Monthly Archives: December 2019

Grandilocuencia (y II)

“Washington, Jefferson, Roosevelt (Teddy) y Lincoln” Mount Rushmore, South Dakota

“Washington, Jefferson, Roosevelt (Teddy) y Lincoln” Mount Rushmore, South Dakota

Resulta que la grandilocuencia anda rondando agitada, apretadamente, dentro del mundo actual. Una vez más, son los ciclos. Uno se da cuenta cuando la sociedad da bandazos y siempre van en la misma dirección, hacia la derecha e incluso más allá. Las imágenes que provocaban estas sensaciones estaban siempre ahí, siempre lo están, solo la atención del momento las hace más obvias. Las caras de los presidentes en Mount Rushmore, por ejemplo, es grandilocuencia en estado puro y cocinada sin condimentos. Nada más grandilocuente que unas caras de piedra talladas fuera de su escala natural y en tamaños monstruosos (Rushmore, Valle de los Caídos…). Una de las cosas que la gente me cuenta de ver las cabezas de los presidentes al natural es que no producen emoción ninguna, un atractivo fundamental y necesario en toda obra que pretenda ser arte. Al parecer no hubo criterios claros, ni el resultado tiene buenas sensaciones. La grandilocuencia, como una de las ”virtudes” de los fascismos, cualquiera que sea su signo, conlleva el hecho de su tremenda obviedad. Dictadores bajo piedras exageradas de miles de kilos. Presidentes, cuyas cabezas rocosas conforman montañas; todo extremado, desmedido, difícil de abarcar y de aceptar. Precisamente, lo contrario de la sencillez que siempre aparece en los destellos del brillo, en la facies sonriente del Arte.

“Una cara positiva de la grandilocuencia: el puente Golden Gate, en la bahía de S. Francisco, California. (Photography by Christopher Michel)

“Una cara positiva de la grandilocuencia: el puente Golden Gate, en la bahía de S. Francisco, California. (Photography by Christopher Michel)

En otros escenarios, aquí y ahora. Texas, visto desde arriba, a vista de “dron” (¡como no!) para que la exageración inherente, cuadruplique las sombras como en la brillantez apabullante de un estadio de futbol americano, o béisbol, y eso en la iluminación más común. Estos estadios contienen y reflejan, proyectan, la grandilocuencia habitual de una buena parte de este mundo, todavía “nuevo” y rechamante. En Texas, hay estadios de escuelas de bachillerato, mayores y más capaces, mejor dotados que la mayoría de los estadios españoles de la Liga de Fútbol (primera división). La nación entera se baña con los focos de esta luz, casi religiosa; es como un culto, un nuevo vellocino de oro. Todo diseñado, precisamente, para magnificar la elocuencia de la grandiosidad y el orgullo del, a marchas forzadas ya avejentado, imperio norteamericano. El imperio de los sentidos, del brillo fútil y la soflama, rodeados, demasiado, por millones de “pescados” escurridizos, vomitando y retorciéndose en las “redes sociales.”

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

Este pobre presidente actual ha visto como se lo eleva a las alturas de los infames del mundo, usando la escoria de la grandilocuencia como arma arrojadiza. Donald más que el pato, parece el otro, Dumbo Trump, el elefante dentro de la cacharrería. Un número de circo diario con el mayor payaso convertido en jefe de pista que, en vez de sumar, divide y con el peor estilo posible: hortera neoyorkino. Y, lo peor de todo: ignorante e iletrado. La grandilocuencia faltosa y mentirosa, espectacular en sí misma, unida al vocerío, la chulería y el insulto, acaparan la atención de lo más florido de cualquier sociedad. La moderna grandilocuencia es de generación oculta y tramposa y se asienta en todas partes, emitiendo signos cada vez más claros. Puntos de apoyo, pequeños o grandes, de los del tipo: “…dádmelos y moveré el mundo”. En lo que a nuestro negocio se refiere, en las Artes Plásticas, es un agujero en el que es muy fácil caer, y muy complicado salir. En la música, tres cuartos de lo mismo, siempre con el volumen a tope y las voces tapando voces. La grandilocuencia es una forma de agresión como otra cualquiera, una forma de agresión muy actual.

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

La grandilocuencia solo se exhibe en la naturaleza cuando se trata de la definición (¿fotográfica?) del universo, ahí nos perdemos en el vuelo mental, sideral. La naturaleza es sabia hasta ese punto, siempre rozando, nunca dando. Es el sueño más individualista, los sueños tienen que serlo siempre, obligatoriamente, como las guerras. Soñar es la sola grandilocuencia permitida. En un mundo en el que las guerras son “el pan nuestro de cada día”—que gran contradicción!—las viejas signaturas de nuestra grandilocuencia, herencia del Renacimiento, no se hacen esperar, cada mañana: músicas rimbombantes, rechinantes, adobadas con todos los toques de la percusión más atronadora, asaetean todas las rendijas de nuestro cerebro. En el que tiene pinta de ser otro ciclo vital, en mi caso puede que sea el último, mi grandilocuencia se traduce en 24000 fotos, ‘todas seguidas’, y fotografiando, “que es gerundio” *, y así vamos…

Al “cierre” del post, he recordado esta vieja definición de Picasso, de los años sesentas: “un poster es un grito en la pared”, una píldora de grandilocuencia liofilizada: secada al vacío y fría.

(*) Recordando al “viejo” Z.J.-R., mi padre, al que sigo siempre echando de menos. Comparado conmigo, él sí que era un niño, de los de después de la guerra…

Luisma, Maypearl TX        15 de Diciembre del 2019

 

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Grandilocuencia (I)

“Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no?”— Photo: Brooklyn Bridge, New York (by Mary Hautman)

“Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no?”— Photo: Brooklyn Bridge, New York (by Mary Hautman)

Una palabra que me ronda últimamente, no por repetición, que también, sino porque flota en el aire, ella y sus efectos. La palabra canta una obviedad que no requiere explicación. De tanto aparecer y corretear sus efectos en este mundo de hoy, en las dichosas redes sociales y sobre todo en este país, los USA, donde hacía tiempo que lo imperial no se notaba tanto, las dos palabras se reconocen al espejo; ocho años de Obama y casi ninguna grandilocuencia, quizás por la constante y cinematográfica repetición de lo de “la caída del imperio”, ya se sabe, de vez en cuando “una de romanos”. Un solo y escaso año de Trump y el palabro se ha subido a la torre más alta de Manhattan. Y lo que es peor, como si hubiera estado ahí, entre tinieblas, desde los tiempos de Lafayette…ya, hombre, ya sé, yo también estoy exagerando. O quizás no?

En fin, que como dijo el otro: ‘No hay sangre sin imperio, ni imperio sin sangre, o sin grandilocuencia (sic), y que aquí el más tonto hace relojes, o puede ser presidente. Yo mismo, con perdón, sangraba la dichosa grandilocuencia—por las narices, lógico—al grito, como cualquier dictadorzuelo italiano, manipulando lo de la grandiosidad, a lo grande, por decirlo así de bobamente. Me explicaré: grandes lienzos y grandes cortes fotográficos, sin contar con los problemas técnicos, los del oficio, multiplicados y asediando en cada esquina de los cuadros, y en cada ‘pixel’ de las fotos.

“Los pelillos del antiguo celuloide son, ahora, briznas digitales…”— “Matrix” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Los pelillos del antiguo celuloide son, ahora, briznas digitales…”— “Matrix” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Grandilocuencia se puede utilizar no solo con las palabras, también con las imágenes fotográficas e incluso con la pintura; solo depende del uso que le des a tu detritus cerebral. Y no es que me haya mirado al espejo, esa maldita manía, y me haya visto las ramificaciones de la grandilocuencia saliendo de las orejas, como antenas receptoras del aplauso fácil e ignorante, no es eso, es que las últimas pretensiones fotográficas se me han disparado a los espacios y cantidades siderales, que diría Diego Valor, el Capitán Espacial de la radio española de los años cincuenta del ya pasado siglo. Rebuscar hacia atrás, es lo fácil; hacia adelante es cada día más complejo.  Un recuerdo, aquí, a una de las pocas grandilocuencias “democráticas”, un avión: el Concorde. Nació y murió antes de tiempo.

 El trabajo se titula, de momento: “los mundos” (ya veremos cómo acaba llamándose, seguro que, al final, se titulará a sí mismo…) y ya se me empieza a ver el rabo de la grandilocuencia, y no hemos pasado del título. Sintetizando: tiene este trabajo, ya “tiradas” más de 24000 fotos, que se han quedado en 16000 en un primer paso por la ”pulidora”; una “limpia” de defectos técnicos y temáticos. Lo dicho: cantidades siderales y una pérdida de instrumento óptico considerable, que me ha llevado, sin remisión, la semana pasada, a una operación de cataratas, salvaguarda de un enfoque y una captación de la luminosidad que empezaban a fracasar sin remedio.

“…hacia adelante es cada día más complejo…” –- “Abstract” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…hacia adelante es cada día más complejo…” –- “Abstract” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El trabajo en sí, en sus primeros cientos, estaba falto de sencillez y algo sobrado de elocuencia solemne y casi ridícula. Lo que era al menos una tendencia que yo podía reconocer; soy el más tajante critico de mí mismo. Ahora, varios miles, muchos, después, y cuando ya algunas gentes de bien me han ponderado el producto de ya casi cuatro años de trabajo casi diario, lo que me toca es salvar todos los defectos, tachones registrados y filtrados por la contemplación. Los pelillos del antiguo celuloide son ahora briznas “digitales”, asequibles de reparar y limpiar. Altisonancias, pomposidades y algún énfasis exagerado o demasiado espectacular ¿Defectos más que declarar? Sí, claro, probablemente los que vienen voceados por los críticos de turno, lo clásicos que no dan pie con bola, sea pintura o fotografía, pero se permiten el lujo de decirte como debes hacer las cosas.

Y así voy como acelerado, uno no se puede dormir en los laureles, reducido a su propia pompa como si hubiera ganado algo o subido a alguna cima, sorprendiéndome a mí mismo usando la palabra ‘nefanda’: creatividad. Y, a mayores, el posesivo ‘mi mundo’, como si fuera “san dios”. Pero, la verdad es que me place lo que estoy haciendo, creando un mundo (o, varios) en el Nuevo Mundo, en el que me gusta sumergirme y así olvidar que estoy en el final de todo, o casi todo; un callejón con salida, pero muy mala, chapoteando y para no volver. Es la tercera edad, esa cosa tan vulgar.

“…el final de todo, o casi todo…” –- “Tannhäuser Gate” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…el final de todo, o casi todo…” –- “Tannhäuser Gate” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Quien quiera puede asomarse a mi balcón, entrando como el que entra por la puerta giratoria de un banco, por el link: luisjimenezridruejo.com/photos, donde hay una pequeña galería de tres páginas que pronto se convertirá en una mucho mayor con el añadido de unas trescientas fotos; una selección, en lo que s ha convertido lo que originalmente era un ‘top 40’ (algo así como los 40 principales). Una forma más de ver lo que estoy haciendo es entrar en mi blog: www.dustsweatiron.net, donde algunas fotos pasan a ser ‘ilustraciones’ de mis escritos. Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no? Tratándose de mí mismo…”peccata minuta”, autojustificacion culpable. No se hable más de este enojoso asunto. (sale por el foro).

(Continuará…)

Luisma, Maypearl (TX)       19 de Enero del 2019

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