“No existe lo abstracto o lo concreto. Existe un buen cuadro y un mal cuadro. Una pintura que te conmueve y otra que te deja frio. La pintura tiene valor por si misma, como una partitura musical, como un poema.” (F. Léger)
Nunca supe, hasta hace muy pocos años, que Madonna y yo— sí, sí, la cantante—compartíamos gustos pictóricos y una sesgada relación personal; todo ello sin llegar al conocimiento personal mútuo—cosa que no me hubiera importado lo más mínimo—. La “monstruosa” cantante y artista es fan acendrada del pintor Fernand Léger, llegando incluso a poseer obra del pintor francés —ella se puede, o se podía, permitir ese lujo total. Hace diez años, vendió—siete millones de dólares para su fundación Ray of Light—el cuadro: “Tres mujeres” en Sotheby’s. Lo de la relación personal fue el hecho de haber sido, mi segunda mujer—la americana—, profesora de Madonna, en bachillerato, cuando todavía se la conocía como señorita Ciccone (Madonna Louise Ciccone), en el Brooklyn neoyorkino, de hace ya demasiados años.
La verdad es que me hubiera gustado conocer, personalmente, a Fernand Léger. Desgraciadamente, murió cuando yo tenía diez años. Hacerme una idea, un retrato del artista y del hombre, exige dos formas de intentarlo: una puede ser buscar fotografías del pintor que también era cineasta; solo para encontrar que, en lo físico, se daba un aire a Walt Disney. Nada que ver, Disney era un halcón de la derecha americana y Léger un comunista francés, algo casi tan pintoresco como un comunista español. Los dos compartían el aire bonachón y el bigotillo propio de la época de entre guerras mundiales, aquel que en la imagen del artista “guaperas’’, se asignaba al actor Clark Gable. La otra manera de retratarlo sería escrutar y rastrear la imagen de su espíritu en toda su obra y, sobre todo, leer y estudiar sus magníficos escritos sobre arte; fundamentalmente: “Funciones de la pintura”, una obra maestra.
Uno no sabe a que carta apostar con un personaje como Fernand Léger. Pintor adelantado a su época, moderno hasta llegar a ser el epítome de lo moderno, o quedarse en el Léger escritor; posiblemente uno, si no el mejor, de los grandes escritores sobre arte de todos los tiempos. Su “Funciones de la pintura” es, para mí, el más importante texto que jamás haya leído ( y releído a menudo) escrito por un artista. No me canso de aconsejarlo. En mi paso, tardío, por la academia estudiantil, solo un profesor me habló, repetidas veces, y me aconsejó a Léger: Carlos Pascual, gran profesor y, sin embargo, magnífico pintor.
Difícil de conjugar el hacer arte y escribir sobre ello. Descubrir las posibles razones de esta conjugación es problema harto complicado. Con Léger, habría que adentrarse en su biografía y en su tiempo y llegar a conocer porqué alguien nace con el don de la escritura. Lejos de mí el proclamar que el artista para una cosa es artista para todo; ojalá fuera así—otro gallo nos cantaría—y no habría tanto “cantamañanas”, críticos ganapanes, académicos de medio pelo…resbalando y patinando por las laderas de la Historia del Arte. Fernand entendió y plasmó perfectamente el hecho artístico y las influencias de lo individual y personal en el arte, propio o ajeno.
Fernand se fue a París, desde su Normandía natal, justo al principio del siglo XX. Quería estudiar Bellas Artes pero no le aceptaron, supongo que había que ser un consumado dibujante clásico (como en la Escuela de S. Fernando, en Madrid) y se convirtió en “oyente”, permitiéndole ello un mayor y más libre uso de su imaginación, encorsetada y constreñida por las rígidas directrices escolares. Tres años vacíos e infructuosos, según sus propias palabras. Se hizo un pintor “serio” y dedicado, hacia sus veinticinco años. Todo lo que pintó en aquella época lo destruyó más tarde.
Se adhirió luego a la vanguardia parisina de los Archipenko, Chagall… empezó a hacer Cubismo—“Tubismo”—por sus figuras cilíndricas, alguien lo llamó. La guerra mundial del Catorce, le encontró haciendo abstracción. Resultado: se alistó, dos años. Casi murió en la batalla de Verdún, en un ataque con gas mostaza. Así que, para la Segunda Guerra Mundial se vino a los Estados Unidos, Yale University, impartió clases fantásticas, pintó murales, hasta le decoró el apartamento a Nelson Rockefeller. A resultas de aquel viaje, al volver a Francia en 1945, se afilió al Partido Comunista. Le debieron “sentar mal” los USA. Aunque él, más que marxista fue un apasionado humanista. Tuvo una vida artística muy productiva en Europa y Sudamérica. Murió en 1955, a los 74 años.
Léger alguna vez dijo: “Mis ojos fueron hechos para borrar todo lo que es feo”. Me adscribo a ello. Hombre y pintor con tantos detractores como seguidores; no hace falta decir de que lado estoy. Muchas de sus pinturas me conmueven cada vez que las miro. Aparte de lo que he aprendido de él. Esta es mi visión de Fernand Léger y, después, que cada cual haga sus propias interpretaciones. Se pongan como se pongan: “yo ya no me voy a bajar del carro.” Moriré, como si fueran las famosas botas, con las abstracciones puestas…
Para gustos están los colores, no? Pues sí, aunque de una década a esta parte, puedo cambiar el refrán y hasta alambicarlo—para disgustos no están los colores—porque, a veces, en pintura—como en la vida real—los colores te pueden dar más disgustos que un hijo tonto…y, el cielo nos libre! La fotografía, con no apretar un botón: Todo arreglado…Ay! Si todo fuera tan literal, y tan simple, seríamos mucho más felices… No?
“El color es necesario para la vida…como el agua , o el fuego.”(F. L.)
Luisma, Pittsburgh, 15 de Septiembre del 2013
Reeditado en Maypearl, TX en Abril del 2022
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