, ha ido y venido ya conmigo más de sesenta años. A lo mejor eso es “durar poco” todavía. Como su propio título indica: ese tiempo especial, que tampoco dura mucho y que para mi es tiempo encantado y encantador.

Me fascinan sobre todo las tormentas nocturnas porque doblan lo dramático del fenómeno añadiéndole: alevosía. No me atrevo a mencionar la premeditación porque eso sería meterse en camisa de once varas. Me seduce la maravilla de un meteoro al que nunca he encontrado el porqué. Conozco la física de la cosa, masas de aire caliente, vientos fuertes, chorros de agua de lluvia y todo lo que conlleva, pero aún eso no me rinde el porqué de la tormenta y de sus fenómenos más usuales: rayos, truenos, tornados. Esas fuerzas brutas de la naturaleza, si es que la naturaleza es el factótum de todas ellas, o simplemente es la dirección, la conducción, como si fuera una orquesta sinfónica, con mucha percusión. A saber. Comprender una música o una pintura, a veces es complicado. Tiempo tormentoso.

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #15, acrylic on canvas, 48" x 56"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #15 [detail], acrylic on canvas, 48″ x 56″

Ha caído un zambombazo a muy poca distancia de las ventanas del oeste del estudio, en el matón de bosque(salmantinismo?) de la izquierda, apenas cincuenta metros a mis espaldas. La luz me ha envuelto totalmente y lo que he visto y sentido es el color ‘cercano’ del rayo: rojo con reflejos blancos. Varios. Tantos reflejos como ventanales del estudio. Doce, la única pared opaca tiene tres puertas que dan a las habitaciones, también de cristal y hasta una doble de vidrieras. El resto es una caja de cristal expuesta a la más amplia visión del exterior y el negro más duro de la noche. Solo me faltaría una de esas rotatorias esferas de espejitos para parecer una discoteca. El final de los reflejos es un azul nítido y pálido sobre el cuadro que estoy pintando. Cierro los ojos y lo puedo volver a ver; es como aquellas famosas ‘visiones’ de una estampa que luego se repetían en la pared. 

Me encanta el tiempo y el paso de la tormenta porque cambia los colores de todo y con los colores ‘nuevos’ en la retina, cambia el sentimiento de apreciación de lo que estas pintando. A través de los ventanales, algunos cubiertos por cortinas de agua de las prismáticas gárgolas, puedo ver esos grises triunfales, poderosos, cortados por añiles, azules metálicos y blancos purísimos. Los ‘claros’ del bosque. Colores fáciles de ver pero difíciles de plasmar en el papel o en el lienzo de la pared. Hace muchos años, una vez que decidí pintar con el lienzo ‘colgado’ (clavado) en la pared, en un soporte de madera sobre ella, nunca volví a pintar con caballete. El bastidor lo pongo a lienzo terminado. No se libran ni los cuadros grandes, ni los pequeños, algunos de estos de vez en cuando los pinto sobre mesas, sentado. En el tiempo de la tormenta siempre me siento de cara a las ventanas de esquina del estudio, con la visión como la de los clásicos miradores, y por tanto, la sensación vívida del fenómeno. Disfrutar de la percepción de sus colores, olores, sonidos. Las tormentas de Texas son muy diferentes de las de Pennsylvania, ”donde vivía antes de ahora”. Ay! Señor, otro salmantinismo, que afición!

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #12, acrylic on canvas, 48" x 56"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #12 [detail], acrylic on canvas, 48″ x 56″

Me quedo perdido en mi ensoñación, recordando las tormentas de Pittsburgh, entro y salgo del sueño con airones tempestuosos, vibraciones de cristal, como cubos de hielo de un gin-tonic. Cuando la tormenta rola y vuela como alma que lleva el diablo, o como si fuese una carrera de bicicletas, o de caballos, que ambos sonidos cuadran. Por no sé que atavismo de abuela española, aunque a lo mejor es cosa cierta, siempre hago lo mismo cuando ‘huelo’ la tormenta: cierro ventanas, apago luces y televisión, desenchufo el computador y pongo la música del estéreo, todo para situarme al ‘salto’ de la movida en mi córner de cristal donde gozo de tribuna preferente para vendavales y migraciones animales. Una docena de patos, sin ruidos y en formación de uve, huyen volando presurosos de la tormenta, ya volverán, el lago es suyo.

Durante años solía poner música de Wagner para celebrar el meteoro. Nunca la cabalgata de las Walkirias—demasiado obvio—, mejor: El Holandés Volador. Últimamente meto jazz orquestal, con mucho metal, sobre todo trombones y si es con vocalista, que Santa Lena Horne me asista, que yo canonizo a muy poca gente. De Lena, su rendición de “Stormy Weather”, la mejor de muchas buenas. En mi caso, además es terapéutica, me calma la úlcera de estómago, tan bien como el milagroso Nexium. Y hablando de trombones: “Stomping at the Savoy” por la celestial orquesta de Benny Goodman y ‘todo’ lo de Glenn Miller, que no es de esta vida—es de todas las vidas, habidas y por haber—y por tanto, como decíamos al principio, ya va durando mucho, una eternidad…

Luis Jimenez-Ridruejo with Instar #5, acrylic on canvas, 47" x 53"

Luis Jimenez-Ridruejo with Instar #5, acrylic on canvas, 47″ x 53″

Don’t know why                                          No sé porqué

There’s no sun up in the sky                    No hay sol arriba en el cielo

Stormy weather                                           Tiempo tormentoso

Since my man and I ain’t together          Desde que mi hombre y yo no estamos juntos

Keeps rainin’ all the time…                       Sigue lloviendo todo el tiempo…

(Primera estrofa de “Stormy Weather” por Lena Horne, difícil traducir sin cambiar todo el sentido, asi que en inglés, o en “literal.”)

Luisma, Maypearl (TX)   14 de Junio  del 2017

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Secretly…

“…una banda de calima a tono con el calor y el color dominante del crepúsculo…” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

“…una banda de calima a tono con el calor y el color dominante del crepúsculo…” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

Secretamente, supe que me había transformado, emocionada por la revelación de que los seres humanos creaban arte, que ser un artista era ver lo que otros no podían…No tenía prueba de tener las condiciones para ser un artista, aunque ansiaba ser uno de ellos…

–Patti Smith. (Escritora, Poeta, Cantautora Punk-Rock, pintora, fotógrafa, pianista, clarinetista…setenta años de inmensidad y coraje)

Hubo un tiempo en que las cosas que ahora escribo las contaba de palabra y solo había una ‘pequeña’ diferencia. La diferencia es que una vez que se escriben, queda. Contándolas, lo que ocurría es que el relato cambiaba cada vez; no esencialmente, pero cambiaba. Cuando escribes una cosa y pasan los años, siempre te dan ganas de volverla a escribir. Y a veces lo hago. Es una buena forma de recordar y si no de pasar la página definitivamente. 

Para que lo lea, quién? Todas estas cosas que he ido escribiendo en mi vida. Escritas en principio para mí, por el simple placer de hacerlo, y que ahora parecen sentar plaza en este ‘bullicio’ del Internet, más ciertamente ‘pifostio’ (no recuerdo bien si es un salmantinismo) palabra que yo aplico como otras muchas a variados significados o definiciones, a veces inventados o leídos quien sabe donde y recordados por la cuenta que a uno le tiene. (“Pifostio”, acabo de leerlo en el “Trafalgar” de Reverte y me temo que alguien no lo está usando bien. Por supuesto debo de ser yo. Le he quitado una erre que antes le ponía.) En fin Luisma, no te distraigas—tendencia muy tuya—que esto es pradera tejana, verde y llana, y no es Úbeda y apenas hay algunos cerros, cerritos, que se insinúan. Y no a lo lejos, que aquí ‘lo lejos’ no existe, lejos es todo. Y si no, que se lo digan a los satélites de Google.

“…que carajo estoy escribiendo o fotografiando.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

“…que carajo estoy escribiendo o fotografiando.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

Así que el horizonte está más lejos, lejísimos, que en otros sitios. Aquí cuando se pone el sol, en el último momento, no se nota más que una raya de ese horizonte, una banda de calima a tono con el calor y el color dominante del crepúsculo rosa-naranja-amarillo, con un azul que se adormece encima de estos colores, en líneas que parecen tendidas a cartabón y nivel de burbuja. Por debajo empieza a oscurecer a lo lejos, que va desde esas líneas de color hasta mi ombligo, sienas y verdes que se van a convertir inevitablemente en azules oscuros, oscurísimos, que si no enciendo las luces del porche van a acabar en el famoso negro ‘boca de lobo’. Si el cielo está cubierto y la noche no es estrellada, la sensación es que te has muerto y ese es el momento justo de pensártelo bien y entrar en la casa, encendiendo luces.

 Si aguantas fuera, aunque sea en el porche, rodeado de obscuridades, y pasas de la sensación mortal, te van a venir enseguida los cinco mil ruidos de la noche y con ellos el miedo, casi siempre infundado, aunque por si acaso con el Winchester en el regazo. Miedo, lo que se dice miedo, solo a lo desconocido. Los animales, incluido o sobre todo, el hombre. Pero en estos tiempos, segunda década del siglo XXI, ya no se puede estar seguro de nada; ya se ve a diario en la tele, o en el computador, o la tableta, el teléfono, o en el castizo telediario, que ya no  puede uno ni confiar en sentarse en una terraza a tomar el sol y unas cañas, porque cuando menos te lo esperas—como si eso fuera algo que se puede esperar—te viene un hijo de puta montado en un camión y te pasa por encima desparramando muerte. Y que hace buena la admonición del viejo italiano aquél que me leyó la cartilla en la segunda avenida de Nueva York. Vecinos de mesa en aquel cafetín—no se me olvida—“… ponte siempre de frente a lo que pueda venir, por la puerta o las ventanas, y donde tengas una vía de escape, estés donde estés, restaurante, iglesia, cine…hasta en tu propia casa, así por exagerar un poco, y que el tipo de la ‘quemadora’ no se de cuenta de que estás preparado.” La verdad es que en un momento dado, estar alerta (‘awareness’, se dice en inglés) te puede salvar. El siciliano sabía mucho de estas cosas.

“….’awareness’…estar alerta te puede salvar.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

“….’awareness’…estar alerta te puede salvar.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

El caso es que me he ido por la pendiente, siguiendo las aguas, no sé que aguas pero siguiéndolas, como siempre y sin tener por  cierto, idea de que carajo estoy escribiendo o fotografiando. Para variar, me viene a la mente que estoy en el fondo del mar, un mar pelágico que fue todo este Texas hace miles, más bien millones  de años. Gracias a los ammonites fósiles el fondo del fondo de este territorio inmenso, pensando que Francia y España ‘cabrían’ en el mapa de Texas, parece ser como una monstruosa esponja que se bebe toda el agua que le cae encima, que es mucha. Y así, estaba sentado mirando, o era admirando, la bandeja del vallecito central del rancho desde la ’altura’ de la piscina. La mejor vista es, realmente, mirar hacia arriba en noche clara y diáfana, el reflejo del sol en la luna y las miles de estrellas, y detrás la negrura del espacio. A eso me refiero cuando digo que estoy mirando el ‘paisaje’.

La definición del color negro, el que me gusta para pintar, es el espacio entre dos rayos en noche de tormenta, sin luna y sin estrellas. Sin punta del cigarrillo, hace diez años que dejé de fumar. Ni siquiera una excusa que me sirva de referencia, con los años utilizo cada vez menos las excusas. A tono con lo anterior, uno de estos días no me va a quedar más remedio que ‘declarar’ o definir mis colores predilectos: Un verde-amarillo (clorofila recientita). Rosa-naranja-amarillo ( ver párrafo anterior, sobre horizontes). El morado aquel que casaba con el amarillo-oro y el rojo clavel reventón. Y siguiendo así, hasta los colores de la muerte, si, si, colores plurales, no más negro, ni pergamino, eso parece que dice el personal competente.

“…Otro Mundo, dentro del mismo…” Fotografía: Luisjimenezridruejo.com/photos/

“…Otro Mundo, dentro del mismo…” Fotografía: Luisjimenezridruejo.com/photos/

Otro Mundo, dentro del mismo y ya clásico Nuevo Mundo. Mi Nuevo Mundo dentro del Nuevo, o sea el Novísimo?  Vaya berrea que he cogido con los munditos, señor… la cosa es que como novísimo americano parece que me asiste derecho a pronunciamientos, mejor que sean solo de este tipo. A cambio, me puedo dedicar a homenajear a ‘mis compatriotas’, por ejemplo: Patti Smith, con la que concurro en un montón de cosas, incluida la edad, ya hemos saltado la barra de los setenta. Ella es la abuela, quizás la madrina del Punk-Rock y todavía actuando en público, cuestión de coraje como en su colorismo. Estoy leyendo su último libro: “Just Kids” (“Solo unos niños”) unas memorias selectivas de su relación con Mapplethorpe, el fotógrafo. Solo se me ocurre, y sin ánimo de ofender, que algunas personas parece que nacieron de pie y rodeadas de luminarias. No me refiero a la riqueza económica sino a las personalidades con las que se codearon en la subida al Olimpo. De robar comida en los supermercados a Premio Nacional del Libro en el año 2010, en el intermedio una vida más que llena, inmensa. Siempre alerta y corajuda en su arte. Admirable.

“And the sky was all violet/ I want it again, but violent, more violent”                     

  –Patti Smith “Kimberly”

 Luisma, Maypearl (Texas)     28 de Abril del 2017

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Siestas en el Museo

You don’t need a band to be a rock star. Warhol Museum, Pittsburgh (Foto de Luis Jimenez-Ridruejo)

You don’t need a band to be a rock star. Warhol Museum, Pittsburgh (Foto de Luis Jimenez-Ridruejo)

Que si echo de menos Pittsburgh? Puede que si, o puede que no; algunas veces, pocas, quizás la última casa de mis años con S. , allí en Pennsylvania. Aunque ahora, aquí, continuamos en Texas, en el rancho de Maypearl, la pradera. Nostalgia cero, ninguna, siempre mirando hacia adelante, pero lo vivido como lo escrito, escrito está. Pensándolo bien, en este momento, si echo algo de menos: el museo de Andy, que es como de la familia, un primo americano. Así que vuelvo a colgar este post en honor a su memoria. 

Nunca he hecho secreto de mi afición a los museos. Toda clase de museos y principalmente los de arte. La pintura es el santo de mi devoción; la escultura siempre me ha interesado menos y, la verdad, nunca he sabido porqué, quizá sea frustración personal con el tema.

Este museo del que te hablo hoy es algo más que de pintura; lo que hizo Andy Warhol fue más que pintar, o grabar, o fotografiar, o las ciento y una actividades artísticas que acometió. Warhol fue un monstruo, uno de esos que nacen una vez cada muchos años, como Miguel Ángel, como Picasso; y digo esto a sabiendas de que alguno va a estar en desacuerdo conmigo. Tanto peor, que diría un francés. Son artistas de los que hacen época, de los que marcan la diferencia y el arte por si mismos. El concepto por encima de la técnica y del oficio, y si todo viene conjunto, mejor que mejor. El paquete completo, que diría un americano. Llevo más de una década en buena relación con este museo, lo visito cada vez que hay una exposición temporal interesante y, fundamentalmente, lo que hago es ir a dormir siestas en alguna de sus salas.

Todo empezó, años ha, con una gran siesta en la sala en que se exhibía una instalación, o perfomance, del propio Warhol. En ella se presentaban unas cuantas docenas de globos plateados, de un material usado en los vuelos espaciales, en los forrados de los módulos de alunizaje. Globos que en forma de nubes, y rellenos de helio, flotaban en el aire y se movían por toda la sala a impulso de las caricias de los visitantes. Una siesta memorable y el descubrimiento de que nadie te molestaba por dormir allí. Museo libre y así lo ha sido durante años. Hace poco volví a darme otra gran siesta, en un banco lateral de una sala en la que se exponían cien cascos-cabezas de Darth Vader, cada una realizada por un artista diferente. Estos tipos de perfomances llevan algunos años en boga y aunque discutibles en su mayoría, algunas dan origen a propuestas muy interesantes.

Mi propia visión antes de la siesta… (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Mi propia visión antes de la siesta… (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Este museo de Pittsburgh, siete pisos dedicados enteramente a Warhol, es el más grande del mundo para un solo artista. Guarda y exhibe una gran colección del autor y unos cuantos cientos de cajas datadas, numeradas y perfectamente clasificadas. Contienen papeles, recuerdos, propuestas, dibujos previos comentados, bibelots, fotos personales, proyectos escritos, ideas y todo lo que tenía en sus bolsillos cada día. Y así, caja por caja, durante años, toda clase de detalles personales de su vida, incluido correspondencia con otros artistas y gente famosa. Hoy día, un verdadero tesoro para sus estudiosos y un auténtico catálogo y compendio de sus actividades, del devenir de su tiempo y circunstancias, y sus relaciones con personajes de todo tipo y de todo calado.

En una de las cajas, en cierta ocasión, vi un boceto de uno de sus mas famosos diseños dibujado en un ticket de aparcamiento. Tesoros así hay pocos en el mundo del arte. El museo exhibe el contenido de estas cajas, regularmente y una por una, ofreciendo un fantástico panorama de la vida pasada, según Warhol. El las llamaba Cajas del Tiempo (exactamente, Time Capsules) y tal concepto ha sido siempre enormemente atractivo. A.W. vivió una vida trepidante, incluido un final violento. Tiroteado por una de sus asistentes, nunca se recuperó del todo y murió de las complicaciones de una cirugía menor.

…Y esta después de la Warholiana siesta (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

…Y esta después de la Warholiana siesta (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Las vibraciones de este museo son, a pesar de todo, buenas, inmejorables, por eso me gusta visitarlo a menudo. Perfectos asientos y perfecto aire acondicionado. Sueños artísticos y unas tardes deliciosas en un edificio singular. Ojalá vivieran todavía los hermanos Marx! De ellos aprendí lo de dormir en los museos.

Luisma, 28 Febrero de 2017

[Originally posted September 22, 2009]

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Retrato de Pintor (XIV)

Mi retrato de Van Gogh con sombrero de paja. Abstracción surrealista (!?) Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

Mi retrato de Van Gogh con sombrero de paja. Abstracción surrealista (!?) Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

“Si realmente amas la Naturaleza, encontrarás belleza en todas partes” (Vincent Van Gogh)

Hacia tiempo—años—que quería escribir algo sobre Van Gogh y lo iba posponiendo una y otra vez por no saber—eso me parecía—como hincarle el diente. Desde muy pequeño siempre me habían atraído sus dibujos que copiaba muy a menudo. Por supuesto la admiración por su pintura estaba ahí, claro…no haría falta precisarlo; otra cosa era la apreciación por la persona, basada en sus escritos y los de otros sobre él. Un verdadero retrato de pintor debe contener un poco de todo, a favor y en contra. Nunca me había parado mucho a entrometerme en los intríngulis de su vida y su persona, salvo el dichoso corte de la oreja y lo de algún crítico metido a psiquiatra de ocasión, en su tiempo o en el nuestro, tanto da para las obviedades de rigor. Siempre un caso claro de cómo lo personal afecta a lo artístico.

Algo cambió en mí al leer por segunda vez “Cartas a Theo”, su hermano, y reparar en algo más que la cocina pictórica que encerraban. Fui cayendo en la cuenta estética del pintor, al mismo tiempo que él ‘pintaba’ su autobiografía. Hacer un retrato de pintor, en este caso, es tarea ardua. Es competir con la palabra contra un montón de imágenes, retratos del propio Van Gogh, más de cuarenta veces en cuatro años. Falto de dinero para pagar modelos, se pintó a si mismo; la mayoría al espejo, estudios creados durante sus periodos introspectivos, cuando trataba de no mezclarse, de no interactuar con nadie. Pero bueno, por mucha admiración que le tengas al artista—maldito dominio del colorido, sobre todo hacia el final de su vida—esa admiración no siempre va aparejada con la personal.

Autorretrato con sombrero de paja. 1889, Museo Van Gogh. Amsterdam

Autorretrato con sombrero de paja. 1889, Museo Van Gogh. Amsterdam

En las clases de Historia del Arte, Vincent Van Gogh se me quedaba siempre despistado, en su grandeza y en la obviedad de su genio; uno siempre ‘tiraba’ hacia otros, menos conocidos por el ‘gran público’. El gran público siempre ha tenido para mi una apreciación más que dudosa. ‘Grande’ solo por el tamaño de los números, aunque pueda tachárseme de arrogancia—allá cada cual—nunca he apreciado al público en masa. Las masas y sus manipuladores jamás han sido ‘santo de mi devoción’. Ni en Arte…ni en política. Las masas, animadas o inanimadas, solo me he servido de ellas en la fotografía, y no mucho. La respiración de la muchedumbre? Soy un empedernido de la individualidad, lo que no quiere decir que no me sirvan los ejemplos, de escuela o de grupo.

Todo esto sirviendo a mi propio concepto pictórico, trabajado y construido a lo largo de tantos años con las inevitables quemas de etapas. La pelea entre una figuración que no tengo, que no domino, cuando me salgo del blanco y negro y la abstracción evocadora, solo sin intención o por hallazgo. La fotografía me ha ayudado a caminar entre los colores; cuarenta años de fotografía, mi paleta se ha agrandado y magnificado. Hago distinción siempre de las imágenes fotográficas y las pictóricas. Van Gogh me ensenó a hacer esta separación, entre otros, haciéndome cabalgar en la imaginación de su paleta, lo que me confirió una mayor valentía en mis colores, originalmente suaves y descarnados. Van Gogh es una armadura que no pesa, si se sabe leer bien sus escritos y su pintura.

Detalle de Instar #4, acrylic on canvas; Luis Jiménez-Ridruejo

Detalle de Instar #4, acrylic on canvas; Luis Jiménez-Ridruejo

Van Gogh, Matisse y Diebenkorn, un holandés, un francés y un americano para ser la corte de un grande de España, el más grande: Velázquez. Una buena defensa en línea para atravesar la trinchera entre la ‘vieja figuración’ y la—también vieja ya—abstracción, que es mi gallina más ponedora. Los ‘enemigos’ míos—y de los demás—se hacen cruces de tener que enfrentarse y tratar de justificarse para ‘bajarte’ escalones, ante la exhibición de estos tres mosqueteros, de los que me hubiera gustado ser su d’Artagnan, como no! (de soñar también se vive) y hasta se duerme, uno en sus pobres y no muy numerosos laureles. Van Gogh, más vocal que los otros, decía: “ Si escuchas una voz dentro de tí (‘antes del Internet era más fácil escucharla’) que te diga: Tu no puedes pintar! Ese es el momento de ponerte a ello y esa voz se quedará en silencio.”

Aún sabiendo que mi vida siempre estuvo enfocada a la pintura y después a la fotografía (dejando aparte a la escritura, por una vez) he tenido unas épocas de sinrazón en las que he dejado de pintar seriamente, a veces durante años. Para mi mismo un misterio que haya ocurrido así. Nunca he querido estudiar el porqué. Mirándolo desde la distancia del tiempo, a lo Van Gogh (salva sea la parte) he creído ver una cierta cobardía, sin explicaciones. Un creer, o dudar, que no sabría vivir de la pintura. Cuantos artistas, hoy archifamosos, atravesaron alguna vez por estas arenas movedizas. Uno se pregunta siempre el porqué de la trayectoria de Van Gogh que solo pintó dedicadamente y con no mucho ‘suceso’, los dos años últimos de su vida, en esta vida en la que vendió un solo cuadro. Sus verdades del barquero, siempre cuelgan donde yo pueda leerlas cada día…

… “Campo de trigo y cuervos” Van Gogh (1890) El último cuadro que pintó el artista antes de morir…

“Campo de trigo y cuervos” Van Gogh (1890) El último cuadro que pintó el artista antes de morir…

“No es el lenguaje de los pintores sino el de la Naturaleza el que uno debe escuchar.” El Posimpresionismo en América no se separa del Impresionismo más que en la veneración a Van Gogh. Si por ellos fuera tendría imágenes hasta en las iglesias. A pesar de que los protestantes no permiten la imaginería. En el Impresionismo como culto, Van Gogh sería el encargado de impartir las homilías y Monet, el de las lecturas de la Biblia. El Posimpresionismo es como su propio nombre indica: lo que viene después del Impresionismo, o sea: Vincent Van Gogh. Para los americanos ‘de a pie’ no hay tal diferencia. Algunos protestan y me tachan de poner etiquetas. Otro día todo esto lo diré más alto, pero no más claro. Y como rúbrica para hoy, una receta de cocina pictórica del chef holandés: “No hay azul sin amarillo y sin naranja, y si pones azul, entonces debes poner amarillo y naranja también, no es cierto?”

Luisma, Maypearl (TX)   31 de Diciembre del 2016

 

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Arte es arte

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #14

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #14, acrylic on canvas, 26″ x 30″

No hace mucho tiempo estuve en la Phillips Collection, en Washington D.C. Un pequeño museo de arte que contiene algunos de mis cuadros admirados de siempre. De esta ciudad, una de mis favoritas de todo el mundo que conozco, tengo que escribir mas largo y sobre todo mas tendido.

No es de ahora, es de siempre. Es algo habitual en mi. Cuando veo buena pintura me dan ganas de pintar, generalmente después de visitas a los grandes museos y nunca viendo reproducciones, por exactas que estas sean. Así mismo, cuando leo cosas buenas me dan ganas de escribir, supongo que en ambos casos es la emoción de la obra bien hecha o la captura de ese intangible llamado: arte. Me gusta pillar arte donde quiera que lo encuentro, a salto de mata, para ello voy siempre escopeta en mano y ojo avizor. Últimamente me cuesta bastante trabajo encontrarlo a buen precio, quien sabe porqué? Seguramente la culpa es mía por relajarme en la búsqueda.

Que cosas pasan! Encontré arte para apreciar, hace unos días, revisando algunos partidos de fútbol de mi Real Madrid; de la pasada temporada, de la 31 victoriosa. Los tengo grabados de un canal futbolístico de la “tele” americana llamado Gol TV, en el cual los disfruto pese a los descocados y a veces estúpidos comentarios de sus locutores. Los pobres basan sus comentarios en extracciones, mal que bien entendidas, de la lectura del AS y el MARCA. El cielo nos valga! Ninguno de estos dos periódicos deportivos tienen cabida en cualquier acepción de arte. Una vez de ciento al viento hay algo semejante a lo artístico en sus contenidos. El arte al que me refería era la calidad del juego del capullo de Guti. Que artista!

Arte en una televisión, en un partido de fútbol? El arte se encuentra y se degusta en cualquier circunstancia propicia. Digo esto, a propósito de que acabo de salir del baño, de la bañera, uno de los muchos sitios en los que leo. Estaba con un libro de Javier Marías, leerle y releerle es casi un placer diario. Sus relatos cortos o sus artículos de periódico, por viejos que sean. Sus novelas son ya otra cosa, la mayoría las he leído una vez y basta, de momento. Comparto con él un madridismo beligerante, aunque no furioso ni cerril, como el de otros. Eso si, leyéndole, siempre tengo la impresión de leer arte y siento lo mismo que ante una buena música o un buen cuadro. También siento envidia cochina, aunque sana.

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #1, acrylic on canvas, 36" x 34"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #1, acrylic on canvas, 36″ x 34″

Siempre estoy tratando de escribir mejor y usando el mejor cebo para pescar, la lectura. Leer mas. Leer mucho y de todo. Si es bueno, dos veces mayor placer.

Luisma, Maypearl (TX)   30 de Noviembre del 2016

[Text originally posted in August 2008 on Dust, Sweat and Iron, with new images]

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Los americanos y el Impresionismo

Claude Monet, water lillies

Claude Monet, water lillies

Fue al final, más o menos, de la Guerra Civil Americana. Quedaba un cuarto de siglo antes de que empezara el siglo XX ; lo que a los niños actuales les puede parecer que fue hace millones de años y a mi generación, los nacidos con la bomba atómica (1945), nos parece que fuesen todavía los últimos años del XIX , a la vista de cómo iban las cosas, un siglo venidero que a muchos se les antojaba un misterio, el futuro, y un desafío—se habían visto artilugios voladores a motor—el siglo XX empezaba a bombo y platillo. El anterior había sido el siglo del ferrocarril, la maravilla que estaba convirtiendo a la nación, los Estados Unidos, definitivamente ‘unidos’ después de la guerra civil, en el país más rico de la Tierra.

En Nueva York y en Chicago, florecían fortunas grandiosas de los ricachones nordistas, los vencedores, los que siempre escriben la historia. Habían amasado estas enormes fortunas con el carbón, el petróleo, la construcción, el ferrocarril y sus ‘caminos de hierro’ y todo el acero que los países más pobres necesitaban, y…Wall Street. Millones y millones de dólares, la moneda nueva y poderosa. Aquellos millonarios de riquezas sin cuento, se les llamó: “the robber barons” (los Barones ladrones) y quisieron distinguirse del resto de la ciudadanía con la exhibición de su opulencia. Como no podían imitar, aunque alguno lo intentó, a los Incas peruanos y llenar habitaciones de lingotes de oro, quisieron recrear las ostentaciones de los monarcas europeos.

Tremendas mansiones, a imitación de los castillos y los palacios del Viejo Mundo, pero con las nuevas ideas estéticas y las nuevas invenciones al punto. En sitios como Kentucky, Missouri, Kansas, yendo hacia el lejano Oeste, las tierras del americano profundo. Grandes viviendas, en grandes predios, decoradas con lo mejor y lo más caro, incluidas obras de arte pictóricas y escultóricas de los más grandes artistas comprables, de todas las épocas y sobre todo de la actualidad más controvertida. Los periódicos y las revistas se habían encargado de publicitar todo lo que era nuevo y apetecible, la Moda había hecho acto de presencia y París era la capital del mundo. Las mansiones de los ‘barones’ americanos querían tener la suntuosidad que habían admirado en sus viajes a Europa y, claro, había que decorar aquellas enormes construcciones con muebles, artes decorativas y sobre todo pinturas de los grandes viejos maestros y los contemporáneos académicos.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Al tiempo, jóvenes de familias pudientes atravesaban el Atlántico para imitar y estudiar a los pintores europeos. Todos adscritos a las academias y sus meticulosas técnicas. Era, también, el momento en que los pintores jóvenes europeos se lanzaron a exhibir sus nuevas estéticas, al principio rechazadas, criticadas e insultadas. Reducidos al viejo Paris de Montmartre, montaron un Salón de Rechazados y evolucionaron el arte hacia la celebridad; se veían tendencias nuevas y un estilo se impuso, camino de la fama mundial. Había nacido el Impresionismo. No sin una fascinante lucha, el llamado Impresionismo fue antes que un estilo, una guerra más de las que proliferaron en el viejo continente.

Las primeras críticas fueron acerbas. Los jóvenes estudiantes americanos en Paris, tomaron nota, algunos, de su repulsión por aquella pintura. Uno de ellos escribía a sus padres: “nunca en mi vida he visto cosas tan horribles…no consideran el dibujo, ni la forma, pero te dan una ‘impresión’ de lo que ellos llaman: naturaleza…era peor que la cámara de los horrores.” Esto venía de un pintor (J. Alden Weir) que más tarde abrazó el Impresionismo y hasta llegó a tener cierta notoriedad en América. La naturaleza estaba ahí para hacer uso de ella. Los paisajes se podían encerrar en cuadros más o menos grandes. Los pintores americanos (y todos los demás) del siglo XIX tenían los ojos y las ‘entendederas’ acostumbrados a la pintura histórica, la que llenaba museos y palacios, celebrando victorias de ellos o de sus antepasados o  la mitología, que siempre fue muy socorrida. El cuadro todavía no era más que un motivo de decoración y orgullo del poseedor, la celebración de sus riquezas. La valoración de la pintura como inversión llegaría un poco más tarde.

Lentamente, los cuadros impresionistas empezaron a hacerse más y más pequeños, así se mataban varios pájaros de un tiro, la reducción permitía vender pintura a gentes con casas aún grandes y con menor poder adquisitivo. La nómina de artistas pintores aumentaba rápidamente. Los marchantes de arte fueron sustituidos poco a poco por galerías de arte que habían promocionado la obra gráfica seriada de los mismos pintores. Al americano le era mucho más fácil aceptar el colorismo de la naturaleza ’impresionista’ y mucho más difícil detectar las copias de los mejores. Miles y miles de estas pinturas inundaron un mercado americano que adoptó el impresionismo como algo suyo y era lo que las siguientes generaciones veían en sus casas, sus oficinas, sus lugares públicos. El Impresionismo era, y para ellos sigue siendo: La Pintura.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Los americanos siempre defendiendo su individualidad nacionalista y en aquellos tiempos más preocupados de lo que acontecía en su propio país que de lo que pasaba en Europa. Cuando acometían la inventiva y la creatividad podían ir a paso cambiado con las novedades, pero a la hora de desarrollar la practicidad de un invento o de algo novedoso. sometían el desarrollo a su comercialización, el dominio de sus patentes y la industrialización. El chauvinismo heredado del socio francés todavía procuraba engrandecer y enaltecer la producción doméstica. Igual ocurrió con la ‘invasión’ estética. Para comprender un poco este país hay que recordar y no olvidarlo nunca que en el mercado interior USA, cualquiera objeto, producto o cosa que se venda, hay que ‘multiplicarlo’ en todos los sentidos por cincuenta (estados), de ahí los números que se producen y se amasan.

Los americanos se dividían en dos facciones, y aún siguen así: los que podían pagar grandes sumas de dinero (millones de dólares) por la gran pintura y los que solo podían pagar unos pocos cientos de dólares por copias o imitaciones del gran arte. Hoy en día, cientos, miles de dedicados pintores chinos, de oficio y gatillo facil,  se encargan de copiar o imitar cuadros impresionistas, empezados y terminados en el mismo día, baratísimos, que se venden en almacenes de muebles y objetos de decoración y en ferias especializadas, y que llegan a un desconocedor público a precios irrisorios. Raramente el deshielo de este arte congelado en el Impresionismo avanza en el supuestamente considerado arte moderno; apenas unos pocos escarceos en la no figuración, en busca de un multitudinario público joven y desconocedor, que lo más que pueden llegar a pagar es por un poster y ni siquiera por una obra gráfica.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Aquellos artistas jóvenes volvían repatriados después de la aventura europea y aquí trataron de implantarlo todo, la estética, el colorismo, la vida en colonias de artistas al estilo francés. Al mismo tiempo trataban de reflejar París y su energía, la vida moderna de Nueva York hacía el efecto. Los americanos trabajaron el estilo impresionista exhaustivamente hasta los años veintes del siglo pasado (y aún siguen, algunos) y dejaron marcados indeleblemente la ‘modernidad’ americana con el Impresionismo. Y aún está entronizado en el gusto del americano medio y en el arte que cuelga en las paredes de sus casas. Cualquiera de estos, preguntado por arte, te dirá: “…el impresionismo, Monet…” y a partir de esto, ‘nada’ ha pasado en el mundo del arte. Ah! sí…Picasso, Dalí, la abstracción…’pero mire usted: yo no entiendo esa pintura, no sé lo que quiere decir—y mi hijo pequeño puede hacerla’ (cuantas veces he escuchado esta aseveración?).

En Pintura, el siglo XX y la Abstracción no existen para el americano medio, y son millones (más de trescientos). La mayoría, si les ayudas un poco con la memoria, resucitarán al bueno de Andy Warhol y al Pop Art y pare usted de contar. Los cuadros de encima del sofá, o del frente de la chimenea, son colorines y los llaman decoración, o posters. Y luego hay una minoría fundamental, unos treinta millones de gentes, más o menos, que son capaces de discernir entre Rothko, Pollock y De Koenig, por ejemplo. Ya se sabe: todo ‘multiplicado por cincuenta’. Esa es la grandeza del último imperio, de la ‘modernidad’ autoproclamada.

(Gracias a H. Barbara Weinberg por el uso de alguno de sus escritos en este post.)

Luisma, Maypearl (TX)   29 de Octubre del 2016

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