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La del alba sería…

"...es el ver amanecer casi llegando a España.” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

“…es el ver amanecer casi llegando a España.” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

El lucero de la mañana. Solo me acuerdo de esa luz, con ese nombre tan relamido y tan dudosamente poético, cuando estoy en estas alturas mortales de necesidad, subido en un avión por encima del Atlántico; el “estanque” que es como le llaman al océano los americanos; el “charco” que decimos nosotros. Una de las delicias estéticas del viaje de América hacia Europa, con sus horarios habituales, es el ver amanecer casi llegando a España y desde esas alturas, cuando las nubes quedan por debajo y el espectáculo aparece casi garantizado, y siempre  distinto, siempre algo nuevo, más luminoso o más brillante. No sé cuántas veces he atravesado el Atlántico, pueden ser veinte o treinta, eso hace un montón de amaneceres, que no es poco. Todos iguales y todos diferentes.

Hace un rato todavía era de noche, la noche de estos vuelos es una noche “corta”, de “solo” tres horas, y buscas el dichoso lucero porque el alba se viene volando, nunca mejor dicho. El sol, perdón, el Astro Rey, se asoma saliendo del agua y trepando sobre un alfombrado de nubes para ofrecerse totalmente limpio como una moneda de oro radiante, obligando al fotógrafo a hacer virguerías con toda esa luz. Viéndola, se le va a uno la neurona, la de pensar en los millones y millones de soles que al parecer pueblan el universo, o eso dicen los que saben de ello. Dada la cantidad que se ha descubierto en este nuestro rincón de la Vía Láctea, estiman que puede haber miles de millones de sistemas solares, solo en nuestra galaxia. Cantidades ingentes de luz, para dar y para tomar. ¿Mundos de luz, iluminando qué? Desde nuestras entendederas y pobre vista, solo la infinita negrura espacial.

…Interior del “American Airlines Boeing 787 Dreamliner” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo.

Interior del “American Airlines Boeing 787 Dreamliner” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo.

Y es ahí en esa obscuridad, reflejada (?)—o así me lo parece a mí—que sale el dichoso lucero, como una especie de telonero del concierto solar, que es el plato fuerte de la jornada. Cervantes acertó, como casi siempre, si señor: sería la del alba. Y a partir de ahí, todo el espectáculo “aéreo”: luces, reflejos, luminarias, colores, brillos sorprendentes, tintes “fabricados” en picado, los contrapicados son para la imaginación. Todo esto para el atónito fotógrafo, escondido detrás de la más grande y más redondeada ventanilla de este avión (Boeing 787 Dreamliner). Miro hacia fuera y constato cada uno de los 34000 pies y de los 900 Km por hora, que es lo normal de este tubo metálico (a veces, no te puedes ahorrar el cliché). Un avión, este, recientito como los churros de un buen desayuno; solo hace tres semanas que salió de la fábrica, con el último grito de la moda: las ventanillas con cierre visual, un ojo sin párpado, seis grados de filtro de color azul, desde el que te nubla la vista, hasta el que te deja ver claramente todo lo que pasa afuera.

A lo que pasa fuera: altura y velocidad, le podemos añadir la temperatura, es decir cuarenta y siete grados bajo cero, que si lo piensas despacio y un par de veces te daría por cerrar los ojos y empezar la letanía del torero y no parar hasta que se acabase esta singladura…”ora pro nobis” y “que no nos pase ná”. Todo esto no es un chiste, ni una manera de hablar, es real; en compañía de unas doscientas gentes, estoy mandándome entre pecho y espalda, la travesía, lo de Colón, solo que, en nueve horas y media, que se dice pronto. Y todo lo que se me ocurre es ir mirando y haciendo fotos, puros condicionantes estéticos y técnicos de fotografía, que si el enfoque, que si la temperatura de color, que si la profundidad de campo; mirando hacia abajo, en que otra profundidad estaría yo pensando… ¡Qué barbaridad! Que luces entran por esta ventana, es un escándalo…Quizás pensando en esto, se me abren las compuertas de la imaginación y la comprensión de las pobres luces con las que uno juega, a veces. Otras, me sobra claridad digital y pierde importancia hasta el tembleque de las manos. Cuando hay esta luz “prometida” se puede uno permitir el lujo de jugar a tres bandas, o tres luces incidiendo en el mismo motivo.

"¡Qué barbaridad! Que luces entran por esta ventana, es un escándalo…” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo.

“¡Qué barbaridad! Que luces entran por esta ventana, es un escándalo…” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo.

Para luz el Sol, la madre de todas las…mejor dicho: El padre de todas las luces, fiel a su “nacimiento” diario, desde nuestro punto de vista. Cuanto tiempo de ‘vida’ tiene nuestro Sol? Tantas preguntas y tan pocas respuestas. Una miríada de nuestros conceptos vitales tienen que ver con el Sol. Nos afecta lo que el Sol hace y lo que no hace. Las distancias y su relación con los envíos de luz. Esos ocho minutos que tarda cada ‘rayo’ en llegar…Por lo menos sabemos a qué atenernos sobre la luz y la temperatura. El sol de Castilla, el sol de Texas, el Sol del Atlántico Norte, transfusiones de luz directamente a la vena del fotógrafo…y ahí te las compongas. El Sol es despiadadamente eficiente y exacto en sus movimientos y sus “quehaceres” de estrella. Como estrella no es nada especial, es una enana amarilla, una del montón, como tantos otros billones de ellas. Y más nos vale que se mantenga como está, aunque de vez en cuando nos “queme” alguna fotografía con su “blanco nuclear”.

“…como una moneda de oro radiante, obligando al fotógrafo a hacer virguerías con toda esa luz.” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo.

“…como una moneda de oro radiante, obligando al fotógrafo a hacer virguerías con toda esa luz.” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo.

¡Ay! La memoria se va, pero se quedan las imágenes, pintura, fotografía, más alguna neurona frita por escribir, algo para que me queden recuerdos, por si acaso no hay nada después, que parece que no. He preguntado, e insisten en que los recuerdos no se pueden llevar. Ni el dinero tampoco, aviso a los navegantes. La imaginación está intentando ver la posibilidad de que la dejen ir con uno. Y por ende estoy ahora mirando estrellas, enanas amarillas (o algo así, que vaya usted a saber) planetas gaseosos, o medio, luces que iluminan mi particular Estigia, en la raya norte del rancho, a donde voy muchas veces, por ver si encuentro a Caronte (la barca sí que está) y al Cerbero, que deberían estar esperándome, por mor de pasar al “otro lado”, pero solo cuando sea menester. “La lengua queda y los ojos listos”…que buen ‘fotógrafo’ era Cervantes!

“…luces que iluminan mi particular Estigia, en la raya norte…” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo.

“…luces que iluminan mi particular Estigia, en la raya norte…” Foto: Luis Jiménez-Ridruejo.

Luisma, Maypearl (TX)   12 de Agosto del 2017

Nueva Exposición de Fotografía en Salamanca [España]

[New exhibit of photography in Salamanca, Spain]

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #128, dibond print, 16" x 20"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #128, print on dibond, 16″x 20″

Con el titulo general de: “Presencia de Pepe Nuñez” he participado en la exposición que un grupo de amigos y discipulos de Pepe hemos presentado en Salamanca este Junio y que estará abierta y visitable hasta el 24 de Septiembre de este año 2017 en DA2 (domus artium 2002)

website: domusartium2002.com/es/PORTADA

email: da2@ciudad de cultura.org

Luis Jimenez-Ridruejo, Chicago Morisot, dibond print, 16" x 20"

Luis Jimenez-Ridruejo, Chicago Morisot, print on dibond, 16″ x 20″

Mi fotografía no es un cuento de hadas, ni tampoco un relato de ciencia-ficción, del futuro solo me interesaría (fotográficamente) el devenir de las técnicas de consecución de la imagen y los resultados. Que tiene de especulación? Quizás el hecho de mirar con el prisma de la imaginación. El pensar en universos paralelos, pura fantasía, colores y ‘formas’ arrebatadas a la posibilidad de otros mundos.

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #201, dibond print, 16" x 20"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #201, print on dibond, 16″ x 20″

Cuatro árboles, unos cuantos arbustos diferentes. Las cuatro estaciones como si fueran las cuatro paredes de una casa abierta al Rey Sol, con todas sus luces del día. Texas, el bosque, la maraña que lo esconde y lo protege. La pradera y la naturaleza plena que ayuda a encender todos esos colores, que nunca pueden ser un caos y siempre están de acuerdo, ellos y mi mente. La puerta a ese Otro Mundo que he encontrado en esta parte del Nuevo Mundo.

Luis Jimenez-Ridruejo, Playa Dali, dibond print, 16" x 20"

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo, Playa Dali, print on dibond, 16″ x 20″

 

El dia antes de la inauguración de la exposición (22-06-17) tuvimos una rueda de prensa en la misma sala de la Exposición.  DA2 (Domus Artium 2002) Cra.de la Aldehuela.Salamanca.

Rueda de prensa. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Rueda de prensa. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

 

Otros de mis post relacionados con Pepe, publicados en mis blogs luisjimenezridruejo.com y dustsweatiron.net

Retrato de Fotógrafo (I):

Núñez Larraz podía haber sido, perfectamente, un fotógrafo americano; si no fuera porque en América no había romerías, tascas, ni procesiones de Semana Santa. Ah! y los Toros…Pepe, desgraciadamente, murió hace casi dos décadas y yo perdí entonces el mejor maestro y el mejor amigo.

De Fotografia:

Ver el mundo…Perpetuar lo visto. Ahora sé que para poderlo recordar. Claro que, no es solo la fotografía que uno hace; luego está la otra fotografía, la que otros hacen, la que son los recuerdos de otro. 

Mirar y ver:

 Siempre echando de menos a la persona que me enseñó a ver, partiendo de la simple mirada. Lo que Ansel Adams llamaba: visualización y Núñez Larraz llamaba: ver. Es el quid del artista fotógrafo: saber ver la foto cuando la tienes delante.

Retrato de Fotógrafo (?):

 En mi fotografía actual hay una utilización de mi propia idea del colorido, aceptando los colores que entran por la ‘ventana digital’ y dejando un mínimo de posibilidad al cambio, a la adecuación después del disparo, sin llegar a la manipulación excesiva.

Anibal y la tahona literaria:

¿Porqué me acuerdo ahora del clásicamente llamado: “General Cartaginés?” Pues…porque estaba releyendo mi primer post de este blog y en él hago mención del Ani (mi diminutivo de Aníbal) Núñez Sanfrancisco (el hijo de Pepe Núñez Larraz, amigo y maestro de fotografía).

P.S. “Pasa el tiempo y miras retratos, la gente vuelve a ti como un eco silencioso. Una fotografía es el vestigio de una cara, una cara en tránsito. La fotografía tiene algo que ver con la muerte. Es una huella. (Henri Cartier-Bresson. 1908-2004)

pepe nunez larraz

La presencia de Pepe en mi es continua, siempre.

Luisma, Maypearl, TX    3 de Julio del 2017

Tiempo Tormentoso

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #17, acrylic on canvas, 16" x 16"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #17, acrylic on canvas, 16″ x 16″

“Lo único bueno que tiene esta vida es que nada dura mucho.” Encontré este pensamiento, hecho frase, leyendo a Donald Ray Pollock, un escritor de Ohio, horror y policiaco, reciente aunque no joven. Había trabajado durante años en una papelera y como camionero hasta los cincuenta. Se puso a publicar, nadie acierta como, y le empezaron a caer las críticas (buenas, aunque nada dura mucho…) y los premios. 

Nada que ver con el “Tiempo Tormentoso” del título, excepto la pequeña—no sé si tanto—idea de que ‘nada dura mucho’ y empecé a darle vueltas al concepto a ver si me resistía en el cacumen o me resbalaba por las laderas de las montañas que aquí no hay, las imaginarias. Porque la tormenta bailaba fuera del estudio y el fondo de mi cuadro se volvia negro como la boca del famoso lobo. El tiempo ya era tormentoso de por si, me vino a la maltrecha memoria una canción: “Stormy Weather” (versión a ser posible de Lena Horne) una canción gloriosa que debió  nacer al mismo tiempo que yo, o sobre poco más o menos y una vez que la entendí y la adopté, ha ido y venido ya conmigo más de sesenta años. A lo mejor eso es “durar poco” todavía. Como su propio título indica: ese tiempo especial, que tampoco dura mucho y que para mi es tiempo encantado y encantador.

Me fascinan sobre todo las tormentas nocturnas porque doblan lo dramático del fenómeno añadiéndole: alevosía. No me atrevo a mencionar la premeditación porque eso sería meterse en camisa de once varas. Me seduce la maravilla de un meteoro al que nunca he encontrado el porqué. Conozco la física de la cosa, masas de aire caliente, vientos fuertes, chorros de agua de lluvia y todo lo que conlleva, pero aún eso no me rinde el porqué de la tormenta y de sus fenómenos más usuales: rayos, truenos, tornados. Esas fuerzas brutas de la naturaleza, si es que la naturaleza es el factótum de todas ellas, o simplemente es la dirección, la conducción, como si fuera una orquesta sinfónica, con mucha percusión. A saber. Comprender una música o una pintura, a veces es complicado. Tiempo tormentoso.

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #15, acrylic on canvas, 48" x 56"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #15 [detail], acrylic on canvas, 48″ x 56″

Ha caído un zambombazo a muy poca distancia de las ventanas del oeste del estudio, en el matón de bosque(salmantinismo?) de la izquierda, apenas cincuenta metros a mis espaldas. La luz me ha envuelto totalmente y lo que he visto y sentido es el color ‘cercano’ del rayo: rojo con reflejos blancos. Varios. Tantos reflejos como ventanales del estudio. Doce, la única pared opaca tiene tres puertas que dan a las habitaciones, también de cristal y hasta una doble de vidrieras. El resto es una caja de cristal expuesta a la más amplia visión del exterior y el negro más duro de la noche. Solo me faltaría una de esas rotatorias esferas de espejitos para parecer una discoteca. El final de los reflejos es un azul nítido y pálido sobre el cuadro que estoy pintando. Cierro los ojos y lo puedo volver a ver; es como aquellas famosas ‘visiones’ de una estampa que luego se repetían en la pared. 

Me encanta el tiempo y el paso de la tormenta porque cambia los colores de todo y con los colores ‘nuevos’ en la retina, cambia el sentimiento de apreciación de lo que estas pintando. A través de los ventanales, algunos cubiertos por cortinas de agua de las prismáticas gárgolas, puedo ver esos grises triunfales, poderosos, cortados por añiles, azules metálicos y blancos purísimos. Los ‘claros’ del bosque. Colores fáciles de ver pero difíciles de plasmar en el papel o en el lienzo de la pared. Hace muchos años, una vez que decidí pintar con el lienzo ‘colgado’ (clavado) en la pared, en un soporte de madera sobre ella, nunca volví a pintar con caballete. El bastidor lo pongo a lienzo terminado. No se libran ni los cuadros grandes, ni los pequeños, algunos de estos de vez en cuando los pinto sobre mesas, sentado. En el tiempo de la tormenta siempre me siento de cara a las ventanas de esquina del estudio, con la visión como la de los clásicos miradores, y por tanto, la sensación vívida del fenómeno. Disfrutar de la percepción de sus colores, olores, sonidos. Las tormentas de Texas son muy diferentes de las de Pennsylvania, ”donde vivía antes de ahora”. Ay! Señor, otro salmantinismo, que afición!

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #12, acrylic on canvas, 48" x 56"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #12 [detail], acrylic on canvas, 48″ x 56″

Me quedo perdido en mi ensoñación, recordando las tormentas de Pittsburgh, entro y salgo del sueño con airones tempestuosos, vibraciones de cristal, como cubos de hielo de un gin-tonic. Cuando la tormenta rola y vuela como alma que lleva el diablo, o como si fuese una carrera de bicicletas, o de caballos, que ambos sonidos cuadran. Por no sé que atavismo de abuela española, aunque a lo mejor es cosa cierta, siempre hago lo mismo cuando ‘huelo’ la tormenta: cierro ventanas, apago luces y televisión, desenchufo el computador y pongo la música del estéreo, todo para situarme al ‘salto’ de la movida en mi córner de cristal donde gozo de tribuna preferente para vendavales y migraciones animales. Una docena de patos, sin ruidos y en formación de uve, huyen volando presurosos de la tormenta, ya volverán, el lago es suyo.

Durante años solía poner música de Wagner para celebrar el meteoro. Nunca la cabalgata de las Walkirias—demasiado obvio—, mejor: El Holandés Volador. Últimamente meto jazz orquestal, con mucho metal, sobre todo trombones y si es con vocalista, que Santa Lena Horne me asista, que yo canonizo a muy poca gente. De Lena, su rendición de “Stormy Weather”, la mejor de muchas buenas. En mi caso, además es terapéutica, me calma la úlcera de estómago, tan bien como el milagroso Nexium. Y hablando de trombones: “Stomping at the Savoy” por la celestial orquesta de Benny Goodman y ‘todo’ lo de Glenn Miller, que no es de esta vida—es de todas las vidas, habidas y por haber—y por tanto, como decíamos al principio, ya va durando mucho, una eternidad…

Luis Jimenez-Ridruejo with Instar #5, acrylic on canvas, 47" x 53"

Luis Jimenez-Ridruejo with Instar #5, acrylic on canvas, 47″ x 53″

Don’t know why                                          No sé porqué

There’s no sun up in the sky                    No hay sol arriba en el cielo

Stormy weather                                           Tiempo tormentoso

Since my man and I ain’t together          Desde que mi hombre y yo no estamos juntos

Keeps rainin’ all the time…                       Sigue lloviendo todo el tiempo…

(Primera estrofa de “Stormy Weather” por Lena Horne, difícil traducir sin cambiar todo el sentido, asi que en inglés, o en “literal.”)

Luisma, Maypearl (TX)   14 de Junio  del 2017

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Birmingham Bridge

Así estaba esta tarde, a las tres. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Así estaba esta tarde, a las tres. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Puentes de Pittsburgh, alguna vez tengo que escribir largo y tendido, como son de por si; la mayoría imponentes, algunos hasta bellos. Este puente, en cuestión, particularmente expresivo, quizá porque está ahí, al otro lado de la ventana. Esos hierros cruzados, verdes, con su presencia importante. Cables y tirantes verticales en series rítmicas, soportando curvas olímpicas. Algo así como una monstruosa rueda de molino en equilibro aéreo. Y largo, largo como un día sin pan, que diría mi padre. Alguien a quien todo esto, América, le hubiera gustado muchísimo.

Dos ríos corren por este puente, uno por debajo…el mas fluido; otro, por encima, mucho mas ruidoso, bajo los tensos hierros verdes. Este, el de arriba, en el que me incluyo todos los días, compacto y a veces sincopado en ritmos y en sonidos, cuerpo y sangre de la ciudad discurriendo por los dos sentidos. Imperio por imperio, masa por masa…durarán tanto estos puentes como los puentes romanos?

Me gusta mirar, contemplar, este puente…quizá, simplemente, porque esta ahí o porque necesito un punto de referencia para cuando me olvido de donde estoy. Algunas veces, también, me olvido de quien soy, pero, el puente no puede hacer nada por recordármelo. Si que recuerdo que aquí vine, fundamentalmente, para mirar, observar, presenciar…y sigo mirando, curioso e interesado.

Todavía no he perdido el interés por este país extraño y al mismo tiempo ya tan familiar. Van siendo ya veinte años en esta olla podrida, sin segundos significados, melting pot, después de más de dos siglos. Y en esta olla se siguen mezclando, para fundirse, una serie de culturas que, aparentemente, deberían mejorar la general de este país, pero, simplemente se diluyen para perderse en una cultura nueva; como ha venido siendo el caso desde su nacimiento. Una cultura con un gran, increíble, poder de obliteración sobre las demás. Armas magnificas…el cine y la televisión!

Anglosajones que se separan de los puentes con su pasado. Mediterráneos que pierden el idioma entre las espumas de un cambio sustantivo. Eslavos que se mezclan entre si y pierden el sentido de sus mas lígrimas costumbres. Africanos que cambian porque lo que quieren es cambiar, huyendo de si mismos. Escandinavos que abjuran de su frialdad y calientan sus sangres, y tantos otros…los asiáticos, que poco sé de ellos, de todos ellos, tan diferentes! Aunque la americanización de los japoneses que viven aquí es “ejemplar”, casi religiosa. Una de las razones de esto habría que buscarla en los campos de internamiento, durante y después de la segunda guerra mundial, en California y otros estados, al oeste del pais.

Todos estos pobladores, procedentes de tan diferentes rincones del planeta, se convierten rápidamente al americanismo en su propia salsa. Ah! Se podría pensar que los hispanos, o latinos, que es como se les llama más bien aquí, se salvarían en lo de la perdida de sus culturas de origen, pero, no es así, lo único que conservan por un tiempo es la religión y la gastronomía. Es un pensamiento un poco duro, pero, cuanta menos cultura hay, menos tiempo se tarda en perderla.

El puente ha desaparecido, casi, en la oscuridad de la noche que ha bajado deprisa desde las colinas de Arlington y Mount Washington, y sin embargo, los diferentes fluidos siguen corriendo por debajo y por encima del puente. Si tuviera que ponerle un sobrenombre a este Birmingham Bridge, sería: El puente de las nacionalidades perdidas.

Bien! Demasiado hablar de pérdidas de esto, o pérdidas de lo otro…Habría que hablar de ganancias, o de beneficios del vivir aquí…Pero sería objeto de otras historias y otros puentes.

Luisma, 31 de Mayo de 2017.

[Originally posted at Dust, Sweat and Iron, 28 de Enero de 2009]

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Secretly…

“…una banda de calima a tono con el calor y el color dominante del crepúsculo…” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

“…una banda de calima a tono con el calor y el color dominante del crepúsculo…” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

Secretamente, supe que me había transformado, emocionada por la revelación de que los seres humanos creaban arte, que ser un artista era ver lo que otros no podían…No tenía prueba de tener las condiciones para ser un artista, aunque ansiaba ser uno de ellos…

–Patti Smith. (Escritora, Poeta, Cantautora Punk-Rock, pintora, fotógrafa, pianista, clarinetista…setenta años de inmensidad y coraje)

Hubo un tiempo en que las cosas que ahora escribo las contaba de palabra y solo había una ‘pequeña’ diferencia. La diferencia es que una vez que se escriben, queda. Contándolas, lo que ocurría es que el relato cambiaba cada vez; no esencialmente, pero cambiaba. Cuando escribes una cosa y pasan los años, siempre te dan ganas de volverla a escribir. Y a veces lo hago. Es una buena forma de recordar y si no de pasar la página definitivamente. 

Para que lo lea, quién? Todas estas cosas que he ido escribiendo en mi vida. Escritas en principio para mí, por el simple placer de hacerlo, y que ahora parecen sentar plaza en este ‘bullicio’ del Internet, más ciertamente ‘pifostio’ (no recuerdo bien si es un salmantinismo) palabra que yo aplico como otras muchas a variados significados o definiciones, a veces inventados o leídos quien sabe donde y recordados por la cuenta que a uno le tiene. (“Pifostio”, acabo de leerlo en el “Trafalgar” de Reverte y me temo que alguien no lo está usando bien. Por supuesto debo de ser yo. Le he quitado una erre que antes le ponía.) En fin Luisma, no te distraigas—tendencia muy tuya—que esto es pradera tejana, verde y llana, y no es Úbeda y apenas hay algunos cerros, cerritos, que se insinúan. Y no a lo lejos, que aquí ‘lo lejos’ no existe, lejos es todo. Y si no, que se lo digan a los satélites de Google.

“…que carajo estoy escribiendo o fotografiando.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

“…que carajo estoy escribiendo o fotografiando.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

Así que el horizonte está más lejos, lejísimos, que en otros sitios. Aquí cuando se pone el sol, en el último momento, no se nota más que una raya de ese horizonte, una banda de calima a tono con el calor y el color dominante del crepúsculo rosa-naranja-amarillo, con un azul que se adormece encima de estos colores, en líneas que parecen tendidas a cartabón y nivel de burbuja. Por debajo empieza a oscurecer a lo lejos, que va desde esas líneas de color hasta mi ombligo, sienas y verdes que se van a convertir inevitablemente en azules oscuros, oscurísimos, que si no enciendo las luces del porche van a acabar en el famoso negro ‘boca de lobo’. Si el cielo está cubierto y la noche no es estrellada, la sensación es que te has muerto y ese es el momento justo de pensártelo bien y entrar en la casa, encendiendo luces.

 Si aguantas fuera, aunque sea en el porche, rodeado de obscuridades, y pasas de la sensación mortal, te van a venir enseguida los cinco mil ruidos de la noche y con ellos el miedo, casi siempre infundado, aunque por si acaso con el Winchester en el regazo. Miedo, lo que se dice miedo, solo a lo desconocido. Los animales, incluido o sobre todo, el hombre. Pero en estos tiempos, segunda década del siglo XXI, ya no se puede estar seguro de nada; ya se ve a diario en la tele, o en el computador, o la tableta, el teléfono, o en el castizo telediario, que ya no  puede uno ni confiar en sentarse en una terraza a tomar el sol y unas cañas, porque cuando menos te lo esperas—como si eso fuera algo que se puede esperar—te viene un hijo de puta montado en un camión y te pasa por encima desparramando muerte. Y que hace buena la admonición del viejo italiano aquél que me leyó la cartilla en la segunda avenida de Nueva York. Vecinos de mesa en aquel cafetín—no se me olvida—“… ponte siempre de frente a lo que pueda venir, por la puerta o las ventanas, y donde tengas una vía de escape, estés donde estés, restaurante, iglesia, cine…hasta en tu propia casa, así por exagerar un poco, y que el tipo de la ‘quemadora’ no se de cuenta de que estás preparado.” La verdad es que en un momento dado, estar alerta (‘awareness’, se dice en inglés) te puede salvar. El siciliano sabía mucho de estas cosas.

“….’awareness’…estar alerta te puede salvar.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

“….’awareness’…estar alerta te puede salvar.” Fotografía: luisjimenezridruejo.com/photos/

El caso es que me he ido por la pendiente, siguiendo las aguas, no sé que aguas pero siguiéndolas, como siempre y sin tener por  cierto, idea de que carajo estoy escribiendo o fotografiando. Para variar, me viene a la mente que estoy en el fondo del mar, un mar pelágico que fue todo este Texas hace miles, más bien millones  de años. Gracias a los ammonites fósiles el fondo del fondo de este territorio inmenso, pensando que Francia y España ‘cabrían’ en el mapa de Texas, parece ser como una monstruosa esponja que se bebe toda el agua que le cae encima, que es mucha. Y así, estaba sentado mirando, o era admirando, la bandeja del vallecito central del rancho desde la ’altura’ de la piscina. La mejor vista es, realmente, mirar hacia arriba en noche clara y diáfana, el reflejo del sol en la luna y las miles de estrellas, y detrás la negrura del espacio. A eso me refiero cuando digo que estoy mirando el ‘paisaje’.

La definición del color negro, el que me gusta para pintar, es el espacio entre dos rayos en noche de tormenta, sin luna y sin estrellas. Sin punta del cigarrillo, hace diez años que dejé de fumar. Ni siquiera una excusa que me sirva de referencia, con los años utilizo cada vez menos las excusas. A tono con lo anterior, uno de estos días no me va a quedar más remedio que ‘declarar’ o definir mis colores predilectos: Un verde-amarillo (clorofila recientita). Rosa-naranja-amarillo ( ver párrafo anterior, sobre horizontes). El morado aquel que casaba con el amarillo-oro y el rojo clavel reventón. Y siguiendo así, hasta los colores de la muerte, si, si, colores plurales, no más negro, ni pergamino, eso parece que dice el personal competente.

“…Otro Mundo, dentro del mismo…” Fotografía: Luisjimenezridruejo.com/photos/

“…Otro Mundo, dentro del mismo…” Fotografía: Luisjimenezridruejo.com/photos/

Otro Mundo, dentro del mismo y ya clásico Nuevo Mundo. Mi Nuevo Mundo dentro del Nuevo, o sea el Novísimo?  Vaya berrea que he cogido con los munditos, señor… la cosa es que como novísimo americano parece que me asiste derecho a pronunciamientos, mejor que sean solo de este tipo. A cambio, me puedo dedicar a homenajear a ‘mis compatriotas’, por ejemplo: Patti Smith, con la que concurro en un montón de cosas, incluida la edad, ya hemos saltado la barra de los setenta. Ella es la abuela, quizás la madrina del Punk-Rock y todavía actuando en público, cuestión de coraje como en su colorismo. Estoy leyendo su último libro: “Just Kids” (“Solo unos niños”) unas memorias selectivas de su relación con Mapplethorpe, el fotógrafo. Solo se me ocurre, y sin ánimo de ofender, que algunas personas parece que nacieron de pie y rodeadas de luminarias. No me refiero a la riqueza económica sino a las personalidades con las que se codearon en la subida al Olimpo. De robar comida en los supermercados a Premio Nacional del Libro en el año 2010, en el intermedio una vida más que llena, inmensa. Siempre alerta y corajuda en su arte. Admirable.

“And the sky was all violet/ I want it again, but violent, more violent”                     

  –Patti Smith “Kimberly”

 Luisma, Maypearl (Texas)     28 de Abril del 2017

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Retrato de Fotógrafo (III)

Henri Cartier-Bresson. (1908-2004)

Henri Cartier-Bresson. (1908-2004)

Veinte años y solo tenía ojos para la pintura. De tanto leer sobre el Louvre se me secaron las neuronas para ver todo lo que no fuera el arte de aquel museo. Así que estaba en el Paris de la France, al final de los Sesenta, hace ya más de medio siglo. Y me ‘tocó’ vivir todo aquello, el principio de la revuelta del 68, sin tener mucha idea de lo que estaba pasando a mi alrededor. Todo era demasiado excitante, mi primera ‘libertad’ fuera de España; increíblemente lo recuerdo magníficamente y al detalle y eso que han pasado tantos años y tantas cosas. No importa, una música, una lectura, un recuerdo onírico y sobre todo una o unas pinturas, un arte en el que me sumergía casi cada día y que me gustaba descubrir por mi mismo, callejeando y haciendo fotografías al efecto, ese virus del que nunca me he curado. Hoy sé que en aquellos días no daba puntada sin hilo y que mis neuronas se revistieron de todos los colores de la comprensión artística.

Pintura, escultura, grabado y los primeros pasos de lo más nuevo. Sin embargo, lo que más me llamó la atención, amor a primera vista, fue la fotografía, la fotografía ‘de calle’, algo totalmente diferente de la foto, hasta aquel momento, ‘de estudio’, o de cámara con trípode. Y de aquella fotografía novedosa, de la cámara réflex y los celuloides de 35 mm., al igual que el cine y todas sus posibilidades, me quedé con un nombre, un maestro, el primero de tantos y con un Paris abierto a la luz del sol. Era y sigue siendo el gran maestro: Henri Cartier-Bresson. Un progenitor, casi un ayo a la antigua, con todos sus hijos fotográficos, cientos, probablemente miles, que hemos aprendido de su maestría y que aún podemos hacerlo más y mejor gracias a sus escritos y sus lecciones acuñadas en ellos.

“Nada más tienes que vivir y la vida te dará fotografías.” Aún hoy, nada más tengo que salir, con la cámara en ristre, empuñada y con el ojo avizor, y enfrentarme con los cuchillos de las luces del día (no se puede decir que yo no sea castellano de pura cepa) que se convierten en voces que te llaman desde  las sombras de cualquier rincón o desde los múltiples rincones que te esperan. Luces y sombras que te citan como el capote de un torero, engañándote hasta que descubres la composición, luego el momento es mínimo, crítico, irrepetible, y tienes que estar preparado. “Pensar debe ser antes o después, no durante la fotografía que es una reacción inmediata, no como el dibujo que es una meditación.” Esto es para mi el valor de una foto, cuando sé que mi foto es buena, cuando nadie tiene que decírmelo porque la cámara habla a todos por si misma.

“Detrás de la Estación de San Lázaro.” en Paris (Foto H C-B)

“Detrás de la Estación de San Lázaro.” en Paris (Foto H C-B)

“Este reconocimiento, en la vida real, de un ritmo de superficies, líneas y valores, es para mi la esencia de la fotografía, la composición debe ser una preocupación constante, siendo en simultanea coalición una orgánica coordinación de elementos visuales.” La memoria de la imagen acaba por ser prácticamente infalible, el ojo y la neurona se combinan fantásticamente en tu beneficio. “La memoria es muy importante, la memoria de cada foto tomada, fluyendo a la misma velocidad de los acontecimientos. Durante el trabajo tienes que estar seguro de no haber dejado ningún agujero, que has captado todo, porque después ya será muy tarde.” Hace cincuenta años tenía la cabeza cuadriculada por la ‘excesiva’ influencia de Cartier-Bresson, buscaba el ‘interés humano’ y el ‘parecido bressoniano’ tratando de conseguir mi propia: “Detrás de la Estación de San Lázaro.” No era copiar, era buscar un estilo propio a través de su fotografía. Todo se anduvo con el tiempo. 

Era una mañana fría y lluviosa de Marzo, puede que fuera 1972, los elementos nunca nos detenían. Éramos tres o cuatro fotógrafos volando bajo por las tierras y calles de Aldeatejada, un pequeño pueblo cerca de Salamanca, en España. Cada foto tiene una historia, grande o pequeña… Un campesino viejito (quizás de la edad que yo tengo ahora, ‘viejito’, lo que presupone que a estas alturas el buen hombre ya no existe) estaba trabajando, al aire libre, en una embarrada cochiquera con cinco cerdos a los que solo se les veían los jamones y los rabos. El olor trascendía. Por la cabeza se había echado un saco de arpillera y con su mandilón de cuero parecía un monje medieval; al fondo se veía una espadaña de torre eclesial. Una imagen que podía tener siglos. “Porque me hace usted una foto?”—no se preocupe—mentí—, no se le va a ver la cara— “Ah! bueno,” concedió y de seguido me espetó—“Porque sabe usted, una cámara puede ser tan peligrosa como una pistola…”

 Pentax Honeywell 200 Tele Takumar  Kodak Tri-X  125 con un 8…además de en mi cabeza no sé donde puede estar esa foto, pero la recuerdo perfectamente, puro Cartier-Bresson. “La fotografía hace deliciosas apreciaciones pero nada es lo que parece”…a mi me parecía que Cartier-Bresson estaba allí, detrás de mi, animándome y diciéndome como y cuando. No, no estaba él, pero si estaba uno de sus mejores discípulos, el también maestro Pepe Núñez Larraz. El era mi conciencia fotográfica y estética del francés: “Tus primeras diez mil fotografías son las peores”…cuantas veces discutimos esta tremenda aseveración de Cartier-Bresson! Nuestros hombres con saco y azadón, y nuestras mujerucas, rosario en mano, vestidas de negro eterno. Al igual que Cartier nosotros buscábamos los cuchillos de luz castellana para llenar de contenido nuestra fotografía.

“La fotografía hace deliciosas apreciaciones pero nada es lo que parece.” ( Foto H C-B)

“La fotografía hace deliciosas apreciaciones pero nada es lo que parece.” ( Foto H C-B)

Después llegó el salto hacia delante, los intereses estéticos personales, el colorismo abrió otras puertas, dejé aparcada la figuración a cambio de un sentido pictoricista en caminos de una abstracción que parecía increíble. Aquellos libros de cocina fotográfica estética que nos empujaban y nos ponían la barra cada vez más alta. Siempre sin olvidar aquel básico fotógrafo de la calle y del momento crucial. Miles de miradas compondrían el retrato de Henri Cartier-Bresson, el retrato de un artista responsable, si es que esta definición se puede hacer así. Un hombre ‘de suerte’: “Por supuesto que todo es suerte”, alguna vez dijo. Pero la suerte hay que buscarla, y reconocerla, que diríamos todos los discípulos invisibles del fotógrafo francés. Esa invisibilidad con despacio, en la fama que el siempre quiso, sin importarle; y que uno entiende, más o menos, al llegar a los setenta años, cuando ya tantas cosas no importan.

El ‘despacio’ de acercarse a un momento fotográfico…“tiernamente, gentilmente, como de puntillas, incluso aunque el tema sea un bodegón, mano de terciopelo y ojo de halcón.” La sucesión de miles y miles de momentos fotográficos es lo que produce un ‘leitmotiv’, o varios. El trabajo posterior se encarga de ellos, de estilo, de aprendizaje, de comunicación, estudio, en fin de todo lo demás; la intendencia después del disparo, algo en lo que Cartier-Bresson no creía, o decía no creer. Solo, al fin, cuando has llegado a ser un buen fotógrafo puedes permitirte el lujo de dar un uso a tu fotografía, que no sea el suyo propio. Uso mis fotografías para ayudar a explicarme a mi mismo mis propias experiencias—esto no sé quien lo dijo—quizás fui yo mismo: la fotografía, como la pintura y la escritura, es el arte de contar cosas.

Luisma, Maypearl (TX)     15 de Marzo del 2017   (Feliz Cumpleaños—Gracias)

 P.S.  “Pasa el tiempo y miras retratos, la gente vuelve a ti como un eco silencioso. Una fotografía es el vestigio de una cara, una cara en tránsito. La fotografía tiene algo que ver con la muerte. Es una huella.  (Henri Cartier-Bresson.  1908-2004)

 

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Siestas en el Museo

You don’t need a band to be a rock star. Warhol Museum, Pittsburgh (Foto de Luis Jimenez-Ridruejo)

You don’t need a band to be a rock star. Warhol Museum, Pittsburgh (Foto de Luis Jimenez-Ridruejo)

Que si echo de menos Pittsburgh? Puede que si, o puede que no; algunas veces, pocas, quizás la última casa de mis años con S. , allí en Pennsylvania. Aunque ahora, aquí, continuamos en Texas, en el rancho de Maypearl, la pradera. Nostalgia cero, ninguna, siempre mirando hacia adelante, pero lo vivido como lo escrito, escrito está. Pensándolo bien, en este momento, si echo algo de menos: el museo de Andy, que es como de la familia, un primo americano. Así que vuelvo a colgar este post en honor a su memoria. 

Nunca he hecho secreto de mi afición a los museos. Toda clase de museos y principalmente los de arte. La pintura es el santo de mi devoción; la escultura siempre me ha interesado menos y, la verdad, nunca he sabido porqué, quizá sea frustración personal con el tema.

Este museo del que te hablo hoy es algo más que de pintura; lo que hizo Andy Warhol fue más que pintar, o grabar, o fotografiar, o las ciento y una actividades artísticas que acometió. Warhol fue un monstruo, uno de esos que nacen una vez cada muchos años, como Miguel Ángel, como Picasso; y digo esto a sabiendas de que alguno va a estar en desacuerdo conmigo. Tanto peor, que diría un francés. Son artistas de los que hacen época, de los que marcan la diferencia y el arte por si mismos. El concepto por encima de la técnica y del oficio, y si todo viene conjunto, mejor que mejor. El paquete completo, que diría un americano. Llevo más de una década en buena relación con este museo, lo visito cada vez que hay una exposición temporal interesante y, fundamentalmente, lo que hago es ir a dormir siestas en alguna de sus salas.

Todo empezó, años ha, con una gran siesta en la sala en que se exhibía una instalación, o perfomance, del propio Warhol. En ella se presentaban unas cuantas docenas de globos plateados, de un material usado en los vuelos espaciales, en los forrados de los módulos de alunizaje. Globos que en forma de nubes, y rellenos de helio, flotaban en el aire y se movían por toda la sala a impulso de las caricias de los visitantes. Una siesta memorable y el descubrimiento de que nadie te molestaba por dormir allí. Museo libre y así lo ha sido durante años. Hace poco volví a darme otra gran siesta, en un banco lateral de una sala en la que se exponían cien cascos-cabezas de Darth Vader, cada una realizada por un artista diferente. Estos tipos de perfomances llevan algunos años en boga y aunque discutibles en su mayoría, algunas dan origen a propuestas muy interesantes.

Mi propia visión antes de la siesta… (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Mi propia visión antes de la siesta… (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Este museo de Pittsburgh, siete pisos dedicados enteramente a Warhol, es el más grande del mundo para un solo artista. Guarda y exhibe una gran colección del autor y unos cuantos cientos de cajas datadas, numeradas y perfectamente clasificadas. Contienen papeles, recuerdos, propuestas, dibujos previos comentados, bibelots, fotos personales, proyectos escritos, ideas y todo lo que tenía en sus bolsillos cada día. Y así, caja por caja, durante años, toda clase de detalles personales de su vida, incluido correspondencia con otros artistas y gente famosa. Hoy día, un verdadero tesoro para sus estudiosos y un auténtico catálogo y compendio de sus actividades, del devenir de su tiempo y circunstancias, y sus relaciones con personajes de todo tipo y de todo calado.

En una de las cajas, en cierta ocasión, vi un boceto de uno de sus mas famosos diseños dibujado en un ticket de aparcamiento. Tesoros así hay pocos en el mundo del arte. El museo exhibe el contenido de estas cajas, regularmente y una por una, ofreciendo un fantástico panorama de la vida pasada, según Warhol. El las llamaba Cajas del Tiempo (exactamente, Time Capsules) y tal concepto ha sido siempre enormemente atractivo. A.W. vivió una vida trepidante, incluido un final violento. Tiroteado por una de sus asistentes, nunca se recuperó del todo y murió de las complicaciones de una cirugía menor.

…Y esta después de la Warholiana siesta (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

…Y esta después de la Warholiana siesta (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Las vibraciones de este museo son, a pesar de todo, buenas, inmejorables, por eso me gusta visitarlo a menudo. Perfectos asientos y perfecto aire acondicionado. Sueños artísticos y unas tardes deliciosas en un edificio singular. Ojalá vivieran todavía los hermanos Marx! De ellos aprendí lo de dormir en los museos.

Luisma, 28 Febrero de 2017

[Originally posted September 22, 2009]

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“What do you think you’re doing?”

 

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Que de que voy?  Sí—de que vas tú con tu pintura y tu fotografía?—esa sería la traducción mejor de la pregunta ‘equivalente’ en español: “de que vas?” Por decirlo de alguna manera, son veintiocho años en estos pagos y ya me hace poca falta traducir, solo lo hago por deporte y por un pequeño perfeccionismo maniático. Normalmente, la pregunta me viene de la derecha o de la izquierda, incluso de por detrás, pero nunca de frente. De frente está siempre una de mis pinturas o de mis fotografías. La gente aquí, no se corta un pelo al preguntar, solo tu propia obra te ayuda desde la pared. Puestos a preguntar, da mucho mas ‘miedo’ que tu cuadro, crudamente, a solas y de frente, ya terminado y a punto de firma te haga esa pregunta y más. 

Es usted el artista? Al cuadro, me da apuro, ni le contesto. Cierro los ojos y “me alejo reculando”—como saliendo de una milonga argentina—, hasta que doblo la primera esquina. Este pensamiento me ha hecho recordar a mi querido cantor y guitarrero, así se definía el mismo, Jorge Cafrune, largamente añorado y nunca olvidado. Hubiera sido feliz cabalgando estas praderas tejanas y teniendo hijos a mansalva. Que milongas, señor! “Pasé de largo por Tala, detenerme para qué? De poco vale un paisano sin caballo y en Montiel…” Le hice unos cuantos retratos fotográficos, a él y a Yupanqui, que los usaron para sus publicidades de entonces, y yo tan contento, eran mis primeras armas. Jamás los pinté, el retrato realista nunca se me ha dado bien, un desastre. Jorge Cafrune y Georges Brassens, dos preferencias, muchas veces sus músicas me han ayudado a ‘abstraerme’, quien sabe porqué?  Pero, en cualquier caso, gracias eternas a los dos, ya cincuenta años…y gracias a la maravilla del YouTube.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Otra vez me he ido por los cerros de Maypearl (que no de Úbeda) A ver si me ‘vuelve el santo’ y me sale alguna justificación o explicación para mi pintura. Un como y dos o tres porqués… Años atrás escribí en uno de mis ‘cuadernos legales amarillos’, tan americanos ellos como los autobuses de las escuelas, dos palabras y sus definiciones y junto a ellas un párrafo de Leonardo Da Vinci, una excusa de garantía. Leonardo siempre lo es. Pareidolia y Apofenia, los dos ‘palabros’ en cuestión. “Pareidolia es un fenómeno psicológico por el cual un impulso impreciso y confuso y a veces fortuito (habitualmente una imagen o varias) es percibido como una abstracción o una forma reconocible, más o menos insinuadas. Pueden ser, por ejemplo, imágenes fotográficas seleccionadas por el ojo del “autor”. La Apofenia es la experiencia consistente en ver patrones, conexiones o ambos en sucesos aleatorios, o datos sin sentido, también en imágenes seleccionadas, fotográficas por ejemplo.

En ambas, Pareidolia y Apofenia, las imágenes pueden ser descritas como una distorsión de la realidad (nada mas ‘real’ que una fotografía) que puede acabar ofreciendo una imagen de abstracción, no ‘creada’ por el fotógrafo sino seleccionada a través de la lente ocular. Estas distorsiones de la realidad se presentan en las psicosis, pero han llegado a ser más ampliamente usadas para describir esta tendencia en individuos sanos, sin que esto implique necesariamente la presencia de enfermedades neurológicas, o mentales. Se ha sugerido y así lo patrocino con rotundidad que la Apofenia es un vínculo entre la psicosis y la creatividad. En mi fotografía la ‘supuesta’ intencionalidad de eventos naturales son propiedades emergentes inevitables. Es como la ilusión llamada Pareidolia, pero no se perciben figuras reconocibles, en imágenes, sino formas aleatorias a veces exageradas y/o necesitadas de insinuación o de ‘explicación’ descriptiva, aún cuando esto no sea obligatorio, ni recomendable.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Desde hace dos párrafos, y mientras busco imágenes fotográficas para ilustrar y ejemplificar todo lo anterior, me viene un tufillo a escritura académica que no me gusta un pelo, sobre todo porque lo estoy escribiendo yo. Con lo fácil que seria venderte mis ‘descubrimientos’ de imágenes pareidolicas en los muros interiores de Pompeya, mezclados con relatos de las aventuras de aquel viaje. Cuando se trata de Arte, es inevitable, tiene que ‘salir’ Italia y lo que yo diga tiene una credibilidad muy limitada. Empero, si lo dice Da Vinci la gente lo mira de otra manera. Leonardo escribió sobre la Pareidolia usada como motor artístico: “…si miras cualquier muro manchado con motas o con mezcla de diferentes tipos de piedra, si vas a inventar cualquier escena serás capaz de ver en ello el parecido a varios paisajes diferentes adornados con montañas, ríos, rocas, árboles, mesetas, valles y hasta varios grupos de colinas…”

Mi fotografía no es un cuento de hadas, ni tampoco un relato de ciencia-ficción, del futuro solo me interesaría (fotográficamente) el devenir de las técnicas de consecución de la imagen y los resultados. Que tiene de especulación? Quizás el hecho de mirar con el prisma de la imaginación. El pensar en universos paralelos, pura fantasía, colores y ‘formas’ arrebatadas a la posibilidad de otros mundos. Cuatro árboles, unos cuantos arbustos diferentes. Las cuatro estaciones como si fueran las cuatro paredes de una casa abierta al Rey Sol, con todas sus luces del día. Texas, el bosque, la maraña que lo esconde y lo protege. La pradera y la naturaleza plena que ayuda a encender todos esos colores, que nunca pueden ser un caos y siempre están de acuerdo, ellos y mi mente. La puerta a ese Otro Mundo que he encontrado en esta parte del Nuevo Mundo.

Luisma, Maypearl (TX)      28 de Enero del 2017

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Retrato de Pintor (XIV)

Mi retrato de Van Gogh con sombrero de paja. Abstracción surrealista (!?) Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

Mi retrato de Van Gogh con sombrero de paja. Abstracción surrealista (!?) Foto: Luis Jiménez-Ridruejo

“Si realmente amas la Naturaleza, encontrarás belleza en todas partes” (Vincent Van Gogh)

Hacia tiempo—años—que quería escribir algo sobre Van Gogh y lo iba posponiendo una y otra vez por no saber—eso me parecía—como hincarle el diente. Desde muy pequeño siempre me habían atraído sus dibujos que copiaba muy a menudo. Por supuesto la admiración por su pintura estaba ahí, claro…no haría falta precisarlo; otra cosa era la apreciación por la persona, basada en sus escritos y los de otros sobre él. Un verdadero retrato de pintor debe contener un poco de todo, a favor y en contra. Nunca me había parado mucho a entrometerme en los intríngulis de su vida y su persona, salvo el dichoso corte de la oreja y lo de algún crítico metido a psiquiatra de ocasión, en su tiempo o en el nuestro, tanto da para las obviedades de rigor. Siempre un caso claro de cómo lo personal afecta a lo artístico.

Algo cambió en mí al leer por segunda vez “Cartas a Theo”, su hermano, y reparar en algo más que la cocina pictórica que encerraban. Fui cayendo en la cuenta estética del pintor, al mismo tiempo que él ‘pintaba’ su autobiografía. Hacer un retrato de pintor, en este caso, es tarea ardua. Es competir con la palabra contra un montón de imágenes, retratos del propio Van Gogh, más de cuarenta veces en cuatro años. Falto de dinero para pagar modelos, se pintó a si mismo; la mayoría al espejo, estudios creados durante sus periodos introspectivos, cuando trataba de no mezclarse, de no interactuar con nadie. Pero bueno, por mucha admiración que le tengas al artista—maldito dominio del colorido, sobre todo hacia el final de su vida—esa admiración no siempre va aparejada con la personal.

Autorretrato con sombrero de paja. 1889, Museo Van Gogh. Amsterdam

Autorretrato con sombrero de paja. 1889, Museo Van Gogh. Amsterdam

En las clases de Historia del Arte, Vincent Van Gogh se me quedaba siempre despistado, en su grandeza y en la obviedad de su genio; uno siempre ‘tiraba’ hacia otros, menos conocidos por el ‘gran público’. El gran público siempre ha tenido para mi una apreciación más que dudosa. ‘Grande’ solo por el tamaño de los números, aunque pueda tachárseme de arrogancia—allá cada cual—nunca he apreciado al público en masa. Las masas y sus manipuladores jamás han sido ‘santo de mi devoción’. Ni en Arte…ni en política. Las masas, animadas o inanimadas, solo me he servido de ellas en la fotografía, y no mucho. La respiración de la muchedumbre? Soy un empedernido de la individualidad, lo que no quiere decir que no me sirvan los ejemplos, de escuela o de grupo.

Todo esto sirviendo a mi propio concepto pictórico, trabajado y construido a lo largo de tantos años con las inevitables quemas de etapas. La pelea entre una figuración que no tengo, que no domino, cuando me salgo del blanco y negro y la abstracción evocadora, solo sin intención o por hallazgo. La fotografía me ha ayudado a caminar entre los colores; cuarenta años de fotografía, mi paleta se ha agrandado y magnificado. Hago distinción siempre de las imágenes fotográficas y las pictóricas. Van Gogh me ensenó a hacer esta separación, entre otros, haciéndome cabalgar en la imaginación de su paleta, lo que me confirió una mayor valentía en mis colores, originalmente suaves y descarnados. Van Gogh es una armadura que no pesa, si se sabe leer bien sus escritos y su pintura.

Detalle de Instar #4, acrylic on canvas; Luis Jiménez-Ridruejo

Detalle de Instar #4, acrylic on canvas; Luis Jiménez-Ridruejo

Van Gogh, Matisse y Diebenkorn, un holandés, un francés y un americano para ser la corte de un grande de España, el más grande: Velázquez. Una buena defensa en línea para atravesar la trinchera entre la ‘vieja figuración’ y la—también vieja ya—abstracción, que es mi gallina más ponedora. Los ‘enemigos’ míos—y de los demás—se hacen cruces de tener que enfrentarse y tratar de justificarse para ‘bajarte’ escalones, ante la exhibición de estos tres mosqueteros, de los que me hubiera gustado ser su d’Artagnan, como no! (de soñar también se vive) y hasta se duerme, uno en sus pobres y no muy numerosos laureles. Van Gogh, más vocal que los otros, decía: “ Si escuchas una voz dentro de tí (‘antes del Internet era más fácil escucharla’) que te diga: Tu no puedes pintar! Ese es el momento de ponerte a ello y esa voz se quedará en silencio.”

Aún sabiendo que mi vida siempre estuvo enfocada a la pintura y después a la fotografía (dejando aparte a la escritura, por una vez) he tenido unas épocas de sinrazón en las que he dejado de pintar seriamente, a veces durante años. Para mi mismo un misterio que haya ocurrido así. Nunca he querido estudiar el porqué. Mirándolo desde la distancia del tiempo, a lo Van Gogh (salva sea la parte) he creído ver una cierta cobardía, sin explicaciones. Un creer, o dudar, que no sabría vivir de la pintura. Cuantos artistas, hoy archifamosos, atravesaron alguna vez por estas arenas movedizas. Uno se pregunta siempre el porqué de la trayectoria de Van Gogh que solo pintó dedicadamente y con no mucho ‘suceso’, los dos años últimos de su vida, en esta vida en la que vendió un solo cuadro. Sus verdades del barquero, siempre cuelgan donde yo pueda leerlas cada día…

… “Campo de trigo y cuervos” Van Gogh (1890) El último cuadro que pintó el artista antes de morir…

“Campo de trigo y cuervos” Van Gogh (1890) El último cuadro que pintó el artista antes de morir…

“No es el lenguaje de los pintores sino el de la Naturaleza el que uno debe escuchar.” El Posimpresionismo en América no se separa del Impresionismo más que en la veneración a Van Gogh. Si por ellos fuera tendría imágenes hasta en las iglesias. A pesar de que los protestantes no permiten la imaginería. En el Impresionismo como culto, Van Gogh sería el encargado de impartir las homilías y Monet, el de las lecturas de la Biblia. El Posimpresionismo es como su propio nombre indica: lo que viene después del Impresionismo, o sea: Vincent Van Gogh. Para los americanos ‘de a pie’ no hay tal diferencia. Algunos protestan y me tachan de poner etiquetas. Otro día todo esto lo diré más alto, pero no más claro. Y como rúbrica para hoy, una receta de cocina pictórica del chef holandés: “No hay azul sin amarillo y sin naranja, y si pones azul, entonces debes poner amarillo y naranja también, no es cierto?”

Luisma, Maypearl (TX)   31 de Diciembre del 2016

 

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Arte es arte

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #14

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #14, acrylic on canvas, 26″ x 30″

No hace mucho tiempo estuve en la Phillips Collection, en Washington D.C. Un pequeño museo de arte que contiene algunos de mis cuadros admirados de siempre. De esta ciudad, una de mis favoritas de todo el mundo que conozco, tengo que escribir mas largo y sobre todo mas tendido.

No es de ahora, es de siempre. Es algo habitual en mi. Cuando veo buena pintura me dan ganas de pintar, generalmente después de visitas a los grandes museos y nunca viendo reproducciones, por exactas que estas sean. Así mismo, cuando leo cosas buenas me dan ganas de escribir, supongo que en ambos casos es la emoción de la obra bien hecha o la captura de ese intangible llamado: arte. Me gusta pillar arte donde quiera que lo encuentro, a salto de mata, para ello voy siempre escopeta en mano y ojo avizor. Últimamente me cuesta bastante trabajo encontrarlo a buen precio, quien sabe porqué? Seguramente la culpa es mía por relajarme en la búsqueda.

Que cosas pasan! Encontré arte para apreciar, hace unos días, revisando algunos partidos de fútbol de mi Real Madrid; de la pasada temporada, de la 31 victoriosa. Los tengo grabados de un canal futbolístico de la “tele” americana llamado Gol TV, en el cual los disfruto pese a los descocados y a veces estúpidos comentarios de sus locutores. Los pobres basan sus comentarios en extracciones, mal que bien entendidas, de la lectura del AS y el MARCA. El cielo nos valga! Ninguno de estos dos periódicos deportivos tienen cabida en cualquier acepción de arte. Una vez de ciento al viento hay algo semejante a lo artístico en sus contenidos. El arte al que me refería era la calidad del juego del capullo de Guti. Que artista!

Arte en una televisión, en un partido de fútbol? El arte se encuentra y se degusta en cualquier circunstancia propicia. Digo esto, a propósito de que acabo de salir del baño, de la bañera, uno de los muchos sitios en los que leo. Estaba con un libro de Javier Marías, leerle y releerle es casi un placer diario. Sus relatos cortos o sus artículos de periódico, por viejos que sean. Sus novelas son ya otra cosa, la mayoría las he leído una vez y basta, de momento. Comparto con él un madridismo beligerante, aunque no furioso ni cerril, como el de otros. Eso si, leyéndole, siempre tengo la impresión de leer arte y siento lo mismo que ante una buena música o un buen cuadro. También siento envidia cochina, aunque sana.

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #1, acrylic on canvas, 36" x 34"

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #1, acrylic on canvas, 36″ x 34″

Siempre estoy tratando de escribir mejor y usando el mejor cebo para pescar, la lectura. Leer mas. Leer mucho y de todo. Si es bueno, dos veces mayor placer.

Luisma, Maypearl (TX)   30 de Noviembre del 2016

[Text originally posted in August 2008 on Dust, Sweat and Iron, with new images]

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