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El Coleccionista en Texas

“Caterva de atardeceres dorados sigilosos entrando en el living-sala de exposiciones, tras un amanecer glorioso en Pittsburgh, Mission St. Iniciando su día: Pepita, siempre elegante. (Photo:luisjimenezridruejo.com). Cámara: Canon A500

“Caterva de atardeceres dorados sigilosos entrando en el living-sala de exposiciones, tras un amanecer glorioso en Pittsburgh, Mission St. Iniciando su día: Pepita, trajeada y siempre elegante. (Photo:luisjimenezridruejo.com). Cámara: Canon A500

 

Te he dicho que soy coleccionista, lo que en general significaría que colecciono pintura, o joyas, o muñecas, o bolígrafos…que se yo! Cosas tradicionales, o típicas de colección. Pero, mi caso es totalmente diferente. Soy un iniciador de colecciones y algunas me duran más que otras, incluso las dejo y las tomo después de periodos aleatorios, que ellas pasan en el limbo de las colecciones, antes de acabar su vida, generalmente, por si mismas, por consunción. Llega entonces el momento de la exhibición, cualquier lugar o espacio de la casa o estudio, en principio es aceptable. Todo depende del número y cantidad de los items “museables” o almacenables y de su significado, claro está. Léase aquí: tamaño.

Desde hace años, y con tiempos en los que no me dedico a ello, colecciono “americana”, lo que en español diríamos: americanadas. Una colección bastante barata pues las americanadas, casi siempre, son cosas de no mucho precio. Una colección que incluye desde cajas de bombones, con forma de corazón y el retrato de Elvis Presley… hasta “slinkies” el muelle de colores que baja escaleras, con el desparpajo de un desnudo de Duchamp; pasando por el portalápices con la forma de la cabeza de Joe Camel, el camello de los cigarrillos y muchas otras cosas que generalmente son de plastiquillo y colores dudosos, como corresponde a semejante idea.

“…colecciono “americana”, lo que en español diríamos: americanadas.” P.ej: la famosa colección de retratos numerados de Don Benjamin Franklin (benjamines de a 100) pero no se me da bien, me duran poco y se “gastan” demasiado. (Foto: luisjimenezridruejo.com)

“…colecciono “americana”, lo que en español diríamos: americanadas.” P.ej: la famosa colección de retratos numerados de Don Benjamin Franklin (benjamines de a 100) pero no se me da bien, me duran poco y se “gastan” demasiado. (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Y, seguía diciendo: Mi más reciente colección es todavía más barata, es gratuita, es una colección que titulo: “Atardeceres desde la ventana trapezoidal”. Una colección que dura ya unos cuantos años, los que llevo en esta casa de Pittsburgh, la de la calle Mission. En la que disfruto, literalmente, de una extraña ventana trapezoidal, que ya podría pertenecer a mi colección de americanadas por si sola y cuya rara forma y estilo contrasta con el resto de las ventanas de la casa. Esta ventana en cuestión está orientada, al sesgo, a poniente y por ella me llega la más increíble e impresionante caterva de atardeceres que haya podido disfrutar en mi vida.

Aquí debería hacer una excepción para recordar los atardeceres de la vega del Tormes frente a la catedral de Salamanca. Ah! las viejas piedras, tantas veces denigradas y tantas veces recordadas, cuando todo era tan grande y yo mucho más pequeño. Quizá otra excepción: dos atardeceres-joya a las afueras de Florencia después de sendas tormentas de verano. Bien es verdad que mi mirada estaría aquellos días influida por la cantidad de belleza almacenada o apilada ante mis ojos en mi primera visita a aquella ciudad. Me será difícil volver a ella, más que nada para no romper el encantamiento estético de aquellas jornadas, encantamiento que nunca se ha volatilizado de mi imaginación.

Serie “Desde las ventanas del estudio #1724 ” en Maypearl, TX (Photo: luisjimenezridruejo.com 2024)

Serie “Desde las ventanas del estudio #1724 ” en Maypearl, TX (Photo: luisjimenezridruejo.com 2024)

Tendría que decir lo que se ve desde la famosa ventana trapezoidal. Los tejados de la vecindad, como si de una vista parisina— del Paris de la France— se tratara. Porte de Glignancourt sin las humaredas del norte de una ciudad añorada, rincones de fotografías de Cartier-Bresson, blanco y negro, con alguna breve nota de colores pardos, o sepias, bailando fuera de la cámara. A la izquierda y ocultando la caída final del sol a horizonte, la iglesia de San Nosequé, católica ortodoxa griega, una parroquia sin parroquianos, pero con campanario y hasta campana, que a veces toca sola. Es San Josaphat, y prometo no olvidarlo nunca! Por ella pasan casi todos mis fantasmas, espíritus y duendes…A su encuentro, por las interminables escaleras de cemento suben escalas de piano chopinianas y más…mucho más.

Al fondo, al otro lado del rio, a modo de telón teatral o paisaje de película policíaca americana: “Pittsburgh skyline”, rascacielos dorados refulgentes al oro sólido del amanecer y miríadas de luces, ventanas iluminadas que producen la sensación de sitio habitado, al brillo del oro líquido del atardecer. La realidad es que todos esos edificios iluminados, ahora están vacíos porque son oficinas y lo más que puede quedar, a estas horas de la caída del sol, es la gente de la limpieza. No importa, tienen una belleza particular, intrínseca, enormes cajas vacías pero llenas de luz.

Serie “Desde las ventanas del estudio #1724” en Maypearl, TX (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Serie “Desde las ventanas del estudio #1724” en Maypearl, TX (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Y encima de los edificios un montón de montes y cielo, un espacio para los colores naturales que cambia cada día con los más pictóricos celajes, como todo cielo que se precie de serlo. Como un Rothko recién soñado, los colores se alinean y se ordenan por sí mismos. Montes que no se ven, pero están; porque vivo en uno de ellos, en la falda de uno, en una sucesión- monte-valle-monte, etc… Una arrugada piel maquillada de carbón antiguo, desprendido de las fachadas después de dos siglos; quizás este sea el resplandor nocturno de estas tierras, lo primero que detectan, en su aproximación, las naves de Andromeda y Lacerta, que navegan en conjunción desde hace ya más de dos años-luz, en busca de esta Tierra1 de las cartografías universales. Además, el calor del asfalto del centro de la ciudad produce toda clase de condiciones— lados y más lados, brillos y más brillos— para hacer vario e irrepetible cada atardecer… Ahora que vuelvo a estar en Texas, con la porrada (salmantinismo?) de vistas trapezoidales, visiones trufadas a través de los ventanales galácticos del estudio. Quién son, y de donde vienen, todos y cada uno, estos “reflejos”, fuera y dentro del estudio? Fantasmas, espíritus, duendes…? Si de otras galaxias? Yo, os saludo y os emplazo…

“Como un Rothko recién soñado…” (Photo: luisjimenezridruejo.com 2024)

“Como un Rothko recién soñado…” (Photo: luisjimenezridruejo.com 2024)

Y esos atardeceres—fenomenales, en el más estricto sentido—son los que llevo algún tiempo coleccionando. No en fotografía o video—algunos tengo grabados de esas maneras— sino en mis propios ojos, para cuando, quizás mi vista ya no alcance a verlos. Me quedaría el recuerdo de todo esto, toda esta vida trapezoidal y fantástica. Mi vida en América.

Luisma 27 de diciembre del 2007           Revisión y Reedición en febrero del 2024

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