Category Archives: Painting

“A LA CEZANNE”

“Autorretrato apócrifo de Paul Cezanne” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Autorretrato apócrifo de Paul Cezanne” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

No tiene todas las condiciones para ser un autorretrato apócrifo, pero si casi todas. Es secreto, y si fuera por escrito, no estaría aprobado para la lectura pública. Es oculto y obscuro, sale o apunta en este blog y se vuelve a esconder, posiblemente, para los restos. Aunque por mi parte no lo sea, es un retrato fingido, por definición. Es curioso que, habiendo como hay fotografías apócrifas, no se use el término en Fotografía. Sera por venir del Griego: incierto, vacilante, dudoso, ocultar lejos…Me niego a aceptar que este autorretrato apócrifo tenga nada de adulterado, amañado, copiado, espurio, falsificado, fraudulento, imitado o simulado. Es plenamente original, y apócrifo. Cezanne me lo insinuó, la última vez que “nos vimos” en Nueva York, en el MET.

Para un pintor francés, excepcionalmente dotado, de la era dorada del Impresionismo, que poco le faltó para llegar a la abstracción total! Le faltó muy poco que avanzar para “saltarse” un siglo de pintura, y entrar con enorme anticipación en la era de la modernidad. Paul Cezanne estaba predestinado. Era un predestinado total. De la pura abstracción, del arte pictórico, y por ende de todas las artes, incluida la fotografía. Un ‘caballo’ difícil de abstraer y de ‘domeñar’. Masas de color que terminan siendo veladuras, construcción de superficies compositivas a base de pinceladas cargadas y paralelas, horizontal versus vertical, solo hace falta mirar las pintura de la series del lago (L’etang), casas planas geométricas, propias de un Cubismo anticipado en el paisaje, que aparenta clásico y en realidad es un claro principio de abstracción. Picasso y Matisse nunca dejaron de reconocer esta influencia. “Cezanne es el padre de todos nosotros”. Gauguin, Signac…todos bebieron en las mismas fuentes, en la Montaña, en las Canteras, en el Lago de Cezanne, en sus caminos transitados y dibujados solo con el color.

“Trigueros” acrílico sobre lienzo, detalle. (luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros” acrílico sobre lienzo, detalle. (luisjimenezridruejo.com)

Entornar los ojos ante uno de estos cuadros de Cezanne, es una apertura decidida a la abstracción. Cezanne mueve la mirada y hace mover la nuestra, la del espectador ‘avisado’. Utiliza la perspectiva bizantina y la planitud de ciertas pinturas medievales; perspectivas inversas nos hacen cambiar el punto de vista, percibiendo imágenes sucesivas. El uso de la geometría es obvio. Los fondos son grandiosos y alargados, usando repetición de luces y sombras; interviniendo líneas perpendiculares al espacio de visión, que es el mismo que el del espectador, sin importar el motivo o el tema representado en el cuadro.

Empero, tengo que decirlo, si pasas media hora yendo y viniendo, acortando y elongando distancias de visión, con un cuadro de los últimos de Cezanne, llegará un momento en que estarás tan dentro que la abstracción, silenciosamente, te expondrá sus cartas y te explicará sus circunstancias, y entenderás su sentido. La abstracción es una actividad cerebral que permite aislar una cierta cualidad de algo, con la intención de hacer una reflexión, sobre dicha cualidad, sin considerar el resto de las propiedades del objeto en cuestión. En las artes, la abstracción emplea las formas esenciales del lenguaje plástico, figuras, líneas, colores, como medio de expresión. Se hace obvia la representación de la apariencia externa de las cosas y plantea búsquedas plásticas en los aspectos formales, cromáticos y estructurales. Por ejemplo: el paso de los grandes ambientes paisajísticos a la fotografía aérea y de ella a la pintura abstracta más esencial (Diebenkorn. “Ocean Park” Series).

P. Cezanne. “M. St.-Victoire” Óleo sobre lienzo.

P. Cezanne. “M. St.-Victoire” Óleo sobre lienzo.

Para pintar “a la Cezanne”, nadie mejor que el propio pintor, toda vez que nadie podría pintar con la misma rotundidad compositiva la montaña St. Victoire y el mantel del bodegón del Plato de Manzanas, delante del cual quedamos para charlar y pedirle consejo, cada vez que visito el MET, en el 1000 de la Quinta Avenida. Un mantel que deviene una montaña de color y una montaña que se vuelve mantel blanco impoluto. Abstracción delirantemente soñada.

P. Cezanne. “Plato de manzanas” Óleo sobre lienzo.

P. Cezanne. “Plato de manzanas” Óleo sobre lienzo.

La abstracción siempre me ha “pintado” muy bien, personalmente, pues en sentido figurado significa: distraído, absorto; y en sentido coloquial: vago, impreciso…lo dicho: “que ni pintado” o si se me apura: “que ni fotografiado”. En suma. Abstracción fotográfica: proponer una nueva realidad, no distinta a la natural, basada en ella y con un figurativismo evocativo, muchas veces con independencia de referencias visuales del mundo real. El uso del color, luz, sombras, texturas, que se convierten en formas, sensaciones, apariencias, “feelings”…una apariencia no-real de objetos reales o reflejos de sentimientos escenificados, muchas veces a propósito, aislando fragmentos de una escena natural.

“Trigueros” acrílico sobre lienzo, detalle. (luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros” acrílico sobre lienzo, detalle. (luisjimenezridruejo.com)

Al final de todo, la fotografía abstracta es una representación de algo natural, de una manera convencional. El pintor y fotógrafo Moholy-Nagy, decía: “Espacio, tiempo, materia… con luz son un todo” (citando de su propia poesía). La abstracción es una parte importante de la cultura, en todos sus campos, en el siglo XX. “No es la persona que no sepa escribir, sino la ignorante de la fotografía, la que será analfabeta en el futuro.” (L. M-N). La fotografía abstracta empezó hace 100 años, con una foto de Langdon-Coburn, en 1916. En el mismo año, Aaron Siskind es el primero que consigue celebridad con la exhibición de fotografías abstractas. Un camino muy largo se ha recorrido a grandes trancos, patrimonio de la apertura intelectual, después de la Segunda Guerra Mundial.

“A la Cezanne” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“A la Cezanne” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El acercamiento o alejamiento del motivo a fotografiar es siempre el primer paso para llegar desde la visión natural a la visión abstracta. Una vez entra por los ojos, como por la cámara, el cerebro empieza a funcionar y la capacidad de abstracción se desarrolla rápidamente. “Muévete alrededor del objeto, con la vista fija en él, de izquierda a derecha, rodeándolo. Míralo engrandecer al acercarte, organízate mientras cambias de posición. Son relaciones que emergen gradualmente y hasta se afirman en su finalidad. Y ahí está tu fotografía.” * – Aaron Siskind. Podemos hablar de pintura abstracta, fotografía pictoricista o abstracta, también. O de abstracción, pura y dura. Cezanne siempre será un referente. El final, o el principio, y una celebración contínua: “¡A la Cezanne!”

 

Luisma, Maypearl TX                   1 de Abril del 2021

*“Move on objects with your eye straight on, to the left, around on the right. Watch them grow large as you approach, group and regroup as you shift your position. Relationships gradually emerge and sometimes assert themselves with finality. And that’s your picture.” – Aaron Siskind

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Trabajar la Foto en el Estudio…

“Piletas de agua corriente al lado de la cama! Otro lujo…” Photography by S.

“Piletas de agua corriente al lado de la cama! Otro lujo…” Photography by S.

Por culpa de la siniestra pandemia, estoy dedicando más tiempo—mucho más de lo que hubiera pensado—a la fotografía que a la pintura y la escritura. En cualquier caso, es bueno y me doy cuenta, perfectamente, de lo que esto ha mejorado mi “producción”. El hecho del asentamiento y la mejora de un espacio, ya de por si agradable; la sala de ‘corte y confección’ de ‘positivos’, hoy convertida en rincón de siestas (necesarias, cada vez duermo menos y peor), lugar de lectura y contemplación inquisitorial de imágenes (estudio, taller, laboratorio, factoría…). Con música es la perdida soledad sonora, algo casi monacal. Unas fotografías que desde lo digital y la visión de la cámara por el ocular y la pantalla pequeña te permiten algo impensable, imposible pero deseable, hace no muchos años; replicar al instante una foto, cambiarla a voluntad, “mejorarla” si necesario fuera. Sin perder el original de referencia, un “lujo” que a seguro soñarían aquellos fotógrafos de las placas, y otros como yo soñamos, también. No hace tanto. Hoy, es realidad.

Además del espacio agradable y multidisciplinar, con su eco de antiguo laboratorio. Piletas de agua corriente, al lado de la cama!  Otro lujo, aunque no tenga muy claro el para qué; incluida la luz roja de seguridad, allá arriba, fijada en el cielo raso y todavía practicable, ya solo para jugar, con la gata…— “películas de terror de los años sesentas”. Onírica fotográfica. Un computador y una pantalla ‘grande’ permiten la continuidad de estos sueños de imágenes ‘reales’, listas para su manipulación mental. El trampolín de la dichosa y nunca bien ponderada creatividad. No hay trabajo equivalente en la ‘nueva’ fotografía, solo una herramienta—un ordenador—, menos espacio y más limpieza. Ahora hay un nuevo significado para el ir a “hacer fotografía” (añoranza del siempre maestro, Pepe Núñez) y es doble: uno, salir a disparar la cámara y el otro, ir al laboratorio de imagen, con tu copia digital ya preparada y apretar el botón, o la tecla, del ordenador en la impresora (que es el que manda a día de hoy). Muy higiénico todo y sin los clásicos olores a revelador, fijador y humectadores. Ah!  Y sin las aventuras en las obscuridades rojizas. (¡Suspiro!)

“…un posible diálogo con la naturaleza…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…un posible diálogo con la naturaleza…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Mi fotografía actual es una especie de búsqueda de un posible diálogo con la naturaleza. Un examen de formas, color y significados. No necesariamente paralelismos, o evocaciones, del mundo o los mundos que me rodean. La grandeza en la fotografía está, como en la literatura, a menudo conectada con el particular “feeling” (sensación, impresión, apariencia…) con la naturaleza de la región en la que se vive, o de la que se es nativo. Texas es mi región “nativa” como americano. En lo visual, el color dominante, los colores acostumbrados, la geografía, los cielos, las tierras, los ciclos de plantación y cosecha, el clima y sus cambios de color. En mi caso, atracción personal de origen desconocido, el espléndido colorido del reino vegetal. La caída de las hojas, el paso de un espacio aéreo a otro terráqueo, pluralidad y complejidad de acuerdo con el clima y el “tiempo de vida”. Y, una vez que la hoja llega a tierra, la caída no es la muerte, es solo un largo final hasta la molturación a polvo, hasta que se confunde con el suelo de la pradera; otra visión diferente. Las partes de esa naturaleza y la luz que las ilumina. Una idea que se convierte en otra idea. Cada foto es un pellizco de luz, una parte de mi “pizzicato” de apreciación de la naturaleza y su misterio. Todo con dos dedos y el espacio de una pantalla iluminada, y rodeado por los reflejos de esa maraña natural que parece corresponderme.

“Algo has visto que te ha llamado…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Algo has visto que te ha llamado…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Escoger una dirección en un trabajo artístico (fotografía, por ejemplo) es establecer una diferencia entre los motivos o las razones de ese trabajo, es proponerse unas jornadas, aun cuando todavía no se sepa lo que se va a hacer. Algo has visto que te ha llamado la atención, y cuando esta llamada se repite, empiezan a palparse las diferencias y las razones de ellas. Una luz, un brillo, un color, multiplican sus distancias formales, acorde con la orientación, el tiempo y cien mil otras razones. Por eso nunca dos fotografías son iguales; como dos viajes nunca son iguales— que diría J. Steinbeck—, “no nos vamos de viaje, el viaje viene con nosotros”, no solo trabajamos una foto, ella nos busca y establece las diferencias de atractivo. Ahí desembarca el final de la ecuación, lo que podíamos llamar: ”el estilo”, que no es más que la contestación de unas neuronas a otras, cuando cohabitan juntas en el mismo cerebro. Como un conjunto de “verdades como puños”, que diría Dionisio Ridruejo; las verdades del arte que nacen en esas horas, ricas y plenas, del estudio, la auténtica factoría del arte. Hacer que el pintor, el fotógrafo, el artista, se entienda a sí mismo. “No es tan fácil”. Leonardo Da Vinci dixit.        

“…visión de aquello que esté delante de la cámara…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…visión de aquello que esté delante de la cámara…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Todo es complicado, siempre lo ha sido. Ampliar la verdad del “nuevo negativo” que ya es para siempre “positivo” (virtual), decidir el formato, de acuerdo con tu propio concepto de cualidad, y definición. RAW o JEPG, dependiendo de para qué se use la foto. La repetición continua de herramientas y los procesos, de espacios. Salvo grandes tamaños, “dejo” que JPEG. “haga” mi trabajo y me ofrezca mi propia visión de aquello que esté delante de la cámara. Mínimos trabajos mecánicos, cortes, composición y casi nulos trabajos digitales. El ordenador para leer y escribir. No es mi interés el RAW, solo en motivos especiales y a gran tamaño. Para alguien que viene de la fotografía en B y N, y el primer color evanescente (parecían colores blanqueados con lejía) cualquier color digital es triunfal. Trabajar en el estudio, rodeado por estas imágenes familiares y en busca de una especie de ficción, búsqueda de la forma, que es lo que significa (del Latín: ‘fictio’…formarse, aparecer). Una delicia de dedicación.

Luisma, Maypearl TX                   15 de Diciembre del 2020

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Viaje a Inglaterra (Aires de Londres)

“… la Noria dichosa, que más que un ojo es un lunar…”

“… la Noria dichosa, que más que un ojo es un lunar…”

Nunca había escrito nada de mi primer viaje a Inglaterra, con el que rematé mis aventuras del siglo XX y de paso contacté con el territorio original de lo anglosajón. Simplemente, quizás por culpa del idioma, nunca se me había ocurrido saltar el Canal de La Mancha. Francófilo y francófono, para mí Europa empezaba en los Pirineos y, por el oeste, acababa en Normandía. Un montón de años después, tras casi una década en los USA, mi ‘proficiencia’ ya estaba lista para intentar conducir por la izquierda, beber “ale” y desayunar carne con mermelada. Atroz. Husmear la diferencia entre los súbditos del rey y los siervos de la democracia. Vagabundear, al fin, por el histórico territorio enemigo. Ah! La Pérfida Albión…(los clichés son como flotadores de playa, rosquillas de caucho). De que flecos del Imperio Británico habían sacado la idea para el Imperio Americano, aquellos Padres de la Patria, los Fundadores de los EEUU, que a este paso van a perder hasta lo de la Unión…

Siempre había intentado saber algo más de las Islas que lo propio, lo histórico, lo consuetudinario, pero la falta del idioma, resuelta cambiando la “grandeur” por esa lengua medio bárbara de la monarquía rara de los británicos—tan rara como la nuestra—me lo impidió, o nunca me catapultó allí. Los Tercios tampoco saltaron La Mancha, el Canal. Una pena. Leyendo en inglés lo que fue escrito en esa lengua, acabe hablándolo. ¡ Y ahora, hasta me gusta! Viendo letreros pintados en los tejados, mientras vuelo sobre los suburbios de Londres… Y en esto estaba pensando cuando, al pronto, después de largas horas atlánticas, salíamos de una nube e inmediatamente rodábamos por el “Tarmac” de Heathrow. Un Londres que me recibía lloviznando, para variar y para anunciarme todos los clichés habidos y por haber. El viento, un aullido musical, pero un aullido. Heathrow, un aeropuerto en obras, con olor a pescado y patatas fritas con mal aceite; en realidad encontré que Inglaterra entera estaba en obras, o sus señalizaciones. Me dijeron que es una costumbre, en verano, instaurada después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque a mí me pareció que estaban detenidas, quizás por falta de presupuesto. Pie a tierra y sigo con la obsesión del ‘no hacerme’ una foto con un “Beefeater” y otras muchas que acechan, en lontananza.

“ La Venus del Espejo, de Velázquez, la pintura que deja boquiabiertos a los espectadores anglosajones…” The National Gallery, London.

“ La Venus del Espejo, de Velázquez, la pintura que deja boquiabiertos a los espectadores anglosajones…” The National Gallery, London.

Después de mis primeras horas en el Londres más típico—seguía lloviznando, calabobos—paseando calles mojadas y riberas del Támesis, donde empezaba a insinuarse el “puré de guisantes”, que ya no permitía el disfrute del Puente y la Torre; y mucho menos el de la Noria dichosa, que más que un ojo es un lunar horrendo en el paisaje. Opte por callejear, City adentro, en busca de un hotel barato. Algo después y como seguía lloviendo, para variar, acordé conmigo mismo suspender el chapoteo callejero y al llegar a Trafalgar Square, decidí pedir un oportuno ‘asilo político’ en la National Gallery. Al fin y al cabo, era una de las razones principales de mi viaje a Londres: la visita, por fin en persona, a una ‘vieja’ amiga. La Venus del Espejo, de Velázquez, la pintura que deja boquiabiertos a los espectadores anglosajones, y no precisamente por sus obvias calidades pictóricas, que también. Dos horas de concentrado ‘voyeurismo’ colmaron mis expectativas, con un par de incursiones para saludar a Turner, que siempre anda ‘vendiendo’ paisajes, a punto de bruma, de sala en sala. Aquella noche pensé cuanto me hubiera gustado mirar por el ojo de la cerradura, aquellos posados; y que la modelo hubiese sido, realmente, la pintora italiana Lavinia Triunfi.

En realidad, los aires londinenses son vientos, fríos y desangelados, casi siempre húmedos, como los caracteres de sus héroes: Cromwell, Nelson… Mi único héroe del enemigo histórico ha sido siempre Milord Wellesley, Duque de Wellington y de Ciudad Rodrigo (con Grandeza de España), una rareza histórica, salmantino de adopción; a pesar del bombardeo de las textiles de Béjar y la Fábrica de Porcelanas, donde se le vio el rabo enroscado al inglés. “Nadie es perfecto”… como dice Joe E. Brown al final de “Con faldas y a lo loco”. Mi lista de insignes británicos es muy corta: Turner, el excéntrico, del cual, fuera de su pintura, sé poco. Bacon (era irlandés), otro raro; hispanista ganado para la causa, con los tintos de Cariñena, y los blancos de Riscal. No sé si nos legó, nacionalmente, alguno de sus cuadros. Deudas morales. Ya sé que este soporte no da para recuperar Gibraltar, ni para cogerle el gusto a dormir en las húmedas camas inglesas. Hablando del diablo… De la mujer británica, de momento ni comentario. Ninguna de la que tenga un buen recuerdo. Ni malo, tampoco. Algo es algo.

“Arturo de Wellesley. Duque de Wellington y de Ciudad Rodrigo. Grande de España.”                     Retrato al óleo por Thomas Lawrence, 1815-16.

“Arturo de Wellesley. Duque de Wellington y de Ciudad Rodrigo. Grande de España.” Retrato al óleo por Thomas Lawrence, 1815-16.

Y aquí entra la explicación de la ‘verdadera’ razón de este viaje a las Islas. Verme con B., una española estudiando y viviendo en Inglaterra, un amor “por Internet” en los tiempos de: “con sonido (telefónico), pero sin cámara.”  Algo impensable, hoy día. Pero, ese es otro cantar, es la otra parte de aquel primer viaje a Inglaterra. Las jornadas resumidas en dos ciudades y cuatro horas de tren, cruzando el país de sur a norte, de la desembocadura del Támesis a Durham, en la frontera con Escocia. Tentaciones de detenerme en Oxford, sobrepasadas por el apremio de reencontrarme con B., mucho más fuerte que la atracción oxoniense. No la veía desde que ‘descubrimos el pastel y nos conocimos’ pasando unos días juntos en la ciudad de USA más “fea” que conozco: St. Louis (Missouri); durante una escala de un viaje académico, de vuelta desde California a Inglaterra, organizada, precisamente para ello,‘conocernos‘ después de tres años de Internet.

Durham, ciudad todavía inglesa, aunque teñida de colores escoceses, tan cercanos ya en el ‘muro romano’ (Hadrian’s Wall) y a tiro de cañon de las gélidas playas del Mar del Norte, perdedero de la Armada Invencible… Durham, será el próximo ‘post’ de este viaje inglés.

Luisma, Maypearl TX                  3 de Noviembre del 2020.

 

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Musicos

“Pincel o batuta?” En el estudio, en Texas, pintando “Instar # 3” (IPad Photo by S. 2014)

“Pincel o batuta?” En el estudio, en Texas, pintando “Instar # 3” (iPad Photo by S. 2014)

No me ha costado mucho recordar mis primeros contactos con la música. Dos ideas: la radio de galena debajo de la almohada, en los primeros compases de mis noches de verano en la calle Toro y el Kiosko de la Música, en el centro de la pérgola del Parque de La Alamedilla, en Salamanca (España). A los cuatro años de edad y ya un montón de músicos escondidos en la cama…Vivaldi, Granados, Glenn Miller… El otro recuerdo que me caballea en la imaginación: mi asistencia dominical, casi de culto, a los conciertos de la Banda Municipal de Salamanca, en el templete de la Alamedilla, escuchando desde los bancos corridos de granito con respaldos de frio hierro colado. Ensimismado en los rechamantes brillos de los instrumentos y los movimientos ágiles de las hombreras de aquella impoluta guerrera blanco-marfil, y la gorra de plato del mismo color; era el director Don Castor Iglesias Pollo, un nombre que no se me despinta; ni su  Chabrier, ni sus Arlesianas de Bizet. El mínimo homenaje es recordar, sin problemas y al pronto, su nombre completo, y no era ni un futbolista, ni un ciclista. Yo tenía entonces nueve o diez años. Después del pasodoble final, de propina, aquél niño no quería irse hasta que no se marchaban todos los músicos, y quedaba el olor a pámpanos dulces del parque. Ah!  La música entró hasta en mis bolsillos, para siempre. Y conmigo va.

Mucho después. Corrían los primeros años sesentas del ya pasado siglo. Entonces los años corrían, ahora vuelan como drones, literalmente. Estamos en 2020, y ‘no hay dios’ que se lo crea. Me cuesta aceptar que voy camino de los ochenta, y parece que ha sido un suspiro. Había llegado de un Paris en ebullición, adelantado a la historia, y pretendía seguir con la vida ‘bohemia’, en el Madrid de “La Movida”. Estudiando, poco y viviendo, mucho. Parte de ello era mi asistencia fiel y regular a los conciertos dominicales de la ONE (Orquesta Nacional de España). Las únicas entradas asequibles, a mí siempre parca bolsa, eran las de “gallinero”; que se ponian a la venta al módico precio de 10 pesetas, con carnet de estudiante. La taquilla se abría a las 9 de la mañana de los jueves y la “cola” para dicha expendeduría se ‘organizaba’ hacia las 11 de la noche del miércoles. Allí al aire libre, frio, con olor a la manga del riego nocturno, nos juntábamos un ciento de gentes jóvenes, melómanos que pasábamos el tiempo hasta la apertura de la taquilla discutiendo de música y de las artes en general. Así “conocí” y escuché a los más grandes de la época y de siempre…Rubinstein, Menuhin, Rostropovich, Von Karajan, y tantos otros que cimentaron mis conocimientos de música, educando mi gusto; ya que no era capaz de tocar un instrumento, nunca lo fui. Una gran frustración vital.

“Atril de música…y pintura” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Atril de música…y pintura” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Y detrás de la música están los músicos. (¡Enhorabuena, Luisma, que no te pase ná! “Si te seguimos, Maestro, es por lo bien que te entendemos”). Mis relaciones con ellos, los músicos, a veces extrañas, a veces increíbles, siempre sorprendentes y yo diría que: en general, buenas (¡?) En la misma época madrileña yo disfrutaba de lo que se podría llamar: músico de cabecera. Era Nicanor Muiños, excelente violinista gallego, compañero de pensión estudiantil en la habitación contigua y ‘despertador personal’ cada día, a las 8 de la mañana, “haciendo dedos” a los acordes de la Chacona de Vitali y La Oración del Torero de Turina, y así durante casi tres años…Con la pared de por medio, como sordina. Inolvidable. El recuerdo es diáfano, con olor a café portugués barato, aunque su cara se me ha perdido. No sé nada de él; hace cincuenta años y todavía me levanto algunos días silbando la Chacona. ¡Grande la música y los músicos!

Pasaron los días de Madrid y mucho tiempo después, hace 22 años y ya en USA, siempre con música. Houston, Dallas, Pittsburgh, pasando de sur a norte, estuve viviendo por seis meses en pleno corazón de América. El sitio era Wheeling, en el Estado de West Virginia, un poblachón (ciudad le llaman ellos) de treinta mil habitantes, dormida un poco, demasiado, en el pasado y en el distintivo honor de haber sido, por un tiempo, capital de Norteamérica, los Nordistas, durante la Guerra Civil. Un lugar donde tienes la sensación de que, por el túnel de entrada a la ‘ciudad’, y en medio de un acre olor a trilita, va a aparecer el presidente Lincoln subido en un armón de artillería, tocado con su sombrero de copa alta—en inglés: “stove-pipe hat (sombrero de tubo de chimenea de calefacción). Volviendo a la música…Wheeling, increíblemente, tiene una Orquesta Sinfónica, uno se pregunta de qué rincones del presupuesto sacan para pagar el asunto. El secreto posiblemente sea el pluriempleo. Encontrar un violinista en una ventanilla del Banco Wells Fargo, o a la trompa principal de cajera en el supermercado. ¡Esto es América!…

“Instar #3” (acrylic on canvas, detail) Luis Jimenez Ridruejo. 2014

“Instar #3” (acrylic on canvas, detail) Luis Jimenez Ridruejo. 2014

¡Ah!  La directora era Rachael Worby, buen músico, además de ser la cónyugue del Gobernador de West Virginia. Tuvimos una relación amistosa, de acera a acera en la calle Main, donde vivíamos y estaba asentado también el Teatro Principal (y único) de la villa. Volvíamos caminando, todos los viernes de concierto, noche cerrada y calle arriba, cada uno por su acera, así durante los seis meses que duró mi estadía en la villa. Todas las vueltas a casa le aplaudía, o le hacía algún comentario sobre la “performance” del día, o sobre música española, era gran admiradora de Albéniz. Mi gran recuerdo de ella fue en medio de un concierto en el que paró, abrupta y sonoramente, la orquesta con un pisotón en el pódium y un estentóreo: ¡No!  Y tras unos fulminantes segundos de silencio, reemprendió la música en el mismo arpegio. No olía ni a otoño, ni invierno, ni almendras amargas… Cuando desaparecí y nunca volví, supongo que alguna vez se preguntó quién sería aquel tipo que le hablaba desde la acera de enfrente. Años después, ahora sé que dirige un colectivo de artes en Pasadena (California). Es el poder de Internet… estamos todos en la nube, flotando.

Y he vuelto a las andadas, a los principios; a la radio debajo de la almohada. Ahora es el IPad o simplemente la TV con sus cientos de canales y solo dos (!?) de música clásica, uno llamado: “Light” y el otro: “Symphonic” (!?) muy desiguales, eso sí: 24 horas/7 días, sin posibilidad de selección propia. ¡Algo es algo!  El mundo dentro de casa. La obscuridad rodeando una galaxia de luces LED parpadeantes, para dormir eternamente mecido  por la música. [ Inciso: se nota que estoy escuchando el finale del “Anillo de los Nibelungos”? Excusa: hoy es el cumpleaños de Wagner] Imperecero placer de la música, compartido desde hace ya más de veinte años con  otro músico: S. (léase Ese Punto) compañera y violinista (!), retirada por enfermedad de la práctica  del violín; sus manos ya no podían llegar al nivel “excelsior” que ella quería para sí misma. Era una violinista fantástica—mandona—ese violín poderoso, de nivel concertino que todo director quiere poner detrás de la entera sección de cuerda para “tirar”de ella y conjuntar todos los violines, y en suma todo el elenco. La orquesta californiana la perdió y yo la gané, para tirar de mí musicalmente y resolver todas mis dudas y deficiencias. Hasta conocerla a ella, siempre creí que la música era un placer de disfrute individual. Y lo más grande, así son estos músicos, S. ya sobrevuela, certeramente, por encima de mi pintura, fotografía y escritura. Estética, composición, intuición. Un estuche que lo tiene todo. Impepinable. ¡Hágame un favor, ponga un músico en su vida! 

Luisma, Maypearl TX               3 de Junio del 2020

 

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Grandilocuencia (y II)

“Washington, Jefferson, Roosevelt (Teddy) y Lincoln” Mount Rushmore, South Dakota

“Washington, Jefferson, Roosevelt (Teddy) y Lincoln” Mount Rushmore, South Dakota

Resulta que la grandilocuencia anda rondando agitada, apretadamente, dentro del mundo actual. Una vez más, son los ciclos. Uno se da cuenta cuando la sociedad da bandazos y siempre van en la misma dirección, hacia la derecha e incluso más allá. Las imágenes que provocaban estas sensaciones estaban siempre ahí, siempre lo están, solo la atención del momento las hace más obvias. Las caras de los presidentes en Mount Rushmore, por ejemplo, es grandilocuencia en estado puro y cocinada sin condimentos. Nada más grandilocuente que unas caras de piedra talladas fuera de su escala natural y en tamaños monstruosos (Rushmore, Valle de los Caídos…). Una de las cosas que la gente me cuenta de ver las cabezas de los presidentes al natural es que no producen emoción ninguna, un atractivo fundamental y necesario en toda obra que pretenda ser arte. Al parecer no hubo criterios claros, ni el resultado tiene buenas sensaciones. La grandilocuencia, como una de las ”virtudes” de los fascismos, cualquiera que sea su signo, conlleva el hecho de su tremenda obviedad. Dictadores bajo piedras exageradas de miles de kilos. Presidentes, cuyas cabezas rocosas conforman montañas; todo extremado, desmedido, difícil de abarcar y de aceptar. Precisamente, lo contrario de la sencillez que siempre aparece en los destellos del brillo, en la facies sonriente del Arte.

“Una cara positiva de la grandilocuencia: el puente Golden Gate, en la bahía de S. Francisco, California. (Photography by Christopher Michel)

“Una cara positiva de la grandilocuencia: el puente Golden Gate, en la bahía de S. Francisco, California. (Photography by Christopher Michel)

En otros escenarios, aquí y ahora. Texas, visto desde arriba, a vista de “dron” (¡como no!) para que la exageración inherente, cuadruplique las sombras como en la brillantez apabullante de un estadio de futbol americano, o béisbol, y eso en la iluminación más común. Estos estadios contienen y reflejan, proyectan, la grandilocuencia habitual de una buena parte de este mundo, todavía “nuevo” y rechamante. En Texas, hay estadios de escuelas de bachillerato, mayores y más capaces, mejor dotados que la mayoría de los estadios españoles de la Liga de Fútbol (primera división). La nación entera se baña con los focos de esta luz, casi religiosa; es como un culto, un nuevo vellocino de oro. Todo diseñado, precisamente, para magnificar la elocuencia de la grandiosidad y el orgullo del, a marchas forzadas ya avejentado, imperio norteamericano. El imperio de los sentidos, del brillo fútil y la soflama, rodeados, demasiado, por millones de “pescados” escurridizos, vomitando y retorciéndose en las “redes sociales.”

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

Este pobre presidente actual ha visto como se lo eleva a las alturas de los infames del mundo, usando la escoria de la grandilocuencia como arma arrojadiza. Donald más que el pato, parece el otro, Dumbo Trump, el elefante dentro de la cacharrería. Un número de circo diario con el mayor payaso convertido en jefe de pista que, en vez de sumar, divide y con el peor estilo posible: hortera neoyorkino. Y, lo peor de todo: ignorante e iletrado. La grandilocuencia faltosa y mentirosa, espectacular en sí misma, unida al vocerío, la chulería y el insulto, acaparan la atención de lo más florido de cualquier sociedad. La moderna grandilocuencia es de generación oculta y tramposa y se asienta en todas partes, emitiendo signos cada vez más claros. Puntos de apoyo, pequeños o grandes, de los del tipo: “…dádmelos y moveré el mundo”. En lo que a nuestro negocio se refiere, en las Artes Plásticas, es un agujero en el que es muy fácil caer, y muy complicado salir. En la música, tres cuartos de lo mismo, siempre con el volumen a tope y las voces tapando voces. La grandilocuencia es una forma de agresión como otra cualquiera, una forma de agresión muy actual.

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

La grandilocuencia solo se exhibe en la naturaleza cuando se trata de la definición (¿fotográfica?) del universo, ahí nos perdemos en el vuelo mental, sideral. La naturaleza es sabia hasta ese punto, siempre rozando, nunca dando. Es el sueño más individualista, los sueños tienen que serlo siempre, obligatoriamente, como las guerras. Soñar es la sola grandilocuencia permitida. En un mundo en el que las guerras son “el pan nuestro de cada día”—que gran contradicción!—las viejas signaturas de nuestra grandilocuencia, herencia del Renacimiento, no se hacen esperar, cada mañana: músicas rimbombantes, rechinantes, adobadas con todos los toques de la percusión más atronadora, asaetean todas las rendijas de nuestro cerebro. En el que tiene pinta de ser otro ciclo vital, en mi caso puede que sea el último, mi grandilocuencia se traduce en 24000 fotos, ‘todas seguidas’, y fotografiando, “que es gerundio” *, y así vamos…

Al “cierre” del post, he recordado esta vieja definición de Picasso, de los años sesentas: “un poster es un grito en la pared”, una píldora de grandilocuencia liofilizada: secada al vacío y fría.

(*) Recordando al “viejo” Z.J.-R., mi padre, al que sigo siempre echando de menos. Comparado conmigo, él sí que era un niño, de los de después de la guerra…

Luisma, Maypearl TX        15 de Diciembre del 2019

 

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Grandilocuencia (I)

“Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no?”— Photo: Brooklyn Bridge, New York (by Mary Hautman)

“Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no?”— Photo: Brooklyn Bridge, New York (by Mary Hautman)

Una palabra que me ronda últimamente, no por repetición, que también, sino porque flota en el aire, ella y sus efectos. La palabra canta una obviedad que no requiere explicación. De tanto aparecer y corretear sus efectos en este mundo de hoy, en las dichosas redes sociales y sobre todo en este país, los USA, donde hacía tiempo que lo imperial no se notaba tanto, las dos palabras se reconocen al espejo; ocho años de Obama y casi ninguna grandilocuencia, quizás por la constante y cinematográfica repetición de lo de “la caída del imperio”, ya se sabe, de vez en cuando “una de romanos”. Un solo y escaso año de Trump y el palabro se ha subido a la torre más alta de Manhattan. Y lo que es peor, como si hubiera estado ahí, entre tinieblas, desde los tiempos de Lafayette…ya, hombre, ya sé, yo también estoy exagerando. O quizás no?

En fin, que como dijo el otro: ‘No hay sangre sin imperio, ni imperio sin sangre, o sin grandilocuencia (sic), y que aquí el más tonto hace relojes, o puede ser presidente. Yo mismo, con perdón, sangraba la dichosa grandilocuencia—por las narices, lógico—al grito, como cualquier dictadorzuelo italiano, manipulando lo de la grandiosidad, a lo grande, por decirlo así de bobamente. Me explicaré: grandes lienzos y grandes cortes fotográficos, sin contar con los problemas técnicos, los del oficio, multiplicados y asediando en cada esquina de los cuadros, y en cada ‘pixel’ de las fotos.

“Los pelillos del antiguo celuloide son, ahora, briznas digitales…”— “Matrix” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Los pelillos del antiguo celuloide son, ahora, briznas digitales…”— “Matrix” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Grandilocuencia se puede utilizar no solo con las palabras, también con las imágenes fotográficas e incluso con la pintura; solo depende del uso que le des a tu detritus cerebral. Y no es que me haya mirado al espejo, esa maldita manía, y me haya visto las ramificaciones de la grandilocuencia saliendo de las orejas, como antenas receptoras del aplauso fácil e ignorante, no es eso, es que las últimas pretensiones fotográficas se me han disparado a los espacios y cantidades siderales, que diría Diego Valor, el Capitán Espacial de la radio española de los años cincuenta del ya pasado siglo. Rebuscar hacia atrás, es lo fácil; hacia adelante es cada día más complejo.  Un recuerdo, aquí, a una de las pocas grandilocuencias “democráticas”, un avión: el Concorde. Nació y murió antes de tiempo.

 El trabajo se titula, de momento: “los mundos” (ya veremos cómo acaba llamándose, seguro que, al final, se titulará a sí mismo…) y ya se me empieza a ver el rabo de la grandilocuencia, y no hemos pasado del título. Sintetizando: tiene este trabajo, ya “tiradas” más de 24000 fotos, que se han quedado en 16000 en un primer paso por la ”pulidora”; una “limpia” de defectos técnicos y temáticos. Lo dicho: cantidades siderales y una pérdida de instrumento óptico considerable, que me ha llevado, sin remisión, la semana pasada, a una operación de cataratas, salvaguarda de un enfoque y una captación de la luminosidad que empezaban a fracasar sin remedio.

“…hacia adelante es cada día más complejo…” –- “Abstract” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…hacia adelante es cada día más complejo…” –- “Abstract” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El trabajo en sí, en sus primeros cientos, estaba falto de sencillez y algo sobrado de elocuencia solemne y casi ridícula. Lo que era al menos una tendencia que yo podía reconocer; soy el más tajante critico de mí mismo. Ahora, varios miles, muchos, después, y cuando ya algunas gentes de bien me han ponderado el producto de ya casi cuatro años de trabajo casi diario, lo que me toca es salvar todos los defectos, tachones registrados y filtrados por la contemplación. Los pelillos del antiguo celuloide son ahora briznas “digitales”, asequibles de reparar y limpiar. Altisonancias, pomposidades y algún énfasis exagerado o demasiado espectacular ¿Defectos más que declarar? Sí, claro, probablemente los que vienen voceados por los críticos de turno, lo clásicos que no dan pie con bola, sea pintura o fotografía, pero se permiten el lujo de decirte como debes hacer las cosas.

Y así voy como acelerado, uno no se puede dormir en los laureles, reducido a su propia pompa como si hubiera ganado algo o subido a alguna cima, sorprendiéndome a mí mismo usando la palabra ‘nefanda’: creatividad. Y, a mayores, el posesivo ‘mi mundo’, como si fuera “san dios”. Pero, la verdad es que me place lo que estoy haciendo, creando un mundo (o, varios) en el Nuevo Mundo, en el que me gusta sumergirme y así olvidar que estoy en el final de todo, o casi todo; un callejón con salida, pero muy mala, chapoteando y para no volver. Es la tercera edad, esa cosa tan vulgar.

“…el final de todo, o casi todo…” –- “Tannhäuser Gate” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…el final de todo, o casi todo…” –- “Tannhäuser Gate” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Quien quiera puede asomarse a mi balcón, entrando como el que entra por la puerta giratoria de un banco, por el link: luisjimenezridruejo.com/photos, donde hay una pequeña galería de tres páginas que pronto se convertirá en una mucho mayor con el añadido de unas trescientas fotos; una selección, en lo que s ha convertido lo que originalmente era un ‘top 40’ (algo así como los 40 principales). Una forma más de ver lo que estoy haciendo es entrar en mi blog: www.dustsweatiron.net, donde algunas fotos pasan a ser ‘ilustraciones’ de mis escritos. Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no? Tratándose de mí mismo…”peccata minuta”, autojustificacion culpable. No se hable más de este enojoso asunto. (sale por el foro).

(Continuará…)

Luisma, Maypearl (TX)       19 de Enero del 2019

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Retrato de Pintor (XVI)

Paul Cézanne. “Self-portrait” (Oil on canvas)

Paul Cézanne. “Self-portrait” (Oil on canvas)

Hay una banda de color púrpura-cárdeno en la confusión del horizonte y la falda de la montaña Santa Victoria, donde siempre se pierden los ojos del pintor. Era un color difícil, coalescente momentáneo, pero lo ha pintado ya tantas veces que se ha vuelto familiar a sus ojos y a sus sentidos. Desde detrás de la montaña es por donde llegan siempre las tormentas, sobre todo después de mediodía. Hoy no va a ser menos y brilla ese fulgor increíble, como de otro mundo, que anuncia el momento de plegar los trebejos y desmontar el caballete. Volver a casa antes de que se desencadenen los vientos y las aguas frías de la tempestad. Pero, el pintor está en sus ensoñaciones, cierra los ojos y reclina su espalda sobre la hierba del desmonte, donde posa los avíos de pintura. “Sin duda hay cosas en la naturaleza que aún no se han visto. Si un artista las descubre se abre el camino para sus sucesores.”

Un pensamiento va y otro viene, y todos revoloteando en su cabeza. Le pasa mucho, últimamente. Le concierne su propia salud, su diabetes. No se le han ido las ganas de pintar, lo hace todos los días, pero aguanta cada vez menos a la gente a su alrededor, excepción hecha de algunos amigos. Mira su bastidor, con la mancha en el lienzo a medio componer y mira al fondo del valle. Piensa en voz alta: “No hay que pintar lo que nosotros creemos que vemos, sino lo que vemos. El artista no percibe todos los aspectos de una cosa, pero los siente. El ojo absorbe … el cerebro produce formas.” Cézanne entorna los ojos y respira todo lo profundamente que sus pulmones le dejan. Hace rato que los olores anunciaron la tormenta. La soledad no le molesta, para él es un bálsamo.

Paul Cézanne. “Mountain Saint-Victoire” Oil on canvas.

Paul Cézanne. “Mountain Saint-Victoire” Oil on canvas.

Ha dejado el pincel y cubierto el bote de la trementina. No se siente bien y respira entrecortado. Sigue pensando: “El tiempo y la reflexión van modificando paulatinamente nuestra visión, hasta que por último llegamos a comprender. Yo estaba muy contento conmigo mismo cuando descubrí que la luz solar no puede reproducirse, ni siquiera fotográficamente, sino que tenía que ser representada por otra cosa… por el color.” La mente se le va a París, para recordar a todos esos chicos jóvenes que pintan, Matisse, Picasso, adora su solicitud, no dejan de hablar bien de él, le llaman padre, y aprende mucho con ellos. Aprende, también, a tratar con la nueva sociedad. “Las personas que dicen que el artista es siempre inferior a la naturaleza, son idiotas.” Y abundando, para el gran público: “Lo más seductor en el arte es la personalidad del propio artista.” En esto se adelanta un siglo entero a su tiempo.

“Trigueros #1” (Acrylic on canvas, detail) Painting by luisjimenezridruejo.com

“Trigueros #1” (Acrylic on canvas, detail) Painting by luisjimenezridruejo.com

Así como el gran público le importa un bledo, es rico por casa, no le debe nada a nadie y no necesita la pintura “para comer”, es muy consciente de sus limitaciones y fallos, rompe mucho de lo que pinta. Selecciona. “La pintura de por si es condenadamente difícil. Siempre piensas que lo tienes, pero no es así. El artista debe despreciar todo juicio que no esté basado en una inteligente observación del asunto. Debe precaverse contra el espíritu literario, que tan a menudo provoca que el pintor se aparte de su verdadero camino—el estudio concreto de la naturaleza—para perderse en largas e intangibles especulaciones. El pintor debe reflejarse en su propio trabajo, debe responder no con palabras, sino con pinturas.” Si uno va a la sala de Cézanne, en el museo d’Orsay, en París, la mayoría de sus obras maestras alineadas en el fondo de la sala son cuadros pintados hacia el final de su vida, a mediados de sus sesentas. No es lo normal en los artistas pictóricos. Pintaba algo, lo repintaba, y lo volvía a pintar una y otra vez. A veces cortaba sus lienzos en trozos, al final de algún momento de frustración. “No puedo conseguir la intensidad de lo que capto con mis sentidos.”

“Bañistas” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Bañistas” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Contempla, a lo lejos, la montaña Santa Victoria, telón final de esta tarde tenebrosa. Detrás, un precipicio de pensamientos, una retahila de recuerdos. Funambulismo sobre lo diverso… Rememora: en algún momento de su vida, Cézanne cambia los colores de su paleta, de un cierto tenebrismo ‘a la Caravaggio’ y mucho uso del velazqueño verde español, también llamado verdigris, a unos coloridos mucho más brillantes, adaptados a sus flirteos con el Fauvismo, una vez imperante en la no-academia parisina. Esos colores brillantes que alguien definió como: coalescentes (que se fusionan o se combinan) y que conforman el colorido ‘maduro’ de su pintura. No sabe lo que el nuevo siglo le traerá. “Quiero conseguir la perspectiva a través solo del color (un principio claro de la Abstracción), teniendo en cuenta el fondo de la pintura con el mismo cuidado que el sujeto (otro principio de la Abstracción). “Somos los prehistóricos de un arte que ha de venir.”

La última vez que habló con Pisarro y Matisse, ambos coincidieron en que, pintando su privado y familiar paisaje en Provenza, Cézanne ha cambiado la manera en que las nuevas generaciones verán el mundo. El olor verde de los campos provenzales y el perfume de mármol de Santa Victoria, la cantera Bibemus, la montaña de sus cuadros y al mismo tiempo el mantel de sus bodegones, alguien se lo desveló. Dibujos de trazo rápido, corajudo, y una manzana, con la que pretendía sorprender en Parí7s… Es el final, Manet, Monet, Pisarro, Renoir y otros van ganando aceptación, él se aísla pintando furiosamente, ridiculizado por los críticos y atendiendo más a la profundidad que a la superficie, estudiando a tope la naturaleza. Cuando nadie tenía mayor interés en sus pinturas, a veces las dejaba abandonadas en los campos o en las casas que usaba como estudios eventuales. Ahora mismo, mareado, su cabeza se está dejando ir en un torbellino de pensamientos y recuerdos… “Que lejos quedan aquellos tiempos del principio, cuando con la pintura lo único que quería era hacer gritar a la gente…”

“Verdigris in the cornfield” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Verdigris in the cornfield” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Las luces de la tormenta se han ido paulatinamente, ya solo queda ese color verdigris que tanto gusta a los pintores clásicos españoles. “Ah! Velázquez, que gran artista! ¿Como llegar a tanta perfeccion? ¡Harían falta más de dos vidas, y aún así!” A Cézanne se le va la mente recordando “Las Meninas.” Todas las preguntas sobre su pintura y sobre La Pintura, están contestadas allí, en ese cuadro maravilloso…Ya escampa, la tormenta se ha ido, esta vez silenciosa y traidora, le ha dejado completamente empapado y entumecido, y va cayendo la noche, un escalofrío prolongado le recorre la espina dorsal. “Parbleu! Me estoy enfermando…”

Paul Cézanne murió de una neumonía, adquirida por seguir pintando al aire libre, durante una tormenta, era un veintidós de octubre de mil novecientos seis.

Luisma, Maypearl TX                 7 de Octubre del 2019

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Todo es posible en Granada

“…incluso que una mujer a caballo, hace más de quinientos años, junte allí todas las piezas de un reino, después de ochocientos años de lucha.” (painting by Francisco Pradilla; photo-art by luisjimenezridruejo.com)

“…incluso que una mujer a caballo, hace más de quinientos años, junte allí todas las piezas de un reino, después de ochocientos años de lucha.” (painting by Francisco Pradilla; photo-art by luisjimenezridruejo.com)

Cuando te achacan, el vivir en una película americana de serie B (lo cual nunca he negado) empiezas a pensar que al irte de “paseo” a España, sigues viviendo, en otra película clásico-folclórica española, digo, una de Manolo Escobar o de Alfredo Landa. Sería bueno llegar a lo de una de Almodóvar, pero mi condición de mal actor, sobreactuado y melodramático, me lo impide. El caso es que lo de mi vida en serie B, me hubiera gustado que fuera un “western”, una del Oeste como las que soñaba de pequeño. Esas películas donde la gente muere como Dios manda: a balazos, cayendo como un saco de patatas en el polvo, mordiéndolo, si se tercia; o salpicando barro, si la película es de Leone. Cualquier día puedo terminar aprendiendo a morir, en blanco y negro o en Tecnicolor del bueno, del que se evaporan los colores con el tiempo.

No me va a quedar más remedio que “aggiornarme” (Sergio Leone sea loado!) para la ocasión, por ejemplo: aprender a montar a caballo. Un tejano que no monta, no es muy tejano. Solo una vez lo intenté y descubrí que los caballos tienen vida propia y no tienen motor. Tendré que consultar con los más viejos del lugar, para ver si me condonan lo de montar a caballo con el conducir una “pick-up truck” (camioneta) roja y polvorienta. Por aquí, todos los caminos están asfaltados, pero ‘a falta de pan’ la meto por las tierras y el bosque para que coja patina. El desierto, uno de ellos, queda como a unos dos días de camino de aquí, hacia el suroeste. Se me sublevan las mientes, ahora que se habla tanto del dichoso muro con México. La mayor imbecilidad que he podido oír en décadas. Imaginad una cabalgada con tiroteo teniendo que detenerse ante un monstruoso muro de acero y cemento…

“Mundos verdes, incontables matices, mil batallas…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Mundos verdes, incontables matices, mil batallas…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Ya me enrollé, y no era de esto de lo que hoy quería hablar. Me patina la neurona y también, bastante, la memoria. Ya ni me acuerdo de que iba lo de “Todo es posible en Granada”. ¡Ah!  Si… de llevar mucho tiempo en este país. Ahora que he vuelto a Texas, todo me parece extraordinario y las más de las veces: bello, y hasta cambiado y nuevo, aunque sea todo lo mismo. ¿Será que he debido cambiar yo?  ¡Así lo veo en las fotos de cuando llegué aquí, hace ya casi treinta años —quien lo diría!  La primera década viviendo en Houston y viajando mucho, luego unos meses en Wheeling (West Virginia) y acto seguido en Pittsburgh (Pennsylvania), años y años, hasta que me dí la vuelta y sin resquemor, ni resentimiento ninguno, trasladé cuatro cosas, pocas, y una burbuja grande de atmosfera y vivencias de la casa, con “ella” dentro.

El aire que respiraba no era Pittsburgh, era ella, S. (léase, Ese Punto). En pocos años se me han borrado un montón de vivencias y de personas, que eran o fueron el acontecer diario de mi vida. Pasmosamente preciso es el olvido de todo lo no tiene que ver con ella. Ahora, cuando diariamente contemplo y admiro la pradera, los cielos tejanos tan abiertos y mi vida tranquila y retirada de los jaleos de la urbe (Dallas), de la que solo veo los resplandores nocturnos, ese olvido me parece que siempre ha sido así, o que siempre debía haber sido así. El único resquemor, y ahora con resentimiento, es que tengo la edad que tengo—setenta y cuatro—, algo que no se puede cambiar. Ya se me han vuelto a escapar las mientes a Granada, incluido el Palacio Rojo, un sueño habitual que está en mi imaginación, gracias a lo fresca y muy usada que la tengo, y al YouTube, todo hay que decirlo.

“Evocando timbales, trompetería y gente a caballo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Evocando timbales, trompetería y gente a caballo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

El tiempo ha corrido a borbotones líquidos y para recordar lo pasado, sin apenas nostalgia, necesito despertarme con la frescura de mente necesaria para recordar cosas. Por ejemplo: hoy salí al porche del estudio, muy de mañana y ‘sentí sensaciones’ (¡el señor de Cervantes me valga!) familiares, un airecillo abulense, serrano, digno de la chaqueta de pana que no tengo. ¡Me calé una gorra de béisbol, de color amarillo-limón, haciéndome a la idea de que era una boina negra, manoseada en cien soles a mediodía y eché a andar por una vereda del bosque, pensando—pobre de mí!  —que de un momento a otro encontraría un frontón, de piedra fregadera, claro, con su bancada de asiento y una buena fila de jubilados. Lo digo como si no me diera cuenta que ya soy uno de ellos. Cuento con que algún placer oculto ha de haber en charlar, con personas que no conoces, de la próstata y los otros mil achaques que me atenazan. Por ejemplo, de como una mujer puede ser reina quinientos años antes y no puede ser presidente quinientos años después.

Naturalmente, aquí ni siquiera hay un mal muro de sillar de piedra y, por tanto, nada de grupos de jubilados de los de boina y cayada, ni de ningún otro tipo. De manera que la supuesta conversación se queda en un parco soliloquio, en la orilla del lago, tratando de aleccionar a los patos, que no muestran ningún interés en mis problemas. Nada produce una mayor sensación de vacío que esos patos nadando silenciosamente. Todo es más grande y más impresionante en Texas, cosa sabida. Descubriendo mundos verdes y de cien mil matices, en imágenes con una tremenda capacidad de evocación de otros universos que están dentro de mi. Y de igual manera todo es posible aquí, como todo es posible en Granada. ¿Y de que iba todo esto?  ¡Ah! De que Texas es grande y este mundo es enorme, siendo tan pequeño en el Universo. Hace poco, por primera vez, sentí el silencio del universo, que es lo mismo que nuestro silencio interior, mirando la luna, tan cerca, en un telescopio. Si lo podemos imaginar, todo es posible.

“ Isabella of Castille, Queen of Spades in another world…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“ Isabella of Castille, Queen of Spades in another world…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

No es pues extraño, aunque si sorprendente, lo que me pasó en La Alhambra, hace un par de años en la cola de entrada al Palacio. Tres puestos más atrás de nosotros, apercibí una cara conocida, era una pareja y el hombre me resultaba familiar, la cola se apretó con más gente llegando y quedamos las dos parejas casi pariguales. Hablaban en inglés, inglés americano, y reconocí el acento de Pittsburgh. Al pronto, el hombre me encaró y me espetó: ¡Ya está! —Sabía que lo conocía, ¡no se me escapa una cara!  Ud. Es el señor del Mallorca Restaurant, en el South Side de Pittsburgh…Y al pronto, yo caí en la cuenta: ¡Y Ud. es un policía del Precinto 3 de mi barrio, South Side, en el cuartelillo a 200 metros de mi casa…! ¡Nunca habíamos hablado, pero nos conocíamos de vista y nos veníamos a encontrar y reconocer en…las puertas de La Alhambra, a miles y miles de kilómetros de nuestras casas!

Lo dicho: “Todo es posible en Granada”, no es solo una expresión clásica popular y el título de una película de serie B de los Años Treinta, también parece ser un hecho consumado en ‘mi película personal’. Por lo demás, algún día me decidiré y jugaré a la Lotería, ya vienen siendo muchas coincidencias. Veremos. De momento, sigo fotografiando estos y otros mundos, haciéndolos posibles. ¿A saber porqué…?

Luisma, Maypearl TX    24 de Junio del 2019

 

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Otro museo americano

S. (Ese punto) de incógnito, junto a la “cabeza” de Jaume Plensa, en Dallas Meadows Museum of Art. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

S. (Ese punto) de incógnito, junto a la “cabeza” de Jaume Plensa, en Dallas Meadows Museum of Art. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La galería de arte es la hostelería de la pintura, la escultura y las artes gráficas. Ahí viven los cuadros, provisionalmente, desde que salen del estudio del artista hasta que encuentran acomodo en las casas de los coleccionistas, inversores o compradores privados. Hoy, el “negocio” del arte ha cambiado y ya corre la venta de arte por Internet, lo que ha puesto en delicada situación a muchos galeristas que hasta final del siglo pasado se mantenían bastante bien con sus ventas. El pintor de cuadros ya no es pintor de “cuadra”, los “equipos” de artistas “exclusivos” de galerías, incluso las especializadas, ya no encuentran el dinero galerista suficiente (hay galerías que retienen ya más de un 70% del precio marcado al público) para cubrir los gastos, o para mantener una carrera, o la vida pública que se le supone a un artista de éxito entre el “gran público”.

“El Prado en la pradera” Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

“El Prado en la pradera” Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

El otro destino final de la pintura es el panteón de los cuadros ilustres, el más o menos “pequeño museo” ciudadano y, eventualmente, el Olimpo de los grandes, el gran museo nacional con sus grandes colecciones, en las (grandes) capitales. Allí es donde duermen “el sueño de los justos” y están expuestos eternamente a los dimes y diretes de ese dudoso “gran público”, la Armada turística. Tambien expuestos, ocasionalmente, a los embates de los mastuerzos de la crítica, astifinos y berrendos en negro, monstruos como salidos de un particular “Game of Thrones”, que con el teclado en el puño se producen al respecto, y a su aire, con mezcla de envidia e impotencia. No se puede llegar—si es que hay que llegar a algún sitio—con la pintura y el arte, ni más cerca, ni más lejos. Se advierte, claramente, y no es cosa nueva en mí, que no doy un bledo por la opinión, salvo honrosas excepciones, de los clásicamente llamados: críticos de arte, y sus elegancias. ¿Como no tienen otra que decir han acusado, desde siempre, a mi pintura de “elegante”… a saber cómo?  De fotografía, ni siquiera pretenden entender, se retorcerían como diablo con escapulario.

“Siempre me ha gustado ‘pasarlo bien’ en los museos.” Meadows Museum, Dallas (Texas). (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Siempre me ha gustado ‘pasarlo bien’ en los museos.” Meadows Museum, Dallas (Texas). (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Sin embargo, no todo son los grandes museos. Tambien están, y son legión, esos otros “pequeños” museos, en las capitales de los estados, cincuenta son la Unión, lo que realmente da para mucho museo. Más las grandes ciudades que no son capitales de estado, pero mantienen famosos museos y extraordinarias colecciones. Chicago, Houston, Los Angeles, S. Francisco… Y otras ciudades no tan grandes, sostienen colecciones que usan como atractivo ciudadano, buscando cubrir nuevos desarrollos. Fundamentados gracias a las pinturas “heredadas” de magnates de la economía y los negocios, prontos a negociar con las Administraciones, municipales o federales, unas fundaciones que cubren los increíbles impuestos que si no tendrían que pagar. Estos “otros” museos, algunos deliciosos, son generalmente pequeñas colecciones de arte, con un denominador común: una o dos pinturas por artista célebre, de relativa calidad (escasean, y cuesta mucho adquirir obras maestras de determinados artistas punteros.)

“Playa de Portici” Oleo de Mariano Fortuny. Colección Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

“Playa de Portici” Oleo de Mariano Fortuny. Colección Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

El “relleno” de estos museos se produce con pinturas y obras de artistas de “segunda”, algunas magníficas y elevadas a la categoría de museables. Son objeto de regalos tasables por parte de grupos de ricos-hombres, también de segunda, listos a “frotar codos” con los de escala superior. El resultado son estos otros museos, más o menos bien dirigidos y dotados, que se visitan con agradabilidad y están sujetos a la posibilidad de encontrar, por casualidad, alguna obra realmente interesante. Este es el caso del Meadows Museum of Art en Dallas (Texas), un museo “grande pero pequeño” y que muy al uso de la grandilocuencia tejana aquí se le llama: “El Prado en la pradera”, quizás por su colección de arte español, la más grande de USA y que no seré yo quien critique. Y sería fácil hacerlo, por ejemplo: hay un retablo gótico, dicen que de un monasterio aragonés, limpito, reluciente y con sus dorados rechamantes, y que más parece “nuevo” que restaurado, en fin…Relativamente “moderno”, el museo ocupa un enorme “caserón” clásico, neo-paladial, de cincuenta años de edad, completado en 2003 y cedido a SMU (Southern Methodist University) por el multimillonario Algur Meadows, con el dinero de su compañía petrolífera American Oil Company of Texas. Abrió sus puertas en 1965.

La familia de Mariano Fortuny. (Fotografia) España. Exposicion “Fortuny, Friends and followers” Meadows Museum, Dallas (Texas).

La familia de Mariano Fortuny. (Fotografia) España. Exposicion “Fortuny, Friends and followers” Meadows Museum, Dallas (Texas).

Actualmente, el Meadows está abierto al público, con su colección general y una exposición actual, dedicada al pre-impresionista español Mariano Fortuny. La exposición está basada en un solo cuadro, el único que tiene del pintor la colección general del museo, más algunos dibujos de Fortuny en cartas dirigidas a su mecenas americano, que fue el que legó la pintura al museo. También se exponen dibujos en cartas, de amigos del pintor, que buscaban el mismo mecenazgo. Obtener algún dinero para “tirar” (tirar del carro de la vida), buscando pagarlo luego con obras pictóricas. No sé cuán pingües serían los beneficios de un triunfante Fortuny, el lienzo de este cuadro tiene dos piezas recosidas. ¿Quien sabe las realidades de la vida? Se exhibe, también, una gran fotografía mural del pintor y su familia, una estampa social de la época; dieciocho personas, un montón de caracteres y un detalle sorprendente: en el ángulo inferior izquierdo hay un bebé, sostenido en brazos por una seguramente mucama, sentada en una silla y que alguien presenta dando la espalda al fotógrafo. Varios americanos han notado este hecho y me han cuestionado la razón, que a mí se me hace evidente.

Despertando de ‘otra’ siesta en un museo americano. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Despertando de ‘otra’ siesta en un museo americano. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La pintura de Fortuny es también un grupo familiar, en la playa de Portici, cerca de Nápoles (Italia). En el color, la luz, el buen dibujo, el niño desnudo agachado en el borde del agua, ya se puede advertir al mejor Sorolla en ciernes y un montón de Impresionismo asomando y hasta de Abstracción, si se quiere. En suma, un buen cuadro de un pintor extraordinario. El Meadows Museum tiene buena pintura y justifica la visita. Como la justifica, también, una cabeza de redes metálicas del escultor catalán Jaume Plensa, que tiene el honor de presidir la entrada principal en el exterior del museo. Para saber más de la colección en sí, no me necesitáis, basta “hacerle un Google.” Así es uno más de estos “otros” museos que proliferan en el mapa americano. Entretenido como casi todos ellos, susceptibles de usarlos para “dormir” siestas inspiradoras (ver el post “Siestas en el museo”).  Museos que justifican las visitas repetidas, si no tienes una actitud crítica negativa, ante todo y cada cosa, (“Sindrome de Troll”) algo muy en boga en estos tiempos de Internet. Lejos de mí, dicha actitud!

Luisma, Maypearl, TX    20 de Mayo del 2019

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Retrato de pintor (XV)

Javier Pereda (photography: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer (photography: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer. Una masa imponente. Solo tengo que cerrar los ojos y ponerme en modo: “recuerdos” y veo a Javier avanzando hacia mí, aferrando algún “folder” y blandiéndolo, como si fuera una espada, o un pincel. Por cualquiera de los pasillos de aquel claustro de arcos encristalados, siempre a paso quedo, dragando el suelo, pero airoso como un barco de vela o como su tia-abuela, la cantante Dña. Concha Piquer. Estábamos en la Facultad de Bellas Artes, en la Universidad de Salamanca (España) hace ya un increíble montón de años. Pereda, una masa imponente, en el mejor sentido de las dos palabras. Masa, enorme caudal de cultura y conocimientos e imponente por su volumen de atracción, algo así como un centro grandioso de gravedad. Sin ni siquiera decir una palabra, solo moviendo levemente aquella cabeza grande, “cezanniana”, perfecto retrato de los dos, Paul Cezanne y Javier Pereda. Y, sin embargo, sus pinturas poco tenían que ver. Hubiese sido demasiado, demasiado bonito para ser auténtico.  

Ahora que yo también estoy cojo, con bastón, por las malicias del Parkinson afectándome al ciático, y obligado al paso quedo y una navegación lenta, me doy cuenta de lo que debía ser moverse, masticando dolores, o pintar formatos grandes sin estar sentado, o hacer tantas otras cosas. Pero, sobre todo en su caso, dominar una audiencia. Hablar de arte, esa parte de hacer arte. Algo para lo cual él estaba excepcionalmente dotado. Solo mirándole y escuchándole, en su inevitable transmisión, se aprendía muchísimo. En su caso, veíamos el trasunto de la verdadera academia, la griega. Y una imagen, saliendo de la ducha, con su enorme toalla blanca terciada al hombro, que siempre me recordaba algún legendario senador o filósofo griego, o el dueño y señor de alguna de las seis mil islas.

Javier Pereda Piquer (painting).

Javier Pereda Piquer (painting).

Pero, además y como parte de aquella gran personalidad, Javier pintaba y también su pintura, como él, era atractiva y lo sigue siendo aún; si bien, debo reconocer que no he visto una sola pintura de él desde hace más de treinta años; digo ver, al natural, palpar si se quiere, aunque sí en fotografía, en la que igualmente transmiten. Una excepción: tengo, o tenía, un pequeño cuadro, acrílico sobre papel, de la serie de las playas. Un regalo magnífico, una de las que él llamaba sus “acuarelitas”. Estaba dedicado, una lástima, lo perdí, extraviado en uno de mis últimos “movimientos” americanos. Lo que perdimos con Javier, que murió demasiado pronto, (no sé quien dijo que todos morimos demasiado pronto), fue un total y extraordinario maestro de pintura y artes plásticas. Por alguna razón, me viene a la cabeza una palabra: descomunal.

Ya por entonces, me anunció que podía llegar a ser un buen pintor porque, a pesar de mi tendencia a la pereza pictórica (¡?), eso me decía, “un buen fotógrafo ya lo eres” (sic). Y, rápidamente, me colocaba como la zanahoria del burro, la famosa frase de Picasso: “…que cuando bajen las musas, te encuentren trabajando”. Trataba siempre, machaconamente, de hacerme aplicar las lecciones de mi sistemática fotográfica (intuición sin estudio y rapidez en las decisiones) y llegar a componer el color con el pincel y los dedos untados, evitando el uso de la “paleta” y las pruebas de color, “uno no puede estar equivocado siempre”. No era un maestro de técnicas, era más un gran maestro de ideas y motivación. Como pintor, dominaba el color y por tanto era un pintor rápido; eso le permitía atacar lienzos de grandes tamaños. Su más célebre frase era una respuesta sobre sus dudosas horas de pintura. Debido a sus múltiples tareas de académico (fue catedrático y decano de Bellas Artes), político, hombre de negocios, padre de familia y cien otras cosas que él llamaba “sus labores.” “¿Y tú Javier, cuando pintas? —“Por las mañanas”—. (tomado de Carlos Pascual).

Javier Pereda Piquer (painting).

Javier Pereda Piquer (painting).

Pereda es de los pocos artistas a los que he oído proclamar, en un repleto salón, con voz altisonante: “…la pintura es mentira!! Y quedarse tan tranquilo, como si hubiera soltado una receta de cocina, que también lo hacía. ¡Y, pobre de aquél que osase discutirlo! Le caía encima con todo su peso de sabiduría y facilidad para la diatriba y el convencimiento propio y ajeno. Una delicia. En el retrato de un pintor como Javier Pereda, lo de menos es su propia pintura, su cocina técnica, su forma de componer y justificar su mundo. Que también. En su retrato, lo que más interesa es la impresión personal y su ser humano, la del pintor; lo que probablemente explica y justifica todo. Revisando sus pinturas, cosa que no hacía desde una pila de años atrás (me apenaba mirarlas), me he dado cuenta de lo mucho que me ha influido y como la mayoría de mis problemas pictóricos, aun con el paso de los años, se solucionan poniendo los ojos en sus pinturas. Los americanos usan una palabra que suena muy bien en una circunstancia como esta: “Amazing”—‘Estupendo’, una de mis palabras favoritas en inglés.

Retratar es también ponderar y alabar. Lo que mayormente tengo que agradecer a Javier son, a lo largo de los años, sus descargas de fusilería, a veces perpetradas por compañeros, o compañeras, mejor dotadas. “Anda, enséñale a este señor como se pinta”. O por él mismo, personalmente en su momento y siempre con su pintura y sus textos, contra mis miedos inveterados en la práctica de las artes. “Miedo en esto no se puede tener. O te sale o no te sale”. Es lo mismo que podría decir un torero, quizás con menos peligro físico, o no. ¿Quién sabe? Javier Pereda Piquer, nació y murió en Madrid (1947-2003). Durante tres cursos de la primera promoción de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca (España) Javier, Carlos Pascual y yo, vivimos juntos en mi casa de Azafranal, a dos pasos de la Plaza Mayor. Años y recuerdos felices que se fueron con él, pero que nunca se han borrado de mí… ”Vaya por Ud. Maestro!”

Luisma, Maypearl, TX      29 de Abril del 2019

 

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