Una palabra que me ronda últimamente, no por repetición, que también, sino porque flota en el aire, ella y sus efectos. La palabra canta una obviedad que no requiere explicación. De tanto aparecer y corretear sus efectos en este mundo de hoy, en las dichosas redes sociales y sobre todo en este país, los USA, donde hacía tiempo que lo imperial no se notaba tanto, las dos palabras se reconocen al espejo; ocho años de Obama y casi ninguna grandilocuencia, quizás por la constante y cinematográfica repetición de lo de “la caída del imperio”, ya se sabe, de vez en cuando “una de romanos”. Un solo y escaso año de Trump y el palabro se ha subido a la torre más alta de Manhattan. Y lo que es peor, como si hubiera estado ahí, entre tinieblas, desde los tiempos de Lafayette…ya, hombre, ya sé, yo también estoy exagerando. O quizás no?
En fin, que como dijo el otro: ‘No hay sangre sin imperio, ni imperio sin sangre, o sin grandilocuencia (sic), y que aquí el más tonto hace relojes, o puede ser presidente. Yo mismo, con perdón, sangraba la dichosa grandilocuencia—por las narices, lógico—al grito, como cualquier dictadorzuelo italiano, manipulando lo de la grandiosidad, a lo grande, por decirlo así de bobamente. Me explicaré: grandes lienzos y grandes cortes fotográficos, sin contar con los problemas técnicos, los del oficio, multiplicados y asediando en cada esquina de los cuadros, y en cada ‘pixel’ de las fotos.
Grandilocuencia se puede utilizar no solo con las palabras, también con las imágenes fotográficas e incluso con la pintura; solo depende del uso que le des a tu detritus cerebral. Y no es que me haya mirado al espejo, esa maldita manía, y me haya visto las ramificaciones de la grandilocuencia saliendo de las orejas, como antenas receptoras del aplauso fácil e ignorante, no es eso, es que las últimas pretensiones fotográficas se me han disparado a los espacios y cantidades siderales, que diría Diego Valor, el Capitán Espacial de la radio española de los años cincuenta del ya pasado siglo. Rebuscar hacia atrás, es lo fácil; hacia adelante es cada día más complejo. Un recuerdo, aquí, a una de las pocas grandilocuencias “democráticas”, un avión: el Concorde. Nació y murió antes de tiempo.
El trabajo se titula, de momento: “los mundos” (ya veremos cómo acaba llamándose, seguro que, al final, se titulará a sí mismo…) y ya se me empieza a ver el rabo de la grandilocuencia, y no hemos pasado del título. Sintetizando: tiene este trabajo, ya “tiradas” más de 24000 fotos, que se han quedado en 16000 en un primer paso por la ”pulidora”; una “limpia” de defectos técnicos y temáticos. Lo dicho: cantidades siderales y una pérdida de instrumento óptico considerable, que me ha llevado, sin remisión, la semana pasada, a una operación de cataratas, salvaguarda de un enfoque y una captación de la luminosidad que empezaban a fracasar sin remedio.
El trabajo en sí, en sus primeros cientos, estaba falto de sencillez y algo sobrado de elocuencia solemne y casi ridícula. Lo que era al menos una tendencia que yo podía reconocer; soy el más tajante critico de mí mismo. Ahora, varios miles, muchos, después, y cuando ya algunas gentes de bien me han ponderado el producto de ya casi cuatro años de trabajo casi diario, lo que me toca es salvar todos los defectos, tachones registrados y filtrados por la contemplación. Los pelillos del antiguo celuloide son ahora briznas “digitales”, asequibles de reparar y limpiar. Altisonancias, pomposidades y algún énfasis exagerado o demasiado espectacular ¿Defectos más que declarar? Sí, claro, probablemente los que vienen voceados por los críticos de turno, lo clásicos que no dan pie con bola, sea pintura o fotografía, pero se permiten el lujo de decirte como debes hacer las cosas.
Y así voy como acelerado, uno no se puede dormir en los laureles, reducido a su propia pompa como si hubiera ganado algo o subido a alguna cima, sorprendiéndome a mí mismo usando la palabra ‘nefanda’: creatividad. Y, a mayores, el posesivo ‘mi mundo’, como si fuera “san dios”. Pero, la verdad es que me place lo que estoy haciendo, creando un mundo (o, varios) en el Nuevo Mundo, en el que me gusta sumergirme y así olvidar que estoy en el final de todo, o casi todo; un callejón con salida, pero muy mala, chapoteando y para no volver. Es la tercera edad, esa cosa tan vulgar.
Quien quiera puede asomarse a mi balcón, entrando como el que entra por la puerta giratoria de un banco, por el link: luisjimenezridruejo.com/photos, donde hay una pequeña galería de tres páginas que pronto se convertirá en una mucho mayor con el añadido de unas trescientas fotos; una selección, en lo que s ha convertido lo que originalmente era un ‘top 40’ (algo así como los 40 principales). Una forma más de ver lo que estoy haciendo es entrar en mi blog: www.dustsweatiron.net, donde algunas fotos pasan a ser ‘ilustraciones’ de mis escritos. Un poco de grandilocuencia…qué más da, ¿no? Tratándose de mí mismo…”peccata minuta”, autojustificacion culpable. No se hable más de este enojoso asunto. (sale por el foro).
(Continuará…)
Luisma, Maypearl (TX) 19 de Enero del 2019
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