78 Cumpleaños

Dibujo “a bolis de colores.” De antiguo, siempre, cuando estaba sentado y al teléfono, hacia dibujitos como este con, ‘captions’—en español: pies de fotos, leyendas—alusivos, o no, al dibujo o a la llamada. En este tipo de dibujos hay mancha, tachón, borrones y “rayas” (llamarle: líneas, sería darle demasiada categoría). Ilustración y portadas de libros eran el objeto, hasta que empecé a meter la fotografía en el asunto y se adueñó, rápidamente, del negocio. La dibujistica es la misma que la empleada en mis grabados de punta fina sobre plancha metálica. (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“…laboratorio digital computerizado, faro y fanal…” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“…laboratorio digital computerizado, faro y fanal…” (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Sí, sí! Son 78 (setenta y ocho…!) años, los que he cumplido y aun todavía no salgo de mi asombro! Frente al espejo, saludo a lo militar y con una sonrisa de gato“Garfield”, me miro “p’adentro” pensando en todos los de mi yeguada, caballos que íbamos a lo loco y que ya no pueden cumplir la efemérides o están para “sopitas y buen vino.” O como el otro (!?), con una “dominicana” que le empuja la silla de ruedas por el parque. Así es como estaré yo a buen seguro y en muy poco tiempo…“al paso (trote) que vamos”, como un caballito de feria oxidado y renqueante, uf…! Eso sí, pienso que todavía me queda gasolina, aunque mi madre llegara con su pregunta a la cima sobre carburantes, con este diálogo telefónico eterno en los anales de “la princesa”: “Hijo, a ver que vamos a hacer que el coche no arranca, sabes?…a ver qué hago yo ahora?!” Y después de practicar varias pruebas a distancia, ella estaba a unos 20 km., se me ocurrió preguntarle: “Mamá, le has echado gasolina?” Y el teléfono me devolvió un claro y terminante: “Gasolina, para qué…?!” Estoy seguro de que a mi madre le hubiera gustado verme hoy y decir algo así: “Hijo, que pena, que mayor estás, y con lo guapo que eras…” Vade retro Parkinson’s…diría yo…

“Maraña de los espíritus” Otro mundo más que me rodea… (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“Maraña de los espíritus” Otro mundo más que me rodea… (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Ahí va, como presente por mis 78, este post que quiere ser una especie de collar de perlas (tres o cuatro, y cultivadas, claro) con un poco de todo lo que hago: hoy por hoy, un poquito de escribir, mucho menos de pintar (aunque pinto más de lo que declaro), y un montón de fotografía, cincuenta o sesenta diarias, buscando sueños desde este laboratorio digital computerizado, faro y fanal que ilumina y se columbra en cualquier fondo de esa total oscuridad eterna, que refleja continuamente mis setenta y ocho años de vida. Lo que, en realidad, me lleva en volandas camino de un final que sigue antojándoseme: Galáctico… Y, ojalá! sea mucho más lejos, “un poco después de Andrómeda,” que es para mí como el Miami de los jubilados modernos (abstractos?). Lugar de paso, aunque no de estancia, para llegar a esa siguiente galaxia de nuestros cielos, “Lacerta”, famosa por su cocina universal, hacen falta  otros 7 años de viaje anortado, sin ni  siquiera poder disfrutar del espectáculo planetario en el ínterin. Además, un agujero negro se está tragando toda la constelación, incluida la única estrella: Taika. Habrá que darse prisa!

“…mundos afuera de este mundo.” Retrato captado por una cámara de seguridad del estudio. (Photog: luisjimenezridruejo.com)

“…mundos afuera de este mundo.” Retrato captado por una cámara de seguridad del estudio. (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Andrómeda, uno de mis favoritos mundos afuera de este mundo. Un mundo que se me reveló en aquellas noches de duermevela literario-fotográficas en la tumbona sueca, frente a mi ventana trapezoidal de la casa-estudio de Mission Street en Pittsburgh, mi ciudad de los tres ríos caudalosos: El Ohio, el Allegheny y el Monongahela, los tres se juntaban casi a las puertas de mi casa.  Desde la ventana trapezoide, en las altas horas, inquisicionaba aquella iglesia vecina, cerrada y abandonada, en cuyos vitrales bailaban luces de cirios por las madrugadas y que, a buen seguro, eran y son los mismos ‘espíritus’ que ahora “pueblan” mi ‘bosque animado’ de Texas. A veces, raramente, me cruzaba con el sacristán, o velador, o lo que fuese, de la iglesia de marras: San Nosequé de South Side. Barrigón, hábito ortodoxo, bonete y luenga barba con restos de comida, y rodeado de una penetrante atmósfera de olor a berza cocida. Me resisto a pensar que él fuese ninguno de los bailarines nocturnos, o que “estuviera en el ajo.” Solo sé que hay noches que me llega—no sé ni cómo— el fulgor dorado del metal que cubre la cúpula bizantina de la torre de aquella iglesia, de la que nunca supe el nombre. Cuando el fulgor invade el estudio, sé que es el momento de ir a soñar… Es la luz del faro de mis galaxias.    

Paisaje/Landscape en colores de otoño, en el Molino de McConnellsville, PA (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Paisaje/Landscape en colores de otoño, en el Molino de McConnellsville, PA (Photog: luisjimenezridruejo.com)

Arrancábamos desde Pittsburgh muy por la mañana, aquel coche no se ponía en marcha, simplemente “arrancaba…” Después de un rato de luces, ruidos, juramentos y suspiros…y nos permitía alcanzar las tierras del norte, casi canadienses, del molino de McConnellsville, aun en el estado de Pennsylvania. El viaje era en menos de dos horas de rodaje por aquellas autopistas, ya un poco avejentadas, construidas en los años de aquel presidente Eisenhower, que ganó la Gran Guerra y la no menos grande, Paz de las Obras Publicas. Sorprendentemente, las carreteras europeas y fundamentalmente las autopistas, les dan “ciento y raya” a las americanas, en general. Mientras otros bienes comunes como los parques naturales todo lo contrario, por tradición, el gobierno federal las defiende y mantiene con los impuestos. Los parques naturales, que son legión, están muy cuidados y sus usos de las bellezas tienen unas leyes muy estrictas. Esta Zona Baja del Norte del Medio Oeste (¡?), la zona de los grandes lagos frontera con el Canadá, es mi favorita del reino vegetal americano, y para un fotógrafo y amante de la naturaleza justifica el vivir en ella, arriba y abajo, más de quince años. Cientos de miles de millas de trabajo y maquinaria, ocuparon a los soldados que volvían de los frentes de la Segunda Guerra Mundial. Pareciera como si una sucesión eterna de lomas y llanuras, llanuras y lomas, ríos y lagos, y bosques y más bosques se pintasen a sí mismos, con todos los colores del mundo; sin solución de continuidad, en una especie de Koyaanisqatsi ‘equilibrado’ y a velocidad contenida. Recuerda que yo vine para ver, lo de la fotografía fue siempre un “a mayores”—esta vez creo que si es un “salmantinismo”…

“Mi maraña “Pollockiana” se viste de gala…”(Photog: luisjimenezridruejo.com)

“Mi maraña “Pollockiana” se viste de gala…”(Photog: luisjimenezridruejo.com)

La maraña, es decir, los bosques que me rodean y me defienden se han vestido por 4 ó 5 días de colores (tejanos) que surgen del frio, llegan pronto y se marchan rápido… “la primavera ha venido y se ha ido, nadie sabe cómo ha sido…” Tienes una semana más para poder vestir la ropa que llamas de primavera. Una semana es lo que tardamos aquí en pasar de un invierno, que puede ser duro y nunca es largo, a un verano ardiente y canicular, como lo entendemos en España, en Toledo por ejemplo…Mi maraña “Pollockiana” se viste de gala para dar la bienvenida a los “espíritus” de este auténtico “bosque animado” que van llegando con las brumas del amanecer y van tomando trazo, masa y figura, mientras me esperan a mí y a mi cámara para lo de la “eternización” del momento, lo de la “instantánea” fotográfica! No sé qué hacen con ellas, porque yo se las doy siempre, en la pantalla del computador, al menos…. Y, eso…aquí estoy en el corazón del bosque, cada vez más animado. Como si un buen director de cine lo estuviera orquestando y me ofreciera los personajes de esta farsa, en el mejor sentido de la palabra. Y, sí, seguiré escribiendo de esta “repoblación espiritual” de “mis” bosques, lago y mis marañas, si el tiempo y la autoridad competente, no me lo impide. También de arte y fotografía…y de lo que ustedes gusten mandar.

Luisma, Maypearl (TX)    15 de Marzo del 2023   (“Feliz Cumpleaños!!”)

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Retrato de pintor (XV)

Javier Pereda Piquer (photog: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer (photog: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer. Una masa imponente. Solo tengo que cerrar los ojos y ponerme en modo: “recuerdos” y veo a Javier avanzando hacia mí; en una mano aferrando algún “folder” y blandiéndolo, como si fuera una espada, o un pincel. Pensándolo bien, si fuera daga, incluso una cimitarra, hubiera hecho un gran rey de espadas, de la baraja. Y, el pincel…Pereda no necesitaba de tal adminículo, realmente, yo lo he visto resolver un cuadro, con un cepillo dental!  Iba a paso de ballet, por cualquiera de los pasillos de aquel claustro de arcos encristalados; siempre a paso quedo, dragando el suelo—casi como un esquiador de fondo— pero airoso como un barco de vela o como su tía-abuela, la cantante Dña. Concha Piquer. “Mi tía Concha no era una cantante, era una tonadillera, y fue la mejor. Punto.” Estábamos en la Facultad de Bellas Artes, en la Universidad de Salamanca (España) hace ya un increible montón de años. Javier era una masa imponente, en el mejor sentido de conjunto de las dos palabras. Las dos le cuadraban, juntas y separadas. Masa, enorme caudal de cultura y conocimientos e imponente por su volumen de atracción, algo así como un centro grandioso de gravedad. Sin ni siquiera decir una palabra, solo moviéndo levemente aquella cabeza grande, “cezanniana”, perfecto retrato de los dos, Paul Cezanne y Javier Pereda. Y, sin embargo, sus pinturas poco tenían que ver. Hubiese sido demasiado, demasiado bonito para ser auténtico.  

Ahora que yo también estoy cojo, con bastón, por las malicias del Parkinson afectándome al ciático, y obligado al paso quedo y la navegación lenta de un andador—al que, sarcásticamente, apodo “mi Ferrari” —me doy cuenta de lo que debía ser moverse, masticando dolores, o pintar formatos grandes sin estar sentado, o hacer tantas otras cosas, de ‘mala manera.’ Pero, sobre todo en su caso, dominar una audiencia. Las audiencias se dominan con la palabra y el cuerpo en pie. Y, hablar de arte— esa importante parte de hacerlo—es algo para lo cual él estaba excepcionalmente dotado. Solo mirándole y escuchándole, en su inevitable transmisión, se aprendía muchísimo. En su caso, veíamos el trasunto de la verdadera academia, la griega clásica. Y una imagen, saliendo de la ducha, con su enorme toalla blanca terciada al hombro, que siempre me recordaba algún legendario senador o filósofo griego, o el dueño y señor de alguna de las seis mil islas.

Javier Pereda Piquer. (Painting)

Javier Pereda Piquer. (Painting)

Pero, además y como parte de aquella gran personalidad, Javier pintaba y también su pintura, como él, era atractiva y lo sigue siendo aún; si bien, debo reconocer que no he visto una sola pintura de él desde hace más de veinte años; digo ver, al natural, palpar si se quiere, aunque sí en fotografía, en la que igualmente transmiten. Una excepción: tengo, o tenía, un pequeño cuadro, 40×50 cm. acrílico sobre papel, de su serie de las playas. Un regalo magnífico, una de las que él llamaba sus “acuarelitas”. Me lo había dedicado, una lástima, lo perdí, extraviado o sustraído, en uno de mis últimos “movimientos” americanos. Lo que perdimos con Javier, que murió demasiado pronto, (no sé quién dijo que todos morimos demasiado pronto), fue un total y extraordinario amigo, y un admirable maestro de pintura y artes plásticas. Por alguna razón, me viene a la cabeza la palabra: descomunal.

“La sombra de Pereda.”  (photog: luisjimenezridruejo.com)

“La sombra de Pereda.” (photog: luisjimenezridruejo.com)

Ya por entonces, me anunció que yo podía llegar a ser un buen pintor porque, a pesar de mi tendencia a la pereza pictórica (¡?), eso me decía, “un buen fotógrafo ya lo eres” (sic). Y, rápidamente, me colocaba como zanahoria delante del burro, la famosa frase de Picasso: “…que cuando bajen las musas, te encuentren trabajando”. Trataba siempre, machaconamente, de hacerme aplicar las lecciones de mi sistemática fotográfica (intuición sin mucho estudio previo y rapidez en las decisiones) y llegar a componer el color con el pincel y los dedos untados, evitando el uso de la “paleta” y las pruebas de color, “uno no puede estar equivocado siempre”. No era un maestro de técnicas, era más un gran maestro de ideas y motivación. Como pintor, dominaba el color y por tanto era un pintor rápido; eso le permitía atacar lienzos de grandes tamaños. Su más célebre frase era una respuesta sobre sus dudosas horas de pintura. Debido a sus múltiples tareas de académico (fue catedrático y decano de Bellas Artes), político, hombre de negocios, padre de familia y cien otras cosas que él llamaba “sus labores”.  “¿Y tú Javier, cuando pintas?” — “Por las mañanas”— (tomado de Carlos Pascual).  

Pereda es de los pocos artistas a los que he oído proclamar, en un repleto salón, con voz altisonante: “…la pintura es mentira!!  Y quedarse tan tranquilo, como si hubiera soltado una receta de cocina, que también lo hacía. ¡Y, pobre de aquél que osase discutirlo! Le caía encima con todo su peso de sabiduría y facilidad para la diatriba y el convencimiento propio y ajeno. Una delicia. En el retrato de un pintor como Javier Pereda, lo de menos es su propia pintura, su cocina técnica, su forma de componer y justificar su mundo. Que también. En su retrato, lo que más interesa es la impresión personal y su ser humano, del pintor; lo que probablemente explica y justifica todo. Revisando sus pinturas, cosa que no hacía desde una pila de años atrás (me apenaba mirarlas), me he dado cuenta de lo mucho que me ha influido y como la mayoría de mis problemas pictóricos, aun con el paso de los años, se solucionan poniendo los ojos en sus pinturas. Los americanos usan una palabra que suena muy bien en una circunstancia como esta: “Amazing”—‘Estupendo’, una de mis palabras favoritas en inglés.

Javier Pereda Piquer. (Painting)

Javier Pereda Piquer. (Painting)

Retratar es también ponderar y alabar. Lo que mayormente tengo que agradecer a Javier son, a lo largo de los años, sus descargas de fusilería, a veces perpetradas por compañeros, o compañeras, mejor dotados. “Anda guapa, enséñale a este señor como se pinta”. O por él mismo, personalmente en su momento y siempre con su pintura y sus textos, contra mis miedos inveterados en la práctica de las artes. “Miedo en esto no se puede tener. O te sale o no te sale”. Es lo mismo que podría decir un torero, quizás con menos peligro físico ¿Quién sabe? Javier Pereda Piquer, nació y murió en Madrid (1947-2003). Durante tres cursos de la primera promoción de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca (España) Javier, Carlos Pascual (otro gran pintor) y yo, vivimos juntos en mi casa de Azafranal, a dos pasos de la Plaza Mayor. Los vecinos que no me conocían, señalaban: — Ahí, en el tercero, viven dos profesores y un alumno de Bellas Artes, el más mayor, Ridruejo, es el alumno…Lo que no haya en Bellas Artes! —Años y recuerdos felices que se fueron con ellos, pero que nunca se han borrado de mí —Por tí, Javier…”Vaya por Ud. Maestro!”—

Luisma, Maypearl, TX       29 de Abril del 2019      Re-edición… 2 de Marzo del 2023

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Paisaje/ Landscape (II)

“La imaginación es el reflejo de los movimientos de la mente” (Leonardo Da Vinci. 1452-1519).

“Landscape on greens at the lake S.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Landscape on greens at the lake S.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Esta foto fue hecha un miércoles de junio del 2016, a las 7:10 de una mañana fresquita y con ligeros retazos de niebla baja, “mist” que le dicen en Texas. Luisma hizo la fotografía con una cámara Nikon 7100 digital, objetivo Nikkor Zoom 55-300 mm. y velocidad de un 160 de segundo, la mínima que suelo usar “a pulso”; aunque, a veces, le pongo—contraviniendo cualquier razonable uso de la luz solar—una décima de segundo, digamos—y te “sale” una foto “impresionante”, algo… como si Ansel Adams se te apareciera en sueños y te dijera: Eso es…! Ah! la apertura de diafragma—suena como un término médico—la que le dé la gana a ella, en ocasiones, la selección la “baila a su aire” y en fotos como esta no falla con su maravillosa posición: A (Automática). Y, luego, “que salga el sol por donde quiera, que para eso está…” ( * ver ‘nota del autor’ al final de este post). ¿Queda claro que estoy hablando de la cámara de fotos, no?  Ya no tan simple como aquella que me regaló mi abuelo Z., la Kodak “de cajón”, hace ya la friolera de setenta años!  Vaya, los que me enseñaron a ver, lo hicieron bien, los antiguos y los modernos; la Fotografía—merece la mayúscula— era y es la técnica artística de mi tiempo. Algunos la entrevieron antes, yo por mi parte casi asistí a su nacimiento—desde luego, si a la de color—y, al paso que vamos, puedo asistir a su deceso, si aguanto un poco mas…

“Cottonwood Flo y South Wind bailando sobre el lago de S.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Cottonwood Flo y South Wind bailando sobre el lago de S.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Este ‘landscape’ fotográfico—horizonte no lejano, sino cercano, líquido—en realidad, tres horizontes, visualizados en tres formas diferentes: uno en el plano vertical, desde un… “norte claro, nítido, de sensación vegetal balsámica—verde, que te quiero verde—el segundo, “oscuro verde-oliva en el profundo sur, la taleguilla de sombras impalpables en la cintura de este paisaje/landscape. Y, el tercero, “esa perfecta línea rodeada de húmedas flores blancas…” No hay líneas rectas en la naturaleza, ya lo dijo uno de los grandes italianos. No recuerdo, ahora mismo, cuál de “los tres.” A mí me hubiera gustado que hubiese sido Da Vinci, y si no, mirad con despacio el “paesaggio” que sustenta el gran retrato: Bobbio desde el castillo de Malaspina, un paisaje que alguna vez fue real, la única certitud de esa maravilla de pintura.

La pregunta se hace otra vez obsesiva: Como será la próxima Fotografía y cuan pronto? Estará al caer?  Se habla, se masculla (hablar entre dientes, dudar, atragantarse) que solo se está empujando una puerta, que ya estaría abierta… Será otra manera de ver, otras técnicas, otros estilos…será otra Historia. Basada, o no, en nuestra fotografía actual. Con esa “Nueva Fotografía” necesitaría una eternidad, o dos, para hacer todo lo que quisiera, en cualquiera de los universos mundos fotográficos en los que estoy “metido” desde tiempo ha. Con una promesa tal… Al fin y al cabo, volver a K-5, “mi” planeta, mi “Tierra1” en Andrómeda, “solo” son los 16 años que “cuesta” el viaje, hoy por hoy… Pronto será en menos, mucho menos…y en treinta y siete mil quinientas fotos, o más, muchas más… Como dijo el ciego del Lazarillo: “Ya veremos, zagal…ya veremos.” Hasta aquí todo ha sido, y es, imaginación y deseos.

“My Texas Landscape” or “The Uninhabited Texan-Japanese Garden” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“My Texas Landscape” or “The Uninhabited Texan-Japanese Garden” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El lago es de S. y sus hermanas. Lo mío—aunque yo no lo diga así—es sólo la propiedad intelectual de las fotografías que allí hago y el gozo supremo de la ensoñación de sus paisajes; los rincones del lago que tal parecen jardines acuáticos japoneses—deshabitados—en medio de la pradera.  Tu “landscape”, lo que alcanzan mis ojos, la definición más británica de la palabra, tu ‘tierra’, tu ‘región’…lo que te llena los ojos del recuerdo, cuando estás lejos. El lago sostiene un horizonte ‘horizontal’ que no necesita la difuminación de los clásicos, solo esperar a uno de esos días—dos o tres cada año—en los que un poco antes de amanecer, puedes ver precipitarse suavemente en las aguas quietas, empujadas por el viento racheado de la pradera, unas cuantas miríadas de pequeñas flores blancas de “cottonwood.” Este sugestivo tapizado de la superficie, cambia totalmente la apreciación de la imagen, y a tenor, las flores bailan unos valses—emparejadas con los vientos del sur—antes de desaparecer en su transparente y oscuro fondo, solo horas después. Alguna flor se abraza a un árbol, en intento de salvación inútil, pero solo es un reflejo, un brillo—dorado, eso sí—chapado en oro líquido, si se quiere…las luces de Texas.

Arboles y maraña, solo se separan para beber del lago. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Arboles y maraña, solo se separan para beber del lago. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Estos árboles aventureros, propios de esta zona del país, tienen primos en Castilla: los chopos. Pero, que diferentes unos y otros… Aquellas choperas de las orillas del Tormes en Salamanca, en España. Cantos gregorianos, casi geométricos, de árboles alineados casi marcialmente, hombro con hombro, altura con altura, en igual ambición de aguas y soles. Parecidas ansias a los de aquí, aunque estos sean más frondosos, crezcan a puñados, en cercanías de retorcidos ramos de ramas—a veces compartiendo raíces—que hacen del lago y sus arribes una caja de resonancias delicuescentes y colores vibrantes, un salón de exhibición continua del “american landscape”, tan sorprendente a nuestra mirada. Siglos y siglos inmaculados en su prístina belleza. “Ciento…y la madre” de todos los paisajes y todos tan diversos, tan distintos. Con cámara, o sin ella, delectación en cualquier momento, o lugar que se tercie…

La maraña… detrás de ella se advierte, se siente o se imagina, la presencia del Castillo-Convento de los Claros de Maypearl. (Photography: luisjimenezridruejo.com).

La maraña… detrás de ella se advierte, se siente o se imagina, la presencia del Castillo-Convento de los Claros de Maypearl. (Photography: luisjimenezridruejo.com).

La maraña…‘aquí, rodeando y defendiendo los claros del bosque, donde se asienta el castillo-convento-estudio-escondite del fotógrafo.’ Es el epítome de tantas otras imágenes, a cuál “mejor”—o mejor apreciada—por mi gusto y mi intención. Son ya decenas, cientos, pronto miles de infinitos puntos de luz que  conforman “mis mundos” fotográficos, aquellos que tengo en este momento en agraz. Y, hay tantos universos como queramos—o podamos reflejar con nuestra cámara—, que son disfrutados, simplemente, con abrir los ojos y la mente a la ‘realidad de la imaginación.’ Y, aceptar—pongo por caso—que una corteza de árbol pueda ser una suave piel de madera y que no necesites tocarla para sentirla, o que esa misma madera en sus ramas, largas, delgadas y flexibles como látigos, tenga centenares de espinas queratinosas, largas y aguzadas como dagas vizcaínas, que clavan y desgarran, dejando el tatuaje de sus marcas, la otra cara de las muchas bellezas de la naturaleza. Un mundo duro, al mismo tiempo admirable, a menudo impracticable, y perpetuamente ‘mil por cien fotogénico.’ Solo, y no siempre, las sombras de color y ciertos espíritus pueden con ella—y, bueno—ya hablaremos… Habrá que dedicar más tiempo y letras, y fotos, para explicar y enseñar el uso y disfrute de esta maraña, detrás de la que yo también me oculto monacalmente, haciendo mis imágenes y ‘compuscritos’(sic)—las mariposas y las abejas ya me piden “salir en la foto”—y uno soñando despierto con esos otros mundos: los de antes, el de ahora y los de después.

“Campos de Pedraza, en Castilla La Vieja” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Campos de Pedraza, en Castilla La Vieja” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Esta foto podía haber sido hecha hace cincuenta años o hace diez días; cuestión de esperar, sentado, las luces pertinentes y perseguir, en coche, la tormenta hasta que descargue. Es un paisaje cuyas líneas de composición semejan uno de esos juegos de “Palillos Chinos”; dejados caer, al azar, sobre una mesa o lugar plano, cuando se detienen, entremezclados sus colores—en cualquier dirección que apunten—el equilibrio aparece gravitando y garantizado. Obsérvese que mi paisaje de las tierras y trigales de Pedraza tiene árboles, dos (2) lo cual lo califica, ‘ya de por sí’ (salmantinismo?) como: “Japanese landscape” y como ‘bosque’ (2, o más árboles) de acuerdo con algunos artistas japoneses. El simple añadido de los trigos, le da el carácter de “Japanese landscape of Castilla-Japón” y el dramatismo cárdeno del montañoso horizonte final le concede un aire, entre velazqueño y goyesco, según se mire… Mi paisaje/landscape, tan familiar… el mismo de Mio Cid Rodrigo…el de siempre.

Habíamos quedado, en el final de la primera parte de este post—y en esta también, con un voto por el mantenimiento del tesoro natural—hablando del paisaje, del “landscape” anglosajón, de los horizontes castellano-japoneses, pero, ante todo, de la verdad de la fotografía. Esos paisajes/landscapes que nos regala, cada día y cada momento, la Naturaleza. Aquellos que los amamos, procuramos verlos y mantenerlos con nosotros; en cualquiera que sea la forma de composición artística en la que estemos empeñados. Amén.

 

Luisma, Maypearl,TX      5 de Febrero del 2023

Nota del autor. – Este post está dedicado a la memoria de José Luis Cuerda, profesor y amigo. Oye! José…tengo un ‘bosque animado’— para mí solo—aquí en Texas…que noches! Y, después ‘amanece, que no es poco!’ y tantas otras cosas…ya te contaré, delirante! Vente, aunque sea como espíritu a mi bosque…una cosa: los espíritus escriben?

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“What Do You Think You’re Doing?”

Photography: luisjimenezridruejo.com

Photography: luisjimenezridruejo.com

Sigo pensando y haciendo de la misma manera
que hace tres años. El tema continua, ya es vasto
y marchando…no uno solo, ese y otros mundos.

Que de que voy? Sí—de que vas tú con tu pintura y tu fotografía?—esa sería la traducción mejor de la pregunta ‘equivalente’ en español: “de que vas?” Por decirlo de alguna manera, son ya más de treinta años en estos pagos y ya me hace poca falta traducir, solo lo hago por deporte y por un pequeño perfeccionismo maniático. Normalmente, la pregunta me viene de la derecha o de la izquierda, incluso de por detrás (salmantinismo), pero nunca de frente. De frente está siempre una de mis pinturas o de mis fotografías. La gente aquí, no se corta un pelo al preguntar, solo tu propia obra te ayuda desde la pared. Puestos a preguntar, da mucho más ‘miedo’ que tu cuadro, crudamente, a solas y de frente, ya terminado y a punto de firma te haga esa pregunta y más.

Es usted el artista? Al cuadro, me da apuro, ni le contesto. Cierro los ojos y “me alejo reculando”—como saliendo de una milonga argentina—, hasta que doblo la primera esquina. Este pensamiento me ha hecho recordar a mi querido cantor y guitarrero, así se definía él mismo, Jorge Cafrune, largamente añorado y nunca olvidado. Hubiera sido feliz cabalgando estas praderas tejanas y teniendo hijos a mansalva. Que milongas, señor! “Pasé de largo por Tala, detenerme para qué? De poco vale un paisano sin caballo y en Montiel…” Le hice unos cuantos retratos fotográficos, a él y a Yupanqui, que los usaron para sus publicidades de entonces, y yo tan contento, eran mis primeras armas. Jamás los pinté, el retrato realista nunca se me ha dado bien, un desastre. Jorge Cafrune y Georges Brassens, dos preferencias, muchas veces sus músicas me han ayudado a ‘abstraerme’, quién sabe porqué? Pero, en cualquier caso, gracias eternas a los dos, ya cincuenta años…y gracias a la maravilla del YouTube.

Photography: luisjimenezridruejo.com

Photography: luisjimenezridruejo.com

Otra vez me he ido por los cerros de Maypearl (que no de Úbeda) A ver si me ‘vuelve el santo’ y me sale alguna justificación o explicación para mi pintura. Un como y dos o tres porqués… Años atrás escribí en uno de mis ‘cuadernos legales amarillos’, tan americanos ellos como los autobuses de las escuelas, dos palabras y sus definiciones y junto a ellas un párrafo de Leonardo Da Vinci, una excusa de garantía. Leonardo siempre lo es. Pareidolia y Apofenia, los dos ‘palabros’ en cuestión. “Pareidolia es un fenómeno psicológico por el cual un impulso impreciso y confuso y a veces fortuito (habitualmente una imagen o varias) es percibido como una abstracción o una forma reconocible, más o menos insinuadas. Pueden ser, por ejemplo, imágenes fotográficas seleccionadas por el ojo del “autor”. La Apofenia es la experiencia consistente en ver patrones, conexiones o ambos en sucesos aleatorios, o datos sin sentido, también en imágenes seleccionadas, fotográficas por ejemplo.

En ambas, Pareidolia y Apofenia, las imágenes pueden ser descritas como una distorsión de la realidad (nada mas ‘real’ que una fotografía) que puede acabar ofreciendo una imagen de abstracción, no ‘creada’ por el fotógrafo sino seleccionada a través de la lente ocular. Estas distorsiones de la realidad se presentan en las psicosis, pero han llegado a ser más ampliamente usadas para describir esta tendencia en individuos sanos, sin que esto implique necesariamente la presencia de enfermedades neurológicas, o mentales. Se ha sugerido y así lo patrocino con rotundidad que la Apofenia es un vínculo entre la psicosis y la creatividad. En mi fotografía la ‘supuesta’ intencionalidad de eventos naturales son propiedades emergentes inevitables. Es como la ilusión llamada Pareidolia, pero no se perciben figuras reconocibles, en imágenes, sino formas aleatorias a veces exageradas y/o necesitadas de insinuación o de ‘explicación’ descriptiva, aún cuando esto no sea obligatorio, ni recomendable.

Photography: luisjimenezridruejo.com

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Desde hace dos párrafos, y mientras busco imágenes fotográficas para ilustrar y ejemplificar todo lo anterior, me viene un tufillo a escritura académica que no me gusta un pelo, sobre todo porque lo estoy escribiendo yo. Con lo fácil que seria venderte mis ‘descubrimientos’ de imágenes pareidolicas en los muros interiores de Pompeya, mezclados con relatos de las aventuras de aquel viaje. Cuando se trata de Arte, es inevitable, tiene que ‘salir’ Italia y lo que yo diga tiene una credibilidad muy limitada. Empero, si lo dice Da Vinci la gente lo mira de otra manera. Leonardo escribió sobre la Pareidolia usada como motor artístico: “…si miras cualquier muro manchado con motas o con mezcla de diferentes tipos de piedra, si vas a inventar cualquier escena serás capaz de ver en ello el parecido a varios paisajes diferentes adornados con montañas, ríos, rocas, árboles, mesetas, valles y hasta varios grupos de colinas…”

Photography: luisjimenezridruejo.com

Photography: luisjimenezridruejo.com

Mi fotografía no es un cuento de hadas, ni tampoco un relato de ciencia-ficción, del futuro solo me interesaría (fotográficamente) el devenir de las técnicas de consecución de la imagen y los resultados. Que tiene de especulación? Quizás el hecho de mirar con el prisma de la imaginación. El pensar en universos paralelos, pura fantasía, colores y ‘formas’ arrebatadas a la posibilidad de otros mundos. Cuatro árboles, unos cuantos arbustos diferentes. Las cuatro estaciones como si fueran las cuatro paredes de una casa abierta al Rey Sol, con todas sus luces del día. Texas, el bosque, la maraña que lo esconde y lo protege. La pradera y la naturaleza plena que ayuda a encender todos esos colores, que nunca pueden ser un caos y siempre están de acuerdo, ellos y mi mente. La puerta a ese Otro Mundo que he encontrado en esta parte del Nuevo Mundo.

Luisma, Maypearl (TX) 9 de Enero del 2023

[Originally posted at Dust, Sweat and Iron]

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“Se non è vero è ben trovato”

Relatividad, de M.C. Escher (1953)

“Relatividad” de M.C. Escher (1953)

Algunas noches, al amparo de la obscuridad solo perturbada por las puntuales y necesarias luces LED, me regodeo acompañado de música clásica y escribo, es un decir, en mis circunvoluciones y eso antes de levantarme apresuradamente del sofá, encender una luz de lámpara que tengo con su “bombilla” futurible de rabo de cerdo. Al parecer, pronto todas las bombillas van a ser así, dando una luz “industrial” que no me gusta un pelo. Lo de apresuradamente es porque, en caso contrario, se me va el santo al cielo y me olvido hasta de cómo me llamo.

Digo que escribo mentalmente, exprimiendo el baúl de los recuerdos y acordándome continuamente de aquella definición que alguien hizo de la cultura: “es aquello de lo que nos acordamos después de olvidar lo que habíamos estudiado”. Cultura o no cultura, recuerdos tengo muchos, aunque solo me llegan cuando les da la gana. Y aquí entra la inevitable inventiva o capacidad de generar, y pastorear, esos recuerdos, que ni siquiera estoy seguro de que sean ciertos y veraces. Cosas tantas veces pensadas y hasta relatadas que el cerebro de uno, de puro usado quiero suponer, las ha adoptado y regenerado como si fueran verdades del barquero.

Historias estas, las dudosas o inventadas, o ya imposibles de reconocer como ciertas, que naturalmente suelen ser las más apreciadas por los interlocutores, o los lectores. Ya hasta estoy convencido de haber tenido aventuras jugosas o fantásticas, en múltiples escaleras y otros tantos países de los que estoy más que seguro no haber puesto nunca el pie. Se non è vero è ben trovato. Así es como se justifican las ocurrencias de mi estro y el de otros. Me resisto a pensar que eso solo me pase a mí.

“…algo en lo que nadie te puede ayudar…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…algo en lo que nadie te puede ayudar…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Y si esto me ocurre, y a miles de otros a lo largo de la historia, imagino, o mejor no quiero ni imaginar, cuantos inciertos bien hallados recuerdos pueblan los textos de las religiones y, por supuesto, de la política. Justificación requieren los hechos y las filosofías y algunas personas hemos nacido, por suerte o por desgracia, con el don, o la dudosa“virtud”, de la justificación pronta, o fácil, y generalmente bien hallada. Al menos, otra justificación más, mis “non vero trovatos” son inocentes y que yo sepa no provocan mas allá de mis desastres personales.

Y en estas estoy esta noche, esperando que baje la musa de la inspiración y los recuerdos, que por cierto no puedo recordar cual es, o si nunca existió. Inocente de mí, estoy barajando hojas en blanco, con el síndrome de la página del mismo color, esperando que me llegue algo, por fútil que sea, sobre lo cual pueda escribir una pieza, más o menos lucida, para satisfacción propia y posible ludibrio de otros. Y pensar que podría estar cómodamente echado en la cama y leyendo mi actual libro de cabecera: Drácula de Bram Stoker, otra vez, pero esta vez en inglés, claro.

Y me fuí a la cama. Pasé del vampiro, solo hasta mañana porque es literatura, y de la buena!  A obscuras para no despertar a S., sigo dándole vueltas al asunto de recordar los recuerdos. Lo dicho, la aspiración de siempre: “Se non è vero è ben trovato”. Y esto es algo en lo que nadie te puede ayudar y, a lo mejor, ni puñetera falta que hace.

Luisma, Pittsburgh (PA).   12 de Mayo del 2012     

Addendum y Reedición: 7 de Diciembre del 2022

“…Y si esto te ocurre…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…Y si esto te ocurre…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Si No es Verdad, Bien Hallado Está”  

Este post que, otra vez, cuelgo hoy — 7 de Diciembre del 2022—fue escrito y publicado en mi viejo, primer blog: “dustsweatiron.net” en el año 2012. Siguiendo el proceso que he convertido en tradición personal; más o menos, cada diez años: repito, o reedito, “algunos” post, que así me lo piden. Añadiéndoles, o no, en ciertos casos una visión o comentario actualizado de algunos de los temas, diferencias en el pensar, o cosas que se me ocurren a la hora de reeditar. Correcciones gramaticales, asuntos sobre traducción al inglés, cuando las hago. Así que este post, como tantos otros, fueron escritos—durante la noche— en los años de vivir en Pittsburgh (PA), en aquella casa-estudio de altos techos, grandes ventanales y vistas panorámicas del  valle de los tres ríos, la ciudad y sus amaneceres de oro.

“… sueño de realidad muy diferente…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“… sueño de realidad muy diferente…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Escribía solo de noche y siempre rodeado de luces LED. Fueron años preciosos, nocturnales y naturales, de aire libre, los primeros vividos con S.  Aventuras jugosas y fantásticas en múltiples escaleras, las de nuestro barrio “yinz”—vivíamos en las colinas de South Side Pitt—y las tapizadas que se desarrollaban a partir de cerrar la puerta desde la calle Mission. En realidad eran una sola, que unía el primer piso por un lado con el garaje, el estudio de pintura y la cocina, y por el otro extremo la subida al tercer piso, al estudio de escribir, el baño, dormitorio y el gran salón comedor y estar, que en ingles tienen un nombre conjunto perfecto: living  = viviendo. Aquellas escaleras y vanos aéreos con o sin barandillas, llenas de vida, como en el dibujo de M.C. Escher, que encabeza este post. Que ha pasado desde que escribí este post por primera vez? Es decir, hace diez años…leyendo el post puedo contestar a esa pregunta…

  1. Ya no vivo en Pittsburgh, en aquella casa que tanto me gustaba. Vivo en otro sueño de realidad muy diferente.
  2. Ya no tengo 67 años, tengo 77 y estoy tratando de imaginar lo que puede venir detrás…
  3. Sigo escribiendo por las noches al amparo de la oscuridad y con muchas más luces LED.
  4. Musa, de que me suena la palabra musa?

Estoy leyendo, otra vez, el Drácula de Bram Stoker; una obra deliciosamente extraordinaria, que me encanta leer, aunque sea en español, una y otra vez…

Luisma, Maypearl TX   7 de Diciembre del 2022

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Paisaje/ Landscape ( I )

“Un fotógrafo (Takashi Miura), en las tierras de Golpejas (Salamanca), haciendo fotografía personal para sus exposiciones.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Un fotógrafo (Takashi Miura), en las tierras de Golpejas (Salamanca), haciendo fotografía personal para sus exposiciones.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Esta foto fue hecha un domingo de febrero de 1972,  a las 10:12 de una mañana fría y niebla “meona”, que le dicen en Castilla. Luisma hizo la fotografía con una cámara Asahi Pentax, objetivo de 200 mm. y velocidad de un doscientos cincuenta de segundo. La película era Kodak Tri-X y fue revelada durante 12 minutos, a la temperatura de 26 grados C., con revelador D-76 de Kodak. Era película rápida ISO 400, en blanco y negro, y se trataba de conseguir un “grano” más regular y uniforme, otorgar una mayor presencia grafica al blanco de la atmósfera de aquella mañana salmantina que, para siempre, se quedó impresa, en la foto y en mi recuerdo cuando la miro, que es casi todos los días, aunque el original de la foto esté colgado en una de “mis” casas de España. En mi ordenador tengo una copia (ya digital) del original firmada y otra, reducida y editada—algo que no suelo hacer—que “preside” la nota biográfica (About) de mi Website.

“Takashi en los horizontes de Golpejas” (Algo que no suelo hacer: ‘edición quirúrgica.’ Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Takashi en los horizontes de Golpejas” (Algo que no suelo hacer: ‘edición quirúrgica.’ Photography: luisjimenezridruejo.com)

La foto hubiera podido titularse: “El fotógrafo Takashi Miura intentando llegar a un horizonte.” Donde ibas, Takashi?…”Iba…Iba…pues, al horizonte!” Obviamente nunca llegó, ni ese día, ni ningún otro…aunque nunca dejó de intentarlo, árduamente, con un empeño digno de mejor causa, como toda su fotografía. Salía “de fotos”, con todos ”nosotros” (el Grupo Libre de Fotografía de Salamanca) como uno más, casi siempre silencioso y “haciendo la guerra por su cuenta.” De vez en cuando nos sorprendía con alguna de sus fotos. Y, es que Takashi, nacido en Osaka, creo, vivió por algún tiempo en Castilla-León. Mitad y mitad, tuvo dos hijas preciosas y enormemente fotogénicas. A veces se las pedíamos prestadas como modelos. Se nacionalizó castellano, según decía él…de Castilla-Japón. Esto era allá por los años setentas del  siglo pasado. Reitero, la foto es de 1972, y un poco más tarde Miura desapareció de mi radar y no he vuelto a saber nada de su vida y milagros. Mientras tanto, yo iniciaba una vuelta a medio mundo y toda América. Un cambio radical en mi vida y, sobre todo, en mis milagros.

Sabía, siempre lo he sabido, aquello de: “Ojos que no ven, corazón que no siente” y un buen día en Houston, mientras preparaba la presentación de mi primera exposición pictórica en América: “On the bayou”, que eran doce papeles en acrílicos y cuatro grandes lienzos, también en acrílicos, apareció como por ensalmo, sin previo aviso (silenciosa y cubierta de polvo, por abundar) y en tamaño postal, una copia impecable de la foto de Takashi y sus horizontes múltiples. Rápidamente, la puse al frente de mis soldados, para encabezar presentaciones de mi pintura y mi fotografía, sueltos de prensa, anuncios de clases…y por fin, la situé, como un atractivo emblema, en el frontis de mi Website. Es muy apreciada por el ”gran público” y  a la vez por la crítica especializada (‘arbiter elegantium’), ‘a la que tanto quiero y tanto me aprecia.’ Me trae suerte, con ella en tarjeta, “On the bayou” colgó en su  clausura el cartel mágico: “Sold Out” (“Todo Vendido”). La primera y, seguramente, única vez en mi vida. Sigo usándola como motivo, tema de fondo, solución gráfica y compositiva…como diría Cervantes, esta foto “vale para un roto y para un descosido.”

“Fotografía de la fotografía de la foto de un paisaje fotográfico, con foto de ventana semiabierta.” Boceto para acrílico sobre lienzo y/o grabado de punta y ácido. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Fotografía de la fotografía de la foto de un paisaje fotográfico, con foto de ventana semiabierta.” Boceto para acrílico sobre lienzo y/o grabado de punta y ácido, en plancha de cobre. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Takashi me había dejado—traspasado, sería mejor palabra—este gran interés y gusto por la fotografía de paisajes, de todo tipo; “japanese landscape” decía él de todas y cada una de sus fotografías, siempre de suaves  y delicados contrastes. Con solo un árbol—máximo: dos—dos ya eran un bosque. Mis paisajes eran, entonces, como los del japonés, pero: góticos, secos y renegridos. Paisajes monocolores, llenos de surcos, flora secarral y múltiples horizontes lineales… Ah! Y los cuchillos de luz, herencia de Pepe, el maestro Nuñez Larraz. Años más tarde, ya en América, encontré mi propia salida (de tierra, y región…“landscape”) interpretativa anglosajona de ‘paisaje’, en inglés. Cortinas de árboles y flora de todo tipo, entremezclados, que conformaban unos horizontes planos, verticales y usualmente con apariencia de infranqueables. Algo así, como si Pollock hubiera pintado estando muy despierto. Le puse un nombre: “la maraña.” Normalmente, sin horizonte aparente. Si acaso, uno, horizonte único, por foto, estrictamente cuidado por las leyes clásicas (tercios, triángulos, etc.) y por las leyes abstractas de los Rothko, Pollock…y todos los que en el mundo (de la abstracción) han sido. Aleluya…y cada uno con la suya, (su personal abstracción, digo) y Dios en la de todos… para que algunos no se confundan. Sobre todo, si ven el colorismo ‘inaudito’ de algunas de mis “cosas” actuales.

“Magia es: S. en el ordenador y mi duende de madera.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Magia es: “S. en el ordenador y mi duende de madera.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Siempre me ha parecido que horizonte es una palabra que necesita otra, para ir emparejada con ella: lejano. La lejanía como sensación, oída o visual, imperceptible o difuminada, allí se pierden o desaparecen juntas. Hay una tendencia pictórica—desde siempre—, fotográfica también, a difuminar las cosas, las sensaciones, con la distancia. Pero, existen otros horizontes cercanos, próximos, que se alcanzan rápidamente, de así quererlo, y para los cuales la fotografía “va que ni pintada.” Promueven sensaciones encontradas con los otros. Son como el dintel, también una línea “horizontal” de puntos, que marcan el límite de nuestro interior, de nuestro pensamiento. A pesar del emparejamiento, para mí no está, aún, en la representación gráfica, tan clara la diferencia entre lejano y cercano. Según miremos hacia dentro o hacia fuera, son los límites de eso que en fotografía llamamos: profundidad de campo. Dos puntos, entre los cuales están el “foco” y el “desenfoque.” La verdad (“verdadera”) de la fotografía, que se puede cambiar sin llegar a ser mentira.

Para celebrar el 50 cumpleaños de esta foto, la “visto “ de clásico color ‘sepia’, para ‘acentuar’ su edad. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Para celebrar el 50 cumpleaños de esta foto, la “visto“ de clásico color ‘sepia’, para ‘acentuar’ su edad. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

(Continuará…)

Luisma, Maypearl (TX)   2 de Noviembre del 2022

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El Síndrome de la Hoja en Blanco

(y tres fotos de una tarde de tormenta)

‘Nada más veloz que unas lentas nubes de tormenta’ (Photography: luisjimenezridruejo.com)

‘Nada más veloz que unas lentas nubes de tormenta’ (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Ponerme delante de la hoja en blanco, con la mente en blanco, también. Un ejercicio que, de vez en cuando, me gusta hacer y que representa, en mí, el mismo interés que un niño por su video-juego. Dispararle a la imaginación, de esta manera, es probablemente uno de los pocos retos que me van quedando. Como haber, habría muchos más retos que atender, de todos los colores y lunares, pero, el tiempo, el famoso juez que me (nos) corroe, se ha encargado de volverlos ya inasequibles. Así que uno va y, sin paracaídas, se lanza desde las alturas del cerebro hasta la dichosa hoja en blanco y le empieza a administrar verborrea, línea por línea, color por color, y lo digital a chorritos—digo yo, o a saber—de la foto, teniendo cuidado de que no se le rebrinque lo blanco y que todo, al final, no termine como el “rosario de la aurora”, es decir, a palos; y no con otros, sino consigo mismo.

Igualmente ocurre con el lienzo en blanco, incluso aunque tengas unos cuantos bocetos preparados, cosa cada vez más infrecuente en mí. Enfrentarse con el cuadro en blanco y “meterle mano” es casi tan peligroso como atacar una pintura que se ha quedado a medias por una temporada larga. Un recuerdo, aquí, a Lucio Fontana que solucionaba este problema, muchas veces, por “las bravas”, rajándole el “alma” a sus lienzos; a falta de otra cosa mejor que hacer. Y, ahí está en los museos! No solo por eso, claro. O, como diría uno de los mejores profesores de Arte que he disfrutado nunca: “Algo tendrá el agua cuando la bendicen”, proclamaba el Hermano Marista Gustavo, profesor de bachillerato, para después iluminarnos con cientos de razones de todo tipo, las calidades de una pintura o una escultura. El poso de aquellas razones y otras luego, es la medicina que remedia el síndrome.

‘La tormenta entra, en el estudio por las ventanas, nadie sabe como, y sale por los cristales, acompañada de sus sombras, dentro queda la luz’ (Photography: luisjimenezridruejo.com)

‘La tormenta entra, en el estudio por las ventanas, nadie sabe como, y sale por los cristales, acompañada de sus sombras, dentro queda la luz’ (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Sin embargo, no me ocurre igual con la fotografía. No tengo síndrome del fotograma en blanco, nunca lo he tenido. A la hora de mirar por el ocular, y en las modernas cámaras, de afrontar la pantallita, hay una imagen previa a cualquiera de las intenciones que puedas tener. Una imagen que, casi siempre, solo hay que pelar; como si de pelar una naranja se tratase. Encuadrar algo que ya está en la vista y manipularlo. Componerlo. Jugar a hacer bidimensional lo tridimensional. Ver la foto en lo que los demás solo ven una escena. Una decisión rápida y pendiente de las mecánicas que ya están establecidas en el cerebro. Y, que la ‘luz’ no se vaya mientras piensas lo que quieres hacer con ella…     

No hay, la mayoría de las veces, tiempo para pensar mucho. La pereza, o la vagancia mental, alimentan el síndrome de la hoja y el lienzo en blanco. En cualquier caso, se trata de tener algo que decir y, luego, decirlo bien. Por eso me llaman la atención, y hasta me maravillan muchas veces, los escritores de “blogs,” más que nada los comentaristas de blogs en tiempo real. Parece que tengan un sentido especial del escribir y, casi siempre, las cosas muy claras para comentar con tanta rapidez. Incluida la velocidad de tecleo, algo en lo que tengo la categoría de tortuga de cuatro dedos. Y, que la ‘luz’ vuelva de donde se había ido…y, que sea ella misma…que cruz! Pero, sigamos hablando de velocidad…sin prisas.

‘Esa luz que revela sus sombras y proyecta un turbillón de reflejos y posibilidades...’ (Photography: luisjimenezridruejo.com)

‘Esa luz que revela sus sombras y proyecta un turbillón de reflejos y posibilidades…’ (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Un mundo que ha heredado la velocidad de los tiempos primeros del “Chat” y el “Messenger”; que hoy se están recuperando e implementando con el “Facebook” y sobre todo el “Twitter”, gracias a la portabilidad de los aparatos. Toda esta “marabunta” de gente, de pronto empeñada en comunicarse con otros y, las más de las veces, sin razón o con razones no muy válidas, parece haber esquivado el síndrome de la hoja en blanco. Siempre me asalta esta pregunta: tanta comunicación y tan continua, para decirse, qué?… Algo huele mal en Dinamarca! El buitre carroñero de la banalidad nos sobrevuela, me temo. (Todo esto y el tufillo que se percibe, viniendo de lo abisal adonde las cargas de profundidad las han empujado, hace temer que la cuenta atrás para la desaparición de las “redes sociales” y su instrumental ya ha comenzado; y sus sanguijuelas financieras tendrán que buscar en otras humedades. “Fue bonito, mientras duró.”)

Al final, el síndrome se reduce a lo que uno tiene que decir, si es que uno tiene, realmente, algo que decir. El qué, el cómo, el dónde y el cuándo. Ah! Ese es otro cantar! Ni siquiera me planteo el porqué; aunque ya, el novelista P. Reverte, me lo dejó muy claro, en “El Club Dumas “— “[…] y, a fin de cuentas, la gente escribe por diversión, para vivir más, para quererse a sí misma o para que la quieran otros.”

Escrito y publicado el 10 de Abril del 2010 en “Dust, Sweat and Iron”     

Corregido, no mucho—re-editado, algo—ilustración, al día (por decirlo de alguna manera: con la fotografía juego en “campo propio”) — en fin, sobre lo que dije en 2010…doce años después, mis velas siguen tomando los vientos y flamean los colores de mis banderas…Vamos!

Luisma, Maypearl (TX)   3 de Octubre del 2022

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El niño de la foto

Luisma y la abuela Luftolde, hacia 1947, en la terraza de la casa de Marqués de Vadillo, en el Burgo de Osma.

Luisma y la abuela Luftolde, hacia 1947, en la terraza de la casa de Marqués de Vadillo, en el Burgo de Osma.

Este post está dedicado a todos aquellos que hoy, 24 de Septiembre del 2022, se encuentran celebrando la “Ridruejada”, facción beligerante de los Ridruejo, oriundos del Burgo de Osma, Soria, (España), con la adhesión del que esto escribe y la pretensión de llegar a la siguiente, aunque sea en parihuelas.

Según todos los autores, era un niño precioso con unos ojos azules, grandes y expresivos, que podían iluminar una carretera de noche. Cabeza grande, seguramente para contener mayor cerebro (sic). Extremidades gordezuelas pero fuertes; manos de piel suave y que así se han conservado con los años. De estatura no muy alto, pero proporcionado. En suma, un niño bonito que llamaba la atención de tirias y troyanas en su cochecito de bebé. Puede parecer, por lo anterior, que Luisma no tenía abuela que le ponderase, pero, la foto que encabeza este post es prueba fehaciente de que la dicha señora existió y así lo cuentan las crónicas.

 Era esta abuela la ínclita Luftolde Calleja, calagurritana, mujer pequeña y rellena, dicen que de bastante genio y un carácter duro, como se presupone por etiqueta sea la mezcla riojana de navarra y baturra. El nombre germánico no tengo muy claro como llegó a sus alcances; por tradición, supongo; en una familia en que los nombres poco comunes están instalados por sucesión. En las nuevas generaciones, nadie se ha atrevido, sin embargo, a otorgar el nombrecito a ninguno de sus vástagos. Ni siquiera como segundo o tercero. A saber. El caso es que en la foto, Luftolde me tenía en brazos con aparente delectación.

“Abuela con niño y pato” 2022 (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Abuela con niño y pato” 2022 (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El niño de la foto era revoltoso, como mandan los cánones, aunque parezca que nunca había roto un plato, y esta podía ser la definición de sí mismo—yo no he sido, yo no he sido—. Todo ello con un aire candoroso y angelical, a todas luces falso. Al menos por lo que yo recuerdo. Posteriormente a la edad de la fotografía, hacia los siete u ocho años del niño, él y su famosa abuela mantuvieron, en los veranos, una relación tensa y ruidosa debido a la desmedida afición del niño a sustraer galletas, dulces y almendrucos que la abuela guardaba celosamente—bajo llave colgada sempiternamente de su cuello—, en una habitación de puertas acristaladas que hacían más difícil la entrada y estancia en ella. El niño candoroso de la foto depuró con el tiempo sus estrategias y planes, algunos dignos de Maquiavelo y Houdini.

 En la foto se puede advertir que el niño Luisma sostiene un pato, creo recordar que era de felpa. Esto puede hacer creer que le gustaban los animales. Craso error. Nada más lejos de la realidad; una más de sus cortinas de humo, de las que ya hacía gala a tan temprana edad. En mi entorno es cosa sabida mi relación siempre atravesada con los animales, sean de la clase que sean. Nunca fueron santo de mi devoción, ni lo siguen siendo. No creo que existan muchas fotografías de Luisma sosteniendo animales en brazos, ni siquiera de juguete. Prefiero una compañía inanimada, una vista a través de una ventana, por ejemplo. El pato, y la abuela, eran para la foto.

Cabezón, con peinado de raya y agua de limón, ahora reparo de quién me viene la durable cabellera, y una cara con mofletes de luna llena. Es la definición de una típica cara Ridruejo. Vestido de perlé, con patucos de lana soriana y actitud de niño lorquiano, más atraído por el misterio de la cámara fotográfica, pretendiendo ya empuñarla de seguido. No mucha atención a una abuela que se extinguió pocos años después; dicen las malas lenguas que, a resultas de una indigestión de probadura de cerdo, en el Burgo de Osma de mis ancestros. No tengo mal recuerdo de ella; si exceptuamos los más vívidos de los capones en la cabeza que me administraba, cada vez que invadía y saqueaba, con falsa llave, en la habitación de los almendrucos.

“S. y Luisma en el castillo de Osma” en la Ridruejada de 2007

“S. y Luisma en el castillo de Osma” en la Ridruejada de 2007

El niño de la foto derivó hacia otras aventuras vitales y descubrimientos de un mundo que resultó ni bueno, ni malo, sino todo lo contrario. Es una de las pocas fotos que conservo de la única abuela que conocí. Sus arrugas me recuerdan las de mi padre, que murió diez años más joven de lo que yo soy ahora. Uno anda rebuscando siempre recuerdos en busca de un tiempo perdido, que no echo de menos, pero que tiene las claves de quién uno es. Finalmente, aquel niño se ha vuelto un joven viejo, que vaga sin saber a dónde va. Algunas religiones son tentadoras: “Holgar, vagar, esa es la ley, que así lo manda el Rey.” (‘Alicia en el País de las Maravillas’). Ya veremos por donde salen los tiros…

Luisma, 20 de Enero del 2013   Re-edición en Setiembre del 2022

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Pepita

Pepita, con traje largo estampado, posa en el salón de Mission St., en Pittsburgh. “A la del alba, cuando las primeras luces le doran la piel que no tiene...” (Photography: ljimenezridruejo.com) Canon A500

Pepita, con traje largo estampado, posa en el salón de Mission St., en Pittsburgh. “A la del alba, cuando las primeras luces le doran la piel que no tiene…” (Photography: ljimenezridruejo.com) Canon A500

Ante todo, y como provisión primera y casi única, lo que tengo que decir es que Pepita es un maniquí, uno de los que se usan para costura y moda. No está claro, al menos para mí, el “sexo”de la palabra: maniquí; si es el, o la maniquí, quién sabe?  Debe ser algo así, como lo del sexo de los ángeles, una de esas cosas en las que nadie se pone de acuerdo y casi siempre, se acaba “echándolo a suertes”…como las uvas del lazarillo y el ciego.

Hablo de mi maniquí, o mejor dicho el de S. (como siempre, léase: Ese Punto) compañera y sin embargo amiga. Hace un par de años compré a Pepita como regalo para S., a la que le gusta la moda y la costura más que comer con los dedos. Entiendo la utilidad que ella le encuentra al maniquí, lo use poco o mucho; Pepita tiene formas femeninas, aparentemente, y de cintura para abajo resulta un poco fondona; de manera que no sirve para confeccionarme nada a mí, que—como digo siempre—de formas soy: “dolorosamente” masculino.  

Una vez montada y dispuesta en su lugar, pasó a ser un punto de referencia de la mirada, una especie de guardiana perenne de la “fresa, limón y menta” (pronunciesé con voz de clamor); nuestra casa había sido, décadas atrás, una fábrica de helados, de los que se vendían a las puertas de las escuelas y mercados, en camionetillas blancas que se anunciaban con monótonos “jingles” musicales. Pepita es tan trapezoidal como la ventana junto a la que posa, o la puerta vidriera “desconflautada” y colgada en la pared, sobre el “mantel” de la falsa chimenea con dos leones alados persas—“de imitación”—como jambas del hogar. Ah! ‘La Decoración’, la otra vida que dejé atrás, ya solo lo hago para mí y los míos. Nuestra “amiga”, más que una perfecta compañía, es una parte de nuestro paisaje casero. O quizá sea algo más…

“Pepita al rojo trapezoidal” (Retrato de identidad de un maniquí auténtico, a principios de siglo.)

“Pepita al rojo trapezoidal” (Retrato de identidad de un maniquí auténtico, a principios de siglo.)

Pepita ha sentado plaza a un lado de la ventana de marras, la vidriera transparente que enmarca la visión feérica del “downtown” Pittsburgh; flotante sobre las tres columnas que soportan el equipo estéreo y la música. Muda, y con mucho estilo, pasa los días en pie (“parada”, como dicen los mejicanos) reflejando luces y siempre dispuesta para ser, alternativamente, modelo fotográfica, algo para lo que está excepcionalmente dotada; es casi perfecta, mantiene la postura y, sobre todo, no protesta. Quizás le falte una chispa de humanidad y le sobre firmeza en carnes tan duras. Las que no le sobran para ser luego “campo de Agramante”, modelo de batalla, entre alfileres, muestras de telas y colores, hilos y agujas… Ah!  Y, dedal—que no falte el dedal, el “escudo” de la guerrera.  A pesar de la máquina de coser eléctrica, S. conoce bien—es uno de sus proverbios favoritos en castellano—el muy célebre: “Costurera sin dedal, cose poco y cose mal.”

Por otro lado, el problema era que, entre otras cosas—que le faltaban— Pepita, la pobre,  no tenía ni pies ni cabeza. Sobre los hombros, un muñón oblongo de madera (barnizada, eso sí) y nada que pudiera sostener—ya no hablemos de ideas—ni medianamente un sombrero. Así que tuve que hacerle una cabeza. Después de darle muchas vueltas al asunto, se me ocurrió ponerle una cabeza de plástico opal. Un galón de leche (vacío, por supuesto…Uh!) volcado y cortado para la ocasión: encajar muñón y gollete, resultó una cabeza de ensueño, o como se decía antiguamente en los pueblos de Castilla la Vieja: ”Quedó de bien, que ni pintada.”

“Expresión de cocina abstracta II” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Expresión de cocina abstracta II” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Con su cabeza de “diseño”, ahora Pepita tiene una pinta más humana y hasta, en condiciones favorables de iluminación, puede dar el pego de parecer alguien vivo. Esa chispa de humanidad que, a veces, conceden la oscuridad y las sombras. Los fotógrafos sabemos algo de eso. Habitualmente se le somete a limpieza, desempolve y cambio de ropa. Pasa por vestir diferentes elementos, telas en consideración de futuro, foulards a prueba, colores a los que uno quiere acostumbrarse y, por supuesto, desgrane de la colección completa de sombreros de S. Alguna vez, incluso, mis gorras de béisbol. Pepita es de lona, que forra un esqueleto de madera de pino y un relleno de guata, todavía pinchable. Podría ser francesa, del XVIII; ninguno de los dos recordamos el porqué del nombre que le pusimos: Pepita… y así se quedó, para los restos.

La historia de los maniquíes ha tenido y tiene un sorprendente anecdotario. Parece que el primero del que se tiene noticia sería uno, de madera de balsa maciza, aparecido en la tumba del faraón Tutankhamon. Después figuran en los gabinetes y roperos de reinas y reyes, a lo largo de la historia de la civilización. Finalmente, y como todo acaba democratizándose, los maniquíes descendieron al pueblo llano, a sus talleres y sus escaparates, aquí en América en los años treinta del pasado siglo. Hoy día, cualquiera puede permitirse el lujo de tener maniquí en casa. Y para los que me reprochan la tenencia de uno de ellos, que sepan: yo no les reprocho sus perros y sus gatos. Además, mi maniquí ni ladra ni maúlla y huele a perfume francés. Distancia y categoría.

“Laboratorio fotográfico digital” De cámara a puesto de computador, con monitor TVSize y sillón RAE (porque aquí “limpio, fijo y doy esplendor”), y conexión industrial para montaje. (Photo: luisjimenezridruejo.com) Imagen Ipad.

“Laboratorio fotográfico digital” De cámara a puesto de computador, con monitor TVSize y sillón RAE (porque aquí “limpio, fijo y doy esplendor”), y conexión industrial para montaje. (Photo: luisjimenezridruejo.com) Imagen Ipad.

Pepita ni siente ni padece, al menos hasta lo que yo sé. Uno nunca sabe del todo con estas cosas. No sería el primer maniquí que derrama unas lágrimas. Chi lo sa! Paseo, a ratos, como resbalando, la mirada por el personaje, a la espera de atisbar algún tejemaneje, pero—que si quieres arroz Catalina—ni el más mínimo movimiento. Pepita, por supuesto, no podía ser de otra manera, tiene el mismo “tipo” y las mismas medidas que S., lo que en principio no presenta ningún problema y en ausencia de ella me suele hacer mucha compañía. Eso sí, es como una lechuza—“hablar, hablar, no habla, pero se fija mucho”—, sin llegar a la categoría de fantasma, pero algo tiene. Es tan perfecta que habría que darle un martillazo en la nariz imaginaria.

Alguna vez, de noche—‘cuando me quedo, románticamente, transpuesto en la cheslón; cuando se me empieza a caer la moleskina de las manos al regazo’— me ha parecido oírla murmurar, soliloquios, parloteos distendidos con quien sabe quién. A la del alba, cuando las primeras luces le doran la piel que no tiene, le pregunto por sus chácharas nocturnas, pero, siempre “se hace la sueca”. Me cae bien, es discreta y muy poco problemática. Pepita no tiene historia y si la tiene, yo no la conozco. Decía, al principio, que Pepita forma parte de mi paisaje casero. Quizá sí, quizá es algo más…

Luisma, Pittsburgh, PA     7 de Julio del 2013  (San Fermín, la única fiesta española que conocen aquí).

Post corregido y aumentado en Agosto del 2022.

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Mirar y Ver

Cathedral, photo by Pepe Nunez Larraz

José Núñez Larraz. “Catedral”. Salamanca 1975 “…la nieve se mide en su reflejo en el blanco del cielo, y los grises se atemperan con el filtro rojo…”

“La composición es la manera más potente de ver.” Edward Weston.

Aquí en América, parecería que todos los caminos conducen a Texas. Allí en Europa, todos los senderos acaban, tarde o temprano, en Granada—todo es posible— a las puertas del Palacio Rojo… Y aquí estoy, de nuevo, de frente a la gran pradera, mirando—ensoñación diurna—, y esta vez parece que para los restos—al menos así me gusta pensarlo. Vine a este país para ver y esto es volver al punto de partida. Un  segundo aterrizaje que no es en la gran ciudad; ni Houston, ni Dallas, aunque estoy más cerca de Dallas, treinta minutos de autopista y quince de carretera comarcal de ángulos rectos, todo ello sin apenas curvas, típico Texas. En Dallas, pasa todo lo mismo que en New York, la única diferencia es, de un lado a otro: veinticuatro horas de paquetería exprés, para tener encima de tu mesa un prototipo de algo y su documentación pertinente para firmar… Aunque no sé muy bien a qué, o adónde, es una distancia ni buena, ni mala, sino todo lo contrario. Estoy en el interior de la campiña tejana y en muy pocos días ya con ella en el corazón. Me ha ganado la paz de la llanura. Ya solo me falta ponerme a pintar otra vez, o atacar concienzudamente el proyecto fotográfico que me ronda de continuo. Visiones de otras galaxias, otras dimensiones, de “otros mundos” que, quizás, yo no veré. Pero, me puedo permitir el lujo de imaginar…  Con mucho, lo más ambicioso que he intentado nunca, en ningún campo del arte, o de la vida. Mirar y ver, condiciones no faltan. “Veremos… que dijo el ciego de las coplas.”

Esto lo escribí, más o menos, hace diez años. En esta década he hecho muchas cosas. en lo relativo a pintura y fotografía, y en números: “ballpark” (que es como se dice en inglés: “aproximadamente”, refiriéndose al número de asistentes a un estadio deportivo, es decir: “a ojo”) habré pintado unos cincuenta cuadros, entre acrílicos sobre lienzo y algunos sobre papel y madera. El último cuadro que pinté al óleo, en mi vida, titulado: “Karen. Plaza Mayor”, es de 1984—fue décimo finalista a premio nacional de pintura—es grande y un gran cuadro. Todo lo que he hecho en el campo del grabado, aun siendo muy de mi gusto, fue hecho en Europa—falta de tiempo y tórculo—el siglo pasado, parece mentira!  En fotografía, los números son impresionantes, incluso para mi propio leal saber y entender. En toda mi vida fotográfica he usado, veinticuatro cámaras distintas, conservo doce de ellas, en perfecto estado de revista—no sé muy bien porqué —aunque sé que no las voy a usar nunca más; tres son digitales: una vieja Canon A 500, pequeña, “turística”, de las primeras digitales, 3.2 megapíxeles, enseguida obsoleta. Con ella hice unas 900 fotos. Una Nikon D60, Zoom 55×200, 10.2 mp. – heredada de M., el padre de S. Después de cinco años en mi uso, tuve que retirarla para comprar un nuevo modelo, con muchas más posibilidades y megapíxeles; más adecuada a los proyectos que tenía en mente. Había hecho ya con ella 7299 fotos. La última, la actual, la que uso a diario, es la Nikon D7100, una cámara fuerte y elástica, seis años ya y ningún problema; poco peso y magnificas prestaciones. Con sus 24.1 mp., puede con todo lo que le pido (por ahora). Magnífica, en estos seis años “hemos” hecho: 25216 fotos, sin quejas…

Luis Jiménez-Ridruejo. “Karen. Plaza Mayor”. Salamanca. 1984. Óleo sobre tabla. (Es el colmo de la pretensión: fotografiar una pintura.)

Luis Jiménez-Ridruejo. “Karen. Plaza Mayor”. Salamanca. 1984. Óleo sobre tabla. (Es el colmo de la pretensión: fotografiar una pintura.)

“Mira a ver”, en ese mapa de Texas… (dudoso empleo de mirar y ver, juntos, no suena bien) … Maypearl (“Perla de Mayo”) es el sitio donde vivo, a once millas de Waxahachie, así se llama el pueblo más grande y cercano, situado sobre las dos grandes rutas que van hacia el sur, desde el centro de Dallas.  Llano, a más no poder y con alguna colinita que otra—ancho es Texas! Uno no podría imaginar, ni por lo más remoto, a un Cid Campeador redivivo cabalgándose estos territorios. Poco polvo, algún sudor y todo el hierro en los establos/garajes. La montura de hoy es el “truck” de cuatro ruedas y un montón de caballos de los otros; el “yip”, la “camioneta”, o lo que los Tex-Mex llaman, castellanizándolo: la “troca”, algo de cabina y el resto es espacio de carga. Vehículo indispensable para labores y subsistencia en estas distancias; aunque tengas a la puerta un Cadillac, o un Mercedes, la troca no puede faltar. En la épica americana todo era mirar y ver.

Algo para mirar. Precisa y sorprendentemente, hoy encontré un libro en ella, debajo del asiento. No me lo esperaba. Ansel Adams “400 fotografías”. Lo rescaté de la “pickup truck” y he estado pasando, foto tras foto, todas sus páginas en un estado de embeleso total. Que gran fotógrafo para tan gran país! Seis décadas de fotografía en su más pura esencia. Para mí, un viaje rápido por las más prístinas bellezas naturales de Estados Unidos, algunas tengo fotografiadas con mi cámara; conozco ya bastante de este enorme país. Parques naturales, montañas y más montañas, llanuras y más llanuras, celajes eternos, aguas interminables… En blanco y negro, la verdad primaria de la fotografía, pese a quien pese. La reconciliación con la composición natural y la incontestable diferencia entre luces y sombras. La emoción y la dificultad de los grises. En Ansel Adams está toda la fotografía de hoy, de ayer y de siempre.

Ansel Adams. “Dunas Océano”. California. 1963 “…algunos dicen que esta imagen es abstracta, pero en aquel momento yo no era consciente de semejante definición…”

Ansel Adams. “Dunas Océano”. California. 1963 “…algunos dicen que esta imagen es abstracta, pero en aquel momento yo no era consciente de semejante definición…”

Hacia años que no pasaba un momento tan agradable y tan ejemplar viendo y admirando fotografía. Incluso saltándoseme las lágrimas al recordar admoniciones y detalles técnicos, tantas veces solventados en mi instrucción con otro gran maestro: Pepe Núñez Larraz. Magníficos fotógrafos, los dos. Siempre echando de menos a la persona que me enseñó a ver, partiendo de la simple mirada. Lo que Ansel Adams llamaba: visualización y Núñez Larraz llamaba: ver. Es el quid del artista fotógrafo: saber ver la foto cuando la tienes delante. Ese trabajo instantáneo y ágil, previo a echarte la cámara al ojo y disparar. Y el sinnúmero de reglas y conocimientos necesarios para el envite.

Mientras pinto y no pinto, la fotografía complementa mi ambición de expresividad artística. La cámara siempre me acompaña y me saca de apuros para conservar las vistas seleccionadas por la mirada. Raramente uso la fotografía para pintar, y nunca realísticamente, son amores distintos. En esta ocasión estoy viendo Texas de una manera totalmente diferente que, hace más de veinte años, cuando llegué a estos nuevos mundos por primera vez. Una mirada más sentimental y más vívida, menos atónita. Entonces, todo era nuevo y mi fotografía proyectaba una visión desde un punto de vista español. Algo que ahora no me ocurre. Mi visualización se ha vuelto americana. Me he dejado la vista en el conocimiento del país y de sus luces. Sigo siendo un fotógrafo español, pero contengo también la visión americana.

Luis Jiménez-Ridruejo. “Autorretrato mañanero en las ventanas ENE del estudio, o los reflejos ilógicos de Julio” 2022 (Fotografía). “La fotografía es lo que quieres, o puedes, ver con el entramado pasajero de luces y cristales… sólo para entender que la realidad universal, no existe.”

Luis Jiménez-Ridruejo. “Autorretrato mañanero en las ventanas ENE del estudio, o los reflejos ilógicos de Julio” 2022 (Fotografía). “La fotografía es lo que quieres, o puedes, ver con el entramado pasajero de luces y cristales… sólo para entender que la realidad universal, no existe.”

Podría hacer una extensa relación de fotógrafos americanos que me han ayudado a comprender esta “realidad” y sus luces. Solo voy a citar los que me han calado más profundo: Ansel Adams, Edward Weston, Minor White, Ernest Hass… Tengo una especial predilección por Adams y no podría decir porqué. Como nunca olvidaré las enseñanzas universales de Núñez Larraz—Pepe Núñez— gran fotógrafo, gran persona. Con todo mi cariño al maestro, también sé que nunca podré pagarle, con el recuerdo, lo que hizo por mi: adiestrarme a ver. Él me dio herramientas y reglas, y también me ensenó a romperlas. Siempre que miro a través del objetivo, veo el taxi amarillo de Hass, y sé que veo como a él le hubiera gustado que viese.

Luisma, Maypearl , TX   3 de Noviembre del 2013  // Reedición: 1 de Agosto del 2022

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