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Grandilocuencia (y II)

“Washington, Jefferson, Roosevelt (Teddy) y Lincoln” Mount Rushmore, South Dakota

“Washington, Jefferson, Roosevelt (Teddy) y Lincoln” Mount Rushmore, South Dakota

Resulta que la grandilocuencia anda rondando agitada, apretadamente, dentro del mundo actual. Una vez más, son los ciclos. Uno se da cuenta cuando la sociedad da bandazos y siempre van en la misma dirección, hacia la derecha e incluso más allá. Las imágenes que provocaban estas sensaciones estaban siempre ahí, siempre lo están, solo la atención del momento las hace más obvias. Las caras de los presidentes en Mount Rushmore, por ejemplo, es grandilocuencia en estado puro y cocinada sin condimentos. Nada más grandilocuente que unas caras de piedra talladas fuera de su escala natural y en tamaños monstruosos (Rushmore, Valle de los Caídos…). Una de las cosas que la gente me cuenta de ver las cabezas de los presidentes al natural es que no producen emoción ninguna, un atractivo fundamental y necesario en toda obra que pretenda ser arte. Al parecer no hubo criterios claros, ni el resultado tiene buenas sensaciones. La grandilocuencia, como una de las ”virtudes” de los fascismos, cualquiera que sea su signo, conlleva el hecho de su tremenda obviedad. Dictadores bajo piedras exageradas de miles de kilos. Presidentes, cuyas cabezas rocosas conforman montañas; todo extremado, desmedido, difícil de abarcar y de aceptar. Precisamente, lo contrario de la sencillez que siempre aparece en los destellos del brillo, en la facies sonriente del Arte.

“Una cara positiva de la grandilocuencia: el puente Golden Gate, en la bahía de S. Francisco, California. (Photography by Christopher Michel)

“Una cara positiva de la grandilocuencia: el puente Golden Gate, en la bahía de S. Francisco, California. (Photography by Christopher Michel)

En otros escenarios, aquí y ahora. Texas, visto desde arriba, a vista de “dron” (¡como no!) para que la exageración inherente, cuadruplique las sombras como en la brillantez apabullante de un estadio de futbol americano, o béisbol, y eso en la iluminación más común. Estos estadios contienen y reflejan, proyectan, la grandilocuencia habitual de una buena parte de este mundo, todavía “nuevo” y rechamante. En Texas, hay estadios de escuelas de bachillerato, mayores y más capaces, mejor dotados que la mayoría de los estadios españoles de la Liga de Fútbol (primera división). La nación entera se baña con los focos de esta luz, casi religiosa; es como un culto, un nuevo vellocino de oro. Todo diseñado, precisamente, para magnificar la elocuencia de la grandiosidad y el orgullo del, a marchas forzadas ya avejentado, imperio norteamericano. El imperio de los sentidos, del brillo fútil y la soflama, rodeados, demasiado, por millones de “pescados” escurridizos, vomitando y retorciéndose en las “redes sociales.”

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

Este pobre presidente actual ha visto como se lo eleva a las alturas de los infames del mundo, usando la escoria de la grandilocuencia como arma arrojadiza. Donald más que el pato, parece el otro, Dumbo Trump, el elefante dentro de la cacharrería. Un número de circo diario con el mayor payaso convertido en jefe de pista que, en vez de sumar, divide y con el peor estilo posible: hortera neoyorkino. Y, lo peor de todo: ignorante e iletrado. La grandilocuencia faltosa y mentirosa, espectacular en sí misma, unida al vocerío, la chulería y el insulto, acaparan la atención de lo más florido de cualquier sociedad. La moderna grandilocuencia es de generación oculta y tramposa y se asienta en todas partes, emitiendo signos cada vez más claros. Puntos de apoyo, pequeños o grandes, de los del tipo: “…dádmelos y moveré el mundo”. En lo que a nuestro negocio se refiere, en las Artes Plásticas, es un agujero en el que es muy fácil caer, y muy complicado salir. En la música, tres cuartos de lo mismo, siempre con el volumen a tope y las voces tapando voces. La grandilocuencia es una forma de agresión como otra cualquiera, una forma de agresión muy actual.

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros #1” (acrílico sobre lienzo, detalle. luisjimenezridruejo.com)

La grandilocuencia solo se exhibe en la naturaleza cuando se trata de la definición (¿fotográfica?) del universo, ahí nos perdemos en el vuelo mental, sideral. La naturaleza es sabia hasta ese punto, siempre rozando, nunca dando. Es el sueño más individualista, los sueños tienen que serlo siempre, obligatoriamente, como las guerras. Soñar es la sola grandilocuencia permitida. En un mundo en el que las guerras son “el pan nuestro de cada día”—que gran contradicción!—las viejas signaturas de nuestra grandilocuencia, herencia del Renacimiento, no se hacen esperar, cada mañana: músicas rimbombantes, rechinantes, adobadas con todos los toques de la percusión más atronadora, asaetean todas las rendijas de nuestro cerebro. En el que tiene pinta de ser otro ciclo vital, en mi caso puede que sea el último, mi grandilocuencia se traduce en 24000 fotos, ‘todas seguidas’, y fotografiando, “que es gerundio” *, y así vamos…

Al “cierre” del post, he recordado esta vieja definición de Picasso, de los años sesentas: “un poster es un grito en la pared”, una píldora de grandilocuencia liofilizada: secada al vacío y fría.

(*) Recordando al “viejo” Z.J.-R., mi padre, al que sigo siempre echando de menos. Comparado conmigo, él sí que era un niño, de los de después de la guerra…

Luisma, Maypearl TX        15 de Diciembre del 2019

 

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Grandilocuencia (I)

“Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no?”— Photo: Brooklyn Bridge, New York (by Mary Hautman)

“Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no?”— Photo: Brooklyn Bridge, New York (by Mary Hautman)

Una palabra que me ronda últimamente, no por repetición, que también, sino porque flota en el aire, ella y sus efectos. La palabra canta una obviedad que no requiere explicación. De tanto aparecer y corretear sus efectos en este mundo de hoy, en las dichosas redes sociales y sobre todo en este país, los USA, donde hacía tiempo que lo imperial no se notaba tanto, las dos palabras se reconocen al espejo; ocho años de Obama y casi ninguna grandilocuencia, quizás por la constante y cinematográfica repetición de lo de “la caída del imperio”, ya se sabe, de vez en cuando “una de romanos”. Un solo y escaso año de Trump y el palabro se ha subido a la torre más alta de Manhattan. Y lo que es peor, como si hubiera estado ahí, entre tinieblas, desde los tiempos de Lafayette…ya, hombre, ya sé, yo también estoy exagerando. O quizás no?

En fin, que como dijo el otro: ‘No hay sangre sin imperio, ni imperio sin sangre, o sin grandilocuencia (sic), y que aquí el más tonto hace relojes, o puede ser presidente. Yo mismo, con perdón, sangraba la dichosa grandilocuencia—por las narices, lógico—al grito, como cualquier dictadorzuelo italiano, manipulando lo de la grandiosidad, a lo grande, por decirlo así de bobamente. Me explicaré: grandes lienzos y grandes cortes fotográficos, sin contar con los problemas técnicos, los del oficio, multiplicados y asediando en cada esquina de los cuadros, y en cada ‘pixel’ de las fotos.

“Los pelillos del antiguo celuloide son, ahora, briznas digitales…”— “Matrix” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Los pelillos del antiguo celuloide son, ahora, briznas digitales…”— “Matrix” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Grandilocuencia se puede utilizar no solo con las palabras, también con las imágenes fotográficas e incluso con la pintura; solo depende del uso que le des a tu detritus cerebral. Y no es que me haya mirado al espejo, esa maldita manía, y me haya visto las ramificaciones de la grandilocuencia saliendo de las orejas, como antenas receptoras del aplauso fácil e ignorante, no es eso, es que las últimas pretensiones fotográficas se me han disparado a los espacios y cantidades siderales, que diría Diego Valor, el Capitán Espacial de la radio española de los años cincuenta del ya pasado siglo. Rebuscar hacia atrás, es lo fácil; hacia adelante es cada día más complejo.  Un recuerdo, aquí, a una de las pocas grandilocuencias “democráticas”, un avión: el Concorde. Nació y murió antes de tiempo.

 El trabajo se titula, de momento: “los mundos” (ya veremos cómo acaba llamándose, seguro que, al final, se titulará a sí mismo…) y ya se me empieza a ver el rabo de la grandilocuencia, y no hemos pasado del título. Sintetizando: tiene este trabajo, ya “tiradas” más de 24000 fotos, que se han quedado en 16000 en un primer paso por la ”pulidora”; una “limpia” de defectos técnicos y temáticos. Lo dicho: cantidades siderales y una pérdida de instrumento óptico considerable, que me ha llevado, sin remisión, la semana pasada, a una operación de cataratas, salvaguarda de un enfoque y una captación de la luminosidad que empezaban a fracasar sin remedio.

“…hacia adelante es cada día más complejo…” –- “Abstract” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…hacia adelante es cada día más complejo…” –- “Abstract” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El trabajo en sí, en sus primeros cientos, estaba falto de sencillez y algo sobrado de elocuencia solemne y casi ridícula. Lo que era al menos una tendencia que yo podía reconocer; soy el más tajante critico de mí mismo. Ahora, varios miles, muchos, después, y cuando ya algunas gentes de bien me han ponderado el producto de ya casi cuatro años de trabajo casi diario, lo que me toca es salvar todos los defectos, tachones registrados y filtrados por la contemplación. Los pelillos del antiguo celuloide son ahora briznas “digitales”, asequibles de reparar y limpiar. Altisonancias, pomposidades y algún énfasis exagerado o demasiado espectacular ¿Defectos más que declarar? Sí, claro, probablemente los que vienen voceados por los críticos de turno, lo clásicos que no dan pie con bola, sea pintura o fotografía, pero se permiten el lujo de decirte como debes hacer las cosas.

Y así voy como acelerado, uno no se puede dormir en los laureles, reducido a su propia pompa como si hubiera ganado algo o subido a alguna cima, sorprendiéndome a mí mismo usando la palabra ‘nefanda’: creatividad. Y, a mayores, el posesivo ‘mi mundo’, como si fuera “san dios”. Pero, la verdad es que me place lo que estoy haciendo, creando un mundo (o, varios) en el Nuevo Mundo, en el que me gusta sumergirme y así olvidar que estoy en el final de todo, o casi todo; un callejón con salida, pero muy mala, chapoteando y para no volver. Es la tercera edad, esa cosa tan vulgar.

“…el final de todo, o casi todo…” –- “Tannhäuser Gate” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…el final de todo, o casi todo…” –- “Tannhäuser Gate” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Quien quiera puede asomarse a mi balcón, entrando como el que entra por la puerta giratoria de un banco, por el link: luisjimenezridruejo.com/photos, donde hay una pequeña galería de tres páginas que pronto se convertirá en una mucho mayor con el añadido de unas trescientas fotos; una selección, en lo que s ha convertido lo que originalmente era un ‘top 40’ (algo así como los 40 principales). Una forma más de ver lo que estoy haciendo es entrar en mi blog: www.dustsweatiron.net, donde algunas fotos pasan a ser ‘ilustraciones’ de mis escritos. Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no? Tratándose de mí mismo…”peccata minuta”, autojustificacion culpable. No se hable más de este enojoso asunto. (sale por el foro).

(Continuará…)

Luisma, Maypearl (TX)       19 de Enero del 2019

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De Patronazgos varios

Colección “Ni Verano,ni Otoño” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Colección “Ni Verano,ni Otoño” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Esta mañana me levanté pronto, de madrugada (de acuerdo con mis estándares horarios), es decir, con el sol ya sobre las cejas y noté que bajaba un fresquito aparente. Parecía ser el primer día de otoño, lo que contrastaba con las semanas anteriores, hasta ayer con las temperaturas en los “noventas” (Fahrenheit, claro). El verano se había terminado y el fresco empezaba a hacerse de notar, he dicho antes que “bajaba”, pero esto serian “fake news” (noticias falsas), la nueva denominación para la mentira, sea falsedad, fingimiento, falacia,  farsa, simulación, o simplemente mentirijilla. El fresco, aquí, no puede “bajar”, como no sea de una dudosa nube estratosférica, porque no hay una montaña, ni siquiera una colina, en muchas millas a la redonda. Recordemos que estamos en el prehistórico fondo de un mar pelágico desecado por los siglos y tan plano como una tabla de planchar.

El caso es que caí en la cuenta de que hoy era 21 de septiembre, es decir: San Mateo; o sea: el clásico y antiguo día final de las Ferias y Fiestas de la villa de Salamanca, mi pueblo allá en la vieja España; o también: el último día de verano y el primero de otoño, de acuerdo con la “tradición”. No lo es más, las fiestas se han reducido a la semana del 8 al 15. La cuestión es quizás: quién “inventó” los patronazgos de los pueblos, derivados de la religión; con los Romanos y antes, eran dioses particulares de cada cosa. Fue la Iglesia Católica, o alguien más metió el dedo en la tarta…? En cualquier caso, la tradición vuela casi siempre cogida por los pelos y es una perdiz que cada uno marea a su antojo. Carezco de la información, y tampoco me importa mucho, del porqué y desde cuando los patronos de Salamanca son: San Juan de Sahagún (12 de junio) y la Virgen de la Vega (8 de septiembre).

Colección “Ni Verano,ni Otoño” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Colección “Ni Verano,ni Otoño” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

A mí, particularmente, me gustaría más que el patrón fuera San Mateo. ¿Razón? Ninguna. El 21 de septiembre me parece una fecha perfecta—ni verano, ni otoño—para ser el día del patrón y que así mismo fuera mi día de Navidad, mi Primero de Mayo, mi día de Año Nuevo, mi Día de la Independencia (no sé de quién, de Napoleón, quizás?). O sea, todas las fiestas concentradas en un solo día de celebración y borrón y cuenta nueva. Magnífico. Con razones de “tanto peso” se han creado innumerables tradiciones a lo largo y ancho de la piel de toro (lo siento, como siempre adorando los clichés, no me puedo resistir). No sé porque recuerdo aquí el patrón de las fiestas de Luarca (Asturias): San Timoteo, tradición “creada”, al parecer, por un grupo de señoritos oriundos de la villa, con la inestimable ayuda, probablemente, de la sidra. Ni siquiera vivían en el pueblo, solo iban allí en verano; desde Madrid, seguramente. Seguramente, también, el párroco del pueblo estaría encantado y se apresuraría a bendecir convenientemente la cosa. Todo por la causa, aunque sea de cachondeo.

Me cabe aquí invocar al espíritu de la primera promoción de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca, en España, la archifamosa y tradicional. No es difícil, juntábamos un grupo original, de diferentes caletres, incluidos varios fantasmas, entre alumnos y profesores, había gente para todo. Hoy, quiero solo recordar mi directa participación en una de estas tradiciones instauradas a “dedo”, o “dedocráticamente”, por unos pocos y de total cachondeo. Era allá por los primeros años ochenta del pasado siglo, se acababa de crear la nueva facultad, y nos salía la dichosa “creatividad” hasta por las orejas. Un grupo de alumnos, con algún profesor entreverado, “decidimos” otorgar a San Marcos el patronazgo de nuestra escuela y retener un día, o varios, de convenientes festejos patronales. Quiero suponer, y espero, que dicha “tradición” continúe a lo largo de los años, ya más de treinta (quién lo diría!) y no haya sido flor de un día, o de aquella primera promoción, por buena que fuese. Obvio es anotar que la elección de dicho “santo patrón” fuese porque las pinturas y los cuadros casi siempre necesiten el realce de los “marcos.”

Colección “Ni Verano,ni Otoño” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Colección “Ni Verano,ni Otoño” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Los pueblos americanos, salvo “honrosas” excepciones, no tienen santos patrones, ni nada que se le parezca, ni siquiera aquellas poblaciones que, de por sí, llevan nombres de santos: San Luis, San Francisco, San Diego, y cientos más. Debe ser lo de la separación de iglesia y estado. O será que los “fundadores” del país, contrariamente a la creencia popular, no fueron los llamados: “padres de la patria”, sino un montón, cientos y cientos de tribus (naciones) nativas de estas tierras y que no sabían, por supuesto, nada de santos cristianos. Sí sabían de praderas, búfalos, piélagos, más de nomadeo y caza que de agricultura…de montañas y bosques y todo aquello que hace de este país, una maravilla…tanto que uno se pregunta: como sería esto antes de 1492, antes de los famosos “conquistadores”? ¿Y… quién conquistó a quién? Belleza cruda y difícil para aquellos primeros “turistas” europeos que buscaban Asia y El Dorado…

Maypearl (Texas) es el pueblo en cuyo término está el rancho de S., en el que vivo, pura pradera verde tejana, veinte minutos al suroeste del centro de Dallas. Pequeño lugar, hace cuatro años éramos ochocientos cincuenta habitantes en el pueblo y un montón de también pequeños ranchos y fincas rústicas, alrededor. El sitio son dos calles, una de ellas es la carretera pasando por el medio, como antiguamente en Castilla, la comarcal FM 66 (Farm to Market 66). Sin bares, ni restaurantes, ni hotel…solo dos gasolineras, dos bancos y dos iglesias, las cosas a pares parecen más, un supermercado suficiente y una escuela secundaria de bachillerato, moderna y correcta, mezclando lo científico y las humanidades. Un auténtico “dormitorio” en medio de la pradera, sin ninguna posibilidad de vida social, que por otro lado, en esta parte del pais es inexistente, incluso en pueblos muchísimo mayores.

Colección “Ni Verano,ni Otoño” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Colección “Ni Verano,ni Otoño” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

El enclave nació a mediados del siglo XIX, alrededor de una estación-apeadero del ferrocarril algodonero, con un banco-cárcel, una cantina-iglesia y cuatro, literalmente, casas-casas, presididas por su inevitable “watertower” (depósito de agua) al final de un tramo de vía muerta. Todo muy de película hollywoodense, incluido el hecho de que los fundadores del lugar quisieran “homenajear” al prócer dueño del ferrocarril asignándole el nombre unido de sus dos hijas, May y Pearl (Maya y Perla). En fin, que a mi vez, no me cuesta nada hacer una petición formal, de viva voz, en un Townhall Meeting (reunión municipal) para que se nombre a las “santas”: May y Pearl, patronas del pueblo y, sobre todo, para que se celebren fiestas, que toda ocasión es buena. Lo único es que a lo peor, y ya de mayorcitas, no fuesen ni santas, ni vírgenes y no se tiene noticia de que las niñas fueran mártires. No importa, en las películas de Hollywood vale todo. “Nobody is perfect”. Es cosa sabida…                                                                                                                                                                                                                                                                                

Luisma, Maypearl (TX)                  3 de Noviembre del 2019

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Retrato de Pintor (XVI)

Paul Cézanne. “Self-portrait” (Oil on canvas)

Paul Cézanne. “Self-portrait” (Oil on canvas)

Hay una banda de color púrpura-cárdeno en la confusión del horizonte y la falda de la montaña Santa Victoria, donde siempre se pierden los ojos del pintor. Era un color difícil, coalescente momentáneo, pero lo ha pintado ya tantas veces que se ha vuelto familiar a sus ojos y a sus sentidos. Desde detrás de la montaña es por donde llegan siempre las tormentas, sobre todo después de mediodía. Hoy no va a ser menos y brilla ese fulgor increíble, como de otro mundo, que anuncia el momento de plegar los trebejos y desmontar el caballete. Volver a casa antes de que se desencadenen los vientos y las aguas frías de la tempestad. Pero, el pintor está en sus ensoñaciones, cierra los ojos y reclina su espalda sobre la hierba del desmonte, donde posa los avíos de pintura. “Sin duda hay cosas en la naturaleza que aún no se han visto. Si un artista las descubre se abre el camino para sus sucesores.”

Un pensamiento va y otro viene, y todos revoloteando en su cabeza. Le pasa mucho, últimamente. Le concierne su propia salud, su diabetes. No se le han ido las ganas de pintar, lo hace todos los días, pero aguanta cada vez menos a la gente a su alrededor, excepción hecha de algunos amigos. Mira su bastidor, con la mancha en el lienzo a medio componer y mira al fondo del valle. Piensa en voz alta: “No hay que pintar lo que nosotros creemos que vemos, sino lo que vemos. El artista no percibe todos los aspectos de una cosa, pero los siente. El ojo absorbe … el cerebro produce formas.” Cézanne entorna los ojos y respira todo lo profundamente que sus pulmones le dejan. Hace rato que los olores anunciaron la tormenta. La soledad no le molesta, para él es un bálsamo.

Paul Cézanne. “Mountain Saint-Victoire” Oil on canvas.

Paul Cézanne. “Mountain Saint-Victoire” Oil on canvas.

Ha dejado el pincel y cubierto el bote de la trementina. No se siente bien y respira entrecortado. Sigue pensando: “El tiempo y la reflexión van modificando paulatinamente nuestra visión, hasta que por último llegamos a comprender. Yo estaba muy contento conmigo mismo cuando descubrí que la luz solar no puede reproducirse, ni siquiera fotográficamente, sino que tenía que ser representada por otra cosa… por el color.” La mente se le va a París, para recordar a todos esos chicos jóvenes que pintan, Matisse, Picasso, adora su solicitud, no dejan de hablar bien de él, le llaman padre, y aprende mucho con ellos. Aprende, también, a tratar con la nueva sociedad. “Las personas que dicen que el artista es siempre inferior a la naturaleza, son idiotas.” Y abundando, para el gran público: “Lo más seductor en el arte es la personalidad del propio artista.” En esto se adelanta un siglo entero a su tiempo.

“Trigueros #1” (Acrylic on canvas, detail) Painting by luisjimenezridruejo.com

“Trigueros #1” (Acrylic on canvas, detail) Painting by luisjimenezridruejo.com

Así como el gran público le importa un bledo, es rico por casa, no le debe nada a nadie y no necesita la pintura “para comer”, es muy consciente de sus limitaciones y fallos, rompe mucho de lo que pinta. Selecciona. “La pintura de por si es condenadamente difícil. Siempre piensas que lo tienes, pero no es así. El artista debe despreciar todo juicio que no esté basado en una inteligente observación del asunto. Debe precaverse contra el espíritu literario, que tan a menudo provoca que el pintor se aparte de su verdadero camino—el estudio concreto de la naturaleza—para perderse en largas e intangibles especulaciones. El pintor debe reflejarse en su propio trabajo, debe responder no con palabras, sino con pinturas.” Si uno va a la sala de Cézanne, en el museo d’Orsay, en París, la mayoría de sus obras maestras alineadas en el fondo de la sala son cuadros pintados hacia el final de su vida, a mediados de sus sesentas. No es lo normal en los artistas pictóricos. Pintaba algo, lo repintaba, y lo volvía a pintar una y otra vez. A veces cortaba sus lienzos en trozos, al final de algún momento de frustración. “No puedo conseguir la intensidad de lo que capto con mis sentidos.”

“Bañistas” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Bañistas” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Contempla, a lo lejos, la montaña Santa Victoria, telón final de esta tarde tenebrosa. Detrás, un precipicio de pensamientos, una retahila de recuerdos. Funambulismo sobre lo diverso… Rememora: en algún momento de su vida, Cézanne cambia los colores de su paleta, de un cierto tenebrismo ‘a la Caravaggio’ y mucho uso del velazqueño verde español, también llamado verdigris, a unos coloridos mucho más brillantes, adaptados a sus flirteos con el Fauvismo, una vez imperante en la no-academia parisina. Esos colores brillantes que alguien definió como: coalescentes (que se fusionan o se combinan) y que conforman el colorido ‘maduro’ de su pintura. No sabe lo que el nuevo siglo le traerá. “Quiero conseguir la perspectiva a través solo del color (un principio claro de la Abstracción), teniendo en cuenta el fondo de la pintura con el mismo cuidado que el sujeto (otro principio de la Abstracción). “Somos los prehistóricos de un arte que ha de venir.”

La última vez que habló con Pisarro y Matisse, ambos coincidieron en que, pintando su privado y familiar paisaje en Provenza, Cézanne ha cambiado la manera en que las nuevas generaciones verán el mundo. El olor verde de los campos provenzales y el perfume de mármol de Santa Victoria, la cantera Bibemus, la montaña de sus cuadros y al mismo tiempo el mantel de sus bodegones, alguien se lo desveló. Dibujos de trazo rápido, corajudo, y una manzana, con la que pretendía sorprender en Parí7s… Es el final, Manet, Monet, Pisarro, Renoir y otros van ganando aceptación, él se aísla pintando furiosamente, ridiculizado por los críticos y atendiendo más a la profundidad que a la superficie, estudiando a tope la naturaleza. Cuando nadie tenía mayor interés en sus pinturas, a veces las dejaba abandonadas en los campos o en las casas que usaba como estudios eventuales. Ahora mismo, mareado, su cabeza se está dejando ir en un torbellino de pensamientos y recuerdos… “Que lejos quedan aquellos tiempos del principio, cuando con la pintura lo único que quería era hacer gritar a la gente…”

“Verdigris in the cornfield” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Verdigris in the cornfield” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Las luces de la tormenta se han ido paulatinamente, ya solo queda ese color verdigris que tanto gusta a los pintores clásicos españoles. “Ah! Velázquez, que gran artista! ¿Como llegar a tanta perfeccion? ¡Harían falta más de dos vidas, y aún así!” A Cézanne se le va la mente recordando “Las Meninas.” Todas las preguntas sobre su pintura y sobre La Pintura, están contestadas allí, en ese cuadro maravilloso…Ya escampa, la tormenta se ha ido, esta vez silenciosa y traidora, le ha dejado completamente empapado y entumecido, y va cayendo la noche, un escalofrío prolongado le recorre la espina dorsal. “Parbleu! Me estoy enfermando…”

Paul Cézanne murió de una neumonía, adquirida por seguir pintando al aire libre, durante una tormenta, era un veintidós de octubre de mil novecientos seis.

Luisma, Maypearl TX                 7 de Octubre del 2019

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50 años después… y quinientos antes (Notas para la celebración de medio siglo del viaje a la Luna del Apolo 11)

Misión Apolo 11. Comandante Neil Armstrong y pilotos Buzz Aldrin y Michael Collins

Misión Apolo 11. Comandante Neil Armstrong y pilotos astronautas Buzz Aldrin y Michael Collins

Camina lentamente, el paso acompasado a las notas de las vihuelas y caramillos; inhiesto, aunque no marcial, cojea ligeramente, este es, por fin el momento de una vida, buscado sin tregua. Toda la nobleza, apresurada a estar en Sevilla, abriendo calle al ayer nombrado Almirante de Castilla y de la Mar Océana. El señor Don Cristóbal Colón, también otorgado ayer: Duque de Veragua, de ver mucha agua, ha concitado a todo el mundo, desde hoy el Viejo Mundo. Bajo los altos cruceros de la Catedral de Sevilla, es el Tedeum de la católica Reina Isabel, celebración del primer viaje a América. Han pasado quinientos años, desde los también altos cruceros de Manhattan se abre paso, lentamente, la gran comitiva de automóviles descapotables que exhibe al Almirante del Mar de la Tranquilidad y del Gran Espacio Exterior: Astronauta Neil Armstrong y a los pilotos astronautas Aldrin y Collins, modernos hermanos Pinzón. Como aquellos cosmonautas, caen volando desde las alturas miles y miles de papelillos revoloteando, es la “ticker-tape parade”, la celebración a la americana del primer viaje a la Luna. El Nuevo Mundo se hizo Viejo ese día. ¿Que otros mundos, aunque sean vacíos, faltan por celebrar?

Fueron dos viajes muy arriesgados, similares, hacia lo desconocido—lo único a lo que tenemos realmente miedo—el mundo y sus confines es para los audaces, el universo también. Durante las, más o menos, seis horas que dura la travesía hacia América en avión comercial, mirando allá abajo, las olas del Atlántico; uno se figura lo que debió ser la desolación en tantos días de navegación, de tanto ‘ver agua’. Al menos los tres astronautas del Apolo 11 sabían, casi todo, lo que les esperaba, aunque el más mínimo misterio era objeto de dudas corrosivas. Recuérdense los eternos minutos en el último escalón del Módulo Lunar, antes de decidirse a dar el primer paso en la Luna. Quizás todo era la realización de la inmensidad de la pequeñez humana, algo que siempre se nos olvida en otros momentos. Que ha cambiado desde aquella noche lunar frente a una pantalla de TV en blanco y negro, aparte del color? De repente, todo empezó a ser en color.

“ La Luna está vacía, pero es una magnífica desolación” (Buzz Aldrin)

“ La Luna está vacía, pero es una magnífica desolación” (Buzz Aldrin)

Las preocupaciones parece que vienen siendo las mismas o parecidas. Los navegantes de hace cinco siglos pendientes de la flotación en una cáscara de nuez. Los astronautas de ayer, pendientes del próximo ruido sin interpretación, entre los miles de cachivaches de la cápsula. Todos rodeados de espacios desconocidos, abismos insondables entonces, al igual que hoy, en un espacio exterior, y de medición tan ‘absurda’ como incomprensible, o diría mejor: inabarcable. El ritmo de las aguas batiendo incesantemente las bordas y el viento sacudiendo las jarcias y las velas; a poco que se suban tres pasos de una escala, se apercibe la sensación de estar en la cáscara de nuez. Y, en la noche no mirar a las olas, mirar a las estrellas. Quinientos años después, el silbido de un movimiento inapreciable a pesar de la velocidad, el crepitar de los números electrónicos de aquellas ventanillas de ordenador, simulando un motor impulsador inexistente. Ambas navegaciones sin referencias visuales. Solo las estrellas durante la noche. Solo las estrellas durante el día. Igual, pero no lo mismo. “…Y el mar dará a cada hombre una esperanza nueva, igual que el dormir trae sueños del hogar.” (Cristóbal Colón).

Son ya cincuenta años y parece mentira, como ha pasado el tiempo y no se ha vuelto a la Luna. Desde que terminó el programa Apolo, tampoco nadie ha querido ir más lejos. ¿Para qué?  Pareció mentira? Muchos hablan de conspiraciones, falsedades, puestas en escena, montaje televisivo. Hemos leído de todo, opiniones mil, fundadas o no, da igual. Fue una carrera muy dura y enconada con los soviéticos y esa pugna fue la verdadera razón de tal gasto extraordinario y posiblemente desproporcionado. Fue otro episodio de “La mía es más grande” y aquel espectáculo mundial costó, como decíamos en aquellas calendas: una millonada; incluso con cesiones de otros proyectos científicos a la carrera espacial. Se crearon, ya para los restos, auténticos equipos selectos de trabajo, nada que ver con lo deportivo y surgieron, como por ensalmo, historias de heroicidad que prendieron en los corazones de las gentes. Todo por dos horas, treinta y un minutos y cuarenta segundos de estancia en la superficie de la Luna, el tiempo de un partido de futbol, con prórroga…Aldrin dijo al echar pie a luna: “La Luna está vacía, pero es una magnífica desolación”… nada que me sorprendiese a mí, yo he estado muchas horas “en la luna”, y sin traje espacial.

“…tampoco nadie ha querido ir más lejos…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…tampoco nadie ha querido ir más lejos…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Y si quinientos años antes era la melenita de D. Cristóbal, moda del tiempo en todos sus retratos, hace cincuenta era el “crew cut”(corte tripulación) de Mr. Neil Armstrong, comandante del Columbia, corte de pelo que, salvo en EEUU, se llama “a la americana”. El astronauta nació en Wapakoneta, Ohio. USA está lleno, por supuesto, de nombres indios en sus mapas, en este caso territorio de las tribus Otawa, Seneca y Shawnee. Una fábrica de mantequilla y una planta de neumáticos “Goodyear”, para los entonces tres mil habitantes. Tampoco me sorprende a mí que vivo en tierras de Waxahachie, Texas, indios Tonkawa y con la nación Apache muy cerca, en términos tejanos, realmente tres horas de coche o un día y medio a caballo, hasta sus límites, la nación Apache es casi tan grande como España. El principal atractivo de Mr. Neil era, qué tiempos aquellos, el ser un hombre calmado y tranquilo, a semejanza de Charles Lindbergh, el famoso piloto solitario. Eso fue lo que decidió que fuera el primer hombre en pisar la Luna. Eso y el hecho de ser un civil entre militares, una posición de imagen ante el mundo.

Fue una cuestión humana, la punta del iceberg, los que arriesgaron sus vidas fueron los tres astronautas. Una visita al museo Aire y Espacio en Washington D.C. ofrece una perspectiva muy clara y tangible de lo que fue aquella aventura; contemplar al mismo tiempo, el primer aeroplano de los hermanos Wright y el Módulo Lunar, a los que solo separan unos metros y 66 años. Armstrong, que como ellos era de Ohio, llevó hasta la Luna un pedazo de madera y tela de aquel aeroplano y los trajo de vuelta. Sin embargo, detrás de todo aquello, había 300 millones de americanos, 400.000 científicos, ingenieros, técnicos y trabajadores, y no solo eran americanos. En los puestos de decisión había mucha gente relativamente joven; en Misión Control Houston, la edad media era de 28 años, como pasa hoy día en los laboratorios y empresas de AI (Inteligencia Artificial) o en Robótica. La ciencia solía ser un señor con luengas barbas, pero ya no son blancas.

“…aunque el más mínimo misterio era objeto de dudas corrosivas…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…aunque el más mínimo misterio era objeto de dudas corrosivas…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Armstrong apostó que las posibilidades de alunizar con éxito, eran solo “fifty/fifty” (el cincuenta por ciento), pero llegaron y estuvieron un día en la Luna, un poco más de dos horas en la superficie del satélite por excelencia, entrando y saliendo del LM. Pico y pala, cargaron un par de bolsas de roca lunar, tiraron unas cuantas fotos, merendarían, supongo. Un rato después, plantaron la bandera de EEUU, tan cerca del Módulo Lunar que el rebufo del motor de arranque, al terminar, la hizo caer, y con las prisas así quedó para los restos. Se volvieron para la Tierra, corriendo como alma que lleva el diablo. Una excursión un tanto costosa. La estimación de la cantidad de gente que vió, en directo por TV, el alunizaje en algún momento, fue de más de 600 millones de personas. Julio, calor, en 1969, en un bar de tele en blanco y negro, con una cerveza y una de patatas bravas. Todos los que teníamos uso de razón, tenemos alguna imagen de aquel día grabada para siempre en nuestra imaginación.

Luisma, Maypearl TX      2 de Septiembre del 2019

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Amaneciendo…que no es poco

“…desde el estudio, justo cuando los primeros rayos del Sol, que se abren paso por entre la maraña, al otro lado de la piscina…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“…desde el estudio, justo cuando los primeros rayos del Sol, que se abren paso por entre la maraña, al otro lado de la piscina…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Amanecer y yo, no eran palabras amigas, a menos que fuera al final de una noche de farra o que hubiera una buena razón fotográfica, nieve por ejemplo, para abrir el ojo tan temprano. Pero, los tiempos cambian. Hoy día, después de años de abstinencia, amanecer es abrir las puertas dobles que dan al estudio y sucede más a menudo de lo que hubiera pensado. El caso es que amanezco (que no es poco) y así llevo unos cuantos días, amaneciendo a la hora del amanecer, no sé si debería poner: “como Dios manda”; lo que quiere decir: no las primeras luces, que esas ya llevan un rato aclarando, poco a poco, las negruras del dormitorio-biblioteca-salón de TV-cuarto de costura-gimnasio y nunca comedor, en realidad quiero decir: el aparecer de los rayos del Astro Rey (lo siento, no he podido resistirme, me encantan los clichés).

Últimamente, me estoy acostumbrando a ver amanecer desde el estudio, justo cuando los primeros rayos del Sol, que se abren paso por entre la maraña, al otro lado de la piscina, despuntan en las cornisas y baten los ventanales del estudio. Esta actitud mía, lleva premio incluido, además de las luminarias naturales, esto es: ver bañarse y nadar a la náyade, S., que cuida de su belleza tanto como de su piscina. Mi náyade, al fin y a la postre es americana clásica y se acuesta con las gallinas y se despierta con el gallo del vecino, aunque este gallo no cante al amanecer, por alguna confusión existencial. Algunas veces canta a las cuatro de la tarde, solo él sabe porqué. Pero, una luz es una luz (fotográfica) y si es buena, ‘París bien vale una misa’ y estos momentos se retienen y recuerdan por siempre.

“…una luz es una luz (fotográfica) y si es buena, ‘París bien vale una misa’… (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“…una luz es una luz (fotográfica) y si es buena, ‘París bien vale una misa’… (Photography by luisjimenezridruejo.com)

S. inaugura sus días exhibiendo su palmito y sus habilidades natatorias. Un espectáculo de luz y color porque coincide con la batalla de la neblina y el resplandor del Sol, que aunque sea una ‘estrella enana’ siempre gana la pugna. Ahí queda, cada mañana, ese rato de imágenes pirotécnicas, brillos y rebrillos, piques y salpiques, juegos de agua y reflejos facetados en los cristales y en el baile del oleaje en las costas de la piscina (!?). Una delicia. Los recuerdos son como los trenes de mercancías en Pittsburgh, que nunca sabias cuándo iban a volver a pasar, o ni siquiera si iban a volver. Así que, más vale apuntarlos, antes de que, por un casual, se esfumen definitivamente. 

Ahora que lo pienso, y sin ánimo de comparanza, agua, neblina y belleza, recuerdo un amanecer, años ha, en Salamanca, en España. Hay cinco poblaciones en EEUU con el mismo nombre de mi pueblo, y treinta y un pueblos o ciudades que se llaman Springfield. Pero, no te despistes Luisma, que no estamos en Ubeda. Estabamos en la aceña de La Flecha, en el Tormes, con las piernas dentro del rio, en compañía de A., que era una náyade con una particularidad excepcional: no sabía nadar, aunque ese no era el mayor de sus problemas. Tenía cientos. Por poner un ejemplo: dormía todas las noches en una colchoneta de yoga, en el suelo, con una vela encendida en cada esquina de la “cama”. Intento acordarme de su apellido y no puedo. Nunca he olvidado la imagen de aquel amanecer. Bebidos, vestidos y metidos en el cauce, el agua por las rodillas, un espacio diáfano y la neblina a partir de la cintura. Las cabezas sobresalían en el banco de niebla, los peplos habían desaparecido momentáneamente, lanzados hacia la orilla. Una imagen inenarrable. Puedo olvidar palabras, pero jamás una imagen. Es el patrimonio que me ha concedido la fotografía después de tantos años de mirar por el ocular.

“…puedo olvidar palabras, pero jamás una imagen…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“…puedo olvidar palabras, pero jamás una imagen…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Puestos a recordar, la palabra amanecer siempre me brinda recuerdos y a menudo imágenes de otras imágenes. En movimiento. Películas. Autores o directores de ellas. Primum inter pares: José Luis Cuerda, autor y director español, profesor y sin embargo amigo, durante un par de años en la facultad de Bellas Artes de Salamanca. Profesor de cine, aunque Cuerda puede ser profesor de cualquier cosa, solo con abrir la boca. Aún están vívidas en mí sus palabras de presentación en su primera clase, con el aula atiborrada, que hubiera necesitado del paraninfo: “…conmigo no sé si vais a aprender a hacer cine, pero lo que si vais a aprender es a ser mejores espectadores de televisión…” Profesor de vida, algunas personas tienen este don. Cuando me vine a este país, estaba en el proceso de rodar una de sus mejores películas. Desde lejos y tanto como podía, seguía las vicisitudes del rodaje, incluido el uso del todavía incipiente Internet. Escenas soñadas, una vale más que mil, no hay palabras…la escena de La Guardia Civil disparando al amanecer contra el sol naciente, fusilándolo. Inmarcesible.

“…la escena de La Guardia Civil disparando al amanecer contra el sol naciente, fusilándolo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“…la escena de La Guardia Civil disparando al amanecer contra el sol naciente, fusilándolo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

El título de aquella película de José Luis Cuerda es: “Amanece, que no es poco”. Este post es, claro, un homenaje de “la monja” (así me motejó Cuerda desde el principio) al autor-director y “profesor de televisión”. De aquellos tiempos en que premiaban la frescura, la ilusión, el intelecto y el humor, sí que tengo nostalgia; un veneno que por otro lado no me corroe, aunque lo parezca. Fue simplemente un espejismo, un oasis en el desierto. Y como todos los espejismos, visto y no visto, duró muy poco tiempo. Tiempo, mejor mucho que poco y amaneceres, es lo único que ya necesito…

 

Luisma, Maypearl TX         7 de Agosto del 2019

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Todo es posible en Granada

“…incluso que una mujer a caballo, hace más de quinientos años, junte allí todas las piezas de un reino, después de ochocientos años de lucha.” (painting by Francisco Pradilla; photo-art by luisjimenezridruejo.com)

“…incluso que una mujer a caballo, hace más de quinientos años, junte allí todas las piezas de un reino, después de ochocientos años de lucha.” (painting by Francisco Pradilla; photo-art by luisjimenezridruejo.com)

Cuando te achacan, el vivir en una película americana de serie B (lo cual nunca he negado) empiezas a pensar que al irte de “paseo” a España, sigues viviendo, en otra película clásico-folclórica española, digo, una de Manolo Escobar o de Alfredo Landa. Sería bueno llegar a lo de una de Almodóvar, pero mi condición de mal actor, sobreactuado y melodramático, me lo impide. El caso es que lo de mi vida en serie B, me hubiera gustado que fuera un “western”, una del Oeste como las que soñaba de pequeño. Esas películas donde la gente muere como Dios manda: a balazos, cayendo como un saco de patatas en el polvo, mordiéndolo, si se tercia; o salpicando barro, si la película es de Leone. Cualquier día puedo terminar aprendiendo a morir, en blanco y negro o en Tecnicolor del bueno, del que se evaporan los colores con el tiempo.

No me va a quedar más remedio que “aggiornarme” (Sergio Leone sea loado!) para la ocasión, por ejemplo: aprender a montar a caballo. Un tejano que no monta, no es muy tejano. Solo una vez lo intenté y descubrí que los caballos tienen vida propia y no tienen motor. Tendré que consultar con los más viejos del lugar, para ver si me condonan lo de montar a caballo con el conducir una “pick-up truck” (camioneta) roja y polvorienta. Por aquí, todos los caminos están asfaltados, pero ‘a falta de pan’ la meto por las tierras y el bosque para que coja patina. El desierto, uno de ellos, queda como a unos dos días de camino de aquí, hacia el suroeste. Se me sublevan las mientes, ahora que se habla tanto del dichoso muro con México. La mayor imbecilidad que he podido oír en décadas. Imaginad una cabalgada con tiroteo teniendo que detenerse ante un monstruoso muro de acero y cemento…

“Mundos verdes, incontables matices, mil batallas…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Mundos verdes, incontables matices, mil batallas…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Ya me enrollé, y no era de esto de lo que hoy quería hablar. Me patina la neurona y también, bastante, la memoria. Ya ni me acuerdo de que iba lo de “Todo es posible en Granada”. ¡Ah!  Si… de llevar mucho tiempo en este país. Ahora que he vuelto a Texas, todo me parece extraordinario y las más de las veces: bello, y hasta cambiado y nuevo, aunque sea todo lo mismo. ¿Será que he debido cambiar yo?  ¡Así lo veo en las fotos de cuando llegué aquí, hace ya casi treinta años —quien lo diría!  La primera década viviendo en Houston y viajando mucho, luego unos meses en Wheeling (West Virginia) y acto seguido en Pittsburgh (Pennsylvania), años y años, hasta que me dí la vuelta y sin resquemor, ni resentimiento ninguno, trasladé cuatro cosas, pocas, y una burbuja grande de atmosfera y vivencias de la casa, con “ella” dentro.

El aire que respiraba no era Pittsburgh, era ella, S. (léase, Ese Punto). En pocos años se me han borrado un montón de vivencias y de personas, que eran o fueron el acontecer diario de mi vida. Pasmosamente preciso es el olvido de todo lo no tiene que ver con ella. Ahora, cuando diariamente contemplo y admiro la pradera, los cielos tejanos tan abiertos y mi vida tranquila y retirada de los jaleos de la urbe (Dallas), de la que solo veo los resplandores nocturnos, ese olvido me parece que siempre ha sido así, o que siempre debía haber sido así. El único resquemor, y ahora con resentimiento, es que tengo la edad que tengo—setenta y cuatro—, algo que no se puede cambiar. Ya se me han vuelto a escapar las mientes a Granada, incluido el Palacio Rojo, un sueño habitual que está en mi imaginación, gracias a lo fresca y muy usada que la tengo, y al YouTube, todo hay que decirlo.

“Evocando timbales, trompetería y gente a caballo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Evocando timbales, trompetería y gente a caballo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

El tiempo ha corrido a borbotones líquidos y para recordar lo pasado, sin apenas nostalgia, necesito despertarme con la frescura de mente necesaria para recordar cosas. Por ejemplo: hoy salí al porche del estudio, muy de mañana y ‘sentí sensaciones’ (¡el señor de Cervantes me valga!) familiares, un airecillo abulense, serrano, digno de la chaqueta de pana que no tengo. ¡Me calé una gorra de béisbol, de color amarillo-limón, haciéndome a la idea de que era una boina negra, manoseada en cien soles a mediodía y eché a andar por una vereda del bosque, pensando—pobre de mí!  —que de un momento a otro encontraría un frontón, de piedra fregadera, claro, con su bancada de asiento y una buena fila de jubilados. Lo digo como si no me diera cuenta que ya soy uno de ellos. Cuento con que algún placer oculto ha de haber en charlar, con personas que no conoces, de la próstata y los otros mil achaques que me atenazan. Por ejemplo, de como una mujer puede ser reina quinientos años antes y no puede ser presidente quinientos años después.

Naturalmente, aquí ni siquiera hay un mal muro de sillar de piedra y, por tanto, nada de grupos de jubilados de los de boina y cayada, ni de ningún otro tipo. De manera que la supuesta conversación se queda en un parco soliloquio, en la orilla del lago, tratando de aleccionar a los patos, que no muestran ningún interés en mis problemas. Nada produce una mayor sensación de vacío que esos patos nadando silenciosamente. Todo es más grande y más impresionante en Texas, cosa sabida. Descubriendo mundos verdes y de cien mil matices, en imágenes con una tremenda capacidad de evocación de otros universos que están dentro de mi. Y de igual manera todo es posible aquí, como todo es posible en Granada. ¿Y de que iba todo esto?  ¡Ah! De que Texas es grande y este mundo es enorme, siendo tan pequeño en el Universo. Hace poco, por primera vez, sentí el silencio del universo, que es lo mismo que nuestro silencio interior, mirando la luna, tan cerca, en un telescopio. Si lo podemos imaginar, todo es posible.

“ Isabella of Castille, Queen of Spades in another world…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“ Isabella of Castille, Queen of Spades in another world…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

No es pues extraño, aunque si sorprendente, lo que me pasó en La Alhambra, hace un par de años en la cola de entrada al Palacio. Tres puestos más atrás de nosotros, apercibí una cara conocida, era una pareja y el hombre me resultaba familiar, la cola se apretó con más gente llegando y quedamos las dos parejas casi pariguales. Hablaban en inglés, inglés americano, y reconocí el acento de Pittsburgh. Al pronto, el hombre me encaró y me espetó: ¡Ya está! —Sabía que lo conocía, ¡no se me escapa una cara!  Ud. Es el señor del Mallorca Restaurant, en el South Side de Pittsburgh…Y al pronto, yo caí en la cuenta: ¡Y Ud. es un policía del Precinto 3 de mi barrio, South Side, en el cuartelillo a 200 metros de mi casa…! ¡Nunca habíamos hablado, pero nos conocíamos de vista y nos veníamos a encontrar y reconocer en…las puertas de La Alhambra, a miles y miles de kilómetros de nuestras casas!

Lo dicho: “Todo es posible en Granada”, no es solo una expresión clásica popular y el título de una película de serie B de los Años Treinta, también parece ser un hecho consumado en ‘mi película personal’. Por lo demás, algún día me decidiré y jugaré a la Lotería, ya vienen siendo muchas coincidencias. Veremos. De momento, sigo fotografiando estos y otros mundos, haciéndolos posibles. ¿A saber porqué…?

Luisma, Maypearl TX    24 de Junio del 2019

 

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Otro museo americano

S. (Ese punto) de incógnito, junto a la “cabeza” de Jaume Plensa, en Dallas Meadows Museum of Art. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

S. (Ese punto) de incógnito, junto a la “cabeza” de Jaume Plensa, en Dallas Meadows Museum of Art. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La galería de arte es la hostelería de la pintura, la escultura y las artes gráficas. Ahí viven los cuadros, provisionalmente, desde que salen del estudio del artista hasta que encuentran acomodo en las casas de los coleccionistas, inversores o compradores privados. Hoy, el “negocio” del arte ha cambiado y ya corre la venta de arte por Internet, lo que ha puesto en delicada situación a muchos galeristas que hasta final del siglo pasado se mantenían bastante bien con sus ventas. El pintor de cuadros ya no es pintor de “cuadra”, los “equipos” de artistas “exclusivos” de galerías, incluso las especializadas, ya no encuentran el dinero galerista suficiente (hay galerías que retienen ya más de un 70% del precio marcado al público) para cubrir los gastos, o para mantener una carrera, o la vida pública que se le supone a un artista de éxito entre el “gran público”.

“El Prado en la pradera” Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

“El Prado en la pradera” Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

El otro destino final de la pintura es el panteón de los cuadros ilustres, el más o menos “pequeño museo” ciudadano y, eventualmente, el Olimpo de los grandes, el gran museo nacional con sus grandes colecciones, en las (grandes) capitales. Allí es donde duermen “el sueño de los justos” y están expuestos eternamente a los dimes y diretes de ese dudoso “gran público”, la Armada turística. Tambien expuestos, ocasionalmente, a los embates de los mastuerzos de la crítica, astifinos y berrendos en negro, monstruos como salidos de un particular “Game of Thrones”, que con el teclado en el puño se producen al respecto, y a su aire, con mezcla de envidia e impotencia. No se puede llegar—si es que hay que llegar a algún sitio—con la pintura y el arte, ni más cerca, ni más lejos. Se advierte, claramente, y no es cosa nueva en mí, que no doy un bledo por la opinión, salvo honrosas excepciones, de los clásicamente llamados: críticos de arte, y sus elegancias. ¿Como no tienen otra que decir han acusado, desde siempre, a mi pintura de “elegante”… a saber cómo?  De fotografía, ni siquiera pretenden entender, se retorcerían como diablo con escapulario.

“Siempre me ha gustado ‘pasarlo bien’ en los museos.” Meadows Museum, Dallas (Texas). (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Siempre me ha gustado ‘pasarlo bien’ en los museos.” Meadows Museum, Dallas (Texas). (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Sin embargo, no todo son los grandes museos. Tambien están, y son legión, esos otros “pequeños” museos, en las capitales de los estados, cincuenta son la Unión, lo que realmente da para mucho museo. Más las grandes ciudades que no son capitales de estado, pero mantienen famosos museos y extraordinarias colecciones. Chicago, Houston, Los Angeles, S. Francisco… Y otras ciudades no tan grandes, sostienen colecciones que usan como atractivo ciudadano, buscando cubrir nuevos desarrollos. Fundamentados gracias a las pinturas “heredadas” de magnates de la economía y los negocios, prontos a negociar con las Administraciones, municipales o federales, unas fundaciones que cubren los increíbles impuestos que si no tendrían que pagar. Estos “otros” museos, algunos deliciosos, son generalmente pequeñas colecciones de arte, con un denominador común: una o dos pinturas por artista célebre, de relativa calidad (escasean, y cuesta mucho adquirir obras maestras de determinados artistas punteros.)

“Playa de Portici” Oleo de Mariano Fortuny. Colección Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

“Playa de Portici” Oleo de Mariano Fortuny. Colección Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

El “relleno” de estos museos se produce con pinturas y obras de artistas de “segunda”, algunas magníficas y elevadas a la categoría de museables. Son objeto de regalos tasables por parte de grupos de ricos-hombres, también de segunda, listos a “frotar codos” con los de escala superior. El resultado son estos otros museos, más o menos bien dirigidos y dotados, que se visitan con agradabilidad y están sujetos a la posibilidad de encontrar, por casualidad, alguna obra realmente interesante. Este es el caso del Meadows Museum of Art en Dallas (Texas), un museo “grande pero pequeño” y que muy al uso de la grandilocuencia tejana aquí se le llama: “El Prado en la pradera”, quizás por su colección de arte español, la más grande de USA y que no seré yo quien critique. Y sería fácil hacerlo, por ejemplo: hay un retablo gótico, dicen que de un monasterio aragonés, limpito, reluciente y con sus dorados rechamantes, y que más parece “nuevo” que restaurado, en fin…Relativamente “moderno”, el museo ocupa un enorme “caserón” clásico, neo-paladial, de cincuenta años de edad, completado en 2003 y cedido a SMU (Southern Methodist University) por el multimillonario Algur Meadows, con el dinero de su compañía petrolífera American Oil Company of Texas. Abrió sus puertas en 1965.

La familia de Mariano Fortuny. (Fotografia) España. Exposicion “Fortuny, Friends and followers” Meadows Museum, Dallas (Texas).

La familia de Mariano Fortuny. (Fotografia) España. Exposicion “Fortuny, Friends and followers” Meadows Museum, Dallas (Texas).

Actualmente, el Meadows está abierto al público, con su colección general y una exposición actual, dedicada al pre-impresionista español Mariano Fortuny. La exposición está basada en un solo cuadro, el único que tiene del pintor la colección general del museo, más algunos dibujos de Fortuny en cartas dirigidas a su mecenas americano, que fue el que legó la pintura al museo. También se exponen dibujos en cartas, de amigos del pintor, que buscaban el mismo mecenazgo. Obtener algún dinero para “tirar” (tirar del carro de la vida), buscando pagarlo luego con obras pictóricas. No sé cuán pingües serían los beneficios de un triunfante Fortuny, el lienzo de este cuadro tiene dos piezas recosidas. ¿Quien sabe las realidades de la vida? Se exhibe, también, una gran fotografía mural del pintor y su familia, una estampa social de la época; dieciocho personas, un montón de caracteres y un detalle sorprendente: en el ángulo inferior izquierdo hay un bebé, sostenido en brazos por una seguramente mucama, sentada en una silla y que alguien presenta dando la espalda al fotógrafo. Varios americanos han notado este hecho y me han cuestionado la razón, que a mí se me hace evidente.

Despertando de ‘otra’ siesta en un museo americano. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Despertando de ‘otra’ siesta en un museo americano. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La pintura de Fortuny es también un grupo familiar, en la playa de Portici, cerca de Nápoles (Italia). En el color, la luz, el buen dibujo, el niño desnudo agachado en el borde del agua, ya se puede advertir al mejor Sorolla en ciernes y un montón de Impresionismo asomando y hasta de Abstracción, si se quiere. En suma, un buen cuadro de un pintor extraordinario. El Meadows Museum tiene buena pintura y justifica la visita. Como la justifica, también, una cabeza de redes metálicas del escultor catalán Jaume Plensa, que tiene el honor de presidir la entrada principal en el exterior del museo. Para saber más de la colección en sí, no me necesitáis, basta “hacerle un Google.” Así es uno más de estos “otros” museos que proliferan en el mapa americano. Entretenido como casi todos ellos, susceptibles de usarlos para “dormir” siestas inspiradoras (ver el post “Siestas en el museo”).  Museos que justifican las visitas repetidas, si no tienes una actitud crítica negativa, ante todo y cada cosa, (“Sindrome de Troll”) algo muy en boga en estos tiempos de Internet. Lejos de mí, dicha actitud!

Luisma, Maypearl, TX    20 de Mayo del 2019

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Retrato de pintor (XV)

Javier Pereda (photography: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer (photography: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer. Una masa imponente. Solo tengo que cerrar los ojos y ponerme en modo: “recuerdos” y veo a Javier avanzando hacia mí, aferrando algún “folder” y blandiéndolo, como si fuera una espada, o un pincel. Por cualquiera de los pasillos de aquel claustro de arcos encristalados, siempre a paso quedo, dragando el suelo, pero airoso como un barco de vela o como su tia-abuela, la cantante Dña. Concha Piquer. Estábamos en la Facultad de Bellas Artes, en la Universidad de Salamanca (España) hace ya un increíble montón de años. Pereda, una masa imponente, en el mejor sentido de las dos palabras. Masa, enorme caudal de cultura y conocimientos e imponente por su volumen de atracción, algo así como un centro grandioso de gravedad. Sin ni siquiera decir una palabra, solo moviendo levemente aquella cabeza grande, “cezanniana”, perfecto retrato de los dos, Paul Cezanne y Javier Pereda. Y, sin embargo, sus pinturas poco tenían que ver. Hubiese sido demasiado, demasiado bonito para ser auténtico.  

Ahora que yo también estoy cojo, con bastón, por las malicias del Parkinson afectándome al ciático, y obligado al paso quedo y una navegación lenta, me doy cuenta de lo que debía ser moverse, masticando dolores, o pintar formatos grandes sin estar sentado, o hacer tantas otras cosas. Pero, sobre todo en su caso, dominar una audiencia. Hablar de arte, esa parte de hacer arte. Algo para lo cual él estaba excepcionalmente dotado. Solo mirándole y escuchándole, en su inevitable transmisión, se aprendía muchísimo. En su caso, veíamos el trasunto de la verdadera academia, la griega. Y una imagen, saliendo de la ducha, con su enorme toalla blanca terciada al hombro, que siempre me recordaba algún legendario senador o filósofo griego, o el dueño y señor de alguna de las seis mil islas.

Javier Pereda Piquer (painting).

Javier Pereda Piquer (painting).

Pero, además y como parte de aquella gran personalidad, Javier pintaba y también su pintura, como él, era atractiva y lo sigue siendo aún; si bien, debo reconocer que no he visto una sola pintura de él desde hace más de treinta años; digo ver, al natural, palpar si se quiere, aunque sí en fotografía, en la que igualmente transmiten. Una excepción: tengo, o tenía, un pequeño cuadro, acrílico sobre papel, de la serie de las playas. Un regalo magnífico, una de las que él llamaba sus “acuarelitas”. Estaba dedicado, una lástima, lo perdí, extraviado en uno de mis últimos “movimientos” americanos. Lo que perdimos con Javier, que murió demasiado pronto, (no sé quien dijo que todos morimos demasiado pronto), fue un total y extraordinario maestro de pintura y artes plásticas. Por alguna razón, me viene a la cabeza una palabra: descomunal.

Ya por entonces, me anunció que podía llegar a ser un buen pintor porque, a pesar de mi tendencia a la pereza pictórica (¡?), eso me decía, “un buen fotógrafo ya lo eres” (sic). Y, rápidamente, me colocaba como la zanahoria del burro, la famosa frase de Picasso: “…que cuando bajen las musas, te encuentren trabajando”. Trataba siempre, machaconamente, de hacerme aplicar las lecciones de mi sistemática fotográfica (intuición sin estudio y rapidez en las decisiones) y llegar a componer el color con el pincel y los dedos untados, evitando el uso de la “paleta” y las pruebas de color, “uno no puede estar equivocado siempre”. No era un maestro de técnicas, era más un gran maestro de ideas y motivación. Como pintor, dominaba el color y por tanto era un pintor rápido; eso le permitía atacar lienzos de grandes tamaños. Su más célebre frase era una respuesta sobre sus dudosas horas de pintura. Debido a sus múltiples tareas de académico (fue catedrático y decano de Bellas Artes), político, hombre de negocios, padre de familia y cien otras cosas que él llamaba “sus labores.” “¿Y tú Javier, cuando pintas? —“Por las mañanas”—. (tomado de Carlos Pascual).

Javier Pereda Piquer (painting).

Javier Pereda Piquer (painting).

Pereda es de los pocos artistas a los que he oído proclamar, en un repleto salón, con voz altisonante: “…la pintura es mentira!! Y quedarse tan tranquilo, como si hubiera soltado una receta de cocina, que también lo hacía. ¡Y, pobre de aquél que osase discutirlo! Le caía encima con todo su peso de sabiduría y facilidad para la diatriba y el convencimiento propio y ajeno. Una delicia. En el retrato de un pintor como Javier Pereda, lo de menos es su propia pintura, su cocina técnica, su forma de componer y justificar su mundo. Que también. En su retrato, lo que más interesa es la impresión personal y su ser humano, la del pintor; lo que probablemente explica y justifica todo. Revisando sus pinturas, cosa que no hacía desde una pila de años atrás (me apenaba mirarlas), me he dado cuenta de lo mucho que me ha influido y como la mayoría de mis problemas pictóricos, aun con el paso de los años, se solucionan poniendo los ojos en sus pinturas. Los americanos usan una palabra que suena muy bien en una circunstancia como esta: “Amazing”—‘Estupendo’, una de mis palabras favoritas en inglés.

Retratar es también ponderar y alabar. Lo que mayormente tengo que agradecer a Javier son, a lo largo de los años, sus descargas de fusilería, a veces perpetradas por compañeros, o compañeras, mejor dotadas. “Anda, enséñale a este señor como se pinta”. O por él mismo, personalmente en su momento y siempre con su pintura y sus textos, contra mis miedos inveterados en la práctica de las artes. “Miedo en esto no se puede tener. O te sale o no te sale”. Es lo mismo que podría decir un torero, quizás con menos peligro físico, o no. ¿Quién sabe? Javier Pereda Piquer, nació y murió en Madrid (1947-2003). Durante tres cursos de la primera promoción de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca (España) Javier, Carlos Pascual y yo, vivimos juntos en mi casa de Azafranal, a dos pasos de la Plaza Mayor. Años y recuerdos felices que se fueron con él, pero que nunca se han borrado de mí… ”Vaya por Ud. Maestro!”

Luisma, Maypearl, TX      29 de Abril del 2019

 

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Pintando en la noche…

3 A.M. in the studio, finishing Trigueros #1 (74” x 60”), acrylic on canvas. Over the door: Instar #14 (26” x 30” Photo: luisjimenezridruejo.com).

3 A.M. in the studio, finishing Trigueros #1 (74” x 60”), acrylic on canvas. Over the door: Instar #14 (26” x 30”) Photo: luisjimenezridruejo.com.

Hablábamos ayer de pintura, y de fotografía también; las mismas artes de la imagen con diferentes herramientas. Te decía que, a veces, convierto la noche en un aquelarre de presencias, y ausencias, que bailan conmigo mientras pinto. Me susurran soluciones pictóricas o fotográficas (si las tienen) y las más de las veces, me asustan (miedos), casi siempre “sin consecuencias”, excepto el placer doble de la rememoración de esos otros placeres, los que no asustan, o me brindan la presencia de otras vivencias almacenadas en el estro y que dan sentido a todo, incluso a la pintura. (“Estro”: mucho ‘mejor’ palabra que “inspiración”, voz de regüeldo religioso, ya un tanto descastada). La fotografía, con su “realismo obligado” se da sentido a sí misma, casi siempre. De noche hago todas esas cosas que muchas veces no quiero ni saber. Una de ellas es pintar, algo que me demuestra que sigo vivo. De momento.

 

Total eclipse of the “red” moon, Texas (12: 30 A.M. January 20, 2019). Telephoto lens 300mm, handheld. Photo: luisjimenezridruejo.com

Total eclipse of the “red” moon, Texas (12: 30 A.M. January 20, 2019). Telephoto lens 300mm, handheld. Photo: luisjimenezridruejo.com

La noche empieza siempre con dudas. Pinto, obviamente, con luz artificial; poco más o menos la misma cantidad de luz que un cuadro va a recibir en su emplazamiento, definitivo o no, en cualquier muro o pared de exhibición. Lo de pintar con luz artificial, en mi caso, es lo natural (¡?) como lo sería para el pintor de Altamira, distancia y categoría, el hacerlo a la luz de las hogueras, en las cuevas. Sobre todo, en la noche con luna o sin luna, y en la llamada madrugada, hasta que despuntan las primeras luces del amanecer (lo siento, no he podido resistirme al cliché). A la caza de la luz, así ha sido para mí, siempre. ¡Ah! Y la música, siempre la música, y escribir mientras pinto. A veces, no veo la pintura durante las horas de sol, aunque aquí en Texas, como en Castilla…en fin, que algunos días pinto con luz de sol—equilibrios en la cuerda floja—, luz siempre reflejada, nunca directa. Como decía Goya: la luz directa de sol sobre el lienzo produce monstruos y mentiras. Recuerdo los dibujos y grabados con aquellos sombreros de alas rígidas, soportando velas, en equilibrio precario y pingando cera por todas partes. Hoy día es usar una mezcla de sol y electricidad, que es como hago la reproducción fotográfica de mis pinturas. Uno se maravilla, aunque sepa la respuesta, en qué condiciones pintaban los “antiguos”, no los prehistóricos, los más modernos antiguos. ¡Sin luz eléctrica! ¡Goya, Velázquez, El Greco! ¡No debían ganar para velones!

 

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas, 74” x 60”. Photo: luisjimenezridruejo.com

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas. Photo: luisjimenezridruejo.com

Algunos ‘críticos’ relacionan la bebida con la pintura nocturna. No lo sé, no en mi caso, lo único que bebo es Coca-Cola, de dieta y descafeinada, un pobre brebaje, un panorama no muy excitante, a este paso nunca llegare a “maldito”. Es mi figura ‘humana’, esa que no me interesa y nunca aprenderé a pintar, ni de día, ni de noche. No tengo ninguna razón para ello, simplemente reconozco que es así. En la evocación de la figura, nunca reconozco el género, si acaso en la sombra, solo un eco, sin acercarme a la personalización de la imagen. Como casi siempre, pinto rodeado de oscuridades, con dos puntos de luz eléctrica, cliché o no, tengo que luchar con el viejo dicho: “de noche todos los gatos son pardos” y, por tanto, el color siempre me ha costado mucho. Solo hará un poco más de una década he empezado a ser “valiente” con el color, después de muchas y largas noches de espadas, capas y puñaladas a los lienzos.

 

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas, 74” x 60”. Photo: luisjimenezridruejo.com

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas. Photo: luisjimenezridruejo.com

El color, mi última asignatura. No sé dónde leí una vez, que después de pintar las “mariposas negras”, preferiblemente de noche, estás ya listo para apreciar las de color. Después de aquellas, descubrí y pinté unas mariposas amarillas, doradas, y alguna azul (lapislázuli), que no cambiaban de color durante la noche y revivían con la luz eléctrica. (¡?) Solo la pintura y S. me hacen sentir esas fabulosas mariposas, en el estómago. En la noche se piensa todo más, se digiere todo mejor, las neuronas se mezclan adecuadamente en la batidora cerebral. (¡toma castaña!) y las figuras son solo fantasmas. Espectros, duendes, fantasmas de noches pasadas “en vela”, nunca mejor dicho, sin sueño, pero en el mundo de los sueños. Sin compañía, aunque si con la tibieza de las imágenes pictóricas y fotográficas y su poder inmarchitable de evocación. Hay un algo de abstracción contínua, o un todo, en aquellas imágenes que no contienen figuras o su presencia. Realmente, de noche todos los gatos son pardos, y abstractos.

 

Luisma, Maypearl, TX        28 de Febrero del 2019

P.S. Este ‘post’ está dedicado a la memoria de Jesús Saavedra Mozas, lector empedernido, compañero y amigo, que ya está esperándome, ahí fuera, en las praderas eternas.

 

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