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Receta: Silencio…

“…escrutar silencios escondidos en el estudio…” Photography: luisjimenezridruejo.com 2020

“…escrutar silencios escondidos en el estudio…” Photography:
luisjimenezridruejo.com 2020

Tengo una armada de galenos, cada uno siguiendo cada una de mis “maldades”, cada cual, con su cinta de color, un color para cada mal, y no hay más que tirar de ellas y seguir la actualidad de una u otra. Esto era de lo que me estaba acordando, leyendo unas notas no utilizadas para la confección de un post de hace tres años. En él, ‘criticaba’ o más bien, comentaba que, uno de mis múltiples médicos (todo esto antes de la era actual, del Coronavirus) me había recetado: Silencio, lo más posible, y evitar el grito (¡?) algo sorprendente e inusitado. Pensaba que el silencio, en mis circunstancias de vida actual, era fácil de apañar. Los vecinos quedan lejos y la radio y la TV están a tiro de botón. Igual, por supuesto, que el ordenador, email, websites, infos, etc. Todos ellos dominados por la maravillosa tecla del Mute, la de hacerse el sordo. Son las cosas de la vida moderna que nos atenaza a los que somos de otro siglo. Otro siglo en el que todavía se podía comprar el silencio más barato que en este y esto incluye el silencio cerebral propio, el último refugio a nuestro alcance.

Echaba una mirada mental a una lista de silencios manifiestamente mejorables: los que te impiden el sueño, llenándolo de imágenes sin voces y sin música. Imágenes a veces muy macabras. Esos silencios sin nombre, los que cubren el ruido de la soledad de la pradera; los que tapan el murmullo continuo de los oídos cansados de oírlo todo, a lo largo de los años. La pradera, salvo excepciones que la honran, tiene su propio silencio, uno de aquellos clásicos, aunque reformado, no hay martillo-pilón cadencioso que lo elimine; o se ha convertido en un chorreo de tiros de armas de diferentes calibres que huele a campo de prácticas, en una vieja guerra de trinchera y cantimplora. Solo el cielo sabe si no son del entrenamiento e instrucción de alguno de estos bestias, retrasados mentales, milites aficionados pero pertrechados a la perfección. Esos, que antes de pegarse a sí mismos un balazo en la sien, se piran matando al mundo en alguna escuela; o su correspondiente iglesia o restaurante, donde sin más se les va la olla y van dejando un reguero de sangre, sin encomendarse a Dios ni al diablo.

“S. anunciándome que: hay un montón de silencios, a la puerta, esperando…” Photography: luisjimenezridruejo.com 2020

“S. anunciándome que: hay un montón de silencios, a la puerta, esperando…”
Photography: luisjimenezridruejo.com 

Solo la música, clásica claro, instalada sobrenadando por las esquinas de las habitaciones, del estudio, por debajo de las camas y los aguamaniles. Músicas suaves, como las manecillas de un reloj, o los pétalos de las begonias. Músicas para escuchar tendidos en las alfombras de Yoga. Solo estas músicas aprovechan sus silencios, con propiedad. Los silencios que me pide el neurólogo y que no tengo claro dónde irlos a comprar… Oiga! Póngame cuarto y mitad de silencios de esos, de los dulces: por favor, envueltos para regalo, gracias!

Alguna vez he dicho que duermo bajo un silente Matisse (auténtico, firmado y numerado), que cuando no estoy en la cama, preside mi multifuncional dormitorio y en la noche, y la también silente obscuridad, sobrenada mis sueños. En uno de ayer: Un día, como hoy, pero hace muchos años, en verano hizo sesenta, estaba debajo de la silenciosa campana “gorda” de la catedral de Toledo (el original, el de España, no el de Ohio) que a más de uno ha dejado sordo al tañer brusca e inesperadamente. El silencio ‘dentro’ de la campana era suave y sedoso y yo tenía unos tapones de goma ajustados a los oídos, por si algún preste imbécil la hacía sonar inopinadamente. Sí, me acuerdo de su sonido, un pequeño pero claro ‘gong’ que produje con las uñas, ‘tic-toqueando’ la fundición, y la calidad de su nota musical se me quedó para los restos. Aunque lo más impresionante era su silencio amenazador. Eso y el olor a saín y madera vieja, allá en lo alto de la torre y en el fondo de mis sueños, que también guardan los olores, y los viejos silencios.

“Lo único que rompe el silencio es el viento marchándose” Photography: luisjimenezridruejo.com 2020

“Lo único que rompe el silencio es el viento marchándose” Photography: luisjimenezridruejo.com 2020

Y aquí estoy rebuscando algunos que le puedan valer al neurólogo para la ocasión. En medio del silencio total del espacio—propio del fondo del mar pelágico en el que estamos—me pongo ‘oído avizor’ a escrutar silencios escondidos en el estudio, que es como una isla de este mar, una isla aislada (valga la redundancia gloriosa). El primero que encuentro, al pronto, es la voz ténue de S. anunciándome que: hay un montón de silencios, a la puerta, esperando para entrar y ser admitidos en las delicuescencias de este paisaje interior. Aquí, cuando viene alguna soledad sonora, con la intención de romper el silencio, repetidamente, al notar la falta de bienvenida, se da media vuelta y se aleja reculando, como el rico en una vieja milonga argentina del siempre recordado Cafrune: “…y el rico guicha la puerta y se aleja reculando…” La verdad es que adoro los silencios mútuos de la pradera. Torres y campanarios es lo único que echo de menos, con los parvos sustitutos de los depósitos de agua, en estas planicies de tierras rajadas por la solanera, que solo necesitan una nube blanca descargando, para hacer rebrotar la alfombra verde, sobre la piel agrietada por los soles diarios. Lo único que rompe el silencio es el viento marchándose.

El ‘encantamiento’ del silencio, según el acreditado mago Harry Potter, es uno de los más difíciles de conseguir, con la varita mágica. ¡Lo he intentado muchas veces, pero, “…que si quieres arroz, Catalina…! Ni los graznidos de los cuervos, ni el croar acompasado de las ranas que van y vienen de la charca, detrás del estudio, se dejan encantar, así ‘por las buenas’. Como aprendiz de brujo, no tengo ningún futuro y, además, el encantamiento parece ser que fuese solo temporal. Una pena. “Expecto patronum”. Del silencio se puede escribir, y suena… Eso sí, es invisible, muy difícil de pintar, y casi imposible de fotografiar.

Luisma, Maypearl TX                 15 de Octubre del 2020

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El Viejo Nuevo Mundo

 

“Los Tres Mundos” (tríptico) luisjimenezridruejo.com (photography). 2020

“Los Tres Mundos” (tríptico) luisjimenezridruejo.com (photography). 2020

 

El Nuevo Mundo se está haciendo viejo. Aunque el paisaje, salvo deshonrosas excepciones, sigue tan nuevecito, tan como salido de la tienda. Vieja manera de decirlo, esta, que no puedo recordar de donde me viene. Cada vez los recuerdos se mezclan más con las fantasías y uno acaba no sabiendo a qué carta quedarse.

El caso es que, contrariamente a lo sucedido en la vieja Europa y otras partes del mundo, aquí no ha habido miles de años de continuas guerras, con sus inevitables destrucciones, saqueos, incendios, aterrazamientos, desaparición de bosques, cambios de clima por culpa de todas estas cosas y demás…ya se cuidan ellos, los americanos, desde tiempo ha, de emplazar sus guerras lo más lejos posible de sus territorios.

Sin embargo, y a pesar de todo, el país se está haciendo viejo como si tuviera fecha de caducidad; como si los materiales modernos no tuvieran el aguante de las viejas piedras. Por ello, a mí siempre me ha dado la impresión de ser, este, los USA, un país con un cierto halo de provisionalidad. Será mi visión europea, ideas preconcebidas sobre lo clásico y duradero, la piedra, la argamasa, los castillos, los puentes romanos y las carreteras sin cemento.

 

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel izquierdo) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel izquierdo) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

 

Ayer estaba haciendo carreras y ejercicios por las colinas de South Side y Mt.Washington y me saltaba a los ojos, y a los pies, el deterioro y descarnamiento de los firmes en las calles y las escaleras de comunicación entre ellas. En algunos casos, hasta peligrosos agujeros al vacío y daños estructurales en puentes, pasos elevados y calles. En mi colección de americanadas tengo tres enormes antiguos tornillos “sobrantes” de la “reparación” de un celebrado puente de Pittsburgh, simplemente recogidos del suelo. Dejadez.

Todo ello sin contar la impresión que produce la construcción de madera, sin casi estructura metálica y hecha a gran velocidad. Sensación esta que acentúa el carácter de “provisionalidad”. Un día ves una casa y al siguiente puede haber desaparecido bajo la piqueta y, nunca mejor dicho, en menos que canta un gallo. Y lo opuesto, casi lo mismo, de la noche a la mañana se levanta el tinglado, en madera, de una casa y se hace habitable en un suspiro.

 

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel central) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel central) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

 

Inevitable la idea que da ello, el no reconocer determinadas calles, o barrios, de estas ciudades y en tiempos relativamente cortos. Y más si son sitios que no has visitado en algún tiempo. Todo esto me viene a cuenta de esa moda que veo en España de “producir”, vía ordenador, pequeños documentales, generalmente usando fotografías “antiguas”, mostrando los cambios de las ciudades en períodos de cincuenta, sesenta años. Aquí he visto desaparecer, o cambiar esencialmente, barrios enteros en menos de un año.

Otro ritmo de vida, otro concepto de habitabilidad. Viví una década de mi existencia en Houston (Texas) y cuando volví, años más tarde, tuve problemas para reconocer partes de la ciudad. Por eso, quizás, me emperro en vivir en ciudades “viejas”, Pittsburgh, y visitar siempre las “viejas” Chicago, Nueva York, o Washington, que cambian menos en sus centros ciudadanos. Las comillas son inevitables para alguien que viene de la milenaria Salamanca, donde uno nació y le fue dado el esperar que las cosas, y las casas, cambiaran lo menos posible. A lo mejor por eso salí corriendo de allí a la mínima ocasión que tuve.

 

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel derecho) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel derecho) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

 

Y aquí sigo en esta ciudad vieja nueva, del viejo Nuevo Mundo, que se va haciendo más y más vieja a marchas forzadas. Para cuando Pittsburgh sea milenaria (si llega a serlo, que no lo tengo claro) me gustaría saber que habría sido de Salamanca (si llega, que tampoco lo tengo claro). Si el Nuevo Mundo se está haciendo viejo, que pasará con el Viejo Mundo? Me temo que los americanos van a tener que “saltarse” una guerra y dedicar esos presupuestos al remoze de su propio país, antes de que se les caiga a pedazos.

Luisma, Pittsburgh PA.        15 de Agosto del 2010…

P.S. (Al  2 de Octubre del 2020, en la Era del Coronavirus). Que ha cambiado en nuestros mundos desde que escribí este post, hace ya una década? A ‘marchas forzadas’ este Nuevo—que era—Mundo, se ha hecho Viejo—tremendamente—en solo diez años, una pandemia y una mala presidencia. El payaso asesino sigue suelto, terrorífico. Algo que parecía una fantasía, pero que—desgraciadamente—no lo es. Cambio de clima, el sólo se va a encargar de desmaquillar este país, en preparación para la noche del Ocaso de los Dioses. Arde California! Algo impresionante. Cabalgan los jinetes, y no son los de un “western”—estoy escuchando a Wagner, que casualidad—además, quizás he sido yo el que ha mutado. Estoy de nuevo en Texas, donde al menos la Naturaleza pujante se empeña en darme ideas e inquietudes. ¡Loada sea!  Ah! He cambiado la “ciudad vieja” por la pradera inmemorial y eterna. Chaquetero, que es uno!

Las fotografías para el tríptico: “Los Tres Mundos” han sido hechas con la sana intención de inspirarse en las obras de cantería escultórica, en las portadas exteriores de la catedral de Santiago de Compostela. Al final del camino, espero que los huesos del Maestro Mateo no se revuelvan, donde sea. Todo es estética, en busca del recuerdo agradable. La fotografía del peregrino de piedra, con la mano en la frente, me acompaña siempre, y ya son cincuenta años.

Luisma, Maypearl TX                       2 de Octubre del 2020

 

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