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Retrato de Pintor (III)

Richard Diebenkorn. “Seawall” Óleo sobre lienzo. (1957) Museo de Young, San Francisco USA.

Richard Diebenkorn. “Seawall” Óleo sobre lienzo. (1957) Museo de Young, San Francisco USA.

Pasa el día escuchando a Mozart. Ese montón de cintas grabadas que se trajo del viaje a Europa. Los dineros se han vuelto cortos y está casi en bancarrota. Pintar ya no es solo un oficio, es una cruda necesidad. Algunas veces siente que ya son muchos tumbos, los que ha dado en la vida, de un lado para otro persiguiendo una carrera de pintor que se muestra esquiva.

A la vuelta de Nueva York, no encuentra acomodo posible y echa de menos sus sueldos seguros de cuando estaba en la milicia. En los Marines. La fotografía aérea, que le permitió tener una visión del terreno, del campo y sus parcelaciones, sus colores y sus contrastes. Inspiración de tantos cuadros soñados y también de una visión abstracta que cada día se le mete más en su pintura. La figuración y la abstracción pelean en su cabeza.

“Richard Diebenkorn.” Fotoretrato del retrato con autorretrato a lápiz (1986). En “The Art of Richard Diebenkorn de Jane Livingston, University of California Press, 1997. Fotoret. de S. para luisjimenezridruejo.com

“Richard Diebenkorn.” Fotoretrato del retrato con autorretrato a lápiz (1986). En “The Art of Richard Diebenkorn de Jane Livingston, University of California Press, 1997. Fotoret. de S. para luisjimenezridruejo.com

Mientras unas cosas y otras vienen y pasan; de algo hay que comer y de alguna manera hay que pagar los materiales y el alquiler del estudio. Le ha dado muchas vueltas, y una idea de su mujer se le viene encima: un taxi. Trabajar como taxista solucionaría sus problemas; mientras llega una buena, o aceptable, proposición académica entre las varias a las que ha optado. Lo malo de los trabajos eventuales es que, a veces, se convierten en definitivos. Si el montante cubre las necesidades provoca el olvidar algo tan volátil como son los dineros del arte.

Richard Diebenkorn, taxista y pintor. Será posible? La pintura es lo que importa. Ese cuadro de Matisse, “Vista de Notre Dame”, le tiene obsesionado, una y otra vez se enfrenta a él, como lo hizo cuando lo vió en su inicial visita al MoMA en Nueva York. Le gustaría encontrar una solución pictórica para visualizar esos campos y esas parcelas de tonos tan suaves y tan diferentes. De la manera que los vió desde los aviones, en los vuelos de cartografía militar.

“Presencias en el estudio de Maypearl.” Enero 2024. Photo: luisjimenezridruejo.com

“Presencias en el estudio de Maypearl.” Enero 2024. Photo: luisjimenezridruejo.com

En Matisse cree ver una buena solución estética, la apertura de un camino. Ya tiene nombre para una serie completa y soñada: “Ocean Park”. Los títulos vendrán después; o simplemente los numerará, como hizo con otras series anteriores: “Alburquerque”, “Urbana”…series de pinturas tituladas y enumeradas, como los lugares donde se crearon y se trabajaron. Ahora California, después, quién sabe?

De algo si está seguro: nada de lo que ha hecho, hasta ahora, le satisface totalmente. Tantas visitas a los museos, aquí y en Europa, lo único que le producen es frustración de no alcanzar las metas que aprecia en los grandes pintores. Todo lo que quiere es pintar. En realidad, ve la enseñanza como una manera de sustentar esa vida pictórica; de la que siempre ha discutido con sus alumnos y sus compañeros. Esto le ha costado perder amistades y posibilidades en un mundo que no le agrada, la academia. Mientras tanto, las dudas le corroen, está en la abstracción y hace figuración, que no muestra en público. Los críticos se dan cuenta, le cuelgan el sambenito de “indeciso” y le acusan de dudar demasiado. Richard no se defiende, sigue en sus trece, hace lo que quiere y busca, investiga, trata, ensaya bajo la sombra continua de la credibilidad del propio trabajo.

“Yo no entro en el estudio con la idea de ‘decir’ algo.” Enero 2024. Photo: luisjimenezridruejo.com.

“Yo no entro en el estudio con la idea de ‘decir’ algo.” Enero 2024. Photo: luisjimenezridruejo.com.

Escribe: “Yo no entro en el estudio con la idea de “decir” algo, lo que hago es ponerme frente al lienzo en blanco y poner unas cuantas marcas arbitrarias en él y eso me hace iniciar una especie de diálogo.” Su pasión por la expresividad de la abstracción le viene de las visitas a los museos. A veces, imagina sus cuadros colgados junto a las obras de los grandes maestros. El diálogo es con ellos y consigo mismo. Aquel viaje a Rusia fue determinante. Moscú, Leningrado. El Hermitage, su pobre iluminación sobre las pinturas, apenas un punto de luz sobre los cuadros que acusa el brillo de los barnices. Todo escaso de ideas museográficas. Grandes errores de exhibición. Cuadros escondidos, un Felipe IV de Velázquez, algún Rembrandt…el Tríptico Marroquí de Matisse dividido entre las dos ciudades. Quién toma esas decisiones? Quién maneja sus recuerdos? Y, después de todo, que importa: su porvenir, su vida, están en juego…Un acomodo, ni grande, ni suntuoso; unos pocos dólares para manutención y poder seguir. Pintar, pintar, pintar…

Luisma, 15 de marzo de 2011

Richard Diebenkorn, Ocean Park #70 (1974). Óleo y carboncillo sobre lienzo. Des Moines Art Center, Iowa, USA.

Richard Diebenkorn, Ocean Park #70 (1974). Óleo y carboncillo sobre lienzo. Des Moines Art Center, Iowa, USA.

“Las Palabras Y El Viento Internético”  (Adendum a la reedición del post: Retrato de Pintor III  2011)

Las palabras se las lleva el viento (cosa sabida…). Pero solo hasta que el viento internético, que da la impresión de que lo puede todo, las sitúa en una nube (la nube internética, grande ya, enorme) donde quedan almacenadas hasta nueva ocasión. Algo que las generaciones anteriores a “nosotros” no sabían que se podía llegar a hacer. Somos del 45… Hiroshima— con complejo de culpabilidad y necesitamos, por lo tanto, no solo nuevos héroes, sino también, nuevos dioses. Para la admiración que yo tengo por este gran pintor norteamericano, californiano, he estado poco efusivo y no muy ardiente en el panegírico. Pero, mi consideración es máxima por este hombre de la generación anterior a la “nuestra,” nuestros padres pictóricos y artísticos, incluso en lo literario. Alguien me dijo, alguna vez, que el arte es saber escribir, también. Su capacidad de enseñarnos, en su propia obra; todo lo que ellos recibieron en el siglo de las luces, nos ha permitido llegar hasta la altura, donde está ahora el listón. Tan alto que, en los últimos cien años nadie ha conseguido, todavía, traspasarlo y entrar en ese jardín deshabitado al que todo el mundo, incluso seres de otros mundos, pujan por llegar. Hasta lo de hoy, asomarse por encima de la tapia, sí, …entrar en el jardín, aún no. Todo el mundo arrima el hombro, pero, nadie ha sido tocado por la varita mágica. Uno de los que más cerca estuvieron fue el maestro Diebenkorn, y al que, sin embargo, le repelía el concepto actual de la academia, el de todo el Siglo Veinte: aprender a “copiar” para cambiar la realidad posible de aquello que no necesita cambios, porque es algo que “ya ha sido hecho.”

En larga toga negra el espíritu de Richard Diebenkorn en pie “sustribado” (por fin un salmantinismo auténtico) en la puerta de Batuecas de Maypearl, es recibido por otros espíritus entre los que destacan el de Hemingway y Nabokov, Charlie Rivel y Miliki, Javier Pereda de la mano con Caravaggio. Nótese, al fondo a la izquierda a Javier Marías, sólo, recién llegado, también con la larga toga negra. El general napoleónico Bernadotte y otros, vienen llegando por entre la maraña. Photo: luisjimenezridruejo.com 2024

En larga toga negra el espíritu de Richard Diebenkorn en pie “sustribado” (por fin un salmantinismo auténtico) en la puerta de Batuecas de Maypearl Ranch, es recibido por otros espíritus entre los que destacan el de Hemingway y el de Nabokov, Charlie Rivel y Miliki, Javier Pereda de la mano con Caravaggio. Nótese, al fondo a la izquierda a Javier Marías, sólo, recién llegado, también con la larga toga negra. El general napoleónico Bernadotte y otros, vienen llegando por entre la maraña… Photo: luisjimenezridruejo.com 2024

Diebenkorn cogía impulso y saltaba a lo nuevo y resolvía hacerlo hacia atrás, frenéticamente (realidad—abstracción—realidad…) Y continuamente, tanto que los críticos le conferían el carácter de “confusión mental.” Estudió la naturaleza y decía, como Da Vinci: “Creo que no hay líneas rectas en la naturaleza.” Cuán cerca estoy del verdadero interior del jardín deshabitado, no sé si voy a llegar a tiempo… Y si resulta que eso es lo que hay al otro lado? Sería tremendo, fantástico, alucinante. El significado de la vida! Estudiar desde todos los puntos de vista, incluso desde el aire. Como militar, Diebenkorn fue un especialista en fotografía aérea! Como pintor, al igual que muchísimos de nosotros, también fue un rendido admirador de Matisse y su espíritu, al que todos esperamos, aquí en el “reducto conventual” de Maypearl, Texas (término de Waxahachie), para una próxima y alargada visita. Mientras yo sigo haciendo fotografía y pintando en mi estudio, rodeado de espíritus… ninguno parece malévolo. Algunos han hecho larguísimos viajes desde lejanas galaxias….

Luisma, Maypearl, TX                   30 de Enero del 2024

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Misterio en Wheeling

( Nota para la reedición de este post, que queda con este título a resultas de la unión de “Misterio en Wheeling” y “El tiroles rojo”, los dos ya publicados en mi anterior y fenecido Blog: Dustsweatiron.net)

De aquel tiempo que pasé en West Virginia , el estado menos agraciado de la Unión; quedaron, además de un montón de recuerdos, unas pocas pinturas, no muchas fotografías, algunas cartas, siempre muy solicitadas y que—con el tiempo y mis circunstancias vitales—se convirtieron en e-mails “solos, cortados y condensados”, con leche de La Lechera, tal como decía  R. (viejo amigo y profesor de la Texas A&M) o con “leche condená…” como recitaban los moros, en sus peroratas de ventas de “primera necesidad” al trapicheo en las trincheras de los “nacionales”… R. era el que decía entrar en el Café Ridruejo— mi anterior blog: “polvosudoryhierro.net” a leer “el periódico”—  gratis et amore, como en los bares y casinos de pueblo en España y a tomar el mejor café del mundo, que es el que uno se hace en su casa todos los días. Y mirando de puertas adentro, unos cuantos cientos de notas de todo tipo, para acordarme de todo y poder escribir. Notas, sin las que me sería imposible recordar poco o mucho, a veces, ni siquiera el cómo me llamo.

Una postalita de Wheeling y su puente colgante sobre el rio Ohio. Coetáneo con el de Santurce-Bilbao ("Vengo por toda la orilla…”) 1920.

Una postalita de Wheeling y su puente colgante sobre el rio Ohio. Similaridad al de Santurce-Bilbao (“Vengo por toda la orilla…”) Fotografia de 1976/autor desconocido.

Vivir en Wheeling, West Virginia, USA, durante seis meses, fue como volver por una temporada a un siglo anterior, sin poder precisar cuál. La única conexión con la realidad del presente era la televisión, siempre “encendida” y las gasolineras, con sus subidas de precios. El resto era un continuo descubrimiento del pasado de Norteamérica, una continua situación de duda entre si cualquiera tiempo pasado fue mejor, o no. Esta duda raramente se disipa del todo, tanto ayer como hoy, aparece y desaparece como los otrora famosos Ojos del Guadiana, en Andalucía; esos ojos que tarde o temprano, un día de estos, con los extraños cambios de clima actuales, no van a volver. Como tantas otras cosas.

No divagues, Luisma…que fue del famoso misterio del título? —Bien, aquí va. Durante estos seis meses de Wheeling, viví en una casa americana típica, clásica de las ciudades con mejor pasado que presente. Una vivienda de las llamadas: “shotgun” (escopeta), por su forma alargada y estrecha. El ancho de una habitación y el largo de cinco, una detrás de otra, con ventanas solo a un lateral, el otro un grueso muro de separación común a la casa siguiente. Una casa de unos ciento cincuenta años de edad, o quizá más, y de claras reminiscencias victorianas, no solo en su diseño sino también en su decoración. Chimeneas o salamandras en todas las habitaciones y la duda corrosiva de que el frío, de todas maneras, se va a colar por cualquier rendija. Pisos de madera, tremendamente sonoros, que invocaban por la noche la idea de seguros fantasmas. Entubajes y registros enrejillados que traían voces difícilmente inteligibles y que parecían lamentos. Extrañas luces y reflejos en las ventanas abatibles, al caer la noche y en la madrugada. Son lo que yo llamo: “mis duendes” y no doy, de momento, la categoría de fantasmas; no les ayuda el entorno; no parece ser territorio de sabanas y capirotes blancos, que se confundirían con los de las tres Kas. Poltergeist, o la seguridad de que lo único que produce miedo es aquello que se ignora. Algo que aprendí del Conde Dracula.

Wheeling, West Virginia. El “Waterfront” con barco de vapor y el puente, hacia principios del siglo veinte.

Wheeling, West Virginia. El “Waterfront” con barco de vapor y el puente, hacia principios del siglo veinte.

No tengo ni idea y aunque inquirí, nadie supo decirme quien había vivido en aquella casa, años antes de que se convirtiera en un ir y venir de gente en alquiler. Yo ocupaba una buhardilla en el tercer nivel. Un par de habitaciones pequeñas al final de una empinada escalera, en la que se podían contar los pasos de quien subía, a veces se oían los pasos y no llegaba nadie. Eso era todo, un espacio mínimo pero agradable. Una noche, con poco que hacer y falta de sueño, me dio por destornillar el fondillo de uno de los armarios empotrados; no me correspondían las distancias en las paredes, todo era madera y—encontré un doble fondo…

De allí salieron un par de mantas raídas, unas botas de montaña y una pequeña maleta de lona marrón, atada con un correaje militar de un estilo que me resultaba vagamente familiar. Al pronto, me dí cuenta que la chapa de la hebilla central tenía grabada en relieve un águila y que no era el águila “calva” americana… era la bicéfala imperial, con los cuarteles de Castilla y León, castillos, cadenas, barras y toda la h… el emblema de España! Allí, en el quinto c… de América?

Al cabo, la abrí, con harta curiosidad y encontré un jersey anticuado y una caja conteniendo un abanico de caña y papel, algunos calcetines anudados en mogollón, dos balas de fusil Mauser, vacías; tres gargantillas de San Blas, roja, amarilla y morada— el aire de una bandera—las tres prendidas a un sobre con un sello de tinta azul que rezaba: Penal del Dueso, Santander. Dentro había una cartilla de racionamiento del gobierno español, sin ningún signo, ni nombre que permitiera saber de su dueño. Eso sí, estaba fechada en 1945, el año de mi nacimiento. Año famoso en los anales porque, en su agosto, los americanos tiraron la bomba atómica, la primera, en Hiroshima.

“Fechada en 1945, como yo; la primera: Hiroshima. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

“Fechada en 1945, como yo; la primera: Hiroshima. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Pero eso no era todo. Debajo encontré una caja de color rojo, que al darle la vuelta—Oh, maravilla…! Eran los Juegos Reunidos Geyper, la caja de doce juegos! Aún había más… La gran sorpresa apareció detrás de los juegos, todavía recuerdo la cara que se me quedó…Un retrato de Franco! En Wheeling, West Virginia! El Franco joven, de los años cuarenta, el mismo retrato de los sellos de Correos. Montado sobre un panel de madera, daba la impresión de haber estado en algún momento colgado en una pared. También tenía múltiples picaduras, concentradas en el rostro y el torso y que más tarde interpreté como huellas de haber sido lanzados dardos contra él.

Mi sorpresa fue todo lo grande que se pueda imaginar y pese a haberlo intentado, con algunas investigaciones, nunca he podido saber nada de quien podía estar detrás de todo aquello. Un español? Un americano? Quizás un miembro de aquellas Brigadas Internacionales, con campo de entrenamiento en los bosques de West Virginia? Algún tiempo más tarde, visitando un viejo cementerio que domina la colina sobre aquella casa, un lugar donde los muertos disfrutaban de unas vistas maravillosas, encontré una tumba que rezaba: C. SantaEngracia, 1917-1963…una simple tumba, una lápida llena de verdín y sin ningún signo religioso. Sería este mi personaje? Y si lo fue, que historia había detrás? Fue su vida tan simple como su simple tumba?

“Greenwood Cemetery” Disfrute toda su eternidad de unas vistas maravillosas… (Photo: luisjimenezridruejo.com)

“Greenwood Cemetery” Disfrute toda su eternidad de unas vistas maravillosas… (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Todavía conservo ese retrato del ínclito caudillo (¡?) Lleva unos cuantos años como el arpa de Bécquer. Del rincón en el ángulo oscuro, silencioso y cubierto de polvo…detrás de la puerta, siempre abierta, de mi estudio. Nunca he sabido que hacer con él.  Me da grima… A propósito de enterrar recuerdos innecesarios. Los cementerios—casi todos, en América del Norte, están dentro del perímetro urbano de los pueblos y ciudades—y el “nuestro” se extendía en lo alto de la colina y como otros muchos se estaba convirtiendo en un parque recreativo, para pasear y hacer ejercicio físico. Veremos si todavía no le encuentran algún otro uso, saludable o no.

Pregunta: A quién se le ocurrió poner un cementerio—símbolo de democracia (¡?) en lo alto de una colina, la más alta y con las mejores vistas de la región? Seguramente, fue al que “asó la manteca”, que no vio el gran negocio que se le venía encima: cincuenta parcelitas, de un acre cada una, con unas ponedoras y una vaca blanca y negra…los domingos, a la iglesia. Y a dirigir el mundo. Y otros mundos…si se tercia.

(izq.) Francisco Franco. “El mismo retrato de los sellos de Correos!” (der.) “…un montón de espíritus que llegan desde todas las partes de los mundos para reunirse.” Photo: luisjimenezridruejo.com

(izq.) Francisco Franco. “El mismo retrato de los sellos de Correos!” (der.) “…un montón de espíritus que llegan desde todas las partes de los mundos para reunirse.” Photo: luisjimenezridruejo.com

El Cementerio Greenwood. Desde lo alto no se ven más que tumbas, viejas, grises y llenas de verdín; precipitándose hacia el fondo de un paisaje/landscape enorme y profundo, a días precioso; siempre claro en lontananza y que debió ser el mismo, quizá más frondoso, que veían y oteaban los vigías del ejercito nordista. Presidente: Mr. Lincoln. Era cuando este pueblo, poblachón hoy, durante un tiempo fue capital del estado.

“Yankees” y “confederados.” Tiempos de guerra civil que recuerdan muchas de las tumbas que me rodean. Cementerio anglosajón, ni cruces, ni imágenes, solo algún ángel de piedra, con las alas a medio tallar y un montón de espíritus que llegan desde todas las partes del mundo para reunirse. Lápidas grandes y pesadas y monumentos funerarios pequeños, la mayoría un nombre y unas fechas, a secas. Más que antiguo es un cementerio viejo.

Saltando sobre las tumbas, descuidadas y húmedas, gané el tope de la colina para guarecerme de la lluvia, fina y persistente, al amparo de las columnas de un panteón grande. No dejaba de pensar lo que debía ser este sitio en noche de tormenta; esas tormentas del rio Ohio, cercano pero que solo podía intuir desde la altura. Entre la fronda tampoco veía mi calle, Main Street, la calle principal del pueblo (ciudad, insisten ellos). Aunque me gustara subir frecuentemente al cementerio; adoro los lugares altos sin sensación de vértigo; ese día ya no quería estar más allí y me dispuse a bajar el montecillo. Al franquear la puerta enrejada, volví la cabeza y me pareció ver movimiento tras unos arbustos, algo rojo que se movía despacio. no me paré y aceleré el paso, carretera abajo.

Uno ve tantas imágenes a lo largo de su vida—. A saber…? Espíritus? (photo: luisjimenezridruejo.com)

Uno ve tantas imágenes a lo largo de su vida—. A saber…? Espíritus? (photo: luisjimenezridruejo.com)

Llevaba más de un mes viviendo en aquella calle y era la primera vez que lo veía. Al principio solo me fijé en su perro, pequeño y de movimientos lentos; aunque ponía tensión en la correa que le unía al viejo, en realidad no estaba muy claro quién llevaba a quién y el perrillo tenía todas las de ganar. Así me di cuenta de la cojera de aquel hombre y sobre todo de su extravagante sombrero. Un tirolés rojo. Nunca lo había visto en el barrio y a pesar de ello aquel tipo me tenía un aire vagamente familiar. Jamás he sabido el porqué—uno ve tantas imágenes a lo largo de su vida—. A saber! Me sorprendió que me saludara, y en un muy correcto castellano—Hola señor, usted es el español que vive en el 212, el que ha venido de Texas. No fue una pregunta y me llamó la atención; no tenía ni idea de que allí, alguien supiera de mi vida y milagros.

El viejo Mark y yo hablaríamos a menudo y supongo que a los niveles americanos eso se puede llamar: una amistad. Me narró muchas historias, deslavazadas en general, de las que pude colegir que estuvo en la guerra civil española con las Brigadas Internacionales, con “la Washington” en Albacete y luego en el Jarama y “lo de Teruel” lo más duro de la guerra, donde también participo mi padre, Alférez Provisional en el bando contrario, ganando su tercera Cruz de Sufrimientos por la Patria (heridas en campaña). Mark, muy joven, se enamoró del país y algo más que pude intuir, aunque él no quisiera hablar de ello—no hablemos de esa parte de mi vida, cuanto menos hable menos daño me hace el recuerdo—. Un día no pude contenerme y le pregunté de donde salía aquel sombrero rojo altisonante. Así supe de Celso, el español, su amigo del alma, compañero de trinchera y de vida cuando después de pasar unos años en prisiones le había seguido hasta América, para quedarse con él para siempre. Celso entró, como tantos otros, siguiendo el periplo de la inmigración mexicana, mojándose la espalda en el Rio Grande. Fue un ilegal toda su vida y toda su muerte. Se trajo aquel sombrero de España, a la que nunca más volvió.

Pocas veces hablamos de Celso, él lo evitaba, aun así, supe que yo se lo recordaba… mirada, ademanes, mi manera de hablar inglés…Me decía que él fue la parte luminosa de su vida—como se puede recordar una guerra con cariño? Su amigo había vivido en la que ahora era mi casa, al llegar de España y antes de compartir la suya con él hasta su muerte, de la cual hacía casi cuarenta años. De pronto mi hallazgo, en el trasfondo de un armario empotrado de aquella casa, cobraba todo su sentido; incluso la lápida encontrada arriba en el cementerio. Uno más, de mis ‘misterios de Wheeling’ resuelto. Una vez más pensé que el mundo es un pañuelo, sucio. Por qué extraños vericuetos andamos y donde venimos a terminar. A veces, pienso y hago cábalas sobre dónde y como acabaran mis andanzas…

Hace ya varios años de mis meses en Wheeling y aún me acuerdo, muchas veces del sitio y de aquel cementerio. Los Estados Unidos profundos, la esencia de un país original. Un país de granjeros y colonos que peleando por esas tierras levantaron un imperio. Hace mucho de mis charlas con el viejo. No sé que habrá sido de él, de sus recuerdos, de su perro pequeño y animoso.  Que habrá sido del rojo sombrero tirolés del “rojo.” Probablemente, Mark descansa ya para los restos en alguna tumba sucinta de aquel lugar donde le gustaba ir a estar cerca de su amigo. Como decía aquella canción española, que Celso le cantaba: “A tu vera, siempre a la verita tuya, hasta el día que me muera…” A mi también me gustaba aquello. Me gustan los lugares con busilis, los sitios con presencias y ausencias. El silencio. Que gran palabra…

Luisma, 18 de Julio del 2013      Reeditado para Halloween 2023

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Los pájaros de la Dealey Plaza

11-22-63/ J.F.K. Dallas. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

11-22-63/ J.F.K. Dallas. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Hoy, hace sesenta años ya— aproximadamente a estas mismas horas—fallecía el presidente J.F. Kennedy en las calles de Dallas (TX). Una parte de la historia de este país y del mundo entero cambió en aquel momento. Así lo recuerdo, el hoy infausto 22 de noviembre de 1963. Todos los recuerdos de entonces, y aun de ahora sobre ello, son de frialdad de cuerpo y alma.

Era en España, la ciudad: Salamanca. Aquel día, como tantos otros, iba caminando desde el negocio de mi padre, en la calle José Antonio Primo de Ribera (ahora: Azafranal) y cruzando la Generalísimo Franco (ahora: Toro) para entrar en la Cafetería Castilla, sempiterno bar de aperitivos al mediodía, haciendo triangulo con el arco de entrada a la Plaza Mayor, mentidero de la villa. Ya había notado los “corros”, aquellos grupos de gente arremolinada a las puertas de algunas tiendas, vestigios del pasado radiofónico, con el “transistor” sonando en todas partes… Algo ha pasado… y parece importante!  Al entrar en la cafetería, toda la gente apiñada bajo el aparato de TV—todavía en blanco y negro—colgado del techo… caras con la mueca de la incomprensión y en los ojos la mirada del ¿Porqué…? En la pantalla, una imagen fija, sin transfondo, fría y brillante. Algo así como una daga clavada en cada espectador de una tragedia…<< El presidente Kennedy asesinado en Dallas >>

Invocación. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Invocación. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Es una mañana fría y desangelada, es diciembre de 1989 y uno va andando por las calles del centro de Dallas, en Texas, y al pronto las imágenes empiezan a darte la sensación, bien conocida, del “deja vu”, del—yo he estado aquí antes—lo cual es imposible porque es la primera vez que uno está en dicha ciudad. Este edificio, a mi derecha, me es vagamente familiar y por alguna razón, que se me escapa, mis ojos se van a una ventana del sexto piso, abierta… Debajo, en el segundo piso y casi tapada por la fronda de los  arboles, una marquesina simple y comercial, reza escuetamente: “Museo del sexto piso en la plaza Dealey”.  Sin más florituras. Vuelvo la cabeza y la mirada se me pierde por la calle— dibujando una trayectoria— en suave cuesta abajo, rodeada de jardines verdes solamente, sin flores, sin plantas singulares, solo hierba… en dirección a un puente bajo la autopista, la que me lleva a Houston. Los coches van despacio hacia la curva del puente, dos limusinas descapotables, impoluta tapicería… Cierro los ojos y otra vez me vuelve la sensación de haber estado aquí, antes.

Me quedo ensimismado un momento y al fin toda la imagen se aclara—en ese instante, la fotografía deja de ser absurda—en mi cabeza, las piezas se recomponen y me doy cuenta sorprendido y alucinado. Me vuelvo a la persona que me acompaña y ella asiente con la cabeza: << Sí, aquí es donde mataron a Kennedy >>. Después de unos instantes de un silencio agrio— rememorando el magnicidio—surge a mi espalda un chillido atronador, los mil malditos pájaros levantan el vuelo, todos al mismo tiempo—lo podría jurar— dan una rápida vuelta a la “manzana” y se posan con seguridad en cada rama; como si tuvieran espacios asignados, como en un estacionamiento…creo que todavía no saben que van a estar allí, toda la vida y toda la eternidad. Los coches descapotables interminablemente lentos, las imágenes de este lugar repetidas una y otra vez, machaconamente, en televisión, en películas, en sueños. El “flashback” es auténtico y hasta doloroso. En los árboles, tres o cuatro solo, pero grandes y copudos, frente a la fachada del Texas School Book Depository, el edificio desde el que Oswald disparó su rifle. Escondido, agazapado entre dos cajas de textos escolares… nadie ha movido nada. No sería un tiro difícil. Afuera, entre ramas, hojas y sombras hay “instalados” una miriada de ruidosos pájaros negros, cuyo aparente y único propósito es ensuciar el suelo, o las cabezas de los curiosos que miran el edificio, con miles de excrementos.

Invocación desde la ventana…abierta. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Desde la ventana…abierta. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Parece como si estos pájaros tuvieran la conciencia de que este lugar debe mantenerse sucio en recuerdo de una de las peores manchas de la historia americana. A los “dalasitas” tampoco les hace ninguna gracia que el lugar sea visitado continuamente y esté en las rutas turísticas. Siempre he creído que lo que aquí ocurrió es motivo de vergüenza ciudadana para estos tejanos. Y el tiempo nunca ha borrado este estigma.

El tiempo tampoco ha eliminado ese olor perdurable a magnicidio que sentí en aquella mi primera visita a Dallas y, desgraciadamente, anticipado, vuelvo a sentir ahora en la pituitaria de mi imaginación. Un nuevo “Kennedy”, esta vez de piel negra, cuarenta y cinco años más tarde, se pasea por las rutas electorales en camino a una posible presidencia. Llegará a la Casa Blanca? Le dejaran ser presidente?

Hillary Rodham Clinton. Alegoría. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Hillary Rodham Clinton. Alegoría. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Me gustaría mucho equivocarme, pero esta noche me huele tremendamente a futuro magnicidio. Los americanos, mientras no me demuestren lo contrario— para estas cosas son como niños—no tienen remedio.

Luisma, Maypearl (TX)      22 de Noviembre del 2023

 

Nota (a modo de coda, predicción y deseos personales)

El presidente negro (parece que le dejan en paz) que purgue un final de vida, largo y de poco fuste, de los que ayudan a ser político de alturas.

El impresentable blanco, el de la cara abotagada, que le metan pronto en la “trena”, antes de que “legalize” todo lo que le haya cabido en esos bolsos de pantalón antiguo y una vez allí, le deseo fervientemente que “pase”, lo antes posible, a “criar malvas” en el jardín de cualquier prisión de máxima seguridad. Donde ya debería estar…

El otro presidente, el de ahora, tal parece que va a tener otro término si no lo estropea una vez más el impresentable con la misma trampa que ya utilizó otra vez.

Ah! Esto me lleva a mi dilecta Hillary que pudo ser la solución final a este embrollo y que gracias, al desgraciado impresentable, nunca sabremos si hubiera llegado a ser un gran presidente (lo siento, presidenta). Porque ganar, ganó Hillary. Con el truco del Colegio Electoral usado por Trump, este se instaló en la poltrona, a donde todavía puede volver, otro término más; como ya nos advirtió ella en “The View”, tan solo dos semanas atrás, comparándolo con Hitler. Todavía no ha llegado a equivocarse. Posiblemente, ninguno de ellos hubiera llegado a ser Presidente, o hubiéramos tenido cuatro presidencias demócratas, seguidas. Demasiados pájaros en la Plaza Dealey…

Luisma, Dallas (TX)  22 de Noviembre del 2015 y Reeditado el 22 Noviembre del 2023.

Originally posted in December of 2007 (Blog: dustsweatiron.net) Pittsburgh (PA)

LJR

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Musicos

“Amanecer en el estudio. 2023” –Por un instante, la tormenta, Luisma y los duendes de la fotografía convierten el estudio en un cafetín parisino de los Años Treinta. Francoise Gilot acaba de entrar a tomar café con unas amigas… (iPad photog: luisjimenezridruejo.com)

“Amanecer en el estudio. 2023” –Por un instante, la tormenta, Luisma y los duendes de la fotografía convierten el estudio en un cafetín parisino de los Años Treinta. Francoise Gilot acaba de entrar a tomar café con unas amigas… (iPad photog: luisjimenezridruejo.com)

No me ha costado mucho recordar mis primeros contactos con la música. Dos ideas: la radio de galena debajo de la almohada, en los primeros compases de mis noches de verano en la calle Toro y el Kiosko de la Música, en el centro de la pérgola del Parque de La Alamedilla, en Salamanca (España). A los cuatro años de edad y ya un montón de músicos escondidos en la cama…Vivaldi, Granados, Glenn Miller… El otro recuerdo que me caballea en la imaginación: mi asistencia dominical, casi de culto, a los conciertos de la Banda Municipal de Salamanca, en el templete de la Alamedilla, escuchando desde los bancos corridos de granito con respaldos de frio hierro colado. Ensimismado en los rechamantes brillos de los instrumentos y los movimientos ágiles de las hombreras de aquella impoluta guerrera blanco-marfil, y la gorra de plato del mismo color, con su cintillo y su visera de charol negro… era el director Don Castor Iglesias Pollo, un nombre que no se me despinta; ni su Chabrier, ni sus Arlesianas de Bizet. El mínimo homenaje es recordar, sin problemas y al pronto, su nombre completo, y eso que no era ni un futbolista, ni un ciclista. Yo tenía entonces nueve o diez años. Después del pasodoble final, de propina, y alguna ocasional marcha americana de John Philip Sousa…aquel niño no quería irse hasta que no se marchaban todos los músicos, y quedaba el olor a pámpanos dulces del parque. Ah!  La música entró hasta en mis bolsillos, para siempre. Y conmigo va.

Ya mucho después… Corrían los famosos “Sesentas” del ya pasado siglo XX, el siglo de la Fotografía y ‘no hay dios que se lo crea”… Se me hace difícil aceptar que voy camino de los ochenta y además demasiado rápido; todo se me antoja vereda y atajo a la nada. Entonces…”cargando a cuestas” con mis recién estrenados años 22, aderezados con la promesa de un libertinaje de libertad no-vigilada y un ‘veremos’, mucho más prometedor… había llegado a un “Paris de la Francia” en ebullición política y artística. Véanse unos ‘pequeños’ detalles de contraste… Pasar, en menos de 48 horas, tren nocturno incluido, de la banda de bombo y platillo de José(a)”Perrerias’ en la fiesta de La Alberca (Castilla lindando con Extremadura) en Espana, con sus pasodobles a petición y su éxito veraniego: “La Chocolatera”. Decía, pasar “de sopetón” al Olimpia de París, repleto de una multitud vociferante y rítmica, que cantaban a coro con Mick, Brian y otros chicos ingleses (“The Rolling Stones”) en el escenario, por primera y última vez, con las palabras originales, su canción: “Let’s spend the night together”… y sí, también ellos alguna vez se han autocensurado…faltaría más. Que tiempo aquel…me fui uno y volví otro. La diferencia, ahora lo sé, la Fotografía. Y la música Luisma, y la música, siempre.   

“Atril de música…y pintura” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Atril de música…y pintura” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

De vuelta a mis orígenes y adelantado a la historia, pretendía seguir con la vida ‘bohemia’, en el Madrid de “La Movida”. Estudiando poco y viviendo mucho. Parte de ello era mi asistencia fiel y regular a los conciertos dominicales de la ONE (Orquesta Nacional de España). Las únicas entradas asequibles a mí siempre parca bolsa, eran las de “gallinero”; que se ponían a la venta al módico precio de 10 pesetas (menos de un dólar actual) con carnet de estudiante. Aquello se llamaba: “Hacer la cola del Real”. La taquilla se abría a las 9 de la mañana de los jueves y la “cola” para dicha expendeduría se ‘organizaba’ hacia las 11 de la noche del miércoles. Allí al aire libre, frio, con olor a la manga del riego de madrugada y ecos de las músicas nocturnas de Boccherini, nos juntábamos un ciento de gentes jóvenes, melómanos que pasábamos el tiempo hasta la apertura de la taquilla discutiendo de música y de las artes en general. Así “conocí” y escuché a los más grandes de la época y de siempre…Rubinstein, Menuhin, Rostropovich, Von Karajan, y tantos otros que cimentaron mis conocimientos de música, educando mi gusto; ya que no era capaz de tocar un instrumento, nunca lo fui. Una gran frustración vital.

Y detrás de la música están los músicos. (¡Enhorabuena, Luisma, que no te pase ná…! “Si te seguimos, Maestro, es por lo bien que te entendemos”). Mis relaciones con ellos, los músicos, a veces extrañas, a veces increíbles, siempre sorprendentes y yo diría que: en general, buenas (¡?) En la misma época madrileña yo disfrutaba de lo que se podría llamar: músico de cabecera. Era Nicanor Muiños, excelente violinista gallego, compañero de pensión estudiantil en la habitación contigua y ‘despertador personal’ cada día, a las 8 de la mañana, “haciendo dedos” a los acordes de la Chacona de Vítale y La Oración del Torero de Turina, y así durante casi tres años…Con la pared de por medio, como sordina. Inolvidable. El recuerdo es diáfano, con olor a café portugués barato, aunque su cara se me ha perdido. No sé nada de él; hace cincuenta años y todavía me levanto algunos días silbando la Chacona. ¡Grande la música y los músicos! Inasequibles al desaliento…

“Instar #3” (acrylic on canvas, detail) Luis Jimenez Ridruejo. 2014

“Instar #3” (acrylic on canvas, detail) Luis Jimenez Ridruejo. 2014

Pasaron los días de Madrid y mucho tiempo después, hace 22 años y ya en USA, siempre con música. Houston, Dallas, Pittsburgh, posándome en lugares de grandes y acreditadas Sinfónicas. Yendo de sur a norte, estuve viviendo durante seis meses en pleno corazón de América. El sitio era Wheeling, en el Estado de West Virginia, un poblachón (ciudad le llaman ellos) de treinta mil habitantes, dormida un poco, demasiado, en el pasado y en el distintivo honor de haber sido, por un tiempo, capital de Norteamérica, los Nordistas, durante la Guerra Civil. Un lugar donde tienes la sensación de que, por el túnel de entrada a la ‘ciudad’, y en medio de un acre olor a trilita, va a aparecer—de un momento a otro— el presidente Lincoln subido en un armón de artillería, tocado con su sombrero de copa alta—en inglés: “stove-pipe hat (sombrero de tubo de chimenea de calefacción)…largando uno de sus responsos. Volviendo a la música…Wheeling, increíblemente, tiene una Orquesta Sinfónica, uno se pregunta de qué rincones del presupuesto sacan para pagar el asunto. El secreto posiblemente sea el pluriempleo. Encontrar un violinista en una ventanilla del Banco Wells Fargo, o a la trompa principal de cajera en el supermercado. ¡Esto es América!…

¡Ah!  La directora era Rachel Worby, buen músico, además de ser la cónyuge del Gobernador de West Virginia. Tuvimos una relación amistosa, de acera a acera en la calle Main, donde vivíamos y estaba asentado también el Teatro Principal (y único) de la villa, compartido fraternalmente con una de las principales emisoras de música Country and Western del país. Volvíamos caminando, todos los viernes de concierto, noche cerrada y calle arriba, cada uno por su acera, así durante los seis meses que duró mi estadía en la villa. Todas las vueltas a casa le aplaudía, o le hacía algún comentario sobre la “performance” del día, o sobre música española, era buena admiradora de Albéniz. Mi gran recuerdo de ella fue en medio de un concierto en el que paró, abrupta y sonoramente, la orquesta con un pisotón en el pódium y un estentóreo: ¡No!  Y tras unos fulminantes segundos de silencio, “mirando al tendido” reemprendió la música en el mismo arpegio. No olía ni a otoño, ni a invierno, ni a almendras amargas… Cuando desaparecí y nunca volví, supongo que alguna vez se preguntó quién sería aquel tipo que le hablaba desde la acera de enfrente. Años después, ahora sé que dirige un colectivo de artes en Pasadena (California). Es el poder de Internet…estamos todos en la nube, flotando.

Concierto Metallica: Orion (Arlington, TX. 18 de Agosto del 2023)

En el monitor…Concierto Metallica: Orion (Arlington, TX. 18 de Agosto del 2023)   Otro espacio del estudio, imagen digital, pluma y computador…La obscuridad rodeando todas mis galaxias favoritas, hasta en los puntos de luz mas lejanos. Este concierto estaba a solo 25 km de carretera y aglomeraciones en el estadio de Dallas-Cowboys, por eso no fui a verlo en vivo…Me he estoy volviendo muy comodón.

Y he vuelto a las andadas, a los principios—a la radio debajo de la almohada. Ahora es el IPad o simplemente la TV con sus cientos de canales y solo dos (!?) de música clásica, uno llamado: “Light” y el otro: “Symphonic” (!?) muy desiguales, eso sí: 24 horas/7 días, sin posibilidad de selección propia. ¡Algo es algo!  El mundo dentro de casa. La obscuridad rodeando una galaxia de luces LED parpadeantes, para dormir eternamente mecido por la música. Inciso: se nota que estoy escuchando el finale del “Anillo de los Nibelungos”? Excusa: hoy es el cumpleaños de Wagner] Imperecero placer de la música, compartido desde hace ya más de veinte años con  otro músico: S. (léase: Ese Punto) compañera y violinista (!), retirada por enfermedad de la práctica  del violín; sus manos ya no podían llegar al nivel “excelsior” que ella siempre ha querido para sí misma, en todo. Era una violinista fantástica—mandona—ese violín poderoso, de nivel concertino que todo director quiere poner detrás de la entera sección de cuerda para “tirar”de ella y conjuntar todos los violines, y en suma todo el elenco. La orquesta californiana la perdió y yo la gané, para tirar de mí musicalmente y resolver todas mis dudas y deficiencias. Hasta conocerla a ella, siempre creí que la música era un placer de disfrute individual. Y lo más grande, así son estos músicos, S. ya sobrevuela, certeramente, por encima de mi pintura, fotografía y escritura. Estética, composición, intuición. Un estuche que lo tiene todo. Impepinable. ¡Hágame un favor, ponga un músico en su vida! 

 

Luisma, Maypearl, TX    3 de Junio del 2020.    Revisado y reeditado en Septiembre del 2023.

 

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Hablar de Fotografía (II’)

Imagen # 4 “Lawrence de Arabia al viento de un oasis, en Zama II, galaxia de Eridane” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Lawrence de Arabia al viento de un oasis, en Zama II, galaxia de Eridane”
Photography: luisjimenezridruejo.com

Algunos personajes, sobre todo las leyendas cinematográficas, escogen para su eternidad dorada—ellos pueden hacerlo—otros mundos del segundo universo. Distingos por celebridad. Ya me gustaría a mí poder escoger. Son quinientos años antes de la perpetuidad, y a quién le amarga un dulce? En uno de mis últimos sueños pude acercarme a Zama II, un planeta desértico, pero maravilloso. Sé de leyendas históricas de Tierra1 que pasan allí su eternidad, bañados por los veintiséis soles eridanos. Rommel, el mariscal de África; Gertrude Bell, la reina del desierto…Unos oasis deliciosos, temperaturas sin igual, fantásticos espejismos; cruceros navegando en los océanos de arena. En Zama había quedado con ella y “me ojeó la perdiz”—estará allí, a su aire, y no tendrás problemas para hacerle una foto—. Fuimos y pude tirar unas cuantas instantáneas—un instante de una inmortalidad—a un silencioso Lawrence, descansando ‘a la romana’ en unos pufs amarillos, vestido con túnicas rojas lisas, muy cumplidas y garbosas. Ensimismado, fumando quién sabe qué. La foto que “ví ” fue sencilla, como si fotografiara una flor en una playa del sur, de cualquier Sur. Plano general, no quiso primeros planos de su eternidad. Se le ha alargado un poco la nariz, nada grave, sigue reconocible. Y, además, cada siglo que pasa se va pareciendo más a Peter O’Toole. Que cosas!

Hablar, o tratar de Fotografía es siempre, parece ser primero al menos, hacerlo de composición de imagen, o encuadre si se quiere, golpe de ojo, visión selectiva. La organización de los motivos que hay a la vista en un asunto que queremos plasmar por cualquier método técnico, reproducirlo y, seguramente, conservarlo. Para poder verlo, una y otra vez, o que alguien más lo vea. Incluso para decirnos algo a nosotros mismos, o decirlo a ese alguien más que pregonamos. Una cuestión de expresividad.

Pero, que es lo que el ojo del fotógrafo nota al pronto, encarando el ocular, o al abrir la pantalla trasera en digital? Que percibe antes de disparar, y que lo decide a VER, seleccionar y ‘guardar’ esa foto? Será el color? Cuál era la acción mental cuando la foto solo era en ‘blanco y negro’ (a estas horas de grandes luces, siempre olvidamos los grises), aunque estaba allí, no lo recuerdo. Y luego, como se adaptó la mente a ‘pensar en color’? Tambien estaba allí y tampoco lo recuerdo. Mi generación es probablemente la última que distingue los dos métodos mentales. No debió ser un proceso doloroso. Ah! Las diapositivas proyectables, claro! A este propósito, nada como hacerse viejo, para tarde o temprano recuperar esa memoria primera, o perderla definitivamente. La primitiva fotografía en color, técnicamente, ha sido condenada a la degradación, ‘blanqueo’, y la desaparición, salvo copias digitalizadas tardías. Que pena!

Imagen # 5 “El ‘cartoon’ de Maypearl House” 2020 Photography: luisjimenezridruejo.com

“El ‘cartoon’ de Maypearl House” 2020
Photography: luisjimenezridruejo.com

‘La madre sin cara y el niño con mascarilla’, boceto de ‘grabado fotográfico’ a la manera de Leonardo (?!), el pintor e ingeniero. La imagen visualiza la ‘textura’ de un grabado renacentista, o de un boceto a carboncillo y tiza blanca, de la misma época. Por alguna razón me recuerda esta foto las manos hábiles de Da Vinci, en su dibujo preparatorio para una pintura de una Sagrada Familia, el llamado ‘cartoon’ de Burlington House (National Gallery de Londres). Leonardo lo dibujó en tiempos muy semejantes a los actuales y bien pudo haber llegado a ser así.  La madre solícita y sin rostro, y el niño con mascarilla protectora contra pandemias, que entonces se paseaban libres y ‘tan campantes’ por los palacios y las cabañas, decimando las poblaciones, como hoy. La familia se reduce a una moderna “madre soltera con niño”, composición piramidal, o cónica, simple…Mi fotografía se escapa de la condición renacentista, camino de la abstracción dura y pura. Falta de facies, ausencia de pose y gesto. El reflejo de los ‘movimientos de la mente’, la imaginación de Da Vinci. Expresión. Dejar el rastro del paso por este mundo, tan real como las galaxias reales o fantasmagóricas que contienen esos otros mundos que posiblemente nos contemplan; allá, o más allá de Andrómeda, Centauro, Casiopea… Campos de Agramante de una fotografía que nunca podré hacer y con la que siempre me ha gustado soñar despierto y trabajar para la posibilidad de ella. Algo delicioso, pero sin futuro… Pedía en el anterior post de cien a quinientos años de fotografía—por   pedir que no quede—imposible, claro.

Imagen # 6 “El alma de la galaxia de Lacerta” (cocina ‘Pollockiana’ con sabor a Miro) Photography: luisjimenezridruejo.com

“El alma de la galaxia de Lacerta” (cocina ‘Pollockiana’ con sabor a Miró). Photog: luisjimenezridruejo.com

Aquí se compone una visión del ‘alma’ de una galaxia lejana—todas lo son—, la galaxia de Lacerta (El Lagarto), que como es una constelación ‘moderna’ no se relaciona con ninguna leyenda antigua. Nada figurativo, y por mi cuenta, todo opinable. Por ello, me permito el lujo de asociarla con las pinturas abstractas de Jackson Pollock y Joan Miró, a modo de homenaje a sus envidiables e inspiradoras obras. Los grandes mantos verticales de matorral, alto y tupido, lo que yo llamo: la maraña. ‘Obras’de una reputada artista: la Naturaleza. La tengo a unos cuantos, pocos, pasos de distancia. Afuera de las ventanas del estudio, viven mañaneros cuadros de Miró, que se convierten en Pollock a la hora “bruja”. Milagroso. Escrutar lo que tus ojos ven e interpretar una realidad que invoca una abstracción, sea pictoricista o no.

Siguiendo las reglas, aparentemente, solo hay dos maneras de componer el fondo de una fotografía como esta, antes de afrontar el ‘tiro’: el fondo oscuro o el fondo blanco. La proterva (perverse—wicked) oscuridad, la negrura que no es exactamente negra—siempre le falta algún color—suele ser mi elección natural. En esta foto, sin embargo, me he ido al más exacerbado o exasperante blanco, quizás con un puntito de mezcla con azul celaje de Texas, marcando el centro de la composición. Raro firmamento con estrellas negras y nebulosas rojas, propias del ‘alma’ de la galaxia de Lacerta, la más imaginaria de las galaxias reales y la más “actual.”

“Orion’s storm colours” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“Orion’s storm colours” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Es una cuestión de inmediatez, la fotografía es un cúmulo de decisiones al instante; la del clásico ‘background’ es una de ellas, si se tercia que lo haya. Usamos ‘background’ quizás, y humorísticamente atendiendo al significado, en inglés más literal: ‘relleno del fondo’, aunque posiblemente sería más bonito, o poético, o clásico, o todo ello junto, tildarlo de ‘telón de fondo’. La regla del contraste  con los colores más ‘coloridos’. Para toda cuestión hay su regla, también en la fotografía. Y como diría la pintora Helen Frankenthaler : “Sigo las reglas hasta que de pronto voy en contra de todas ellas.” Amén. Su segundo apellido—ese que los americanos tienden a olvidar y en muchos casos, convenientemente, a hacer desaparecer— no sería…por casualidad: Mozart?

“Entrada a una fiesta exterior después de la prohibicion de publicidad exterior, en Terra5 de Andromeda” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“Entrada a una fiesta al aire ecuanimizado, después de la prohibicion de publicidad exterior, en Terra5 de Andromeda” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

En la pantalla de mi “ordenador/computador, aparece…un signo, un cartel, un mensaje—HDMI1—y un consejo/orden:

–‘Chequee’ las conexiones de cable y la configuración de la toma de corriente de su aparato (motor) de alimentación…”

“Chequear” es el ejemplo de un verbo que nos ha ganado la partida. Ya es inútil comprobar, verificar, revisar, controlar, marcar…” Todo es el dichoso verbo “Chequear”—por activa y por pasiva—y todo ello en inglés, claro…sencillo, pero en inglés, o en español atiborrado de anglicismos, para más delito. El mundo de la imagen ya es, también, en “inglés digital”…el mundo analógico disfrutó de unos siglos, más o menos ‘babélicos’ y ahora, ya es tiempo de cambio. Desde los relojes del Escorial, con su tic-tac de vidrio alemán roto (mejor: desmenuzado y hecho añicos) y una camara obscura que se echó una siesta de tres siglos más, hasta el “falso conteo” hacia atrás, del primer vehículo espacial camino de la Luna, sin sonido, solo imagen, una tras otra…Hemos quedado para poco, pero la Imagen, desde el Renacimiento y más, es “nuestra”, peninsular, romana, mediterránea, pictórica y fotográfica.

Así que os conmino a todos y a todas—pues no faltaría más—a encontrar tres o cuatro palabras, y algún ‘palabro’—a género cambiado, con el que algunas suenan: “de cojones” o “de puta madre”—para dar “la taba” al Inglés, en cuestión de Imaginación o de Imagen, y en Inteligencia Artificial, o AI. Ah! Y, ellos entienden perfectamente la sutil diferencia. Es como al punto… cuando antes decían: “Vamos Rafa…!  Y, ahora dicen: “Vamos Carlito! Sí, sí, así… Carlito, sin la ese—’porque  con ella sería plural (¡?), matizan. Y cuando les explicas su error (que viene de los portorriqueños neoyorkinos que confunden con su acento el italiano Carletto y el “gallego” Carlitos) te miran con aire displicente, el mismo con el que miran al pobre imbécil que tiene la mala suerte de no hablar inglés. La tradición de lo erróneo que prima y da grima. Si una imagen vale más que mil palabras… ¡Vamos! A por ella!  Sí-se-puede!!                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        Luisma, Maypearl, TX        31 de Agosto del 2020        Re-edición: 31 de Agosto del 2023

 

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Hablar de Fotografía (I’)

Este “post” es una re-edición de otro(s), con el mismo título y similares contenidos. Incluidos los “Retrato de Pintor” y “Retrato de Fotógrafo” muchas de las ideas, al escribir este Blog, me han servido para desarrollar presentaciones personales, inauguraciones de exposiciones de pintura, fotografía y otras, tales como Clases Magistrales, o al menos, así figuraba en los cheques. Tambien, para comunicarme con seguidores, que no secuaces, en las filas de los “Internets gloriosus” donde “da lo mismo ocho que ochenta,” porque no se los ve. Pero, se los siente. Vamos allá…

Image # 1 “El brazo de Dalí” (photography: luisjimenezridruejo.com) 2020

“El brazo de Dalí” (photog: luisjimenezridruejo.com) 2020

La piltrafa y el brazo incorrupto de Dalí, enganchándose al sueño de la razón. Una tarde cualquiera, en cualquier risco del macizo central de Onix, en Alpha de Centauro. El último resto de Dalí, se aferra a su ya más remota posibilidad de fama, de nombradía; en el segundo universo, los documentos del primero ya están empezando a borrarse Ya ni la Historia de la Catalanidad le sustenta. Solo queda el brazo derecho y un muñón de raíces que rebrotar, pero de un ente que se vuelve polvo y paja volanderos. De sus obras no queda casi nada apreciable por el G.P. (“gran público”), solo algunos dibujos en grumosa y vieja tinta negra, en algún museo del segundo universo. De sus famosos bigotes, apenas unas masas de pelo negro-zaíno teñido, que cubren su célebre fisonomía y guardan—pura imagen plana—los ojos surreales del primer universo. Aquellos, que pusieron nombres a todo un universo. La Tierra 1, el planeta de los mil satélites, metálicos, y una sola luna: La Luna. Como diría aquel fraile docto por la Universidad de Salamanca: “El arte da para dos vidas y una sola eternidad.”

Hablar, o tratar, de fotografía es algo que hago habitualmente cuando escribo, siempre a mano como paso previo, en esos cuadernos ‘legales’ amarillos, tan americanos como la Coca-Cola y tan amarillos como sus autobuses escolares. Realmente, nada más llegar aquí, me acostumbré enseguida a escribir en ellos. Mi aprendizaje del idioma tuvo que ver mucho. No sé cual sería la relación, pero haberla, “haila”. Hablar, o tratar, quiero decir, de una o unas fotografías, unas con minúscula y la otra con mayúscula; aunque puedan ser lo mismo, parcialmente, en un momento dado. Decía que hablar con preposición anterior—simpática redundancia—así como: a, ante, bajo, con, contra…la Fotografía (mayúscula) es algo que aprendí leyendo a Javier Marías, sus retratos de escritores muertos (uno de Valle-Inclán, revelador y sencillamente glorioso). ¡Qué manera magistral de “contar” la fotografía!

He venido pasando de hablar de Javier, pasando descalzo y entristecido, pero ya no me queda más remedio que empezar a escribir algo, recuerdos, admiraciones…algo tendré que decir. Apenado, con la pesadumbre de la pérdida de una de las esperanzas diarias, o semanales. ¿Qué habrá escrito Marías para hoy? Sus lectores empedernidos estábamos siempre al pairo en la bocana de un puerto que ya no se abrirá más. Lo vamos a echar de menos. Esto será lo primero que digo, pero no será lo último, habrá más. Más adelante. Quizá una imagen escrita del escritor? Escritor de cabecera, si atiendo al hecho de tener en este momento—como de costumbre—cuatro o cinco de sus libros, “a la sazón” en mi mesilla de noche. R I P.

Image # 2 “Retrato de Isabel II de Inglaterra y su sombrero” (photography: luisjimenezridruejo.com) 2020

“Retrato de Isabel II de Inglaterra y su sombrero” (photog: luisjimenezridruejo.com) 2020

Está Isabel sentada, y hasta arrellanada, en su trono. Lo han sacado al jardín, a instancias del Fotógrafo Real que está viniendo para hacer la foto oficial. Nunca llegaré a esa tesitura, solo haré fotos oficiales de mí mismo. El respaldo lo han cubierto con una sábana-colcha de la India, con motivos vegetales de Paisley. (Ay! El viejo Imperio momificado…) Color difícil de definir, aunque no de nombrar, color: Isabel II, o color: La Pérfida Albión. Del sombrero solo se ve el tocado floral, grana-naranja-oro, que está colgado del brazo izquierdo del trono. Igualmente podría estar en un jarrón y haría el mismo efecto. El viento expande la peluca, es un raro día de sol en Balmoral. Siempre me he preguntado si Lilybeth, apodo familiar y un tanto despectivo de los Windsor, incluidos sus hijos, para con ella y desde su más tierna infancia. Con su pinta de cocinera, reina de las ensaladas en el comer y en el vestir…sabría cocinar? En cualquier caso, también R I P. Un personaje mundial vistoso y probablemente la mujer a la que se hallan hecho más fotos en su vida.

Hablar de Fotografía, para mí, es igual que comer, algo necesario e imprescindible para la vida. Llevo mucho más de cincuenta años hablando de esta faceta artística. Es como si fuera esa primera novia que todos alabamos y echamos de menos. Sentimiento y sensaciones que se sueñan despiertos (“daydream”). Para mí, a estas alturas, ha llegado a estar bastante claro y diáfano.  Así como la pintura es una marcha continua, camino interminable del altozano. La fotografía es la detención fulgurante de un momento vital. Lo fotográfico es algo difícil de concitar porque la vida es una millonada de esos instantes y da lo mismo de qué lado del ojo estemos. Mirando o viendo, buscando o recibiendo, una cuestión de simple actitud. Aunque, según mis más reputados maestros, la fotografía es más que nada y, sobre todo: VER. Y a la larga, interpretar lo que vemos. Todo esto puede conformar obviedades, pero, incluso lo más obvio es lo más fotográfico. ‘Hasta una fotografía abstracta es puro realismo.’

Image # 3 “The Andromeda’s party”. Photography : luisjimenezridruejo.com

“The Andromeda’s party”. Photog: luisjimenezridruejo.com

Algunos días vago, como si de un impromptu musical se tratase, por esos “mundos de dios” (siempre me ha encantado esta definición de la nada). Nada cambia allí. Es el vagar sin buscar, al encuentro de una abstracción imaginaria, un filtro que me permita ‘cambiar’ de galaxia, hacer una ‘visita’ a una Andrómeda (no mitológica) y participar en alguna de sus ‘fiestas encadenadas’ en cualquier planeta de su galaxia. Eso sí, con travesía de vuelta a ‘mi’ Vía Láctea. Al fin me traje una imagen del relieve-filtro de entrada al club: ‘Andrómeda encadenada’: (Nikon D7100/300mm/1:250/4.) 2020. Todos hemos pasado alguna vez por el filtro líquido verde de Orión, a este lado de la imaginación, de donde proviene—ya se sabe—la famosa ‘creatividad’, patrimonio de las galaxias más cercanas; pocos hemos intentado “robar” una imagen de Andrómeda. Esta es mi único souvenir, “sacada” antes del filtro, aunque después de su reflejo, lo que garantiza la veracidad de la imagen, al otro lado de la imaginación, galaxias adelante, en mi sueño del miércoles pasado.

Estableciendo una profundidad de campo muy plana, para evitar difuminados o desenfoques malqueridos, hasta los deseados tienen la maligna manía de hacerse a sí mismos. La imaginación así se casa con la realidad. No era este—nunca lo ha sido—el propósito inicial de mi fotografía, es mucho más el resultado, mostrar a la vista de los demás lo que yo veo y quizás otros tienen dificultades para apreciar: ciertas partes de la belleza. “Y si no disparo yo, quién lo va a hacer?” (R. Roye, fotógrafo). La fotografía puede vencer al tiempo, testigo de un momento de luz que no va a repetirse, o muy raramente, en el curso de la coyuntura vital. En ya más de sesenta años, solo me ha ocurrido tres veces. La fotografía es luz y no me queda más remedio que creer en la luz, no tengo otra creencia más firme. Alguien dijo: “Es como una enfermedad, una obsesión, casi como una droga”. Es una herramienta más para contar historias. ‘Es otra manera de escribir.’ Puede ser…No ando buscando pendencias.

 

“The Studio Uninhabited Garden, From Outside # 13.” July 2023 (photog: luisjimenezridruejo.com.) Serie de fotografía: “del Estudio”

“The Studio Uninhabited Garden, From Outside #7.” July 2023
(photog: luisjimenezridruejo.com.) Serie de fotografía: “del Estudio”

Comunicar. ¿Con qué? ¿Con quién? Parece que la forma de comunicar con la gente de nuestro tiempo y entorno, a día de hoy, siendo este planeta nuestro mundo “conocido”, está claro que contiene en una buena parte a la fotografía y todos los hijos de esta imagen que queramos autentificar. No lleva mucho tiempo desde que se inventó, su historia es corta y rápida. Espectacular. La fotografía, tal cual está en nuestra coyuntura, es un documento para el futuro, puede que lo único que quede de nosotros, para entonces. Un escalón de cien a quinientos años, sería mi ambición. Combinar la imaginación y la realidad—lo integrante de los sueños—es un desafío para una fotografía de otro tiempo y otros mundos. Y en eso estamos…

 

Luisma, Maypearl TX                   31 de Julio del 2020.     Re-editado en Julio del 2023

Retrato de Pintor (XVI)

Retrato de Jackson Pollock, usado para el cartel anunciador de la retrospectiva especial en la Cadena TV-CBS-USA, en 1952. Photog: Tony Vaccaro (Getty).

Retrato de Jackson Pollock, usado para el cartel anunciador de la retrospectiva especial en la Cadena TV-CBS-USA, en 1952. Photog: Tony Vaccaro (Getty).

“Lo mejor de esta vida es que nada dura mucho.” Frase que atribuyo al escritor de Ohio: Donald Ray Pollock, sin ninguna relación con el pintor del mismo apellido, si no es la de pensar eso mismo y decirlo en público. Parece que Pollock, el pintor, también la usaba a menudo, quizás intuyendo en su propio caso, su particular espada de Damocles. O la relación de haber trabajado, ambos, en oficios de “cuello azul” durante sus años mozos. Acaso más en la situación del escritor, camionero hasta los cincuenta, de edad—cuando publica su primer libro y además con gran éxito internacional—que el hecho del pintor, trabajador en una papelera y ‘janitor’ (conserje-limpieza-mantenimiento) en el Museo de Pintura No-Objetiva, precursor del Guggenheim-New York, hasta donde ‘saltó’ directamente, obteniendo una beca “Guggenheim Fellowship” para dedicarse exclusivamente a la ‘Gran Pintura’. Por supuesto, quedaron colgando de las paredes del añoso museo, babas de los críticos y envidiosos comentaristas de siempre, los que atribuyeron su triunfo a su relación “personal” con Peggy Guggenheim. Sus éxitos en New York, París, Londres y la Bienale de Venecia, le hicieron llegar muy pronto a la fama y el reconocimiento mundial. Indescriptible debió ser la sensación de pasar de pasar y pasar el aspirador limpiando las salas, a verse colgando su pintura en ellas…

“Convergence” 1952 Pintura de Paul Jackson Pollock. Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, USA

“Convergence” 1952 Pintura de Paul Jackson Pollock. Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, NY USA

La vida de Jackson Pollock (Cody, Wyoming 1912- East Hampton, NY 1956) fue todo lo que queramos decir: Sorprendente aporte a las artes plásticas, archifamoso al final de su camino, reconocido mundialmente…Todo, menos un camino de rosas en una vida, lamentablemente, muy corta y ajetreada. Siempre de salud precaria y abrumado por el alcoholismo una y otra vez, y una existencia en derrota emocional, en muchas ocasiones inexplicablemente autodestructiva, por no hablar del accidente automovilístico que le costó el tránsito final, a los 44 años y en plenitud de su arte. No mucho tiempo antes y ansioso de tranquilidad, con el éxito de su pintura se trasladó a una solitaria zona de playas, al norte de New York City. “Me gusta estar en los Hamptons porque puedo ver el mar y el mar no puede verme a mí.” Una biografía, aunque llena, demasiado rápida…

“Maraña # 3” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“Maraña # 3” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Confieso que…la razón, o una de las razones—posiblemente la primera, aunque parezca mentira—fue el color dominante de muchos de los lienzos de Jackson Pollock en sus pinturas, incluido la base cruda del propio lienzo Era un color que ya para mí quedó denominado: “gris-Pollock”, el mismo color gris del papel de “envolver” (empaquetar) de las carnicerías y pescaderías del Mercado de Abastos de Salamanca, en España. Un gris que, para entenderme con otras gentes, yo llamaba: “perla” o “secante” Sobre todo los lienzos iniciales que ví, en reproducción fotográfica, en revistas americanas de Arte y Decoración, de los años sesenta del pasado siglo—el famoso y todavía hoy no bien ponderado Siglo XX—era donde copiábamos perspectivas de decoraciones para mansiones modernas de millonarios neoyorquinos y admirábamos colgados en sus paredes a De Kooning, Pollock, Frankenthaler, y todos los demás, para presentarlas en la Escuela de Decoración y Diseño, como originales de nuestro caletre, con “nuevos” colores:  grises-Pollock, purpuras-Rothko, azules-Diebenkorn…y aquellas diferencias provocaban el estilo personal y decidían por dónde íbamos a ir en nuestra futura obra personal. Lo sorprendente es ver y apreciar la inspiración e influencia de nuestros maestros cuando empezábamos algo nuevo o distinto de lo que ya habíamos hecho y como a su vez nuestras gotas salpican a los que vienen después. El año pasado veía con fruición señales claras de mi influencia en las fotografías de un artista chino, en su entrevista (en un muy correcto inglés) hablaba de triple plano de abstracción y mencionaba usar el estilo de medición de la luz (‘al cero’) gracias a un “fotógrafo español, que trabaja en USA.”   

“Lavender Mist 1950” Pintura industrial sobre lienzo. Jackson Pollock Colección MoMA (New York)

“Lavender Mist 1950” Pintura industrial sobre lienzo. Jackson Pollock Colección MoMA (New York)

No estoy muy seguro de que Pollock llegara a conocer estos  bosques terciados del norte de Texas—tras haber viajado mucho por todo su país—pero no me extrañaría; cuando tu imaginación se pierde en “The Enchanted Forest” de Jackson Pollock (‘el bosque encantado’ pintura de 1936) sin necesidad de ver ningún otro, a salvo de lo que  podamos encontrar más allá de Andrómeda y todas aquellas galaxias prometidas por la luz y la música que quedó para siempre y entonces, en las maderas de Stradivarius y Guarnerius y en los papeles pautados de Vaughan Williams. A mí, también me quedó la frustración del “violín bien temperado” y la guitarra del “Chota”, mi profesor de Flamenco… y tantos miles de otros artistas, con los colores, ideas, sueños, representaciones, juicios de sus pensamientos y los pensamientos de sus ocasiones, tonalidades, visos y en suma: motivos. Fuera cual fuese la herramienta en la extensión manual de su cerebro. La esponja de mar, los pinceles personales que descargaban exactamente el gesto líquido… No parece fácil adaptar la espátula, ni el cuchillo de empastar a la “Action Painting”. Los chorros delicuescentes del tubo de color y el vertido burbujeante, casi de sidra en vaso alto, llevaron a los amigos a ponerle un mote, un poco siniestro; le llamaban: “Jack, the Dripper” (Jack, el Salpicador).

“Maraña # 5 “Esperando, a Velázquez y Goya”(Photog: luisjimenezridruejo.com

“Maraña # 5 “Esperando, a Velázquez y Goya”(Photog: luisjimenezridruejo.com

Discutía continuamente con De Kooning y los del grupo de artistas que repoblaron los Hamptons, sobre un “quítame allá esas pobres pinceladas…” De esa forma buscaba un convencimiento, lejos de la apreciación del “gran público” que no siempre tenían. En ausencia de Pollock, De Kooning siempre le tildaba de #1, en un mundo de dos…y cuando todos esperaban su propio nombre, el holandés-americano citaba a Picasso y Matisse. De todas maneras el humor de Pollock no era su fuerte, a menos que fuera en los momentos—por demás frecuentes—en los que discurría por los derroteros del “In vino veritas” y, por ejemplo, reconocía su admiración por Picasso; o por la pintura de De Kooning, del cual alababa siempre sus “majestuosos amarillos….”

“Alquimia” 1947 Pintura de Jackson Pollock. Guggenheim- Venecia

“Alquimia” 1947 Pintura de Jackson Pollock. Guggenheim-Venecia, Italia

Bosques, campos, arroyos, pantanos, esa era su influencia de la naturaleza y es igual, o parecida, a la que tengo aquí en el sur, en Texas. Supuestamente, nuestro pintor dice: “I am Nature.” (Soy la naturaleza misma!)  Y, le contestaría: ‘Como fotógrafo, tienes que trabajar duro para encontrar la abstracción que el pintor crea de la nada con su “action painting.” El propósito de la fotografía es encontrar la abstracción donde el fotógrafo solo tiene, en principio, una realidad obligada; susceptible de ser cambiada por la mente en abstracción, por supuesto. De ese dicho, la fuente de sus imágenes, la única variación con la bucólica neoyorquina es la geografía y lo “social”…como si fuera poco! La abstracción con Pollock toma una nueva vía de entendimiento que parece permitir una connivencia de cierto realismo o figuración al modo accidental de la “trouvaille” y que, en su momento, fue el eje de las mayores críticas y sus diatribas con los críticos que no habían aceptado todavía el expresionismo abstracto.

“Enchanted Forest” 1947 Pintura de Jackson Pollock. Guggenheim Museum, New York 

“Enchanted Forest” 1947 Pintura de Jackson Pollock. Guggenheim Museum, New York

 

“El Bosque Encantado/Animado” 2023 (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“El Bosque Encantado/Animado” 2023 (Photog: luisjimenezridruejo.com)

A pesar de su triunfo y sus grandes exposiciones, Jackson Pollock nunca quiso salir de E.E.U.U. ¿Quién sabe porqué, y si no sería su gran timidez? Aun así, su obra está presente en todos los grandes museos y viajará llevándole a los espacios intergalácticos, para ser apertura de la página de definición del Arte— o de su final, según se tercie— en cada civilización que salte a la palestra de los tiempos. Todas lo hacen, tarde o temprano. Amén. 

Luisma, Maypearl, TX      30 de Junio del 2023              

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El rincón del estudio

“Es un buen sitio para escribir, o para soñar, despierto. “ Photog: luisjimenezridruejo.com

“Es un buen sitio para escribir, o para soñar, despierto. “ Photog: luisjimenezridruejo.com

También lo llamo el rincón de las begonias, o el faro, o la oficina del estudio. Cuando alguien me pide ‘recado de escribir’, o sea una de mis plumas ‘Pilot’ o uno de mis cuadernos ‘Legal’ amarillos, siempre contesto: ‘mira a ver en el rincón de las begonias’. Es un buen sitio para escribir. El rincón huele bien, a nada; no sé por qué aquí los olores son sutiles y a veces inapreciables. Mucha luz natural, todo el estudio, doce ventanales grandes tienen la culpa y en el rincón una sola lámpara, justo en la bisectriz; uno de esos barrotes de hierro colado para cerrajería. No es muy agraciada y solo la uso para dejarla encendida de noche, cuando estoy fuera y para volver de lo obscuro, es como un faro, se ve desde todos los puntos. El rincón, a decir verdad, confortable no lo es mucho, pero creo que se piensa mejor dentro de una relativa dureza e incomodidad; con una silla de madera “country style” sin cojín de asiento. Si lo veo bien, es el sitio de la casa donde paso muchas horas de las llamadas: “muertas”, que siguen estando vivitas y coleando, todavía, y que me duren…

“…las begonias de mi rincón—buenas modelos fotográficas…” Photog: luisjimenezridruejo.com

“…las begonias de mi rincón—buenas modelos fotográficas…” Photog: luisjimenezridruejo.com

Puestos a la contemplación de la naturaleza, el estudio es el sitio desde donde mejor se mira, se ve o se ensimisma uno. Merece la música, pero no necesita la televisión, lugar agradable donde los haya, lo que en castellano lígrimo llamaríamos ‘el cuarto de estar’; se supone que, de estar sentado, aunque no sea obligatorio. Acostumbrado a ensoñaciones, desde él vigilo la oceánica pradera, sueño despierto con la luz y las sombras que traspasan los ventanales. Todo puede ocurrir, al despejarse las nieblas de mi cabeza…allá hacia el sur, hacia el Golfo, en lontananza, donde las nubes y los horizontes, siempre lejanos, se confunden… Palos y velámenes de barcos a todo trapo, navegando, bergantines, navíos de guerra de otras épocas, hendiendo las proas en las olas verdes y emergiendo entre las bocanadas de espuma. Imágenes que se acentúan en los días de tormenta, siempre a lo lejos; atardeceres tenebrosos mirando el horizonte final, el más oscuro con sus truenos y sus rayos verticales, los llamados ‘fusilazos’ o ‘tejanos’ por los del otro lado del Rio Grande, al que ellos llaman: el Rio Bravo, o la Raya. Esos rayos y truenos que se buscan entre si y que con sus rebotes y retumbes, hacen que la cosa tal parezca los cañonazos de una antigua batalla naval, o una pelea con piratas del Caribe, a los alcances de la península del Yucatán Para este tipo de imaginación más vale sentarse y escribir la historia, antes de que el gozo se vuele, arrastrado por los vientos de la realidad.

“…distancia entre el rincón de las begonias y el de la rehabilitación…” Photog: luisjimenezridruejo.com

“…distancia entre el rincón de las begonias y el de la rehabilitación…” Photog: luisjimenezridruejo.com

El otro sitio de estar en el cuarto, seguiremos llamándolo: ‘estudio’, también puede decírsele: porche, aunque solo cuando está abierto a los aires, moscos y bichos, es decir: casi nunca. Habitaciones así no son muy comunes, salvo en grandes mansiones, yo siempre las llamé: galerías. Claustros también podía ser, si los ventanales coronaran en arco. Vale, vaya mi voto final por llamarle: el mirador; aunque no dé a ninguna calle, ni sea un segundo piso. Al menos en este escrito atestado de minucias, si acaso da al borde, sin playa, del océano de hierba con islas de bosques lacrados por la maraña. Tanto el uno como la otra tan difíciles de traspasar incluso con la vista. A mí me encanta mirar y cuanto más abiertos sean los horizontes, mejor. Espacio, ambientes, son cuatro y medio metros de ancho y dieciocho de largo; esta es la distancia entre el rincón de las begonias y el de la rehabilitación y las colchonetas del yoga, el lado opuesto del porche; marcando la eslora de mi buque de navegación galáctica. Estas horas, cualesquiera en el estudio, tampoco se pueden tildar de ‘muertas’. Los ‘descansos’(ironía) se hacen en un tresillo de piel muy batallado, de cara a un piano “moderno”, electrónico, que lleva dentro una orquesta y mil posibilidades; incluso debajo de su pastilla, duermen el sueño de los justos, otros instrumentos musicales en sus cajas y estuches. Dos violines, una viola, una guitarra, una trompeta y una corneta (o será un corno inglés?)…Pero esa es otra historia.

“…ese otro mundo de mi discurso…” Photog: luisjimnenezridruejo.com

“…ese otro mundo de mi discurso…” Photog: luisjimnenezridruejo.com

Volviendo a ‘mi’ rincón, sitio de estar y escribir, con su silla “country” de maderas torneadas, aceptablemente incómoda; rodeada de begonias, un par de familias y solo ellas, un jardín interior de tiestos. Ah! Bueno… y un pequeño plato de cactus enanos…vaya usted a saber!  Cosas de S. (léase: Ese Punto). Es mediodía, curiosamente es la única hora de todas las del día que necesita una explicación. Para mí, la mejor hora de luz, de las mil de este rincón. Me dicen “las lenguas de doble filo” que existe una hora llamada: amanecer, de la que me cuentan maravillas…no sé, no conozco, es demasiado temprano para mí. El largo mediodía a la española es mi hora. Aquí, en el llamado Norte de Texas, se empeñan en decir: la tarde—the evening—demasiado pronto, qué diablos! Es puro mediodía. Esas horas son las buenas para “retratar” este rincón, el de las begonias. A refilón, con las ya mentadas tres luces, tan majas y resultonas. Begonias, “troopers” o “beefeaters”, guardianes mentales de la entrada a ese otro mundo de mi discurso fotográfico y pictórico.

“La tarde—the evening […] Esas horas son las buenas para “retratar” este rincón…” Photog: luisjimenezridruejo.com

“La tarde—the evening […] Esas horas son las buenas para “retratar” este rincón…” Photog: luisjimenezridruejo.com

A todo esto, se me ha olvidado por dónde voy—habitual situación—y de que va este escrito. ¡Ah! Sí, las begonias de mi rincón…han sido y son buenas modelos fotográficas, ni se mueven, y por ende pictóricas. La música y mis ruidos están de cristales para dentro. De cristales para fuera un silencio humano y animal casi continuo. Cierra los ojos, uno se puede montar una película…sospecho que, aunque aquí no hay caballos a los que oírles los cascos, ni sonidos metálicos de ruedas carreteras, radios de madera al eje de hierro y las llantas de lámina que arman tanto ruido como el piafar de los caballos de aquellas diligencias que ya no existen. Añadir unas gotitas, silbadas, de música de Ennio Morricone…

“…para volver de lo oscuro, es como un faro…” Photog: luisjimenezridruejo.com

“…para volver de lo oscuro, es como un faro…” Photog: luisjimenezridruejo.com

Sospecho, decía, que en el rincón de las ensoñaciones se bañan todas mis náyades, musas, o serán ruidosas “cheerleaders” quizás?  Todos esos sonidos se están disipando ya y lo que realmente oigo son los ruidos silenciosos, increíblemente suaves y amortiguados de esos mastodontes con ruedas, con sus cromados y tubos bruñidos plateados, que de vez en cuando pasan por esta carretera, la FM 66 (Farm to Market Sixty-Six) que queda a tres árboles de la casa. Aún a esta distancia, lo que más se oye son las voces atenuadas de los conductores y la música country-western que se escapa por las ventanillas abiertas. Estos camiones monstruosos son los navíos de la pradera. Sé que algún día se cumplirá mi sueño, que no es montar a caballo en Texas, pese a todos los pesares, y si montar en uno de estos supercamiones y hacer una bonita singladura, darme un garbeo por mi nación tejana. Ensueño, aquí: sueño de día (daydream). De momento, y hasta entonces, el villano en su rincón,..

Luisma, Maypearl (TX)      30 de Noviembre del 2017

 Re-editado el 29 de Mayo del 2023

Nota: Este post es una re-edición de hace cinco años; las cosas no han cambiado mucho desde entonces…mucha luz, muchos ventanales y una sola lámpara en el rincón, como antes, la cual ahora no es una simple bombilla, es un diseño metálico de un balón de futbol. Bajo los focos, mi pintura avanza con dificultades pasajeras, pero, mi fotografía está en su mejor momento—desde hace años—y parte de la culpa (¡?) la tiene este estudio, este rincón esta luz—interior y exterior—mis sueños de otras galaxias, viaje(s) a Andrómeda cada poco y “visitas” desde allí que quedan “reflejadas” en mis avances fotográficos. El pasado sigue valiendo la pena y S., también. Los espacios se multiplican, pero el villano sigue en su rincón. –LJR

78 Cumpleaños

Dibujo “a bolis de colores.” De antiguo, siempre, cuando estaba sentado y al teléfono, hacia dibujitos como este con, ‘captions’—en español: pies de fotos, leyendas—alusivos, o no, al dibujo o a la llamada. En este tipo de dibujos hay mancha, tachón, borrones y “rayas” (llamarle: líneas, sería darle demasiada categoría). Ilustración y portadas de libros eran el objeto, hasta que empecé a meter la fotografía en el asunto y se adueñó, rápidamente, del negocio. La dibujistica es la misma que la empleada en mis grabados de punta fina sobre plancha metálica. (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“…laboratorio digital computerizado, faro y fanal…” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“…laboratorio digital computerizado, faro y fanal…” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Sí, sí! Son 78 (setenta y ocho…!) años, los que he cumplido y aun todavía no salgo de mi asombro! Frente al espejo, saludo a lo militar y con una sonrisa de gato“Garfield”, me miro “p’adentro” pensando en todos los de mi yeguada, caballos que íbamos a lo loco y que ya no pueden cumplir la efemérides o están para “sopitas y buen vino.” O como el otro (!?), con una “dominicana” que le empuja la silla de ruedas por el parque. Así es como estaré yo a buen seguro y en muy poco tiempo…“al paso (trote) que vamos”, como un caballito de feria oxidado y renqueante, uf…! Eso sí, pienso que todavía me queda gasolina, aunque mi madre llegara con su pregunta a la cima sobre carburantes, con este diálogo telefónico eterno en los anales de “la princesa”: “Hijo, a ver que vamos a hacer que el coche no arranca, sabes?…a ver qué hago yo ahora?!” Y después de practicar varias pruebas a distancia, ella estaba a unos 20 km., se me ocurrió preguntarle: “Mamá, le has echado gasolina?” Y el teléfono me devolvió un claro y terminante: “Gasolina, para qué…?!” Estoy seguro de que a mi madre le hubiera gustado verme hoy y decir algo así: “Hijo, que pena, que mayor estás, y con lo guapo que eras…” Vade retro Parkinson’s…diría yo…

“Maraña de los espíritus” Otro mundo más que me rodea… (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“Maraña de los espíritus” Otro mundo más que me rodea… (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Ahí va, como presente por mis 78, este post que quiere ser una especie de collar de perlas (tres o cuatro, y cultivadas, claro) con un poco de todo lo que hago: hoy por hoy, un poquito de escribir, mucho menos de pintar (aunque pinto más de lo que declaro), y un montón de fotografía, cincuenta o sesenta diarias, buscando sueños desde este laboratorio digital computerizado, faro y fanal que ilumina y se columbra en cualquier fondo de esa total oscuridad eterna, que refleja continuamente mis setenta y ocho años de vida. Lo que, en realidad, me lleva en volandas camino de un final que sigue antojándoseme: Galáctico… Y, ojalá! sea mucho más lejos, “un poco después de Andrómeda,” que es para mí como el Miami de los jubilados modernos (abstractos?). Lugar de paso, aunque no de estancia, para llegar a esa siguiente galaxia de nuestros cielos, “Lacerta”, famosa por su cocina universal, hacen falta  otros 7 años de viaje anortado, sin ni  siquiera poder disfrutar del espectáculo planetario en el ínterin. Además, un agujero negro se está tragando toda la constelación, incluida la única estrella: Taika. Habrá que darse prisa!

“…mundos afuera de este mundo.” Retrato captado por una cámara de seguridad del estudio. (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“…mundos afuera de este mundo.” Retrato captado por una cámara de seguridad del estudio. (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Andrómeda, uno de mis favoritos mundos afuera de este mundo. Un mundo que se me reveló en aquellas noches de duermevela literario-fotográficas en la tumbona sueca, frente a mi ventana trapezoidal de la casa-estudio de Mission Street en Pittsburgh, mi ciudad de los tres ríos caudalosos: El Ohio, el Allegheny y el Monongahela, los tres se juntaban casi a las puertas de mi casa.  Desde la ventana trapezoide, en las altas horas, inquisicionaba aquella iglesia vecina, cerrada y abandonada, en cuyos vitrales bailaban luces de cirios por las madrugadas y que, a buen seguro, eran y son los mismos ‘espíritus’ que ahora “pueblan” mi ‘bosque animado’ de Texas. A veces, raramente, me cruzaba con el sacristán, o velador, o lo que fuese, de la iglesia de marras: San Nosequé de South Side. Barrigón, hábito ortodoxo, bonete y luenga barba con restos de comida, y rodeado de una penetrante atmósfera de olor a berza cocida. Me resisto a pensar que él fuese ninguno de los bailarines nocturnos, o que “estuviera en el ajo.” Solo sé que hay noches que me llega—no sé ni cómo— el fulgor dorado del metal que cubre la cúpula bizantina de la torre de aquella iglesia, de la que nunca supe el nombre. Cuando el fulgor invade el estudio, sé que es el momento de ir a soñar… Es la luz del faro de mis galaxias.    

Paisaje/Landscape en colores de otoño, en el Molino de McConnellsville, PA (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Paisaje/Landscape en colores de otoño, en el Molino de McConnellsville, PA (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Arrancábamos desde Pittsburgh muy por la mañana, aquel coche no se ponía en marcha, simplemente “arrancaba…” Después de un rato de luces, ruidos, juramentos y suspiros…y nos permitía alcanzar las tierras del norte, casi canadienses, del molino de McConnellsville, aun en el estado de Pennsylvania. El viaje era en menos de dos horas de rodaje por aquellas autopistas, ya un poco avejentadas, construidas en los años de aquel presidente Eisenhower, que ganó la Gran Guerra y la no menos grande, Paz de las Obras Publicas. Sorprendentemente, las carreteras europeas y fundamentalmente las autopistas, les dan “ciento y raya” a las americanas, en general. Mientras otros bienes comunes como los parques naturales todo lo contrario, por tradición, el gobierno federal las defiende y mantiene con los impuestos. Los parques naturales, que son legión, están muy cuidados y sus usos de las bellezas tienen unas leyes muy estrictas. Esta Zona Baja del Norte del Medio Oeste (¡?), la zona de los grandes lagos frontera con el Canadá, es mi favorita del reino vegetal americano, y para un fotógrafo y amante de la naturaleza justifica el vivir en ella, arriba y abajo, más de quince años. Cientos de miles de millas de trabajo y maquinaria, ocuparon a los soldados que volvían de los frentes de la Segunda Guerra Mundial. Pareciera como si una sucesión eterna de lomas y llanuras, llanuras y lomas, ríos y lagos, y bosques y más bosques se pintasen a sí mismos, con todos los colores del mundo; sin solución de continuidad, en una especie de Koyaanisqatsi ‘equilibrado’ y a velocidad contenida. Recuerda que yo vine para ver, lo de la fotografía fue siempre un “a mayores”—esta vez creo que si es un “salmantinismo”…

“Mi maraña “Pollockiana” se viste de gala…”(Photog: luisjimenezridruejo.com)

“Mi maraña “Pollockiana” se viste de gala…”(Photog: luisjimenezridruejo.com)

La maraña, es decir, los bosques que me rodean y me defienden se han vestido por 4 ó 5 días de colores (tejanos) que surgen del frio, llegan pronto y se marchan rápido… “la primavera ha venido y se ha ido, nadie sabe cómo ha sido…” Tienes una semana más para poder vestir la ropa que llamas de primavera. Una semana es lo que tardamos aquí en pasar de un invierno, que puede ser duro y nunca es largo, a un verano ardiente y canicular, como lo entendemos en España, en Toledo por ejemplo…Mi maraña “Pollockiana” se viste de gala para dar la bienvenida a los “espíritus” de este auténtico “bosque animado” que van llegando con las brumas del amanecer y van tomando trazo, masa y figura, mientras me esperan a mí y a mi cámara para lo de la “eternización” del momento, lo de la “instantánea” fotográfica! No sé qué hacen con ellas, porque yo se las doy siempre, en la pantalla del computador, al menos…. Y, eso…aquí estoy en el corazón del bosque, cada vez más animado. Como si un buen director de cine lo estuviera orquestando y me ofreciera los personajes de esta farsa, en el mejor sentido de la palabra. Y, sí, seguiré escribiendo de esta “repoblación espiritual” de “mis” bosques, lago y mis marañas, si el tiempo y la autoridad competente, no me lo impide. También de arte y fotografía…y de lo que ustedes gusten mandar.

Luisma, Maypearl (TX)    15 de Marzo del 2023   (“Feliz Cumpleaños!!”)

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Retrato de pintor (XV)

Javier Pereda Piquer (photog: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer (photog: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer. Una masa imponente. Solo tengo que cerrar los ojos y ponerme en modo: “recuerdos” y veo a Javier avanzando hacia mí; en una mano aferrando algún “folder” y blandiéndolo, como si fuera una espada, o un pincel. Pensándolo bien, si fuera daga, incluso una cimitarra, hubiera hecho un gran rey de espadas, de la baraja. Y, el pincel…Pereda no necesitaba de tal adminículo, realmente, yo lo he visto resolver un cuadro, con un cepillo dental!  Iba a paso de ballet, por cualquiera de los pasillos de aquel claustro de arcos encristalados; siempre a paso quedo, dragando el suelo—casi como un esquiador de fondo— pero airoso como un barco de vela o como su tía-abuela, la cantante Dña. Concha Piquer. “Mi tía Concha no era una cantante, era una tonadillera, y fue la mejor. Punto.” Estábamos en la Facultad de Bellas Artes, en la Universidad de Salamanca (España) hace ya un increible montón de años. Javier era una masa imponente, en el mejor sentido de conjunto de las dos palabras. Las dos le cuadraban, juntas y separadas. Masa, enorme caudal de cultura y conocimientos e imponente por su volumen de atracción, algo así como un centro grandioso de gravedad. Sin ni siquiera decir una palabra, solo moviéndo levemente aquella cabeza grande, “cezanniana”, perfecto retrato de los dos, Paul Cezanne y Javier Pereda. Y, sin embargo, sus pinturas poco tenían que ver. Hubiese sido demasiado, demasiado bonito para ser auténtico.  

Ahora que yo también estoy cojo, con bastón, por las malicias del Parkinson afectándome al ciático, y obligado al paso quedo y la navegación lenta de un andador—al que, sarcásticamente, apodo “mi Ferrari” —me doy cuenta de lo que debía ser moverse, masticando dolores, o pintar formatos grandes sin estar sentado, o hacer tantas otras cosas, de ‘mala manera.’ Pero, sobre todo en su caso, dominar una audiencia. Las audiencias se dominan con la palabra y el cuerpo en pie. Y, hablar de arte— esa importante parte de hacerlo—es algo para lo cual él estaba excepcionalmente dotado. Solo mirándole y escuchándole, en su inevitable transmisión, se aprendía muchísimo. En su caso, veíamos el trasunto de la verdadera academia, la griega clásica. Y una imagen, saliendo de la ducha, con su enorme toalla blanca terciada al hombro, que siempre me recordaba algún legendario senador o filósofo griego, o el dueño y señor de alguna de las seis mil islas.

Javier Pereda Piquer. (Painting)

Javier Pereda Piquer. (Painting)

Pero, además y como parte de aquella gran personalidad, Javier pintaba y también su pintura, como él, era atractiva y lo sigue siendo aún; si bien, debo reconocer que no he visto una sola pintura de él desde hace más de veinte años; digo ver, al natural, palpar si se quiere, aunque sí en fotografía, en la que igualmente transmiten. Una excepción: tengo, o tenía, un pequeño cuadro, 40×50 cm. acrílico sobre papel, de su serie de las playas. Un regalo magnífico, una de las que él llamaba sus “acuarelitas”. Me lo había dedicado, una lástima, lo perdí, extraviado o sustraído, en uno de mis últimos “movimientos” americanos. Lo que perdimos con Javier, que murió demasiado pronto, (no sé quién dijo que todos morimos demasiado pronto), fue un total y extraordinario amigo, y un admirable maestro de pintura y artes plásticas. Por alguna razón, me viene a la cabeza la palabra: descomunal.

“La sombra de Pereda.”  (photog: luisjimenezridruejo.com)

“La sombra de Pereda.” (photog: luisjimenezridruejo.com)

Ya por entonces, me anunció que yo podía llegar a ser un buen pintor porque, a pesar de mi tendencia a la pereza pictórica (¡?), eso me decía, “un buen fotógrafo ya lo eres” (sic). Y, rápidamente, me colocaba como zanahoria delante del burro, la famosa frase de Picasso: “…que cuando bajen las musas, te encuentren trabajando”. Trataba siempre, machaconamente, de hacerme aplicar las lecciones de mi sistemática fotográfica (intuición sin mucho estudio previo y rapidez en las decisiones) y llegar a componer el color con el pincel y los dedos untados, evitando el uso de la “paleta” y las pruebas de color, “uno no puede estar equivocado siempre”. No era un maestro de técnicas, era más un gran maestro de ideas y motivación. Como pintor, dominaba el color y por tanto era un pintor rápido; eso le permitía atacar lienzos de grandes tamaños. Su más célebre frase era una respuesta sobre sus dudosas horas de pintura. Debido a sus múltiples tareas de académico (fue catedrático y decano de Bellas Artes), político, hombre de negocios, padre de familia y cien otras cosas que él llamaba “sus labores”.  “¿Y tú Javier, cuando pintas?” — “Por las mañanas”— (tomado de Carlos Pascual).  

Pereda es de los pocos artistas a los que he oído proclamar, en un repleto salón, con voz altisonante: “…la pintura es mentira!!  Y quedarse tan tranquilo, como si hubiera soltado una receta de cocina, que también lo hacía. ¡Y, pobre de aquél que osase discutirlo! Le caía encima con todo su peso de sabiduría y facilidad para la diatriba y el convencimiento propio y ajeno. Una delicia. En el retrato de un pintor como Javier Pereda, lo de menos es su propia pintura, su cocina técnica, su forma de componer y justificar su mundo. Que también. En su retrato, lo que más interesa es la impresión personal y su ser humano, del pintor; lo que probablemente explica y justifica todo. Revisando sus pinturas, cosa que no hacía desde una pila de años atrás (me apenaba mirarlas), me he dado cuenta de lo mucho que me ha influido y como la mayoría de mis problemas pictóricos, aun con el paso de los años, se solucionan poniendo los ojos en sus pinturas. Los americanos usan una palabra que suena muy bien en una circunstancia como esta: “Amazing”—‘Estupendo’, una de mis palabras favoritas en inglés.

Javier Pereda Piquer. (Painting)

Javier Pereda Piquer. (Painting)

Retratar es también ponderar y alabar. Lo que mayormente tengo que agradecer a Javier son, a lo largo de los años, sus descargas de fusilería, a veces perpetradas por compañeros, o compañeras, mejor dotados. “Anda guapa, enséñale a este señor como se pinta”. O por él mismo, personalmente en su momento y siempre con su pintura y sus textos, contra mis miedos inveterados en la práctica de las artes. “Miedo en esto no se puede tener. O te sale o no te sale”. Es lo mismo que podría decir un torero, quizás con menos peligro físico ¿Quién sabe? Javier Pereda Piquer, nació y murió en Madrid (1947-2003). Durante tres cursos de la primera promoción de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca (España) Javier, Carlos Pascual (otro gran pintor) y yo, vivimos juntos en mi casa de Azafranal, a dos pasos de la Plaza Mayor. Los vecinos que no me conocían, señalaban: — Ahí, en el tercero, viven dos profesores y un alumno de Bellas Artes, el más mayor, Ridruejo, es el alumno…Lo que no haya en Bellas Artes! —Años y recuerdos felices que se fueron con ellos, pero que nunca se han borrado de mí —Por tí, Javier…”Vaya por Ud. Maestro!”—

Luisma, Maypearl, TX       29 de Abril del 2019      Re-edición… 2 de Marzo del 2023

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