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Diez años en el jardín deshabitado

Uninhabited Garden #4, acrylic on canvas, 75" x 60"

“Uninhabited garden” #5 (acrílico sobre lienzo 1,90 X 1,52) 2003—2013

El realismo se acabó con Velázquez, o con algún otro que no vale la pena recordar. Lo que ha venido después ha sido un aprendizaje continuo, hasta llegar a donde estamos ahora, y que yo llamo: el muro; alto y contra el que estamos todos detenidos, sin nadie que sea capaz de saltarlo y marcar, o simplemente insinuar, una salida para el arte, que no sea un repetido ir y venir hacia atrás, homenajeando a todos los que en este mundillo han sido alguien. Expresionismo, abstracción, surrealismo abstracto, o como queráis llamarlo; el muro tiene muchas caras aplastadas en su epidermis. Es la pintura, una forma de evitar por un tiempo—que no liquidar—los demonios que uno lleva dentro, desde pequeñito. Desde la primera vez que vio las “Meninas”, algún Greco, un Derain y un Matisse, dos Picasso, el Papa de Bacon y un puñado de cuadros de un californiano, un tal Diebenkorn.

Según iba viendo todo eso y algo más, no he querido nunca otra cosa que pintar. Descubrir la pólvora…en realidad, nunca inventamos nada y en algunos casos más vale que no lo hagamos. Temblarían de disgusto, en sus tumbas, todos esos señores que he citado antes, aunque ellos tampoco lo tuvieran muy claro en su día. Pintar es inventar continuamente, y sobre la marcha, y jugarse el tipo cada rato pasado “contra” el lienzo. Es empezar, por lo menos en mi caso, con una vaga idea de lo que uno quiere hacer, para después de cierto tiempo aleatorio y variable, cortar por lo sano el chorreo de decisiones a punta de brocha , pincel y colores y abandonar una imagen, que no está muy claro lo que quiere decir, si es que quiere decir algo. Y todo por no se sabe que razón—evidentemente, no la de hacer dinero con ello—. Digo, abandonar una imagen, que no terminarla, es decir, cuando firmas el cuadro—que atrevimiento hacerlo!—ya hablaremos otro día de ello, que osadía!

Hoy he “terminado” una pintura, después de diez años de haberla abandonado a su suerte. Teniéndola en una pared clavada y así mismo clavada en el cerebro, cada vez que la veía, diariamente. Un cuadro que es la síntesis de una década de mi vida. Dos meses hace diez años y dos meses ahora, con el interregno de pensar en arte, en pintar, y no hacerlo…algún dibujo, diseño gráfico, bocetos de futuras obras nonatas y sobre los que saltaré, evitándolos, si continúo—tal parece—con la marcha pictórica que me ha dado acabar con este “jardín deshabitado”. Los diez años me los he pasado viviendo a espaldas de los demonios de la pintura, escribiendo y aguantando el palo de la vela de la vida, en esta procesión americana que—mal que le pese a algunos—da para mucho vivir.

Naturalmente, me he “enterado” de todo lo que pasaba en el mundo del arte, y en otros mundos, claro, y por ello creo que puedo volver a la práctica de la pintura sin grandes penas, aunque también sin grandes alharacas. Dejemos los fuegos de artificio para mejor ocasión. He quemado las etapas que de haber estado trabajando lienzos hubieran sido más llevaderas, o no, quien sabe? Como dijo aquel: solo sé que nada sé! Buena excusa para mi indolencia. Por eso, de la cobardía de antaño a la temeridad de hogaño, no hay más que una decisión tomada al desgaire. Estoy pintando y por primera vez en muchos—demasiados—años, me siento bien por hacerlo.

PPG Building, Pittsburgh (imagen digital de diapositiva) 2009

PPG Building, Pittsburgh (imagen digital de diapositiva) 2009

Decía que, durante esta década en los cuarteles de invierno (Pittsburgh) he pasado el tiempo en otras cosas: escribir y escribir, y “acondicionar” mi fotografía a la era digital (que maravilla!) y la pena es que me va fallando la vista y temblando el pulso, pero no me preocupa, al paso que vamos, pronto sacaran un chisme nuevo que permitirá enfocar correctamente, quizá con el uso de la voz. Duermen el sueño eterno, del salón en el ángulo oscuro, silenciosas…mis prehistóricas, ya, cámaras de película de celuloide. Desuso total. Y pensar que casi vi nacer esa fotografía y la estoy viendo morir. Que prisa lleva el mundo y como lamento siempre el no poder ver lo que esto va a ser dentro de cien años, y ya no digamos: quinientos!

Uno se pregunta en que parará todo el brouhaha (palabra favorita) este del arte de la pintura, tal como lo conocemos, cual será su sustituto? Porque de la escritura no hay miedo, se sustituirá con otras palabras, el vehículo será lo de menos. Algo habrá que hacer con la pintura, aparte de conservarla en los museos. Que nuevas técnicas alumbraremos como métodos de expresión para que la gente entienda si estamos alegres o tristes, llenos o vacíos, hundidos o levitando, cansados o enamorados, o de aquellas mil otras maneras…. Yo seguiré con la pintura pues parece que todavía no está obsoleta, y haciendo caso de la sutil admonición que el filósofo Marías me hizo hace ya más de veinte años: “Escribe lo que no puedas pintar y pinta lo que no puedas escribir.” Gracias, D. Julián, lo he tenido siempre muy en cuenta.

Luisma, Maypearl (TX)  20 de Enero del 2014

Mirar y Ver

 

photo of winter trees

José Núñez Larraz. “Catedral”. Salamanca. 1975
“…la nieve se mide en su reflejo en el blanco del cielo, y
los grises se atemperan con el filtro rojo…”

Aquí estoy, de nuevo en Texas y esta vez parece que para los restos—al menos así me gusta mirarlo—vine a este país para ver y esto es volver al punto de partida. Este segundo aterrizaje no es en la gran ciudad; ni Houston, ni Dallas, aunque estoy más cerca de Dallas, treinta minutos de autopista y quince de carretera comarcal en ángulo recto, todo ello sin apenas curvas, típico Texas. Una distancia ni buena, ni mala, sino todo lo contrario. En el corazón de la campiña tejana y en muy pocos días ya con la campiña en el corazón. Me ha ganado la paz de la llanura. Ya solo me falta ponerme a pintar otra vez. Mirar y ver, condiciones no faltan.

Maypearl (Perla de Mayo) es el sitio, a once millas de Waxahachie, así se llama el pueblo más grande y cercano. Llano, a más no poder y con alguna colinita que otra—ancho es Texas! Uno no podría imaginar, ni por lo más remoto, a un Cid Campeador redivivo cabalgándose estos territorios. Poco polvo, ningún sudor y todo hierro en los establos. El caballo de hoy es el “truck” de cuatro ruedas y un montón de caballos de los otros; lo que los hispanos llaman, españolizándolo: la “troca”, algo de cabina y espacio de carga. Vehículo indispensable para labores y carga en estas distancias; aunque tengas a la puerta un Cadillac, o un Mercedes, la troca no puede faltar.

Precisa y sorprendentemente, hoy encontré un libro en ella, debajo del asiento. No me lo esperaba. Ansel Adams “400 fotografías”. Lo rescaté de la “pickup truck” y he estado pasando, foto tras foto, todas sus páginas en un estado de embeleso total. Que gran fotógrafo para tan gran país! Seis décadas de fotografía en su más pura esencia. Un viaje rápido por las prístinas bellezas naturales de Estados Unidos. En blanco y negro, la verdad primaria de la fotografía, pese a quien pese. La reconciliación con la composición natural y la incontestable diferencia entre luces y sombras. La emoción y la dificultad de los grises.

Hacia años que no pasaba un momento tan agradable y tan ejemplar viendo fotografías. Incluso saltándoseme las lágrimas al recordar admoniciones y detalles técnicos, tantas veces solventados en mi instrucción con otro gran maestro: Pepe Núñez Larraz. Magníficos fotógrafos, los dos. Siempre echando de menos a la persona que me enseñó a ver, partiendo de la simple mirada. Lo que Ansel Adams llamaba: visualización y Núñez Larraz llamaba: ver. Es el quid del artista fotógrafo: saber ver la foto cuando la tienes delante. Ese trabajo instantáneo y ágil, previo a echarte la cámara al ojo y disparar. Y el sinnúmero de reglas y conocimientos necesarios para el envite.

ansel adams photo of sand dune

Ansel Adams. “Dunas Océano”. California. 1963
“…algunos dicen que esta imágen es abstracta, pero en aquel momento
yo no era consciente de semejante definición…”

Mientras pinto y no pinto, la fotografía complementa mi ambición de expresividad artística. La cámara siempre me acompaña y me saca de apuros para conservar las vistas seleccionadas por la mirada. Raramente uso la fotografía para pintar, y nunca realísticamente, son amores distintos. En esta ocasión estoy viendo Texas de una manera totalmente diferente que, hace más de veinte años, cuando llegué a estos nuevos mundos por primera vez. Una mirada más sentimental y más vívida, menos atónita. Entonces, todo era nuevo y mi fotografía proyectaba una visión desde un punto de vista español. Algo que ahora no me ocurre. Mi visualización se ha vuelto americana. Me he dejado la vista en el conocimiento del país y de sus luces. Sigo siendo un fotógrafo español, pero contengo también la visión americana.

Podría hacer una extensa relación de fotógrafos americanos que me han ayudado a comprender esta realidad y sus luces. Solo voy a citar los que me han calado más profundo: Ansel Adams, Edward Weston, Minor White…Tengo una especial predilección por Adams y no podría decir porqué. Como nunca olvidaré las enseñanzas universales de Núñez Larraz, Pepe, gran fotógrafo, gran persona. Con todo mi cariño al maestro, también sé que nunca podré pagarle, con el recuerdo, lo que hizo por mi: adiestrarme a ver. Él me dió herramientas y reglas y, también me ensenó a romperlas. Siempre que miro a través del objetivo, sé que veo como a él le hubiera gustado que viese.

Luisma, 1 de Noviembre del 2013
“La composición es la manera más potente de ver.” — Edward Weston

[Originally posted at Dust, Sweat and Iron]

Retrato de pintor (X)

Autoretrato del Greco en el “Entierro del Conde de Orgaz” (Toledo)

Autoretrato del Greco en el “Entierro del Conde de Orgaz” (Toledo)

“…Me he pasado la vida alrededor de grandes pintores, saliendo y entrando de sus estudios, de sus talleres, de sus hogares o estancias que tanto o más que sus pinturas nos dicen de ellos. Yo mismo soy un pintor frustrado, sí, porque siempre quise ser pintor de cámara del Rey, Nuestro Señor, y no se me logró. En vez de querer ser un mejor artista. Y un frustrado de la peor especie, pues sé lo que es la pintura y lo que es el arte, que yo no tengo y que he visto tantas veces en los otros. Puedo reconocerlo, soy envarado, repensado y algo antiguo en mi técnica. Creo que no me conocéis, o todavía no, pero os vendré a la memoria en cuanto os cite mi nombre: Francisco Pacheco…sí, estáis en lo cierto, mejor conocido por ser el suegro de Velázquez, el gran Diego de Silva, el sevillano. Empero no es de él de quien quiero hablaros hoy, es de otro de los grandes, que se me antoja tan enorme como Diego. Quiero referiros como conocí a Doménico, a Theocotopoulos, al que todos llamamos El Greco, o el místico.”

“Corría el 1610, o el 11, que ya no puedo recordar bien, la vejez atenaza mi mente. Ah! sí, fue cuando llegó Velázquez como aprendiz a mi estudio, siendo un niño todavía…y cuan pronto dejó de serlo! Llegó con diez años y a los diecisiete ya se permitía el lujo de corregirme. Yo no estaba en Sevilla, había corrido un tanto por el extranjero y de vuelta paré en la Corte para ver a Carducho—que bien escribe este hombre y cuanto sabe del arte de pintar—. Me habló del griego, cretense por mas señas, me enseñó una pintura suya que al Rey no le había complacido, me encareció su figura y quehacer pictórico: ‘Pacheco, este Greco, que así le llaman, es un gran artista, no se parece a ningún otro; inusual, trae mucho de la escuela de Venecia y de los italianos y lo bizantino de sus raíces. Pero la mística y lo personal de sus técnicas no tiene parangón con ningún otro que yo haya conocido. Eso sí, está loco, o por demente lo tienen algunos. Me han dicho que, a veces, grita mientras pinta y habla, a solas, en su jerga, y también sé de sus caprichos: parece que contrata músicos para holgarse mientras cena, y quien sabe si también mientras pinta. Todo un personaje, te encarezco que lo visites en Toledo, que es donde vive. Te aseguro que no perderás el viaje.’ Humana condición: no sabemos hablar de alguien sin criticarlo un tanto.”

“Ocioso deciros que partí hacia esa ciudad a ver al tan mentado. Al arribar a Toledo y luego de aposentado cerca de la plaza de su zoco, enseguida me llegaron nuevas del pintor. Alguien le había ido con la especie de mi llegada y ya debe saber que estoy escribiendo un tratado sobre la pintura de España. Querrá que lo miente, que lo celebre, pues todo es bueno para el convento…que hablen de uno, aunque sea para bien! Y él, después de tantos años ya puede considerarse un pintor español, aunque eso aún tengo que verlo. Me cuentan que profesa de muy católico y hasta de castellano, esto si no lo veo, no lo creo. Ya tengo ganas de conocer al personaje que me avanzan vive en unas casas de veinticuatro aposentos, con mucha familia y servidores; en el lado de poniente de la ciudad y deudor del Marqués de Villena. Y de los obispos, a buen seguro. Si no existiera la Iglesia y la Religión, la gente de nuestro gremio andaríamos mucho más de pobres. Gracias a las pinturas de Vírgenes, Cristos y Santos, apañamos la cazuela y ganamos el condumio.” 

El Greco ”Apertura del Quinto Sello” The Met (New York)

El Greco ”Apertura del Quinto Sello” The Met (New York)

 “Doménico es menudo, ni alto ni bajo, en apariencia huesudo, su calavera será pequeña y angulosa. Es de manos firmes; lo primero que le notas es que camina a trompicones, aunque leves y con los pies a las diez y diez. Viste de color negro Contra-Reforma, como tantos otros, a imitación de Felipe II. Es expansivo y según y conforme reservado y resulta cariñoso cuando lo tratas más. En su conversación anda a su bola, al igual que en su pintura. Hace lo que le da la gana y no sigue dictados de nadie. El timbre de su voz y algunos aspavientos que se le advierten son los que, posiblemente, le han granjeado la fama de loco. Algo excéntrico si es, aunque los españoles tenemos la manía de calificar así al extranjero, a veces por el simple hecho de serlo. Es hombre viajado y de experiencia, ameno de conversación y firme en sus creencias. Esta primera tarde, estamos sentados en las jamugas que nos ha sacado al tempero, Doña Jerónima, su compañera, en la explanada del jardín que mira al Tajo. Departimos, y noto que su castellano no es muy logrado. Criticamos, como buenos provincianos, la Corte, al Rey, las costumbres—‘Guardaos, Pacheco, ni vos ni yo entraremos nunca en las órdenes militares, nos sustentamos del trabajo de nuestras manos…quizá nuestros hijos o nuestros nietos’—Cae la tarde, efluvios de jacintos suben del rio y ya cantan las cigarras. Toledo en su más pura esencia.”

El Greco “Vista de Toledo” The Met (New York)

El Greco “Vista de Toledo” The Met (New York)

‘Os espero el sábado para comer. Me huelga invitaros y así podréis conocer al resto de mi familia. Veréis mis talleres y a mis aprendices y yo mismo estaré trabajando cuando lleguéis. Prepararé para vos un cabrito al modo cretense y abriremos unos vinos que ha poco me han traído de Méntrida…’ Del ascetismo del griego ya solo queda la frente despejada y la palidez de las facciones. Y sí, fue una jornada interesante. Relajado y dejándose admirar; voy entendiendo mejor sus teorías sobre el color y su personal aproximación al trato de la figura humana. Algo de escultura también hace y me sorprendió encontrar unos armarios atiborrados de cabezas cerámicas y modelos de arcilla. Pero la mayor sorpresa vino cuando Theocotopoulos me mostró su archivo personal, algo a lo que no estamos acostumbrados los pintores españoles: unas copias en pequeñas escalas, y hasta miniaturas, de todos y cada uno de sus cuadros pintados en su ya largo periplo vital. Asombroso. 

Admiré, y mucho, sus primeras obras venecianas y hasta sus iconos, pero lo que más me dió que pensar fueron sus obras más recientes, menos manieristas y más personales. “La apertura del Quinto Sello” y un paisaje dramático con Toledo en lontananza, son de esos cuadros en los que uno puede conjeturar el futuro de la pintura. Tres años después de esta visita, me llegaron noticias de su muerte. 73 años y no me pareció tan viejo cuando le conocí. Mi admiración por él ha quedado intacta y así seguirá…Y, yo de mí, que puedo deciros…no sé con cual oficio resto a más placer: si el de la pintura o el de la escritura. El pincel o la pluma, no sabría a que carta quedarme. Miraremos por entrambos….”

Luisma, Maypearl (TX) Enero del 2014

Retrato de pintor (IX)

okeefe portrait truck

“Me gusta una pared vacía porque puedo imaginar que me gustaría poner en ella.” Georgia O’Keeffe (1887-1986) 

Esta es la historia, retrato, de uno de los seres mas anormales que imaginarse pueda: una persona normal. Una mujer, en este caso. Una mujer feminista (lo era por naturaleza). Georgia O’Keeffe no necesitaba serlo, ni practicarlo, ni pregonarlo a bombo y platillo. Simplemente lo era, y no hace falta mirar muchas de sus pinturas para darse cuenta de ello. El feminismo mas galopante, el de armas tomar, quiso hacer de su arte una bandera y tropezó con la mas absoluta negativa. O’Keeffe, repetidamente, negó la utilización de sus imágenes para la causa feminista. No porque ella no lo fuera, o porque no apoyare la lucha, sino porque tenía mucho respeto por su arte y por el de los demás. No creía en su uso político, ni en cualquiera de los usos ajenos al arte por si mismo.

Esa normalidad la llevó a ser discutida por razones extrañas a las fronteras de su arte pictórico, sobre todo en su propio país. De ella, las más de las veces, se criticaba todo menos su pintura que era lo discutible. “Escribes sobre mi flor como si yo pensara o viera lo que tu piensas y ves de la flor—y yo no”. Incluso se llegó a criticar su éxito, tildándolo de excesivo(!). La mayor parte de sus críticos más negativos han sido otros artistas posteriores, alegando razones técnicas o de gusto personal (¡?) y ocultando a menudo los rabiosos celos, con comparaciones odiosas y siempre mal traídas. Los tiempos cambian pero solamente para repetirse. Picasso, de cuyo éxito nadie podría dudar, ni sospechar, no fue ajeno a ello. Él, sin embargo, cayó frecuentemente en la utilización política del arte; aunque en su caso produjera obras como el “Guernica”. Perdonable utilización.

Georgia O’Keeffe nació en Wisconsin, aunque su vida creativa se celebró en New York, Texas y New Mexico. “Donde nací y donde y como he vivido no tiene importancia. Lo que he hecho en donde he estado, es lo que debería ser de interés.” Ha sido, probablemente, la pintora más importante de la historia de este país, con Mary Cassatt y Helen Frankenthaler. “Uno no puede ser americano para que vayan diciendo: mira es un americano. Hay que sentir América, gustar de América, amar América y entonces trabajar.” Así se expresaba O’Keeffe al ser preguntada—que se siente al ser una pintora americana(¡?). Su vida y milagros eran examinados con lupa y fue un continuo responder a preguntas que nunca se hacían a los pintores masculinos. Georgia era una solitaria, misantrópica y casi anacoreta. Algo nada anormal y, a pesar de todo, considerado anormal por el resto de los mortales. Si no eres como todo el mundo—aborregado—eres un raro.

music pink and blue 2 1918

 “Music, Pink and Blue #2″ (1918)

Su relación afectiva y profesional con el fotógrafo Alfred Stieglitz, que era 23 años mayor que ella, contribuyó a perfilar una celebridad ajena a su interés. Fue una relación distante y físicamente despegada. Con todo y con ello, Stieglitz le hizo más de 350 fotografías, algunas de ellas maravillosas y de las que muchas eran desnudos. Dada su seriedad artística y su fama, varios de estos desnudos se han cotizado en cifras millonarias. Uno de ellos pasa por ser una de las fotografías más caras de la historia. Los temas de su pintura, después de una juvenil etapa de abstracción, fueron las flores, los edificios neoyorquinos, los paisajes áridos, y las pelvis y cráneos de animales blanqueados al sol del desierto(¡?). “Cantar siempre me ha parecido la más perfecta manera de expresión. Es tan espontánea. Y después de cantar, creo que el violín. Como no puedo cantar, pinto.” Pura normalidad, se mire como se mire.

okeefe yellow calla 1926
  “Yellow Calla” (1926)

Tuvo una vida muy productiva y al final volvió a la abstracción. Aún así, siempre dudó: “No soy un exponente de expresionismo. No sé exáctamente lo que eso significa, y no me gusta como suena. No me gustan las etiquetas y los ismos. Quiero pintar al modo de mi pensar y sentir.” Le gustaba ponerse a si misma en solfa, y decía: “Odio las flores—las pinto porque son más baratas que las modelos, y no se mueven.” En resumen, una persona normal que era pintor y mujer. Aceptó y abrazó su condición femenina (en una época muy diferente a la actual) usándola para su expresión artística, y nunca renegó de ella. Georgia O’Keeffe murió a los 98 años. Los últimos veinte años de su vida ya no pudo pintar por culpa de un defecto de visión.

Luisma, 25 de Noviembre del 2013

“Siento que hay algo inexplorado sobre la mujer que solo una mujer puede explorar.” (G. O’K.)

[Originally posted at Dust, Sweat and Iron.]