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Jean Renoir En Chicago

Luis Jimenez Ridruejo at the AIC

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Cada vez que voy a Chicago, indefectiblemente, tengo que ir al Art Institute, el museo. Al igual que la ciudad, es uno de mis museos favoritos en el mundo; y a partir de este viaje, uno de mis lugares soñados para pasar el tiempo, un verdadero jardín mental. En los últimos años el AIC ha estado de obras, creando una parte nueva: The Modern Wing. Esto, en un museo que ya, de por si, era una maravilla y ahora se ha convertido en un lugar mágico. Y me dan igual las críticas, no muy benevolentes, de algunos “especialistas”; esos que siempre tienen que “encontrar” algo para, quizás, justificar su existencia. Los mismos que nunca han creado nada, al menos nada bueno.

Renzo Piano, ha conseguido algo bueno, o mejor que bueno: único y mágico. Blanco, como un lienzo imprimado en gesso, una de las mejores maneras de colgar arte pictórico y de rodear de fondos los espacios para escultura. Blancos sujetos por suaves grises, pisos de maderas rubias y ventanas de hueco completo, enmarcando la obra de arte exterior e incluyendo esa arquitectura en la propia exhibición. Sin abusar de ella, sin ser demasiado obvio, matizando la visión con unas delicadas cortinas-pantallas que dejan admirar pero no hacen “sombra” al arte del interior. Y esta nueva ala que encara los rascacielos de downtown y el “guguengemiano” Gehry del Milenio, tiene unos bancos de asiento, a la distancia adecuada de los velados ventanales; un sitial magnifico para pasar las horas muertas, hoy en día, más bien los minutos muertos. Viendo y absorbiendo belleza.

AIC foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Cada museo que conozco, tiene unas “piezas” que lo hacen singular y especial, para mi. Son las obras de arte que más fijan mi atención y me hacen volver a ellos, una y otra vez, como el que visita a viejos amigos. En el AIC, durante muchos años, ha habido una obra de arte de mi especial atracción. Algo extraño en mi, porque no hablamos de una pintura, ni una escultura, ni siquiera de una fotografía. Se trata de unas vidrieras, una obra de Marc Chagall. Su titulo: America Windows (Las Ventanas de América). Un trabajo fantástico y original, dominando los azules, en tres piezas (ventanas) estupendas.
Desgraciadamente, en las dos ultimas visitas, brillaban por su ausencia. Están en restauración, y una buena mujer, del servicio de vigilancia, me comunicó que volverán a la caída de la hoja, este mismo otoño. Albrícias!

Esta vez, decidí buscar “sustitutos” a mis vidrieras y los fui a encontrar en donde menos me iba a figurar: Renoir y Morisot. De vez en cuando, me gusta volver a beber en las fuentes del Impresionismo. Que gran época, para haber vivido en ella! Siempre mi indisimulado romanticismo! En un rincón, separados por el ángulo, descubrí dos nuevos atractivos para mi colección.

Renoir en Chicago, foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Era una mujer de espaldas, desnuda espalda y pelo recogido, que me hizo pensar inmediatamente en la actriz Meryl Streep. Obviamente, Berthe Morisot—la autora de la pintura—no pudo conocer, ni soñar, a la actriz americana. Pero, estoy seguro que, de haberla conocido, la hubiese pintado de esa manera: una rutilante espalda, en el acto de maquillarse para cualquier película. Una espalda de museo!
Sea esto un modesto homenaje a la primera, y única original, pintora impresionista. Infravalorada durante mas de 100 años, seguramente por ser mujer y, hoy, reputada y apreciada a la altura de cualquiera de los santones impresionistas. A los veinte años de edad, Berthe era ya, de pleno derecho, una más entre ellos. Participando, incluso, en la exposición inaugural del movimiento.

Jean Renoir in Chicago, foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Ese retrato de Renoir, hecho a su hijo Jean en su más tierna infancia, con el pelo largo como una muchacha, y cosiendo. Le hizo varias pinturas vestido de niña, una obsesión del padre. Jean, más tarde, llegó a ser uno de los más famosos directores del cine. Idolatrado en Francia, su película “El Río” es una de mis diez mejores obras del cine de siempre. El asunto de esta pintura me recuerda los problemas de algunos amigos con sus hijos, justamente por lo contrario. Los chicos dejándose el pelo larguísimo y los padres intentando cortárselo. Viviendo en Paris, a mis veinte años, mi padre intentó, y consiguió, “comprarme” el corte de un pelo que ya me llegaba a los hombros. La vida en Paris siempre fue cara!

Otro día sacaré a colación algo más sobre el AIC,—Que gran museo! Hoy, solo evocar que,—Por fin! El “Ala Moderna” ya se puede ver, es fruta madura, y la “cáscara” y la “pulpa” merecen el viaje y la visita. Grande, Renzo Piano! Magnífico!

Luisma,  Maypearl (TX)   29 de Septiembre del 2016

[Originally posted at Dust, Sweat and Iron]

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Aníbal y la tahona literaria

(Celebración y resabios del primer post de mi blog Dust, Sweat and Iron, hace casi una década)

Luis Jimenez-Ridruejo, Uninhabited Garden #3, acrylic on canvas, 56" x 60”

Luis Jimenez-Ridruejo, Uninhabited Garden #3, acrylic on canvas, 56″ x 60”

“Mi querido ordenador (dos puntos) Espero que al recibo de esta te encuentres bien de salud, brilles de limpieza y tu pantalla luzca enfocada, precisa y llena de iluminación (si tiene algo de Ilustración, mejor que mejor)…”

Así empezaba aquel primer post que hoy celebro, por razones que no vienen al caso. Me veo a mi mismo en otra cocina, como ahora, pero a dos mil kilómetros de aquí, en Pittsburgh (Pennsylvania) escribiendo y hablando con mi ordenador, dos modelos más viejo del que tengo ahora mismo bajo mis dedos, dos lustros tienen la culpa. La vista se me pierde en el reflejo de las ventanas contemplando como S. esta amasando el pan para, acto seguido, cocerlo. Es “de buena mañana” que diría un francés y la memoria se me va, no se porqué—los olores, supongo—a una tahona en un pueblo de la sierra de Gredos, Piedrahita, en la provincia de Ávila, España. Olores a pan recién hecho. Creo, si no me equivoco, que el panadero se llamaba Aníbal. Siempre me ha llamado la atención la proliferación de dicho nombre; de los tiempos de Cartago y la Roma imperial, un montón de siglos más tarde en la España y las Américas hispánicas. El militar cartaginés debió hacerse mucha propaganda con los ‘escribidores’ de historia, para pasar por toda la Edad Media y lo de después, sin que el personal olvidase su patronímico.

¿Porqué me acuerdo ahora del clásicamente llamado: “General Cartaginés?” Pues…porque estaba releyendo mi primer post de este blog y en él hago mención del Ani (mi diminutivo de Aníbal) Núñez Sanfrancisco (el hijo de Pepe Núñez Larraz, amigo y maestro de fotografía). Aníbal, compañero del colegio de bachillerato y amigo para los restos, que no fueron muchos, el poeta y el amigo se fueron quién sabe donde, de muerte antinatural (todas lo son, desgraciadamente) y demasiado pronto. En cualquier caso y significado que queramos darle a la maldita situación, esa que los ingleses y americanos llaman: “el pasar” y que aunque haga un montón de años, hay personas de las que no te puedes olvidar. El nombre se quedó en mí para siempre, aunque como digo: son muchos los Aníbal que he tenido más o menos cerca.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

He estado un rato revolviéndome la sesera y marcando con palitos en un papel, los amigos, conocidos, o los ‘famosos’ de todo tipo, con ese mismo nombre (en inglés se escribe poniendo una ache primero) y me han ‘salido’: veinticuatro, tal que los célebres Caballeros Veinticuatro del viejo Ayuntamiento de Sevilla. A veces me surgen y se me entremezclan, referencias a cosas de mis lecturas antiguas, elementos históricos (algunos que ni a cuento vienen) de los que recuerdo, vagamente (nunca mejor dicho) los nombres, o los títulos, pero nada más. Debe ser la dichosa cultura…

La cultura, que siempre jugaba en el patio conmigo a las canicas, compañeros del ‘Cole’ ante los que me destoco de una gorra de beisbol, nunca he sido de sombreros, ni siquiera de cascos. Cultura, la de esta definición de cuyo autor nunca me aparece la memoria, o lo que queda de ella. “…es aquello que se recuerda cuando se olvida lo que se ha estudiado.” Ay! Hay tantas cosas adscribibles a este capítulo!  La cultura, la distancia, el olvido, más todo lo que se guarda en los repletos cajones de los sueños. Recordar, lo que se dice recordar, recuerdo bien la planicie de Zama, al norte del viejo Túnez, donde nuestro Aníbal Barca (el ‘rayo’ cartaginés: ‘Barq’) perdió su ultima batalla con Escipión “el africano”, el único general romano al que nunca consiguió derrotar; bien es verdad que para entonces Aníbal tenía diezmado su ejército, y envejecidos los dos. De sus temibles elefantes ya no le quedarían más de media docena. Él, que había tenido 38 de estos animales, sembrando el terror en Hispania. Era al paso por los Alpes, invierno y doscientos años antes de Cristo. La realidad llegó a ser: de 90.000 a 20.000 infantes, de 12.000 a 6.000 jinetes y un solo elefante, ese era su ejército al volver a África y enfrentarse al romano en Zama. Vaya trabajo enterrar a la gente por miles. En que numero se cifraría los acompañantes de un ejército tal? La intendencia siempre bien unida a la inteligencia. Además, Aníbal perdió su ojo derecho por una infección. Demasiadas pérdidas para defender un imperio que se hundía en las arenas y los roquedales tunecinos.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

En esa misma Zama, siglos más tarde, en la Segunda Guerra Mundial, pelearon a base de tanques, Rommel y Montgomery. Estando allí—era un verano muy caluroso—se me hacía más fácil ‘recordar’ y hasta ‘revivir’ la batalla de Aníbal y Escipión, que la del siglo XX entre el alemán y el inglés. Debe ser mi habitual romanticismo que siempre da colorido y contribuye a mis emociones. Todavía siento, si me pongo a ello, los vientecillos ‘frescos’ de la amanecida en el Paso de Kasserine y hasta la música que llevaba en el coche: Wagner y sus tubas, que le venían al sitio que ni ‘peripintado’. Hoy día, un sitio muy silencioso. Como La Marne, como Gettysburg…De cosas y aconteceres históricos (siempre un poco novelados) ya escribía en aquel entonces, hace unos cuarenta años. Y hoy me vuelve la imagen de aquello, un yo sentado y vestido de corredor ciclista, a la luz de un rayo de sol, duro y brillante, que se colaba por un ventanillo de la tahona del Aníbal de Piedrahita.

Me gustaba escribir en un pequeño bloc que llevaba en el bolsón del maillot del Club Ciclista Charro. Eran pensamientos y figuras y paisajes dibujados; las cámaras de fotos aún eran demasiado grandes para llevarlas en la bicicleta. Eran otros tiempos y lo que si llevaba eran pesetas de papel y un bolígrafo. Todo ello dejaba espacio para unos cuantos bollos de pan recién horneados y que por un rato me calentaban los bajos de la espalda. Mientras en la tahona ocurría el ‘milagro’ de todos los días: las cinco o seis personas que esperaban la horneada, se dedicaban a leer periódicos y novelas, los libros eran un buen motivo de conversación. Los circunstantes eran típicos turistas de capital sin nada que hacer en sus vacaciones. Yo, turista también de pueblo serrano, tomaba notas en mi bloc, oteando los picos de la Sierra de Gredos, azules y fríos, tan cerca y tan lejos para subirlos pedaleando.

Del Aníbal de la tahona ‘literaria’ apenas tengo recuerdos; si acaso la eterna boina negra y sus inquisiciones sobre quien podía ser yo, hasta que lo descubrió. Como todos los serranos de esa zona, todo era empeñarse en decirte y repetirte a cada visita cuantos antepasados tuyos, del pueblo cercano, le eran conocidos. Para cambiar de conversación, alguna vez le relaté quién había sido su ‘antepasado por nombre’: Aníbal, el cartaginés, mucho antes de que a él le pusieran el nombre en recuerdo de su bisabuelo. Siempre he pensado que a principios del siglo XX, la gente de los pueblos era mucho más culta y mucho más curiosa que ahora. Cultura popular hallada en la lectura y la conversación.   El cine era escaso y la televisión nonata. Debería ser al revés—hoy mejor—, pero no y todo ello ‘a pesar’ del Internet.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Aquella tahona tenía un olor característico a horno de leña de encina, a jara pegajosa de altura y al tomillo más vulgar y más oloroso, el de quemar. El pan que ‘sacaba’ S. de un horno moderno y eléctrico, no tenía esos olores sino otros parecidos, que provenían de algún interior de un ciento de tarros, botellas y jarras; cuidadosamente encerrados en un armario exclusivo, al que llamo: “Ultramarinos S. Especialidad en hierbas y brujerias culinarias” (en este caso el nombre es correcto: ‘al otro lado del mar’). La palabra tahona siempre me ha encantado, el nombre Aníbal también. Es una auténtica celebración el haber escrito este post. Como siempre, escribir en español por la noche, a cambio de hablar contínuamente en inglés por el día.

‘Oigo campanas, pero si sé donde’ Estoy aquí, en Texas, escuchando los toques de una campana que no existía y que sonaba siempre en la noche, en una iglesia, la de San Nosequé en Pittsburgh, a pocos pasos de mi casa. Iglesia que a lo peor ya ni existe como tal o se ha convertido en un restaurante, o en un club de bailongo. Al Ani—Aníbal Núñez—poeta, filósofo, artista pintor y eterno ya—amigo—le hubiera gustado San Nosequé, la enorme iglesia, perennemente vacía, donde ‘Maese Pérez, el organista’ era Ray Charles. Es difícil pero en América del Norte también se puede encontrar busilis (por cierto, otra palabra que me encanta).

Luisma, Maypearl (TX)      29 de Agosto del 2016

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De escritura, pintar…

(y dale con la ‘creatividad’…)

“…un mundo nuevo en el Nuevo Mundo” Fotografía: Luis Jiménez-Ridruejo

“…un mundo nuevo en el Nuevo Mundo” Fotografía: Luis Jiménez-Ridruejo

Sigo pensando porqué no había escrito, de un tiempo a esta parte, sobre mi ‘proceso creativo’ y ves, tarde o temprano uno resbala en los mismos perdederos, los mismos con los que ‘critica’ a los otros. Se puede llamar crítica a lo que se hace, o se comenta o simplemente se piensa; aunque no se publique, ni siquiera en la parcelita propia del website que uno ‘jardinea’? Toma ‘verbabro’! que viene a ser como ‘palabro’ (en mi particular culta latiniparla) Se puede? Se admite corrección, carga y pasajeros… razón en la casilla de contactos. Cuando tengo un visitante en el estudio, la pregunta también es arquetípica, sea el preguntador profesional o simplemente amateur: “que bárbaro, que imaginación, de donde sacas todo esto que se ve en estos cuadros? Y otra, no menos arquetípica, digamos que de alumno aventajado de periodismo clásico: “dime que es este ‘mundo’ y donde lo puedo encontrar?

Ahí, es el momento en que los agarro por la manita (si tengo humor, o me cae bien el visitante), nunca por la pechera; no se merece, no habría pregunta si no hubiese ignorancia. Los hago caminar unos cuantos metros desde la trasera del estudio y ‘al fondo a la derecha’ los suelto en el primer claro del bosque, de frente a la maraña y saludando al tendido, me abro de capote y de discurso de la ‘creatividad’ y despliego la geografía de mi ‘mundo’. Que si son cuatro árboles, unos cuantos arbustos; un pequeño invernadero y las cuatro estaciones que a veces no son tan diferentes; cinco mil luces y otras tantas sombras es decir el Rey Sol con todas sus luminarias del día. Que si todo ello en un espacio de menos de medio acre, en terreno un poco cuesta abajo o en subida, según se mire, claro. Por ahí resbala el agua hasta una charca, o laguito, captador de las torrenteras de las tormentas, con miríadas de mosquitos , hijos de…la pérfida Albión y despiadadamente eficientes. Tanto como la soldadesca de los “chiggers” o niguas, la especialidad aquí de la pradera, con sus trompetas y sus picaduras que son como tatuajes gratis. Sangrientas. Una nigua solitaria en una pernera de tu pantalón puede dejarte cuarenta o cincuenta granos de picaduras. Una delicia.

“…hay que estudiar y pintar esos momentos irrepetibles” Luis Jiménez-Ridruejo. Instar #13, Acrílico sobre papel, 8.75”x 8.75”

“…hay que estudiar y pintar esos momentos irrepetibles” Luis Jiménez-Ridruejo. Instar #13, Acrílico sobre papel, 8.75”x 8.75”

La naturaleza en plenitud que ayuda a encender todos esos colores que nunca pueden ser un caos y siempre están de acuerdo entre ellos y mi cacumen. La puerta a ese mundo ‘mío’ que he encontrado en esta parte del Nuevo Mundo. Un trabajo, una obra, que empezó por una emoción, un encuentro con la naturaleza bajo un prisma diferente, el de la cámara fotográfica con una lente nueva que nunca había usado para estos menesteres. Acercándome a todo, lo mismo cada día y cada tiempo del año. Un proceso de cambio perfectamente traducible en imágenes y sus interpretaciones, a veces hasta se echaba de menos la música. Emociones, que diría Cézanne, renovadas cada día, cada sesión, y con cada experiencia en una perfecta armonía paralela con la de la propia naturaleza. He vuelto a reconocer todas aquellas lecciones del pintor francés y de tantos otros. Lecciones que tantas veces se nos olvidan y que conviene recordarlas a menudo.

Sintetizando un poco y entrando a saco en los escritos del francés…”Salgamos afuera y estudiemos la maravillosa naturaleza.” Algo que parece obvio pero que no lo es cuando tenemos que leerlo para recordarlo. “…No debemos estar contentos con memorizar las maravillosas formulas de nuestros ilustres predecesores, salgamos afuera, pronto, están pasando cosas…hay que estudiar y pintar esos momentos irrepetibles”, las luces y las sombras son como agua en las manos que se nos escapa por entre los dedos. La luz lo es todo y es rauda y veloz. “La sombra es también un color, al igual que lo es la luz, pero menos brillante; luz y sombra son solo la relación entre dos tonos.” A veces, las sombras seducen más que sus propios colores. De nuevo Cézanne y sus admoniciones: “No hay modelo, solo hay color. Si ves un árbol rojo, píntalo en rojo luminoso.”

“…La puerta a ese mundo ‘mío’ que he encontrado.” Fotografia: Luis Jiménez-Ridruejo.

“…La puerta a ese mundo ‘mío’ que he encontrado.” Fotografia: Luis Jiménez-Ridruejo.

No contento (así me ven, o parece) con el mundo en el que he vivido ya más de setenta años; me he dedicado últimamente a ‘crear’ (ya estamos de nuevo con la dichosa ‘creación’) un cosmos nuevo, algunos críticos lo llamarían ‘universo’ (por exagerar que no quede). Un mundo nuevo en el Nuevo Mundo, ese es mi leitmotiv o mi lema, por mor de seguir escribiendo en español. Las interpretaciones de cada imagen, incluso de cada parte de una imagen, a veces me sorprenden a mi mismo por lo plural y lo masivo. La belleza de cientos de estas imágenes y los caminos que se me abren a una traducción pictórica, muchas veces simplemente como punto de arranque, composición , dibujo generador, soluciones de color…que pocas veces se ‘equivoca’ la naturaleza en sus colores! En su propio y natural realismo te ofrece singulares aproximaciones o indicaciones hacia la abstracción.

Todo ello en poco más que el terreno de un campo de baloncesto. En este, mi campo de Agramante particular, llevo ‘tiradas’ más de cinco mil fotografías. Viva la era digital! Almacenadas en una ‘tarjeta’ de cinco dólares, algo impensable hace muy pocos años. Como decía la vieja zarzuela: “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad!” Volviendo al Sr. Cezanne: “Pintar de la naturaleza no es copiar el objeto; es realizar las propias sensaciones. El arte es una armonía paralela a la naturaleza. Hay dos cosas en un pintor: el ojo y la mente, ambas deben ayudarse mutuamente.” Tendría que dedicarme a escribir más sobre el pintor francés, maestro de todos los pintores de hace cien años y de todos los de hoy. Inmortal, no me gusta, mejor: Eterno, así con mayúscula.

“Pintar de la naturaleza no es copiar el objeto; es realizar las propias sensaciones.” Instar #12 Acrílico sobre papel, 8.75” x 8.75”

“Pintar de la naturaleza no es copiar el objeto; es realizar las propias sensaciones.” Instar #12, Acrílico sobre papel, 8.75” x 8.75”

Este mundo, representado y reflejado en mi pintura y mi fotografía, es quizás un poco—o un mucho—pretencioso, al menos en su definición. Lo único que puedo decir es: los resultados ahí están. Que cada palo aguante su vela y la cofradía su santo. Ya me han empezado a caer las ‘criticas’ de todo signo. Sin miedo, pero agazapado, espero más.

Luisma, Maypearl (TX)         30 de Julio del 2016

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Ecos de Umberto

(Pensamientos ‘a esgalla’, o ‘a esgaya’, a saber…)

“…y sin embargo son en blanco o en gris, el terror puede ser gris…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…y sin embargo son en blanco o en gris, el terror puede ser gris…”
(Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

Un pensamiento, una imagen. A veces una palabra también lo es, todo depende de su significado, o de su sensación, si el significado no lo tienes claro. Esgalla, o esgaya, no sabría con cual quedarme. Necesitaría la autoridad de Umberto, o la de mi intuición. Es una de esas palabras que vienen montadas en la cresta de alguna de esas olas figuradas de los sueños. Viene del Latín, ya me gustaría que todo fuera tan simple. En las horas que deberían ser de sueño reparador y sin embargo son en blanco o en gris, el terror puede ser gris; con pensamientos ‘a esgalla’, o ‘en abundancia’ (esta parece ser la mejor explicación de la palabra, eso si no es la única).

Me retrotrae a la primera vez que la escuché, hace sesenta años, estando de caza con mi padre: “vamos a ponernos aquí, que por la esquina de ese matón entran perdices ‘a esgalla’ y cuando nos ven ya es tarde”. Doce cayeron en el pin-pan-pun de un par de minutos. Y con la emoción cinegética; ahí se me quedó la palabra, prendida para los restos y me gusta que venga de vez en cuando surfeando de entre las sombras del pasado y del recuerdo. Parece ser palabra en lengua asturiana, o por lo menos norteña. A saber porqué mi padre la usaba, siendo tan castellano, él. Uno, de niño, le pregunta a su padre que quiere decir una palabra, pero no como se escribe.

Sentado, sin apoyo de la espalda, en la cama. A punto de decidir el lance, pie a tierra o volverme a dormir, si se puede. Mientras tanto chorreada de pensamientos, a esgalla, ‘mirando a los ababoles’, con la cabeza en Batuecas, o en Gredos. Repica el campanario del teléfono durmiente de S.( léase, Ese Punto). Maitines en Maypearl (Texas), la obscuridad total antes de llegar el día. Si usas las tinieblas, la noche, no puedes gozar, o malamente, de las primeras luces, esas que corren las sombras a las espaldas de la casa. La luz tangencial provoca a la cámara fotográfica. Otro mundo del Otro Mundo se despliega. Por eso, muy de vez en cuando, me gusta estar en pie al amanecer, aunque luego me vuelva a acostar la ‘siesta mañanera’ de los monjes.

“Maitines en Maypearl (Texas), la obscuridad total antes de llegar el día…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“Maitines en Maypearl (Texas), la obscuridad total antes de llegar el día…”
(Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

Monjes. Por ahí resbalan los sueños esta mañana, como los truenos de la tormenta. Umberto Eco, reciente todavía, me sobrevuela como un pájaro, o como un murciélago de ese “Jardín de las Delicias”, última imagen antes de despertar. Cierro los ojos y me ataca la meditación, aquella en silencio, que aprovecho para descabezar un sueñito, o un tiempo más largo si es posible. Esos momentos en los que los sueños que se producen conforman los sueños que se recuerdan. Todo ello a pesar de que el gallo del vecino, al otro lado de la carretera, tienda a confundirme con sus cacareos a horas intempestivas. Nunca me levanto con el gallo, ni me acuesto con las gallinas. Misterio irresoluto de mi vida.

Tengo que encontrar más de estos pensamientos y dichos hispánicos o italianizantes en mis viejos papeles amarillentos, ya antes de empezar la refriega, cuando como ahora lo apuntaba todo pero por diferente razón. Entonces tenía memoria, fresca, lúcida, capaz hasta de lo microscópico. Ya no, tengo más lagunas que las de Ruidera (eso si no han desaparecido del todo) y a menudo por minutos se me borran cosas que no deberían. La sensación es lamentable, es como si metiera el cerebro en agua y lo sacase pingando y aparentemente limpio y hermético. Un desastre como tantos otros en estos capítulos de mi vida y aunque me repitan hasta la saciedad que es ley de ella, en realidad es el celebérrimo consuelo de tontos, al que ya nos vamos apuntando al vencer la séptima década.

Inquiriendo a la imagen del otro lado del espejo. Seguimos aprendiendo? De lo ‘divino’ y de lo humano. Porqué quieres saber?  “Porque aprender no consiste solo en saber que debemos o que podemos hacer, sino también en saber que podríamos hacer y quizás no deberíamos.” William de Baskerville (“El Nombre de la Rosa”).

Con la muerte de Umberto Eco, los cuadernos amarillos florecieron de apuntes marginales y de sus comentarios sobre arte, sobre Internet. “Mientras estás pintando estas pensando en el que ve tu obra y en como la ve. Después de un brochazo o una pincelada, el pintor da dos o tres pasos hacia atrás y estudia el efecto: mira el cuadro, así es, de la forma que el espectador lo admiraría, con la luz adecuada, cuando está colgado en la pared. Cuando una obra está terminada, se establece un diálogo entre la pintura y los espectadores (el autor esta excluido)”.

“…La luz tangencial provoca a la cámara fotográfica. Otro mundo del Otro Mundo se despliega…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…La luz tangencial provoca a la cámara fotográfica. Otro mundo del Otro Mundo se despliega…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

En cuanto a las “redes sociales”(que horterada!) me hago eco de Eco (esta vez la horterada es mía), comulgo con la misma mala hostia que él. No te confundas, yo empecé muy pronto con el Internet, antes de que estuviera en España y bajo las banderas del Yahoo, lo ví venir todo muy rápido. Decía Eco: “Las redes sociales le dan derecho de palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban solo en el bar, después de un vaso de vino, sin dañar a la colectividad. Enseguida (a estos) los callaban, mientras que ahora tienen el mismo derecho de palabra que un Premio Nobel. Es una invasión de imbéciles. El drama de Internet es que se ha promovido el tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad.”

Sigo surfeando por los márgenes de los cuadernos amarillos, excelente deporte, sin mirar a los nogales de mi entorno que se mueven con un viento mañanero por soleares (cosas de las tormentas) y de los que caen pécanos y pensamientos a esgalla que se instalan en dichos márgenes y que aún sin firma pertenecen a Umberto Eco o a su recuerdo, ahora que ya no está. Este deslavazado ‘post’ es un homenaje, a uña de caballo. Habrá más porque la admiración era grande.

“Nada da a un hombre miedoso más coraje que el miedo de otro.” – Umberto Eco

(o quizás fuera Confucio, o el papelito de un Fortune Cookie, a saber…)

Luisma, Maypearl (TX)       28 de Mayo del 2016

 

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“Esto es arte o fotografía?”

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

“Esto es arte o fotografía?”

(titular de un articulo de El País, sección fotografía, del 5 de Junio del 2015, firmado por C.G.)

Hace tiempo que vengo notando y creo que no soy el único, van siendo años ya, aquí y al otro lado del ‘estanque’, que el periodismo va en caída libre por la pendiente. Me refiero, claro está, al periodismo de ‘redacción’, al que solo escribe, normalmente, en los todavía llamados diarios o periódicos, sean de papel o sean on-line. Tendría que ponerme a pensar en una fecha, o un momento crucial, en el que empezamos a notar que los periodistas se empeñaban en resbalar por la dicha pendiente, untada por los deslizantes aceites de la poca lectura y la imitativa de pobres ejemplos, vinieran de donde vinieran.

La imagen que me viene a cuento es la de un tropel de ellos, correctamente vestidos ‘de corbata’ precipitándose a empujones en una piscina atiborrada de otros como ellos, (la imagen me recuerda a las del gran Wolinski de Charlie Hebdo, R.I.P.), piscina de la que no pueden salir no por carecer de ayuda, sino por ni siquiera pedirla. Y todos mojados por las mismas aguas, las de los hisopos de la incultura más galopante. Quedan salvados los periodistas-escritores, es decir, los que solo se mojan semanalmente, o de ciento al viento, con sus colaboraciones, columnas especializadas, a menudo críticas de todo tipo y que transmiten en una manera más literaria que reporteril o de noticias del día. Por el propio hecho de su actividad literaria, generalmente novelística, se les supone una calidad de escritura, que en algunos casos, pocos, deja que desear.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

El caso es que el otro día, siempre hay un día llamado ‘otro’ para estos casos, estaba “ojeando” de ojo, u ‘hojeando’ de hoja—no lo tengo muy claro—aunque debía ser lo primero porque era con el Ipad (entonces sería ‘pantalleando’, hombre…) instrumento que no alcanzo a dominar, todavía, pero al que le saco todas las cosquillas posibles porque me sirve para muchas cosas…delgado de tamaño y peso, muy ‘iluminado’, rápido como una centella, una cámara de fotos increíble y contiene un mundo entero o más, mucho más. Es una herramienta fantástica que apoya mi sentido de lo artístico. Ahorro tiempo y dinero, es como una hucha y a la que no hay que romper para sacarle la sustancia. Ya me he ido por las ramas…

Decía que el otro día estaba ‘pantalleando’ un periódico, El País, online—una verdadera lástima—es uno de los que van rodando por la pendiente, cada vez peor: redacción aparentemente dirigida por sus enemigos, errores sin cuento, fotografía poco cuidada (aún recuerdo los primeros tiempos de El País, cuando sus fotos y fotógrafos eran un referente hasta para la fotografía artística), la sintaxis y ortografía desquiciadas. El Pais! uno pensaría que después de tantos años, habría en plantilla algún especialista en la interpretación de lo anglosajón y lo ‘americano’, después de la retro-colonización a la que nos hemos visto abocados, pero quiá, ni por esas! Sigue el vicio sempiterno de no entender lo americano, (o lo estadounidense—fea palabra, malsonante) casi al mismo nivel que ellos no entienden lo español. Con una diferencia notable: en USA rara vez hay alguna noticia de España, que no sean catástrofes y poco más. Sin embargo, en España lo raro e inhabitual es que se vaya un día sin noticias venidas o generadas en USA, noticias de todo tipo y con frecuencia mal interpretadas, o con errores incluso de bulto. Así ha sido desde hace ya más de un siglo. Tremendo.

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Todo este comentario desatado a cuenta de un articulo en El País, titulado: “Esto es Arte o Fotografía?” de una tal C.G. y bajo el epígrafe de Fotografía. Lo de menos es a que se refería el escrito, creo que era una exposición de fotografía china, da igual, el problema me surgió al leer el título, presentando un supuesto dilema de unas fotos en ser arte o fotografía, como si una semejante disquisición fuera posible. Lamentable y supongo que confuso para mucha gente. No quiero ni pensar que la citada periodista C.G. estuviera tratando de ‘volver’ hacia atrás, unos setenta años, cuando la fotografía todavía era discutida como arte. Le concedo el beneficio de la duda, quiero creer que fue un simple desliz del lenguaje, un despiste.

Me consta que en ciertos niveles del llamado ‘gran público’ existe aún esta visión negativa de la Fotografía. Que se le va a hacer? Pero, ese público es muy duro de pelar, con el se necesitan años e incluso siglos. No es, sin embargo, de recibo semejantes errores en un periodismo que debería ser el educador de este ‘gran publico’. Y tenemos, por desgracia, unos periódicos actuales en los que las equivocaciones de todo tipo son legión y diarias. Tampoco veo quién, o quienes, pueden actuar de salvavidas en la repleta piscina, donde chapotean y chapotean pero no se les ve intención de salir. Echo de menos al corrector de pruebas y al redactor-jefe, estos deben estar abanicándose en el limbo, espero que el de los Justos. Aunque no sé muy bien donde queda eso, quizás debajo del trampolín.

Luisma, Maypearl (TX)   29 de Marzo del 2016

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Manos arriba

“…la colección de una vida entera… del cirujano Dr. Adrian E. Flatt…”

“…la colección de una vida entera… del cirujano Dr. Adrian E. Flatt…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Siempre he dicho que este país, los USA, nunca dejará de sorprenderme. Así lo ha sido los veintitantos años que llevo aquí—parece que lo sigue haciendo—y convengo que así puede que sea en adelante, tanto como me duren las pilas, claro. Lo cual está por ver. No digo que cada día, pero sí que muy a menudo, descubro cosas impensables, asisto a situaciones inesperadas, encuentro ideas o inspiraciones que se van de lo arquetípico y se convierten en una más de las sorpresas que ya hasta empiezan a parecerme normales.

De que otra forma se puede aceptar lo de la semana pasada en un hospital del centro de Dallas (Baylor). Uno que ya lleva vistos cien hospitales y cien museos y que no suele confundir unos con los otros, vagaba por los pasillos de la planta pública y de oficinas, común a todas las torres de especialidades. Un vagar distendido y relajado, matando el tiempo, que es algo en lo que tengo estudios y si se me apura hasta doctorado. Mientras S. “veía” a uno de sus médicos especialistas, yo me dedicaba a “mirar” el arte de serie B que colgaba profusamente en sus paredes. Montañas de cuadros pictóricos del más variado pelaje; eso sí, con cierta tendencia, observada en toda clase de hospitales, al Impresionismo, sin llegar a los cuadros de ciervitos, y a la Abstracción, esta cogida con pinzas y asesinada con el bisturí de la más burda imitación, “arte moderno” que le dicen.

Cuadros sin alma y lo que es peor, sin oficio. Pinturas compradas al peso, bueno, mejor dicho, por docenas. Seleccionadas por la enjoyada señora de algún preboste, cuyos millones sirven para edificar, amueblar, suministrar y de paso eludir impuestos personales y darse pisto eterno con su “fundación”. O quizás, compradas en algún almacén al por mayor por alguien de la oficina de los arquitectos. Solo el cielo sabe, de su aprecio y con que criterios y que titulación, posiblemente la de “correveidile” de turno, o la mas moderna titulación exportada con la americanización: becario, interno, es decir persona de cortos estudios que suplanta al verdadero técnico o profesional acreditado, cobrando mucho menos dinero por ello. Manos arriba!

“…cientos de manos de gente famosa, célebre, singular…”

“…cientos de manos de gente famosa, célebre, singular…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Así me veo de pronto, en mi deambular, aceptando la idea cuasi-faraónica de encontrar “al fondo a la derecha” de uno de estos pasillos con sabor a pirámide, Oh sorpresa! un gran hall, una especie de cámara del tesoro con acceso desde una escalera amplia y en rotación, y allí los miles de lúmenes y las vitrinas empotradas de un “Museo”, una gran exposición de manos y fotografías. Sí, sí, solo manos de bronce y la correspondiente fotografía del propietario de esas manos. Un museo totalmente personal, la colección de una vida entera, de un cirujano especializado en operar dolencias de las manos. El autor, el doctor Adrian E. Flatt, nacido inglés y largamente nacionalizado americano, un artista y un personaje de vida fantástica y sorprendente. Lo dicho, la sorpresa y la capacidad de ser sorprendido.

Unos cuantos cientos de manos de gente famosa, célebre, singular, incluidas manos de muchos de sus pares, cirujanos como él. Dicho así, multitud de manos y dedos que te dejan en suspenso; delirando por todas, o casi todas, las posibilidades de tal oferta alucinante. Manos expresivas de muchas maneras, grandes, pequeñas, dedos largos, cortos, tiesos, agarrotados, relajados, crispados, tranquilos, sufrientes y al pie de las cuales, una corta nota informativa sobre los dueños de esas manos y una fotografía de ellos. La mayoría personajes de vida pública, reconocibles, artistas, intelectuales, políticos, deportistas, músicos, médicos, astronautas…no hay un orden establecido, solo algunos grupos coherentemente unidos, o separados.

“…Armstrong, Aldrin, Collins…Cual sería su problema con las manos?...”

“…Armstrong, Aldrin, Collins…Cual sería su problema con las manos?…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Astronautas?—quien lo diría—uno abraza la idea o la creencia de que estos señores son casi perfectos, a tantas pruebas como se deben someter para salir con el empleo. Siete de ellos están con sus manos en bronce allí, incluidos los primeros alunizados: Armstrong, Aldrin y Collins. Cual sería su problema con las manos? Cualquiera sabe. Deportistas, como la tenista Cris Evert, de manos pequeñísimas; jugadores de beisbol y de football NFL, mas plausibles de tener problemas profesionales. El mago David Copperfield, a saber porqué. Varios presidentes de los USA y algún dictador latinoamericano; Van Cliburn, un pianista, lógico; Louis Armstrong, menos lógico así a primera vista. Paul Newman y otros actores y actrices; Larry Hangman, el JR de la serie “Dallas”. Walt Disney; Christian Barnard, el primer trasplantador de corazón y hasta una cohorte de montañeros y alpinistas. Algún español? Sí—el gran guitarrista Andrés Segovia—. Lo dicho: un ciento de personajes y sus manos, supongo que curadas o por lo menos consultadas.

“… Segovia, Cliburn, Stern…mas plausibles de tener problemas profesionales”.

“… Segovia, Cliburn, Stern…mas plausibles de tener problemas profesionales”. Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Ni que decir tiene que telefoneé y me cité con S. al acabar sus consultas, en el sitio pero sin decirle lo que allí había. Trataba también de sorprenderla. Largo rato después, yo seguía mirando obsesivamente aquel montón de manos y al pronto una voz, a mis espaldas, me decía, en español: —Es la leche! Esto es simplemente alucinante—naturalmente era S., cuyo español, como puede observarse, “mejora” a marchas forzadas, al galope. Así salimos del hospital haciéndonos cruces y prometiéndonos visitar, sin falta, cualquier “museo hospitalario” que se nos ofrezca por tan módico precio. Recuerdo, hace unos años, una visita al Museo Nacional Dental en Baltimore, con su pièce de résistence: las dentaduras postizas del Presidente Washington. No todo van a ser museos de pintura.

Luisma, Dallas (TX) 21 de Marzo del 2016

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Las dunas de Chesterton

 

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

 

Puede que sea difícil de imaginar, o puede que yo no sea capaz de transmitir las imágenes. Hace años, Julián Marías me dijo: escribe lo que no puedas pintar y pinta, fotografía en otros casos, lo que no puedas escribir. Lo intentaré, porque las impensables escenas que presencio, muchas de ellas conmigo dentro, son el pan de cada día de mis aventuras en este país.

Estoy en Chicago, una de mis ciudades favoritas en el mundo. Llegamos hoy, y ya estoy frente a mi ventana en la habitación del hotel Congress Plaza, con vistas al lago Michigan que, como siempre, más parece un mar, un mar de acero gris azulado. La sangre luminosa de los coches fluye abajo, once pisos más abajo; chorros de glóbulos rojos y blancos entremezclados, desde la avenida Michigan hasta la Lake Shore y las calles cruzadas del Parque del Milenio. Las primeras luces de la noche, desde esta ventana, un espectáculo que siempre tiene la virtud de hipnotizarme; puedo estar mirándolo durante largo tiempo, embobado en cualquier pensamiento o remembranza.

 

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

 

Venir hasta aquí, en coche, es ya una manía. Estados Unidos hay que viajarlo en coche, a pesar de las monstruosas distancias. Y cada viaje a Chicago ( unas siete horas, desde Pittsburgh, rodando rápido) es una fuente de nuevas aventuras. Por más que se miren las predicciones de los hombres del tiempo, siempre hay una sorpresa, sobre todo en recorridos largos. Esta vez, con la primavera ya oficialmente entrada, después de dos horas de camino, nos empezó a caer nieve; que siendo de noche era cegadora, mareante, y dificultaba la conducción. Total, que paramos a dormir, y continuar al día siguiente, ya sin prisas, lo que produjo el avatar de turno y la aventura significativa del viaje.

 

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

 

A la mañana siguiente, sol y viento, enfilamos hacia Chicago. Tras un tiempo de rodaje tranquilo, se estropeó un sensor de temperatura y para cambiarlo tuve que salirme de la autopista, y eso fue en un pueblo con un nombre muy literario: Chesterton, en el estado de Indiana. Después de varios intentos, el asunto nos lo arregló un “currito” con taller personal y aspecto de orondo bien comido, y bien bebido. Mientras esperábamos la reparación, en su sala de espera—oficina—salón de té, reparamos en unas fotos colgadas en la pared de algo que se anunciaba como Parque Nacional de las Dunas de Indiana. El tipo insistió que fuéramos a conocerlas—oiga, solo cuatro millas y son una delicia! Echada ya la tarde a perros y con el sol cayendo, y muy fotográfico, nos fuimos a ellas armados de cámaras y protegidos del frío viento, y—Oh, maravilla! La cosa valía la pena, y mucho!

 

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

 

Pasamos unas buenas dos horas recorriendo el sitio y pisando, fotográficamente, la arena suave de las dunas. Quien iba a pensarlo! A cuatro millas de la dura y pura carretera, unas dunas increíbles, a orillas del lago y tan solo un “tiro de piedra” de Chicago, que se apercibía en lontananza, al otro lado de las aguas. Será un lago, que lo es, pero a mi siempre me ha parecido un mar. Son famosas las historias de tormentas brutales en este lago-mar, hundiendo barcos. Una de estas historias se me quedo grabada, la zozobra y naufragio de un velero, a finales del siglo XIX, que transportaba el abastecimiento de árboles de navidad para Chicago. Nunca ha sido encontrado.

 

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

 

Volviendo a las dunas. Al punto me informé del paraje y su historia. Otra vez la glaciación Wisconsin, la misma que produjo las cataratas del Niágara y la recesión de los glaciares de los grandes lagos; al retirarse produjeron estas dunas que, además, son unas de las pocas, treinta y cinco en todo el mundo, “dunas cantantes” o “silbantes”. Buscando información sobre dunas, aprendí que también existen dunas que “ladran”, tal que si fueran perros. Que cosas!

 

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

 

Las dunas, pequeñas pero magnificas, eran un coto fotográfico de primerísimo orden. Las arenas de un color caramelo-rojizo, de increíble suavidad a la pisada, al tacto y al ojo, nos rodeaban por todas partes. Contenían, incluso, pequeños estanques de aguas trasparentes y matas de juncos.Una vida reflejada en otra. Los espejos de la naturaleza.

 

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

 

Un verdadero coto de caza. Un ciento de “cartuchos” se nos fueron entre los dos “tiradores” y el símil cazador me trajo el recuerdo de mi nunca olvidado Pepe Núñez Larraz que, aquí, hubiera gozado como un “marrano con paperas”. Así sucedió con Sarah, que sacó y cobró las mejores piezas. Algunas de las fotos de aquella tarde inolvidable son las que ilustran este “posting”. Aunque bien mirado, cualquier tarde con S. es siempre inolvidable.

 

Luis Jimenez-Ridruejo

Foto de Luis Jimenez-Ridruejo

 

Dunas, agua, viento frío, olor a agua dulce de lago, vallas de madera sosteniendo la integridad del fenómeno…Ni las palabras, ni las imágenes, ni la feérica música de Vaughn Williams, allí en Chesterton (Indiana), quedan esas dunas esperando que alguien visite su delicada existencia. Antes, quizás, de que un mal viento se las lleve.

 

Luisma, 30 de Diciembre del 2015

[Originally Posted in December 2014]

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Retrato de Fotógrafo (?)

“El asunto de mi retrato (debajo) en blanco y negro, es el producto de un día de luz tamizada, en Pittsburgh, PA. Teniendo como fondo las lonas de la valla de un campo de beisbol amateur. No estoy sonriendo, posiblemente no habría razón para ello y parece un retrato antiguo, como aquellos en los que se necesitaba larga exposición. No hay nada más difícil de sostener en buenas condiciones que una sonrisa. Pero, creo que soy yo.”

Luis Jimenez-Ridruejo (foto de S.)

Luis Jimenez-Ridruejo (foto de S.)

Cuando inicié esta serie de ‘post’, la intención era la de publicar con cada uno, en cabecera, un retrato (preferiblemente, autorretrato) del fotógrafo en cuestión. Tarea no muy difícil pues casi todos los fotógrafos famosos, y hasta los menos famosos, nos hemos hecho alguna vez algún autorretrato; bien sea con el llamado, y ya hoy prácticamente periclitado: disparador automático, o con el espejo más a mano, quizás el del cuarto de baño. El caso es que, últimamente, no me he hecho ninguno de estos y tengo ese buen retrato, en blanco y negro, que me hizo S. (léase: ese punto) y que me retrata, valga la redundancia, excepcionalmente bien—o al menos yo así lo creo—. De manera que lo he usado como retrato de cabecera de este post.. Ah! Este retrato es el único acertado, con otro de hace cincuenta años, del maestro Pepe Núñez Larraz, que me hayan hecho en toda mi vida. Plasmándome.

“…no soy totalmente yo, ya se pueden sacar algunas conclusiones.” (Foto de Z. Jimenez-Ridruejo Calleja)

“…no soy totalmente yo, ya se pueden sacar algunas conclusiones.” (Foto de Z. Jimenez-Ridruejo Calleja)

Solo dos retratos buenos, entre tantos en sesenta años, y no digo en setenta porque en mi primera década alguno más hubo. Un ejemplo: el de mis dos añitos, en brazos de mi abuela paterna, la sin par Luftolde. Le quedó muy bien a mi padre y aunque todavía en él no soy totalmente yo, ya se pueden sacar algunas conclusiones. Sobre todo si soy yo mismo el que las hace, pues conozco todas mis aventuras posteriores mejor que nadie. Los rasgos y las señales, las huellas y las cicatrices que esas aventuras han ido dejando en mis facciones, componen el retrato posterior. Por lo demás, durante todas estas décadas pasadas, me he bañado diariamente en líquido revelador y me he peinado con fijador y secativo. Valga esta sobada manera de decir que me he dedicado a la fotografía. Amateur, claro, porque no he vivido de ella.

Sin embargo, el nivel de mis conocimientos y práctica fotográfica son los de un avezado profesional y muchas veces he sido bien premiado o compensado por ello. De la fotografía de los líquidos he pasado, ya hace algunos años, a la digital. Esta me ha permitido su mejor empleo: la capacidad de autocorrección y edición propia y el prescindir, casi al ciento por ciento, del uso del fotómetro. Este ha cedido la palabra a mi ojo, a través de la ventana previa digital, el usufructo de ‘ver’ una fotografía ‘terminada’ antes incluso de dispararla. Los puristas pondrán el grito en el cielo por esta afirmación, pero los puristas como los academicistas y los críticos, la mayoría, nunca han hecho nada que contribuya demasiado a la historia de este arte. El fin justifica los medios.

Puedo decir de mi fotografía y no en plan crítico sino informativo que he domesticado a la cámara digital para que me dé lo que yo quiero. A las pruebas me remito. Véanse simplemente, todas mis fotos, firmadas y utilizadas desde hace más de ocho años en este blog y mi website. Todas ellas no son más que la punta del iceberg, señalan donde estoy y dejan inherente la seguridad del volumen de trabajo que queda por debajo de las aguas, o dentro de mis ordenadores y ‘pinchos’. En mi fotografía actual hay una utilización de mi propia idea del colorido, aceptando los colores que entran por la ‘ventana digital’ y dejando un mínimo de posibilidad al cambio, a la adecuación después del disparo, sin llegar a la manipulación excesiva.

Sigo pensando que la fotografía se ‘ve’ y se ‘hace’ antes de dispararla y el arte es el de los ojos que la selecciona, la estudia y la produce. Por cierto, antes de lo digital era un ‘deporte’ muy caro, hoy permite hacer cientos de ‘poses’ sin tanto costo. ‘Gatillo fácil’ dicen de la cámara digital, no sé si lo seré yo, pues es verdad que no disparo nunca ‘a tontas y a locas’. Calculando por lo bajo habré disparado en mi vida unas ochenta mil fotos, de las cuales conservo más o menos la mitad. Mi actividad fotográfica actual tiene dos vertientes principales, que a veces coinciden. Una, es la de utilizarla para ‘ilustrar’ mis escritos y la otra es una pura investigación estética, en este momento, la de la naturaleza.

“Hay muchos otros caminos que he dejado abandonados…” (Foto de Luis Jimenez-Ridruejo)

“Hay muchos otros caminos que he dejado abandonados…” (PPG Plaza. Pittsburgh (PA) Foto de Luis Jimenez-Ridruejo)

Hay muchos otros caminos que he dejado abandonados por estas dos avenidas, sin razón aparente, aunque a veces repique cualquiera de esas otras campanas. Ya sea solo para no perder la costumbre de cosas ya hechas y vías ya transitadas. Incluyendo los ‘nuevos’ deportes fotográficos, como el estúpido ‘selfi’, con sus sonrisitas forzadas y lamentables. Hace muchos años, muchos, tuve una temporada que me hacía ‘selfis’ prehistóricos, ‘tirándome’ fotos mientras me miraba a mi mismo, enfocándome o desenfocándome en un espejo; algunas hasta con flash, que ya era rizar el rizo. Aquel sarampión se me pasó enseguida y no sé donde quedaron aquellas pruebas de ingenuidad estética.

No cuento las fotos hechas con aquel dispositivo de autodisparo automático, que confería unos segundos para ‘colocarse’ en un paisaje, añadirse a un grupo y/o hacer alguna tontería, ‘saliendo’ en las propias instantáneas. Eso que hoy se hace con cámaras de lentes casi microscópicas, pero que te dan una calidad inmensa. Los dioses clásicos de la fotografía de primeras horas se hubieran hincado de rodillas delante de estas lentes minúsculas y sus ‘tarjetitas’; invocando seguramente: Milagro! O según el caso: Satanás! De esta manera y facilidad se llevan cámaras a todas partes y situaciones, no solo en teléfonos, sino hasta en relojes, gafas, anillos…. Ninguna de estas tengo, solo la cámara del iPad, que vista la calidad que me da, cada día la uso más.

“…pura investigación estética, en este momento, la de la naturaleza.” (Foto de Luis Jimenez-Ridruejo)

“…pura investigación estética, en este momento, la de la naturaleza.” (Foto de Luis Jimenez-Ridruejo)

Tendría las defensas bajas, me han atacado el baluarte de mi clasicismo, “son muchos y poderosos…” como diría D. Quijote. He resistido hasta ahora—ya veremos si lo cumplo, o me pasa como con el móvil—lo del aparecer en las chorradas del Facebook, Instagram y demás; así como nunca he ‘silbado’ en el dichoso Twiter, que me repatea en grado sumo. Hasta el propio nombrecito me carga, será la edad que me vuelve gruñón. De manera que brindo este toro a los imbéciles que me acusarán, seguro, de no estar en la página, de ser ‘amoderno’, palabro que ya he visto reproducido, y me limitaré a señalarles que en fotografía y desde hace cincuenta años he estado y estoy muy por delante, varios capítulos, o ciclos, como los quieran llamar. He hecho casi todo en ello. Mi único dolor es no ser capaz de imaginar como será la fotografía en el próximo siglo.

Algunas ideas, pura imaginación, he tenido al respecto…pero esa es otra historia, que el viento no mueve todavía. Aquí solo dejar un parvo retrato, este por escrito, con cuatro cosas y un par de fotos de entre los miles.

Luisma, Maypearl (TX)   28 de Octubre del 2015

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Las luces del bosque

“…luces extrañas de trayecto veloz, imposibles de identificar…el titilar de unas luces entre los arboles…” Foto de Luis Jiménez-Ridruejo

“…luces extrañas de trayecto veloz, imposibles de identificar…el titilar de unas luces entre los arboles…” Foto de Luis Jiménez-Ridruejo

No era la primera vez que atravesaba el puentecillo de madera que salvaba lo que es, no un rio, no un arroyo, ni siquiera un regatón de lluvias… una pasarela de troncos desbastados tendidos entre los morros de una grieta del terreno, no muy grande, ni muy profunda. Solo lo suficiente para que ese accidente sea impracticable por cualquier tipo de vehículo—bueno!—quizás, con un ‘oruga’ o un tanque militar se podría. Para que necesitaría andar con un tanque por estos vericuetos del rancho? Pensándolo bien, porque necesitaba pasar a la otra parte? La ‘otra parte’, en la que está ‘el gran bosque’, con su pequeño lago al que se accede por dos, también pequeñas, roturas de entrada a la maraña. Dos estrechos caminos desbrozados por el poco paso humano y el leve tránsito animal; que a veces se borran de una estación para otra y hay que imaginar por intuición y acudiendo a las dotes de orientación de cada uno, que no siempre están disponibles.

Por supuesto, he estado en el lago a plena luz del día. Sentado en la orilla, contemplando una pequeña barca, mínima, que nunca se mueve, anclada con una boya de peso. Pensando quien habrá sido el barquero, si lo hubo. Quizá, sólo en la noche, para navegar en la oscuridad. Perderse en el gran bosque del piélago es siempre motivo de pesadillas nocturnas. No quiero ni pensar en andar a oscuras por aquellos andurriales del rancho, ni siquiera con luces, por muy potentes que fueran.

“…me devuelve un colorido cambiante, a veces imposible…” Foto de Luis Jiménez-Ridruejo

“…me devuelve un colorido cambiante, a veces imposible…” Foto de Luis Jiménez-Ridruejo

Los ramajes, la barreras de espinares, los múltiples huecos de las raíces de los tortuosos árboles…en la noche, ni hablar! Pero, si en algunas partes del bosque, a veces, no llega la luz del sol!  En ocasiones la cámara de fotos me pide el uso del flash, en pleno mediodía ( ! ), y me devuelve un colorido cambiante, a veces imposible, desde el blanco más impoluto hasta el rojo más sangriento. Muchas de las fotos que he hecho en ese bosque, incluso siendo muy espectaculares, no hacen justicia al entramado de la maraña del espinoso terreno.

Siempre he pensado que esa zona es la puerta a otro mundo, de entidades desconocidas, guardada por jabalíes y serpientes, zorros, armadillos y ejércitos de insectos poderosos; que interpretan sus juegos de guerra particulares y en los que ni me quiero inmiscuir, en lo posible. Esta vez me dí la vuelta sin atravesar el puente, como tantas veces, volviendo a lo abierto de la pradera, caminando rápido hacia la casa. El cielo se estaba poniendo oscuro y no solo porque fueran las seis de la tarde, sino porque amenazaba tormenta, que aquí son rápidas en formarse, de mucho rayo y a menudo de poca agua. Siempre rolando de sur a noreste y sin olor a ozono, ni previo, ni después. Necesitaba llegar cuanto antes al estudio, con sus múltiples grandes ventanales, desde donde ya a seguro, me gusta disfrutar de las tormentas largas de la pradera; mientras pinto, escribo u oigo música.

Desde estos ventanales, que dominan la parte de atrás de la casa y las campas que acaban en el gran bosque, se ven las luces de los días, amaneceres coloridos y luminosos, y las oscuridades de las noches, la suma de todos los colores, el negro que no diferencia terreno, árboles o cielo; blanco a la instantánea luz del relámpago.

“…al que se accede por dos, también pequeñas, roturas de entrada a la maraña.” Foto de Luis Jiménez-Ridruejo

“…al que se accede por dos, también pequeñas, roturas de entrada a la maraña.” Foto de Luis Jiménez-Ridruejo

Así he visto, varias veces, luces extrañas de trayecto veloz, imposibles de identificar, que desde lo alto del cielo, en vuelo oblicuo, se hunden blandamente en las copas de los árboles y las marañas del bosque. Nunca se mueven en sentido contrario, de abajo hacia arriba, nunca cambian de color, son blancas, lechosas, incorpóreas y conservan su unidad; nunca se escinden en partes, ni producen ruidos. Antes bien, producen silencios de la naturaleza durante los cortos vuelos de ‘aterrizaje’ y no se oye un ruido, ni un pájaro, ni una cigarra. Ni siquiera el viento. Y siempre en la noche oscura.

Muchas veces he pensado en ir a esa zona, a los alcances del gran bosque. Entrar en él y de noche cerrada, negra sombra, ay!…ha sido solo con la imaginación. Tratar de desentrañar el misterio de esas luces, o lo que sean; no creo que lo haga, tengo que reconocer que soy un cobarde, es el miedo único que se puede tener, el de lo desconocido. Aunque soy un cobarde curioso, eso sí. Y sí, me estoy perdiendo algo por cobardía, que si fueran los nunca bien ponderados ‘extraterrestres’—no me lo perdonaría jamás—digo, el no conocerlos sería inexcusable, bochornoso, un auténtico error garrafal, vital.

“…siempre he pensado que esa zona es la puerta a otro mundo, de entidades desconocidas…” Foto de Luis Jiménez-Ridruejo

“…siempre he pensado que esa zona es la puerta a otro mundo, de entidades desconocidas…” Foto de Luis Jiménez-Ridruejo

Soy nacido en Castilla y he pateado los bosques gallegos, con y sin tormentas, de día y de noche, en enero y en agosto, y aunque estemos a miles y miles de kilómetros de distancia, alguna noche por el titilar de unas luces entre los árboles, por el ‘resultado’ de alguna foto al ampliarla, he dado en pensar que por este bosque tremendo puede que ande la ‘Santa Compaña’. Y más vale que sea ‘ella’ y no el ‘KuKuxKlán’ que por estas andaduras sureñas, tampoco tendría nada de particular; no solo en Granada todo es posible y no sería la primera vez que he visto el circulo de piedras que señala la quema de una cruz. Ya sé, ya sé, estamos bien entrados en el siglo XXI, pero a pesar de todo…

Luisma, Maypearl (TX)   28 de Septiembre del 2015

 

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Retrato de Fotógrafo (II)

Ernst Haas (921-1986)

Ernst Haas (1921-1986)

 

“No estoy interesado en sacar nuevas fotos—estoy interesado en verlas de una manera nueva.” (Ernst Haas)

Aquella tarde conocí a mi ‘padre’, quiero decir: a mi padre fotográfico. Era en Salamanca, España, al principio de los años 70 del pasado siglo y, por supuesto, no existía todavía el Internet. Cuanto nos hubiera gustado a los que estábamos charlando en un pequeño grupo, aquella tarde primaveral, en casa de Pepe Núñez Larraz, fotógrafo y maestro de fotografía, que el Internet hubiera sido posible en aquellos tiempos. Ni siquiera hace falta el decir porqué; ni explicar lo que la ‘Web’ ha significado para aquellos que ‘hacemos’ fotografía, casi desde sus inicios, desde el ‘blanco y negro’ y su paso al color. Somos los mismos de aquella época, los que ahora disfrutamos de la era digital, o su principio, es posible que nunca lleguemos a saber hasta cuando, y cual será el siguiente ‘salto’ técnico. Han sido tantas cosas, tantos avances, tantas facilidades de todo punto, la velocidad del proceso, los ‘milagros’ de la edición. Recordando a algún clásico: “…en minutos veinticuatro, pasaron de las musas al teatro…”, o si se quiere en segundos o en instantes, ‘a la velocidad de la luz’, nunca mejor dicho.

Nos reuníamos en aquella amistosa casa, alrededor de aquella camilla tertuliana, a charlar de fotografía y de fotógrafos, y de lo divino y de lo humano. ‘Chatear’ en vivo, que hubiéramos dicho hoy— y no me refiero a beber vino, que también—estar de tertulia y en el caso nuestro ‘estudiando fotografía’ en grupo, ‘tormenta de cerebros’ (un buen anglicismo). Las publicaciones que manejábamos, casi siempre estaban en ingles, algunos hablábamos francés y ninguno ‘sabíamos’ inglés, lo que entonces era un lujo, las traducciones se discutían. Éramos: Pepe y los tres o cuatro pretorianos del Grupo Libre de Fotografía. En cada reunión de aquellas, ‘cocinábamos’ y pasábamos por el tamiz, uno por uno, a los santones extranjeros de nuestro arte, casi todos anglosajones, más algún francés. Adams, Weston, Cartier-Bresson… clásicos y modernos, a fuego lento, ayudados por las revistas y los anuarios a nuestra disposición, gracias a Pepe y a su librería, nuestro “Google” de aquellos tiempos.

“…sus fotos se me quedaron grabadas para los restos….”New York (1980) Ernst Haas.

“…sus fotos se me quedaron grabadas para los restos….” New York (1980) Ernst Haas.

Mi padre fotográfico fue Ernst Haas, un ‘americano’ que había nacido en Austria. Fue con dos de sus fotos que se me quedaron grabadas para los restos y que son las mismas que acompañan este pequeño retrato y homenaje: la del taxi amarillo de New York y la taurina imagen ‘movida’, en alguna corrida de los Sanfermines. Camino de casa, aquella noche, barruntaba como se podía hacer tan buena fotografía y a que diablo habría que vender el alma para conseguirlo. Poco a poco, fui buscando cosas publicadas por Haas, que hoy están a la vuelta de una tecla del ordenador. Pero no solo sus fotos, también encontré sus escritos. Tengo dos hojas amarillentas de papel, guardadas y ‘siempre a la vista’, simplemente abrir una carpeta, con algunos pensamientos de Ernst Haas que nunca olvido y que con frecuencia releo, admirándome cada vez de que aún conservan su valor y su enseñanza.

“Sin tocar mi sujeto quiero llegar al momento cuando, por pura concentración al mirar, la composición fotográfica parece mas hecha que tomada. Sin pie de foto que justifique su existencia, hablará por si misma—menos descriptiva, más creativa; menos informativa, más sugestiva—menos prosa, más poesía.” Perfecta definición del poder de sugestión de las imágenes que se ha transportado de la foto al cine, a la TV y que ahora vuelve el camino andado hasta la imagen que nos ofrece el teléfono—El teléfono! Quien lo diría, sobre todo a aquellos que tenemos bastante más de medio siglo—y los nuevos lenguajes gráficos. Haas hablaba desde la perspectiva de alguien que había ‘inaugurado’ la fotografía en color, elevándola al mismo nivel de las otras herramientas del arte. “Podemos escribir los nuevos capítulos de un lenguaje visual cuya prosa y poética no necesitarán traducción. Una foto es la expresión de una impresión. Si la maravilla no está en nosotros, como vamos a reconocerla?”

“…y la taurina imagen ‘movida’, en alguna corrida de los Sanfermines.” Ernst Haas (‘la suerte de capa’ 1956)

“…y la taurina imagen ‘movida’, en alguna corrida de los Sanfermines.” Ernst Haas (‘la suerte de capa’ 1956)

“No hay más que tú y tu cámara, las limitaciones de tu fotografía están en ti mismo, lo que vemos es lo que somos.” Haas insistía continuamente encorajinando y empujando al artista dueño de su ‘técnica’, a conocerla hasta su máxima posibilidad, para luego poder ‘olvidarse’ de ella. —“You don’t take pictures; the good ones happen to you”—. “El estilo no tiene fórmula, pero tiene una clave secreta. Es la extensión de tu personalidad. La acumulación de la indefinible red de tus sensaciones, conocimiento y experiencia.” Definición que, en realidad, vale para cualquier faceta de las múltiples caras del polígono que llamamos: Arte. “Cada obra de arte tiene su necesidad, encuentra la tuya propia. Pregúntate si lo harías aunque nunca nadie lo viese, aunque nunca fueses compensado por ello, aunque nunca nadie lo quisiera. Si a pesar de todo llegas a un claro—Sí—entonces, adelante y no dudes nunca más.”

Ernst Haas, además de pionero, fue también profético con el futuro de las técnicas fotográficas; lo digital en su sentido de actuación masiva, millones de fotógrafos haciendo billones de fotografías. “Son casi demasiadas posibilidades. La fotografía está en proporción directa con nuestro tiempo: múltiple, rápido, instantáneo. Al ser tan fácil será mucho más difícil.” Hubiera podido hacer un típico retrato biográfico de Ernst Haas (Cortar y pegar. ‘Santa Wikipedia sea loada’) empero de mayor interés me parece dejar una mención y traducción de sus pensamientos y sus enseñanzas, esos que me han seguido hasta aquí, a lo largo de este periplo, desde aquella tarde con los del grupo fotográfico en casa de Pepe Núñez. El y Haas, a ambos echo mucho de menos, de ambos tengo algo que recordar y agradecer: su fotografía y la mía.

Así celebró Ansel Adams el conocer a Ernst Haas: “Soy muy feliz de que existas. La fotografía es un arte mejor porque tu existes.”

Luisma, Maypearl (TX)   11 de Junio del 2015

 

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