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50 años después… y quinientos antes (Notas para la celebración de medio siglo del viaje a la Luna del Apolo 11)

Misión Apolo 11. Comandante Neil Armstrong y pilotos Buzz Aldrin y Michael Collins

Misión Apolo 11. Comandante Neil Armstrong y pilotos astronautas Buzz Aldrin y Michael Collins

Camina lentamente, el paso acompasado a las notas de las vihuelas y caramillos; inhiesto, aunque no marcial, cojea ligeramente, este es, por fin el momento de una vida, buscado sin tregua. Toda la nobleza, apresurada a estar en Sevilla, abriendo calle al ayer nombrado Almirante de Castilla y de la Mar Océana. El señor Don Cristóbal Colón, también otorgado ayer: Duque de Veragua, de ver mucha agua, ha concitado a todo el mundo, desde hoy el Viejo Mundo. Bajo los altos cruceros de la Catedral de Sevilla, es el Tedeum de la católica Reina Isabel, celebración del primer viaje a América. Han pasado quinientos años, desde los también altos cruceros de Manhattan se abre paso, lentamente, la gran comitiva de automóviles descapotables que exhibe al Almirante del Mar de la Tranquilidad y del Gran Espacio Exterior: Astronauta Neil Armstrong y a los pilotos astronautas Aldrin y Collins, modernos hermanos Pinzón. Como aquellos cosmonautas, caen volando desde las alturas miles y miles de papelillos revoloteando, es la “ticker-tape parade”, la celebración a la americana del primer viaje a la Luna. El Nuevo Mundo se hizo Viejo ese día. ¿Que otros mundos, aunque sean vacíos, faltan por celebrar?

Fueron dos viajes muy arriesgados, similares, hacia lo desconocido—lo único a lo que tenemos realmente miedo—el mundo y sus confines es para los audaces, el universo también. Durante las, más o menos, seis horas que dura la travesía hacia América en avión comercial, mirando allá abajo, las olas del Atlántico; uno se figura lo que debió ser la desolación en tantos días de navegación, de tanto ‘ver agua’. Al menos los tres astronautas del Apolo 11 sabían, casi todo, lo que les esperaba, aunque el más mínimo misterio era objeto de dudas corrosivas. Recuérdense los eternos minutos en el último escalón del Módulo Lunar, antes de decidirse a dar el primer paso en la Luna. Quizás todo era la realización de la inmensidad de la pequeñez humana, algo que siempre se nos olvida en otros momentos. Que ha cambiado desde aquella noche lunar frente a una pantalla de TV en blanco y negro, aparte del color? De repente, todo empezó a ser en color.

“ La Luna está vacía, pero es una magnífica desolación” (Buzz Aldrin)

“ La Luna está vacía, pero es una magnífica desolación” (Buzz Aldrin)

Las preocupaciones parece que vienen siendo las mismas o parecidas. Los navegantes de hace cinco siglos pendientes de la flotación en una cáscara de nuez. Los astronautas de ayer, pendientes del próximo ruido sin interpretación, entre los miles de cachivaches de la cápsula. Todos rodeados de espacios desconocidos, abismos insondables entonces, al igual que hoy, en un espacio exterior, y de medición tan ‘absurda’ como incomprensible, o diría mejor: inabarcable. El ritmo de las aguas batiendo incesantemente las bordas y el viento sacudiendo las jarcias y las velas; a poco que se suban tres pasos de una escala, se apercibe la sensación de estar en la cáscara de nuez. Y, en la noche no mirar a las olas, mirar a las estrellas. Quinientos años después, el silbido de un movimiento inapreciable a pesar de la velocidad, el crepitar de los números electrónicos de aquellas ventanillas de ordenador, simulando un motor impulsador inexistente. Ambas navegaciones sin referencias visuales. Solo las estrellas durante la noche. Solo las estrellas durante el día. Igual, pero no lo mismo. “…Y el mar dará a cada hombre una esperanza nueva, igual que el dormir trae sueños del hogar.” (Cristóbal Colón).

Son ya cincuenta años y parece mentira, como ha pasado el tiempo y no se ha vuelto a la Luna. Desde que terminó el programa Apolo, tampoco nadie ha querido ir más lejos. ¿Para qué?  Pareció mentira? Muchos hablan de conspiraciones, falsedades, puestas en escena, montaje televisivo. Hemos leído de todo, opiniones mil, fundadas o no, da igual. Fue una carrera muy dura y enconada con los soviéticos y esa pugna fue la verdadera razón de tal gasto extraordinario y posiblemente desproporcionado. Fue otro episodio de “La mía es más grande” y aquel espectáculo mundial costó, como decíamos en aquellas calendas: una millonada; incluso con cesiones de otros proyectos científicos a la carrera espacial. Se crearon, ya para los restos, auténticos equipos selectos de trabajo, nada que ver con lo deportivo y surgieron, como por ensalmo, historias de heroicidad que prendieron en los corazones de las gentes. Todo por dos horas, treinta y un minutos y cuarenta segundos de estancia en la superficie de la Luna, el tiempo de un partido de futbol, con prórroga…Aldrin dijo al echar pie a luna: “La Luna está vacía, pero es una magnífica desolación”… nada que me sorprendiese a mí, yo he estado muchas horas “en la luna”, y sin traje espacial.

“…tampoco nadie ha querido ir más lejos…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…tampoco nadie ha querido ir más lejos…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Y si quinientos años antes era la melenita de D. Cristóbal, moda del tiempo en todos sus retratos, hace cincuenta era el “crew cut”(corte tripulación) de Mr. Neil Armstrong, comandante del Columbia, corte de pelo que, salvo en EEUU, se llama “a la americana”. El astronauta nació en Wapakoneta, Ohio. USA está lleno, por supuesto, de nombres indios en sus mapas, en este caso territorio de las tribus Otawa, Seneca y Shawnee. Una fábrica de mantequilla y una planta de neumáticos “Goodyear”, para los entonces tres mil habitantes. Tampoco me sorprende a mí que vivo en tierras de Waxahachie, Texas, indios Tonkawa y con la nación Apache muy cerca, en términos tejanos, realmente tres horas de coche o un día y medio a caballo, hasta sus límites, la nación Apache es casi tan grande como España. El principal atractivo de Mr. Neil era, qué tiempos aquellos, el ser un hombre calmado y tranquilo, a semejanza de Charles Lindbergh, el famoso piloto solitario. Eso fue lo que decidió que fuera el primer hombre en pisar la Luna. Eso y el hecho de ser un civil entre militares, una posición de imagen ante el mundo.

Fue una cuestión humana, la punta del iceberg, los que arriesgaron sus vidas fueron los tres astronautas. Una visita al museo Aire y Espacio en Washington D.C. ofrece una perspectiva muy clara y tangible de lo que fue aquella aventura; contemplar al mismo tiempo, el primer aeroplano de los hermanos Wright y el Módulo Lunar, a los que solo separan unos metros y 66 años. Armstrong, que como ellos era de Ohio, llevó hasta la Luna un pedazo de madera y tela de aquel aeroplano y los trajo de vuelta. Sin embargo, detrás de todo aquello, había 300 millones de americanos, 400.000 científicos, ingenieros, técnicos y trabajadores, y no solo eran americanos. En los puestos de decisión había mucha gente relativamente joven; en Misión Control Houston, la edad media era de 28 años, como pasa hoy día en los laboratorios y empresas de AI (Inteligencia Artificial) o en Robótica. La ciencia solía ser un señor con luengas barbas, pero ya no son blancas.

“…aunque el más mínimo misterio era objeto de dudas corrosivas…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…aunque el más mínimo misterio era objeto de dudas corrosivas…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Armstrong apostó que las posibilidades de alunizar con éxito, eran solo “fifty/fifty” (el cincuenta por ciento), pero llegaron y estuvieron un día en la Luna, un poco más de dos horas en la superficie del satélite por excelencia, entrando y saliendo del LM. Pico y pala, cargaron un par de bolsas de roca lunar, tiraron unas cuantas fotos, merendarían, supongo. Un rato después, plantaron la bandera de EEUU, tan cerca del Módulo Lunar que el rebufo del motor de arranque, al terminar, la hizo caer, y con las prisas así quedó para los restos. Se volvieron para la Tierra, corriendo como alma que lleva el diablo. Una excursión un tanto costosa. La estimación de la cantidad de gente que vió, en directo por TV, el alunizaje en algún momento, fue de más de 600 millones de personas. Julio, calor, en 1969, en un bar de tele en blanco y negro, con una cerveza y una de patatas bravas. Todos los que teníamos uso de razón, tenemos alguna imagen de aquel día grabada para siempre en nuestra imaginación.

Luisma, Maypearl TX      2 de Septiembre del 2019

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Amaneciendo…que no es poco

“…desde el estudio, justo cuando los primeros rayos del Sol, que se abren paso por entre la maraña, al otro lado de la piscina…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“…desde el estudio, justo cuando los primeros rayos del Sol, que se abren paso por entre la maraña, al otro lado de la piscina…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Amanecer y yo, no eran palabras amigas, a menos que fuera al final de una noche de farra o que hubiera una buena razón fotográfica, nieve por ejemplo, para abrir el ojo tan temprano. Pero, los tiempos cambian. Hoy día, después de años de abstinencia, amanecer es abrir las puertas dobles que dan al estudio y sucede más a menudo de lo que hubiera pensado. El caso es que amanezco (que no es poco) y así llevo unos cuantos días, amaneciendo a la hora del amanecer, no sé si debería poner: “como Dios manda”; lo que quiere decir: no las primeras luces, que esas ya llevan un rato aclarando, poco a poco, las negruras del dormitorio-biblioteca-salón de TV-cuarto de costura-gimnasio y nunca comedor, en realidad quiero decir: el aparecer de los rayos del Astro Rey (lo siento, no he podido resistirme, me encantan los clichés).

Últimamente, me estoy acostumbrando a ver amanecer desde el estudio, justo cuando los primeros rayos del Sol, que se abren paso por entre la maraña, al otro lado de la piscina, despuntan en las cornisas y baten los ventanales del estudio. Esta actitud mía, lleva premio incluido, además de las luminarias naturales, esto es: ver bañarse y nadar a la náyade, S., que cuida de su belleza tanto como de su piscina. Mi náyade, al fin y a la postre es americana clásica y se acuesta con las gallinas y se despierta con el gallo del vecino, aunque este gallo no cante al amanecer, por alguna confusión existencial. Algunas veces canta a las cuatro de la tarde, solo él sabe porqué. Pero, una luz es una luz (fotográfica) y si es buena, ‘París bien vale una misa’ y estos momentos se retienen y recuerdan por siempre.

“…una luz es una luz (fotográfica) y si es buena, ‘París bien vale una misa’… (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“…una luz es una luz (fotográfica) y si es buena, ‘París bien vale una misa’… (Photography by luisjimenezridruejo.com)

S. inaugura sus días exhibiendo su palmito y sus habilidades natatorias. Un espectáculo de luz y color porque coincide con la batalla de la neblina y el resplandor del Sol, que aunque sea una ‘estrella enana’ siempre gana la pugna. Ahí queda, cada mañana, ese rato de imágenes pirotécnicas, brillos y rebrillos, piques y salpiques, juegos de agua y reflejos facetados en los cristales y en el baile del oleaje en las costas de la piscina (!?). Una delicia. Los recuerdos son como los trenes de mercancías en Pittsburgh, que nunca sabias cuándo iban a volver a pasar, o ni siquiera si iban a volver. Así que, más vale apuntarlos, antes de que, por un casual, se esfumen definitivamente. 

Ahora que lo pienso, y sin ánimo de comparanza, agua, neblina y belleza, recuerdo un amanecer, años ha, en Salamanca, en España. Hay cinco poblaciones en EEUU con el mismo nombre de mi pueblo, y treinta y un pueblos o ciudades que se llaman Springfield. Pero, no te despistes Luisma, que no estamos en Ubeda. Estabamos en la aceña de La Flecha, en el Tormes, con las piernas dentro del rio, en compañía de A., que era una náyade con una particularidad excepcional: no sabía nadar, aunque ese no era el mayor de sus problemas. Tenía cientos. Por poner un ejemplo: dormía todas las noches en una colchoneta de yoga, en el suelo, con una vela encendida en cada esquina de la “cama”. Intento acordarme de su apellido y no puedo. Nunca he olvidado la imagen de aquel amanecer. Bebidos, vestidos y metidos en el cauce, el agua por las rodillas, un espacio diáfano y la neblina a partir de la cintura. Las cabezas sobresalían en el banco de niebla, los peplos habían desaparecido momentáneamente, lanzados hacia la orilla. Una imagen inenarrable. Puedo olvidar palabras, pero jamás una imagen. Es el patrimonio que me ha concedido la fotografía después de tantos años de mirar por el ocular.

“…puedo olvidar palabras, pero jamás una imagen…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“…puedo olvidar palabras, pero jamás una imagen…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Puestos a recordar, la palabra amanecer siempre me brinda recuerdos y a menudo imágenes de otras imágenes. En movimiento. Películas. Autores o directores de ellas. Primum inter pares: José Luis Cuerda, autor y director español, profesor y sin embargo amigo, durante un par de años en la facultad de Bellas Artes de Salamanca. Profesor de cine, aunque Cuerda puede ser profesor de cualquier cosa, solo con abrir la boca. Aún están vívidas en mí sus palabras de presentación en su primera clase, con el aula atiborrada, que hubiera necesitado del paraninfo: “…conmigo no sé si vais a aprender a hacer cine, pero lo que si vais a aprender es a ser mejores espectadores de televisión…” Profesor de vida, algunas personas tienen este don. Cuando me vine a este país, estaba en el proceso de rodar una de sus mejores películas. Desde lejos y tanto como podía, seguía las vicisitudes del rodaje, incluido el uso del todavía incipiente Internet. Escenas soñadas, una vale más que mil, no hay palabras…la escena de La Guardia Civil disparando al amanecer contra el sol naciente, fusilándolo. Inmarcesible.

“…la escena de La Guardia Civil disparando al amanecer contra el sol naciente, fusilándolo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“…la escena de La Guardia Civil disparando al amanecer contra el sol naciente, fusilándolo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

El título de aquella película de José Luis Cuerda es: “Amanece, que no es poco”. Este post es, claro, un homenaje de “la monja” (así me motejó Cuerda desde el principio) al autor-director y “profesor de televisión”. De aquellos tiempos en que premiaban la frescura, la ilusión, el intelecto y el humor, sí que tengo nostalgia; un veneno que por otro lado no me corroe, aunque lo parezca. Fue simplemente un espejismo, un oasis en el desierto. Y como todos los espejismos, visto y no visto, duró muy poco tiempo. Tiempo, mejor mucho que poco y amaneceres, es lo único que ya necesito…

 

Luisma, Maypearl TX         7 de Agosto del 2019

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En Democracia

Doña Democracia: "A mighty woman with a torch…”

Doña Democracia: “A mighty woman with a torch…”

En estos tiempos de palabras que nos llenan la boca cuando las pronunciamos, o cuando las expelemos, hay una—bueno, hay más de una—que nos pone los mofletes rellenos. Democracia, que le dicen. Palabra que a todo el mundo le encanta, incluso a los antidemócratas, que como su propio nombre indica y como si fueran champiñones, crecen en cualquier esquina, en todos los jardines. No hay nada más democrático que la estupidez. Está representada en todos los sectores y no discrimina a nadie. Vamos a ver…cuantos saben lo que es la democracia (incluso muchos de los que disfrutan de sus favores), hay números? ¿Cuál es la definición de democracia? De donde viene y, sobre todo, a donde va, ¿o a donde nos lleva?

De vez en cuando es bueno y saludable hacer este tipo de ejercicio simple de comprensión y “recuerdo” de lo que significa democracia. Por supuesto, y como no podía ser de otra manera, democracia viene del griego antiguo y literalmente quiere decir: gobierno del pueblo, o de la gente. Gobierno de la mayoría, comúnmente entendido. La palabra a través del latín y el francés ha llegado a los idiomas modernos. Claro que hay varios tipos de democracias, pero este no es el sujeto de lo que hoy estoy escribiendo. Estoy en América, hace ya la friolera de treinta años, viviendo esta democracia tan suya. Y esto me da una cierta ascendencia en el conocimiento. No es un conocimiento libresco sino de expectación y participación (votante) en las dos décadas de este siglo.

La democracia americana es un sistema de contrapesos de poder. El Congreso y el Senado se contrapesan entre sí. El Gobierno (La Casa Blanca) tiene el contrapeso a su poder por parte del Congreso y del Senado, los tres a su vez el contrapeso de los Jueces (El Tribunal Supremo). Todos ellos tienen, o deben tener, un gran respeto a la Constitución y vivir bajo la misma bandera: “The Old Glory”. Todo esto en el mejor de los mundos, el ideal. Congresistas, Senadores y presidente son elegidos personalmente y “si dicen alguna mentira son rechazados, pues si es mentiroso no puede ser buen gobernante o legislador.” Si tienen “graves problemas privados” también se le rechaza por el mismo motivo, que no es hipocresía. Suena infantil, cualquier niño puede entenderlo, pero es que es así de simple y fundamental. Y si no es de esa manera, el sistema no funciona y todo se resiente, el edificio democrático se desmorona.

“Manhattan, el sitio lleno de rascacielos en New York, con ese nombre que en realidad es el de una tribu india…”

“Manhattan, el sitio lleno de rascacielos en New York, con ese nombre que en realidad es el de una tribu india…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Hasta ahora, que ha aparecido, como por ensalmo, un pretendido “salvador de la patria.” Un tipo impresentable. La sociedad americana, con la Constitución y la Ley en la mano, los había rechazado como el cuerpo vivo rechaza los virus malignos. Hasta ahora. Hoy, y sin nada previsible, se nos ha descolgado del baúl de los recuerdos de siglos pasados, este necio (en ingles: “asinine”, obsérvese el parecido con algunas palabras en español) que, apoyado por sus turiferarios de cierto partido político, otrora respetable, parece estar poniendo faldas arriba a la democracia americana. Parece. Pero, en este país, históricamente “el que la hace, la paga” y la Democracia es una señora en apariencia miope, con largas faldas y una antorcha, que se oxida, pero solo cambia de color y que, tradicionalmente, se lame sus propias heridas. Hasta ahora.

El problema es que, al amparo de esta democracia, y en cantidades industriales, hay una innumerable cantidad de idiotas con mala leche, que cabe la estúpida posibilidad de que el tipo vuelva a ser elegido, o se apañe para lograrlo, para mantenerse en ello. El caso es que la democracia es la democracia, y un voto es un voto—nos guste, o no nos guste, ese voto. Y esto sí que hay que “mantenello y no enmendallo”, cueste lo que cueste. Es la base y el principio de todo el tinglado. “Nadie es perfecto”… y menos Doña Democracia, antiguamente llamada Miss Liberty, esa señora pintada de verde, que “nos” ilumina desde su isla, frente a Manhattan, el sitio lleno de rascacielos en New York, con ese nombre que en realidad es el de una tribu india, como tantas cosas en este país. Cosas de la vida…

Meme found on Twitter ca. July 2018

Meme found on Twitter ca. July 2018

En el castillo interior de esta dama ya entrada en años y ‘kilos’ (kilos de dinero), con una miopía cabalgante y un montón de problemas, algunos antiguos y otros modernos (pero casi siempre los mismos) todavía se vive muy bien, a pesar de los impuestos y a pesar de los pesares. ¿Donde nos lleva Doña Democracia, de la mano como a niños…a algún parque temático? …a algún mundo mejor? Desde hace cien años nos ha ido llevando o apacentando a donde ha querido, poniéndose mientras tanto gorda y lustrosa. A veces, tiene la tendencia, se sale de las vías, aunque casi nunca descarrila y como a los trenes eléctricos de juguete, de nuestra niñez, con un “empujoncito” se monta de nuevo en las vías y continua su camino. En los últimos tiempos, minutos de su vida real, ha empezado a perder peso, asediada por montones de pretendientes, que la traen a mal traer. Los ataques le vienen de todas las ‘esquinas’ de la rosa de los vientos, y aún no ha perdido un ápice de su poder de disuasión.

“...I lift my lamp beside the golden door.” (Photography by Luisjimenezridruejo.com)

“…I lift my lamp beside the golden door.” (Photography by Luisjimenezridruejo.com)

Y aquí aparece el verbo favorito de la conservadora sociedad americana: prevalecer… prevalecerá, porque así lo quieren los cien mil hijos de…la revolución industrial, para sus perezosos retoños, que, con tener para la cerveza de buche, la película (serie) embotadora, de acción (que alguien, por lo menos su imagen, se mueva) y la ocasional papelina, tienen suficiente. Habrá que ver en que acaba todo esto del último Imperio, si es que tiene que acabar. Vivir para ver… eso es lo que me hace falta. Mientras tanto, como estamos en democracia, voy a ponerme los pantalones de cuadros y ayudándome del “putter”, como bastón, voy a ‘acercarme al teléfono’ (así se decía antes) y llamar a la oficina del Senador de mi distrito electoral y “puttear” al ‘interno’ de turno, amenazándole con mi No-Voto. Es muy higiénico y saludable.

Luisma, Maypearl TX 4 de Julio del 2019 (Día Nacional de las barras y las estrellas)

                                                                                          –Emma Lazarus, 1883

Todo es posible en Granada

“…incluso que una mujer a caballo, hace más de quinientos años, junte allí todas las piezas de un reino, después de ochocientos años de lucha.” (painting by Francisco Pradilla; photo-art by luisjimenezridruejo.com)

“…incluso que una mujer a caballo, hace más de quinientos años, junte allí todas las piezas de un reino, después de ochocientos años de lucha.” (painting by Francisco Pradilla; photo-art by luisjimenezridruejo.com)

Cuando te achacan, el vivir en una película americana de serie B (lo cual nunca he negado) empiezas a pensar que al irte de “paseo” a España, sigues viviendo, en otra película clásico-folclórica española, digo, una de Manolo Escobar o de Alfredo Landa. Sería bueno llegar a lo de una de Almodóvar, pero mi condición de mal actor, sobreactuado y melodramático, me lo impide. El caso es que lo de mi vida en serie B, me hubiera gustado que fuera un “western”, una del Oeste como las que soñaba de pequeño. Esas películas donde la gente muere como Dios manda: a balazos, cayendo como un saco de patatas en el polvo, mordiéndolo, si se tercia; o salpicando barro, si la película es de Leone. Cualquier día puedo terminar aprendiendo a morir, en blanco y negro o en Tecnicolor del bueno, del que se evaporan los colores con el tiempo.

No me va a quedar más remedio que “aggiornarme” (Sergio Leone sea loado!) para la ocasión, por ejemplo: aprender a montar a caballo. Un tejano que no monta, no es muy tejano. Solo una vez lo intenté y descubrí que los caballos tienen vida propia y no tienen motor. Tendré que consultar con los más viejos del lugar, para ver si me condonan lo de montar a caballo con el conducir una “pick-up truck” (camioneta) roja y polvorienta. Por aquí, todos los caminos están asfaltados, pero ‘a falta de pan’ la meto por las tierras y el bosque para que coja patina. El desierto, uno de ellos, queda como a unos dos días de camino de aquí, hacia el suroeste. Se me sublevan las mientes, ahora que se habla tanto del dichoso muro con México. La mayor imbecilidad que he podido oír en décadas. Imaginad una cabalgada con tiroteo teniendo que detenerse ante un monstruoso muro de acero y cemento…

“Mundos verdes, incontables matices, mil batallas…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Mundos verdes, incontables matices, mil batallas…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Ya me enrollé, y no era de esto de lo que hoy quería hablar. Me patina la neurona y también, bastante, la memoria. Ya ni me acuerdo de que iba lo de “Todo es posible en Granada”. ¡Ah!  Si… de llevar mucho tiempo en este país. Ahora que he vuelto a Texas, todo me parece extraordinario y las más de las veces: bello, y hasta cambiado y nuevo, aunque sea todo lo mismo. ¿Será que he debido cambiar yo?  ¡Así lo veo en las fotos de cuando llegué aquí, hace ya casi treinta años —quien lo diría!  La primera década viviendo en Houston y viajando mucho, luego unos meses en Wheeling (West Virginia) y acto seguido en Pittsburgh (Pennsylvania), años y años, hasta que me dí la vuelta y sin resquemor, ni resentimiento ninguno, trasladé cuatro cosas, pocas, y una burbuja grande de atmosfera y vivencias de la casa, con “ella” dentro.

El aire que respiraba no era Pittsburgh, era ella, S. (léase, Ese Punto). En pocos años se me han borrado un montón de vivencias y de personas, que eran o fueron el acontecer diario de mi vida. Pasmosamente preciso es el olvido de todo lo no tiene que ver con ella. Ahora, cuando diariamente contemplo y admiro la pradera, los cielos tejanos tan abiertos y mi vida tranquila y retirada de los jaleos de la urbe (Dallas), de la que solo veo los resplandores nocturnos, ese olvido me parece que siempre ha sido así, o que siempre debía haber sido así. El único resquemor, y ahora con resentimiento, es que tengo la edad que tengo—setenta y cuatro—, algo que no se puede cambiar. Ya se me han vuelto a escapar las mientes a Granada, incluido el Palacio Rojo, un sueño habitual que está en mi imaginación, gracias a lo fresca y muy usada que la tengo, y al YouTube, todo hay que decirlo.

“Evocando timbales, trompetería y gente a caballo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Evocando timbales, trompetería y gente a caballo…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

El tiempo ha corrido a borbotones líquidos y para recordar lo pasado, sin apenas nostalgia, necesito despertarme con la frescura de mente necesaria para recordar cosas. Por ejemplo: hoy salí al porche del estudio, muy de mañana y ‘sentí sensaciones’ (¡el señor de Cervantes me valga!) familiares, un airecillo abulense, serrano, digno de la chaqueta de pana que no tengo. ¡Me calé una gorra de béisbol, de color amarillo-limón, haciéndome a la idea de que era una boina negra, manoseada en cien soles a mediodía y eché a andar por una vereda del bosque, pensando—pobre de mí!  —que de un momento a otro encontraría un frontón, de piedra fregadera, claro, con su bancada de asiento y una buena fila de jubilados. Lo digo como si no me diera cuenta que ya soy uno de ellos. Cuento con que algún placer oculto ha de haber en charlar, con personas que no conoces, de la próstata y los otros mil achaques que me atenazan. Por ejemplo, de como una mujer puede ser reina quinientos años antes y no puede ser presidente quinientos años después.

Naturalmente, aquí ni siquiera hay un mal muro de sillar de piedra y, por tanto, nada de grupos de jubilados de los de boina y cayada, ni de ningún otro tipo. De manera que la supuesta conversación se queda en un parco soliloquio, en la orilla del lago, tratando de aleccionar a los patos, que no muestran ningún interés en mis problemas. Nada produce una mayor sensación de vacío que esos patos nadando silenciosamente. Todo es más grande y más impresionante en Texas, cosa sabida. Descubriendo mundos verdes y de cien mil matices, en imágenes con una tremenda capacidad de evocación de otros universos que están dentro de mi. Y de igual manera todo es posible aquí, como todo es posible en Granada. ¿Y de que iba todo esto?  ¡Ah! De que Texas es grande y este mundo es enorme, siendo tan pequeño en el Universo. Hace poco, por primera vez, sentí el silencio del universo, que es lo mismo que nuestro silencio interior, mirando la luna, tan cerca, en un telescopio. Si lo podemos imaginar, todo es posible.

“ Isabella of Castille, Queen of Spades in another world…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“ Isabella of Castille, Queen of Spades in another world…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

No es pues extraño, aunque si sorprendente, lo que me pasó en La Alhambra, hace un par de años en la cola de entrada al Palacio. Tres puestos más atrás de nosotros, apercibí una cara conocida, era una pareja y el hombre me resultaba familiar, la cola se apretó con más gente llegando y quedamos las dos parejas casi pariguales. Hablaban en inglés, inglés americano, y reconocí el acento de Pittsburgh. Al pronto, el hombre me encaró y me espetó: ¡Ya está! —Sabía que lo conocía, ¡no se me escapa una cara!  Ud. Es el señor del Mallorca Restaurant, en el South Side de Pittsburgh…Y al pronto, yo caí en la cuenta: ¡Y Ud. es un policía del Precinto 3 de mi barrio, South Side, en el cuartelillo a 200 metros de mi casa…! ¡Nunca habíamos hablado, pero nos conocíamos de vista y nos veníamos a encontrar y reconocer en…las puertas de La Alhambra, a miles y miles de kilómetros de nuestras casas!

Lo dicho: “Todo es posible en Granada”, no es solo una expresión clásica popular y el título de una película de serie B de los Años Treinta, también parece ser un hecho consumado en ‘mi película personal’. Por lo demás, algún día me decidiré y jugaré a la Lotería, ya vienen siendo muchas coincidencias. Veremos. De momento, sigo fotografiando estos y otros mundos, haciéndolos posibles. ¿A saber porqué…?

Luisma, Maypearl TX    24 de Junio del 2019

 

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Otro museo americano

S. (Ese punto) de incógnito, junto a la “cabeza” de Jaume Plensa, en Dallas Meadows Museum of Art. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

S. (Ese punto) de incógnito, junto a la “cabeza” de Jaume Plensa, en Dallas Meadows Museum of Art. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La galería de arte es la hostelería de la pintura, la escultura y las artes gráficas. Ahí viven los cuadros, provisionalmente, desde que salen del estudio del artista hasta que encuentran acomodo en las casas de los coleccionistas, inversores o compradores privados. Hoy, el “negocio” del arte ha cambiado y ya corre la venta de arte por Internet, lo que ha puesto en delicada situación a muchos galeristas que hasta final del siglo pasado se mantenían bastante bien con sus ventas. El pintor de cuadros ya no es pintor de “cuadra”, los “equipos” de artistas “exclusivos” de galerías, incluso las especializadas, ya no encuentran el dinero galerista suficiente (hay galerías que retienen ya más de un 70% del precio marcado al público) para cubrir los gastos, o para mantener una carrera, o la vida pública que se le supone a un artista de éxito entre el “gran público”.

“El Prado en la pradera” Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

“El Prado en la pradera” Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

El otro destino final de la pintura es el panteón de los cuadros ilustres, el más o menos “pequeño museo” ciudadano y, eventualmente, el Olimpo de los grandes, el gran museo nacional con sus grandes colecciones, en las (grandes) capitales. Allí es donde duermen “el sueño de los justos” y están expuestos eternamente a los dimes y diretes de ese dudoso “gran público”, la Armada turística. Tambien expuestos, ocasionalmente, a los embates de los mastuerzos de la crítica, astifinos y berrendos en negro, monstruos como salidos de un particular “Game of Thrones”, que con el teclado en el puño se producen al respecto, y a su aire, con mezcla de envidia e impotencia. No se puede llegar—si es que hay que llegar a algún sitio—con la pintura y el arte, ni más cerca, ni más lejos. Se advierte, claramente, y no es cosa nueva en mí, que no doy un bledo por la opinión, salvo honrosas excepciones, de los clásicamente llamados: críticos de arte, y sus elegancias. ¿Como no tienen otra que decir han acusado, desde siempre, a mi pintura de “elegante”… a saber cómo?  De fotografía, ni siquiera pretenden entender, se retorcerían como diablo con escapulario.

“Siempre me ha gustado ‘pasarlo bien’ en los museos.” Meadows Museum, Dallas (Texas). (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Siempre me ha gustado ‘pasarlo bien’ en los museos.” Meadows Museum, Dallas (Texas). (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Sin embargo, no todo son los grandes museos. Tambien están, y son legión, esos otros “pequeños” museos, en las capitales de los estados, cincuenta son la Unión, lo que realmente da para mucho museo. Más las grandes ciudades que no son capitales de estado, pero mantienen famosos museos y extraordinarias colecciones. Chicago, Houston, Los Angeles, S. Francisco… Y otras ciudades no tan grandes, sostienen colecciones que usan como atractivo ciudadano, buscando cubrir nuevos desarrollos. Fundamentados gracias a las pinturas “heredadas” de magnates de la economía y los negocios, prontos a negociar con las Administraciones, municipales o federales, unas fundaciones que cubren los increíbles impuestos que si no tendrían que pagar. Estos “otros” museos, algunos deliciosos, son generalmente pequeñas colecciones de arte, con un denominador común: una o dos pinturas por artista célebre, de relativa calidad (escasean, y cuesta mucho adquirir obras maestras de determinados artistas punteros.)

“Playa de Portici” Oleo de Mariano Fortuny. Colección Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

“Playa de Portici” Oleo de Mariano Fortuny. Colección Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

El “relleno” de estos museos se produce con pinturas y obras de artistas de “segunda”, algunas magníficas y elevadas a la categoría de museables. Son objeto de regalos tasables por parte de grupos de ricos-hombres, también de segunda, listos a “frotar codos” con los de escala superior. El resultado son estos otros museos, más o menos bien dirigidos y dotados, que se visitan con agradabilidad y están sujetos a la posibilidad de encontrar, por casualidad, alguna obra realmente interesante. Este es el caso del Meadows Museum of Art en Dallas (Texas), un museo “grande pero pequeño” y que muy al uso de la grandilocuencia tejana aquí se le llama: “El Prado en la pradera”, quizás por su colección de arte español, la más grande de USA y que no seré yo quien critique. Y sería fácil hacerlo, por ejemplo: hay un retablo gótico, dicen que de un monasterio aragonés, limpito, reluciente y con sus dorados rechamantes, y que más parece “nuevo” que restaurado, en fin…Relativamente “moderno”, el museo ocupa un enorme “caserón” clásico, neo-paladial, de cincuenta años de edad, completado en 2003 y cedido a SMU (Southern Methodist University) por el multimillonario Algur Meadows, con el dinero de su compañía petrolífera American Oil Company of Texas. Abrió sus puertas en 1965.

La familia de Mariano Fortuny. (Fotografia) España. Exposicion “Fortuny, Friends and followers” Meadows Museum, Dallas (Texas).

La familia de Mariano Fortuny. (Fotografia) España. Exposicion “Fortuny, Friends and followers” Meadows Museum, Dallas (Texas).

Actualmente, el Meadows está abierto al público, con su colección general y una exposición actual, dedicada al pre-impresionista español Mariano Fortuny. La exposición está basada en un solo cuadro, el único que tiene del pintor la colección general del museo, más algunos dibujos de Fortuny en cartas dirigidas a su mecenas americano, que fue el que legó la pintura al museo. También se exponen dibujos en cartas, de amigos del pintor, que buscaban el mismo mecenazgo. Obtener algún dinero para “tirar” (tirar del carro de la vida), buscando pagarlo luego con obras pictóricas. No sé cuán pingües serían los beneficios de un triunfante Fortuny, el lienzo de este cuadro tiene dos piezas recosidas. ¿Quien sabe las realidades de la vida? Se exhibe, también, una gran fotografía mural del pintor y su familia, una estampa social de la época; dieciocho personas, un montón de caracteres y un detalle sorprendente: en el ángulo inferior izquierdo hay un bebé, sostenido en brazos por una seguramente mucama, sentada en una silla y que alguien presenta dando la espalda al fotógrafo. Varios americanos han notado este hecho y me han cuestionado la razón, que a mí se me hace evidente.

Despertando de ‘otra’ siesta en un museo americano. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Despertando de ‘otra’ siesta en un museo americano. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La pintura de Fortuny es también un grupo familiar, en la playa de Portici, cerca de Nápoles (Italia). En el color, la luz, el buen dibujo, el niño desnudo agachado en el borde del agua, ya se puede advertir al mejor Sorolla en ciernes y un montón de Impresionismo asomando y hasta de Abstracción, si se quiere. En suma, un buen cuadro de un pintor extraordinario. El Meadows Museum tiene buena pintura y justifica la visita. Como la justifica, también, una cabeza de redes metálicas del escultor catalán Jaume Plensa, que tiene el honor de presidir la entrada principal en el exterior del museo. Para saber más de la colección en sí, no me necesitáis, basta “hacerle un Google.” Así es uno más de estos “otros” museos que proliferan en el mapa americano. Entretenido como casi todos ellos, susceptibles de usarlos para “dormir” siestas inspiradoras (ver el post “Siestas en el museo”).  Museos que justifican las visitas repetidas, si no tienes una actitud crítica negativa, ante todo y cada cosa, (“Sindrome de Troll”) algo muy en boga en estos tiempos de Internet. Lejos de mí, dicha actitud!

Luisma, Maypearl, TX    20 de Mayo del 2019

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Retrato de pintor (XV)

Javier Pereda (photography: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer (photography: luisjimenezridruejo.com)

Javier Pereda Piquer. Una masa imponente. Solo tengo que cerrar los ojos y ponerme en modo: “recuerdos” y veo a Javier avanzando hacia mí, aferrando algún “folder” y blandiéndolo, como si fuera una espada, o un pincel. Por cualquiera de los pasillos de aquel claustro de arcos encristalados, siempre a paso quedo, dragando el suelo, pero airoso como un barco de vela o como su tia-abuela, la cantante Dña. Concha Piquer. Estábamos en la Facultad de Bellas Artes, en la Universidad de Salamanca (España) hace ya un increíble montón de años. Pereda, una masa imponente, en el mejor sentido de las dos palabras. Masa, enorme caudal de cultura y conocimientos e imponente por su volumen de atracción, algo así como un centro grandioso de gravedad. Sin ni siquiera decir una palabra, solo moviendo levemente aquella cabeza grande, “cezanniana”, perfecto retrato de los dos, Paul Cezanne y Javier Pereda. Y, sin embargo, sus pinturas poco tenían que ver. Hubiese sido demasiado, demasiado bonito para ser auténtico.  

Ahora que yo también estoy cojo, con bastón, por las malicias del Parkinson afectándome al ciático, y obligado al paso quedo y una navegación lenta, me doy cuenta de lo que debía ser moverse, masticando dolores, o pintar formatos grandes sin estar sentado, o hacer tantas otras cosas. Pero, sobre todo en su caso, dominar una audiencia. Hablar de arte, esa parte de hacer arte. Algo para lo cual él estaba excepcionalmente dotado. Solo mirándole y escuchándole, en su inevitable transmisión, se aprendía muchísimo. En su caso, veíamos el trasunto de la verdadera academia, la griega. Y una imagen, saliendo de la ducha, con su enorme toalla blanca terciada al hombro, que siempre me recordaba algún legendario senador o filósofo griego, o el dueño y señor de alguna de las seis mil islas.

Javier Pereda Piquer (painting).

Javier Pereda Piquer (painting).

Pero, además y como parte de aquella gran personalidad, Javier pintaba y también su pintura, como él, era atractiva y lo sigue siendo aún; si bien, debo reconocer que no he visto una sola pintura de él desde hace más de treinta años; digo ver, al natural, palpar si se quiere, aunque sí en fotografía, en la que igualmente transmiten. Una excepción: tengo, o tenía, un pequeño cuadro, acrílico sobre papel, de la serie de las playas. Un regalo magnífico, una de las que él llamaba sus “acuarelitas”. Estaba dedicado, una lástima, lo perdí, extraviado en uno de mis últimos “movimientos” americanos. Lo que perdimos con Javier, que murió demasiado pronto, (no sé quien dijo que todos morimos demasiado pronto), fue un total y extraordinario maestro de pintura y artes plásticas. Por alguna razón, me viene a la cabeza una palabra: descomunal.

Ya por entonces, me anunció que podía llegar a ser un buen pintor porque, a pesar de mi tendencia a la pereza pictórica (¡?), eso me decía, “un buen fotógrafo ya lo eres” (sic). Y, rápidamente, me colocaba como la zanahoria del burro, la famosa frase de Picasso: “…que cuando bajen las musas, te encuentren trabajando”. Trataba siempre, machaconamente, de hacerme aplicar las lecciones de mi sistemática fotográfica (intuición sin estudio y rapidez en las decisiones) y llegar a componer el color con el pincel y los dedos untados, evitando el uso de la “paleta” y las pruebas de color, “uno no puede estar equivocado siempre”. No era un maestro de técnicas, era más un gran maestro de ideas y motivación. Como pintor, dominaba el color y por tanto era un pintor rápido; eso le permitía atacar lienzos de grandes tamaños. Su más célebre frase era una respuesta sobre sus dudosas horas de pintura. Debido a sus múltiples tareas de académico (fue catedrático y decano de Bellas Artes), político, hombre de negocios, padre de familia y cien otras cosas que él llamaba “sus labores.” “¿Y tú Javier, cuando pintas? —“Por las mañanas”—. (tomado de Carlos Pascual).

Javier Pereda Piquer (painting).

Javier Pereda Piquer (painting).

Pereda es de los pocos artistas a los que he oído proclamar, en un repleto salón, con voz altisonante: “…la pintura es mentira!! Y quedarse tan tranquilo, como si hubiera soltado una receta de cocina, que también lo hacía. ¡Y, pobre de aquél que osase discutirlo! Le caía encima con todo su peso de sabiduría y facilidad para la diatriba y el convencimiento propio y ajeno. Una delicia. En el retrato de un pintor como Javier Pereda, lo de menos es su propia pintura, su cocina técnica, su forma de componer y justificar su mundo. Que también. En su retrato, lo que más interesa es la impresión personal y su ser humano, la del pintor; lo que probablemente explica y justifica todo. Revisando sus pinturas, cosa que no hacía desde una pila de años atrás (me apenaba mirarlas), me he dado cuenta de lo mucho que me ha influido y como la mayoría de mis problemas pictóricos, aun con el paso de los años, se solucionan poniendo los ojos en sus pinturas. Los americanos usan una palabra que suena muy bien en una circunstancia como esta: “Amazing”—‘Estupendo’, una de mis palabras favoritas en inglés.

Retratar es también ponderar y alabar. Lo que mayormente tengo que agradecer a Javier son, a lo largo de los años, sus descargas de fusilería, a veces perpetradas por compañeros, o compañeras, mejor dotadas. “Anda, enséñale a este señor como se pinta”. O por él mismo, personalmente en su momento y siempre con su pintura y sus textos, contra mis miedos inveterados en la práctica de las artes. “Miedo en esto no se puede tener. O te sale o no te sale”. Es lo mismo que podría decir un torero, quizás con menos peligro físico, o no. ¿Quién sabe? Javier Pereda Piquer, nació y murió en Madrid (1947-2003). Durante tres cursos de la primera promoción de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca (España) Javier, Carlos Pascual y yo, vivimos juntos en mi casa de Azafranal, a dos pasos de la Plaza Mayor. Años y recuerdos felices que se fueron con él, pero que nunca se han borrado de mí… ”Vaya por Ud. Maestro!”

Luisma, Maypearl, TX      29 de Abril del 2019

 

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El niño de la bola

“El niño de la bola”, circa 1953.

“El niño de la bola”, circa 1953.

“El niño de la bola” y “El niño de la foto” (con patito de peluche y abuela). Ver post en Enero del 2013. Son dos de las pocas fotos que me gustan, de las de mi infancia.

Han sido, o van a ser, setenta y cuatro años. “Toda una vida.” Con mi afición a proclamar clichés, este se veía venir y desde bastante lejos. Toda una vida con la pelotita en la mano, que a saber lo que eso quiere significar. Le he dado muchas vueltas y lo único que se me ocurre es hacer chistes con ello. Así que he hecho un par de chistes fotográficos y…en paz. De esa foto del “niño de la bola” tengo que acusarme de no saber nada de ella, yo que presumo de saber de toda foto significativa que he hecho o me han hecho. Esta sé dónde fue hecha y puedo adivinar hasta el porqué. En aquel momento yo era el buque insignia de la familia, había salido guapo y fotogénico, con unos ojazos azules y una aureola angelical, bajado del cielo a pedradas, aunque la sonrisa falsa, como la falsa moneda, auguraba algún que otro problema en el futuro, o alguna simpleza de mal actor.  Fotografía típica de estilo de la época, es debida seguramente a Riviera o a Rincón, fotógrafos, en Salamanca (España).

Quizás la pérdida de esa sonrisa, quizás el no prever hasta donde iba a llegar, quizás una mueca en el tiempo y en el espacio. Había una promesa de pantalones cortos “forever”, y una determinación temprana de llamar la atención, con la pelotita, con botones, con escudos del Real Madrid o con lo que fuese. La pose de mal actor, sobreactuando desde el principio. Siempre ha sido así. Quizás con la edad me he corregido un poco, no mucho. Ya entonces no me gustaba el halago, ni toma, ni daca; aunque nunca me ha costado el reconocimiento y la admiración de la obra bien hecha y del punto cimero de la cultura de cualquier gente, cuando lo veo lo reconozco y lo admiro.

El nuevo “Niño de la bola”, circa 2019.

El nuevo “Niño de la bola”, circa 2019.

De muy temprano la fotografía ya empezaba a atraerme con la particularidad de que en ella siempre ví una posible excelencia propia, no así con los estudios, la música, y tantas otras cosas. El asunto del futbol es diferente, era el sueño imposible, tenía todas las condiciones menos la física. Solo en mis años sesentas, increíblemente, jugué al máximo de mis posibilidades, y lo hice bien cuando ya no había remedio. Guti puede dormir tranquilo, le hubiera quitado el sitio, fácil. Ni en el tenis, ni en el balonmano, siempre cuestión de pelotas, pude hacer nada válido. Así que lo de la bola en la mano tiene su explicación: el dichoso sueño imposible. Por lo visto, escribir y hablar me lo concedieron por añadidura, venía en el paquete, nunca tuve que hacer nada por ello. (¡Gracias a quien sea, o a quien fuere!) Y así, en un flash centelleante hemos llegado al otro “niño de la bola,” el actual. (Cliché sigue…) “En un abrir y cerrar de ojos” se ha pasado toda esa vida de la que tanto hablamos. Para unos más corta, para otros más larga, todo depende del aprovechamiento. De niño a niño se puede hacer una letanía de circunstancias. Cuestión de luces y sombras, la fotografía fabrica la película. No voy entrar en detalles, “agua pasada no mueve molino” (¡y dale!).

El “niño” de hoy jugando a ser Atlas.

El “niño” de hoy jugando a ser Atlas.

Como diría Ángel González, el poeta, que vivía también por estos andurriales, lo único que ya quiero es estirarla, (la vida, claro) como un chicle (el cliché del chicle), al fin y al cabo, estoy en América. Parafraseando a Z.: “son las consecuencias de una madurez mucho menos satisfactoria” que la juventud del niño de la bola. Toda la película está ahí, para quien la sepa ver sin necesidad del smartphone, es la distancia recorrida entre los dos retratos del niño. Ser un artista es: “ver lo que otros no pueden” (Patti Smith dixit) y eso es un compromiso de por vida, y una trampa saducea para evitar que te hagas rico, o que robes demasiado. Y ahí es donde entra lo de la decencia infinita, un estigma con el que se nace. Si bien, como dice el reputado filosofo chino Z.: “que nos quiten lo bailao!”

Amén. ¡Y que siga la fiesta, que no decaiga!

Luisma, Maypearl, TX     15 de Marzo del 2019      Feliz Cumpleaños (¡?)

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Pintando en la noche…

3 A.M. in the studio, finishing Trigueros #1 (74” x 60”), acrylic on canvas. Over the door: Instar #14 (26” x 30” Photo: luisjimenezridruejo.com).

3 A.M. in the studio, finishing Trigueros #1 (74” x 60”), acrylic on canvas. Over the door: Instar #14 (26” x 30”) Photo: luisjimenezridruejo.com.

Hablábamos ayer de pintura, y de fotografía también; las mismas artes de la imagen con diferentes herramientas. Te decía que, a veces, convierto la noche en un aquelarre de presencias, y ausencias, que bailan conmigo mientras pinto. Me susurran soluciones pictóricas o fotográficas (si las tienen) y las más de las veces, me asustan (miedos), casi siempre “sin consecuencias”, excepto el placer doble de la rememoración de esos otros placeres, los que no asustan, o me brindan la presencia de otras vivencias almacenadas en el estro y que dan sentido a todo, incluso a la pintura. (“Estro”: mucho ‘mejor’ palabra que “inspiración”, voz de regüeldo religioso, ya un tanto descastada). La fotografía, con su “realismo obligado” se da sentido a sí misma, casi siempre. De noche hago todas esas cosas que muchas veces no quiero ni saber. Una de ellas es pintar, algo que me demuestra que sigo vivo. De momento.

 

Total eclipse of the “red” moon, Texas (12: 30 A.M. January 20, 2019). Telephoto lens 300mm, handheld. Photo: luisjimenezridruejo.com

Total eclipse of the “red” moon, Texas (12: 30 A.M. January 20, 2019). Telephoto lens 300mm, handheld. Photo: luisjimenezridruejo.com

La noche empieza siempre con dudas. Pinto, obviamente, con luz artificial; poco más o menos la misma cantidad de luz que un cuadro va a recibir en su emplazamiento, definitivo o no, en cualquier muro o pared de exhibición. Lo de pintar con luz artificial, en mi caso, es lo natural (¡?) como lo sería para el pintor de Altamira, distancia y categoría, el hacerlo a la luz de las hogueras, en las cuevas. Sobre todo, en la noche con luna o sin luna, y en la llamada madrugada, hasta que despuntan las primeras luces del amanecer (lo siento, no he podido resistirme al cliché). A la caza de la luz, así ha sido para mí, siempre. ¡Ah! Y la música, siempre la música, y escribir mientras pinto. A veces, no veo la pintura durante las horas de sol, aunque aquí en Texas, como en Castilla…en fin, que algunos días pinto con luz de sol—equilibrios en la cuerda floja—, luz siempre reflejada, nunca directa. Como decía Goya: la luz directa de sol sobre el lienzo produce monstruos y mentiras. Recuerdo los dibujos y grabados con aquellos sombreros de alas rígidas, soportando velas, en equilibrio precario y pingando cera por todas partes. Hoy día es usar una mezcla de sol y electricidad, que es como hago la reproducción fotográfica de mis pinturas. Uno se maravilla, aunque sepa la respuesta, en qué condiciones pintaban los “antiguos”, no los prehistóricos, los más modernos antiguos. ¡Sin luz eléctrica! ¡Goya, Velázquez, El Greco! ¡No debían ganar para velones!

 

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas, 74” x 60”. Photo: luisjimenezridruejo.com

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas. Photo: luisjimenezridruejo.com

Algunos ‘críticos’ relacionan la bebida con la pintura nocturna. No lo sé, no en mi caso, lo único que bebo es Coca-Cola, de dieta y descafeinada, un pobre brebaje, un panorama no muy excitante, a este paso nunca llegare a “maldito”. Es mi figura ‘humana’, esa que no me interesa y nunca aprenderé a pintar, ni de día, ni de noche. No tengo ninguna razón para ello, simplemente reconozco que es así. En la evocación de la figura, nunca reconozco el género, si acaso en la sombra, solo un eco, sin acercarme a la personalización de la imagen. Como casi siempre, pinto rodeado de oscuridades, con dos puntos de luz eléctrica, cliché o no, tengo que luchar con el viejo dicho: “de noche todos los gatos son pardos” y, por tanto, el color siempre me ha costado mucho. Solo hará un poco más de una década he empezado a ser “valiente” con el color, después de muchas y largas noches de espadas, capas y puñaladas a los lienzos.

 

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas, 74” x 60”. Photo: luisjimenezridruejo.com

Trigueros #1 (detail), acrylic on canvas. Photo: luisjimenezridruejo.com

El color, mi última asignatura. No sé dónde leí una vez, que después de pintar las “mariposas negras”, preferiblemente de noche, estás ya listo para apreciar las de color. Después de aquellas, descubrí y pinté unas mariposas amarillas, doradas, y alguna azul (lapislázuli), que no cambiaban de color durante la noche y revivían con la luz eléctrica. (¡?) Solo la pintura y S. me hacen sentir esas fabulosas mariposas, en el estómago. En la noche se piensa todo más, se digiere todo mejor, las neuronas se mezclan adecuadamente en la batidora cerebral. (¡toma castaña!) y las figuras son solo fantasmas. Espectros, duendes, fantasmas de noches pasadas “en vela”, nunca mejor dicho, sin sueño, pero en el mundo de los sueños. Sin compañía, aunque si con la tibieza de las imágenes pictóricas y fotográficas y su poder inmarchitable de evocación. Hay un algo de abstracción contínua, o un todo, en aquellas imágenes que no contienen figuras o su presencia. Realmente, de noche todos los gatos son pardos, y abstractos.

 

Luisma, Maypearl, TX        28 de Febrero del 2019

P.S. Este ‘post’ está dedicado a la memoria de Jesús Saavedra Mozas, lector empedernido, compañero y amigo, que ya está esperándome, ahí fuera, en las praderas eternas.

 

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Esa otra parte de la Historia de España

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Hemos tenido muchos Reyes en España, más de los que pensamos o estamos dispuestos a recordar ahora que parece que la(s) Monarquía(s) están a punto de finiquito. ¡No sé quien llevaba medio siglo XX “prometiéndome” que para el siglo XXI solo quedarían la Reina Inglesa y los cuatro de la baraja—así nos va con esos político-profetas! Al menos visto desde la distancia del olvido. Nuestros niños se salen de primeras con Isabel La Católica, como si antes no hubiera pasado nada o como si por entonces los españoles hubieran llegado en patera, como Washington aquí, al cruzar el Potomac ; por aquello de América y del principio de la nación como unidad histórica. Ahí fue el principio de España, como tal país (se pongan como se pongan, quienes se pongan) y hasta hoy, con unos cuantos Felipes, incluido el actual, el último (?), los Carlos, entre los que hubo de todo (como en botica) incluido Juan Carlos, pobre, pero al fin rumboso, como los antiguos. Y solo dos reinas con título y poderes, las Isabeles, primera y segunda. Y hasta ahí, de la Católica para atrás hay un mar de reyes de todo tipo y caletre.

 

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Pongamos, por ejemplo: los Reyes Godos, una manada de aquí te espero, en general parece que brutos como ellos solos, según cuentan las crónicas, falaces o no. Treinta y seis reyes, más o menos, hasta Don Pelayo, el único que merecía un Don, a saber porqué? Entre todos reinaron un total de tres siglos, de nuestra historia post-romana. Tres siglos de los que sabemos muy poquito (mal que les pese a nuestros historiadores) y de los que voy a despiezar, a modo de excitación de la imaginación las cantidades de años de sus reinados, el cómo murieron (por aquello de mis “hojas muertas”) y en el caso de algunos la edad a la que lo hicieron, aunque no se comprendan, entre sí, las edades de ayer y de hoy. Solo estos mínimos, aunque importantes “detalles” ponen nuestra imaginación a trabajar. Sigo una cualquiera de las listas sin mencionar autor o autores, sin entrar en discutir quien fue el primer rey y sin seguir un orden preestablecido, una cosa como en grupos, como una Tabla Periódica de Elementos. Al fin y al cabo, menudos elementos los Godos. Tabla y Lista, tal para cual.

 

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

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El primero de los Godos…no voto ni por Alarico, ni por Ataulfo. Pongamos que ALARICO fuera el primero, es un nombre que suena bien, reinó 15 años (395-410), murió por haber contraído malaria. ATAULFO, reinó 5 años y murió asesinado, el primero de los muchos así. Solo dos Ataulfos en “mi historia” de España, el rey godo y Argenta, magnífico director en la Orquesta Nacional a mediados del siglo pasado, murió trágicamente en el interior de su coche, en su garaje, ahogado por los humos del tubo de escape. SIGERICO, solo reina 3 años y se desconoce su forma de morir. TEODORICO I , 33 años, el reinado más largo de un godo, murió en combate contra Atila. TURISMUNDO, 2 años de reino y murió asesinado. GESALEICO , ejecutado en el exilio. TEODORICO II, AMALARICO, TEUDIO, TEUDISELO, LIUVA II , WITERICO, SISEBUTO, todos ellos en el grupo de los que murieron asesinados. Costumbre parece, no muy buena.

 

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

EURICO, 18 años de reinado, murió de muerte natural a los 64 años; edad que parece natural para una muerte del tipo que sea. Hay todo un grupo, no muy largo en la lista de fallecidos de muerte natural, aunque no esté muy claro cuan “natural” fuese. ALARICO II , 23 años reinando y murió en combate, sería ya bastante mayor, bravo!  TEODORICO, llamado EL Grande, 15 años de reinado, hasta morir de muerte natural, a los 71 años.  ATANAGILDO, reinó 16 años y murió, también, de muerte “natural”, a saber!  LEOVIGILDO, 14 años, muerte natural, su nombre fue bastante popular en el siglo XIX, en masculino y en femenino. RECAREDO I , reinó 15 años y murió a los 36, de muerte natural, eso sería en la cama?  GUNDEMARO, a los 2 años de reinado murió de muerte “natural”.  RECAREDO II , reinó 10 años y murió de muerte natural (?!) después de ser destronado.  SISENANDO , reina 5 años y muere naturalmente; su nombre fue también popular en el “santoral” del siglo XIX y principios del XX.  CHINTILA , reina 3 años y muere de muerte natural a los 89 años, aquí si cabe. TULGA , reinó 3 años y murió a lo natural, destronado.

 

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

CHINDASVINTO , 11 años de reino y muere, naturalmente, a los 90 años. Nombre muy adjudicado en el XIX, supongo que moriría en el castillo que edificó “a cuatro leguas de Pinto y treinta de Marmolejo” … RECESVINTO , reinó 19 años y falleció de una enfermedad nefrítica. Nombre también popular entre los “monárquicos de izquierdas” del final del XIX.  WAMBA , 8 años de reinado, fue destronado; su nombre será eterno gracias a unas zapatillas deportivas.  ERVIGIO , reinó 7 años y murió de enfermedad (?!).  EGICA , 13 años de reino y muerte natural.  RODRIGO , reino solo 1 año y murió en batalla.  AGILA II , reinó 4 años y fue tachado de colaboracionista con los árabes.  ARDON , 6 años de reinado y también colaboracionista. Por fin, el ultimo (?!) fue el llamado Don PELAYO , reinó a satisfacción durante 19 años, en el año 737 murió. Con él se inició la llamada Reconquista. Se le considera el primer Rey de la Nación. Ya se sabe: “Los últimos serán los primeros.”

 

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

En realidad, todo esto sobre los Reyes Godos y su lista, es una excusa para presentar, al mismo tiempo, una serie de fotografías de un trabajo inspirado en el mundo de los Godos, que aquí nunca fue. Con un colorismo algo tétrico y un poco “negro”, extraído de una naturaleza en su ciclo final anual y aprovechando las “blancas” y frías luces invernales tejanas. Las “muertes” se pasean por la pradera, antes de que ataque la primavera… Mal que les pese a algunos: Abstracción Impresionista.

 

Luisma, Maypearl (TX)    31 de Enero del 2019

 

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Introducción a otra visión

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Sentado en el “oficio” del invernadero, mirando por la ventana. Ensimismado en el árbol rojo, vienen a borbotones los recuerdos de hace cuatro años y sus ciclos equivalentes a sus estaciones naturales. Lo que empezó por línea y color y ha acabado por ser una enorme pesquisa de formas, espacios, colores, naturaleza explosiva identificándose a si misma. He insinuado un mundo, o varios mundos, atendiendo a los ciclos naturales. Flores que llevan hasta “palos y hojas” como alguien definió a estos mundos, partes de un mismo o similar universo de luces y sombras. Es en lo que se ha convertido mi particular mundo: veinte mil fotografías digitales sin plata, ácidos, ni costos alucinantes. El mundo digital, un mundo sin fronteras, ni muros, solo misterio o misterios de la óptica, de la visión de mis ojos machacados por setenta años de inquisitiva mirada y comprensión de lo visto.

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

 

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Ahora esos mundos, dos o ciento, identificándose con luces y sombras, color. Abstraído en la singular belleza de las orquídeas del invernadero y sus luces tamizadas, al pronto la maraña, los árboles, los arbustos, el viento, los fondos de la pradera. Me encaré la cámara, la moví entre los verdes, los amarillos, los azules, oros, platas de luz directa, que parecían puntas de lanza de batallones reflejados en la pradera y sus bosques cerrados. Recordar los bosques de los predios de Pennsylvania, los campos de mi Castilla dejados atrás, atrás de todo el océano. El árbol rojo me prendió y cuatro años después de aquel atardecer desde el invernadero y sin moverme poco más que el espacio de una verbena de pueblo, he hecho recuento de las fotos que he “tirado” en ese pequeño espacio lleno de luces y misterios.

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

 

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

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Serán unas 22,000 fotos—16,000 tras una primera “limpia.” Y con las fotos un montón de ensoñaciones por escrito. Retratos posibles tirando de un ovillo, del que no hace falta el cabo porque se me ha demostrado inacabable o, al menos así lo parece. Son esos mundos de mi universo personal. El mundo de mi higuera, mi álamo, mi parra, mis dos arces…todos ellos y todos sus ciclos misteriosos están dentro de mi cámara.

Photography: Luis Jiménez-Ridruejo

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Gracias a mis nuevos ojos, operados de cataratas, puedo adentrarme desde ayer en cualquiera de los mundos que insinúan estas fotos, son de los últimos días del año 2018. Pronto será otro año y otros ciclos que descubrir.

Luisma, 31 del Diciembre del 2018

 

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