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Tiempo Tormentoso

Luisma en su estudio de pintura en Maypearl, Texas. (In progress “Los Mundos”#1 prov. title. acrylic on canvas) Photography by S. for luisjimenezridruejo.com

Luisma en su estudio de pintura en Maypearl, Texas. (In progress “Los Mundos”#1 prov. title. acrylic on canvas) Photography by S. for luisjimenezridruejo.com

“Lo único bueno que tiene esta vida es que nada dura mucho.” Encontré este pensamiento, hecho frase, leyendo a Donald Ray Pollock, un escritor de Ohio, horror y policíaco, reciente aunque no joven. Había trabajado durante años en una papelera y como camionero hasta los cincuenta. Se puso a publicar, nadie sabe cómo, y le empezaron a caer las críticas (buenas, aunque nada dura mucho…) y los premios. 

Nada que ver con el “Tiempo Tormentoso” del título, excepto la pequeña—no sé si tanto—idea de que ‘nada dura mucho’ y empecé a darle vueltas al concepto, a ver si la imaginación me daba algo—como buen pordiosero de ella—porque la tormenta bailaba ya en los aledaños del estudio y el fondo de mi cuadro se tornaba negro obscuro—redundancia soriana—como la boca del famoso lobo de Oncala. A tiempo! El tiempo, hacía tiempo que era ya tiempo tormentoso de por sí (reiteración serrana), y me las prometía muy felices… Me vino a la maltrecha memoria una canción: “Stormy Weather” (versión a ser posible de Lena Horne) una canción gloriosa que debió nacer al mismo salto que yo—o, sobre poco más o menos—y una vez que la entendí y la adopté, ha ido y venido ya conmigo más de sesenta años. A lo mejor eso es “durar poco” todavía. Como su propio título indica: ese tiempo especial, que tampoco dura mucho y que para mí es tiempo encantado y encantador. Tiempo tormentoso…y como diría mi amigo Pi (se llama así, lo juro…es catalán): “Y a mí también me gusta el ácido sulfúrico…!”

Me fascinan sobre todo las tormentas nocturnas porque doblan lo dramático del fenómeno añadiéndole: alevosía. No me atrevo a mencionar la premeditación porque eso sería meterse en camisa de once varas. Me seduce la maravilla de un meteoro al que nunca he encontrado el porqué. Conozco la física de la cosa, masas de aire caliente, vientos fuertes, chorros de agua de lluvia y todo lo que conlleva, pero aún eso no me rinde el porqué de la tormenta y de sus fenómenos más usuales: vientos ululantes, rayos, truenos, tornados. Esas fuerzas brutas de la naturaleza, si es que la naturaleza es el factótum de todas ellas, o simplemente es la dirección, la conducción, como si fuera una orquesta sinfónica, con mucha percusión. A saber. Comprender una música o una pintura, a veces es complicado. Tiempo tormentoso.

Hace un momento, cuando—ya es tradición, o costumbre personal—estaba frente a la pantalla de la TV del dormitorio, tras la puerta doble vidriera del estudio, cegada con láminas de papel de estraza para que S. pueda dormir, si me da por pintar de noche alta. Decía que: “apagar” el aparato y demás luces de la casa, ante la inminente llegada de una de esas dramáticas tormentas, anunciada por una descarga de varios lejanos “fusilazos”, rayos increíblemente verticales y de un solo estampido, típicos de las tormentas en la pradera tejana. Me detuve un instante a “mirar” la pantalla, las noticias del día eran todas sobre inclemencias del tiempo; rayos, truenos, tornados, inundaciones, en todo el país. Y después, me apresuré a sentarme en la esquina de las tormentas… Así me gusta “disfrutar” del espectáculo, mientras no me “parta un rayo.”

Luis Jiménez-Ridruejo, Instar #15 [detail], acrylic on canvas

Luis Jiménez-Ridruejo, Instar #15 [detail], acrylic on canvas

Ha caído un zambombazo a muy poca distancia de las ventanas del oeste del estudio, en el “matón de bosque”(salmantinismo?) de la izquierda, apenas cincuenta metros a mis espaldas. La luz me ha envuelto totalmente y lo que he visto y sentido es el color ‘cercano’ del rayo: rojo con reflejos blancos. Varios. Tantos reflejos como ventanales del estudio. Doce, la única pared opaca tiene tres puertas que dan a las habitaciones, también de cristal y hasta una doble de vidrieras. El resto es una caja de cristal expuesta a la más amplia visión del exterior y el negro más duro de la noche. Solo me faltaría una de esas rotatorias esferas de espejitos para parecer una discoteca, de las del siglo pasado. El final de los reflejos es un azul nítido y pálido, atmosférico, sobre el cuadro que estoy pintando. Cierro los ojos y lo puedo volver a ver; es como aquellas famosas ‘visiones’ de una estampa que luego se repetían en la pared. 

Me encanta el tiempo y el paso de la tormenta porque cambia los colores de todo y con los colores ‘nuevos’ en la retina, cambia el sentimiento de apreciación de lo que estas pintando. A través de los ventanales, algunos cubiertos por cortinas de agua de las prismáticas gárgolas metálicas, que añadí cuando llegamos a estos predios, hace ya ocho años. Puedo ver esos grises triunfales, poderosos, cortados por añiles, azules metálicos y blancos plateados, de tan purísimos. Los ‘claros’ del bosque. Colores fáciles de ver, pero difíciles de plasmar en el papel o en un lienzo en la pared. Hace muchos años, una vez que decidí pintar con el lienzo ‘colgado’ (clavado) en la pared, en un soporte de panel chapado de madera sobre ella, nunca volví a pintar con caballete. En el tiempo de la tormenta siempre me siento de cara a las ventanas de esquina del estudio, con la visión como la de los clásicos miradores en Castilla, y, por tanto, la sensación vívida del fenómeno. Disfrutar de la percepción de sus colores, olores, sonidos. Las tormentas de Texas son muy diferentes de las de Pennsylvania, “donde vivía antes de ahora”. Ay! Señor, otro salmantinismo, que afición!

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #12 [detail], acrylic on canvas

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #12 [detail], acrylic on canvas

Me quedo perdido en mi ensoñación, recordando las tormentas de Pittsburgh, entro y salgo del sueño con airones tempestuosos, vibraciones de cristal, como los cubos de hielo de un enorme “gin-tonic.” Cuando la tormenta rola y vuela como alma que lleva el diablo, o como si fuese una carrera de bicicletas, o de caballos, que ambos sonidos cuadran. Por no sé que atavismo de abuela española, siempre hago lo mismo cuando ‘huelo’ la tormenta: lo de cerrarlo y apagarlo todo. Es un silencio ensordecedor. Todo para situarme al ‘salto’ de la movida en mi córner de cristal, donde gozo de tribuna preferente para vendavales y migraciones animales. Una docena de patos, sin ruidos y en formación de uve, pasan volando y miran de reojo la piscina. Huyen presurosos de la tormenta, ya volverán, el lago es suyo. Durante años solía poner música de Wagner para celebrar el meteoro. Nunca la Cabalgata de las Walkirias—demasiado obvio—, mejor: El Holandés Volador. Últimamente meto jazz orquestal, con mucho metal, sobre todo trombones y si es con vocalista, que Santa Lena Horne me asista, que yo canonizo a muy poca gente. De Lena, su rendición de “Stormy Weather”, la mejor de muchas buenas. En mi caso, además es terapéutica, me calma la úlcera de estómago, tan bien como el milagroso Nexium. Y hablando de trombones: “Stomping at the Savoy” por la celestial orquesta de Benny Goodman y ‘todo’ lo de Glenn Miller, que no es de esta vida—es de todas las vidas, habidas y por haber—y por tanto, como decíamos al principio, ya va durando mucho, una eternidad…

“Final de jornada en el estudio”. Luisma, en silla de ruedas, evitando mayores daños a sus rodillas, reflexiona sobre el trabajo del día. Photography by S. for luisjimenezridruejo.com

“Final de jornada en el estudio”. Luisma, en silla de ruedas, evitando mayores daños a sus rodillas, reflexiona sobre el trabajo del día. Photography by S. for luisjimenezridruejo.com

(Primera estrofa de “Stormy Weather” por Lena Horne, difícil traducir sin cambiar todo el sentido, así que será en inglés, o en “literal.”)

Luisma, Maypearl (TX)   14 de Junio del 2017               Re-editado en Marzo del 2022

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Quebrantar

Luisma pintando en el estudio de Texas; detrás de la cámara, fuera de la escena, la otra mitad del estudio…las mesas. (Photography: S., for luisjimenezridruejo.com)

Luisma pintando en el estudio de Texas; detrás de la cámara, fuera de la escena, la otra mitad del estudio…las mesas. (Photography: S., for luisjimenezridruejo.com)

Quebrantar. He ahí un verbo que siempre me ha atraído con una especie de magnetismo que va más allá de cualquier explicación que yo mismo le pueda dar. Incluso su propia onomatopeya lo define mejor, y repitiendo la palabra, su sonido casi llega a la propia definición; por eso, en lo que a mi respecta, me he pasado toda la vida quebrantando situaciones y cosas. Uno de mis sonidos favoritos es, natural o artificial, la madera seca al quebrarse. Quebrar, quebranto, quiebro, voces desde mi más tierna infancia, si es que alguna vez he tenido algo de tierno—que creo que sí—y de sentimental o cariñoso—que creo que también. Hasta mi salud ha sido siempre quebradiza, con la apariencia de no serlo, saliendo siempre indemne de accidentadas ocasiones, con el pendón en alto y una sonrisa, como si conmigo no fuera la cosa. Un tipo con suerte. Y de joven no iba conmigo, al menos en mis excursiones de amigos (todavía no ‘existían’ las chicas) que eran casi siempre a las quebradas próximas al rio (Tormes) donde la meseta castellana se arrugaba. A los trece años, accidentada ocasión, volví a nacer, en una quebrada del monte Jaizquibel, quebrada la cabeza, sí, pero… la suerte no me ha abandonado desde aquello.

Detail of Instar#4. (Acrylic on canvas)

Detail of Instar#4. (Acrylic on canvas)

Quebrar, alterar las líneas sin ningún genero de problema. Y la excusa, la explicación; tanto en salud como en enfermedad, se tratara de lo que se tratase, la respuesta siempre era la misma: ‘Yo no he sido’, incluyendo situaciones in-fraganti. Protagonista de mi propia película, de serie B. De puro cómico, dramático. A la pregunta, siempre me he definido como: pintor, de brocha fina, lo que significa en Europa, por etiqueta, ser raro, pobre, bohemio y muy poco más.  Alguien me dijo alguna vez que hubiera sido un magnifico abogado, a la antigua usanza—todo español es licenciado en Derecho, mientras no se demuestre lo contrario—retorcedor de palabras, como si fueran de esparto, y lo opuesto de mi propio brazo, tan difícil de darlo a torcer. A lo dicho, como a lo hecho: pecho, y circunloquio, y total inasequibilidad al desaliento. Ante el lío, cambiar la muleta de mano y darle distancia al morlaco. Conveniente, también, mirar al tendido con disimulo…

“Queen Isabella in Orion’s National Cathedral” (Photography: luisjimenezridruejo.com) 2021

“Queen Isabella in Orion’s National Cathedral” (Photography: luisjimenezridruejo.com) 2021

A lo peor y por todo lo anterior y más, parece que mi pintura tenga un proceso irónicamente lento, en sus decisiones. Todo lo contrario que mi fotografía. Creo que hubiese sido mejor pintar un solo cuadro, a lo largo de toda mi vida, y por supuesto dejarlo sin terminar. Es posible que esto sea lo que he estado haciendo, hasta ahora. En América, igual me seguirían llamando “artista” y me mirarían con un cierto respeto. Tengo que preguntar a alguien para que me aconseje, alguien de confianza, que no podrá ser de la cofradía de la elegancia (“la crítica”) porque ellos solo saben de que va su rollo, pero nunca sabrán de que va el tuyo, porque realmente no les importa demasiado. Aún así, siempre a lo peor, solo ellos me pueden sacar de dudas, por oposición o antagonismo. Ocultemos tras cualquier esquina a la envidia. A estas alturas del partido, en el mundo de las artes, ya me creo cualquier cosa que me pase y hasta me avengo a ello.

Detail of Instar#6. (Acrylic on canvas)

Detail of Instar#6. (Acrylic on canvas)

De un tiempo a esta parte, estoy viendo que mi pintura y mi fotografía, gustan a gente—mucha—que no me podía imaginar y disgustan a otra gente—poca—que hubiera jurado que les gustaría. Es igual, siempre fui cómodo, pero no conformista. Yo sigo subiendo mi monte, ahora con despacio. Lo que me resta, como diría el dilecto Ángel González, que en algún Olimpo estará, aunque sus palabras se quedaron conmigo en esta eternidad provisional…

“Yo lo noto como me voy volviendo

menos cierto, confuso, disolviéndome en aire

cotidiano, burdo

jirón de mi, deshilachado

y roto por los puños.”

…   …

“Un escombro tenaz que avanza por caminos

que no llevan a ningún sitio”

…   …

“Ya lo único que quiero es vivir.”

Y que me dejen en paz todos los que—todavía—me quieren pasar factura de mis errores. Aunque tampoco hay que exagerar, ni hacerse el mártir. Al fin y a la postre, que pueden hacerme ya? (“Nada con sifón” como diría el sublime López Rubio, ante un vaso vacío, en la barra de cualquier bar de Hollywood).

McConnell’s Mill, PA. Photography: (Photography: luisjimenezridruejo.com)

McConnell’s Mill, PA. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Quebrantar, romper, deteriorar, transgredir, profanar, conculcar, infringir…pero sin dejar un solo cadáver en mi camino. Al contrario, a mi me han matado muchas veces; siempre he salido indemne, y lo dicho: con el pendón en alto y silbando una alegre cancioncilla. Algunos me han acusado por ello de irresponsable y como mínimo de molesto, fastidioso, rompecojones (que dicen los franceses). Un personaje a evitar porque te repica en la imaginación cuando te miras al espejo, eso que muchos hacen demasiadas veces, cada día. Hace tiempo que ya solo quebranto las leyes de las llamadas artes, de la imaginación y quizás alguna cosa más, sin importancia, como la propia dietética; mañana por la mañana es posible que amplie la lista, esta noche estoy así de optimista y bienhumorado.

Felicidades, se las deseo a todo el mundo, incluso a mis enemigos, esos que ellos dicen que tengo, pero que yo no reconozco. Que les llegue esa tontería e inexactitud que llamamos felicidad y que yo creo que tengo. Siendo así—al menos mientras dure—quiero disfrutarla (mueca facial), antes de lo de las malvas. Entonces, a ello me dedico: felicidad y elasticidad muscular, que diría Córdoba (mi cardiólogo, antes que amigo) y por lo demás, hála, hasta la vista, si no nos vemos antes. Lo dicho: un artista.

Luisma, Maypearl (TX)   27 de Febrero del 2016

(Retocado y Reeditado en Febrero del 2022)

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Retrato de Pintor (IX)

“Me gusta una pared vacía porque puedo imaginar que me gustaría poner en ella”   Georgia O’Keeffe  (1887-1986)

Georgia pintando el árbol de Gerald…(Photography by Ansel Adams)

Georgia pintando el árbol de Gerald…(Photography by Ansel Adams)

“El Espíritu de la Golosina” (“que se toma por gusto y no para alimentarse”), así la invocábamos en las fiestas de Bellas Artes, en la Salamanca, de los años ochenta del pasado siglo. Georgia O’Keeffe, delgada, chupada, de elegancia natural y solitaria, como los eremitas y los espíritus, cualquier clase de espíritu.  En América, se “ponen” los motes generalmente, con apelativos de origen, o de herencia. Nunca el mote es elegido por la propia persona. Pintar, chupando los pinceles—no sé si las brochas, también—dependerá, supongo, del tamaño de la mancha de color a desleir. Fue también una excelente fotógrafo y, me temo que las cámaras no hace falta chuparlas. Las recetas de cocina pictórica acechan ya de contínuo, desde la aparición de la TV, ordenador, videos, teléfonos de imagen…clases personalizadas de Impresionismo por teléfono…Atención!  Dibuje como Caravaggio, o como Dios, en siete días… “ No… porqué esperar?  En unas cuantas horas le enviamos un diploma…”  Cinco añitos tenía Georgia la primera vez que dibujó un paisaje; más de noventa años después, seguía haciendo arte, cerámica, barros sin ornamentos, ni decoraciones…usando el tacto y el recuerdo, en su ceguera casi total.

“—Que se siente al ser una pintora americana (¡?)—. Photography by luisjimenezridruejo.com

“—Que se siente al ser una pintora americana (¡?)—. Photography by luisjimenezridruejo.com

Esta es la historia—retrato de pintor—de uno de los seres más anormales que imaginarse pueda: una persona normal. Una mujer, en este caso. Una mujer feminista (lo era por naturaleza). Georgia O’Keeffe no necesitaba serlo, ni practicarlo, ni pregonarlo a bombo y platillo. Simplemente lo era, y no hace falta mirar muchas de sus pinturas, o sus fotografías, para darse cuenta de ello. El feminismo más galopante, el de armas tomar, quiso hacer de su arte una bandera y tropezó con la más absoluta negativa. O’Keeffe, repetidamente, negó la utilización de sus imágenes para la causa feminista. No porque ella no lo fuera, o porque no apoyare la lucha, sino porque tenía mucho respeto por su arte y por el de los demás. No creía en su uso político, ni en cualquiera de los usos ajenos al arte por sí mismo.

“La camisa de la mujer feliz” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“La camisa de la mujer feliz” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Esa normalidad la llevó a ser discutida por razones extrañas a las fronteras de su arte pictórico, sobre todo en su propio país. De ella, las más de las veces, se criticaba todo menos su pintura que era lo discutible. “Escribes sobre mi flor como si yo pensara o viera lo que tu piensas y ves de la flor—y yo no.”  Incluso se llegó a criticar su propio éxito, tildándolo de excesivo(!) La mayor parte de sus críticos más negativos han sido otros artistas posteriores, alegando razones técnicas o de gusto personal (¡?) y ocultando a menudo los rabiosos celos, con comparaciones odiosas y siempre mal traídas. Los tiempos cambian pero solamente para repetirse. A diferencia de Georgia, Picasso, de cuyo éxito nadie parecía dudar—ni osar siquiera— fue ajeno a ello. Él, sin embargo, cayó frecuentemente en la utilización política del arte; aunque en su caso produjera obras como el “Guernica”. Perdonable utilización.

“Uno no puede ser americano para que vayan diciendo: mira es un americano…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Uno no puede ser americano para que vayan diciendo: mira es un americano…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Georgia O’Keeffe nació en Wisconsin, algo así como Lugo, España, en USA y ‘salvando las distancias’ y el sabor de los quesos. Su vida creativa se celebró en New York, Texas y New Mexico. “Donde nací y donde y como he vivido no tiene importancia. Lo que he hecho en donde he estado, es lo que debería ser de interés.”  Ha sido, probablemente, la pintora más importante de la historia de este país, con Mary Cassatt y Helen Frankenthaler. “Uno no puede ser americano para que vayan diciendo: mira es un americano. Hay que sentir América, gustar de América, amar América y entonces trabajar.”  Así se expresaba O’Keeffe al ser preguntada—que se siente al ser una pintora americana (¡?)—. Su vida y milagros eran examinados con lupa y fue un continuo responder a preguntas que nunca se hacían a los pintores masculinos. Georgia era una solitaria; misantrópica y casi anacoreta hembra. Algo nada anormal y, a pesar de todo, considerado anormal por el resto de los mortales. Si no eres como todo el mundo—aborregado—eres un raro.

“Georgia on my mind” Un homenaje. (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Georgia on my mind” Un homenaje. (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Su relación afectiva y profesional con el fotógrafo Alfred Stieglitz, que era 23 años mayor que ella, contribuyó a perfilar una celebridad ajena a su interés. Fue una relación distante y físicamente despegada. Con todo y con ello, Stieglitz le hizo más de 350 fotografías, algunas de ellas maravillosas y de las que muchas eran desnudos. (“El espíritu de la golosina”). Dada su seriedad artística y su fama, varios de estos desnudos se han cotizado en cifras millonarias. Uno de ellos pasa por ser una de las fotografías más caras de la historia. Los temas de su pintura, después de una juvenil etapa de abstracción, fueron las flores, los edificios neoyorquinos, los paisajes áridos, y las pelvis y cráneos de animales, blanqueados al sol del desierto (¡?)  La abstracción la retomó, otra vez, al final de su vida. En cuanto a mi…puede parecer una afirmación un tanto sorprendente, exceptuando el expresionismo abstracto, de cuyo carro nunca me he bajado: el arte de Georgia me ha inspirado siempre en mi pintura y mi fotografía, y en el entender el Southwest americano, donde vivo hace ya muchos años sin arrepentimientos, ni emocionales, ni fotográficos; los pictóricos ya son otro “cante”, por bulerías o fandangos tejanos…

“Escribes sobre mi flor como si yo pensara o viera lo que tu piensas y ves de la flor—y yo no.” (Georgia O’Keeffe) Photography by luisjimenezridruejo.com

“Escribes sobre mi flor como si yo pensara o viera lo que tu piensas y ves de la flor—y yo no.” (Georgia O’Keeffe) Photography by luisjimenezridruejo.com

Al opinar, fuera del campo de la pintura, ella decía: ”Cantar siempre me ha parecido la más perfecta manera de expresión. Es tan espontánea. Y después de cantar, creo que el violín. Como no puedo cantar, pinto.” Pura normalidad, que no simpleza, se mire como se mire. Y esa fue la más típica acusación que siempre tuvo que leer, u oir, sobre su pintura. Adjetivarla de simple, como: sencilla, fácil u ordinaria, en un sentido peyorativo—a veces sinónimo de ingenua o poco sofisticada—era la manera de motejarla de los periodistas americanos provincianos del siglo XX, salvo honrosas excepciones. Tradicionalmente, entonces, la crítica de arte estaba en la sección de deportes de los periódicos (!), fuera de los de las grandes ciudades. Simplista significa: demasiado simplificada, de una simplicidad extrema y a menudo engañosa. Una solución simplista a un problema pictórico, o fotográfico, suele ser una mala solución, incluido en ello el mundo de la crítica. Mientras tanto, empujado desde New York, su arte, que triunfaba ampliamente en Europa, la consagró en las grandes catedrales del arte moderno: Los Museos y Colecciones. Todo el mundo opinaba, incluso “el gran público”, en los libros de visitas.  Albert Einstein—poco sospechoso en materia de crítica y autocrítica— decía: “Todo debe ser lo más simple posible, pero no más simple.”

“Georgia en Abiquiú, New Mexico, USA

“Georgia en Abiquiú, New Mexico, USA

Tuvo una vida larga y muy productiva y al final, a veces, volvió a la abstracción. Aun así, siempre dudó: “No soy un exponente de expresionismo. No sé exáctamente lo que eso significa, y no me gusta como suena. No me gustan las etiquetas y los ismos. Quiero pintar al modo de mi pensar y sentir”. Le gustaba ponerse a si misma en solfa, diciendo: “Odio las flores—las pinto porque son más baratas que las modelos, y no se mueven”. En resumen, una persona normal que era pintor y mujer. Aceptó y abrazó su condición femenina (en una época muy diferente a la actual) usándola para su expresión artística, y nunca renegó de ella. Georgia O’Keeffe murió a los 98 años. Los últimos veinte años de su vida ya no pudo pintar por culpa de un defecto de visión. No pudo pintar, pero imposible de cejar en su actividad, siguió hasta el final haciendo cerámica y barro lisos, sin decoraciones, a la manera de las indias Apache.  G. O’K , siempre tiene mi aplauso, aunque no lo necesite. Uno de esos que empiezan lento y acompasado y terminan atronando en el espacio.

Luisma, 25 de Noviembre del 2013               ( Editado en Enero del 2022)

‘Siento que hay algo inexplorado sobre la mujer que solo una mujer puede explorar’. (G. O’K.)

 

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Guggenheim en la cornisa cantábrica ( I ) & ( II )

“…Bilbao es ya el Guggenheim…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…Bilbao es ya el Guggenheim…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

[En este ‘post’ he reunido, aumentado y editado, los dos post que dediqué, hace ya nueve años, tras mi primera visita, al Bilbao Guggenheim de Frank Gehry, usando viejas notas. Por culpa de la maldita pandemia y sus variantes, estoy ‘acogido a sagrado’ que no es otra cosa que encerrado en el rancho, no dejando que nadie entre en las casas, ni reuniones , ni proximidades. Como Dios manda, o en las interpretaciones de sus Biblias, hay cientos en este país, de los que se creen en posesión de la verdad absoluta. Pintura y fotografía, pero no nuevos viajes.]

Es como una fijación, siempre acabo haciendo lo mismo, con el intervalo de unos cuantos años, me gusta ir de viaje al norte de España. Y una vez en el norte, viajarlo en coche, de cabo a rabo, desde Galicia al País Vasco. Para quedarme unos días de quieto, en el medio está el gusto: Santander o Asturias y de ellas el pueblo pequeño, a ser posible con playa que pasear, aunque lo de menos sea el baño, y me da igual verano que invierno. Conducir y caminar la ‘cornisa cantábrica’ es de lo que se trata. Esta definición de la zona que agradezco a los locutores de radio y televisión, al dichoso ‘hombre del tiempo’, que lo repiten todos ellos históricamente, hasta la saciedad, y con familiaridad absoluta como si la cornisa se tratase de la escayola del salón de su casa. Si tuviera que escoger uno de estos lugares, sería en la provincia de Santander que, como rezaban las geografías de mi niñez, es la salida natural de Castilla al mar y quizás por ello también al mundo, en los tiempos en los que al mundo se iba por mar.

“…en lontananza, al término de la calle…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…en lontananza, al término de la calle…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Rodar por la cornisa inevitablemente te lleva a Bilbao. Y así ha sido mi costumbre, aunque por alguna razón era contínuamente sitio de paso. Ahora ya no es tal, ni lo fue hace cuatro años, es otra meta y otra fijación. Bilbao es ya el Guggenheim (y por supuesto: San Mamés, aunque sean amores distintos). Esta jornada, S. (‘Ese Punto’) está conmigo con lo que el placer es doble, como mínimo. Ella viene al museo por primera vez y la dejo que lo descubra en lontananza, al término de la calle repleta de coches, una vista final que se acerca despacio y se adueña de la impresión y la emoción. Una explosión de brillos, apoteosis centelleante del metal al tornasol y que ofrece su esplendor al desembocar la calle al rio Nervión que oficia de foso protector detrás, donde parece un gran navío anclado en puerto. Son los alzados del teatro de la arquitectura actual en un contorno clásico, un contraste arquitectónico que se amplia y se explica cuando llegas a la visión total del edificio. Después de un momento de contener el pálpito, un largo y profundo respiro te permite, por fin, hacerlo libremente y volver al uso de la palabra.

“—francamente a veces se me olvida que es un museo—“ (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…francamente, a veces se me olvida que es un museo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El Bilbao Guggenheim es impresionante. Mal que le pese a quien quiera. Nunca entenderé que una obra semejante pueda tener tantos críticos, tantos detractores con tantas motivaciones espurias. Mi visión ha sido crítica pero solo en elementos y detalles que no empañan, en lo absoluto, la grandeza y la brillantez de esta maravilla arquitectónica. Para mí, uno de los hitos del milenio, quizás el más atractivo de todos ellos. Me puedo pasar horas, y lo he hecho, dando vueltas al exterior del museo, levitando, y caer en la cuenta de que cada vuelta, cada retorno a un detalle, a un rincón o una fachada ya vista, es una invitación persistente a disparar la cámara, a generar una nueva mirada, una nueva visión y una serie de emociones encadenadas. Un ‘txirimiri’ de luces y reflejos que llenan los ojos de recuerdos. Andar cerca y hasta tocar, acariciar, los revestimientos de las fachadas del Guggenheim: vidrio, titanio y piedra con ecos de esqueletos de animales marinos, quien sabe de que proveniencia. Y la ensoñación de las mil flores estalladas del ‘guardián’, el ‘Puppy’ de Jeff Koons, acero inoxidable y flores, ejemplo de valentía artística.

“…definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

El Guggenheim es un placer por el que vale la pena, una y otra vez, el viaje a Bilbao. Además, las dos veces que lo he visitado, siempre me ha producido como una especie de reacción sorprendente; conforme pasa el tiempo estando cerca del lugar, empiezo a sentir una sensación de alacridad, alegría, entusiasmo y presteza de ánimo. Si tuviera que definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia. Es la misma sensación que me produce estar frente a algunas de mis pinturas favoritas, las que están en la cúpula de mi particular historia del arte, del Parnaso de mi gusto personal. Algo que me obliga a encender mi ánimo y acometer con fuerza renovada lo que en ese momento esté haciendo en pintura y fotografía. Diferente a lo de escribir, en esto el paso del tiempo y el recuerdo sedimentado del sitio me es más objeto de inspiración. Para escribir me ayuda más el recuerdo que la presencia y la visión. Puedo soñar, dormido, con arquitecturas, espacios, texturas de fachadas, brillos y colores propios o reflejados; sensaciones físicas de andar, ver y tocar. Sin embargo, ahora caigo en la cuenta, no recuerdo haber soñado de tal manera nunca con pinturas o fotografías, solo con sus referencias.

Frank Gehry “…vidrio, titanio y piedra…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

Frank Gehry “…vidrio, titanio y piedra…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Este post—este escrito—no trata de ser algo académico, algo original, ni siquiera rimbombante o artístico. Lo único que trato de hacer aquí es, una vez más, reflejar mi gusto y admiración por una arquitectura que me llena. Es una manera de aplaudir a un Frank Gehry que lo ha hecho de fantasía en cada uno de los edificios que le conozco, y aun me falta París; el recién acabado: Fundación Louis Vuitton, del cual solamente he podido admirar lo que muestra su ‘website’. Cada nueva obra que le visito es un tremendo desafío fotográfico para mí. Y para ir a París, solo necesito una mínima excusa: respirar allí, por ejemplo. Frank Gehry y París es más que una mera excusa. Es una atracción magnética tremebunda, como en su día lo fue y lo es: Bilbao.

“…el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Ir de vez en cuando al Nervión y disfrutar el Guggenheim, no sea que llegue una vez y el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo, cornisa cantábrica, salida al mar y al mundo… De esta obra—francamente a veces se me olvida que es un museo—, quedan las fotos del exterior que en parte ilustran este post. De su interior ‘hablaré’ otro día, en otro post, con otra excusa y con otras gráficas. Un inverosímil Richard Serra ya ‘me pide’ cuartelillo y un prodigio de arquitectura interior me ofrece sus luces y sus espacios sorprendentes. Además de aprovechar las posibilidades de mi propia lectura estética, mi fotografía siempre ha intentado ser un homenaje cuando se trata de arquitectura señalada, la de los grandes, la que a mí me hubiera gustado hacer y nunca tuve la valentía de intentar.    

Guggenheim Bilbao. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Luisma, Maypearl (TX)   14 de Marzo del 2015   (Revisado: 1 de Enero del 2022)   

 

Interior—Día—Bilbao Guggenheim  ( II )

“…la calidad de luz excita la imaginación del fotógrafo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…la calidad de luz excita la imaginación del fotógrafo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Entrar en el museo es como entrar en el set de una película en rodaje, un festejo visual de muchísimos grados y ángulos—tantos como rincones tienen sus espacios—e incontables planos más. La luz que penetra desde fuera, avanza lenta y parece tan atónita como mis propios ojos. Me quedo parado mirando un rebote de luz y ella, la luz, se detiene sorprendida también. Que bien quedarían “Las Meninas” colgadas en este espacio monumental…Cierro los ojos y pienso en este atrio como en el estudio de Velazquez en el cuadro. Será la calidad de la luz, la que excita la imaginación del fotógrafo? Esa luz por la izquierda, la escalera de salida al fondo, donde solo falta el primo del pintor. Velazquez, escondido detrás del mostrador de información, observando la ‘geografía’ del lugar…No hay “Meninas”, ni perro, ni enanos, están todos en la playa. Pero volverían y se asentarían aquí, sin problemas. Los reyes seguirían en el espejo, en Madrid, y el Guggenheim sería el palacio de verano. Que cosas…

“The Matter of Time” Richard Serra. Bilbao Guggenheim. (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“Richard Serra, “The Matter of Time.” Bilbao Guggenheim. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Hace solo un momento, afuera del Bilbao Guggenheim el celaje era gris y ominoso, nada más ingresar por las puertas, un sol triunfal se ha sumado a la visita. En mi cabeza resuena un órgano barroco, catedralicio, cada nota es un cuchillo de luz, cada rayo solar multiplica su reverberación en la más simple y desnuda pared y las luces cenitales borbotean, al tropezar desde las pocas nubes a los inmensos suelos sin pulir, dando brillo y una magnífica sensación de movimiento a cada objeto, a cada línea, a cada color…Eso si, hay grises, un festival de grises…Grises lunares, grises industriales, de plata de ley, capaces de levitar sobre las aguas. Se supone pues que los artistas en exhibición suministran el resto de los colores. A su aire. Alguno, como Serra, se lo toman muy en serio y a lo grande, como en su: “The Matter of Time” en color marrón/sepia/tierras quemadas…Apabullante.

“…Frank Ghery dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…Frank Gehry dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Me doy cuenta de que he olvidado, o mejor dicho, no tengo presente todo lo que había leído sobre este sitio. Solo me atrevo a dejar que me entre por los ojos, los mantengo abiertos con fuerza, casi sin permitirme el parpadeo. En apenas dos minutos, ahora, ya sé que el lugar se me va a quedar dentro para siempre. Parezco una aguja de marear en un mar de tormenta, miro a cada punto cardinal, sin saber hacia donde avanzar, por donde navegar este museo. Me acerco a mirar algo y después vuelvo al punto donde empecé, como si tuviera miedo de perderlo. Una ‘foto’, cien, mentalmente doy las gracias a no sé quien por haber inventado la fotografía digital. En unos pocos minutos he ‘gastado’ ya lo que hubieran sido tres carretes de celuloide. Bendito siglo! Y benditas tarjetitas en las que caben tantos miles de fotos. Ya no duele ‘tirarlas’ pero me contengo, he sido ‘entrenado’ a solventar mis problemas con pocas ‘poses’. La fotografía ya no es lo cara que llegó a ser, y también es muy agradecida con quien dispara mucho. Intentar hacer arte fotográfico ya es otra cuestión.

“…dejar que me entre por los ojos…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…dejar que me entre por los ojos…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Si Frank Gehry dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz, el fotógrafo tiene que servirse de ello para ‘eternizar’ esos momentos que se producen contínuamente en su interior. El campo de juego es magnífico y las apuestas inconmensurables. El énfasis de la colección del museo es en la gran escultura, y es claro, quizás por ello las mayores críticas han sido a los grandes espacios interiores. Algunas pinturas de formatos no tan grandes parecen ‘perderse’ en vanos formidables, descomunales. Para mí, todo es cuestión de quien sea el pintor y cual sea la obra que centre nuestra atención. Un Picasso nunca puede perderse en una pared, por desmedida que parezca, y propongo una prueba de fuego, a ver que ocurre: colgar la “Gioconda” en cualquier parte de una de estas paredes, altas como naves góticas, en el grandilocuente atrio de este Guggenheim. Estoy seguro que seguirá calentándome el corazón como si estuviese en el salón de mi casa. Donde por cierto está—en reproducción, claro—solo un poco mayor que el original, para cumplir las normas del Louvre.

“…de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

En la colección encontramos a los ‘sospechosos habituales’, americanos y europeos, y otros no tan habituales, cuyos nombres ‘cantan’ a artistas vascos. Además de otros españoles variados: ‘el mallorquín’, dos o tres de los madrileños, el de Huesca (por goleada), el valenciano neoyorkino ‘crónico’, el otro de Santander, neoyorkino también y el mitad monje y mitad soldado de la fotografía; de este (Ballester) siempre me ha encantado su “palacio real” que es unas meninas sin meninas y sin nadie. Un cuadro fantástico, retrato del aire, el mejor homenaje a Velázquez. Lo dicho, de los sospechosos habituales, a toque de corneta de la central Guggenheim, me voy a quedar con un Richard Serra que acertó al ‘subirse al Museoa’, un buen salto de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao. Se merece el espacio que le han dado. “The Matter of Time”, lo ví primero a vista de pájaro, una buena manera, lo entendí al pronto y además me trajo el recuerdo infantil del laberinto de las bolitas de acero. No me quedó más que ‘bajar’ a sus espacios interiores. Entre aquellas ‘paredes’ de acero-cortén, tremendamente fotogénicas, dejé colgada parte de mi imaginación, y adquirí, a cambio, ese color ‘marrón-Serra’ que tanto he usado después.

Jenny Holzer, Installation for Bilbao. (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Jenny Holzer, “Installation for Bilbao.” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Y también me quedaré con Jenny Holzer, ‘amiga personal’ e ‘instaladora’ favorita, acerba feminista, áspera pero agradable—que remedio—la ‘reina’ de las luces LED, cuya obra se me aparece en sueños frecuentemente. Por algo será. Nunca olvido su razón para no pintar abstracción: “quería ser una pintora abstracta, pero era un desastre”. ‘Verticales azul’, gracias a ella soy ‘capaz’ de usar ese color azul y así llamo a sus fantásticas luces que parecen instaladas en las fronteras de la abstracción y que a mí me delimitan el paso de la vigilia al sueño, entrando donde adquieren más sentido, en mis sueños.

“…el museo no sale de mi. Se viene conmigo…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…el museo no sale de mi. Se viene conmigo…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Con pena y resistiéndome salgo del museo, solo me consuela—pasaría mucho más tiempo en él—que el museo no sale de mí. Se viene conmigo, me he llenado los bolsillos y la cámara de unas imágenes y un recuerdo que lo harán imposible de olvidar. Y espero que siga, hasta mi vuelta, en su emplazamiento, sin moverse y ni siquiera balancearse, creyéndose un navío listo para salir a las aguas de la cornisa cantábrica e irse a recorrer esos mundos que seguro lo adoptarían. A quien le amarga un dulce, aunque sea un museo? Estoy seguro de que a cualquier país le gustaría tenerlo.

Luisma, Maypearl (TX)   30 de Marzo del 2015     (Revisado: 1 de Enero del 2022)

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“Como alma que lleva el diablo”

“Hoces del Duraton”, Segovia. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Hoces del Duratón”, Segovia. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Hace diez años—largos, ya—publiqué en mi anterior Blog (“dustsweatiron.net”) Polvo, Sudor y Hierro, este Post que ahora ‘corrijo y aumento’. Este otro ‘lavado, planchado y con la raya hecha’ para la ocasión de la pandemia, que es como el ‘perpetuum mobile’ que nos está tocando vivir. Hoy, por hoy, no se contempla la oportunidad de ‘saltar el charco’ en ninguna de las direcciones. Me dicen: escribe de viajes…y yo digo: pues, como no sea el periplo de ir al dentista, veinte minutos de ruta FM 66, hasta Waxahachie. A un lado y a otro, todo pradera tejana. Cadillac, mascarilla y rifle…No veo de qué otro viaje pueda escribir…Paciencia, y barajar…

Vino tinto, de la casa, y raspas de queso manchego. Espárragos, gazpacho y chuletillas de cordero lechal. Amén, y de postre: leche frita, con almibar de limón, no en vano estamos cerca de Soria. Pan de libreta, de costra tostada y miga para hacer bolitas y todo ello regado con Coca-Cola “light”, cosecha del 2011 . Ya sé que no soy original, que le vamos hacer, me gustan los recursos manidos, los dichos, los refranes, todo eso. Y, este fue nuestro menú en aquel sábado turístico por la sierra madrileño-segoviana. Tenía que hacerlo con S., después de no haberlo hecho—hacía más de 30 años—con nadie. Todo empezó bien de mañana, desde Riaza y paseando en coche por todos esos pueblos serranos. Múltiples olores recordados en el corazón. Calles, arquerías, casas sobre fundamentos de granito tallado, ladrillo y teja árabe, las paredes ‘de dentro’ con relleno de adobe de barro y paja. Y voces, ecos seculares en cada bocacalle, del va y del viene de la caballería del moro Almanzor… Las casas de la Sierra! Que bien duermo en ellas y en esas alturas, y con esos ‘aromas de cija y cuadra’. Y enseguida el lado soleado de los montes por la tarde, el calorazo de la llanura, camino de las Hoces del Duratón. Increíble, e insospechado, lugar del cual me acordaba, malamente, solo por una visita con mi padre, cincuenta años, medio siglo hacia atrás.

“…del va y del viene de la caballeria del moro Almanzor…” (Photography: luisjimenezridruejo)

“…del va y del viene de la caballeria del moro Almanzor…” (Photography: luisjimenezridruejo)

En ese paraje recóndito— muy propio para situar conventos y lugares de retiro y silencio—el rio Duratón excava durante siglos y siglos unas formidables paredes rocosas de más de 70 metros de altura, sobre tierras rojizas y una vegetación antigua y copiosa, verdes verticales agarrados a la pared. Al fondo, al caer de esos precipicios románticos, los meandros del rio se han convertido en un embalse de varias hoces, por su forma, con una particularidad chocante, inesperada, y que no recordaba: un fantástico color de sus aguas, aparentemente profundas y hasta espesas, un delicioso color verde malaquita. No sé porque pensé en un cuento de las Mil y Una Noches.  

Salimos de allí—como alma que lleva el diablo— a pesar de las bellezas vertiginosas del lugar, de su ermita de S. Nosequé, con su pequeño cementerio, conté solo diez tumbas, colgado al borde del risco que debe producir un vértigo eterno a los que allí, difícilmente, descansan. Contribuye al espanto, y las ganas de salir al más allá— aunque sea—. La “carretera” (camino forestal indica el cartel; bache y pedregal debería rezar) con que nos obsequian la Diputación de Segovia, o la Dirección General de Parques Naturales, o quien quiera que sea la autoridad competente del   mantenimiento de esos kilómetros polvorientos e infernales, que son para verlos y sentirlos en la rabadilla. Como una exhalación corrimos hacia mejores caminos; yendo a comer a la empinada población (cuesta arriba, o abajo, según se mire) de Sepúlveda, a Casa Paulino, el menú que ya queda reseñado, al principio de esta croniquilla de viaje.

“Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Saliendo de comer bien, enfilamos la estepa castellana en dirección a Pedraza, pueblo del que también guardaba recuerdos antañones. De tan justa suerte que, en tarde canicular y sofocante, la carretera apuntaba directamente hacia una oscura y amenazante tormenta, cuyas cascadas de agua veíamos caer en lontananza, y que parecía colgada encima de la villa que nos proponíamos visitar. Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia y obligatoria. Al llegar a ella, la tormenta huía ya, sierra adelante, dejándonos el campo libre y suelo mojado y fresco; cosa muy agradecer a esta naturaleza de nuestros pecados. Hasta allí nos alcanzó la suerte, el resto fue una pesadilla, “o sobre poco más o menos”, digna de cualquier relato de los Episodios Nacionales, de Don Benito (Pérez Galdós, claro). Yo, que le había prometido a S., una visita de cuento de hadas, en un ambiente del Siglo de Oro español, con matices medievales!  Un paseo reconfortante y pleno de silencio y evocación de tiempos pasados.  Iba a llevarme un chasco, muy propio de la España actual, y es que después de treinta años, los chascos han tomado carta de naturaleza y hasta me florecen insultantemente, “por entre de la maleza”—salmantinismo, al canto—o castellanismo viejo, al fin y a la postre, todo esto es mi patria, la Vieja Castilla de los cartularios de Valpuesta, la Castilla del Cid Campeador, nuestro señor Don Rodrigo Díaz de Vivar…

Desembocando al pie de la cuesta de entrada al pueblo, nos recibió una mesnada, muy diferente. Un destacamento de la Guardia Civil de Tráfico, no menos de cincuenta números de La Benemérita conté más tarde, con sus uniformes verdes y sus petos fosforescentes, nada medievales; lamentablemente, los siempre rechamantes tricornios brillaban por su ausencia. La Guardia Civil, sin sus tricornios, pierde mucho de su atractivo turístico. Apacentados por esta gleba, cientos de coches pastaban (léase: aparcaban) en las colinas circundantes. Los invasores, salidos de estos coches, legión ruidosa, con niños mucho más ruidosos y horteras, trepaban ya al “asalto” de la plaza de Pedraza. Se me agrió hasta la última Coca-Cola que acababa de beber, y eso que yo la tengo por milagrosa poción…

“…a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La visita, inevitablemente, resultó más corta de lo esperado. Se trataba del día del Concierto de las Velas, así llamado; una de las atracciones turísticas del pueblo. Un concierto de música clásica a la luz de miles de velas, en las ventanas y hasta en los cantos rodados de las calles. El programa era de divulgación para principiantes: El Lago de los Cisnes, Una Noche en Monte Pelado, etc. Coronado por—como no!—la Obertura 1812, con su final de cañonazos, servidos por una batería de cañones modernos de campaña, convenientemente situados en el mirador barbacaneado y ajardinado de su castillo-palacio, por artilleros del Ejercito de Tierra, en uniforme de camuflaje y boinas verdes. Todo muy medieval (¡?). Para rematar el encanto y salir con espanto, nos sobrevoló un helicóptero de la Guardia Civil de Tráfico, ahuyentando a las pobres cigüeñas del campanario de la iglesia. Viva España…! Grito una señora “vestida de domingo”… Reverberando después de la tormenta, Tchaikowski y los cañonazos, el asunto estaba ya para los gritos, y las “litronas” que asomaban el gollete en los bidones de hielo…

Al punto, con apenas tres minutos de estancia en el centro del pueblo, las amenazas intuidas en el niñerío hortera, jóvenes armados de bebida y teléfono, señoras gritonas y un centenar de guardias civiles fuera de servicio—la anochecida y las velas—los férreos pinchos medievales de las puertas que nos apuntaban, listos a desprenderse y atravesarnos, como en una película de horror. Ni música, ni historias… Ese fue el momento en que S. y yo, nos miramos y sin decir una palabra, echamos a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—dos veces en el mismo día, calles y carretera abajo, y no paramos hasta llegar al coche. ‘Atropellando’ solícitos guardias civiles, nos desembarazamos de la pesadilla de Pedraza, encantadora villa, que quedará para otra ocasión. O quizás para nunca. No sé, pero el letrero más repetido en los muros del pueblo, hasta esculpido en viejas piedras, era: “Se Ruega Silencio”. Me ha dado que pensar, pero creo que ese silencio buscado y suplicado, no lo encontraremos en estas tierras. Al tanto, la noche baja de las montañas y se hace fresca y refresca…

Luisma, Pittsburgh, PA    2 de Julio del 2011    (Revisión en Noviembre del 2021)

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La Medida del Tiempo

“I Left My Wallet in El Segundo” Photography: luisjimenezridruejo.com

“I Left My Wallet in El Segundo” Photography: luisjimenezridruejo.com

Reloj, o no reloj?  Esa sería la cuestión. Hace quince años—mes arriba, mes abajo—dejé de fumar; el mismo día que me quité de la muñeca mi último reloj de pulsera. Corría el 2006. Que tiene que ver una cosa con la otra? Nada. Pura casualidad. Así se escribe la historia, o algunas historias…  

No sé dónde leí que el segundo es la unidad internacional de tiempo. Últimamente, leo las cosas más horrísonas en los sitios más impensables del mundo, cortesía del excesivo trato con Internet y sus turiferarios. Así será…si ‘ellos’ lo dicen. Parece que un día tiene, más o menos, unos 86000 segundos, qué barbaridad!  A mí, eso me lo tienen que jurar y …aun con todo. Yo me quedé en que cada minuto fueran unos muy aceptables ‘sesenta segundos’, todos iguales. Lo del día fraccionado es cosa de los clásicos egipcios—24 horas: 12 de luz y 12 de noche, o de obscuridad—, basándose en “mediciones” (observaciones) astronómicas. Un día es el tiempo que tarda la tierra en girar sobre sí misma y recuerdo, perfectamente, aquel día en el que me instilaron la idea; era la clase de geografía en los “barracones” de S. Bernardo, en aquel colegio salmantino, desde el cual se veía el Campo de Futbol: “El Calvario”, con su tribuna de madera! Muy inglés y pintado de color gris azulado, como los aviones militares—al final de todo aquello, un paseo arbolado terminaba… en el cementerio—. Hace casi 70 años, unos 2197 millones de segundos! Toda una vida, más o menos. Ay! Señor…! Y ahora me dice S. que del segundo habría mucho que hablar: que no es lo mismo un segundo “solar”, que uno “atómico”, u otro “sidéreo” (estelar) y que unos son más cortos que los otros y yo que sé cuántas precisiones más, al respecto.

“The Tribe Called Quest” Photography: luisjimenezridruejo.com

“The Tribe Called Quest” Photography: luisjimenezridruejo.com

Según va saliendo por la puerta a la pradera, S. (léase: Ese Punto) me deja una nota tendida en una imaginaria cuerda de secar y orear ropa—ella es muy novelera—que, en América, aparte pesas y otras regulaciones, rebrotes del imperio británico, lo de la medida del tiempo tiene más enjundia de lo que aparenta y que le viene a la memoria un pueblo no lejos (¡?) de Palo Alto, (6 horas de autopista en California, otra medida de espacio/tiempo), donde ella vivió sus años juveniles. El pueblo en cuestión tiene por nombre: El Segundo (tal cual, con el articulo y en castellano) y ahora que lo piensa, no tiene claro en que ‘segundo’ se inspiraron sus colonizadores: el de tiempo o el de orden. La aparición del nombre del pueblo en nuestra memoria común es por haber transitado la Avenida de la Relatividad, de la mano de Albert Einstein, hace unos días, recordando una de las primeras películas de los hermanos Cohen: “The Ladykillers”. Don Alberto y Los Cohen nos hacían comprender la diferencia de duración entre una hora (3600 segundos, según pareceres) paseando por el campo y otra hora relativa, en el ”cine”, confinados en casa por la pandemia.

“My-milly-billy-billy-bum...” Photography: luisjimenezridruejo.com

“My-milly-billy-billy-bum…” Photography: luisjimenezridruejo.com

El tema musical de la película era una canción, cuyo título nos llamó la atención: “I left my wallet in El Segundo” (“Dejé mi cartera en El Segundo”), una canción larga, ‘como un día sin pan’ que se diría antaño, o como un viaje de “costa a costa”, de ‘hip hop’ neoyorkino a ‘hip hop’ angelino. Para muestra vale un botón…El estribillo repetido hasta la saciedad…

My-milly-billy-billy-bum…

My-milly-billy-billy-bum…

Left my wallet in El Segundo
I gotta get it, I got-got ta get it…

Left my wallet in El Segundo
I gotta get it, I got-got ta get it…

…   …   …

La canción, de un grupo llamado: “The Tribe Called Quest”, trata de un viaje ‘filtro USA’ de Queens (NY) a El Segundo (CA), un suburbio de Los Angeles. Una canción ‘black hip hop’ que los Cohen enchufaron en su película y que describía, mejor o peor, la vida de una banda de hip hop, viajando en la arquetípica furgoneta Volkswagen, con un prolijo mundo interior rodeando una batería y unos colchones hinchables. Tres días de conducir “sin parar”—solo gasolineras y “estirar las piernas”—antes de cambiar el conductor. Desde NYC a California, a todo lo largo del país y al fondo de todo: LA… Reseda, el barrio del Karate Kid… Redondo Beach…Tarzana, pueblos del tipo de El Segundo y otros del cinturón ‘blanco’ Sundown. Donde los negros no quieren ir por las noches…Ni siquiera para recuperar una cartera y un carnet de identidad. Centésimas de segundo, con la vida colgando al final de la trayectoria de una bala.

“Dejé mi cartera en El Segundo” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Dejé mi cartera en El Segundo” Photography: luisjimenezridruejo.com

Diferencia con la de los segundos en el estudio pintando, donde las largas horas “se me hacen huéspedes”, que diría el ínclito Don Miguel de Cervantes. Se trata de decisiones que se toman en segundos ‘rápidos’, decisiones pictóricas que no son el llegar a algún sitio— salvarse de nada, esquivar ningún peligro—sino el pensamiento, el movimiento y el tiempo para tratar de hacer o componer una imagen.  Brochazos o pinceladas, una sucesión de segundos: la medida del tiempo, del hecho pictórico, que nos lleva hacia adelante. El plural del asiento contable, que raramente interesa a los otros. En la soledad del estudio, muchas horas frente a los cuadros, muchos miles de segundos acompasados y sonoros, salpicando desde un viejo reloj de pesas de la Selva Negra.  Sin embargo, en fotografía, ese sonido o sus inaudibles fracciones, es el tiempo que tardas en reconocer como es y cómo quieres que sea la imagen, antes de disparar. Relatividad…Medida del tiempo…

Luisma, Maypearl TX                  1 de Noviembre del 2021

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Michelangelo y los detalles de un cuadro “a medias”

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas)

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas)

A veces me da miedo entrar en el estudio. La casa donde está el estudio no es en la que hacemos la ‘vida social’ y la cocina, esa casa es la de la madre de S. y está a unos 27 metros de hierba de la otra casa. Muy cerca, pero completamente independiente. Sea de día o de noche, da igual, es miedo del sobresalto, que viene de un verbo reflexivo al cual, usualmente, no hacemos mucho caso. Miedo de la impresión que es ruborizarse, la sensación eléctrica que nos hace perder la tranquilidad; en la emoción y conmoción de un instante de temblor, que en mi caso particular es la aceleración—el sobresalto—del Parkinson, que me acompaña infatigable desde hace siete años. El auto-sosiego es el único “tratamiento” que me alivia el ‘mal’—relativamente rápido—del dichoso ‘tembleque’ y así hasta el siguiente susto, que puede ser también pictórico, al enfrentarme con el cuadro ‘a medias’, a la sazón en cualquiera de los ‘caballetes’ que son las paredes del estudio.

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas. Detalle)

“Uninhabited Garden #5” (acrylic on canvas. Detalle)

No puedo olvidar el ‘cuadro maldito’, o el ‘maldito cuadro’, dependiendo del momento, y del humor, de las dos formas podía tildarlo; que mantuve—‘a medias’ e ‘intocable’—en mi estudio de Pittsburgh, en la casa de la calle Mission, en esa casa-estudio pinté poco, pero viví mucho, ‘lo que se va por lo que se viene’ (como diría mi padre). Aquel cuadro lo veía y lo sufría, diariamente, durante los largos años de toda una década, sin darle una sola pincelada, hasta que volví a Texas y, aquí en Maypearl, en unos pocos días, lo terminé sin problemas. Quien sabe cómo ocurren estas cosas… Terminar un cuadro, finalizar una pintura, es llegar a un acuerdo, conmigo mismo, de no volver a ‘tocarlo’ nunca más. Lo cual no parece rezar de la misma forma con mis escritos, muchas veces lavados y planchados con el paso de los tiempos. Si bien es cierto que pocas veces la gente me lo acusa. Ese cuadro—todavía hoy me da apuro mirarlo— fue un salto cualitativo importante dentro de mi pintura. Cambié de mundo pictórico y mi escena se volvió más surreal, abstracta y colorista. Era el perfecto reflejo de mí mismo: Surrealista, aunque no “daliniano”—raramente le ‘pego’ la brocha a Dalí—, nunca ha sido santo de mi devoción. Abstracto, como la vida misma, que diría Diebenkorn, en su duda entre pintar una cuñada o una bahía, o una mancha informal… Temáticas que alternaba con el mayor desparpajo, el mismo que para permutar realismo y abstracción, a temporadas. Colorista, como Derain, yo nunca lo fui acentuadamente por falta de coraje, y espero que no sea solamente un espejismo.

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas. Detalle)

“Uninhabited Garden #5” (acrylic on canvas. Detalle)

Pintaba cosas grandes y alternaba con cuadros muy pequeños, casi miniaturas, “afterthoughts”, que me levantaban el espíritu y a los que no necesitaba ‘mirar’ largo tiempo. Mientras tanto, ojo avizor, empecé a disparar ‘furiosamente’ toneladas de fotografía ‘digital’, penetrando concienzudamente un ‘mundo’ que no había ‘tocado’ mucho: el natural vegetal, uno de los famosos reinos. Al mismo tiempo, con la imaginación ofreciendo soluciones “espaciales” y remotas, en los mejores sentidos de la palabra. El resultado está siendo magnífico y suntuoso, son ya miles y miles de fotografías digitales, que necesitan, en mi opinión, un trabajo de  edición individual, que llena también las expectativas del uso de mi tiempo de dedicación a ello. El Arte por el arte, la factoría. Así mismo, y últimamente, está siendo una perfecta salida para el problema ‘mental’ de la reclusión en cuarentena, por culpa de la dichosa pandemia y sus nuevas oleadas.

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas. Detalle)

“Uninhabited Garden #5” (acrylic on canvas. Detalle)

Y me saqué de la manga, por todo ello y como un mago de pacotilla o de vía estrecha (continuo con las expresiones paternas), otra forma de ‘ trabajar’ inédita en mí y que me abría una visión más (nueva?) de lo que hacía en mi pintura. Sigo con esta escalada, hago múltiples fotografías de “detalles” de mis cuadros, incluso sin estar terminados—o precisamente por eso—y que he dado en llamar ‘pictofotografias’. Y no es solo como esto me ayuda a ‘mirar’ el lienzo grande, además quedan, a veces, unos cuadros pequeños y de muy diferentes composiciones, aunque no colores, sorprendentemente aceptables. Y di en pensar a quién le había visto hacer algo similar. Caí en la cuenta de que era alguien del cual no me considero ni ‘seguidor’, ni gran admirador, aun siendo uno de los mejores: Michelangelo, el “terrible” Buonarrotti, que está sentado, no a la diestra, ni a la siniestra, sino al frente de Dios, como su pintor de cámara que es. Espero que no se me ‘caiga el pelo’ o me ‘cuelguen’ en los—cada día más desastrosos— “papeles” por hablar con tanto ‘compañerismo’ del inmortal italiano. Acercarme a uno solo de los ‘pequeños detalles’ (tablillas de prueba) de cualesquiera de sus frescos, justificaría una entera vida artística. Ah! …También El Greco—aquel fenómeno—usaba de la copia-miniatura, a cuadro completo, para ‘archivar’ todas y cada una de sus obras. Las dudas y los “pentimenti”, serían también dobles?

Mi estudio en Maypearl, Texas (USA). En la pared: “Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas )

Mi estudio en Maypearl, Texas (USA). En la pared: “Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas )

Siempre he dado en pensar, y muchas noches en soñar, como hubiese sido en aquella época una vida con el aditamento y la posibilidad de usar una cámara digital, y haber podido fotografiar (no necesariamente como documentación) cientos de miles de cosas, momentos, sensaciones, grafías, colores e incontables aventuras oníricas, y la posibilidad—ya parece que imposible—de unir los olores a las imágenes. Toda aquella vida, generatriz de la nuestra actual. Una de las cosas más interesantes que he ‘descubierto’—empeñado en estas fotos de detalles pictóricos—es que el ‘gesto’ está cambiando, rápida y dramáticamente, en mi pintura. Todo ello por los temblores sobresaltados del Parkinson (?). Y, la verdad, es que dudo si esto es bueno, mejor o peor, para mi pintura, o mi fotografía. Desde luego no es muy bueno para mis ‘miedos’ pictóricos. Como diría el inmarcesible artista, y siempre recordado amigo, Javier Pereda Piquer (Catedrático de Pintura, a pesar de ser un gran pintor): “Miedo en esto no se puede tener. O te sale, o no te sale. Y, uno—no puede estar equivocado siempre…” Seguiré investigando el asunto.

“El mayor peligro, para la mayoría de nosotros, no es que nuestra meta sea demasiado alta y no la alcancemos, sino que sea demasiado baja y la consigamos” (Michelangelo Buonarrotti).

 

Luisma, Maypearl TX                      1 de Octubre del 2021

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Los Pinos de Ottorino

“Toda la vida he dormido, poco pero bien…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Toda la vida he dormido, poco pero bien…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Confieso que no sabía mucho—mas bien diría que casi nada—de Ottorino Respighi, un músico italiano, que se hizo famoso a principios del siglo XX. Nombre que no se me hacía difícil recordar, y no solo por su singularidad, sino por haberlo oído algunas noches en aquellos transistores de radio de mis pecados nocturnos juveniles. Toda la vida he dormido, poco pero bien, envuelto y acunado en música y en palabras suaves, haciendo mía la imaginación de otros. Hasta el principio de mis ‘treintas’ cuando ya dí en conocerle y escucharle muchas veces. “Los Pinos de Roma”, los pinos de Ottorino, apreciados luego en su justo valor—a mi leal saber y entender—musicalmente, desde aquella caminata por la Vía Apia, subiendo una de las famosas y dichosas siete colinas de Roma. Hasta lo de hoy, escuchando una vez más a Respighi desde mi limbo de aire acondicionado y grapada la vista en los emblemáticos dos pinos—dos— tejanos, en la entrada al rancho de S. Bajo la escasa sombra, y referencia, de estos dos pinos situé, hace unos años, un relato (ficción), por el cual los famosos atracadores Bonnie & Clyde, habrían pasado aquí la tarde, y noche, antes de asaltar el Banco de Maypearl (realidad histórica), a escasos dos kilómetros de mi estudio, en la misma carretera FM 66.

Estos dos pinos de Maypearl, como casi todo en este santo lugar, en la pradera tejana—poco pino por aquí—no huelen a nada, o a casi nada. Solo una vez contemplé y respiré aquellos pinos de la Vía Apia, que luego he rememorado cientos de veces, con el impresionante impresionismo de la música. Menudo elemento el mentado y renombrado: Ottorino; por cierto, contemporáneo de los ilustres Bonnie & Clyde, que están en el ‘santoral’ tejano y americano. Los tres fueron ‘carne’ de incipientes periodistas de lo sensacional y todos ellos ejemplos de vidas cortas, pero repletas; el uno de política y notas musicales y los otros de cartuchos de escopeta recortada. El italiano con un nombre que más parece el de un coche de aquella época, que el de un músico de cualquier momento; eso si es que los músicos tienen nombres evocando, o sonando, musicales: Shostakovich, más suena a fábrica de salchichas de Illinois; o Ferde Grofé, compositor de la “Grand Canyon Suite”, cuyo nombre tiene resonancias a postre de chocolate y crema, por no citar a otros muchos. De hecho, el bueno de Ottorino, le puso el nombre: Delicia, a su segunda hija. No sabemos en qué decimonónico sabor se inspiró. Los nombres propios de músicos y de títulos musicales, siempre han sido motivo de adoración de la generalidad, eso que en el mundo de las artes llamamos: el ‘gran público.’

“…la poca sombra de los pinos eternos…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…la poca sombra de los pinos eternos…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Respighi, después de su juvenil estancia en Rusia, en la que trabajó composición con Dimitri Rimski-Korsakov, y llegó a ser concertino de violín de la orquesta del Teatro Imperial de Moscú, durante la temporada de Ópera Italiana; acto seguido, volvió a Italia y a sus orígenes musicales y vitales. Tuvo una relación dudosa con el partido fascista de Mussolini, con el que intercambió apoyo estatal a la música, por composiciones musicales celebratorias que muchas veces fueron harto irónicas. Se le denominó: neo-renacentista y neo-barroco. Seguramente, también, se le tildaría de neo-fascista. Románticamente, compuso una magnífica serie de poemas sinfónicos (Suites), entre los cuales destaca: “Pinos de Roma”, una de las obras musicales más propuestas, continuamente, en las programaciones de todas las orquestas sinfónicas mundiales. Un ‘clásico’ de la ‘Clásica’. Así mismo, un par de óperas y alguna otra obra mayor, hoy alejadas del favor popular. Respighi siempre tuvo en la cabeza introducir al gran público en el sueño de la Italia Romana Imperial Clásica, usando la música sinfónica, y tratando de elevar el país a la altura de un Olimpo artístico moderno. Fue un gran estudioso y hablaba 11 idiomas fluidamente, leyendo literatura en todos. Tuvo la admiración de sus profesores de composición, uno de ellos llegó a decir: “Respighi no es un pupilo, Respighi es un maestro”. Tenía, entonces, 21 años.

Entorno los ojos y puedo recordar, nítido y sonoro, el escribir de la pluma apresurada, en mi cuaderno ‘legal’ amarillo: “…la emoción de la música de Respighi, al final de ‘Pinos de Roma’, sube y sube, en un crescendo difícil de contener sin acompañarlo, erizándoseme la piel, desde los—pies anclados en el recuerdo de las colinas, los pinos y los jacintos—lazos de los coturnos, a la tonsura del casco y la pañoleta que acumula el sudor…Siento el terrón aplastado, en la canicular tarde romana, la soldadesca sedienta, ansiando la poca sombra de los pinos eternos y el agua fresca de alguna fuente posible. Roma, la ciudad de los tres horizontes, telones de fondo de la tarde ya vencida, en los que se aperciben, se adivinan, columnas y capiteles… y la música nos brinda los ecos de otras trompas lejanas, de otras legiones volviendo victoriosas hacia una ciudad de puertas abiertas…Sube y sube, hasta acogotarnos, empuja y empuja, y solo la explosión de la siempre incontenible ovación en pie, nos permite calmar la emoción de la música…”

“…sesenta años después, en otra vida…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…sesenta años después, en otra vida…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Esto es parte de lo que escribí, la noche de una de las ‘rendiciones’ más memorables de la música de Respighi, que he tenido la suerte de asistir. Una velada en Heinz Hall con mi PSO (Pittsburgh Symphonic Orquestra) y su sección de “brass”. Inmejorable. Y me gusta la palabra: “brass” (latón) supliendo a viento y metal, por costumbre adquirida durante quince años de conciertos de la PSO. Tantos recuerdos. El de los ‘Pinos’ de ese día fueron veintidós minutos de ovación en pie, palmas sobre las cabezas; el ‘gallinero’ y la ‘butaca’ entera gritando y toda la sección de brass, sentada al refugio de sus atriles, con lágrimas en los ojos y abrazando sus instrumentos, mientras el resto de la orquesta ovacionaba también en pie. Marco Licinio Craso hubiera querido algo así en el Coliseo, después de lo de Espartaco.

Sumido en la fragancia virtual y musical de los Pinos de Ottorino, la memoria se dispara y recorre rauda la sensación de otros pinos de mi vida y puedo recordar vívidamente aquellos, entre otros, que estarán en todo su esplendor en este momento, los pinos de Ávila, en España. Unos de mi niñez, los de Hoyos del Espino, en la Sierra de Gredos, altos y frondosos, de alargada y tupida sombra, cubriendo los brotes del rio Tormes, allí donde el agua es fría como el filo de un puñal. Cuando tienes catorce años—una juventud triunfante y gloriosa, sin miedos—la vida se presenta ante ti anhelante y te pide una cita para sesenta años después, en otra vida, aunque sea la misma. Otros pinos ya de más adulto, los de llanura, los del secarral de Sanchidrian, veinte años después, pistolas y ‘cubatas’ y calor a media noche, acumulado con sudorina y polvo de arcén…y por si me falla la memoria—todo puede pasar—tengo al punto en una cajita unas gotas cúbicas de resina de aquel pinar, en el primer cajón de la mesilla de noche, la que es una cómoda holandesa, con un Matisse pendiendo en la pared de encima. Resina y dulzura, argumentos del recuerdo.

“Algunas lunas los alunizan de antigüedad” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Algunas lunas los alunizan de antigüedad” Photography: luisjimenezridruejo.com

Ya de viejo, los pinos están en mi cabeza, mi mente y mis manos, a diario y solo estos de Maypearl—tres— para acariciarlos al pasar junto a ellos, cada dos por tres, y notar las remembranzas de los otros, todos. En otras galaxias, algunas lunas los alunizan de antigüedad. Por eso, cuando en Texas nuestra luna se vuelve roja, sin entorpecer el orden natural, me inyecto en vena la música de Ottorino Respighi, mejor vacuna que las de la pandemia dichosa. En el estudio, escondite, guarida, retiro, solo y con el volumen en 10, ‘a cien’ y frecuentes ‘vuelos’ de mi ‘paloma fundamental’ (léase: Ese Punto). El villano inmarcesible permanece en su rincón, para no perder la costumbre—necesaria y suficiente—de juntar, aunque sea virtualmente: música, lunas, pinos y besos, la dieta consuetudinaria de S.—aparte de sus ensaladas con remolacha y queso azul—gloriosas, por siempre. Amén.

 

Luisma, Maypearl TX                 1 de Agosto del 2021

Benjamín Franklin, el primer americano

“ En mis manos…Con el fondo de París desde los cielos” (Photography by: luisjimenezridruejo.com)

“ En mis manos…Con el fondo de París desde los cielos” (Photography by: luisjimenezridruejo.com)

Lo tengo delante de mí, en mis manos y es el más famoso retrato de él, siempre va conmigo, desde hace ya más de treinta años. Es ‘Benjamín’, el billete de 100 $ americanos. En mi cartera, un par de ellos, por si me hace falta dinero al contado; un caso cada día más improbable. Seguramente, el más reconocible dinero en todo el mundo. Punto de mira de todos los ambiciosos. El primer peculio, siempre, en la mesa de negocios; la vera efigie del ‘primer americano’ de la Historia. Dos ‘benjamines’ son siempre buena compañía. Franklin aparenta, en el retrato-grabado del billete, ser más joven de la idea que siempre tenemos de él. Tiene la mirada limpia y los ojos fijos y soñadores del inventor. El rictus de los labios apretados habla de algún problema, o concernimiento, político o financiero. La calvicie le añade distinción. Un hombre interesante; ni atractivo, ni repelente, sino todo lo contrario.

Aprendió a leer muy pronto, lo que decidió su modo de asistencia a las clases. A los diez años, sin dejar de ir a la escuela, se puso a trabajar con su padre en el negocio de venta de ceras y jabones. Terminó sus estudios pese a trabajar con su hermano mayor en su imprenta, mundo en el que seguiría en New York y Philadelphia, asentándose en ella para el resto de su vida. Sus pasiones fueron: leer, inventar y nadar. Fue un gran nadador, estando en Londres, sorprendía a todos, nadando grandes distancias en el Támesis. En la invención, sus contribuciones fueron muy variadas, desde el pararrayos a las compañías de Policía Civil y de Milicia, pasando por una estufa, las lentes bifocales, un instrumento musical (glass armónica). Experimentos en Meteorología y Medicina. Política y Diplomacia, vida pública. Creó las bibliotecas de préstamo de libros; y mil cosas más de una vida extraordinaria.

“…estar con el americano.” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…estar con el americano.” Photography: luisjimenezridruejo.com

Franklin desarrolló la política que llevó a las Colonias a la creación del Congreso Nacional en Albany, a su vez condujo a los Artículos de Confederación, lo que llegó a ser la primera Constitución de los Estados Unidos, con su famoso preámbulo: “We the People…” Por un tiempo, vivió en Londres como representante de la Asamblea de Pennsylvania. Todo ello derivó en la Declaración de Independencia y la Guerra Revolucionaria. El Congreso de la nueva nación en ciernes, le envió a Francia a procurar ayudas y alianza, lo que provoca la llegada de soldados galos, suministros y dinero que resultaron críticos para la independencia americana. Benjamín Franklin ayudó a escribir y negociar el Tratado de Paris que acabó con la Guerra Revolucionaria. Asistió a la proclamación del primer presidente: el general George Washington. Murió un año después a los 84, y seguido de un gran funeral, con 20000 dolientes admiradores, pasó a la Historia. No hay población, mayor o menor, en USA sin, al menos, una calle, una escuela, o negocios que lleven su nombre.  

En el capítulo europeo de Benjamín Franklin lo más sorprendente es el estrellato de su carrera como personaje público, estadista y ‘marcador’(ya estamos con la supuesta modernidad, “arbiter elegantium”) de las tendencias de moda, incluido el ser nombrado Gran Maestro de los Masones de Pennsylvania. De los Padres de la Patria, todos—menos dos—fueron masones.  Ser americano ya era un punto a favor. Su autoeducación no le impidió recibir graduaciones y doctorados “Honoris Causa” por Harvard, Yale, Oxford y St. Andrews y ser fundador de Penn State University, en su propia ciudad de Philadelphia. A raíz de ser nombrado Embajador en Paris, algo que el extendía, graciosa y liberalmente, a otros países del entorno europeo, fue el primer hombre llamado: el americano, concepto formado ya en aquella época por una información manejada por los grandes rotativos europeos. Estos se servían de él, y él de ellos. Estaba metido en ‘todas las salsas’ y sus escritos y citas eran celebrados, a bombo y platillo, en todos los salones y mentideros de la Corte. En París, prosiguió una vida romántica y cortesana hasta ya muy entrada edad y volvió a Norteamérica, dedicándose hasta el final de sus días a la política en el Congreso y el Senado.

“…Imagenes de los antiguos grabados parisinos” Photography: luisjimenezriruejo.com

“…Imagenes de los antiguos grabados parisinos” Photography: luisjimenezridruejo.com

La idea que los europeos tenemos del Franklin, muy granjero, campestre y al mismo tiempo culturalmente polifacético y públicamente ensalzado, se acerca más que nada a un ‘segundo renacimiento’ Da Vinci, incluida su melena y su continente físico. Reclamado para hablar de América, de electricidad, de Arte, de Medicina, del calentamiento de las aguas oceánicas… es un hecho, cualquier asunto deja de ser baladí, cuando se sube al podio o a la tribuna, o declama un brindis por los nuevos Estados, tan lejanos. A ambos lados del Atlántico, todos se rinden a su personalidad. Quedan las imágenes de los antiguos grabados parisinos de la época: en la Explanada del Louvre, rodeados de miles de personas, dos carruajes cerrados presencian un verdadero espectáculo, uno es el coche del Rey y el otro es el del alcalde de Paris. Franklin, que se encuentra indispuesto, es invitado a admirar, desde la comodidad del coche del alcalde, la triunfal ascensión del primer globo aerostático de los hermanos Montgolfier. El cielo es el límite.

“…Montgolfier…El cielo es el límite.” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…Montgolfier…El cielo es el límite.” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Bien hecho es mejor que bien dicho” A pesar de su facilidad y brillantez de palabra, era más que nada un hombre de resultados y consecuciones. Publicó, entre otras muchas cosas, su propio almanaque, mezcla de traducción de Biblia y Calendario Zaragozano (“juicio final meteorológico”): “El Almanaque del Pobre Ricardo”. Sus citas, frases, ocurrencias y doctrina envuelta en todas ellas, contribuía a un atractivo político y social inmenso, que él supo canalizar a favor siempre de los nuevos Estados Unidos de América. Nunca fue Presidente (“No tengo tiempo para esas cosas”). Sus amigos y co-signatarios de Independencia y Constitución: Washington, Adams, Jefferson, sí lo fueron, y en ese mismo orden. Ciudadano de a pie, fue el prestigio con sombrero de tres picos. Todos ellos fueron el principio de la gran experiencia americana. “Tres pueden guardar un secreto si dos de ellos están muertos”. Siempre ingenioso y ocurrente… ”En el vino hay sabiduría, en la cerveza hay libertad, en el agua hay bacterias”. Un retrato perfecto de sí mismo. Todo el mundo quería estar con “el americano”.

“Bien visto es mejor que bien dicho, e incluso, bien hecho” (Elejotaerre)

Luisma, Maypearl TX             1 de Julio del 2021

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“Manifesto” (a modo de)

Photography: luisjimenezridruejo.com

Photography: luisjimenezridruejo.com

 

“Yo no sé dibujar muy bien, pero sé mirar extraordinariamente” (L.J.R.)

El amor y la belleza son abstracciones. Existen solo en la mente, hasta que pasan a ser definidos o determinados. El pensamiento abstracto se considera exclusivamente humano. No hay una ‘máquina’ de hacer abstracción, ni siquiera en imagen. Tampoco en el aislamiento del detalle—que es parte del ‘hecho abstracto’—, este necesita de la neurona. En la abstracción juega mucho la imaginación, incluso con algo que se asemeja a los juegos malabares. Un objeto abstracto es aquel que no posee materia, pero sobre el que se pueden definir acciones. Por ejemplo: una imagen fotográfica.

 

“Asurbanipal entrando en Nínive de Orión” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Asurbanipal entrando en Nínive de Orión” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El Barroco fue, y es—fundamentalmente—exuberancia ornamental. Mi fotografía es esencialmente barroca, y también abstracta, cuando lo es (últimamente, lo es casi siempre) se pueden aislar los detalles, condición inherente a la abstracción y aun así seguirá siendo barroca. La Naturaleza es barroca de por sí, salvo “honrosas excepciones”; acercarse, o alejarse del motivo, la convierte en abstracción. Mi fotografía no es una vanguardia de nada, ni pretende serlo. Podemos llamarlo: originalidad, estilo propio. Es algo natural en mí, desde mis principios fotográficos. Quiero creer que es influencia de lo pictórico, siempre en mi ambición. Es una forma de expresión personal, y en mi último proyecto—en el que estoy, desde hace cuatro años—es un acercamiento a un futuro imaginario (“Los Mundos”).

 

“Medusa Bronze Buddha” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Medusa Bronze Buddha” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Cuando hace ya cuatro o cinco años, decidí abrazar una mayor incidencia en la edición (en el ordenador) de mis fotografías, encontré sorprendido que ‘otra fotografía’ (ya metido de lleno en la técnica digital) se había instalado en mi proceso mental, ampliando, al pronto, increíbles posibilidades técnicas y artísticas. Tambien cambié una de mis reglas personales de principio: No “tocar” la foto a la salida de la cámara, aunque la propia manipulación sea la menor, si posible. Siento que le añado un ‘soplo de vida’ a la ‘nueva’ foto que surge de la edición y el ‘estudio’ de la imagen directa de la naturaleza. La fotografía nunca deja de ser una realidad, o una visión de ella, aunque se edite. A veces, es simplemente un ligero toque al ángulo de visión, o al corte compositivo. Pocas veces, algo tan dramático como un “flip” de la imagen completa, siempre que la dote de una diferente intención estética.

 

“M32- Blue” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“M32- Blue” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Se me vienen al ‘aneurisma’ las imágenes “creadas” (parece imposible prescindir del ‘palabro’: creatividad) y entonces, todo toma razonamientos más literarios. Barroco del otro lado de la frontera del Sur. Presencias, cruces, luces y colores “al reventón”. Ni tengo, ni veo un clavel desde hace tiempo, por ejemplo, y los colores me ‘nacen’ a los pies; el caleidoscopio trae pocas piezas, pero el resultado es magnífico. Sensual. Imágenes de los sueños de Momo, siempre grácil y poético, estandarte del arte y su crítica, que no me detiene y, como siempre, me importa poco. Ah! La sempiterna elegancia, disfraz de carencias de opinión. Crítica flamígera a imágenes con acentos y olores de procesión, incienso y pizza, en la neoyorkina Pequeña Italia del “Godfather” de Coppola. Abstractas escenas de las galaxias actuales y futuras. Un redescubrimiento propio, personal y suficiente, del “chiaroscuro” barroco del Caravaggio, Ribera, Velázquez… Palabras mayores.

 

“M32- Audrey” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“M32- Audrey” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Aunque haya notado, muchas veces y en diferentes momentos de mi trayectoria, el estar en vanguardia, esto es algo que ni me preocupa, ni me obsesiona. Digo que me gusta la abstracción, de la misma forma que digo que me gusta el ajedrez; unas herramientas para mi mente, para defender a mis neuronas, ya perjudicadas por la edad y el uso. Mis comentarios sobre la abstracción son puramente abstractos. Tampoco estoy, de pleno, comprometido a ello, simplemente me brota de dentro y es agua limpia, como las lágrimas. Es una expresión, incesante e inagotable, y un acercamiento—cargado de significados del pasado—a un futuro imaginario. Me gusta imaginar que son mis fotografías, esos jeroglíficos que dejo, probablemente solo en la “nube”, para que se entretenga alguien que, con seguridad, vendrá mucho más tarde, y de mucho más lejos que la galaxia de Andrómeda.

 

Luisma, Maypearl TX                   1 de Junio del 2021

P .S.  Estoy leyendo, una vez más, las deliciosas “burradas” de Marinetti, en su Manifiesto del Futurismo, la ‘madre’ de todos los manifiestos que se precien de serlo… Solo hay que no olvidar cuando fue publicado: el 20 de Febrero de 1909, en portada de Le Figaro.

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