Retrato de Luisma. Hecho por Pepe Nuñez Larraz. A mis veintidós años, a finales de los “sesentas”, recién llegado de un Paris efervescente y a veinticuatro horas de entrar en el servicio militar obligatorio. Este retrato hizo más por mi afición sempiterna a la fotografía que toda la que yo había visto hasta entonces. Incluido Cartier-Bresson. Un mes más tarde, me compré mi primera cámara réflex de 35 mm. Una Asahi Pentax, maravillosa. Y así empecé mi vida fotográfica seria.
Hoy cumplo setenta y cinco años “de edad” (como se decía antes), acabo de hacerlo a bombo y platillo, no sé porqué… es lo que los americanos llaman: una buena carrera (a good run), aunque este comentario lo hagan siempre cuando se acaba una vida. De alguna manera esto termina por querer decir que has aprovechado el tiempo que ‘te dieron’. Y esa es la sensación que tengo. Cansancio vital y muchas cosas, todavía, por hacer y por ver. No desdeño las sorpresas que me procura siempre, inevitablemente, este país a la vuelta de sus esquinas. Así ha sido a lo largo de los treinta años (!!) que ya llevo aquí, casi media vida, y lo que se tercie hasta el final.
Hago en este post una pequeña reflexión sobre el retrato realista, con una serie de ellos, en modo procesional, o serial, o como lo queramos llamar. Una forma de plasmar el paso del tiempo, un tanto manida pero asumible e idónea. Me refiero al retrato que documenta una cara, el inveterado “espejo del alma”. Ese aspecto cronológico es el que me interesa hoy, la aportación del cambio físico. El retrato sin aparente preparación mental y dejado a la percepción del fotógrafo, o a la propia del autoretratado. Es la manera de explicar un suceso, siendo este los setenta y cinco años de la vida de alguien.
“El niño de la bola” fotografía hecha por uno de los dos profesionales salmantinos de aquel entonces: Rincón o Ansede. Luisma en exceso de pose, como siempre. Ya entonces, ningún futuro como modelo o actor. Nunca he podido entender lo de la bola (truco para ‘congelar’ la pose?). Tendría cinco o seis años de edad.
Observar esta serie de retratos compone una teoría de reglas, mi teoría, sobre distancias, luces, enfoques… reglas fundamentales y reglas que te puedes saltar. Decimos, en general, que un retrato es la visión de una cara con predominio de la expresividad del retratado. O, al menos, la representación, o una de ellas. El trasunto de la persona retratada. Todo el mundo puede hacer una fotografía buena, técnicamente, no todo el mundo consigue hacer un buen retrato, o muchos buenos retratos. Es una manera de cazar, en el peor de los casos. La fotografía es una vívida descripción que puede o debe no ser más que eso: una porción de vida, un instante (instantánea). Conseguir el retrato vivo (viva imagen), lo que en ingles se llama: “spitting image” podría ser la vera efigie clásica. Una documentación, la mejor identificacion de otra persona, o de sí mismo. Cuál es la cantidad de rasgos, o detalles, que completan la vivacidad, la calidad de un retrato? El retrato es el arte de representar la apariencia visual del sujeto. Charles Dickens decía que solo hay dos clases de retratos pictóricos, el serio y el de la sonrisita. La fotografía abrió, para sí misma, un montón de posibilidades entre los dos.
“En el campo de béisbol” Hecho por S. Un retrato mío, sin ni siquiera media sonrisa. Acertado, como todos los que me hace ella. Largos ya mis “cincuentas”, no daría un penique por mis pensamientos. Gran fondo de foto, gran momento en el disparo. Mejoran mis poses…será ella?
En Fotografía: Interpretar la expresión facial es corregir, o su posibilidad, esa expresión para el momento del disparo. El campo de Agramante son los ojos, ahí se libra la batalla por un buen retrato. No hay un buen retrato sin enfoque correcto en los ojos, preferiblemente los dos, al menos uno, el que tenga la luz más concreta sobre él. Esta es una regla de oro, salvo ‘honrosas’ excepciones. Otro ‘sine qua non’ es el tratamiento de los fondos del retrato. Buscar una luz de fondo, a ser posible unicolor en degradación a fondo oscuro, que contraste con los ojos. Tambien, despreciar las posiciones hieráticas de la cabeza, dando inclinaciones, aunque sean mínimas…En el fondo un buen retrato es como un buen plato de cocina. Un buen retratista, como el buen cocinero, no necesita mirar la receta.
Autoretrato ahora, hoy, en el estudio de Texas. Hecho con mi nuevo vicio, el IPad. Ni siquiera sé cual es el tipo de lente, ni la velocidad, ni el foco, al que sigo en sus mediciones parciales ensimismado, con cara de tonto. Luces y encuadres, únicas posibilidades, el resto automatismo, la ‘máquina’ me dicta las recetas. Me gusta…
Fue el Quince de Marzo de Mil Novecientos Cuarenta y Cinco, en Salamanca (España). Con esta especie de celebración he cumplido mis ‘primeros’ setenta y cinco años, felizmente mientras no se demuestre lo contrario. Escribiendo de ello y de la Fotografía, que va y ha ido conmigo a lo largo de este periplo. Queda abierta la página para cumplir todo lo más que se pueda y que la Fotografía lo vea conmigo…
Luisma, Maypearl TX 15 de Marzo del 2020
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