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Los americanos y el Impresionismo

Claude Monet, water lillies

Claude Monet, water lillies

Fue al final, más o menos, de la Guerra Civil Americana. Quedaba un cuarto de siglo antes de que empezara el siglo XX ; lo que a los niños actuales les puede parecer que fue hace millones de años y a mi generación, los nacidos con la bomba atómica (1945), nos parece que fuesen todavía los últimos años del XIX , a la vista de cómo iban las cosas, un siglo venidero que a muchos se les antojaba un misterio, el futuro, y un desafío—se habían visto artilugios voladores a motor—el siglo XX empezaba a bombo y platillo. El anterior había sido el siglo del ferrocarril, la maravilla que estaba convirtiendo a la nación, los Estados Unidos, definitivamente ‘unidos’ después de la guerra civil, en el país más rico de la Tierra.

En Nueva York y en Chicago, florecían fortunas grandiosas de los ricachones nordistas, los vencedores, los que siempre escriben la historia. Habían amasado estas enormes fortunas con el carbón, el petróleo, la construcción, el ferrocarril y sus ‘caminos de hierro’ y todo el acero que los países más pobres necesitaban, y…Wall Street. Millones y millones de dólares, la moneda nueva y poderosa. Aquellos millonarios de riquezas sin cuento, se les llamó: “the robber barons” (los Barones ladrones) y quisieron distinguirse del resto de la ciudadanía con la exhibición de su opulencia. Como no podían imitar, aunque alguno lo intentó, a los Incas peruanos y llenar habitaciones de lingotes de oro, quisieron recrear las ostentaciones de los monarcas europeos.

Tremendas mansiones, a imitación de los castillos y los palacios del Viejo Mundo, pero con las nuevas ideas estéticas y las nuevas invenciones al punto. En sitios como Kentucky, Missouri, Kansas, yendo hacia el lejano Oeste, las tierras del americano profundo. Grandes viviendas, en grandes predios, decoradas con lo mejor y lo más caro, incluidas obras de arte pictóricas y escultóricas de los más grandes artistas comprables, de todas las épocas y sobre todo de la actualidad más controvertida. Los periódicos y las revistas se habían encargado de publicitar todo lo que era nuevo y apetecible, la Moda había hecho acto de presencia y París era la capital del mundo. Las mansiones de los ‘barones’ americanos querían tener la suntuosidad que habían admirado en sus viajes a Europa y, claro, había que decorar aquellas enormes construcciones con muebles, artes decorativas y sobre todo pinturas de los grandes viejos maestros y los contemporáneos académicos.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Al tiempo, jóvenes de familias pudientes atravesaban el Atlántico para imitar y estudiar a los pintores europeos. Todos adscritos a las academias y sus meticulosas técnicas. Era, también, el momento en que los pintores jóvenes europeos se lanzaron a exhibir sus nuevas estéticas, al principio rechazadas, criticadas e insultadas. Reducidos al viejo Paris de Montmartre, montaron un Salón de Rechazados y evolucionaron el arte hacia la celebridad; se veían tendencias nuevas y un estilo se impuso, camino de la fama mundial. Había nacido el Impresionismo. No sin una fascinante lucha, el llamado Impresionismo fue antes que un estilo, una guerra más de las que proliferaron en el viejo continente.

Las primeras críticas fueron acerbas. Los jóvenes estudiantes americanos en Paris, tomaron nota, algunos, de su repulsión por aquella pintura. Uno de ellos escribía a sus padres: “nunca en mi vida he visto cosas tan horribles…no consideran el dibujo, ni la forma, pero te dan una ‘impresión’ de lo que ellos llaman: naturaleza…era peor que la cámara de los horrores.” Esto venía de un pintor (J. Alden Weir) que más tarde abrazó el Impresionismo y hasta llegó a tener cierta notoriedad en América. La naturaleza estaba ahí para hacer uso de ella. Los paisajes se podían encerrar en cuadros más o menos grandes. Los pintores americanos (y todos los demás) del siglo XIX tenían los ojos y las ‘entendederas’ acostumbrados a la pintura histórica, la que llenaba museos y palacios, celebrando victorias de ellos o de sus antepasados o  la mitología, que siempre fue muy socorrida. El cuadro todavía no era más que un motivo de decoración y orgullo del poseedor, la celebración de sus riquezas. La valoración de la pintura como inversión llegaría un poco más tarde.

Lentamente, los cuadros impresionistas empezaron a hacerse más y más pequeños, así se mataban varios pájaros de un tiro, la reducción permitía vender pintura a gentes con casas aún grandes y con menor poder adquisitivo. La nómina de artistas pintores aumentaba rápidamente. Los marchantes de arte fueron sustituidos poco a poco por galerías de arte que habían promocionado la obra gráfica seriada de los mismos pintores. Al americano le era mucho más fácil aceptar el colorismo de la naturaleza ’impresionista’ y mucho más difícil detectar las copias de los mejores. Miles y miles de estas pinturas inundaron un mercado americano que adoptó el impresionismo como algo suyo y era lo que las siguientes generaciones veían en sus casas, sus oficinas, sus lugares públicos. El Impresionismo era, y para ellos sigue siendo: La Pintura.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Los americanos siempre defendiendo su individualidad nacionalista y en aquellos tiempos más preocupados de lo que acontecía en su propio país que de lo que pasaba en Europa. Cuando acometían la inventiva y la creatividad podían ir a paso cambiado con las novedades, pero a la hora de desarrollar la practicidad de un invento o de algo novedoso. sometían el desarrollo a su comercialización, el dominio de sus patentes y la industrialización. El chauvinismo heredado del socio francés todavía procuraba engrandecer y enaltecer la producción doméstica. Igual ocurrió con la ‘invasión’ estética. Para comprender un poco este país hay que recordar y no olvidarlo nunca que en el mercado interior USA, cualquiera objeto, producto o cosa que se venda, hay que ‘multiplicarlo’ en todos los sentidos por cincuenta (estados), de ahí los números que se producen y se amasan.

Los americanos se dividían en dos facciones, y aún siguen así: los que podían pagar grandes sumas de dinero (millones de dólares) por la gran pintura y los que solo podían pagar unos pocos cientos de dólares por copias o imitaciones del gran arte. Hoy en día, cientos, miles de dedicados pintores chinos, de oficio y gatillo facil,  se encargan de copiar o imitar cuadros impresionistas, empezados y terminados en el mismo día, baratísimos, que se venden en almacenes de muebles y objetos de decoración y en ferias especializadas, y que llegan a un desconocedor público a precios irrisorios. Raramente el deshielo de este arte congelado en el Impresionismo avanza en el supuestamente considerado arte moderno; apenas unos pocos escarceos en la no figuración, en busca de un multitudinario público joven y desconocedor, que lo más que pueden llegar a pagar es por un poster y ni siquiera por una obra gráfica.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Aquellos artistas jóvenes volvían repatriados después de la aventura europea y aquí trataron de implantarlo todo, la estética, el colorismo, la vida en colonias de artistas al estilo francés. Al mismo tiempo trataban de reflejar París y su energía, la vida moderna de Nueva York hacía el efecto. Los americanos trabajaron el estilo impresionista exhaustivamente hasta los años veintes del siglo pasado (y aún siguen, algunos) y dejaron marcados indeleblemente la ‘modernidad’ americana con el Impresionismo. Y aún está entronizado en el gusto del americano medio y en el arte que cuelga en las paredes de sus casas. Cualquiera de estos, preguntado por arte, te dirá: “…el impresionismo, Monet…” y a partir de esto, ‘nada’ ha pasado en el mundo del arte. Ah! sí…Picasso, Dalí, la abstracción…’pero mire usted: yo no entiendo esa pintura, no sé lo que quiere decir—y mi hijo pequeño puede hacerla’ (cuantas veces he escuchado esta aseveración?).

En Pintura, el siglo XX y la Abstracción no existen para el americano medio, y son millones (más de trescientos). La mayoría, si les ayudas un poco con la memoria, resucitarán al bueno de Andy Warhol y al Pop Art y pare usted de contar. Los cuadros de encima del sofá, o del frente de la chimenea, son colorines y los llaman decoración, o posters. Y luego hay una minoría fundamental, unos treinta millones de gentes, más o menos, que son capaces de discernir entre Rothko, Pollock y De Koenig, por ejemplo. Ya se sabe: todo ‘multiplicado por cincuenta’. Esa es la grandeza del último imperio, de la ‘modernidad’ autoproclamada.

(Gracias a H. Barbara Weinberg por el uso de alguno de sus escritos en este post.)

Luisma, Maypearl (TX)   29 de Octubre del 2016

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Jean Renoir En Chicago

Luis Jimenez Ridruejo at the AIC

*

Cada vez que voy a Chicago, indefectiblemente, tengo que ir al Art Institute, el museo. Al igual que la ciudad, es uno de mis museos favoritos en el mundo; y a partir de este viaje, uno de mis lugares soñados para pasar el tiempo, un verdadero jardín mental. En los últimos años el AIC ha estado de obras, creando una parte nueva: The Modern Wing. Esto, en un museo que ya, de por si, era una maravilla y ahora se ha convertido en un lugar mágico. Y me dan igual las críticas, no muy benevolentes, de algunos “especialistas”; esos que siempre tienen que “encontrar” algo para, quizás, justificar su existencia. Los mismos que nunca han creado nada, al menos nada bueno.

Renzo Piano, ha conseguido algo bueno, o mejor que bueno: único y mágico. Blanco, como un lienzo imprimado en gesso, una de las mejores maneras de colgar arte pictórico y de rodear de fondos los espacios para escultura. Blancos sujetos por suaves grises, pisos de maderas rubias y ventanas de hueco completo, enmarcando la obra de arte exterior e incluyendo esa arquitectura en la propia exhibición. Sin abusar de ella, sin ser demasiado obvio, matizando la visión con unas delicadas cortinas-pantallas que dejan admirar pero no hacen “sombra” al arte del interior. Y esta nueva ala que encara los rascacielos de downtown y el “guguengemiano” Gehry del Milenio, tiene unos bancos de asiento, a la distancia adecuada de los velados ventanales; un sitial magnifico para pasar las horas muertas, hoy en día, más bien los minutos muertos. Viendo y absorbiendo belleza.

AIC foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Cada museo que conozco, tiene unas “piezas” que lo hacen singular y especial, para mi. Son las obras de arte que más fijan mi atención y me hacen volver a ellos, una y otra vez, como el que visita a viejos amigos. En el AIC, durante muchos años, ha habido una obra de arte de mi especial atracción. Algo extraño en mi, porque no hablamos de una pintura, ni una escultura, ni siquiera de una fotografía. Se trata de unas vidrieras, una obra de Marc Chagall. Su titulo: America Windows (Las Ventanas de América). Un trabajo fantástico y original, dominando los azules, en tres piezas (ventanas) estupendas.
Desgraciadamente, en las dos ultimas visitas, brillaban por su ausencia. Están en restauración, y una buena mujer, del servicio de vigilancia, me comunicó que volverán a la caída de la hoja, este mismo otoño. Albrícias!

Esta vez, decidí buscar “sustitutos” a mis vidrieras y los fui a encontrar en donde menos me iba a figurar: Renoir y Morisot. De vez en cuando, me gusta volver a beber en las fuentes del Impresionismo. Que gran época, para haber vivido en ella! Siempre mi indisimulado romanticismo! En un rincón, separados por el ángulo, descubrí dos nuevos atractivos para mi colección.

Renoir en Chicago, foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Era una mujer de espaldas, desnuda espalda y pelo recogido, que me hizo pensar inmediatamente en la actriz Meryl Streep. Obviamente, Berthe Morisot—la autora de la pintura—no pudo conocer, ni soñar, a la actriz americana. Pero, estoy seguro que, de haberla conocido, la hubiese pintado de esa manera: una rutilante espalda, en el acto de maquillarse para cualquier película. Una espalda de museo!
Sea esto un modesto homenaje a la primera, y única original, pintora impresionista. Infravalorada durante mas de 100 años, seguramente por ser mujer y, hoy, reputada y apreciada a la altura de cualquiera de los santones impresionistas. A los veinte años de edad, Berthe era ya, de pleno derecho, una más entre ellos. Participando, incluso, en la exposición inaugural del movimiento.

Jean Renoir in Chicago, foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Ese retrato de Renoir, hecho a su hijo Jean en su más tierna infancia, con el pelo largo como una muchacha, y cosiendo. Le hizo varias pinturas vestido de niña, una obsesión del padre. Jean, más tarde, llegó a ser uno de los más famosos directores del cine. Idolatrado en Francia, su película “El Río” es una de mis diez mejores obras del cine de siempre. El asunto de esta pintura me recuerda los problemas de algunos amigos con sus hijos, justamente por lo contrario. Los chicos dejándose el pelo larguísimo y los padres intentando cortárselo. Viviendo en Paris, a mis veinte años, mi padre intentó, y consiguió, “comprarme” el corte de un pelo que ya me llegaba a los hombros. La vida en Paris siempre fue cara!

Otro día sacaré a colación algo más sobre el AIC,—Que gran museo! Hoy, solo evocar que,—Por fin! El “Ala Moderna” ya se puede ver, es fruta madura, y la “cáscara” y la “pulpa” merecen el viaje y la visita. Grande, Renzo Piano! Magnífico!

Luisma,  Maypearl (TX)   29 de Septiembre del 2016

[Originally posted at Dust, Sweat and Iron]

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Aníbal y la tahona literaria

(Celebración y resabios del primer post de mi blog Dust, Sweat and Iron, hace casi una década)

Luis Jimenez-Ridruejo, Uninhabited Garden #3, acrylic on canvas, 56" x 60”

Luis Jimenez-Ridruejo, Uninhabited Garden #3, acrylic on canvas, 56″ x 60”

“Mi querido ordenador (dos puntos) Espero que al recibo de esta te encuentres bien de salud, brilles de limpieza y tu pantalla luzca enfocada, precisa y llena de iluminación (si tiene algo de Ilustración, mejor que mejor)…”

Así empezaba aquel primer post que hoy celebro, por razones que no vienen al caso. Me veo a mi mismo en otra cocina, como ahora, pero a dos mil kilómetros de aquí, en Pittsburgh (Pennsylvania) escribiendo y hablando con mi ordenador, dos modelos más viejo del que tengo ahora mismo bajo mis dedos, dos lustros tienen la culpa. La vista se me pierde en el reflejo de las ventanas contemplando como S. esta amasando el pan para, acto seguido, cocerlo. Es “de buena mañana” que diría un francés y la memoria se me va, no se porqué—los olores, supongo—a una tahona en un pueblo de la sierra de Gredos, Piedrahita, en la provincia de Ávila, España. Olores a pan recién hecho. Creo, si no me equivoco, que el panadero se llamaba Aníbal. Siempre me ha llamado la atención la proliferación de dicho nombre; de los tiempos de Cartago y la Roma imperial, un montón de siglos más tarde en la España y las Américas hispánicas. El militar cartaginés debió hacerse mucha propaganda con los ‘escribidores’ de historia, para pasar por toda la Edad Media y lo de después, sin que el personal olvidase su patronímico.

¿Porqué me acuerdo ahora del clásicamente llamado: “General Cartaginés?” Pues…porque estaba releyendo mi primer post de este blog y en él hago mención del Ani (mi diminutivo de Aníbal) Núñez Sanfrancisco (el hijo de Pepe Núñez Larraz, amigo y maestro de fotografía). Aníbal, compañero del colegio de bachillerato y amigo para los restos, que no fueron muchos, el poeta y el amigo se fueron quién sabe donde, de muerte antinatural (todas lo son, desgraciadamente) y demasiado pronto. En cualquier caso y significado que queramos darle a la maldita situación, esa que los ingleses y americanos llaman: “el pasar” y que aunque haga un montón de años, hay personas de las que no te puedes olvidar. El nombre se quedó en mí para siempre, aunque como digo: son muchos los Aníbal que he tenido más o menos cerca.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

He estado un rato revolviéndome la sesera y marcando con palitos en un papel, los amigos, conocidos, o los ‘famosos’ de todo tipo, con ese mismo nombre (en inglés se escribe poniendo una ache primero) y me han ‘salido’: veinticuatro, tal que los célebres Caballeros Veinticuatro del viejo Ayuntamiento de Sevilla. A veces me surgen y se me entremezclan, referencias a cosas de mis lecturas antiguas, elementos históricos (algunos que ni a cuento vienen) de los que recuerdo, vagamente (nunca mejor dicho) los nombres, o los títulos, pero nada más. Debe ser la dichosa cultura…

La cultura, que siempre jugaba en el patio conmigo a las canicas, compañeros del ‘Cole’ ante los que me destoco de una gorra de beisbol, nunca he sido de sombreros, ni siquiera de cascos. Cultura, la de esta definición de cuyo autor nunca me aparece la memoria, o lo que queda de ella. “…es aquello que se recuerda cuando se olvida lo que se ha estudiado.” Ay! Hay tantas cosas adscribibles a este capítulo!  La cultura, la distancia, el olvido, más todo lo que se guarda en los repletos cajones de los sueños. Recordar, lo que se dice recordar, recuerdo bien la planicie de Zama, al norte del viejo Túnez, donde nuestro Aníbal Barca (el ‘rayo’ cartaginés: ‘Barq’) perdió su ultima batalla con Escipión “el africano”, el único general romano al que nunca consiguió derrotar; bien es verdad que para entonces Aníbal tenía diezmado su ejército, y envejecidos los dos. De sus temibles elefantes ya no le quedarían más de media docena. Él, que había tenido 38 de estos animales, sembrando el terror en Hispania. Era al paso por los Alpes, invierno y doscientos años antes de Cristo. La realidad llegó a ser: de 90.000 a 20.000 infantes, de 12.000 a 6.000 jinetes y un solo elefante, ese era su ejército al volver a África y enfrentarse al romano en Zama. Vaya trabajo enterrar a la gente por miles. En que numero se cifraría los acompañantes de un ejército tal? La intendencia siempre bien unida a la inteligencia. Además, Aníbal perdió su ojo derecho por una infección. Demasiadas pérdidas para defender un imperio que se hundía en las arenas y los roquedales tunecinos.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

En esa misma Zama, siglos más tarde, en la Segunda Guerra Mundial, pelearon a base de tanques, Rommel y Montgomery. Estando allí—era un verano muy caluroso—se me hacía más fácil ‘recordar’ y hasta ‘revivir’ la batalla de Aníbal y Escipión, que la del siglo XX entre el alemán y el inglés. Debe ser mi habitual romanticismo que siempre da colorido y contribuye a mis emociones. Todavía siento, si me pongo a ello, los vientecillos ‘frescos’ de la amanecida en el Paso de Kasserine y hasta la música que llevaba en el coche: Wagner y sus tubas, que le venían al sitio que ni ‘peripintado’. Hoy día, un sitio muy silencioso. Como La Marne, como Gettysburg…De cosas y aconteceres históricos (siempre un poco novelados) ya escribía en aquel entonces, hace unos cuarenta años. Y hoy me vuelve la imagen de aquello, un yo sentado y vestido de corredor ciclista, a la luz de un rayo de sol, duro y brillante, que se colaba por un ventanillo de la tahona del Aníbal de Piedrahita.

Me gustaba escribir en un pequeño bloc que llevaba en el bolsón del maillot del Club Ciclista Charro. Eran pensamientos y figuras y paisajes dibujados; las cámaras de fotos aún eran demasiado grandes para llevarlas en la bicicleta. Eran otros tiempos y lo que si llevaba eran pesetas de papel y un bolígrafo. Todo ello dejaba espacio para unos cuantos bollos de pan recién horneados y que por un rato me calentaban los bajos de la espalda. Mientras en la tahona ocurría el ‘milagro’ de todos los días: las cinco o seis personas que esperaban la horneada, se dedicaban a leer periódicos y novelas, los libros eran un buen motivo de conversación. Los circunstantes eran típicos turistas de capital sin nada que hacer en sus vacaciones. Yo, turista también de pueblo serrano, tomaba notas en mi bloc, oteando los picos de la Sierra de Gredos, azules y fríos, tan cerca y tan lejos para subirlos pedaleando.

Del Aníbal de la tahona ‘literaria’ apenas tengo recuerdos; si acaso la eterna boina negra y sus inquisiciones sobre quien podía ser yo, hasta que lo descubrió. Como todos los serranos de esa zona, todo era empeñarse en decirte y repetirte a cada visita cuantos antepasados tuyos, del pueblo cercano, le eran conocidos. Para cambiar de conversación, alguna vez le relaté quién había sido su ‘antepasado por nombre’: Aníbal, el cartaginés, mucho antes de que a él le pusieran el nombre en recuerdo de su bisabuelo. Siempre he pensado que a principios del siglo XX, la gente de los pueblos era mucho más culta y mucho más curiosa que ahora. Cultura popular hallada en la lectura y la conversación.   El cine era escaso y la televisión nonata. Debería ser al revés—hoy mejor—, pero no y todo ello ‘a pesar’ del Internet.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Aquella tahona tenía un olor característico a horno de leña de encina, a jara pegajosa de altura y al tomillo más vulgar y más oloroso, el de quemar. El pan que ‘sacaba’ S. de un horno moderno y eléctrico, no tenía esos olores sino otros parecidos, que provenían de algún interior de un ciento de tarros, botellas y jarras; cuidadosamente encerrados en un armario exclusivo, al que llamo: “Ultramarinos S. Especialidad en hierbas y brujerias culinarias” (en este caso el nombre es correcto: ‘al otro lado del mar’). La palabra tahona siempre me ha encantado, el nombre Aníbal también. Es una auténtica celebración el haber escrito este post. Como siempre, escribir en español por la noche, a cambio de hablar contínuamente en inglés por el día.

‘Oigo campanas, pero si sé donde’ Estoy aquí, en Texas, escuchando los toques de una campana que no existía y que sonaba siempre en la noche, en una iglesia, la de San Nosequé en Pittsburgh, a pocos pasos de mi casa. Iglesia que a lo peor ya ni existe como tal o se ha convertido en un restaurante, o en un club de bailongo. Al Ani—Aníbal Núñez—poeta, filósofo, artista pintor y eterno ya—amigo—le hubiera gustado San Nosequé, la enorme iglesia, perennemente vacía, donde ‘Maese Pérez, el organista’ era Ray Charles. Es difícil pero en América del Norte también se puede encontrar busilis (por cierto, otra palabra que me encanta).

Luisma, Maypearl (TX)      29 de Agosto del 2016

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De escritura, pintar…

(y dale con la ‘creatividad’…)

“…un mundo nuevo en el Nuevo Mundo” Fotografía: Luis Jiménez-Ridruejo

“…un mundo nuevo en el Nuevo Mundo” Fotografía: Luis Jiménez-Ridruejo

Sigo pensando porqué no había escrito, de un tiempo a esta parte, sobre mi ‘proceso creativo’ y ves, tarde o temprano uno resbala en los mismos perdederos, los mismos con los que ‘critica’ a los otros. Se puede llamar crítica a lo que se hace, o se comenta o simplemente se piensa; aunque no se publique, ni siquiera en la parcelita propia del website que uno ‘jardinea’? Toma ‘verbabro’! que viene a ser como ‘palabro’ (en mi particular culta latiniparla) Se puede? Se admite corrección, carga y pasajeros… razón en la casilla de contactos. Cuando tengo un visitante en el estudio, la pregunta también es arquetípica, sea el preguntador profesional o simplemente amateur: “que bárbaro, que imaginación, de donde sacas todo esto que se ve en estos cuadros? Y otra, no menos arquetípica, digamos que de alumno aventajado de periodismo clásico: “dime que es este ‘mundo’ y donde lo puedo encontrar?

Ahí, es el momento en que los agarro por la manita (si tengo humor, o me cae bien el visitante), nunca por la pechera; no se merece, no habría pregunta si no hubiese ignorancia. Los hago caminar unos cuantos metros desde la trasera del estudio y ‘al fondo a la derecha’ los suelto en el primer claro del bosque, de frente a la maraña y saludando al tendido, me abro de capote y de discurso de la ‘creatividad’ y despliego la geografía de mi ‘mundo’. Que si son cuatro árboles, unos cuantos arbustos; un pequeño invernadero y las cuatro estaciones que a veces no son tan diferentes; cinco mil luces y otras tantas sombras es decir el Rey Sol con todas sus luminarias del día. Que si todo ello en un espacio de menos de medio acre, en terreno un poco cuesta abajo o en subida, según se mire, claro. Por ahí resbala el agua hasta una charca, o laguito, captador de las torrenteras de las tormentas, con miríadas de mosquitos , hijos de…la pérfida Albión y despiadadamente eficientes. Tanto como la soldadesca de los “chiggers” o niguas, la especialidad aquí de la pradera, con sus trompetas y sus picaduras que son como tatuajes gratis. Sangrientas. Una nigua solitaria en una pernera de tu pantalón puede dejarte cuarenta o cincuenta granos de picaduras. Una delicia.

“…hay que estudiar y pintar esos momentos irrepetibles” Luis Jiménez-Ridruejo. Instar #13, Acrílico sobre papel, 8.75”x 8.75”

“…hay que estudiar y pintar esos momentos irrepetibles” Luis Jiménez-Ridruejo. Instar #13, Acrílico sobre papel, 8.75”x 8.75”

La naturaleza en plenitud que ayuda a encender todos esos colores que nunca pueden ser un caos y siempre están de acuerdo entre ellos y mi cacumen. La puerta a ese mundo ‘mío’ que he encontrado en esta parte del Nuevo Mundo. Un trabajo, una obra, que empezó por una emoción, un encuentro con la naturaleza bajo un prisma diferente, el de la cámara fotográfica con una lente nueva que nunca había usado para estos menesteres. Acercándome a todo, lo mismo cada día y cada tiempo del año. Un proceso de cambio perfectamente traducible en imágenes y sus interpretaciones, a veces hasta se echaba de menos la música. Emociones, que diría Cézanne, renovadas cada día, cada sesión, y con cada experiencia en una perfecta armonía paralela con la de la propia naturaleza. He vuelto a reconocer todas aquellas lecciones del pintor francés y de tantos otros. Lecciones que tantas veces se nos olvidan y que conviene recordarlas a menudo.

Sintetizando un poco y entrando a saco en los escritos del francés…”Salgamos afuera y estudiemos la maravillosa naturaleza.” Algo que parece obvio pero que no lo es cuando tenemos que leerlo para recordarlo. “…No debemos estar contentos con memorizar las maravillosas formulas de nuestros ilustres predecesores, salgamos afuera, pronto, están pasando cosas…hay que estudiar y pintar esos momentos irrepetibles”, las luces y las sombras son como agua en las manos que se nos escapa por entre los dedos. La luz lo es todo y es rauda y veloz. “La sombra es también un color, al igual que lo es la luz, pero menos brillante; luz y sombra son solo la relación entre dos tonos.” A veces, las sombras seducen más que sus propios colores. De nuevo Cézanne y sus admoniciones: “No hay modelo, solo hay color. Si ves un árbol rojo, píntalo en rojo luminoso.”

“…La puerta a ese mundo ‘mío’ que he encontrado.” Fotografia: Luis Jiménez-Ridruejo.

“…La puerta a ese mundo ‘mío’ que he encontrado.” Fotografia: Luis Jiménez-Ridruejo.

No contento (así me ven, o parece) con el mundo en el que he vivido ya más de setenta años; me he dedicado últimamente a ‘crear’ (ya estamos de nuevo con la dichosa ‘creación’) un cosmos nuevo, algunos críticos lo llamarían ‘universo’ (por exagerar que no quede). Un mundo nuevo en el Nuevo Mundo, ese es mi leitmotiv o mi lema, por mor de seguir escribiendo en español. Las interpretaciones de cada imagen, incluso de cada parte de una imagen, a veces me sorprenden a mi mismo por lo plural y lo masivo. La belleza de cientos de estas imágenes y los caminos que se me abren a una traducción pictórica, muchas veces simplemente como punto de arranque, composición , dibujo generador, soluciones de color…que pocas veces se ‘equivoca’ la naturaleza en sus colores! En su propio y natural realismo te ofrece singulares aproximaciones o indicaciones hacia la abstracción.

Todo ello en poco más que el terreno de un campo de baloncesto. En este, mi campo de Agramante particular, llevo ‘tiradas’ más de cinco mil fotografías. Viva la era digital! Almacenadas en una ‘tarjeta’ de cinco dólares, algo impensable hace muy pocos años. Como decía la vieja zarzuela: “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad!” Volviendo al Sr. Cezanne: “Pintar de la naturaleza no es copiar el objeto; es realizar las propias sensaciones. El arte es una armonía paralela a la naturaleza. Hay dos cosas en un pintor: el ojo y la mente, ambas deben ayudarse mutuamente.” Tendría que dedicarme a escribir más sobre el pintor francés, maestro de todos los pintores de hace cien años y de todos los de hoy. Inmortal, no me gusta, mejor: Eterno, así con mayúscula.

“Pintar de la naturaleza no es copiar el objeto; es realizar las propias sensaciones.” Instar #12 Acrílico sobre papel, 8.75” x 8.75”

“Pintar de la naturaleza no es copiar el objeto; es realizar las propias sensaciones.” Instar #12, Acrílico sobre papel, 8.75” x 8.75”

Este mundo, representado y reflejado en mi pintura y mi fotografía, es quizás un poco—o un mucho—pretencioso, al menos en su definición. Lo único que puedo decir es: los resultados ahí están. Que cada palo aguante su vela y la cofradía su santo. Ya me han empezado a caer las ‘criticas’ de todo signo. Sin miedo, pero agazapado, espero más.

Luisma, Maypearl (TX)         30 de Julio del 2016

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De Pintura, Escribir…

 … y otras “creatividades” (esas que pululan en “los Internets”)

No es lo mismo estar colgado en el estudio que estarlo en las paredes de una galería (Luis Jimenez-Ridruejo con Instar #3)

No es igual estar colgado en el estudio que estarlo en las paredes de una galería (Luis Jimenez-Ridruejo con Instar #3)

Si ves que a alguien se le caen las palabras ‘creación’, o ‘creatividad’, en lo referente a las Artes, Finas, Bellas y todas las demás y se le quedan pululando en sus escritos; ármate de paciencia y piensa que son siempre las palabras más repetidas y de las que más se abusa en esos cientos, o miles de blogs y websites que combinan las ínfulas pictóricas con las literarias y a veces hacen entretenida la Red. Por ejemplo, el siguiente párrafo, medalla de oro, del cual sé el pecado aunque no recuerdo donde leí al pecador… “En el momento de ser ‘creada’ la Obra artística ya es patrimonio del mundo y por ello nuestro objetivo es hacernos trasmisores de ese hecho.” Toma castaña! (Autobombo y rimbombante, como poco, y si no recuerdo mal era un profesor de universidad).

En fin, todo esto para significar que la palabra ‘creación’ (en mayúsculas, o en minúsculas) siempre ha tenido muy mala prensa. “Que si demasiado pretencioso—que si quién se habrá creído este que es, Picasso? (El pobre D. Pablo! Siempre para un roto o un descosido)—que la culpa será “del no sé qué del diamante” excusas juveniles…que tiempos aquellos de nuestro tierno ‘periódico’: “Ignis et Propulsio”, algún día tendré que retornar sobre aquellos tiempos y aquellos amigos que recuerdo aunque haga un siglo que no los haya vuelto a ver. Carlos, Aníbal, Enrique, Bravo, el Nuni…Una pandilla que hubiera dado juego para escribir una “ Stand by me” a la española, la película, que venía desde “The Body”, la novela de Stephen King. Por aquel entonces empecé a escribir, con aquellos canguelos exagerados y precauciones absurdas, hará unos sesenta años. Ya ha llovido, que se decía antaño.

Hay que buscar, parece, entre unas cosas y otras, una justificación al hecho de escribir o de pintar, aunque para mí ya quedó dicho, no recuerdo muy bien por quién, creo que pudo ser Reverte Alatriste: “Que uno escribe, o pinta, para quererse a si mismo o para que le quieran los demás.” En cualquier caso está claro, colgar uno o varios cuadros, cara al público, es una exposición, exponerse a la apreciación, a la crítica, eso que hacíamos hasta con miedo en la juventud y que ahora, a estas alturas del partido, ya no prima, porque lo que piense la gente ya nos importa un clásico carajo o el más elegante bledo y además bastante tenemos con lo que dudamos de nosotros mismos. No es igual estar colgado en el estudio que estarlo en las paredes de una galería. La narrativa del cuadro, su proceso de ‘creación’( ! ) es el placer del artista, el pintor para si mismo y su propio ludibrio. Es fundamental que así sea y si luego al salir del estudio gusta al público en general, mejor que mejor.

La ventana a otro mundo (otro mundo en este que solía ser el nuevo mundo)… (Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #6)

La ventana a otro mundo (otro mundo en este que solía ser el nuevo mundo)… (Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #6)

En los tiempos que corren, ya no será necesario ‘explicar’ nada a nadie. Y esto que quiere decir? No entiendo lo que quiere decir este cuadro. Uno de los mayores placeres de exponer pintura en público, o fotografía, es esperar a que entre en la sala esa señora, o señor, que vienen con la determinación de hacer la pregunta del día, o del año, o del… es igual porque siempre es la misma: “no entiendo lo que quiere decir este cuadro. Dónde está el pintor?—quiero hablar con él”. Que cada cual arrime el rescoldo a su vela, el entretenimiento hace tiempo que es Júpiter Tonante,  más importante que las órbitas planetarias, que los dioses clásicos; el mundo ha cambiado enormemente y ya no es lo que era, en casi ningún sentido, aunque luego se vea que lo fundamental sigue siendo lo mismo y que las costras de la mugre de antaño salen sin disimulo ninguno a la primera ocasión y a tantas otras. Debe ser la maldita, por tantas veces denostada, influencia del archifamoso “postmodernismo”, la daga vizcaína de toda buena espada, que vale para un roto y un descosido. Con el “postmo” se puede ir hacia atrás tanto como se quiera, diez, quince años, un siglo, o varios y a este paso llegar hasta los griegos. Solo hay que descuidarse un poco.

“También uno en su propio arte puede hacer coexistir el momento moderno y el postmoderno, o alternarlo, o hacer que el uno siga al otro muy de cerca.” (U. Eco, para no variar). Y sigo con los homenajes al finado ‘signore’. No me queda más remedio porque lo he leído y admirado por activa y por pasiva. Cuando salió “El Nombre de la Rosa”(por poner un ejemplo arquetípico) lo leí y lo saboree varias veces en español. Más tarde volví a leerlo en francés, una traducción magnífica y ello me dió las ganas de leerlo en italiano (el original es el original) y cuando ocurrió el deceso, ahora, muchos años después, casualmente lo estaba leyendo en inglés, excelso, lo que me permitió captar como y cuanto había influenciado a varios recientes escritores ‘históricos’ anglosajones americanos y a tantos otros.

Que pena que se haya ido, leerle era como una de esas comidas que siempre te sientan bien, las que los americanos llaman “confort-food” y yo personalmente llamo: huevos fritos con arroz, tomate y patatas fritas. Antiguamente, en mi Salamanca natal, la original, la Helmántica de España, en la Gran Vía, en la cafetería de Cacho, (que ya no existe) estaba como plato combinado. Y digo la original porque hasta cinco de ellas he encontrado viajando y “googleando” los USA y una casi me doy de bruces con ella si no me hubiera equivocado de carretera. Salamanca (NY) Estado de New York, cerca de Rochester y no muy lejos de las cataratas del Niágara. Quedará para otra ocasión ya que me he venido a vivir muy largo de aquellos andurriales.

…“no entiendo lo que quiere decir este cuadro. Dónde está el pintor?—quiero hablar con él.” (Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #4)

…“no entiendo lo que quiere decir este cuadro. Dónde está el pintor?—quiero hablar con él.” (Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #4)

Vaya! Una vez más estoy frente a unos cerros, y ‘me he ido por ellos’, el caso es que no pueden ser los cerros de Úbeda, el cartel reza: Ítaca, 8 millas—Grandwiew, 15 millas. Debería decir: Ítaca, 8000 millas, o lo que sea de aquí a la Grecia mediterránea. Y lo de Grandwiew, me cuesta creerlo, grandes vistas en la pradera? pues sí, pero, a cientos de millas más adelante, quizás. Aquí estoy a un metro setenta sobre el nivel del mar, es decir: mi propia altura y para estar más ‘por cima de’ (salmantinismo) dicho nivel, la única solución: un ascensor. Me he vuelto de los cerros y ando buscando manera de terminar este post que más parece una cazuela de desvaríos.

Lo dicho, creatividad e inmortalidad, palabras que habría que echárselas de comer aparte a cualquier pintor, fotógrafo, o escritor. Es el calor, el calor y la humedad. Llevo un rato pintando en el estudio, horas (ni me entero de cuantas) y consolándome con Ravel y Satie, que le ‘pintan’ muy bien a estos crepúsculos de Maypearl (TX). La ventana a otro mundo (otro mundo en este que solía ser el nuevo mundo) de este cuadro me permite soñar despierto y una vez más, evocar a Umberto Eco. Es un placer y lo prometido es deuda:

“El que no lee, a los setenta años habrá vivido solo una vida. Quien lee habrá vivido cinco mil años. La lectura es una inmortalidad hacia atrás.”

Luisma, Maypearl (TX)      29 de Junio del 2016

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Ecos de Umberto

(Pensamientos ‘a esgalla’, o ‘a esgaya’, a saber…)

“…y sin embargo son en blanco o en gris, el terror puede ser gris…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…y sin embargo son en blanco o en gris, el terror puede ser gris…”
(Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

Un pensamiento, una imagen. A veces una palabra también lo es, todo depende de su significado, o de su sensación, si el significado no lo tienes claro. Esgalla, o esgaya, no sabría con cual quedarme. Necesitaría la autoridad de Umberto, o la de mi intuición. Es una de esas palabras que vienen montadas en la cresta de alguna de esas olas figuradas de los sueños. Viene del Latín, ya me gustaría que todo fuera tan simple. En las horas que deberían ser de sueño reparador y sin embargo son en blanco o en gris, el terror puede ser gris; con pensamientos ‘a esgalla’, o ‘en abundancia’ (esta parece ser la mejor explicación de la palabra, eso si no es la única).

Me retrotrae a la primera vez que la escuché, hace sesenta años, estando de caza con mi padre: “vamos a ponernos aquí, que por la esquina de ese matón entran perdices ‘a esgalla’ y cuando nos ven ya es tarde”. Doce cayeron en el pin-pan-pun de un par de minutos. Y con la emoción cinegética; ahí se me quedó la palabra, prendida para los restos y me gusta que venga de vez en cuando surfeando de entre las sombras del pasado y del recuerdo. Parece ser palabra en lengua asturiana, o por lo menos norteña. A saber porqué mi padre la usaba, siendo tan castellano, él. Uno, de niño, le pregunta a su padre que quiere decir una palabra, pero no como se escribe.

Sentado, sin apoyo de la espalda, en la cama. A punto de decidir el lance, pie a tierra o volverme a dormir, si se puede. Mientras tanto chorreada de pensamientos, a esgalla, ‘mirando a los ababoles’, con la cabeza en Batuecas, o en Gredos. Repica el campanario del teléfono durmiente de S.( léase, Ese Punto). Maitines en Maypearl (Texas), la obscuridad total antes de llegar el día. Si usas las tinieblas, la noche, no puedes gozar, o malamente, de las primeras luces, esas que corren las sombras a las espaldas de la casa. La luz tangencial provoca a la cámara fotográfica. Otro mundo del Otro Mundo se despliega. Por eso, muy de vez en cuando, me gusta estar en pie al amanecer, aunque luego me vuelva a acostar la ‘siesta mañanera’ de los monjes.

“Maitines en Maypearl (Texas), la obscuridad total antes de llegar el día…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“Maitines en Maypearl (Texas), la obscuridad total antes de llegar el día…”
(Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

Monjes. Por ahí resbalan los sueños esta mañana, como los truenos de la tormenta. Umberto Eco, reciente todavía, me sobrevuela como un pájaro, o como un murciélago de ese “Jardín de las Delicias”, última imagen antes de despertar. Cierro los ojos y me ataca la meditación, aquella en silencio, que aprovecho para descabezar un sueñito, o un tiempo más largo si es posible. Esos momentos en los que los sueños que se producen conforman los sueños que se recuerdan. Todo ello a pesar de que el gallo del vecino, al otro lado de la carretera, tienda a confundirme con sus cacareos a horas intempestivas. Nunca me levanto con el gallo, ni me acuesto con las gallinas. Misterio irresoluto de mi vida.

Tengo que encontrar más de estos pensamientos y dichos hispánicos o italianizantes en mis viejos papeles amarillentos, ya antes de empezar la refriega, cuando como ahora lo apuntaba todo pero por diferente razón. Entonces tenía memoria, fresca, lúcida, capaz hasta de lo microscópico. Ya no, tengo más lagunas que las de Ruidera (eso si no han desaparecido del todo) y a menudo por minutos se me borran cosas que no deberían. La sensación es lamentable, es como si metiera el cerebro en agua y lo sacase pingando y aparentemente limpio y hermético. Un desastre como tantos otros en estos capítulos de mi vida y aunque me repitan hasta la saciedad que es ley de ella, en realidad es el celebérrimo consuelo de tontos, al que ya nos vamos apuntando al vencer la séptima década.

Inquiriendo a la imagen del otro lado del espejo. Seguimos aprendiendo? De lo ‘divino’ y de lo humano. Porqué quieres saber?  “Porque aprender no consiste solo en saber que debemos o que podemos hacer, sino también en saber que podríamos hacer y quizás no deberíamos.” William de Baskerville (“El Nombre de la Rosa”).

Con la muerte de Umberto Eco, los cuadernos amarillos florecieron de apuntes marginales y de sus comentarios sobre arte, sobre Internet. “Mientras estás pintando estas pensando en el que ve tu obra y en como la ve. Después de un brochazo o una pincelada, el pintor da dos o tres pasos hacia atrás y estudia el efecto: mira el cuadro, así es, de la forma que el espectador lo admiraría, con la luz adecuada, cuando está colgado en la pared. Cuando una obra está terminada, se establece un diálogo entre la pintura y los espectadores (el autor esta excluido)”.

“…La luz tangencial provoca a la cámara fotográfica. Otro mundo del Otro Mundo se despliega…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…La luz tangencial provoca a la cámara fotográfica. Otro mundo del Otro Mundo se despliega…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

En cuanto a las “redes sociales”(que horterada!) me hago eco de Eco (esta vez la horterada es mía), comulgo con la misma mala hostia que él. No te confundas, yo empecé muy pronto con el Internet, antes de que estuviera en España y bajo las banderas del Yahoo, lo ví venir todo muy rápido. Decía Eco: “Las redes sociales le dan derecho de palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban solo en el bar, después de un vaso de vino, sin dañar a la colectividad. Enseguida (a estos) los callaban, mientras que ahora tienen el mismo derecho de palabra que un Premio Nobel. Es una invasión de imbéciles. El drama de Internet es que se ha promovido el tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad.”

Sigo surfeando por los márgenes de los cuadernos amarillos, excelente deporte, sin mirar a los nogales de mi entorno que se mueven con un viento mañanero por soleares (cosas de las tormentas) y de los que caen pécanos y pensamientos a esgalla que se instalan en dichos márgenes y que aún sin firma pertenecen a Umberto Eco o a su recuerdo, ahora que ya no está. Este deslavazado ‘post’ es un homenaje, a uña de caballo. Habrá más porque la admiración era grande.

“Nada da a un hombre miedoso más coraje que el miedo de otro.” – Umberto Eco

(o quizás fuera Confucio, o el papelito de un Fortune Cookie, a saber…)

Luisma, Maypearl (TX)       28 de Mayo del 2016

 

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Una noche de ensueño

Luis Jimenez-Ridruejo, Uninhabited Garden #2

Luis Jimenez-Ridruejo, Uninhabited Garden #2 (“the lost painting”), acrylic on canvas, 22″ x 22″

Por primera vez, en mucho tiempo, una noche con un sueño maravilloso, delicioso, fantástico…todos los adjetivos que se le ponga son pocos. Usualmente, la cosa no discurre así, mis sueños son difíciles o frustrantes o terroríficos o incluso simplemente inocuos. Esta vez me cayó el premio, me tocó la lotería, me bajaron las nubes para poder subirme en ellas. Que bien!

Una noche de sueños de los de estrellitas, de borreguitos, de pastelerías, de los que te curan, mismo, la acidez de estómago. Hasta incluso, mientras estoy escribiendo esto, silbo una alegre cancioncilla intranscendente; solo de la felicidad que me produce el recuerdo de esa noche, de ese sueño. La misma sensación que cuando juego un buen partido de fútbol, ahora que cada vez se me hace mas complicado que eso ocurra por la edad y por los crecientes detrimentos físicos.

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #4, acrylic on canvas, 75" x 60" (detalle)

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #4, acrylic on canvas, 75″ x 60″ (detalle)

Bueno, va…nos vas a contar el sueño, si o no? Bien, pues la cosa va de pintura, de mi pintura. Soñé que estaba conforme con mi pintura (lo que nunca ha sido así), que me gustaba lo que había pintado y que era bueno. Y que había pintado mucho, una exposición completa y que todo el mundo decía que era una buena pintura, tirios y troyanos, amigos y la “cofradía de la elegancia”, todos.

Aquí no me va a quedar más remedio que explicar lo de la cofradía de la elegancia, es decir la “critica especializada” (más o menos especializada, según se mire). Esos cuya mejor manera de definir laudatoriamente mi pintura ha sido siempre acusarla de “elegante”, lo que dicho sea de paso todavía no he podido comprender bien que quiere decir y en que se basa dicha definición.

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #10, acrylic on canvas, 48" x 56" (detalle)

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #10, acrylic on canvas, 48″ x 56″ (detalle)

Esta vez la palabra elegante no se veía por ningún lado, ni afloraba siquiera en las típicas lenguas de doble filo, los envidiosos…no envidiosos de mi (pobre!), los envidiosos por real decreto, los de siempre, que habitan cualquier país y cualquier hemisferio. Los que viven vidas únicamente de espectadores, esos que se dedican a mirar (en blanco y negro, desvaído) como los demás viven sus vidas, en vez de vivir las suyas propias (colores a tutiplen).

En pocas palabras, fue una noche, un sueño de plenitud, un sueño que era un sueño. Ni siquiera cuando me desperté la sensación fue mala o infeliz por el término de dicha felicidad. El solo recuerdo del sueño era una felicidad en si mismo. Firmaría, ahora mismo, tener más sueños como el del otro día, o la otra noche, o tenerlos a menudo, más a menudo. Esta vida, con sus más y sus menos, necesita estas pequeñas inyecciones de optimismo, aunque sean imaginarias.

Luisma, 27 de Abril del 2009

[originally posted at Dust, Sweat and Iron]

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“Esto es arte o fotografía?”

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

“Esto es arte o fotografía?”

(titular de un articulo de El País, sección fotografía, del 5 de Junio del 2015, firmado por C.G.)

Hace tiempo que vengo notando y creo que no soy el único, van siendo años ya, aquí y al otro lado del ‘estanque’, que el periodismo va en caída libre por la pendiente. Me refiero, claro está, al periodismo de ‘redacción’, al que solo escribe, normalmente, en los todavía llamados diarios o periódicos, sean de papel o sean on-line. Tendría que ponerme a pensar en una fecha, o un momento crucial, en el que empezamos a notar que los periodistas se empeñaban en resbalar por la dicha pendiente, untada por los deslizantes aceites de la poca lectura y la imitativa de pobres ejemplos, vinieran de donde vinieran.

La imagen que me viene a cuento es la de un tropel de ellos, correctamente vestidos ‘de corbata’ precipitándose a empujones en una piscina atiborrada de otros como ellos, (la imagen me recuerda a las del gran Wolinski de Charlie Hebdo, R.I.P.), piscina de la que no pueden salir no por carecer de ayuda, sino por ni siquiera pedirla. Y todos mojados por las mismas aguas, las de los hisopos de la incultura más galopante. Quedan salvados los periodistas-escritores, es decir, los que solo se mojan semanalmente, o de ciento al viento, con sus colaboraciones, columnas especializadas, a menudo críticas de todo tipo y que transmiten en una manera más literaria que reporteril o de noticias del día. Por el propio hecho de su actividad literaria, generalmente novelística, se les supone una calidad de escritura, que en algunos casos, pocos, deja que desear.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

El caso es que el otro día, siempre hay un día llamado ‘otro’ para estos casos, estaba “ojeando” de ojo, u ‘hojeando’ de hoja—no lo tengo muy claro—aunque debía ser lo primero porque era con el Ipad (entonces sería ‘pantalleando’, hombre…) instrumento que no alcanzo a dominar, todavía, pero al que le saco todas las cosquillas posibles porque me sirve para muchas cosas…delgado de tamaño y peso, muy ‘iluminado’, rápido como una centella, una cámara de fotos increíble y contiene un mundo entero o más, mucho más. Es una herramienta fantástica que apoya mi sentido de lo artístico. Ahorro tiempo y dinero, es como una hucha y a la que no hay que romper para sacarle la sustancia. Ya me he ido por las ramas…

Decía que el otro día estaba ‘pantalleando’ un periódico, El País, online—una verdadera lástima—es uno de los que van rodando por la pendiente, cada vez peor: redacción aparentemente dirigida por sus enemigos, errores sin cuento, fotografía poco cuidada (aún recuerdo los primeros tiempos de El País, cuando sus fotos y fotógrafos eran un referente hasta para la fotografía artística), la sintaxis y ortografía desquiciadas. El Pais! uno pensaría que después de tantos años, habría en plantilla algún especialista en la interpretación de lo anglosajón y lo ‘americano’, después de la retro-colonización a la que nos hemos visto abocados, pero quiá, ni por esas! Sigue el vicio sempiterno de no entender lo americano, (o lo estadounidense—fea palabra, malsonante) casi al mismo nivel que ellos no entienden lo español. Con una diferencia notable: en USA rara vez hay alguna noticia de España, que no sean catástrofes y poco más. Sin embargo, en España lo raro e inhabitual es que se vaya un día sin noticias venidas o generadas en USA, noticias de todo tipo y con frecuencia mal interpretadas, o con errores incluso de bulto. Así ha sido desde hace ya más de un siglo. Tremendo.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Todo este comentario desatado a cuenta de un articulo en El País, titulado: “Esto es Arte o Fotografía?” de una tal C.G. y bajo el epígrafe de Fotografía. Lo de menos es a que se refería el escrito, creo que era una exposición de fotografía china, da igual, el problema me surgió al leer el título, presentando un supuesto dilema de unas fotos en ser arte o fotografía, como si una semejante disquisición fuera posible. Lamentable y supongo que confuso para mucha gente. No quiero ni pensar que la citada periodista C.G. estuviera tratando de ‘volver’ hacia atrás, unos setenta años, cuando la fotografía todavía era discutida como arte. Le concedo el beneficio de la duda, quiero creer que fue un simple desliz del lenguaje, un despiste.

Me consta que en ciertos niveles del llamado ‘gran público’ existe aún esta visión negativa de la Fotografía. Que se le va a hacer? Pero, ese público es muy duro de pelar, con el se necesitan años e incluso siglos. No es, sin embargo, de recibo semejantes errores en un periodismo que debería ser el educador de este ‘gran publico’. Y tenemos, por desgracia, unos periódicos actuales en los que las equivocaciones de todo tipo son legión y diarias. Tampoco veo quién, o quienes, pueden actuar de salvavidas en la repleta piscina, donde chapotean y chapotean pero no se les ve intención de salir. Echo de menos al corrector de pruebas y al redactor-jefe, estos deben estar abanicándose en el limbo, espero que el de los Justos. Aunque no sé muy bien donde queda eso, quizás debajo del trampolín.

Luisma, Maypearl (TX)   29 de Marzo del 2016

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Manos arriba

“…la colección de una vida entera… del cirujano Dr. Adrian E. Flatt…”

“…la colección de una vida entera… del cirujano Dr. Adrian E. Flatt…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Siempre he dicho que este país, los USA, nunca dejará de sorprenderme. Así lo ha sido los veintitantos años que llevo aquí—parece que lo sigue haciendo—y convengo que así puede que sea en adelante, tanto como me duren las pilas, claro. Lo cual está por ver. No digo que cada día, pero sí que muy a menudo, descubro cosas impensables, asisto a situaciones inesperadas, encuentro ideas o inspiraciones que se van de lo arquetípico y se convierten en una más de las sorpresas que ya hasta empiezan a parecerme normales.

De que otra forma se puede aceptar lo de la semana pasada en un hospital del centro de Dallas (Baylor). Uno que ya lleva vistos cien hospitales y cien museos y que no suele confundir unos con los otros, vagaba por los pasillos de la planta pública y de oficinas, común a todas las torres de especialidades. Un vagar distendido y relajado, matando el tiempo, que es algo en lo que tengo estudios y si se me apura hasta doctorado. Mientras S. “veía” a uno de sus médicos especialistas, yo me dedicaba a “mirar” el arte de serie B que colgaba profusamente en sus paredes. Montañas de cuadros pictóricos del más variado pelaje; eso sí, con cierta tendencia, observada en toda clase de hospitales, al Impresionismo, sin llegar a los cuadros de ciervitos, y a la Abstracción, esta cogida con pinzas y asesinada con el bisturí de la más burda imitación, “arte moderno” que le dicen.

Cuadros sin alma y lo que es peor, sin oficio. Pinturas compradas al peso, bueno, mejor dicho, por docenas. Seleccionadas por la enjoyada señora de algún preboste, cuyos millones sirven para edificar, amueblar, suministrar y de paso eludir impuestos personales y darse pisto eterno con su “fundación”. O quizás, compradas en algún almacén al por mayor por alguien de la oficina de los arquitectos. Solo el cielo sabe, de su aprecio y con que criterios y que titulación, posiblemente la de “correveidile” de turno, o la mas moderna titulación exportada con la americanización: becario, interno, es decir persona de cortos estudios que suplanta al verdadero técnico o profesional acreditado, cobrando mucho menos dinero por ello. Manos arriba!

“…cientos de manos de gente famosa, célebre, singular…”

“…cientos de manos de gente famosa, célebre, singular…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Así me veo de pronto, en mi deambular, aceptando la idea cuasi-faraónica de encontrar “al fondo a la derecha” de uno de estos pasillos con sabor a pirámide, Oh sorpresa! un gran hall, una especie de cámara del tesoro con acceso desde una escalera amplia y en rotación, y allí los miles de lúmenes y las vitrinas empotradas de un “Museo”, una gran exposición de manos y fotografías. Sí, sí, solo manos de bronce y la correspondiente fotografía del propietario de esas manos. Un museo totalmente personal, la colección de una vida entera, de un cirujano especializado en operar dolencias de las manos. El autor, el doctor Adrian E. Flatt, nacido inglés y largamente nacionalizado americano, un artista y un personaje de vida fantástica y sorprendente. Lo dicho, la sorpresa y la capacidad de ser sorprendido.

Unos cuantos cientos de manos de gente famosa, célebre, singular, incluidas manos de muchos de sus pares, cirujanos como él. Dicho así, multitud de manos y dedos que te dejan en suspenso; delirando por todas, o casi todas, las posibilidades de tal oferta alucinante. Manos expresivas de muchas maneras, grandes, pequeñas, dedos largos, cortos, tiesos, agarrotados, relajados, crispados, tranquilos, sufrientes y al pie de las cuales, una corta nota informativa sobre los dueños de esas manos y una fotografía de ellos. La mayoría personajes de vida pública, reconocibles, artistas, intelectuales, políticos, deportistas, músicos, médicos, astronautas…no hay un orden establecido, solo algunos grupos coherentemente unidos, o separados.

“…Armstrong, Aldrin, Collins…Cual sería su problema con las manos?...”

“…Armstrong, Aldrin, Collins…Cual sería su problema con las manos?…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Astronautas?—quien lo diría—uno abraza la idea o la creencia de que estos señores son casi perfectos, a tantas pruebas como se deben someter para salir con el empleo. Siete de ellos están con sus manos en bronce allí, incluidos los primeros alunizados: Armstrong, Aldrin y Collins. Cual sería su problema con las manos? Cualquiera sabe. Deportistas, como la tenista Cris Evert, de manos pequeñísimas; jugadores de beisbol y de football NFL, mas plausibles de tener problemas profesionales. El mago David Copperfield, a saber porqué. Varios presidentes de los USA y algún dictador latinoamericano; Van Cliburn, un pianista, lógico; Louis Armstrong, menos lógico así a primera vista. Paul Newman y otros actores y actrices; Larry Hangman, el JR de la serie “Dallas”. Walt Disney; Christian Barnard, el primer trasplantador de corazón y hasta una cohorte de montañeros y alpinistas. Algún español? Sí—el gran guitarrista Andrés Segovia—. Lo dicho: un ciento de personajes y sus manos, supongo que curadas o por lo menos consultadas.

“… Segovia, Cliburn, Stern…mas plausibles de tener problemas profesionales”.

“… Segovia, Cliburn, Stern…mas plausibles de tener problemas profesionales”. Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Ni que decir tiene que telefoneé y me cité con S. al acabar sus consultas, en el sitio pero sin decirle lo que allí había. Trataba también de sorprenderla. Largo rato después, yo seguía mirando obsesivamente aquel montón de manos y al pronto una voz, a mis espaldas, me decía, en español: —Es la leche! Esto es simplemente alucinante—naturalmente era S., cuyo español, como puede observarse, “mejora” a marchas forzadas, al galope. Así salimos del hospital haciéndonos cruces y prometiéndonos visitar, sin falta, cualquier “museo hospitalario” que se nos ofrezca por tan módico precio. Recuerdo, hace unos años, una visita al Museo Nacional Dental en Baltimore, con su pièce de résistence: las dentaduras postizas del Presidente Washington. No todo van a ser museos de pintura.

Luisma, Dallas (TX) 21 de Marzo del 2016

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Quebrantar

Luis Jiménez-Ridruejo frente a Instar#5

Luis Jiménez-Ridruejo frente a Instar#5

Quebrantar. He ahí un verbo que siempre me ha atraído con una especie de magnetismo que va más allá de cualquier explicación que yo mismo le pueda dar. Incluso su propia onomatopeya lo define mejor, y repitiendo la palabra, su sonido casi llega a la propia definición; por eso, en lo que a mi respecta, me he pasado toda la vida quebrantando situaciones y cosas. Uno de mis sonidos favoritos es, natural o artificial, la madera seca al quebrarse. Quebrar, quebranto, quiebro, voces desde mi más tierna infancia, si es que alguna vez he tenido algo de tierno—que creo que sí—y de sentimental o cariñoso—que creo que también. Hasta mi salud ha sido siempre quebradiza, con la apariencia de no serlo, saliendo siempre indemne de accidentadas ocasiones, con el pendón en alto y una sonrisa, como si conmigo no fuera la cosa. Un tipo con suerte. Y de joven no iba conmigo, al menos en mis excursiones de amigos (todavía no ‘existían’ las chicas) que eran casi siempre a las quebradas próximas al rio (Tormes) donde la meseta castellana se arrugaba. A los trece años, accidentada ocasión, volví a nacer. La suerte no me ha abandonado desde aquello.

Quebrar, alterar las líneas sin ningún genero de problema. Y la excusa, la explicación; tanto en salud como en enfermedad, se tratara de lo que se tratase, la respuesta siempre era la misma: ‘Yo no he sido’, incluyendo situaciones in-fraganti. Protagonista de mi propia película. De puro cómico, dramático. A la pregunta, siempre me he definido como: pintor, de brocha fina, lo que significa en Europa, por etiqueta, ser raro, pobre, bohemio y muy poco más. Alguien me dijo alguna vez que hubiera sido un magnifico abogado, a la antigua usanza—todo español es licenciado en Derecho, mientras no se demuestre lo contrario—retorcedor de palabras, como si fueran de esparto, y lo opuesto de mi propio brazo, tan difícil de darlo a torcer. A lo dicho, como a lo hecho: pecho, y circunloquio, y total inasequibilidad al desaliento. Ante el lío, cambiar la muleta de mano y darle distancia al morlaco. Conveniente, también, mirar al tendido con disimulo…

Detalle de Instar#6 (Luis Jiménez-Ridruejo)

Detalle de Instar#6 (Luis Jiménez-Ridruejo)

A lo peor y por todo lo anterior y más, parece que mi pintura tenga un proceso irónicamente lento, en sus decisiones. Creo que hubiese sido mejor pintar un solo cuadro, a lo largo de toda mi vida, y por supuesto dejarlo sin terminar. Es posible que esto sea lo que he estado haciendo, hasta ahora. En América, igual me seguirían llamando “artista” y me mirarían con un cierto respeto. Tengo que preguntar a alguien para que me aconseje, alguien de confianza, que no podrá ser de la cofradía de la elegancia (“la crítica”) porque ellos solo saben de que va su rollo, pero nunca sabrán de que va el tuyo, porque realmente no les importa demasiado. Aún así, siempre a lo peor, solo ellos me pueden sacar de dudas, por oposición o antagonismo. A estas alturas del partido, en pintura, ya me creo cualquier cosa que me pase y hasta me avengo a ello.

Detalle de Instar#10 (Luis Jiménez-Ridruejo)

Detalle de Instar#10 (Luis Jiménez-Ridruejo)

De un tiempo a esta parte, estoy viendo que mi pintura gusta a gente—mucha—que no me podía imaginar y disgusta a otra gente—poca—que hubiera jurado que les gustaría. Es igual, siempre fui cómodo, pero no conformista. Lo que me resta, como diría el dilecto Ángel González, que en algún Olimpo estará, aunque sus palabras se quedaron conmigo en esta eternidad provisional…

“Yo lo noto como me voy volviendo

menos cierto, confuso, disolviéndome en aire

cotidiano, burdo

jirón de mi, deshilachado

y roto por los puños.”

…   …

“Un escombro tenaz que avanza por caminos

que no llevan a ningún sitio”

…   …

“Ya lo único que quiero es vivir.”

Y que me dejen en paz todos los que me quieren pasar factura de mis errores. Aunque tampoco hay que exagerar, ni hacerse el mártir. Al fin y a la postre, que pueden hacerme ya? (Nada con sifón).

Detalle de Instar#4 (Luis Jiménez-Ridruejo)

Detalle de Instar#4 (Luis Jiménez-Ridruejo)

Quebrantar, romper, deteriorar, transgredir, profanar, conculcar, infringir…pero sin dejar un solo cadáver en mi camino. Al contrario, a mi me han matado muchas veces; siempre he salido indemne, y lo dicho: con el pendón en alto y silbando una alegre cancioncilla. Algunos me han acusado por ello de irresponsable y como mínimo de molesto, fastidioso, rompecojones (que dicen los franceses). Un personaje a evitar porque te repica en la imaginación cuando te miras al espejo, eso que muchos hacen demasiadas veces, cada día. Hace tiempo que ya solo quebranto las leyes de las llamadas artes, de la imaginación y quizás alguna cosa más, sin importancia, como la propia dietética; mañana por la mañana es posible que amplie la lista, esta noche estoy así de optimista y bienhumorado.

Felicidades, se lo deseo a todo el mundo, incluso a mis enemigos, esos que ellos dicen que tengo, pero que yo no reconozco. Que les llegue esa tontería e inexactitud que llamamos felicidad y que yo creo que tengo. Siendo así, al menos mientras dure, quiero disfrutarla (mueca facial), antes de lo de las malvas. Entonces, lo dicho, a ello me dedico: felicidad y elasticidad muscular, que diría Córdoba (mi cardiólogo, antes que amigo) y por lo demás, hála, hasta la vista, si no nos vemos antes.

Luisma, Maypearl (TX)   27 de Febrero del 2016