Secretamente, supe que me había transformado, emocionada por la revelación de que los seres humanos creaban arte, que ser un artista era ver lo que otros no podían…No tenía prueba de tener las condiciones para ser un artista, aunque ansiaba ser uno de ellos…
–Patti Smith. (Escritora, Poeta, Cantautora Punk-Rock, pintora, fotógrafa, pianista, clarinetista…setenta años de inmensidad y coraje)
Hubo un tiempo en que las cosas que ahora escribo las contaba de palabra y solo había una ‘pequeña’ diferencia. La diferencia es que una vez que se escriben, queda. Contándolas, lo que ocurría es que el relato cambiaba cada vez; no esencialmente, pero cambiaba. Cuando escribes una cosa y pasan los años, siempre te dan ganas de volverla a escribir. Y a veces lo hago. Es una buena forma de recordar y si no de pasar la página definitivamente.
Para que lo lea, quién? Todas estas cosas que he ido escribiendo en mi vida. Escritas en principio para mí, por el simple placer de hacerlo, y que ahora parecen sentar plaza en este ‘bullicio’ del Internet, más ciertamente ‘pifostio’ (no recuerdo bien si es un salmantinismo) palabra que yo aplico como otras muchas a variados significados o definiciones, a veces inventados o leídos quien sabe donde y recordados por la cuenta que a uno le tiene. (“Pifostio”, acabo de leerlo en el “Trafalgar” de Reverte y me temo que alguien no lo está usando bien. Por supuesto debo de ser yo. Le he quitado una erre que antes le ponía.) En fin Luisma, no te distraigas—tendencia muy tuya—que esto es pradera tejana, verde y llana, y no es Úbeda y apenas hay algunos cerros, cerritos, que se insinúan. Y no a lo lejos, que aquí ‘lo lejos’ no existe, lejos es todo. Y si no, que se lo digan a los satélites de Google.
Así que el horizonte está más lejos, lejísimos, que en otros sitios. Aquí cuando se pone el sol, en el último momento, no se nota más que una raya de ese horizonte, una banda de calima a tono con el calor y el color dominante del crepúsculo rosa-naranja-amarillo, con un azul que se adormece encima de estos colores, en líneas que parecen tendidas a cartabón y nivel de burbuja. Por debajo empieza a oscurecer a lo lejos, que va desde esas líneas de color hasta mi ombligo, sienas y verdes que se van a convertir inevitablemente en azules oscuros, oscurísimos, que si no enciendo las luces del porche van a acabar en el famoso negro ‘boca de lobo’. Si el cielo está cubierto y la noche no es estrellada, la sensación es que te has muerto y ese es el momento justo de pensártelo bien y entrar en la casa, encendiendo luces.
Si aguantas fuera, aunque sea en el porche, rodeado de obscuridades, y pasas de la sensación mortal, te van a venir enseguida los cinco mil ruidos de la noche y con ellos el miedo, casi siempre infundado, aunque por si acaso con el Winchester en el regazo. Miedo, lo que se dice miedo, solo a lo desconocido. Los animales, incluido o sobre todo, el hombre. Pero en estos tiempos, segunda década del siglo XXI, ya no se puede estar seguro de nada; ya se ve a diario en la tele, o en el computador, o la tableta, el teléfono, o en el castizo telediario, que ya no puede uno ni confiar en sentarse en una terraza a tomar el sol y unas cañas, porque cuando menos te lo esperas—como si eso fuera algo que se puede esperar—te viene un hijo de puta montado en un camión y te pasa por encima desparramando muerte. Y que hace buena la admonición del viejo italiano aquél que me leyó la cartilla en la segunda avenida de Nueva York. Vecinos de mesa en aquel cafetín—no se me olvida—“… ponte siempre de frente a lo que pueda venir, por la puerta o las ventanas, y donde tengas una vía de escape, estés donde estés, restaurante, iglesia, cine…hasta en tu propia casa, así por exagerar un poco, y que el tipo de la ‘quemadora’ no se de cuenta de que estás preparado.” La verdad es que en un momento dado, estar alerta (‘awareness’, se dice en inglés) te puede salvar. El siciliano sabía mucho de estas cosas.
El caso es que me he ido por la pendiente, siguiendo las aguas, no sé que aguas pero siguiéndolas, como siempre y sin tener por cierto, idea de que carajo estoy escribiendo o fotografiando. Para variar, me viene a la mente que estoy en el fondo del mar, un mar pelágico que fue todo este Texas hace miles, más bien millones de años. Gracias a los ammonites fósiles el fondo del fondo de este territorio inmenso, pensando que Francia y España ‘cabrían’ en el mapa de Texas, parece ser como una monstruosa esponja que se bebe toda el agua que le cae encima, que es mucha. Y así, estaba sentado mirando, o era admirando, la bandeja del vallecito central del rancho desde la ’altura’ de la piscina. La mejor vista es, realmente, mirar hacia arriba en noche clara y diáfana, el reflejo del sol en la luna y las miles de estrellas, y detrás la negrura del espacio. A eso me refiero cuando digo que estoy mirando el ‘paisaje’.
La definición del color negro, el que me gusta para pintar, es el espacio entre dos rayos en noche de tormenta, sin luna y sin estrellas. Sin punta del cigarrillo, hace diez años que dejé de fumar. Ni siquiera una excusa que me sirva de referencia, con los años utilizo cada vez menos las excusas. A tono con lo anterior, uno de estos días no me va a quedar más remedio que ‘declarar’ o definir mis colores predilectos: Un verde-amarillo (clorofila recientita). Rosa-naranja-amarillo ( ver párrafo anterior, sobre horizontes). El morado aquel que casaba con el amarillo-oro y el rojo clavel reventón. Y siguiendo así, hasta los colores de la muerte, si, si, colores plurales, no más negro, ni pergamino, eso parece que dice el personal competente.
Otro Mundo, dentro del mismo y ya clásico Nuevo Mundo. Mi Nuevo Mundo dentro del Nuevo, o sea el Novísimo? Vaya berrea que he cogido con los munditos, señor… la cosa es que como novísimo americano parece que me asiste derecho a pronunciamientos, mejor que sean solo de este tipo. A cambio, me puedo dedicar a homenajear a ‘mis compatriotas’, por ejemplo: Patti Smith, con la que concurro en un montón de cosas, incluida la edad, ya hemos saltado la barra de los setenta. Ella es la abuela, quizás la madrina del Punk-Rock y todavía actuando en público, cuestión de coraje como en su colorismo. Estoy leyendo su último libro: “Just Kids” (“Solo unos niños”) unas memorias selectivas de su relación con Mapplethorpe, el fotógrafo. Solo se me ocurre, y sin ánimo de ofender, que algunas personas parece que nacieron de pie y rodeadas de luminarias. No me refiero a la riqueza económica sino a las personalidades con las que se codearon en la subida al Olimpo. De robar comida en los supermercados a Premio Nacional del Libro en el año 2010, en el intermedio una vida más que llena, inmensa. Siempre alerta y corajuda en su arte. Admirable.
“And the sky was all violet/ I want it again, but violent, more violent”
–Patti Smith “Kimberly”
Luisma, Maypearl (Texas) 28 de Abril del 2017
Preguntas/Questions? Contact