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Polvo Sudor y Hierro…El Cid cabalga

“…ni a la sombra se puede estar, estas sombras ahogan.” Abstracto fotográfico: luisjimenezridruejo.com

“…ni a la sombra se puede estar, estas sombras ahogan.” Abstracto fotográfico: luisjimenezridruejo.com

Estaba en otro mundo hasta que decidí volver a Texas, que se había quedado encapsulada en mi recuerdo. Texas para lo más bueno y para lo menos. Casi trece años después, el sur me llamó otra vez. Llevo casi dos años de vuelta en la pradera tejana, en esos días de canícula repetida hasta la saciedad, la plenitud, Lorenzos y Catalinas, como en la vieja canción. Soles justicieros que ‘ríete tú de la estepa castellana’, y noches de lunas azules—mágicas—, y rojas—sangrientas—como en Castilla la Vieja; puestas a la par no sé con cual no me quedaría, quizás aquí las sombras son más calientes, tanto que ni a la sombra se puede estar, estas sombras ahogan. Tremendo mundo nuevo.

Hace veintitantos años, cuando llegué por aquí, entonces más al sur, casi en el golfo de México, era la misma tortura pero con más humedad. En cualquier caso, ambas zonas con sus aires acondicionados imprescindibles, con sus sequedades y su deshidratación, la casi obligada ingestión contínua de líquidos y sus olores que alguna vez definí como: a mezcla de aceite de coche y galletas dulces, todo ello muy poco acusado. Ya lo he dicho muchas veces: Texas no huele a nada (excepto cuando algo se quema), la pradera no huele a nada (excepto cuando un coche revienta una mofeta); el interior de las casas, de pura asepsia, no huele a nada (excepto cuando se quema algo en la cocina). Esta pradera que se convierte en un secarral de todos los demonios cuando falla algún período de lluvias y la tierra aparece por debajo de la hierba seca y en dos días se agrieta tanto, que se le puede meter la mano y el brazo y no llegar a un fondo. Tremebundo.

“Texas no huele a nada (excepto cuando algo se quema)…” Fotografía: luisjimenezridruejo.com

“Texas no huele a nada (excepto cuando algo se quema)…” Fotografía: luisjimenezridruejo.com

Tampoco se puede llegar al fondo, o atravesar, cualquier matón de bosque; intentarlo incluso deriva siempre en el enfado consigo mismo por impotencia manifiesta. Árboles, raíces, ramas, ramajos, redes de matorrales espinosos que te atrapan, es una lucha perdida. Dentro de lo tupido, ni paso al frente, ni de retirada, los desgarros en la ropa o en la piel son inevitables. Miles de telas de araña, enormes, algunas pueden resistir el peso de un hombre. Agujeros, desmontes y roturas de un terreno propiedad de los animales que lo pueblan, voladores y corredores de todo tipo, y eso sin mentar insectos, todos los mosquitos del mundo que te hablan zumbando en los oídos y que, si te descuidas, te chupan la sangre en un segundo, o un tercero. Serpientes, unas venenosas y otras no—quién las distingue—que te obligan a calzar botas, cuanto más altas, mejor. Los animales más vistos y vistosos de estas praderas y sus zonas boscosas: ciervos, corzos, jabalíes, pavos salvajes, zorros, coyotes, y allá en lo alto, las águilas, incluida la ‘calva’ del escudo nacional.

Landscape at the lake. Fotografía: luisjimenezridruejo.com

Landscape at the lake. Fotografía: luisjimenezridruejo.com

En fin, la pradera, tan sencilla y accesible que parece que no compromete a nada y “reality bites”( literalmente: la realidad muerde) es un mundo increíble, otro mundo dentro del nuevo mundo. A veces pienso en los pobres y nunca bien ponderados ‘conquistadores’, con o sin sus armaduras, atravesando estas tierras largas y difíciles, muriendo de calores, sin agua durante millas y millas, sin bebidas frescas ni helados, sin cervezas burbujeantes, sin aire acondicionado…una muerte lenta por sequedad extrema, falta de alimento e imposible descanso, gracias a los animales de todos los tamaños y con todas sus ‘gracias’.

“…Increíble, otro mundo dentro del nuevo mundo.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com

“…Increíble, otro mundo dentro del nuevo mundo.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com

Por todo esto, los de ‘a caballo’, los de las películas, aquellos de las cantimploras eternas y los sudores de glicerina, siempre galopan a pradera abierta, igual que los ‘cowboys’ de ahora, a pesar de los soles, y nunca se les ve atravesar estos boscajes terribles. Ante estas marañas, los caballos rehúsan y se espantan como si estuvieran ante un obstáculo de altas barras. Incluso hasta en los cultivos; ayer entré en un campo de maíz, ya alto y seco, era mediodía e iba con la intención de hacer unas fotos. En menos de un minuto el calor era inaguantable, la batería de la cámara se negó a funcionar, empecé a sudar a chorros y tuve que salir ‘por piernas’ y medio mareado.

“Conquistador” Fotografía: luisjimenezridruejo.com

“Conquistador” Fotografía: luisjimenezridruejo.com

Definitivamente, la pradera es otro mundo, el nuevo mundo que hace siglos otros quisieron conquistar, sigue siendo ‘nuevo’ y sorprendente. Y muchas veces inconquistable. Aún así, me gusta, me siento bien en ella, a pesar de todos los pesares y tendría que ‘lucharla’ y disputarla con mi Castilla, la Vieja. Cada una a su tiempo. Con siesta o sin siesta, águilas calvas o cigüeñas, son una misma cosa. Solo una cuestión de tiempo…

Recuerdo de otro día, otro tiempo, por estas mismas calendas. Ya hace innumerables años. Ha pasado, hame (¡?) acontecido, aventuras que ya son hito y mojón de América, mi aventura americana, ya solo me faltaría haber andado por encima de las aguas, como Xto. Porque advertencia de ello me la hicieron: “no seas bruto y vete por la pesquera!” Y así lo he ido haciendo sin congelarme, más arriba de la mitad del Canadá y hervir más abajo de las corrientes de Rio Grande. Treinta y cuatro años!! Que malito estoy, y que poquito me quejo…! Por entonces empecé a escribir un blog que hoy, también es recuerdo, se titulaba: “dustsweatiron.net” y ha devenido a ser este blog, el mío personal, incluido en mi Website: luisjimenezridruejo.com desde donde manejo mi pintura, mi fotografía, dibujo, grabado y obra gráfica, a más de escritura e ilustración, videos y toda clase de imágenes, que se puedan imaginar.

 

Luisma, Maypearl (TX)   18 de Agosto del 2015. Reedición: Septiembre del 2024

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Olimpiadas y Kikirimiaus

Pareciera que en 16 años (2008-2024) las cosas del mundo y las opiniones nuestras sobre ellas y lo que acontece hubiera debido cambiar de manera más drástica. Pues va a ser que no…y las cosas del Imperio no se ven tan claras como nuestras políticas medio hundidas…A este paso vamos (espero que yo no vaya también…) a perder la capacidad de enfocar mis cámaras, y no solo las fotografías. Como diría mi archiperre ciego del Lazarillo: “Veremos.”

En Noviembre: será gallo, gato o kikirimiau (Buttigieg)?

Olympic Rings, Basquiat y Warhol, 1984.

Olympic Rings, Basquiat y Warhol, 1984.

Decía yo ayer, en un post del 2008, en mi viejo blog: dustsweatiron.net lo siguiente que parece no haber cambiado en nuestras realidades ulteriores:

(Estabamos entrando en el estudio, no recuerdo con quién…quizás, algún fotógrafo visitante)

—Por fin se acabaron los juegos olímpicos. Ya iba siendo hora, y habrá que echar un cuarto a oros…a platas y a bronces. España ha tenido un buen éxito, en general, y esto lo digo desde aquí, desde los States, basado solo en la televisión y los periódicos americanos—.

Siempre me pasa lo mismo con las Olimpíadas, me gustan y las echo de menos, si no las veo. Eso es la primera semana, la segunda se cubren todas mis expectativas de presenciar deportes inusuales y la tercera semana casi ya me sobra y veo las cosas por inercia. Y la verdad es que soy un forofo, tranquilo, de cualquier deporte en que participen o compitan españoles. Supongo que esa es una de las formas de mostrar una nacionalidad cuando vives en otro país. Aunque hay deportes que me gusta presenciar más que otros. Fundamentalmente el fútbol, tengo futbolitis aguda, como mandan los cánones del españolito de pro. Quizá porque sigo jugándolo, a mi edad que sería más de sillón-bol. Pero el vicio es mucho y todavía me arrastro por los campos, sean de hierba, cemento o moqueta. Ya no. Al volver de nuevo a Texas, jugué un par de veces y de repente un día cualquiera, a mis 72, las rodillas me dijeron: Ya no.

Desde los tiempos gloriosos de Seve Ballesteros y Olazábal he sido, y sigo siendo, seguidor televisivo del golf—ganaron cuatro Master T, entre los dos. Hasta “anteayer” con Sergio García y Jiménez. A nivel popular aquí la gente conoce solo a Seve y Sergio, el “Niño,” el original, que se va haciendo viejo, pero le siguen llamando “Niño”! Hubo también, un intento corto de otros, hasta que apareció Jon Rahm, el vasco via Arizona State University y hace ya tiempo que lo está ganando todo, “grandes,” Masters, aquí, allí, World #1…Y ahí sigue, ahora con la adhesión en los “links” de otro chaval español: Ballester, 21 anos y también ASU que, para celebrar su día, hace dos semanas, venció en el Abierto Amateur de Estados Unidos, cosa que solo Jack Niklaus y Tiger Woods consiguieron en su momento. Y yo, bueno… Intenté entrar al capote del golf y practicar ese deporte que se basa en la constancia. Lógicamente, ví pronto que no era lo mío y decidí dejarlo para cuando sea mayor (?!).

En las Olimpíadas chinas, el deporte en el que España ha destacado más ha sido en baloncesto, se ha ganado la apreciación del público americano. La gente, en general, vió los dos partidos de nuestros jugadores contra las estrellas de la NBA y me opinaban de la calidad de los españoles. Aunque conociéndoles, a los americanos, después de tantos años, sé perfectamente que en un par de semanas se olvidarán de sus nombres. Como se llama ese chico vuestro que juega para los Lakers?

Así debían volar los dioses olímpicos Foto: Jerome Brouillet,Taití.

Así debían volar los dioses olímpicos Foto: Jerome Brouillet,Taití.

Las retransmisiones televisivas me han permitido apreciar, más seguido y cercano, uno de los lugares que me gustaría conocer, en directo, antes de ir a los pastos eternos (como dicen los verdaderos americanos, los indios). La Gran Muralla, una cosa, así como Ávila, pero a lo bestia. El Gran Cañón del Colorado ya lo tengo en la colección, en compañía de la Jungfrau alpina. Realmente uno se da cuenta de lo poco que conocía sobre China, de su cultura y su historia. No digamos de su idioma, eso me suena a chino. En el partido final de baloncesto que jugábamos contra los USA, me sorprendió el griterío acompasado de los chinos, decían algo que no entendía pero que me sonaba bien, por alguna razón fonética inexplicable… Xï-bän-yá!!  Xï-bän-yá!! Tuve que hacer averiguaciones, S. estudió un poco de chino y me ayudó (hoy con el Internet “las ciencias adelantan que es una barbaridad”). Lo que cantaban era: Es-pa-ña!  Es-pa-ña!  Magnifico! Espero que los jugadores españoles, después de su aclimatación, supieran lo que aquello era y lo apreciasen en su justa medida. En resumen, el entretenimiento de este verano, un paréntesis relajante, y ahora…vuelta la burra al trigo, vienen las Convenciones Demócrata y Republicana, otra vez la política y con las elecciones a Gran César del Imperio, ahí, a la vuelta de la esquina. A ver qué pasa.

Luisma en su estudio, Septiembre 2023

Luisma en su estudio, Septiembre 2023 Maypearl,TX

Era el 26 de Julio pasado y a través de las puertas del estudio, mientras acarreaba un rollo de lienzo, me venían oleadas de música, fanfarrias de sabor olímpico, todo a través del YouTube. Alguien, algún mexicano, había dejado el computador enchufado al monitor grande de la fotografía y con las “fanfarrias de Williams” a todo trapo, como el velámen largado de un bergantín. Siempre me emociona el oírlas, salvo durante las mismísimas olimpiadas, tanto así como el roarr…! de los aviones que efectúan los pases de saludo de las fuerzas aéreas y la bandera de los Juegos. Es una cuestión de anillos. De colores. De luz, más luz, mucha más luz. Todas las luces de una ciudad. París.

Luisma. Pittsburgh Septiembre del 2008/ Reedición Maypearl 31 de Agosto del 2024

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La Quince !! ( Del Real Madrid…como siempre)

“ El Bernabeu. Foro de las Realidades” Dibujo. Tintas de bolígrafo de colores. (luisjimenezridruejo.com).

“ El Bernabeu. Foro de las Realidades” Dibujo. Tintas de bolígrafo; gelatinas de colores. (luisjimenezridruejo.com).

Este post es re-edición de uno — fecha 23 de Junio del 2015 — celebrando la consecución de la Catorce y repitiendo in eternum mi adscripción y devoción al Real Madrid Club de Futbol.

Late News… Como siempre…. Ayer, el Madrid consiguió con lo que parecía un equipo de circunstancias, la Quinceava Copa de Europa, llamada por los extranjeros: La Champions… Aunque, cualquier alineación que el entrenador del momento ponga, será el gran Real Madrid. Como siempre….

Hála Madrid!  Sí, ya sé que no es forma de empezar un ‘post’, y ya el viento de la pradera me trae señales de humo de los que se van a ‘dar de baja’ de leer este articulillo; justo por el título, o a partir de esta misma línea, por el dibujo alegórico, de corte abstracto en tintas de colores, en el que declaro, mis amores naturales y la adscripción eterna a mi equipo; hace ya la friolera de setenta y cuatro años—que yo recuerde—una eternidad que se remonta al Siglo de Oro (los Sesentas), a las Navas de Tolosa—primera vez que vestí de blanco en batalla—y al sitio de Numancia, digo yo… resiliencia y remontada así siguiendo hasta el amanecer de los tiempos. [De hecho, y si hacemos caso de la Biblia: el primer día de la Historia no salió el sol porque lo tapaban unas nubes blancas y un coro de barrocos angelitos gordezuelos, blancos y desnudos, arpas y trompetas, que entonaban el himno: “De las glorias deportivas…” Y el del: “Como no te voy a querer—Como no te voy a querer…! Que ha pasado a ser un cántico universal en todos los estadios, y tiene la categoría ya del: “You’ll Never Walk Alone” del Liverpool. The Kop y Fondo Sur, nunca lo cantan a domicilio, el uno del otro, por respeto. Todas las hinchadas lo cantan a su equipo local, (retocando los datos, claro) excepto una, fácil y grosera, la de arriba en el mapa, a la derecha. Envidia. Sin ir más lejos, ayer en un reportaje de la TV Siria miraba estupefacto como una banda militar de cornetas y tambores lo machacaba en directo. —“Come no ti voy a querrerr….” Desentonado y Perfecto.]

“Cibeles: La Diosa del Real Madrid.” Photocomp: luisjimenezridruejo.com

“Cibeles: La Diosa del Real Madrid.” Photocomp: luisjimenezridruejo.com

Cuatro añitos tenía yo la   primera vez que ví jugar al Madrid—en el NO-DO—y ocho la primera vez que fui al Bernabéu… y, ahí empezó todo. He ‘seguido’ y seguiré al Madrid toda mi vida, polako, merengue y vikingo cerrado, desde aquellas Cinco Copas de Europa, las que los estultos de siempre llaman ‘en blanco y negro’. En España, en Europa, en América, siempre de blanco, esto ya no tiene vuelta atrás, así es la cosa. Aquí estoy mirándolo todo desde la distancia, en millas y sobre todo en tiempo. Tengo en la cabeza una colección de estampas, podría parecer una de cromos deportivos. Si no fuera porque las estampas están archivadas en las alacenas de mi imaginación y recuerdo, y me cuesta solo un instante proyectarlas en el frente de mi cerebro; ahí es donde, con solo cerrar los ojos, pasan todas las imágenes viejas y nuevas, y se repiten todos los momentos selectivamente, es decir: solo los buenos. [En caso de necesidad acudo en peregrinación a la ‘ermita’ de San YouTube, que es santo de mucha devoción. Y, allí están los exvotos de las 15 copas y todos los demás trofeos, incluidas los millones de imágenes triunfales…]

Los momentos estelares de mi afición al Madrid son muchos y variados, al bote pronto (dominio de la pelota) mi primer partido en Chamartín, casualmente—u orquestado por mi padre, también madridista empedernido—en noche de Copa de Europa, lo de Champions es parla extranjera. El ruido de la gente al entrar por el vomitorio a la grada y la monstruosa asociación inevitable con el circo romano.  ¡Abajo con las pancartas y los ‘tifos’! Sale el Madrid al verde. Ese runrún de las conversaciones, cortadas de raíz por la expectación y el pitido inicial.

“Abajo con las pancartas y los ‘tifos’! Sale el Madrid al verde…” La foto es el día de la despedida de David Beckham. (luisjimenezridruejo.com)

“Abajo con las pancartas y los ‘tifos’! Sale el Madrid al verde…” La foto es el día de la despedida de David Beckham. (luisjimenezridruejo.com)

Noventa mil personas es mucha gente y aunque no estén gritando parece el pálpito de un seísmo. La masa es la masa, y se nota y suena hasta en silencio. Afuera del estadio, el perfume a pámpanos en las acacias de la Castellana. Ya dentro en los pasillos y escaleras, efluvios a cerveza escanciada y aceitunas aliñadas—eran otros tiempos— en las gradas los puros, el humo denso de las brevas y los farias bajando del anfiteatro a mezclarse con los montecristos de la tribuna baja. Nada hay como el ruido de la jugada bien hecha, el murmullo de la masa dos segundos antes del gol, la acústica del aplauso del Bernabéu— in crescendo— herencia de los coliseum  romanos y de tanto emperador de origen hispano. Nunca he sentido frio allí, la afición arropa mucho. Los jugadores así me lo han dicho también. Lo único que se hiela son los dedos de las manos, y el sentido cuando se falla una pelota clamorosa. La emoción de un buen partido dura toda la noche y el despertar vacío del jueves o el lunes siguientes. Cada semana más horas de futbol y de su culto…

Luisma colgando camisetas en el “tendedero de los sueños.” Obsérvese, a la derecha, la camiseta con el #30, celebrando el Campeonato Nacional de Liga; editada con +1, hace ocho años y búsquese nueva re-edición de este año (sería +6) en la siguiente foto final de este post. (luisjimenezridruejo.com).

Luisma colgando camisetas en el “tendedero de los sueños.” Obsérvese, a la derecha, la camiseta con el #30, celebrando el Campeonato Nacional de Liga; editada con +1, hace ocho años y búsquese nueva re-edición de este año (sería +6) en la siguiente foto final de este post. (luisjimenezridruejo.com).

Muchos años después, aún quedan en la moviola mental y ‘los internets maravillosos’ que todos llevamos dentro, o en el teléfono, ese presente que nos conecta con el pasado, cada camiseta representa su momento (Ah, la publicidad!)  jugadas y jugadores de todas las épocas: las fantasías de Di Stefano, el mejor; los cañonazos y el toque de Puskas; las carreras eternas de Gento; los regates de Amancio, las voleas de Oscar Mas; las emociones de Juanito; los ‘helados’ de Butragueño; aquel gol de Santillana, cualquiera, de cabeza, claro; las pinceladas del artista Guti (Curro Romero, en tauromaquia), a nadie he visto despedirse de su vida como jugador con una asistencia, taconazo de espaldas y sin mirar; Ronaldo, el gordito, el genio, aunque no fuera el mejor jugador, si fue el mejor delantero centro de la historia; Sus Excelencias: Raúl y Zidane y los balones por certificado aéreo de Beckam. Las paradas del Santo Casillas, al que echaremos de menos cuando ya no esté, los que vengan detrás necesitaran escapulario con reliquia. Los goles en cascada de Cristiano o como decíamos antiguamente: ‘a espuertas’…todos ellos y los que vengan detrás a hacer sonar la campana del estadio, cuantos más mejor.

Este ballet es siempre el mismo, después de una liga, todas las posibles y…a visitar a Cibeles. (luisjimenezridruejo.com)

Este ballet es siempre el mismo, después de una liga, todas las posibles y…a visitar a Cibeles. (luisjimenezridruejo.com)

Esto será señal de que duramos, veremos, o pensándolo bien, casi seguro que ‘después’ seguiremos en la brecha. Los dioses no pueden tener tan mala leche de ‘quitarnos’ el futbol en la eternidad, que podríamos hacer sin ello? Espero que a alguien ‘hecho polvo’—literalmente—como estará uno de aquí a un tiempo, le quede un alma—o lo que sea—que pueda andar vagando, nunca mejor dicho, de partido en partido, ‘como quien no quiere la cosa’…en resumen: un fantasma ‘blanco’, naturalmente. Salud y Hála Madrid!

… Con el Ferrari (walker), el Cadillac rojo y lanzando el 6 en rojo… de 36 Ligas! y el cartel que pongo, a la entrada del Rancho “S.”…como siempre, unos días antes de las finales… Y lo puse hace  unos dias y la dió! Vaya si la dió…!

… Con el Ferrari (walker), el Cadillac rojo y lanzando el 6 en rojo… de 36 Ligas! y el cartel que pongo, a la entrada del Rancho “S.”…como siempre, unos días antes de las finales… Y lo puse hace  unos dias y la dió! Vaya si la dió…!

 

Luisma, Maypearl (TX)    12 de Junio del 2024

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Otro museo americano

S. (Ese punto) de incógnito, junto a la “cabeza” de Jaume Plensa, en Dallas Meadows Museum of Art. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

S. (Ese punto) de incógnito, junto a la “cabeza” de Jaume Plensa, en Dallas Meadows Museum of Art. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La galería de arte es la hostelería de la pintura, la escultura y las artes gráficas. Ahí viven los cuadros, provisionalmente, desde que salen del estudio del artista hasta que encuentran acomodo en las casas de los coleccionistas, inversores o compradores privados. Hoy, el “negocio” del arte ha cambiado y ya corre la venta de arte por Internet, lo que ha puesto en delicada situación a muchos galeristas que hasta final del siglo pasado se mantenían bastante bien con sus ventas. El pintor de cuadros ya no es pintor de “cuadra”, los “equipos” de artistas “exclusivos” de galerías, incluso las especializadas, ya no encuentran el dinero galerista suficiente (hay galerías que retienen ya más de un 70% del precio marcado al público) para cubrir los gastos, o para mantener una carrera, o la vida pública que se le supone a un artista de éxito entre el “gran público”.

“El Prado en la pradera” Meadows Art Museum, Dallas (Texas). Interesante propuesta escultórica al aire libre… No está muy claro si es banco de parque público, o es el techado de un “carpot” de aparcamiento…Titulo: “Waves” (“Olas”) de Santiago Calatrava.

“El Prado en la pradera” Meadows Art Museum, Dallas (Texas). Interesante propuesta escultórica al aire libre… No está muy claro si es banco de parque público, o es el techado de un “carpot” de aparcamiento…Titulo: “Waves” (“Olas”) de Santiago Calatrava.

El otro destino final de la pintura es el panteón de los cuadros ilustres, el más o menos “pequeño museo” ciudadano y, eventualmente, el Olimpo de los grandes, el gran museo nacional con sus grandes colecciones, en las (grandes) capitales. Allí es donde duermen “el sueño de los justos” y están expuestos eternamente a los dimes y diretes de ese dudoso “gran público”, la Armada turística. Tambien expuestos, ocasionalmente, a los embates de los mastuerzos de la crítica, astifinos y berrendos en negro, monstruos como salidos de un particular “Game of Thrones”, que con el teclado en el puño se producen al respecto, y a su aire, con mezcla de envidia e impotencia. No se puede llegar—si es que hay que llegar a algún sitio—con la pintura y el arte, ni más cerca, ni más lejos. Se advierte, claramente, y no es cosa nueva en mí, que no doy un bledo por la opinión, salvo honrosas excepciones, de los clásicamente llamados: críticos de arte, y sus elegancias. Como no tienen otra cosa que decir han acusado, desde siempre, a mi pintura de “elegante…” simplemente, a saber cómo y porqué?  De fotografía, ni siquiera pretenden entender, se retorcerían como diablo con escapulario.

“Siempre me ha gustado ‘pasarlo bien’ en los museos.” Meadows Museum, Dallas (Texas). (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Siempre me ha gustado ‘pasarlo bien’ en los museos.” Meadows Museum, Dallas (Texas). (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Sin embargo, no todo son los grandes museos. Tambien están, y son legión, esos otros “pequeños” museos, en las capitales de los estados, cincuenta son la Unión, lo que realmente da para mucho museo. Más las grandes ciudades que no son capitales de estado, pero mantienen famosos museos y extraordinarias colecciones. Chicago, Houston, Los Angeles, S. Francisco… Y otras ciudades no tan grandes, sostienen colecciones que usan como atractivo ciudadano, buscando cubrir nuevos desarrollos. Fundamentados gracias a las pinturas “heredadas” de magnates de la economía y los negocios, prontos a negociar con las Administraciones, municipales o federales, unas fundaciones que cubren los increíbles impuestos que si no tendrían que pagar. Estos “otros” museos, algunos deliciosos, son generalmente pequeñas colecciones de arte, con un denominador común: una o dos pinturas por artista célebre, de relativa calidad (escasean, y cuesta mucho adquirir obras maestras de determinados artistas punteros.) The Meadows cuenta con cuatro cuadros de Sorolla.

“Playa de Portici” Oleo de Mariano Fortuny. Colección Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

“Playa de Portici” Oleo de Mariano Fortuny. Colección Meadows Art Museum, Dallas (Texas).

El “relleno” de estos museos se produce con pinturas y obras de artistas de “segunda”, algunas magníficas y elevadas a la categoría de museables. Son objeto de regalos tasables por parte de grupos de ricos-hombres, también de segunda, listos a “frotar codos” con los de escala superior. El resultado son estos otros museos, más o menos bien dirigidos y dotados, que se visitan con agradabilidad y están sujetos a la posibilidad de encontrar, por casualidad, alguna obra realmente interesante. Este es el caso del Meadows Museum of Art en Dallas (Texas), un museo “grande, pero pequeño” y que muy al uso de la grandilocuencia tejana aquí se le llama: “El Prado en la pradera”, quizás por su colección de arte español, la más grande de USA y que no seré yo quien critique. Y sería fácil hacerlo, por ejemplo: hay un retablo gótico, dicen que de un monasterio aragonés, limpito, reluciente y con sus dorados rechamantes, y que más parece “nuevo” que restaurado, en fin…Relativamente “moderno”, el museo ocupa un enorme “caserón” clásico, neo-paladial, de cincuenta años de edad, completado en 2003 y cedido a SMU (Southern Methodist University) por el multimillonario Algur Meadows, con el dinero de su compañía petrolífera American Oil Company of Texas. Abrió sus puertas en 1965.

La familia de Mariano Fortuny. (Fotografia) España. Exposicion “Fortuny, Friends and followers” Meadows Museum, Dallas (Texas).

La familia de Mariano Fortuny. (Fotografia) España. Exposicion “Fortuny, Friends and followers” Meadows Museum, Dallas (Texas).

Actualmente, el Meadows está abierto al público, con su colección general y una exposición actual, dedicada al pre-impresionista español  Mariano Fortuny. La exposición está basada en un solo cuadro, el único que tiene del pintor la colección general del museo, más algunos dibujos de Fortuny en cartas dirigidas a su mecenas americano, que fue el que legó la pintura al museo. También se exponen dibujos en cartas, de amigos del pintor, que buscaban el mismo mecenazgo. Obtener algún dinero para “tirar” (tirar del carro de la vida), buscando pagarlo luego con obras pictóricas. No sé cuán pingües serían los beneficios de un triunfante Fortuny, el lienzo de este cuadro tiene dos piezas recosidas. ¿Quien sabe las realidades de la vida? Se exhibe, también, una gran fotografía mural del pintor y su familia, una estampa social de la época; dieciocho personas a tamaño natural, un montón de caracteres y un detalle sorprendente: en el ángulo inferior izquierdo hay un bebé, sostenido en brazos por una seguramente mucama, sentada en una silla y que alguien presenta dando la espalda al fotógrafo. Varios americanos han notado este hecho y me han cuestionado la razón, que a mí se me hace evidente.

Despertando de ‘otra’ siesta en un museo americano. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Despertando de ‘otra’ siesta en un museo americano. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Fortuny pinta a su familia, algo muy típico, en la playa de Portici, cerca de Nápoles (Italia). En el color, la luz, el buen dibujo, el niño desnudo agachado en el borde del agua, ya se puede advertir al mejor Sorolla en ciernes y un montón de Impresionismo asomando y hasta de naciente Abstracción, si se quiere. En suma, un buen cuadro de un pintor extraordinario. Para mí la visita es de corte obligada, las últimas sesiones de pintura en un cuadro grande y colorista (“Trigueros #1”) han teñido el estudio de imágenes de volanderos Sorollas y Fortunys, que han venido conmigo desde el Meadows. Para los americanos en general, pinturas con “dappled sunlight” (puntos o manchas de luz entre hojas y ramas) es sinónimo de Impresionismo. El Meadows Museum tiene buena pintura y justifica la visita. Como la justifica, también, una cabeza de redes metálicas del escultor catalán Jaume Plensa, que tiene el honor de presidir la entrada principal en el exterior del museo.

“Trigueros #1” (detalles). Acrílicos sobre lienzo. Fotografía de detalle con zoom 55-300mm. Cámara: Nikon D7100

“Trigueros #1” (detalles). Acrílicos sobre lienzo. Fotografía de detalle con zoom 55-300mm. Cámara: Nikon D7100

otro detalle de Trigueros #1

Así es uno más de estos “otros” museos que proliferan en el mapa americano. Entretenido como casi todos ellos, susceptibles de usarlos para “dormir” siestas inspiradoras (ver el post “Siestas en los museos”). Si no tienes una actitud crítica negativa, ante todo y cada cosa, (“Síndrome de Troll”) algo muy en boga en estos tiempos primeros de Internet. Lejos de mí, dicha actitud! Y es más. Como diría mi padre: ‘A mayores’…quiero aprovechar este post para proponer un nuevo deporte, de tipo cinegético: la caza y captura del Troll, y que vivan en los viejos castillos—que de esos tenemos unos cuantos— con cambio de dieta a: “mala leche” y de cerveza por “mala baba”… y cosas así. Vamos! A por ellos! Sí— se—puede!!                                       

 

Luisma, Maypearl, TX    20 de Mayo del 2019    Reeditado en Abril del 2024

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Misterio en Wheeling

( Nota para la reedición de este post, que queda con este título a resultas de la unión de “Misterio en Wheeling” y “El tiroles rojo”, los dos ya publicados en mi anterior y fenecido Blog: Dustsweatiron.net)

De aquel tiempo que pasé en West Virginia , el estado menos agraciado de la Unión; quedaron, además de un montón de recuerdos, unas pocas pinturas, no muchas fotografías, algunas cartas, siempre muy solicitadas y que—con el tiempo y mis circunstancias vitales—se convirtieron en e-mails “solos, cortados y condensados”, con leche de La Lechera, tal como decía  R. (viejo amigo y profesor de la Texas A&M) o con “leche condená…” como recitaban los moros, en sus peroratas de ventas de “primera necesidad” al trapicheo en las trincheras de los “nacionales”… R. era el que decía entrar en el Café Ridruejo— mi anterior blog: “polvosudoryhierro.net” a leer “el periódico”—  gratis et amore, como en los bares y casinos de pueblo en España y a tomar el mejor café del mundo, que es el que uno se hace en su casa todos los días. Y mirando de puertas adentro, unos cuantos cientos de notas de todo tipo, para acordarme de todo y poder escribir. Notas, sin las que me sería imposible recordar poco o mucho, a veces, ni siquiera el cómo me llamo.

Una postalita de Wheeling y su puente colgante sobre el rio Ohio. Coetáneo con el de Santurce-Bilbao ("Vengo por toda la orilla…”) 1920.

Una postalita de Wheeling y su puente colgante sobre el rio Ohio. Similaridad al de Santurce-Bilbao (“Vengo por toda la orilla…”) Fotografia de 1976/autor desconocido.

Vivir en Wheeling, West Virginia, USA, durante seis meses, fue como volver por una temporada a un siglo anterior, sin poder precisar cuál. La única conexión con la realidad del presente era la televisión, siempre “encendida” y las gasolineras, con sus subidas de precios. El resto era un continuo descubrimiento del pasado de Norteamérica, una continua situación de duda entre si cualquiera tiempo pasado fue mejor, o no. Esta duda raramente se disipa del todo, tanto ayer como hoy, aparece y desaparece como los otrora famosos Ojos del Guadiana, en Andalucía; esos ojos que tarde o temprano, un día de estos, con los extraños cambios de clima actuales, no van a volver. Como tantas otras cosas.

No divagues, Luisma…que fue del famoso misterio del título? —Bien, aquí va. Durante estos seis meses de Wheeling, viví en una casa americana típica, clásica de las ciudades con mejor pasado que presente. Una vivienda de las llamadas: “shotgun” (escopeta), por su forma alargada y estrecha. El ancho de una habitación y el largo de cinco, una detrás de otra, con ventanas solo a un lateral, el otro un grueso muro de separación común a la casa siguiente. Una casa de unos ciento cincuenta años de edad, o quizá más, y de claras reminiscencias victorianas, no solo en su diseño sino también en su decoración. Chimeneas o salamandras en todas las habitaciones y la duda corrosiva de que el frío, de todas maneras, se va a colar por cualquier rendija. Pisos de madera, tremendamente sonoros, que invocaban por la noche la idea de seguros fantasmas. Entubajes y registros enrejillados que traían voces difícilmente inteligibles y que parecían lamentos. Extrañas luces y reflejos en las ventanas abatibles, al caer la noche y en la madrugada. Son lo que yo llamo: “mis duendes” y no doy, de momento, la categoría de fantasmas; no les ayuda el entorno; no parece ser territorio de sabanas y capirotes blancos, que se confundirían con los de las tres Kas. Poltergeist, o la seguridad de que lo único que produce miedo es aquello que se ignora. Algo que aprendí del Conde Dracula.

Wheeling, West Virginia. El “Waterfront” con barco de vapor y el puente, hacia principios del siglo veinte.

Wheeling, West Virginia. El “Waterfront” con barco de vapor y el puente, hacia principios del siglo veinte.

No tengo ni idea y aunque inquirí, nadie supo decirme quien había vivido en aquella casa, años antes de que se convirtiera en un ir y venir de gente en alquiler. Yo ocupaba una buhardilla en el tercer nivel. Un par de habitaciones pequeñas al final de una empinada escalera, en la que se podían contar los pasos de quien subía, a veces se oían los pasos y no llegaba nadie. Eso era todo, un espacio mínimo pero agradable. Una noche, con poco que hacer y falta de sueño, me dio por destornillar el fondillo de uno de los armarios empotrados; no me correspondían las distancias en las paredes, todo era madera y—encontré un doble fondo…

De allí salieron un par de mantas raídas, unas botas de montaña y una pequeña maleta de lona marrón, atada con un correaje militar de un estilo que me resultaba vagamente familiar. Al pronto, me dí cuenta que la chapa de la hebilla central tenía grabada en relieve un águila y que no era el águila “calva” americana… era la bicéfala imperial, con los cuarteles de Castilla y León, castillos, cadenas, barras y toda la h… el emblema de España! Allí, en el quinto c… de América?

Al cabo, la abrí, con harta curiosidad y encontré un jersey anticuado y una caja conteniendo un abanico de caña y papel, algunos calcetines anudados en mogollón, dos balas de fusil Mauser, vacías; tres gargantillas de San Blas, roja, amarilla y morada— el aire de una bandera—las tres prendidas a un sobre con un sello de tinta azul que rezaba: Penal del Dueso, Santander. Dentro había una cartilla de racionamiento del gobierno español, sin ningún signo, ni nombre que permitiera saber de su dueño. Eso sí, estaba fechada en 1945, el año de mi nacimiento. Año famoso en los anales porque, en su agosto, los americanos tiraron la bomba atómica, la primera, en Hiroshima.

“Fechada en 1945, como yo; la primera: Hiroshima. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

“Fechada en 1945, como yo; la primera: Hiroshima. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Pero eso no era todo. Debajo encontré una caja de color rojo, que al darle la vuelta—Oh, maravilla…! Eran los Juegos Reunidos Geyper, la caja de doce juegos! Aún había más… La gran sorpresa apareció detrás de los juegos, todavía recuerdo la cara que se me quedó…Un retrato de Franco! En Wheeling, West Virginia! El Franco joven, de los años cuarenta, el mismo retrato de los sellos de Correos. Montado sobre un panel de madera, daba la impresión de haber estado en algún momento colgado en una pared. También tenía múltiples picaduras, concentradas en el rostro y el torso y que más tarde interpreté como huellas de haber sido lanzados dardos contra él.

Mi sorpresa fue todo lo grande que se pueda imaginar y pese a haberlo intentado, con algunas investigaciones, nunca he podido saber nada de quien podía estar detrás de todo aquello. Un español? Un americano? Quizás un miembro de aquellas Brigadas Internacionales, con campo de entrenamiento en los bosques de West Virginia? Algún tiempo más tarde, visitando un viejo cementerio que domina la colina sobre aquella casa, un lugar donde los muertos disfrutaban de unas vistas maravillosas, encontré una tumba que rezaba: C. SantaEngracia, 1917-1963…una simple tumba, una lápida llena de verdín y sin ningún signo religioso. Sería este mi personaje? Y si lo fue, que historia había detrás? Fue su vida tan simple como su simple tumba?

“Greenwood Cemetery” Disfrute toda su eternidad de unas vistas maravillosas… (Photo: luisjimenezridruejo.com)

“Greenwood Cemetery” Disfrute toda su eternidad de unas vistas maravillosas… (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Todavía conservo ese retrato del ínclito caudillo (¡?) Lleva unos cuantos años como el arpa de Bécquer. Del rincón en el ángulo oscuro, silencioso y cubierto de polvo…detrás de la puerta, siempre abierta, de mi estudio. Nunca he sabido que hacer con él.  Me da grima… A propósito de enterrar recuerdos innecesarios. Los cementerios—casi todos, en América del Norte, están dentro del perímetro urbano de los pueblos y ciudades—y el “nuestro” se extendía en lo alto de la colina y como otros muchos se estaba convirtiendo en un parque recreativo, para pasear y hacer ejercicio físico. Veremos si todavía no le encuentran algún otro uso, saludable o no.

Pregunta: A quién se le ocurrió poner un cementerio—símbolo de democracia (¡?) en lo alto de una colina, la más alta y con las mejores vistas de la región? Seguramente, fue al que “asó la manteca”, que no vio el gran negocio que se le venía encima: cincuenta parcelitas, de un acre cada una, con unas ponedoras y una vaca blanca y negra…los domingos, a la iglesia. Y a dirigir el mundo. Y otros mundos…si se tercia.

(izq.) Francisco Franco. “El mismo retrato de los sellos de Correos!” (der.) “…un montón de espíritus que llegan desde todas las partes de los mundos para reunirse.” Photo: luisjimenezridruejo.com

(izq.) Francisco Franco. “El mismo retrato de los sellos de Correos!” (der.) “…un montón de espíritus que llegan desde todas las partes de los mundos para reunirse.” Photo: luisjimenezridruejo.com

El Cementerio Greenwood. Desde lo alto no se ven más que tumbas, viejas, grises y llenas de verdín; precipitándose hacia el fondo de un paisaje/landscape enorme y profundo, a días precioso; siempre claro en lontananza y que debió ser el mismo, quizá más frondoso, que veían y oteaban los vigías del ejercito nordista. Presidente: Mr. Lincoln. Era cuando este pueblo, poblachón hoy, durante un tiempo fue capital del estado.

“Yankees” y “confederados.” Tiempos de guerra civil que recuerdan muchas de las tumbas que me rodean. Cementerio anglosajón, ni cruces, ni imágenes, solo algún ángel de piedra, con las alas a medio tallar y un montón de espíritus que llegan desde todas las partes del mundo para reunirse. Lápidas grandes y pesadas y monumentos funerarios pequeños, la mayoría un nombre y unas fechas, a secas. Más que antiguo es un cementerio viejo.

Saltando sobre las tumbas, descuidadas y húmedas, gané el tope de la colina para guarecerme de la lluvia, fina y persistente, al amparo de las columnas de un panteón grande. No dejaba de pensar lo que debía ser este sitio en noche de tormenta; esas tormentas del rio Ohio, cercano pero que solo podía intuir desde la altura. Entre la fronda tampoco veía mi calle, Main Street, la calle principal del pueblo (ciudad, insisten ellos). Aunque me gustara subir frecuentemente al cementerio; adoro los lugares altos sin sensación de vértigo; ese día ya no quería estar más allí y me dispuse a bajar el montecillo. Al franquear la puerta enrejada, volví la cabeza y me pareció ver movimiento tras unos arbustos, algo rojo que se movía despacio. no me paré y aceleré el paso, carretera abajo.

Uno ve tantas imágenes a lo largo de su vida—. A saber…? Espíritus? (photo: luisjimenezridruejo.com)

Uno ve tantas imágenes a lo largo de su vida—. A saber…? Espíritus? (photo: luisjimenezridruejo.com)

Llevaba más de un mes viviendo en aquella calle y era la primera vez que lo veía. Al principio solo me fijé en su perro, pequeño y de movimientos lentos; aunque ponía tensión en la correa que le unía al viejo, en realidad no estaba muy claro quién llevaba a quién y el perrillo tenía todas las de ganar. Así me di cuenta de la cojera de aquel hombre y sobre todo de su extravagante sombrero. Un tirolés rojo. Nunca lo había visto en el barrio y a pesar de ello aquel tipo me tenía un aire vagamente familiar. Jamás he sabido el porqué—uno ve tantas imágenes a lo largo de su vida—. A saber! Me sorprendió que me saludara, y en un muy correcto castellano—Hola señor, usted es el español que vive en el 212, el que ha venido de Texas. No fue una pregunta y me llamó la atención; no tenía ni idea de que allí, alguien supiera de mi vida y milagros.

El viejo Mark y yo hablaríamos a menudo y supongo que a los niveles americanos eso se puede llamar: una amistad. Me narró muchas historias, deslavazadas en general, de las que pude colegir que estuvo en la guerra civil española con las Brigadas Internacionales, con “la Washington” en Albacete y luego en el Jarama y “lo de Teruel” lo más duro de la guerra, donde también participo mi padre, Alférez Provisional en el bando contrario, ganando su tercera Cruz de Sufrimientos por la Patria (heridas en campaña). Mark, muy joven, se enamoró del país y algo más que pude intuir, aunque él no quisiera hablar de ello—no hablemos de esa parte de mi vida, cuanto menos hable menos daño me hace el recuerdo—. Un día no pude contenerme y le pregunté de donde salía aquel sombrero rojo altisonante. Así supe de Celso, el español, su amigo del alma, compañero de trinchera y de vida cuando después de pasar unos años en prisiones le había seguido hasta América, para quedarse con él para siempre. Celso entró, como tantos otros, siguiendo el periplo de la inmigración mexicana, mojándose la espalda en el Rio Grande. Fue un ilegal toda su vida y toda su muerte. Se trajo aquel sombrero de España, a la que nunca más volvió.

Pocas veces hablamos de Celso, él lo evitaba, aun así, supe que yo se lo recordaba… mirada, ademanes, mi manera de hablar inglés…Me decía que él fue la parte luminosa de su vida—como se puede recordar una guerra con cariño? Su amigo había vivido en la que ahora era mi casa, al llegar de España y antes de compartir la suya con él hasta su muerte, de la cual hacía casi cuarenta años. De pronto mi hallazgo, en el trasfondo de un armario empotrado de aquella casa, cobraba todo su sentido; incluso la lápida encontrada arriba en el cementerio. Uno más, de mis ‘misterios de Wheeling’ resuelto. Una vez más pensé que el mundo es un pañuelo, sucio. Por qué extraños vericuetos andamos y donde venimos a terminar. A veces, pienso y hago cábalas sobre dónde y como acabaran mis andanzas…

Hace ya varios años de mis meses en Wheeling y aún me acuerdo, muchas veces del sitio y de aquel cementerio. Los Estados Unidos profundos, la esencia de un país original. Un país de granjeros y colonos que peleando por esas tierras levantaron un imperio. Hace mucho de mis charlas con el viejo. No sé que habrá sido de él, de sus recuerdos, de su perro pequeño y animoso.  Que habrá sido del rojo sombrero tirolés del “rojo.” Probablemente, Mark descansa ya para los restos en alguna tumba sucinta de aquel lugar donde le gustaba ir a estar cerca de su amigo. Como decía aquella canción española, que Celso le cantaba: “A tu vera, siempre a la verita tuya, hasta el día que me muera…” A mi también me gustaba aquello. Me gustan los lugares con busilis, los sitios con presencias y ausencias. El silencio. Que gran palabra…

Luisma, 18 de Julio del 2013      Reeditado para Halloween 2023

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Los pájaros de la Dealey Plaza

11-22-63/ J.F.K. Dallas. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

11-22-63/ J.F.K. Dallas. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Hoy, hace sesenta años ya— aproximadamente a estas mismas horas—fallecía el presidente J.F. Kennedy en las calles de Dallas (TX). Una parte de la historia de este país y del mundo entero cambió en aquel momento. Así lo recuerdo, el hoy infausto 22 de noviembre de 1963. Todos los recuerdos de entonces, y aun de ahora sobre ello, son de frialdad de cuerpo y alma.

Era en España, la ciudad: Salamanca. Aquel día, como tantos otros, iba caminando desde el negocio de mi padre, en la calle José Antonio Primo de Ribera (ahora: Azafranal) y cruzando la Generalísimo Franco (ahora: Toro) para entrar en la Cafetería Castilla, sempiterno bar de aperitivos al mediodía, haciendo triangulo con el arco de entrada a la Plaza Mayor, mentidero de la villa. Ya había notado los “corros”, aquellos grupos de gente arremolinada a las puertas de algunas tiendas, vestigios del pasado radiofónico, con el “transistor” sonando en todas partes… Algo ha pasado… y parece importante!  Al entrar en la cafetería, toda la gente apiñada bajo el aparato de TV—todavía en blanco y negro—colgado del techo… caras con la mueca de la incomprensión y en los ojos la mirada del ¿Porqué…? En la pantalla, una imagen fija, sin transfondo, fría y brillante. Algo así como una daga clavada en cada espectador de una tragedia…<< El presidente Kennedy asesinado en Dallas >>

Invocación. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Invocación. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Es una mañana fría y desangelada, es diciembre de 1989 y uno va andando por las calles del centro de Dallas, en Texas, y al pronto las imágenes empiezan a darte la sensación, bien conocida, del “deja vu”, del—yo he estado aquí antes—lo cual es imposible porque es la primera vez que uno está en dicha ciudad. Este edificio, a mi derecha, me es vagamente familiar y por alguna razón, que se me escapa, mis ojos se van a una ventana del sexto piso, abierta… Debajo, en el segundo piso y casi tapada por la fronda de los  arboles, una marquesina simple y comercial, reza escuetamente: “Museo del sexto piso en la plaza Dealey”.  Sin más florituras. Vuelvo la cabeza y la mirada se me pierde por la calle— dibujando una trayectoria— en suave cuesta abajo, rodeada de jardines verdes solamente, sin flores, sin plantas singulares, solo hierba… en dirección a un puente bajo la autopista, la que me lleva a Houston. Los coches van despacio hacia la curva del puente, dos limusinas descapotables, impoluta tapicería… Cierro los ojos y otra vez me vuelve la sensación de haber estado aquí, antes.

Me quedo ensimismado un momento y al fin toda la imagen se aclara—en ese instante, la fotografía deja de ser absurda—en mi cabeza, las piezas se recomponen y me doy cuenta sorprendido y alucinado. Me vuelvo a la persona que me acompaña y ella asiente con la cabeza: << Sí, aquí es donde mataron a Kennedy >>. Después de unos instantes de un silencio agrio— rememorando el magnicidio—surge a mi espalda un chillido atronador, los mil malditos pájaros levantan el vuelo, todos al mismo tiempo—lo podría jurar— dan una rápida vuelta a la “manzana” y se posan con seguridad en cada rama; como si tuvieran espacios asignados, como en un estacionamiento…creo que todavía no saben que van a estar allí, toda la vida y toda la eternidad. Los coches descapotables interminablemente lentos, las imágenes de este lugar repetidas una y otra vez, machaconamente, en televisión, en películas, en sueños. El “flashback” es auténtico y hasta doloroso. En los árboles, tres o cuatro solo, pero grandes y copudos, frente a la fachada del Texas School Book Depository, el edificio desde el que Oswald disparó su rifle. Escondido, agazapado entre dos cajas de textos escolares… nadie ha movido nada. No sería un tiro difícil. Afuera, entre ramas, hojas y sombras hay “instalados” una miriada de ruidosos pájaros negros, cuyo aparente y único propósito es ensuciar el suelo, o las cabezas de los curiosos que miran el edificio, con miles de excrementos.

Invocación desde la ventana…abierta. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Desde la ventana…abierta. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Parece como si estos pájaros tuvieran la conciencia de que este lugar debe mantenerse sucio en recuerdo de una de las peores manchas de la historia americana. A los “dalasitas” tampoco les hace ninguna gracia que el lugar sea visitado continuamente y esté en las rutas turísticas. Siempre he creído que lo que aquí ocurrió es motivo de vergüenza ciudadana para estos tejanos. Y el tiempo nunca ha borrado este estigma.

El tiempo tampoco ha eliminado ese olor perdurable a magnicidio que sentí en aquella mi primera visita a Dallas y, desgraciadamente, anticipado, vuelvo a sentir ahora en la pituitaria de mi imaginación. Un nuevo “Kennedy”, esta vez de piel negra, cuarenta y cinco años más tarde, se pasea por las rutas electorales en camino a una posible presidencia. Llegará a la Casa Blanca? Le dejaran ser presidente?

Hillary Rodham Clinton. Alegoría. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Hillary Rodham Clinton. Alegoría. (Photo: luisjimenezridruejo.com)

Me gustaría mucho equivocarme, pero esta noche me huele tremendamente a futuro magnicidio. Los americanos, mientras no me demuestren lo contrario— para estas cosas son como niños—no tienen remedio.

Luisma, Maypearl (TX)      22 de Noviembre del 2023

 

Nota (a modo de coda, predicción y deseos personales)

El presidente negro (parece que le dejan en paz) que purgue un final de vida, largo y de poco fuste, de los que ayudan a ser político de alturas.

El impresentable blanco, el de la cara abotagada, que le metan pronto en la “trena”, antes de que “legalize” todo lo que le haya cabido en esos bolsos de pantalón antiguo y una vez allí, le deseo fervientemente que “pase”, lo antes posible, a “criar malvas” en el jardín de cualquier prisión de máxima seguridad. Donde ya debería estar…

El otro presidente, el de ahora, tal parece que va a tener otro término si no lo estropea una vez más el impresentable con la misma trampa que ya utilizó otra vez.

Ah! Esto me lleva a mi dilecta Hillary que pudo ser la solución final a este embrollo y que gracias, al desgraciado impresentable, nunca sabremos si hubiera llegado a ser un gran presidente (lo siento, presidenta). Porque ganar, ganó Hillary. Con el truco del Colegio Electoral usado por Trump, este se instaló en la poltrona, a donde todavía puede volver, otro término más; como ya nos advirtió ella en “The View”, tan solo dos semanas atrás, comparándolo con Hitler. Todavía no ha llegado a equivocarse. Posiblemente, ninguno de ellos hubiera llegado a ser Presidente, o hubiéramos tenido cuatro presidencias demócratas, seguidas. Demasiados pájaros en la Plaza Dealey…

Luisma, Dallas (TX)  22 de Noviembre del 2015 y Reeditado el 22 Noviembre del 2023.

Originally posted in December of 2007 (Blog: dustsweatiron.net) Pittsburgh (PA)

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Del Real Madrid

(Este post es re-edición del mismo con fecha 23 de Junio del 2015. Hoy con ocasión de la próxima Champions lo vuelvo a usar para animar al equipo, como siempre…esperamos estar en la Final…como siempre.)

“La primera delantera galáctica: Kopa, Rial, Di Stefano, Puskas y Gento…” No, no eran de Andrómeda, eran: un francés, dos argentinos, un húngaro y un español, de Santander, que valía por tres…”

“La primera delantera galáctica: Kopa, Rial, Di Stefano, Puskas y Gento…” No, no eran de Andrómeda, eran: un francés, dos argentinos, un húngaro y un español, de Santander, que valía por tres…”

Hála Madrid!  Sí, ya sé que no es forma de empezar un ‘post’, y ya el viento de la pradera me trae señales de humo de los que se van a ‘dar de baja’ de leer este articulillo; justo por el título, o a partir de esta misma línea, por la foto, en la que declaro mis amores naturales y la adscripción eterna a mi equipo; hace ya la friolera de setenta y cuatro años—que yo recuerde—una eternidad que se remonta al Siglo de Oro (los Sesentas), a las Navas de Tolosa—primera vez que vestí de blanco en batalla—y al sitio de Numancia, digo yo… y así siguiendo hasta el amanecer de los tiempos. De hecho, y si hacemos caso de la Biblia: el primer día de la Historia no salió el sol porque lo tapaban unas nubes blancas y un coro de barrocos angelitos gordezuelos, blancos y desnudos, arpas y trompetas, que entonaban el himno: “De las glorias deportivas…” Y el del: “Como no te voy a querer—Como no te voy a querer…! Que ha pasado a ser un cántico universal en todos los estadios, y tiene la categoría ya del: “You’ll Never Walk Alone” el del Liverpool, The Kop y Fondo Sur, nunca lo cantan a domicilio, el uno del otro, por respeto. Todas las hinchadas lo cantan a su equipo local, excepto una, fácil y grosera, la de arriba en el mapa, a la derecha. Envidia. Sin ir más lejos, ayer en un reportaje de la TV Siria miraba estupefacto como una banda militar de cornetas y tambores lo machacaba en directo. —“Come no ti voy a querrerr….” Desentonado y Perfecto.

Y yo me pregunto: Es esta forma la de ir a un partido de fútbol americano, con una camiseta del Real Madrid…? Entrando en el estadio entre un océano de “toallas terribles” sigo siendo del Real Madrid y Steelers Nation.

Y yo me pregunto: Es esta forma la de ir a un partido de fútbol americano, con una camiseta del Real Madrid…? Entrando en el estadio entre un océano de “toallas terribles” sigo siendo del Real Madrid y Steelers Nation.

Cuatro añitos tenía yo la primera vez que ví jugar al Madrid—en el NO-DO—y ocho la primera vez que fui al Bernabéu… y, ahí empezó todo. He ‘seguido’ y seguiré al Madrid toda mi vida, vikingo cerrado, desde aquellas Cinco Copas de Europa, las que los estultos de siempre llaman ‘en blanco y negro’. En España, en Europa, en América, siempre de blanco, esto ya no tiene vuelta atrás, así es la cosa. Aquí estoy mirándolo todo desde la distancia, en millas y sobre todo en tiempo. Tengo en la cabeza una colección de estampas, podría parecer una de cromos deportivos. Si no fuera porque las estampas están archivadas en las alacenas de mi imaginación y recuerdo, y me cuesta solo un instante proyectarlas en el/la frente de mi cerebro; ahí es donde, con solo cerrar los ojos, pasan todas las imágenes viejas y nuevas, y se repiten todos los momentos selectivamente, es decir: solo los buenos. En caso de necesidad acudo en peregrinación a la ‘ermita’ de San YouTube, que es santo de mucha devoción. Y, allí están los exvotos de las 14 copas y todos los demás trofeos, incluidas los millones de imágenes triunfales…

Los momentos estelares de mi afición al Madrid son muchos y variados, al bote pronto (dominio de la pelota) mi primer partido en Chamartín, casualmente—u orquestado por mi padre, también madridista empedernido—en noche de Copa de Europa, lo de Champions es parla extranjera. El ruido de la gente al entrar por el vomitorio a la grada y la monstruosa asociación inevitable con el circo romano.  ¡Abajo con las pancartas y los ‘tifos’! Sale el Madrid al verde. Ese runrún de las conversaciones, cortadas de raíz por la expectación y el pitido inicial.

“Abajo con las pancartas y los ‘tifos’! Sale el Madrid al verde…” La foto es el día de la despedida de David Beckham.

“Abajo con las pancartas y los ‘tifos’! Sale el Madrid al verde…” La foto es el día de la despedida de David Beckham.

Noventa mil personas es mucha gente y aunque no estén gritando parece el pálpito de un seísmo. La masa es la masa, y se nota y suena hasta en silencio. Afuera del estadio el perfume a pámpanos en las acacias de la Castellana. Ya dentro en los pasillos y escaleras, efluvios a cerveza escanciada y aceitunas aliñadas—eran otros tiempos— en las gradas los puros, el humo denso de las brevas y los farias bajando del anfiteatro a mezclarse con los montecristos de la tribuna baja. Nada hay como el ruido de la jugada bien hecha, el murmullo de la masa dos segundos antes del gol, la acústica del aplauso del Bernabéu. Nunca he sentido frio allí, la afición arropa mucho. Los jugadores así me lo han dicho también. Lo único que se hiela son los dedos de las manos, y el sentido cuando se falla una pelota clamorosa. La emoción de un buen partido dura toda la noche y el despertar vacío del jueves o el lunes siguientes.

“…casi seguro que después seguiremos en la brecha…”

“…casi seguro que después seguiremos en la brecha…”

Muchos años después, aún quedan en la moviola mental y ‘los internets maravillosos’ que todos llevamos dentro, o en el teléfono, ese presente que nos conecta con el pasado, jugadas y jugadores de todas las épocas: las fantasías de Di Stefano, el mejor; los cañonazos y el toque de Puskas; las carreras eternas de Gento; los regates de Amancio, las voleas de Oscar Mas; las emociones de Juanito; los ‘helados’ de Butragueño; aquel gol de Santillana, cualquiera, de cabeza, claro; las pinceladas del artista Guti (Curro Romero), a nadie he visto despedirse de su vida como jugador con un taconazo de espaldas y sin mirar; Ronaldo, el gordito, el genio, aunque no fuera el mejor jugador, si fue el mejor delantero centro de la historia; Sus Excelencias: Raúl y Zidane y los balones por certificado aéreo de Beckam. Las paradas del Santo Casillas, al que echaremos de menos cuando ya no esté, los que vengan detrás necesitaran escapulario con reliquia. Los goles en cascada de Cristiano o como decíamos antiguamente: ‘a espuertas’…todos ellos y los que vengan detrás a hacer sonar la campana del estadio, cuantos más mejor.

Este ballet es siempre el mismo, después de un gol, todos los siglos, todos….

Este ballet es siempre el mismo, después de un gol, todos los siglos, todos….

Esto será señal de que duramos, veremos, o pensándolo bien, casi seguro que ‘después’ seguiremos en la brecha. Los dioses no pueden tener tan mala leche de ‘quitarnos’ el futbol en la eternidad, que podríamos hacer sin ello? Espero que a alguien ‘hecho polvo’—literalmente—como estará uno de aquí a un tiempo, le quede un alma—o lo que sea—que pueda andar vagando, nunca mejor dicho, de partido en partido, ‘como quien no quiere la cosa’…en resumen: un fantasma, ‘blanco’, naturalmente. Salud y Hála Madrid!

… Con el Ferrari y el cartel que puse, a la entrada del Rancho “S.” el año pasado para la 14 y quiero ponerlo también para la 15…Dará suerte…? ¡Hála Madrid…!

… Con el Ferrari y el cartel que puse, a la entrada del Rancho “S.” el año pasado para la 14 y quiero ponerlo también para la 15…Dará suerte…? ¡Hála Madrid…!

Luisma, Maypearl (TX)    23 de Junio del 2015

Re-edición 30 de Abril del 2023

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El niño de la foto

Luisma y la abuela Luftolde, hacia 1947, en la terraza de la casa de Marqués de Vadillo, en el Burgo de Osma.

Luisma y la abuela Luftolde, hacia 1947, en la terraza de la casa de Marqués de Vadillo, en el Burgo de Osma.

Este post está dedicado a todos aquellos que hoy, 24 de Septiembre del 2022, se encuentran celebrando la “Ridruejada”, facción beligerante de los Ridruejo, oriundos del Burgo de Osma, Soria, (España), con la adhesión del que esto escribe y la pretensión de llegar a la siguiente, aunque sea en parihuelas.

Según todos los autores, era un niño precioso con unos ojos azules, grandes y expresivos, que podían iluminar una carretera de noche. Cabeza grande, seguramente para contener mayor cerebro (sic). Extremidades gordezuelas pero fuertes; manos de piel suave y que así se han conservado con los años. De estatura no muy alto, pero proporcionado. En suma, un niño bonito que llamaba la atención de tirias y troyanas en su cochecito de bebé. Puede parecer, por lo anterior, que Luisma no tenía abuela que le ponderase, pero, la foto que encabeza este post es prueba fehaciente de que la dicha señora existió y así lo cuentan las crónicas.

 Era esta abuela la ínclita Luftolde Calleja, calagurritana, mujer pequeña y rellena, dicen que de bastante genio y un carácter duro, como se presupone por etiqueta sea la mezcla riojana de navarra y baturra. El nombre germánico no tengo muy claro como llegó a sus alcances; por tradición, supongo; en una familia en que los nombres poco comunes están instalados por sucesión. En las nuevas generaciones, nadie se ha atrevido, sin embargo, a otorgar el nombrecito a ninguno de sus vástagos. Ni siquiera como segundo o tercero. A saber. El caso es que en la foto, Luftolde me tenía en brazos con aparente delectación.

“Abuela con niño y pato” 2022 (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Abuela con niño y pato” 2022 (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El niño de la foto era revoltoso, como mandan los cánones, aunque parezca que nunca había roto un plato, y esta podía ser la definición de sí mismo—yo no he sido, yo no he sido—. Todo ello con un aire candoroso y angelical, a todas luces falso. Al menos por lo que yo recuerdo. Posteriormente a la edad de la fotografía, hacia los siete u ocho años del niño, él y su famosa abuela mantuvieron, en los veranos, una relación tensa y ruidosa debido a la desmedida afición del niño a sustraer galletas, dulces y almendrucos que la abuela guardaba celosamente—bajo llave colgada sempiternamente de su cuello—, en una habitación de puertas acristaladas que hacían más difícil la entrada y estancia en ella. El niño candoroso de la foto depuró con el tiempo sus estrategias y planes, algunos dignos de Maquiavelo y Houdini.

 En la foto se puede advertir que el niño Luisma sostiene un pato, creo recordar que era de felpa. Esto puede hacer creer que le gustaban los animales. Craso error. Nada más lejos de la realidad; una más de sus cortinas de humo, de las que ya hacía gala a tan temprana edad. En mi entorno es cosa sabida mi relación siempre atravesada con los animales, sean de la clase que sean. Nunca fueron santo de mi devoción, ni lo siguen siendo. No creo que existan muchas fotografías de Luisma sosteniendo animales en brazos, ni siquiera de juguete. Prefiero una compañía inanimada, una vista a través de una ventana, por ejemplo. El pato, y la abuela, eran para la foto.

Cabezón, con peinado de raya y agua de limón, ahora reparo de quién me viene la durable cabellera, y una cara con mofletes de luna llena. Es la definición de una típica cara Ridruejo. Vestido de perlé, con patucos de lana soriana y actitud de niño lorquiano, más atraído por el misterio de la cámara fotográfica, pretendiendo ya empuñarla de seguido. No mucha atención a una abuela que se extinguió pocos años después; dicen las malas lenguas que, a resultas de una indigestión de probadura de cerdo, en el Burgo de Osma de mis ancestros. No tengo mal recuerdo de ella; si exceptuamos los más vívidos de los capones en la cabeza que me administraba, cada vez que invadía y saqueaba, con falsa llave, en la habitación de los almendrucos.

“S. y Luisma en el castillo de Osma” en la Ridruejada de 2007

“S. y Luisma en el castillo de Osma” en la Ridruejada de 2007

El niño de la foto derivó hacia otras aventuras vitales y descubrimientos de un mundo que resultó ni bueno, ni malo, sino todo lo contrario. Es una de las pocas fotos que conservo de la única abuela que conocí. Sus arrugas me recuerdan las de mi padre, que murió diez años más joven de lo que yo soy ahora. Uno anda rebuscando siempre recuerdos en busca de un tiempo perdido, que no echo de menos, pero que tiene las claves de quién uno es. Finalmente, aquel niño se ha vuelto un joven viejo, que vaga sin saber a dónde va. Algunas religiones son tentadoras: “Holgar, vagar, esa es la ley, que así lo manda el Rey.” (‘Alicia en el País de las Maravillas’). Ya veremos por donde salen los tiros…

Luisma, 20 de Enero del 2013   Re-edición en Setiembre del 2022

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Guggenheim en la cornisa cantábrica ( I ) & ( II )

“…Bilbao es ya el Guggenheim…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…Bilbao es ya el Guggenheim…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

[En este ‘post’ he reunido, aumentado y editado, los dos post que dediqué, hace ya nueve años, tras mi primera visita, al Bilbao Guggenheim de Frank Gehry, usando viejas notas. Por culpa de la maldita pandemia y sus variantes, estoy ‘acogido a sagrado’ que no es otra cosa que encerrado en el rancho, no dejando que nadie entre en las casas, ni reuniones , ni proximidades. Como Dios manda, o en las interpretaciones de sus Biblias, hay cientos en este país, de los que se creen en posesión de la verdad absoluta. Pintura y fotografía, pero no nuevos viajes.]

Es como una fijación, siempre acabo haciendo lo mismo, con el intervalo de unos cuantos años, me gusta ir de viaje al norte de España. Y una vez en el norte, viajarlo en coche, de cabo a rabo, desde Galicia al País Vasco. Para quedarme unos días de quieto, en el medio está el gusto: Santander o Asturias y de ellas el pueblo pequeño, a ser posible con playa que pasear, aunque lo de menos sea el baño, y me da igual verano que invierno. Conducir y caminar la ‘cornisa cantábrica’ es de lo que se trata. Esta definición de la zona que agradezco a los locutores de radio y televisión, al dichoso ‘hombre del tiempo’, que lo repiten todos ellos históricamente, hasta la saciedad, y con familiaridad absoluta como si la cornisa se tratase de la escayola del salón de su casa. Si tuviera que escoger uno de estos lugares, sería en la provincia de Santander que, como rezaban las geografías de mi niñez, es la salida natural de Castilla al mar y quizás por ello también al mundo, en los tiempos en los que al mundo se iba por mar.

“…en lontananza, al término de la calle…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…en lontananza, al término de la calle…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Rodar por la cornisa inevitablemente te lleva a Bilbao. Y así ha sido mi costumbre, aunque por alguna razón era contínuamente sitio de paso. Ahora ya no es tal, ni lo fue hace cuatro años, es otra meta y otra fijación. Bilbao es ya el Guggenheim (y por supuesto: San Mamés, aunque sean amores distintos). Esta jornada, S. (‘Ese Punto’) está conmigo con lo que el placer es doble, como mínimo. Ella viene al museo por primera vez y la dejo que lo descubra en lontananza, al término de la calle repleta de coches, una vista final que se acerca despacio y se adueña de la impresión y la emoción. Una explosión de brillos, apoteosis centelleante del metal al tornasol y que ofrece su esplendor al desembocar la calle al rio Nervión que oficia de foso protector detrás, donde parece un gran navío anclado en puerto. Son los alzados del teatro de la arquitectura actual en un contorno clásico, un contraste arquitectónico que se amplia y se explica cuando llegas a la visión total del edificio. Después de un momento de contener el pálpito, un largo y profundo respiro te permite, por fin, hacerlo libremente y volver al uso de la palabra.

“—francamente a veces se me olvida que es un museo—“ (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…francamente, a veces se me olvida que es un museo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El Bilbao Guggenheim es impresionante. Mal que le pese a quien quiera. Nunca entenderé que una obra semejante pueda tener tantos críticos, tantos detractores con tantas motivaciones espurias. Mi visión ha sido crítica pero solo en elementos y detalles que no empañan, en lo absoluto, la grandeza y la brillantez de esta maravilla arquitectónica. Para mí, uno de los hitos del milenio, quizás el más atractivo de todos ellos. Me puedo pasar horas, y lo he hecho, dando vueltas al exterior del museo, levitando, y caer en la cuenta de que cada vuelta, cada retorno a un detalle, a un rincón o una fachada ya vista, es una invitación persistente a disparar la cámara, a generar una nueva mirada, una nueva visión y una serie de emociones encadenadas. Un ‘txirimiri’ de luces y reflejos que llenan los ojos de recuerdos. Andar cerca y hasta tocar, acariciar, los revestimientos de las fachadas del Guggenheim: vidrio, titanio y piedra con ecos de esqueletos de animales marinos, quien sabe de que proveniencia. Y la ensoñación de las mil flores estalladas del ‘guardián’, el ‘Puppy’ de Jeff Koons, acero inoxidable y flores, ejemplo de valentía artística.

“…definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

El Guggenheim es un placer por el que vale la pena, una y otra vez, el viaje a Bilbao. Además, las dos veces que lo he visitado, siempre me ha producido como una especie de reacción sorprendente; conforme pasa el tiempo estando cerca del lugar, empiezo a sentir una sensación de alacridad, alegría, entusiasmo y presteza de ánimo. Si tuviera que definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia. Es la misma sensación que me produce estar frente a algunas de mis pinturas favoritas, las que están en la cúpula de mi particular historia del arte, del Parnaso de mi gusto personal. Algo que me obliga a encender mi ánimo y acometer con fuerza renovada lo que en ese momento esté haciendo en pintura y fotografía. Diferente a lo de escribir, en esto el paso del tiempo y el recuerdo sedimentado del sitio me es más objeto de inspiración. Para escribir me ayuda más el recuerdo que la presencia y la visión. Puedo soñar, dormido, con arquitecturas, espacios, texturas de fachadas, brillos y colores propios o reflejados; sensaciones físicas de andar, ver y tocar. Sin embargo, ahora caigo en la cuenta, no recuerdo haber soñado de tal manera nunca con pinturas o fotografías, solo con sus referencias.

Frank Gehry “…vidrio, titanio y piedra…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

Frank Gehry “…vidrio, titanio y piedra…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Este post—este escrito—no trata de ser algo académico, algo original, ni siquiera rimbombante o artístico. Lo único que trato de hacer aquí es, una vez más, reflejar mi gusto y admiración por una arquitectura que me llena. Es una manera de aplaudir a un Frank Gehry que lo ha hecho de fantasía en cada uno de los edificios que le conozco, y aun me falta París; el recién acabado: Fundación Louis Vuitton, del cual solamente he podido admirar lo que muestra su ‘website’. Cada nueva obra que le visito es un tremendo desafío fotográfico para mí. Y para ir a París, solo necesito una mínima excusa: respirar allí, por ejemplo. Frank Gehry y París es más que una mera excusa. Es una atracción magnética tremebunda, como en su día lo fue y lo es: Bilbao.

“…el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Ir de vez en cuando al Nervión y disfrutar el Guggenheim, no sea que llegue una vez y el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo, cornisa cantábrica, salida al mar y al mundo… De esta obra—francamente a veces se me olvida que es un museo—, quedan las fotos del exterior que en parte ilustran este post. De su interior ‘hablaré’ otro día, en otro post, con otra excusa y con otras gráficas. Un inverosímil Richard Serra ya ‘me pide’ cuartelillo y un prodigio de arquitectura interior me ofrece sus luces y sus espacios sorprendentes. Además de aprovechar las posibilidades de mi propia lectura estética, mi fotografía siempre ha intentado ser un homenaje cuando se trata de arquitectura señalada, la de los grandes, la que a mí me hubiera gustado hacer y nunca tuve la valentía de intentar.    

Guggenheim Bilbao. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Luisma, Maypearl (TX)   14 de Marzo del 2015   (Revisado: 1 de Enero del 2022)   

 

Interior—Día—Bilbao Guggenheim  ( II )

“…la calidad de luz excita la imaginación del fotógrafo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…la calidad de luz excita la imaginación del fotógrafo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Entrar en el museo es como entrar en el set de una película en rodaje, un festejo visual de muchísimos grados y ángulos—tantos como rincones tienen sus espacios—e incontables planos más. La luz que penetra desde fuera, avanza lenta y parece tan atónita como mis propios ojos. Me quedo parado mirando un rebote de luz y ella, la luz, se detiene sorprendida también. Que bien quedarían “Las Meninas” colgadas en este espacio monumental…Cierro los ojos y pienso en este atrio como en el estudio de Velazquez en el cuadro. Será la calidad de la luz, la que excita la imaginación del fotógrafo? Esa luz por la izquierda, la escalera de salida al fondo, donde solo falta el primo del pintor. Velazquez, escondido detrás del mostrador de información, observando la ‘geografía’ del lugar…No hay “Meninas”, ni perro, ni enanos, están todos en la playa. Pero volverían y se asentarían aquí, sin problemas. Los reyes seguirían en el espejo, en Madrid, y el Guggenheim sería el palacio de verano. Que cosas…

“The Matter of Time” Richard Serra. Bilbao Guggenheim. (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“Richard Serra, “The Matter of Time.” Bilbao Guggenheim. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Hace solo un momento, afuera del Bilbao Guggenheim el celaje era gris y ominoso, nada más ingresar por las puertas, un sol triunfal se ha sumado a la visita. En mi cabeza resuena un órgano barroco, catedralicio, cada nota es un cuchillo de luz, cada rayo solar multiplica su reverberación en la más simple y desnuda pared y las luces cenitales borbotean, al tropezar desde las pocas nubes a los inmensos suelos sin pulir, dando brillo y una magnífica sensación de movimiento a cada objeto, a cada línea, a cada color…Eso si, hay grises, un festival de grises…Grises lunares, grises industriales, de plata de ley, capaces de levitar sobre las aguas. Se supone pues que los artistas en exhibición suministran el resto de los colores. A su aire. Alguno, como Serra, se lo toman muy en serio y a lo grande, como en su: “The Matter of Time” en color marrón/sepia/tierras quemadas…Apabullante.

“…Frank Ghery dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…Frank Gehry dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Me doy cuenta de que he olvidado, o mejor dicho, no tengo presente todo lo que había leído sobre este sitio. Solo me atrevo a dejar que me entre por los ojos, los mantengo abiertos con fuerza, casi sin permitirme el parpadeo. En apenas dos minutos, ahora, ya sé que el lugar se me va a quedar dentro para siempre. Parezco una aguja de marear en un mar de tormenta, miro a cada punto cardinal, sin saber hacia donde avanzar, por donde navegar este museo. Me acerco a mirar algo y después vuelvo al punto donde empecé, como si tuviera miedo de perderlo. Una ‘foto’, cien, mentalmente doy las gracias a no sé quien por haber inventado la fotografía digital. En unos pocos minutos he ‘gastado’ ya lo que hubieran sido tres carretes de celuloide. Bendito siglo! Y benditas tarjetitas en las que caben tantos miles de fotos. Ya no duele ‘tirarlas’ pero me contengo, he sido ‘entrenado’ a solventar mis problemas con pocas ‘poses’. La fotografía ya no es lo cara que llegó a ser, y también es muy agradecida con quien dispara mucho. Intentar hacer arte fotográfico ya es otra cuestión.

“…dejar que me entre por los ojos…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…dejar que me entre por los ojos…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Si Frank Gehry dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz, el fotógrafo tiene que servirse de ello para ‘eternizar’ esos momentos que se producen contínuamente en su interior. El campo de juego es magnífico y las apuestas inconmensurables. El énfasis de la colección del museo es en la gran escultura, y es claro, quizás por ello las mayores críticas han sido a los grandes espacios interiores. Algunas pinturas de formatos no tan grandes parecen ‘perderse’ en vanos formidables, descomunales. Para mí, todo es cuestión de quien sea el pintor y cual sea la obra que centre nuestra atención. Un Picasso nunca puede perderse en una pared, por desmedida que parezca, y propongo una prueba de fuego, a ver que ocurre: colgar la “Gioconda” en cualquier parte de una de estas paredes, altas como naves góticas, en el grandilocuente atrio de este Guggenheim. Estoy seguro que seguirá calentándome el corazón como si estuviese en el salón de mi casa. Donde por cierto está—en reproducción, claro—solo un poco mayor que el original, para cumplir las normas del Louvre.

“…de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

En la colección encontramos a los ‘sospechosos habituales’, americanos y europeos, y otros no tan habituales, cuyos nombres ‘cantan’ a artistas vascos. Además de otros españoles variados: ‘el mallorquín’, dos o tres de los madrileños, el de Huesca (por goleada), el valenciano neoyorkino ‘crónico’, el otro de Santander, neoyorkino también y el mitad monje y mitad soldado de la fotografía; de este (Ballester) siempre me ha encantado su “palacio real” que es unas meninas sin meninas y sin nadie. Un cuadro fantástico, retrato del aire, el mejor homenaje a Velázquez. Lo dicho, de los sospechosos habituales, a toque de corneta de la central Guggenheim, me voy a quedar con un Richard Serra que acertó al ‘subirse al Museoa’, un buen salto de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao. Se merece el espacio que le han dado. “The Matter of Time”, lo ví primero a vista de pájaro, una buena manera, lo entendí al pronto y además me trajo el recuerdo infantil del laberinto de las bolitas de acero. No me quedó más que ‘bajar’ a sus espacios interiores. Entre aquellas ‘paredes’ de acero-cortén, tremendamente fotogénicas, dejé colgada parte de mi imaginación, y adquirí, a cambio, ese color ‘marrón-Serra’ que tanto he usado después.

Jenny Holzer, Installation for Bilbao. (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Jenny Holzer, “Installation for Bilbao.” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Y también me quedaré con Jenny Holzer, ‘amiga personal’ e ‘instaladora’ favorita, acerba feminista, áspera pero agradable—que remedio—la ‘reina’ de las luces LED, cuya obra se me aparece en sueños frecuentemente. Por algo será. Nunca olvido su razón para no pintar abstracción: “quería ser una pintora abstracta, pero era un desastre”. ‘Verticales azul’, gracias a ella soy ‘capaz’ de usar ese color azul y así llamo a sus fantásticas luces que parecen instaladas en las fronteras de la abstracción y que a mí me delimitan el paso de la vigilia al sueño, entrando donde adquieren más sentido, en mis sueños.

“…el museo no sale de mi. Se viene conmigo…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…el museo no sale de mi. Se viene conmigo…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Con pena y resistiéndome salgo del museo, solo me consuela—pasaría mucho más tiempo en él—que el museo no sale de mí. Se viene conmigo, me he llenado los bolsillos y la cámara de unas imágenes y un recuerdo que lo harán imposible de olvidar. Y espero que siga, hasta mi vuelta, en su emplazamiento, sin moverse y ni siquiera balancearse, creyéndose un navío listo para salir a las aguas de la cornisa cantábrica e irse a recorrer esos mundos que seguro lo adoptarían. A quien le amarga un dulce, aunque sea un museo? Estoy seguro de que a cualquier país le gustaría tenerlo.

Luisma, Maypearl (TX)   30 de Marzo del 2015     (Revisado: 1 de Enero del 2022)

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“Como alma que lleva el diablo”

“Hoces del Duraton”, Segovia. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Hoces del Duratón”, Segovia. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Hace diez años—largos, ya—publiqué en mi anterior Blog (“dustsweatiron.net”) Polvo, Sudor y Hierro, este Post que ahora ‘corrijo y aumento’. Este otro ‘lavado, planchado y con la raya hecha’ para la ocasión de la pandemia, que es como el ‘perpetuum mobile’ que nos está tocando vivir. Hoy, por hoy, no se contempla la oportunidad de ‘saltar el charco’ en ninguna de las direcciones. Me dicen: escribe de viajes…y yo digo: pues, como no sea el periplo de ir al dentista, veinte minutos de ruta FM 66, hasta Waxahachie. A un lado y a otro, todo pradera tejana. Cadillac, mascarilla y rifle…No veo de qué otro viaje pueda escribir…Paciencia, y barajar…

Vino tinto, de la casa, y raspas de queso manchego. Espárragos, gazpacho y chuletillas de cordero lechal. Amén, y de postre: leche frita, con almibar de limón, no en vano estamos cerca de Soria. Pan de libreta, de costra tostada y miga para hacer bolitas y todo ello regado con Coca-Cola “light”, cosecha del 2011 . Ya sé que no soy original, que le vamos hacer, me gustan los recursos manidos, los dichos, los refranes, todo eso. Y, este fue nuestro menú en aquel sábado turístico por la sierra madrileño-segoviana. Tenía que hacerlo con S., después de no haberlo hecho—hacía más de 30 años—con nadie. Todo empezó bien de mañana, desde Riaza y paseando en coche por todos esos pueblos serranos. Múltiples olores recordados en el corazón. Calles, arquerías, casas sobre fundamentos de granito tallado, ladrillo y teja árabe, las paredes ‘de dentro’ con relleno de adobe de barro y paja. Y voces, ecos seculares en cada bocacalle, del va y del viene de la caballería del moro Almanzor… Las casas de la Sierra! Que bien duermo en ellas y en esas alturas, y con esos ‘aromas de cija y cuadra’. Y enseguida el lado soleado de los montes por la tarde, el calorazo de la llanura, camino de las Hoces del Duratón. Increíble, e insospechado, lugar del cual me acordaba, malamente, solo por una visita con mi padre, cincuenta años, medio siglo hacia atrás.

“…del va y del viene de la caballeria del moro Almanzor…” (Photography: luisjimenezridruejo)

“…del va y del viene de la caballeria del moro Almanzor…” (Photography: luisjimenezridruejo)

En ese paraje recóndito— muy propio para situar conventos y lugares de retiro y silencio—el rio Duratón excava durante siglos y siglos unas formidables paredes rocosas de más de 70 metros de altura, sobre tierras rojizas y una vegetación antigua y copiosa, verdes verticales agarrados a la pared. Al fondo, al caer de esos precipicios románticos, los meandros del rio se han convertido en un embalse de varias hoces, por su forma, con una particularidad chocante, inesperada, y que no recordaba: un fantástico color de sus aguas, aparentemente profundas y hasta espesas, un delicioso color verde malaquita. No sé porque pensé en un cuento de las Mil y Una Noches.  

Salimos de allí—como alma que lleva el diablo— a pesar de las bellezas vertiginosas del lugar, de su ermita de S. Nosequé, con su pequeño cementerio, conté solo diez tumbas, colgado al borde del risco que debe producir un vértigo eterno a los que allí, difícilmente, descansan. Contribuye al espanto, y las ganas de salir al más allá— aunque sea—. La “carretera” (camino forestal indica el cartel; bache y pedregal debería rezar) con que nos obsequian la Diputación de Segovia, o la Dirección General de Parques Naturales, o quien quiera que sea la autoridad competente del   mantenimiento de esos kilómetros polvorientos e infernales, que son para verlos y sentirlos en la rabadilla. Como una exhalación corrimos hacia mejores caminos; yendo a comer a la empinada población (cuesta arriba, o abajo, según se mire) de Sepúlveda, a Casa Paulino, el menú que ya queda reseñado, al principio de esta croniquilla de viaje.

“Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Saliendo de comer bien, enfilamos la estepa castellana en dirección a Pedraza, pueblo del que también guardaba recuerdos antañones. De tan justa suerte que, en tarde canicular y sofocante, la carretera apuntaba directamente hacia una oscura y amenazante tormenta, cuyas cascadas de agua veíamos caer en lontananza, y que parecía colgada encima de la villa que nos proponíamos visitar. Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia y obligatoria. Al llegar a ella, la tormenta huía ya, sierra adelante, dejándonos el campo libre y suelo mojado y fresco; cosa muy agradecer a esta naturaleza de nuestros pecados. Hasta allí nos alcanzó la suerte, el resto fue una pesadilla, “o sobre poco más o menos”, digna de cualquier relato de los Episodios Nacionales, de Don Benito (Pérez Galdós, claro). Yo, que le había prometido a S., una visita de cuento de hadas, en un ambiente del Siglo de Oro español, con matices medievales!  Un paseo reconfortante y pleno de silencio y evocación de tiempos pasados.  Iba a llevarme un chasco, muy propio de la España actual, y es que después de treinta años, los chascos han tomado carta de naturaleza y hasta me florecen insultantemente, “por entre de la maleza”—salmantinismo, al canto—o castellanismo viejo, al fin y a la postre, todo esto es mi patria, la Vieja Castilla de los cartularios de Valpuesta, la Castilla del Cid Campeador, nuestro señor Don Rodrigo Díaz de Vivar…

Desembocando al pie de la cuesta de entrada al pueblo, nos recibió una mesnada, muy diferente. Un destacamento de la Guardia Civil de Tráfico, no menos de cincuenta números de La Benemérita conté más tarde, con sus uniformes verdes y sus petos fosforescentes, nada medievales; lamentablemente, los siempre rechamantes tricornios brillaban por su ausencia. La Guardia Civil, sin sus tricornios, pierde mucho de su atractivo turístico. Apacentados por esta gleba, cientos de coches pastaban (léase: aparcaban) en las colinas circundantes. Los invasores, salidos de estos coches, legión ruidosa, con niños mucho más ruidosos y horteras, trepaban ya al “asalto” de la plaza de Pedraza. Se me agrió hasta la última Coca-Cola que acababa de beber, y eso que yo la tengo por milagrosa poción…

“…a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La visita, inevitablemente, resultó más corta de lo esperado. Se trataba del día del Concierto de las Velas, así llamado; una de las atracciones turísticas del pueblo. Un concierto de música clásica a la luz de miles de velas, en las ventanas y hasta en los cantos rodados de las calles. El programa era de divulgación para principiantes: El Lago de los Cisnes, Una Noche en Monte Pelado, etc. Coronado por—como no!—la Obertura 1812, con su final de cañonazos, servidos por una batería de cañones modernos de campaña, convenientemente situados en el mirador barbacaneado y ajardinado de su castillo-palacio, por artilleros del Ejercito de Tierra, en uniforme de camuflaje y boinas verdes. Todo muy medieval (¡?). Para rematar el encanto y salir con espanto, nos sobrevoló un helicóptero de la Guardia Civil de Tráfico, ahuyentando a las pobres cigüeñas del campanario de la iglesia. Viva España…! Grito una señora “vestida de domingo”… Reverberando después de la tormenta, Tchaikowski y los cañonazos, el asunto estaba ya para los gritos, y las “litronas” que asomaban el gollete en los bidones de hielo…

Al punto, con apenas tres minutos de estancia en el centro del pueblo, las amenazas intuidas en el niñerío hortera, jóvenes armados de bebida y teléfono, señoras gritonas y un centenar de guardias civiles fuera de servicio—la anochecida y las velas—los férreos pinchos medievales de las puertas que nos apuntaban, listos a desprenderse y atravesarnos, como en una película de horror. Ni música, ni historias… Ese fue el momento en que S. y yo, nos miramos y sin decir una palabra, echamos a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—dos veces en el mismo día, calles y carretera abajo, y no paramos hasta llegar al coche. ‘Atropellando’ solícitos guardias civiles, nos desembarazamos de la pesadilla de Pedraza, encantadora villa, que quedará para otra ocasión. O quizás para nunca. No sé, pero el letrero más repetido en los muros del pueblo, hasta esculpido en viejas piedras, era: “Se Ruega Silencio”. Me ha dado que pensar, pero creo que ese silencio buscado y suplicado, no lo encontraremos en estas tierras. Al tanto, la noche baja de las montañas y se hace fresca y refresca…

Luisma, Pittsburgh, PA    2 de Julio del 2011    (Revisión en Noviembre del 2021)

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