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Trabajar la Foto en el Estudio…

“Piletas de agua corriente al lado de la cama! Otro lujo…” Photography by S.

“Piletas de agua corriente al lado de la cama! Otro lujo…” Photography by S.

Por culpa de la siniestra pandemia, estoy dedicando más tiempo—mucho más de lo que hubiera pensado—a la fotografía que a la pintura y la escritura. En cualquier caso, es bueno y me doy cuenta, perfectamente, de lo que esto ha mejorado mi “producción”. El hecho del asentamiento y la mejora de un espacio, ya de por si agradable; la sala de ‘corte y confección’ de ‘positivos’, hoy convertida en rincón de siestas (necesarias, cada vez duermo menos y peor), lugar de lectura y contemplación inquisitorial de imágenes (estudio, taller, laboratorio, factoría…). Con música es la perdida soledad sonora, algo casi monacal. Unas fotografías que desde lo digital y la visión de la cámara por el ocular y la pantalla pequeña te permiten algo impensable, imposible pero deseable, hace no muchos años; replicar al instante una foto, cambiarla a voluntad, “mejorarla” si necesario fuera. Sin perder el original de referencia, un “lujo” que a seguro soñarían aquellos fotógrafos de las placas, y otros como yo soñamos, también. No hace tanto. Hoy, es realidad.

Además del espacio agradable y multidisciplinar, con su eco de antiguo laboratorio. Piletas de agua corriente, al lado de la cama!  Otro lujo, aunque no tenga muy claro el para qué; incluida la luz roja de seguridad, allá arriba, fijada en el cielo raso y todavía practicable, ya solo para jugar, con la gata…— “películas de terror de los años sesentas”. Onírica fotográfica. Un computador y una pantalla ‘grande’ permiten la continuidad de estos sueños de imágenes ‘reales’, listas para su manipulación mental. El trampolín de la dichosa y nunca bien ponderada creatividad. No hay trabajo equivalente en la ‘nueva’ fotografía, solo una herramienta—un ordenador—, menos espacio y más limpieza. Ahora hay un nuevo significado para el ir a “hacer fotografía” (añoranza del siempre maestro, Pepe Núñez) y es doble: uno, salir a disparar la cámara y el otro, ir al laboratorio de imagen, con tu copia digital ya preparada y apretar el botón, o la tecla, del ordenador en la impresora (que es el que manda a día de hoy). Muy higiénico todo y sin los clásicos olores a revelador, fijador y humectadores. Ah!  Y sin las aventuras en las obscuridades rojizas. (¡Suspiro!)

“…un posible diálogo con la naturaleza…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…un posible diálogo con la naturaleza…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Mi fotografía actual es una especie de búsqueda de un posible diálogo con la naturaleza. Un examen de formas, color y significados. No necesariamente paralelismos, o evocaciones, del mundo o los mundos que me rodean. La grandeza en la fotografía está, como en la literatura, a menudo conectada con el particular “feeling” (sensación, impresión, apariencia…) con la naturaleza de la región en la que se vive, o de la que se es nativo. Texas es mi región “nativa” como americano. En lo visual, el color dominante, los colores acostumbrados, la geografía, los cielos, las tierras, los ciclos de plantación y cosecha, el clima y sus cambios de color. En mi caso, atracción personal de origen desconocido, el espléndido colorido del reino vegetal. La caída de las hojas, el paso de un espacio aéreo a otro terráqueo, pluralidad y complejidad de acuerdo con el clima y el “tiempo de vida”. Y, una vez que la hoja llega a tierra, la caída no es la muerte, es solo un largo final hasta la molturación a polvo, hasta que se confunde con el suelo de la pradera; otra visión diferente. Las partes de esa naturaleza y la luz que las ilumina. Una idea que se convierte en otra idea. Cada foto es un pellizco de luz, una parte de mi “pizzicato” de apreciación de la naturaleza y su misterio. Todo con dos dedos y el espacio de una pantalla iluminada, y rodeado por los reflejos de esa maraña natural que parece corresponderme.

“Algo has visto que te ha llamado…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Algo has visto que te ha llamado…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Escoger una dirección en un trabajo artístico (fotografía, por ejemplo) es establecer una diferencia entre los motivos o las razones de ese trabajo, es proponerse unas jornadas, aun cuando todavía no se sepa lo que se va a hacer. Algo has visto que te ha llamado la atención, y cuando esta llamada se repite, empiezan a palparse las diferencias y las razones de ellas. Una luz, un brillo, un color, multiplican sus distancias formales, acorde con la orientación, el tiempo y cien mil otras razones. Por eso nunca dos fotografías son iguales; como dos viajes nunca son iguales— que diría J. Steinbeck—, “no nos vamos de viaje, el viaje viene con nosotros”, no solo trabajamos una foto, ella nos busca y establece las diferencias de atractivo. Ahí desembarca el final de la ecuación, lo que podíamos llamar: ”el estilo”, que no es más que la contestación de unas neuronas a otras, cuando cohabitan juntas en el mismo cerebro. Como un conjunto de “verdades como puños”, que diría Dionisio Ridruejo; las verdades del arte que nacen en esas horas, ricas y plenas, del estudio, la auténtica factoría del arte. Hacer que el pintor, el fotógrafo, el artista, se entienda a sí mismo. “No es tan fácil”. Leonardo Da Vinci dixit.        

“…visión de aquello que esté delante de la cámara…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…visión de aquello que esté delante de la cámara…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Todo es complicado, siempre lo ha sido. Ampliar la verdad del “nuevo negativo” que ya es para siempre “positivo” (virtual), decidir el formato, de acuerdo con tu propio concepto de cualidad, y definición. RAW o JEPG, dependiendo de para qué se use la foto. La repetición continua de herramientas y los procesos, de espacios. Salvo grandes tamaños, “dejo” que JPEG. “haga” mi trabajo y me ofrezca mi propia visión de aquello que esté delante de la cámara. Mínimos trabajos mecánicos, cortes, composición y casi nulos trabajos digitales. El ordenador para leer y escribir. No es mi interés el RAW, solo en motivos especiales y a gran tamaño. Para alguien que viene de la fotografía en B y N, y el primer color evanescente (parecían colores blanqueados con lejía) cualquier color digital es triunfal. Trabajar en el estudio, rodeado por estas imágenes familiares y en busca de una especie de ficción, búsqueda de la forma, que es lo que significa (del Latín: ‘fictio’…formarse, aparecer). Una delicia de dedicación.

Luisma, Maypearl TX                   15 de Diciembre del 2020

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Viaje a Inglaterra (Durham)

“…en lo alto de la colina, donde ahora están el Castillo Normando y la                                       Catedral…” (Image by: thisisdurham.com)

“…en lo alto de la colina, donde ahora están el Castillo Normando y la Catedral…” (Image by: thisisdurham.com)

En tiempos de pandemia lo suyo es escribir de viajes y, por tanto, rememorarlos. Huidas de la realidad, si es posible. Leyendo mi post anterior sobre Londres, parecería que no soy muy admirador de la capital del UK. Y, es así, no es santo de mi devoción. Prefiero NY, Paris, Madrid, Roma, incluso Viena. Todas estas ciudades son “iguales”, excepción hecha de los ‘monumentos’ más significativos. Y la salvedad de New York—distinta a todas—que es la capital del mundo. Todas intentan hacer mímica al espejo de La Gran Manzana. Salir de Londres en tren, camino de Durham, es un alivio. Sabes que tienes unas horas de traqueteo, para “cambiar el chip”.  Se trataba de descubrir y recordar un viejo sueño: hollar los blandos verdes y pisar, a mansalva, los adoquines de La Pérfida Albión (repito, los clichés tienen sobre mí un enorme poder balsámico). Zambullirme en el “country” inglés, con mi idioma—allí le dicen apaisanado o paleto—bien afilado en “Las Colonias”, y tratar de pasar desapercibido como heredero fiel de La Armada. El caso es que, a las veinticuatro horas de llegar a Inglaterra, empujé Londres hasta el tramo final de mi viaje y me fui a Durham, en busca de B. y de otros paisajes, otras historias.

La estación del tren, King Cross, era una antigualla, monumento al ladrillo y que olía a eso, a viejo ladrillo, mojado desde mediados del siglo XIX; rodeada de vallas de obra que tapaban calles descarnadas, con el particular aroma ácido de los subterráneos removidos. Nada maravilloso hasta salir el tren a campo abierto, después de los suburbios inacabables del norte de la City. Aire fresco y lluvia, siempre lluvia, tamborileando las ventanillas del tren. Cuando llegas a las Islas, te ponen una nube encima, que te acompaña a todas partes donde vas, día y noche. ¡Como a Mafalda, pobre!  Quizás por eso tengo una visión borrosa y gris del “country” inglés. Un cliché más. Llegar a la ciudad es como llegar a una película de Harry Potter, saltando por el empedrado y acariciando los líquenes de los muros; de hecho, una buena parte de sus películas está rodada allí. El Gran Hall del Colegio Hogwarts y su claustro son, a su vez, interiores de la catedral de Durham. Me doy cuenta de tener sensaciones extrañas, una mezcla entre Santiago de Compostela y Segovia. Una ciudad-catedral—el área también tiene acueducto y puentes romanos—con esas calles estrechas y tortuosas de las poblaciones medievales. Tengo la impresión de que, de un momento a otro, una partida de a caballo va a embocar la rúa, sacando chispas de las piedras y reflejos de las cotas de malla. Todo muy cinematográfico, o más al día: muy televisivo.

The Hadrian’s Wall.  “…hollar los blandos verdes…a caballo entre Inglaterra y Escocia…un paisaje delicioso…” (Photography: Rick Steves)

The Hadrian’s Wall. “…hollar los blandos verdes…a caballo entre Inglaterra y Escocia…un paisaje delicioso…” (Photography: Rick Steves)

La historia de los orígenes de la ciudad también ayuda a la similitud, con su grupo de monjes que se asientan en lo alto de la colina, donde ahora están el Castillo Normando y la Catedral, y dejan de “mover”, de un lado para otro, el esqueleto-reliquia de Saint Cuthbert, como si fuera un Santiago británico. Ciudad de peregrinaje medieval, su historia parece sacada de una novela de Ken Follett, ¿o será al revés?  Con sus Señores-Obispos, de poderes omnímodos, que, con una mitra como corona, ascienden a la categoría de Príncipes-Obispos. Extraño sitio, a caballo entre Inglaterra y Escocia—nunca mejor dicho—, con sus industrias principales, ya obsoletas: minerías de carbón, fábricas de mostaza y sobre todo de alfombras. Al presente, solo le queda la Universidad y el turismo. Una península delimitada por un meandro del rio Tyne, un paisaje delicioso. Residencias estudiantiles o de postgraduados que son viejos castillos apañados para el efecto; con habitaciones grandes y altas de techos, ventanas ojivales que dan a precipicios del roquedal de asiento, sobre unos fosos que devuelven el eco de mis interjecciones en lengua castellana. ¡Que diferentes de los secos y caliginosos castillos de mi Castilla!

Llegar por la tarde, ya vencida y casi sin luz natural, a una catedral post-románica y pre-gótica, es como entrar en una sala de cine, un poco antes de empezar la película, en medio de un silencio ensordecedor. Si se ve, o no se ve, dentro de la catedral, es patrimonio de las sombras, si estas se mueven o no, una cuestión de imaginar la historia acumulada entre esos muros que huelen a centurias remotas. Las vidrieras empiezan a dar la transparencia hacia afuera, con la luz de cuatro velas. Parece que algo esté pasando, allí dentro, aunque no haya nadie. Empujo, a la vez que entro despacio por una puerta inscrita en el portalón, el que solo se abre en las grandes ocasiones. Busco un asiento detrás de una de las enormes columnas. La obscuridad se va condensando conforme te acercas al fondo de la bancada. Dos cabezadas y la siesta te gana, acompañando la eternidad de los que “reposan” bajo estas bóvedas.

“Jozef Boruwlaski, ‘El pequeño Conde’, violinista…tan solo 99 cm.” (Grabado. Wkp)

“Jozef Boruwlaski, ‘El pequeño Conde’, violinista…tan solo 99 cm.” (Grabado. Wkp)

Algunos, si no famosos, al menos son destacables. Saint Cuthbert, harto de merodear, por toda la Gran Bretaña, con su piquete de monjes negociantes, de osario a santuario, acaba en esta catedral, con su esqueleto entero, sin despieces. En aquellas calendas, las reliquias santorales eran un buen objeto de lucro. Un sueño eterno cuajado de turistas vistos desde su privilegiada posición: pisado por todo el mundo, como Carlos V en Yuste. Al fondo y ya sin velas, el nicho del Venerable San Beda, historiador de lo anglosajón, único inglés Doctor de la Iglesia Católica. Buen comedor, la obesidad no impide la santidad. Y en la capilla de los Nueve Altares, el más inopinado enterramiento, el de un minúsculo personaje polaco: Jozef Boruwlaski, un caso singular. Llamado: “El pequeño Conde”, violinista, guitarrista, y reputado como el último “enano de Corte” en el siglo XIX. Murió a los 97 años, midiendo tan solo 99 cm. A su lado y haciendo su amistad personal eterna, un famoso actor de la época: Stephen Kemble. Un hombrón de casi dos metros.

Me despierto despacio de un sueño que evoca a estos personajes. Tres bancos delante de mí, ajenos a mi presencia, una pareja joven se besa apasionadamente, su tejemaneje parece que es algo más que eso. Imagino que saben a qué soledad venían.  Me vuelvo a dormir cansado, no sé cuánto tiempo; en realidad, yo no debería estar aquí. Cuando vuelvo en mí oigo, en el otro fondo de la nave, un canturreo quedo. Es una sombra monacal con capucha, trajinando con un atril de velas encendidas. Al fondo, un rosetón de luz azul claro-obscura, me indica que ya es noche casi cerrada. Me deslizo silenciosamente por la puerta al exterior. Ya no llueve y las luces blanquecinas me arrastran a una calle con aparente tráfico. Huele a obrador de pastelería, que no sé de donde viene, es una calle sin escaparates. Dentro de este desangelado pub, donde he quedado y espero, no hay nadie y no tengo claro si es que es muy pronto, o muy tarde.

“…una sombra en traje talar, con una cruz votiva en ristre, encabezando…es una procesión!”  (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…una sombra en traje talar, con una cruz votiva en ristre, encabezando…es una procesión!” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

 Sentado en un rincón, mirando al exterior por las ventanas cuadriculadas, miro la calle cuesta abajo, de pavés empapado. Pequeños regueros de agua se deslizan, devolviendo brillos a las luces mortecinas. Al pronto de una bocacalle lateral sale una sombra en traje talar, con una cruz votiva en ristre, encabezando…es una procesión!  El desfile, gente de negro y mujeres con velo, rodea unos portadores con un féretro…es un entierro!  El ataúd está cubierto por una bandera blanca, familiar, en el centro un escudo redondo con las siglas -Mcf – cruzadas por una banda diagonal morada, y encima una corona real (!?). Extraña patria, extraños himnos silentes. Las notas cadenciosas de dos chirimías y un fagot acompañan el final del cortejo que se esfuma calle adelante. El camarero me informa que se trataba de un turista encontrado en la catedral esta mañana. Me doy cuenta, espantado, y perturbado tratando de divisar las sombras que se escapan a lo lejos… Había asistido a mi propio entierro!

Alguien me mira, inquisitivamente, desde la puerta medio abierta del pub. Viene hacia mí, con una sonrisa enigmática. Es B., la gallega de Durham. Pero esa es otra historia…

Luisma, Maypearl TX                    15 de Noviembre del 2020

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Viaje a Inglaterra (Aires de Londres)

“… la Noria dichosa, que más que un ojo es un lunar…”

“… la Noria dichosa, que más que un ojo es un lunar…”

Nunca había escrito nada de mi primer viaje a Inglaterra, con el que rematé mis aventuras del siglo XX y de paso contacté con el territorio original de lo anglosajón. Simplemente, quizás por culpa del idioma, nunca se me había ocurrido saltar el Canal de La Mancha. Francófilo y francófono, para mí Europa empezaba en los Pirineos y, por el oeste, acababa en Normandía. Un montón de años después, tras casi una década en los USA, mi ‘proficiencia’ ya estaba lista para intentar conducir por la izquierda, beber “ale” y desayunar carne con mermelada. Atroz. Husmear la diferencia entre los súbditos del rey y los siervos de la democracia. Vagabundear, al fin, por el histórico territorio enemigo. Ah! La Pérfida Albión…(los clichés son como flotadores de playa, rosquillas de caucho). De que flecos del Imperio Británico habían sacado la idea para el Imperio Americano, aquellos Padres de la Patria, los Fundadores de los EEUU, que a este paso van a perder hasta lo de la Unión…

Siempre había intentado saber algo más de las Islas que lo propio, lo histórico, lo consuetudinario, pero la falta del idioma, resuelta cambiando la “grandeur” por esa lengua medio bárbara de la monarquía rara de los británicos—tan rara como la nuestra—me lo impidió, o nunca me catapultó allí. Los Tercios tampoco saltaron La Mancha, el Canal. Una pena. Leyendo en inglés lo que fue escrito en esa lengua, acabe hablándolo. ¡ Y ahora, hasta me gusta! Viendo letreros pintados en los tejados, mientras vuelo sobre los suburbios de Londres… Y en esto estaba pensando cuando, al pronto, después de largas horas atlánticas, salíamos de una nube e inmediatamente rodábamos por el “Tarmac” de Heathrow. Un Londres que me recibía lloviznando, para variar y para anunciarme todos los clichés habidos y por haber. El viento, un aullido musical, pero un aullido. Heathrow, un aeropuerto en obras, con olor a pescado y patatas fritas con mal aceite; en realidad encontré que Inglaterra entera estaba en obras, o sus señalizaciones. Me dijeron que es una costumbre, en verano, instaurada después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque a mí me pareció que estaban detenidas, quizás por falta de presupuesto. Pie a tierra y sigo con la obsesión del ‘no hacerme’ una foto con un “Beefeater” y otras muchas que acechan, en lontananza.

“ La Venus del Espejo, de Velázquez, la pintura que deja boquiabiertos a los espectadores anglosajones…” The National Gallery, London.

“ La Venus del Espejo, de Velázquez, la pintura que deja boquiabiertos a los espectadores anglosajones…” The National Gallery, London.

Después de mis primeras horas en el Londres más típico—seguía lloviznando, calabobos—paseando calles mojadas y riberas del Támesis, donde empezaba a insinuarse el “puré de guisantes”, que ya no permitía el disfrute del Puente y la Torre; y mucho menos el de la Noria dichosa, que más que un ojo es un lunar horrendo en el paisaje. Opte por callejear, City adentro, en busca de un hotel barato. Algo después y como seguía lloviendo, para variar, acordé conmigo mismo suspender el chapoteo callejero y al llegar a Trafalgar Square, decidí pedir un oportuno ‘asilo político’ en la National Gallery. Al fin y al cabo, era una de las razones principales de mi viaje a Londres: la visita, por fin en persona, a una ‘vieja’ amiga. La Venus del Espejo, de Velázquez, la pintura que deja boquiabiertos a los espectadores anglosajones, y no precisamente por sus obvias calidades pictóricas, que también. Dos horas de concentrado ‘voyeurismo’ colmaron mis expectativas, con un par de incursiones para saludar a Turner, que siempre anda ‘vendiendo’ paisajes, a punto de bruma, de sala en sala. Aquella noche pensé cuanto me hubiera gustado mirar por el ojo de la cerradura, aquellos posados; y que la modelo hubiese sido, realmente, la pintora italiana Lavinia Triunfi.

En realidad, los aires londinenses son vientos, fríos y desangelados, casi siempre húmedos, como los caracteres de sus héroes: Cromwell, Nelson… Mi único héroe del enemigo histórico ha sido siempre Milord Wellesley, Duque de Wellington y de Ciudad Rodrigo (con Grandeza de España), una rareza histórica, salmantino de adopción; a pesar del bombardeo de las textiles de Béjar y la Fábrica de Porcelanas, donde se le vio el rabo enroscado al inglés. “Nadie es perfecto”… como dice Joe E. Brown al final de “Con faldas y a lo loco”. Mi lista de insignes británicos es muy corta: Turner, el excéntrico, del cual, fuera de su pintura, sé poco. Bacon (era irlandés), otro raro; hispanista ganado para la causa, con los tintos de Cariñena, y los blancos de Riscal. No sé si nos legó, nacionalmente, alguno de sus cuadros. Deudas morales. Ya sé que este soporte no da para recuperar Gibraltar, ni para cogerle el gusto a dormir en las húmedas camas inglesas. Hablando del diablo… De la mujer británica, de momento ni comentario. Ninguna de la que tenga un buen recuerdo. Ni malo, tampoco. Algo es algo.

“Arturo de Wellesley. Duque de Wellington y de Ciudad Rodrigo. Grande de España.”                     Retrato al óleo por Thomas Lawrence, 1815-16.

“Arturo de Wellesley. Duque de Wellington y de Ciudad Rodrigo. Grande de España.” Retrato al óleo por Thomas Lawrence, 1815-16.

Y aquí entra la explicación de la ‘verdadera’ razón de este viaje a las Islas. Verme con B., una española estudiando y viviendo en Inglaterra, un amor “por Internet” en los tiempos de: “con sonido (telefónico), pero sin cámara.”  Algo impensable, hoy día. Pero, ese es otro cantar, es la otra parte de aquel primer viaje a Inglaterra. Las jornadas resumidas en dos ciudades y cuatro horas de tren, cruzando el país de sur a norte, de la desembocadura del Támesis a Durham, en la frontera con Escocia. Tentaciones de detenerme en Oxford, sobrepasadas por el apremio de reencontrarme con B., mucho más fuerte que la atracción oxoniense. No la veía desde que ‘descubrimos el pastel y nos conocimos’ pasando unos días juntos en la ciudad de USA más “fea” que conozco: St. Louis (Missouri); durante una escala de un viaje académico, de vuelta desde California a Inglaterra, organizada, precisamente para ello,‘conocernos‘ después de tres años de Internet.

Durham, ciudad todavía inglesa, aunque teñida de colores escoceses, tan cercanos ya en el ‘muro romano’ (Hadrian’s Wall) y a tiro de cañon de las gélidas playas del Mar del Norte, perdedero de la Armada Invencible… Durham, será el próximo ‘post’ de este viaje inglés.

Luisma, Maypearl TX                  3 de Noviembre del 2020.

 

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Receta: Silencio…

“…escrutar silencios escondidos en el estudio…” Photography: luisjimenezridruejo.com 2020

“…escrutar silencios escondidos en el estudio…” Photography:
luisjimenezridruejo.com 2020

Tengo una armada de galenos, cada uno siguiendo cada una de mis “maldades”, cada cual, con su cinta de color, un color para cada mal, y no hay más que tirar de ellas y seguir la actualidad de una u otra. Esto era de lo que me estaba acordando, leyendo unas notas no utilizadas para la confección de un post de hace tres años. En él, ‘criticaba’ o más bien, comentaba que, uno de mis múltiples médicos (todo esto antes de la era actual, del Coronavirus) me había recetado: Silencio, lo más posible, y evitar el grito (¡?) algo sorprendente e inusitado. Pensaba que el silencio, en mis circunstancias de vida actual, era fácil de apañar. Los vecinos quedan lejos y la radio y la TV están a tiro de botón. Igual, por supuesto, que el ordenador, email, websites, infos, etc. Todos ellos dominados por la maravillosa tecla del Mute, la de hacerse el sordo. Son las cosas de la vida moderna que nos atenaza a los que somos de otro siglo. Otro siglo en el que todavía se podía comprar el silencio más barato que en este y esto incluye el silencio cerebral propio, el último refugio a nuestro alcance.

Echaba una mirada mental a una lista de silencios manifiestamente mejorables: los que te impiden el sueño, llenándolo de imágenes sin voces y sin música. Imágenes a veces muy macabras. Esos silencios sin nombre, los que cubren el ruido de la soledad de la pradera; los que tapan el murmullo continuo de los oídos cansados de oírlo todo, a lo largo de los años. La pradera, salvo excepciones que la honran, tiene su propio silencio, uno de aquellos clásicos, aunque reformado, no hay martillo-pilón cadencioso que lo elimine; o se ha convertido en un chorreo de tiros de armas de diferentes calibres que huele a campo de prácticas, en una vieja guerra de trinchera y cantimplora. Solo el cielo sabe si no son del entrenamiento e instrucción de alguno de estos bestias, retrasados mentales, milites aficionados pero pertrechados a la perfección. Esos, que antes de pegarse a sí mismos un balazo en la sien, se piran matando al mundo en alguna escuela; o su correspondiente iglesia o restaurante, donde sin más se les va la olla y van dejando un reguero de sangre, sin encomendarse a Dios ni al diablo.

“S. anunciándome que: hay un montón de silencios, a la puerta, esperando…” Photography: luisjimenezridruejo.com 2020

“S. anunciándome que: hay un montón de silencios, a la puerta, esperando…”
Photography: luisjimenezridruejo.com 

Solo la música, clásica claro, instalada sobrenadando por las esquinas de las habitaciones, del estudio, por debajo de las camas y los aguamaniles. Músicas suaves, como las manecillas de un reloj, o los pétalos de las begonias. Músicas para escuchar tendidos en las alfombras de Yoga. Solo estas músicas aprovechan sus silencios, con propiedad. Los silencios que me pide el neurólogo y que no tengo claro dónde irlos a comprar… Oiga! Póngame cuarto y mitad de silencios de esos, de los dulces: por favor, envueltos para regalo, gracias!

Alguna vez he dicho que duermo bajo un silente Matisse (auténtico, firmado y numerado), que cuando no estoy en la cama, preside mi multifuncional dormitorio y en la noche, y la también silente obscuridad, sobrenada mis sueños. En uno de ayer: Un día, como hoy, pero hace muchos años, en verano hizo sesenta, estaba debajo de la silenciosa campana “gorda” de la catedral de Toledo (el original, el de España, no el de Ohio) que a más de uno ha dejado sordo al tañer brusca e inesperadamente. El silencio ‘dentro’ de la campana era suave y sedoso y yo tenía unos tapones de goma ajustados a los oídos, por si algún preste imbécil la hacía sonar inopinadamente. Sí, me acuerdo de su sonido, un pequeño pero claro ‘gong’ que produje con las uñas, ‘tic-toqueando’ la fundición, y la calidad de su nota musical se me quedó para los restos. Aunque lo más impresionante era su silencio amenazador. Eso y el olor a saín y madera vieja, allá en lo alto de la torre y en el fondo de mis sueños, que también guardan los olores, y los viejos silencios.

“Lo único que rompe el silencio es el viento marchándose” Photography: luisjimenezridruejo.com 2020

“Lo único que rompe el silencio es el viento marchándose” Photography: luisjimenezridruejo.com 2020

Y aquí estoy rebuscando algunos que le puedan valer al neurólogo para la ocasión. En medio del silencio total del espacio—propio del fondo del mar pelágico en el que estamos—me pongo ‘oído avizor’ a escrutar silencios escondidos en el estudio, que es como una isla de este mar, una isla aislada (valga la redundancia gloriosa). El primero que encuentro, al pronto, es la voz ténue de S. anunciándome que: hay un montón de silencios, a la puerta, esperando para entrar y ser admitidos en las delicuescencias de este paisaje interior. Aquí, cuando viene alguna soledad sonora, con la intención de romper el silencio, repetidamente, al notar la falta de bienvenida, se da media vuelta y se aleja reculando, como el rico en una vieja milonga argentina del siempre recordado Cafrune: “…y el rico guicha la puerta y se aleja reculando…” La verdad es que adoro los silencios mútuos de la pradera. Torres y campanarios es lo único que echo de menos, con los parvos sustitutos de los depósitos de agua, en estas planicies de tierras rajadas por la solanera, que solo necesitan una nube blanca descargando, para hacer rebrotar la alfombra verde, sobre la piel agrietada por los soles diarios. Lo único que rompe el silencio es el viento marchándose.

El ‘encantamiento’ del silencio, según el acreditado mago Harry Potter, es uno de los más difíciles de conseguir, con la varita mágica. ¡Lo he intentado muchas veces, pero, “…que si quieres arroz, Catalina…! Ni los graznidos de los cuervos, ni el croar acompasado de las ranas que van y vienen de la charca, detrás del estudio, se dejan encantar, así ‘por las buenas’. Como aprendiz de brujo, no tengo ningún futuro y, además, el encantamiento parece ser que fuese solo temporal. Una pena. “Expecto patronum”. Del silencio se puede escribir, y suena… Eso sí, es invisible, muy difícil de pintar, y casi imposible de fotografiar.

Luisma, Maypearl TX                 15 de Octubre del 2020

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El Viejo Nuevo Mundo

 

“Los Tres Mundos” (tríptico) luisjimenezridruejo.com (photography). 2020

“Los Tres Mundos” (tríptico) luisjimenezridruejo.com (photography). 2020

 

El Nuevo Mundo se está haciendo viejo. Aunque el paisaje, salvo deshonrosas excepciones, sigue tan nuevecito, tan como salido de la tienda. Vieja manera de decirlo, esta, que no puedo recordar de donde me viene. Cada vez los recuerdos se mezclan más con las fantasías y uno acaba no sabiendo a qué carta quedarse.

El caso es que, contrariamente a lo sucedido en la vieja Europa y otras partes del mundo, aquí no ha habido miles de años de continuas guerras, con sus inevitables destrucciones, saqueos, incendios, aterrazamientos, desaparición de bosques, cambios de clima por culpa de todas estas cosas y demás…ya se cuidan ellos, los americanos, desde tiempo ha, de emplazar sus guerras lo más lejos posible de sus territorios.

Sin embargo, y a pesar de todo, el país se está haciendo viejo como si tuviera fecha de caducidad; como si los materiales modernos no tuvieran el aguante de las viejas piedras. Por ello, a mí siempre me ha dado la impresión de ser, este, los USA, un país con un cierto halo de provisionalidad. Será mi visión europea, ideas preconcebidas sobre lo clásico y duradero, la piedra, la argamasa, los castillos, los puentes romanos y las carreteras sin cemento.

 

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel izquierdo) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel izquierdo) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

 

Ayer estaba haciendo carreras y ejercicios por las colinas de South Side y Mt.Washington y me saltaba a los ojos, y a los pies, el deterioro y descarnamiento de los firmes en las calles y las escaleras de comunicación entre ellas. En algunos casos, hasta peligrosos agujeros al vacío y daños estructurales en puentes, pasos elevados y calles. En mi colección de americanadas tengo tres enormes antiguos tornillos “sobrantes” de la “reparación” de un celebrado puente de Pittsburgh, simplemente recogidos del suelo. Dejadez.

Todo ello sin contar la impresión que produce la construcción de madera, sin casi estructura metálica y hecha a gran velocidad. Sensación esta que acentúa el carácter de “provisionalidad”. Un día ves una casa y al siguiente puede haber desaparecido bajo la piqueta y, nunca mejor dicho, en menos que canta un gallo. Y lo opuesto, casi lo mismo, de la noche a la mañana se levanta el tinglado, en madera, de una casa y se hace habitable en un suspiro.

 

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel central) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel central) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

 

Inevitable la idea que da ello, el no reconocer determinadas calles, o barrios, de estas ciudades y en tiempos relativamente cortos. Y más si son sitios que no has visitado en algún tiempo. Todo esto me viene a cuenta de esa moda que veo en España de “producir”, vía ordenador, pequeños documentales, generalmente usando fotografías “antiguas”, mostrando los cambios de las ciudades en períodos de cincuenta, sesenta años. Aquí he visto desaparecer, o cambiar esencialmente, barrios enteros en menos de un año.

Otro ritmo de vida, otro concepto de habitabilidad. Viví una década de mi existencia en Houston (Texas) y cuando volví, años más tarde, tuve problemas para reconocer partes de la ciudad. Por eso, quizás, me emperro en vivir en ciudades “viejas”, Pittsburgh, y visitar siempre las “viejas” Chicago, Nueva York, o Washington, que cambian menos en sus centros ciudadanos. Las comillas son inevitables para alguien que viene de la milenaria Salamanca, donde uno nació y le fue dado el esperar que las cosas, y las casas, cambiaran lo menos posible. A lo mejor por eso salí corriendo de allí a la mínima ocasión que tuve.

 

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel derecho) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

“Los Tres Mundos” (tríptico, panel derecho) luisjimenezridruejo.com (photography)2020

 

Y aquí sigo en esta ciudad vieja nueva, del viejo Nuevo Mundo, que se va haciendo más y más vieja a marchas forzadas. Para cuando Pittsburgh sea milenaria (si llega a serlo, que no lo tengo claro) me gustaría saber que habría sido de Salamanca (si llega, que tampoco lo tengo claro). Si el Nuevo Mundo se está haciendo viejo, que pasará con el Viejo Mundo? Me temo que los americanos van a tener que “saltarse” una guerra y dedicar esos presupuestos al remoze de su propio país, antes de que se les caiga a pedazos.

Luisma, Pittsburgh PA.        15 de Agosto del 2010…

P.S. (Al  2 de Octubre del 2020, en la Era del Coronavirus). Que ha cambiado en nuestros mundos desde que escribí este post, hace ya una década? A ‘marchas forzadas’ este Nuevo—que era—Mundo, se ha hecho Viejo—tremendamente—en solo diez años, una pandemia y una mala presidencia. El payaso asesino sigue suelto, terrorífico. Algo que parecía una fantasía, pero que—desgraciadamente—no lo es. Cambio de clima, el sólo se va a encargar de desmaquillar este país, en preparación para la noche del Ocaso de los Dioses. Arde California! Algo impresionante. Cabalgan los jinetes, y no son los de un “western”—estoy escuchando a Wagner, que casualidad—además, quizás he sido yo el que ha mutado. Estoy de nuevo en Texas, donde al menos la Naturaleza pujante se empeña en darme ideas e inquietudes. ¡Loada sea!  Ah! He cambiado la “ciudad vieja” por la pradera inmemorial y eterna. Chaquetero, que es uno!

Las fotografías para el tríptico: “Los Tres Mundos” han sido hechas con la sana intención de inspirarse en las obras de cantería escultórica, en las portadas exteriores de la catedral de Santiago de Compostela. Al final del camino, espero que los huesos del Maestro Mateo no se revuelvan, donde sea. Todo es estética, en busca del recuerdo agradable. La fotografía del peregrino de piedra, con la mano en la frente, me acompaña siempre, y ya son cincuenta años.

Luisma, Maypearl TX                       2 de Octubre del 2020

 

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“Otro viaje con el ‘colega’ J.S.”

“Bodegón con pintura, violin y J.S.” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Bodegón con pintura, violin y J.S.” Photography: luisjimenezridruejo.com

Hace años advertía que, usualmente, viajo en compañía de una violinista—retirada ya—me refiero a S., y un novelista bueno, en la forma de uno de sus libros: “Viajes con Charley” del ínclito John Steinbeck, sí, sí…el de Salinas (California), el del Premio Nobel. Este es un post destinado a llamar la atención a los no familiarizados con la faceta viajera de J.S., o sea, con la biografía de Steinbeck. Esta vez no estoy muy seguro de si “viene” conmigo. Este “viaje” es virtual—hoy no puede ser de otra manera—, como corresponde con la “nueva normalidad”. El virus es el que pone las distancias y los tiempos, ahora. Fuera de lo virtual, hace tiempo que no voy a ningún sitio, ni siquiera viajes ‘domésticos’, sin salir del país, ni del estado; lo que se puede considerar ‘menos’ viajes, o de segunda categoría, que es solo una manera de apellidarlos o distinguir unos de otros. A pesar de todo, sigo dándole vueltas a la neurona, y eso son viajes, oiga! Sé lo que me digo, soy agua de muy buena fuente y lector impenitente.

Steinbeck siempre va conmigo, tienen sus libros un lugar reservado en mi mesilla de noche, que realmente es una cómoda holandesa de cajones, en mi lado de la cama. El libro más a la vista, una edición de las primeras, es: “Viajes con Charley” (el titulo completo: “Viajes con Charley, en busca de América”). Cuando no está en la cómoda, está en mi bolsa de viaje haciendo pared entre mi cepillo de dientes y mi Gillette. Siempre a punto. Desde hace muchos años, dándome suerte, a mí y a ‘mis pilotos’, en despegues y aterrizajes. Un punto más a favor de J.S., las aventuras con red, a ser posible. Y, además, lectura muy recomendable para las cinco horas sobre el Atlántico—si hay viento a favor—antes del amanecer. Doblar la línea, alguna vez, hacia Londres o París, pero siempre a España. Agarrar la fresca en las costas gallegas, ver Aldeadávila, el pantano, y Salamanca desde lo alto, y Gredos. Y con la misma fresca dar de bruces en los Madriles, a las nueve para desayunar; si es posible con churros y en un bar de carretera, mejor. Esos son mis viajes, a lo largo. A lo ancho son en coche, que también tiene su aquél. Aquí, los desayunos en cualquier Waffle House, amarilla y azul; tortitas o gofres, con sirope de arce canadiense. Y, si el cocinero es manco, mucho mejor…el espectáculo es doble.

“Vista interior de la factoría fotográfica” Agosto 2020. Photography: luisjimenezridruejo.com

“Vista interior de la factoría fotográfica” Agosto 2020. Photography: luisjimenezridruejo.com

El volar determina la categoría del viaje, y la imaginación también vuela, es cosa sabida. Entre primera y segunda categoría hay una intermedia, que nunca he probado, es la Motor-Home, hoy llamada también RV (Recreational Vehicle). Coche-Casa, específicamente el tipo Coach, era la forma preferida por Steinbeck, por el contacto humano y más que nada por viajar con Charley, su perro, un ‘’standard” Black French Poodle. Un gran compañero. En buen decir, mi mejor compañía es un libro, este libro: “Viajes con Charley”, un auténtico manual para el buen escribidor. Estoy escribiendo, como siempre, para poder recordar lo pensado, los viajes insólitos del confinamiento. Me armo con el libro, y la bacía—que nunca tuve—, yo me afeito con la piel húmeda, a pelo, sin jabón; y por la cuenta que me tiene, como protección cerebral, y porque algo hay que hacer hasta que amanezca—que no es poco—literalmente, y esa luz es la que necesito para hacer esas fotos realistas, que ‘no piden pan’ y para las que esta ‘maquinita’ semi-diabólica, el iPad, se pinta sola. Con solo orientarla un poco, enfoca por su cuenta y riesgo, mide la luz que le da la gana y la mayoría de las veces ‘lo borda’.

¡Que tiempos, Señor, que tiempos! El que no hace una buena foto es porque no quiere, o porque es tonto de solemnidad. Bueno, esta afirmación vamos a dejarla así, sin incidir mucho en la cosa, no sea que me salga algún tiro por la culata.  Como siempre, Steinbeck me va diciendo que no me fie de mi memoria—ya no está, ella, para muchas bromas—y que tire de cuadernos ‘legales’ amarillos y lápices de buena punta, afilada a cada página. Cuantas más notas marginales, mayor y mejor memoria. Hace ya ocho años que el iPad contribuye a ello con sus ‘delicatessen’, desde el reloj hasta la “wifi”. Y, aquí estoy sentado en mi mecedora de madera lacada en blanco; parte del decorado de mi película vital de serie B, que es el asiento de carlinga para mis viajes virtuales, de ensoñación, en el estudio. Todo a oscuras, frente a los ventanales desde los que domino una buena parte de nuestra galaxia, con mi ‘manual de viaje’ en el regazo. Sea en la mecedora, disparado hacia Andrómeda, o en el avión trotando hacia Europa. Siempre de noche y en busca de un amanecer que, en mi caso, no es un principio sino un final. Volver a casa son otras historias. Y, voy picoteando las ideas sembradas en el libro, me imbuyo de los conceptos vertidos en sus lecciones de escribir. Todo desde la perspectiva del primer capítulo, pues pocas veces paso de ese principio. Tantas cosas para aprender y deleitarse en el primer capítulo. El resto del libro queda para lectura de cama; o de bañera, mi piscina invernal.

“The Meadows of S.” (el valle de los susurros). Photography: luisjimenezridruejo.com

“The Meadows of S.” (el valle de los susurros). Photography: luisjimenezridruejo.com

Con varios libros al retortero lector, las notas se disparan y se revuelven. “Un escrito nunca se detiene cuando tu pluma no está cerca.” (J.S.) Me he quedado ensimismado, en otra anotación de recuerdo marginal, leyendo, no sé cómo llamarlo—un romance, a lo mejor—, ya veremos. Y, me doy cuenta que quizás evoque, en su anonimato, ese viaje, el gran viaje, para el cual sospecho que no voy a necesitar ni a Steinbeck, ni el iPad, ni la cámara de fotos. Quién sabe? Me he descuidado en lo virtual y se me va a hacer de día, en lo real. Es un inicio y otra noche será. Aquí queda el romance (?) de marras, y lo rememoro frente a la oscuridad ominosa de la maraña nocturna, a un respiro del amanecer que ya se otea en el telón de fondo de los “meadows”, mi particular valle imaginario.

“Cuando deje mi tierra
y mis ojos se esfumen entre nubes lejanas,
mi nombre se oirá, cantado
por los susurros del valle.”

(Anónimo andalusí del siglo XIV)

Luisma, Maypearl TX             16 de Septiembre del 2020

 

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Marañas y Piscinas (una carta…)

“Y en estas paso el rato en la piscina…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Y en estas paso el rato en la piscina…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Querido Z.:

Dónde andas? (geográficamente)…Como andas? (literalmente)…porque yo ando fatal, con unos problemas al caminar tremendos, combinación de Parkinson, problemas en los pies y rodillas perjudicadas, casi han desaparecido los cartílagos, o se han hecho más obvios, cuestión de dolor. El 90% del tiempo con el andador y en firmes planos, ni escaleras, ni cuestas (arriba o abajo, da igual). Por suerte, todo el terreno de las casas, piscina, gimnasio, etc. está adaptado para silla de ruedas. La madre de S. estuvo adaptándolo varios años hasta que se reemplazó las dos (!) caderas. La herencia en vida, el conjunto de una obra simple pero magnifica, en un rancho de Texas.

Y, eso, aquí estamos en medio del verano tejano, lo que significa: calor, maraña y piscina. Al agua, al amanecer y al atardecer (a esta hora es ya la sopa) y algún ocasional chapuzón a las horas de sol justiciero, con los bordes de la piscina como si fueran carbón al rojo de una mazmorra medieval, y vuelta rápida a la “cueva” del aire acondicionado. Como ves, en la foto, la piscina tenía un toldo que la cubría totalmente, muy bonito y tal, pero tuve que quitarlo definitivamente porque daba muchos problemas. Mantenimiento, limpieza, reparaciones, a veces volaba con las tormentas y había que irlo a buscar al quinto c… y ya sin niños pequeños tampoco era tan necesario. 

En la cueva está, además del AC, y los computadores, la inmarcesible TV con sus tropecientos canales, contínuamente llena de imbecilidad ‘democrática’ y del GOP del payaso asesino, la verdadera definición de un mierda americano. Serlo más que W era difícil…pues lo ha conseguido!  Y, la opción es esa o viejas películas de la serie Perry Mason. La serie nueva es bastante mala y hasta desagradable; nada que ver con la serie clásica original. Tantos canales y, aún así, hay días que no hay “nada” que ver!

“…hay que estar muy loco o desesperado para intentar atravesar tan solo unos metros de maraña espinosa…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…hay que estar muy loco o desesperado para intentar atravesar tan solo unos metros de maraña espinosa…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La piscina te protege de las temperaturas y la maraña, bueno, hay que estar muy loco o desesperado para intentar atravesar tan solo unos metros de maraña espinosa, cuanto más un matón de bosque entero. Las cicatrices en la piel de los venados lo cantan. Me rio yo de la selva del Amazonas, la cambio por este secarral traicionero, menos mal que no todo lo es. Con un tanque no sería tan fiera como la pintan, pero, si se cierra la maraña, en unos días estás listo y ya no puedes entrar al bosque, o al lago, hasta que no caiga la hoja y tengas visión de por dónde meterle el hacha. La foto de la maraña verde, hoy, con el árbol solitario que me trae recuerdos de los ‘conquistadores’ de 1492, pobres! Da pena pensarlo, los indios sin caballos y los conquistadores europeos sin penicilina, ni motosierras…nada, a pelo.

Yo pintando poco—nunca he ‘pintado” mucho—o procesando fotografías. Sigo en pie con el trabajo en el que estoy metido, ya son más de 25000 fotos…se dice pronto!  Las super-selectas son unas 2500 y sigo con la espada levantada. No sé para quien quedará todo esto, yo mismo me asombro y lástima me da no haberlo empezado antes. Falta de coraje y decisión. Me hubiera cantado otro gallo?  No me quejo de mi vida, para nada, he tenido y tengo mucha suerte. S. y yo cumplimos ya casi 22 años, los dos patitos juntos…más que con nadie, y tan ricamente.

“La casa-estudio, arquitectura ‘country’ tejana, simple pero eficaz. Fachada de atrás al ENE, a la piscina y la maraña” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“La casa-estudio, arquitectura ‘country’ tejana, simple pero eficaz. Fachada de atrás al ENE, a la piscina y la maraña” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Aún en estos tiempos del cólera, buscamos estar encastillados entre esta maraña y piscina. 107° Fahrenheit, un calor acongojante a mediodia. Yo, en la mecedora, al aire acondicionado, mirando hacia afuera y viendo pasar “tumbleweed”, los matojos rodantes de las peliculas. Con el Winchester en el regazo, como las señoronas del perol grande, campana y herradura, el moño y el faldumento, y todo lo demás, las del Oeste. El  rifle, por si alguien se ‘despista’ y traspasa la línea y porque ando bastante mal de movilidad, todo sea dicho. Contínuamente con el andador (mi Ferrari) o sentado y escuchando a Copland, por ejemplo, que de estas praderas y estos vientos sabía el ritmo de los olores y los sonidos. Para mí, los olores son tan sutiles, que solo los empecé a sentir a partir del 2006, cuando dejé de fumar. Los sonidos, muy pocos los han entendido después de los indígenas “tonkawas”, excelentes en sortear la maraña, pero no al hombre blanco. Eran nómadas, hace tiempo que desaparecieron para siempre.

El Parkinson no me atenaza completamente, todavía, y que me dure! Aquí, aunque la gente está cayendo como moscas a mi alrededor, con el dichoso Covid19 entre los dientes, nos vamos arreglando y aguantamos. A ver en que acaba todo esto, y todo el adobo político. O quién acaba antes, el virus o los hijos de puta, son de la misma casta. Como dice Ronald Reagan, hijo del ínclito presidente americano y facies pública del ateísmo en este país: “Tarde o temprano lo sabremos…No se preocupen, estoy bien despierto y no tengo ningún miedo de arder en el infierno…” Si Reagan, padre, levantase la cabeza—cosa poco probable—se volvería a morir del susto. Sería un despertar emocionante, el ver todo lo que ha pasado después de su tiempo; eso sí que es una maraña, incluido su estulto y denigrante colega actual y, dicho sea de paso, algunas películas que también le pondrían los pelos de punta…

Y en estas paso el rato, en la piscina, largo en la tarde, el tiempo. Entrando y saliendo del agua, ya sin sol, pero con un calorazo que te “rilas” y la toalla de felpudo. El vaso, alto, con más hielo que Coca-Cola. Esto es lo que aquí llaman: vacaciones de la tercera edad…Espero que estéis mejor, vosotros y las niñas. 

Besos

Luisma, Maypearl TX                   2 de Septiembre del 2020

HABLAR DE FOTOGRAFÍA (II)

Imagen # 4 “Lawrence de Arabia al viento de un oasis, en Zama II, galaxia de Eridane” Photography: luisjimenezridruejo.com

Imagen # 4 “Lawrence de Arabia al viento de un oasis, en Zama II, galaxia de Eridane”
Photography: luisjimenezridruejo.com

Algunos personajes, sobre todo las leyendas cinematográficas, escogen para su eternidad dorada—ellos pueden—otros mundos del segundo universo. Ya me gustaría a mí poder hacerlo, son quinientos años antes de la perpetuidad, y a quién le amarga un dulce? En uno de mis últimos sueños pude acercarme a Zama II, un planeta desértico, pero maravilloso. Sé de leyendas históricas de Tierra1 que pasan allí su eternidad, bañados por los veintiséis soles eridanos. Rommel, el mariscal de África; Gertrude Bell, la reina del desierto…Unos oasis deliciosos, temperaturas sin igual, fantásticos espejismos; cruceros navegando en los océanos de arena. En Zama había quedado con ella y “me ojeó la perdiz”—estará allí, a sus aires, y no tendrás problemas para hacerle una foto—. Fuimos y pude tirar unas cuantas instantáneas—un instante de una inmortalidad—a un silencioso Lawrence, descansando ‘a la romana’ en unos pufs amarillos, vestido con túnicas rojas lisas, muy cumplidas y garbosas. Ensimismado, fumando quién sabe qué. La foto es plano general, no quiso primeros planos de su eternidad. Se le ha alargado un poco la nariz, nada grave, sigue reconocible. Y, además, cada siglo que pasa se va pareciendo más a Peter O’Toole. Que cosas!

Hablar, o tratar de Fotografía es siempre, parece ser primero al menos, hacerlo de composición de imagen, o encuadre si se quiere, golpe de ojo, visión selectiva. La organización de los motivos que hay a la vista en un asunto que queremos plasmar por cualquier método técnico, reproducirlo y, seguramente, conservarlo. Para poder verlo, una y otra vez, o que alguien más lo vea. Incluso para decirnos algo a nosotros mismos, o decirlo a ese alguien más que pregonamos. Una cuestión de expresividad.

Pero, que es lo que el ojo del fotógrafo nota al pronto, encarando el ocular, o al abrir la pantalla trasera en digital? Que percibe antes de disparar, y que lo decide a VER, seleccionar y ‘guardar’ esa foto? Será el color? Cuál era la acción mental cuando la foto solo era en ‘blanco y negro’ (a estas horas de grandes luces, siempre olvidamos los grises), aunque estaba allí, no lo recuerdo. Y luego, como se adaptó la mente a ‘pensar en color’? Tambien estaba allí y tampoco lo recuerdo. Mi generación es probablemente la última que distingue los dos métodos mentales. No debió ser un proceso doloroso. Ah! Las diapositivas proyectables, claro! A este propósito, nada como hacerse viejo, para tarde o temprano recuperar esa memoria primera, o perderla definitivamente. La primitiva fotografía en color, técnicamente, ha sido condenada a la degradación, ‘blanqueo’, y la desaparición, salvo copias digitalizadas tardías. Que pena!

Imagen # 5 “El ‘cartoon’ de Maypearl House” 2020 Photography: luisjimenezridruejo.com

Imagen # 5 “El ‘cartoon’ de Maypearl House” 2020 Photography: luisjimenezridruejo.com

‘La madre sin cara y el niño con mascarilla’, boceto de ‘grabado fotográfico’ a la manera de Leonardo (?!), el pintor e ingeniero. La imagen visualiza la ‘textura’ de un grabado renacentista, o de un boceto a carboncillo y tiza blanca, de la misma época. Por alguna razón me recuerda esta foto las manos hábiles de Da Vinci, en su dibujo preparatorio para una pintura de una Sagrada Familia, el llamado ‘cartoon’ de Burlington House (National Gallery de Londres). Leonardo lo dibujó en tiempos muy semejantes a los actuales y bien pudo haber llegado a ser así.  La madre solícita y sin rostro, y el niño con mascarilla protectora contra pandemias, que entonces se paseaban libres y ‘tan campantes’ por los palacios y las cabañas, decimando las poblaciones, como hoy. La familia se reduce a una moderna “madre soltera con niño”, composición piramidal, o cónica, simple…Mi fotografía se escapa de la condición renacentista, camino de la abstracción dura y pura. Falta de facies, ausencia de pose y gesto. El reflejo de los ‘movimientos de la mente’, la imaginación de Da Vinci.

Expresión. Dejar el rastro del paso por este mundo, tan real como las galaxias reales o fantasmagóricas que contienen esos otros mundos que posiblemente nos contemplan; allá, o más allá de Andrómeda, Centauro, Casiopea…campos de Agramante de una fotografía que nunca podré hacer y con la que siempre me ha gustado soñar despierto y trabajar para la posibilidad de ella. Algo delicioso, pero sin futuro… Pedía en el anterior post de cien a quinientos años de fotografía—por   pedir que no quede—imposible, claro.

Imagen # 6 “El alma de la galaxia de Lacerta” (cocina ‘Pollockiana’ con sabor a Miro) Photography: luisjimenezridruejo.com

Imagen # 6 “El alma de la galaxia de Lacerta” (cocina ‘Pollockiana’ con sabor a Miro) Photography: luisjimenezridruejo.com

Aquí se compone una visión del ‘alma’ de una galaxia lejana—todas lo son—, la galaxia de Lacerta (El Lagarto), que como es una constelación ‘moderna’ no se relaciona con ninguna leyenda antigua. Nada figurativo, y por mi cuenta, todo opinable. Por ello, me permito el lujo de asociarla con las pinturas abstractas de Jackson Pollock y Joan Miró, a modo de homenaje a sus envidiables e inspiradoras obras. Los grandes mantos verticales de matorral, alto y tupido, lo que yo llamo: la maraña. ‘Obras’de una reputada artista: la Naturaleza. La tengo a unos cuantos, pocos, pasos de distancia. Afuera de las ventanas del estudio, viven mañaneros cuadros de Miró, que se convierten en Pollock a la hora “bruja”. Milagroso. Escrutar lo que tus ojos ven e interpretar una realidad que invoca una abstracción, sea pictoricista o no.

Siguiendo las reglas, aparentemente, solo hay dos maneras de componer el fondo de una fotografía como esta, antes de afrontar el ‘tiro’: el fondo oscuro o el fondo blanco. La proterva (perverse—wicked) oscuridad, la negrura que no es exactamente negra—siempre le falta algún color—suele ser mi elección natural. En esta foto, sin embargo, me he ido al más exacerbado o exasperante blanco, quizás con un puntito de mezcla con azul celaje de Texas, marcando el centro de la composición. Raro firmamento con estrellas negras y nebulosas rojas, propias del ‘alma’ de la galaxia de Lacerta, la más imaginaria de las galaxias reales.

Es una cuestión de inmediatez, la fotografía es un cúmulo de decisiones al instante; la del clásico ‘background’ es una de ellas, si se tercia que lo haya. Usamos ‘background’ quizás, y humorísticamente atendiendo al significado, en inglés más literal: ‘relleno del fondo’, aunque posiblemente sería más bonito, o poético, o clásico, o todo ello junto, tildarlo de ‘telón de fondo’. La regla del contraste  con los colores más ‘coloridos’. Para toda cuestión hay su regla, también en la fotografía. Y como diría la pintora Helen Frankenthaler : “Sigo las reglas hasta que de pronto voy en contra de todas ellas”. Amén. Su segundo apellido, no sería Mozart?

Luisma, Maypearl TX        15 de Agosto del 2020

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Raros Tiempos

“Noche y día en la maraña” (Photography: luisjimenzridruejo.com) 2019

“Noche y día en la maraña” (Photography: luisjimenzridruejo.com) 2019

Raros tiempos en los que andamos, de verdad. Con nuestra imaginación exigiéndonos, desde dentro, desde lo oscuro. Exigiéndonos sobre ello, así, como si fuera tan fácil. Exigir, que será del verbo requerir, reclamar con apremio—públicamente—quiero suponer. Así que uno, en su inocencia, o en su culpabilidad, se pone al avío de la cosa, tratando de contar, enumerar—un par de ellas—sus observaciones a lo que acontece. A veces, desatendiendo a lo razonable, como si fuera ello posible, incluso en las ‘circunstancias actuales’. Y cuales son estas circunstancias, y cuan normales son? Será lo de la “nueva normalidad?”

Veamos, que dijo el ciego. Para empezar, estamos en EEUU; lo cual no es una novedad, hace ya treinta años (!) y cada uno—los cuento por la cuenta que me tiene—que pasa me parece más increíble que así sea. Después, esto es Texas; un estado más grande que muchas naciones del mundo. Lo más grande, lo mayor, lo tejano. Houston, aquel día de agosto era un aeropuerto enormemente vacío. Sigo recordando, nítidamente, la tarde vencida, el húmedo calor acongojante del Buffalo Bayou, el olor a orugas y hierba recién cortada. Era mi encuentro inicial con los EEUU. Sí, había visto New York City, desde el aire, en ese primer vuelo; cuando todavía se podía volar sobre la “gran manzana”. Pero no es lo mismo que poner pie a tierra, después de horas y horas de interminables aguas. Descubría Houston, Texas, una ciudad que para nada se parecía a la idea, peliculera, que yo tenía de este país. Poco imaginaba que el resto de mi vida iba a ser ‘allende estos mares’, o así lo parece. Mucho, y muy poco, ha cambiado el país en estos años, desde 1989 hasta hoy. Normal, pero pasan cosas raras, últimamente.

“Magnolia” (Photography: luisjimenezridruejo.com) 2019

“Magnolia” (Photography: luisjimenezridruejo.com) 2019

Esta mañana me desperté, con la absurda (?), rara al menos sí lo es—si hay que convenir, convinamos—, idea inverosímil de subir—trepar grapas arriba—a la cima del depósito de aguas de mi pueblo (Maypearl, Texas). Un signo de población en el horizonte de la pradera. Barajemos las razones que me impulsaban a hacerlo y las que me lo prohibían. Impulso, siempre desde el principio, en cada viaje por carretera, en cada ciudad, en cada pueblo, al leer el nombre en cada barriga metálica elevada sobre sus tuberías cubiertas por el largo cilindro. Y el nombre del sitio, mejor que en el mapa. Si no fuera por el vértigo…Algo me dice que ya no puedo subir a esas alturas, a cuerpo limpio. Con la imaginación, sí lo hago. Seguro que la pradera no tiene fin y se podrían otear las polvaredas de las caravanas y las recuas, incluso las del pasado, esta es tierra de cowboys. Hoy, sin embargo, el polvo que se divisa, o su color, está en las nubes pardas que ya llegan por el horizonte del sur, desde el desierto africano, surfeando las olas del Atlántico. Nubes de polvo ‘saharaui’, llegan volando, como yo. Polvo, casi masticable, que impregna pegajoso hasta la superficie del agua de la piscina. Cosas raras, raros tiempos.

El país y el mundo, a través del agujero negro de la televisión y las otras pantallas: el computador, el iPad, el teléfono; la imagen del vértigo de la información, a todas horas y en cualquier lugar, y todo ello dominado por unos políticos de vía estrecha y ambición ancha. Lo del actual presidente no es normal, pero parece que va camino de ser otra ‘nueva normalidad’. Será también una más de las rarezas de estos tiempos? Creíamos que era un tonto inútil, un putero hijo de papá, un jeta descomunal; y a mayores, un ignorante imbécil y una mala persona, con ambiciones de dictador latinoamericano, lo que apela a otro segmento de población, más amplio de lo que se podía pensar. Y cada uno con su pistola, mínimo; teóricamente, para ‘defenderse del gobierno’. Y te lo dicen así, tan serios y sin ‘caérseles’ la cara de vergüenza. Ya lo decía nuestro Goya: “El sueño de la razón produce monstruos”. Como dice Steinbeck: este país es un monstruo, una monstruosidad. Antes, en la otra vieja normalidad, los presidentes eran, más o menos, cortados por el mismo patrón. Criticados, pero reverenciados, en general. Eso si no los mataban—Lincoln, Garfield, Kennedy—con, o sin excusa. Ahora son apéndices horripilantes de una temblorosa república. Idolatría y magnicidio, todo cabe en la mochila de un americano, y dentro de ella, una pistola en vez de un cetro.

“Cabeza de Tirano” (Photography: luisjimenezridruejo.com) 2020

“Cabeza de Tirano” (Photography: luisjimenezridruejo.com) 2020

Con la ‘nueva normalidad’, el Presidente—que los Padres de la Patria confundan—es el que nos mata a nosotros, con su falta de actuación lógica en el trato a la pandemia. Morir en la soledad y la confusión es más triste. Ha hecho de la mentira, el santo y seña de su política; a las claras, sin ambages, haciendo la situación parecer “normal”, a él y su recua de depredadores. Rara manera de hundir el Imperio. Una serie de torpedos en las líneas de flotación de la Democracia. Y como ese es el modelo que todo el mundo está imitando, ya veremos cómo acaba el sainete y donde queda ‘colgada’ la nueva normalidad. Y los tiempos que nos deparan, cada mañana, una nueva estupidez que llevarnos a las mientes. Quién es el Maquiavelo de bolsillo que está haciendo bailar a esta comparsa? El que está enseñando a este idiota las artes del  Snake-Oil Salesman (nuestro charlatán de feria), un tipo que no sabía—sigue sin saber—hacer la O con un canuto… Eso sí, a diario, hace el ridículo y con él todo el país y sus sicofantes internacionales. De pena!  Raro, todo muy raro, en estos tiempos.

Y uno, que cosas… Subir a depósitos de agua, a estas, esas alturas!  O preocuparme si se van a correr los Sanfermines!… Porque todo el mundo te pregunta por ello, como si les importara… Manda carallo!… Cuando se ha visto toros bravos con bozal, y guardando “distancia social”?  Este año, solo corren los días…Vaya verano! Por cierto: es la única “fiesta española” que todo el mundo conoce en EEUU… Iberofilia hipócrita, ”defienden” a los animales y…que corra el vino y la juerga! Mira que son raros!  Que tiempos!

 

Luisma, Maypearl TX    3 de Agosto del 2020

 

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Hablar de Fotografía (I)

Image # 1 “El brazo de Dalí” (photography: luisjimenezridruejo.com) 2020

Image # 1 “El brazo de Dalí” (photography: luisjimenezridruejo.com) 2020

La piltrafa y el brazo incorrupto de Dalí, enganchándose al sueño de la razón. Una tarde cualquiera, en cualquier risco del macizo central de Onix, en Alpha de Centauro. El ultimo resto de Dalí, se aferra a su ya más remota posibilidad de fama, de nombradía; en el segundo universo, los documentos del primero ya están empezando a borrarse. Ya ni la Historia de la Catalanidad le sustenta. Solo queda el brazo derecho y un muñón de raíces que rebrotar, pero de un ente que se vuelve polvo y paja volanderos. De sus obras no queda casi nada apreciable por el G.P. (“gran público”), solo algunos dibujos en grumosa y vieja tinta negra, en algún museo del segundo universo. De sus famosos bigotes, unas masas de pelo negro-zaíno teñido, que cubren su célebre fisonomía y guardan—pura imagen—los ojos surreales del primer universo. Aquella Tierra 1, el planeta de los mil satélites. El arte solo da para dos vidas y una sola eternidad.

Hablar, o tratar, de fotografía es algo que hago habitualmente cuando escribo, siempre a mano como paso previo, en esos cuadernos ‘legales’ amarillos, tan americanos como la Coca-Cola y tan amarillos como los autobuses escolares. Realmente, nada más llegar aquí, me acostumbré enseguida a escribir en ellos. Mi aprendizaje del idioma tuvo que ver mucho. No sé cual sería la relación, pero haberla, “haila”. Hablar, o tratar, quiero decir, de una o unas fotografías, unas con minúscula y la otra con mayúscula; aunque puedan ser lo mismo, parcialmente, en un momento dado. Decía que hablar con preposición anterior—simpática redundancia—así como: a, ante, bajo, con, contra…la Fotografía (mayúscula) es algo que aprendí leyendo a Javier Marías, sus retratos de escritores muertos (uno de Valle-Inclán, revelador y sencillamente glorioso). Qué manera magistral de “contar” la fotografía!

Image # 2 “Retrato de Isabel II de Inglaterra y su sombrero” (photography: luisjimenezridruejo.com) 2020

Image # 2 “Retrato de Isabel II de Inglaterra y su sombrero” (photography: luisjimenezridruejo.com) 2020

Está Isabel sentada, y hasta arrellanada, en su trono. Lo han sacado al jardín, a instancias del Fotógrafo Real que está viniendo para hacer la foto oficial. Nunca llegaré a esa tesitura, solo haré fotos oficiales de mí mismo. El respaldo lo han cubierto con una sábana-colcha de la India, con motivos vegetales de Paisley. (Ay! El viejo Imperio momificado…) Color difícil de definir, aunque no de nombrar, color: Isabel II. Del sombrero solo se ve el tocado floral, grana-naranja-oro, que está colgado del brazo izquierdo del trono. Igualmente podría estar en un jarrón y haría el mismo efecto. El viento expande la peluca, es un raro día de sol en Balmoral.

Hablar de fotografía, para mí, es igual que comer, algo necesario e imprescindible para la vida. Llevo mucho más de cincuenta años hablando de ella. Es como si fuera esa primera novia que todos alabamos y echamos de menos. Sentimiento y sensaciones que se sueñan despiertos (“daydream”). El olor, presente, de aquellos platos de comida del pasado que se degustan en la imaginación, donde ya solo viven; ahora que la cocinera es ideal recuerdo de la realidad que fue. La fotografía es la detención radical de un instante de la vida. Es algo difícil de concitar porque la vida es una millonada de esos instantes y da lo mismo de qué lado del ojo estemos. Mirando o viendo, buscando o recibiendo, una cuestión de simple actitud. Aunque, según mis más reputados maestros, la fotografía es más que nada y, sobre todo: VER. Y a la larga, interpretar lo que vemos. Todo esto puede conformar obviedades, pero, incluso lo más obvio es lo más fotográfico. Hasta una fotografía abstracta es puro realismo.

Image # 3 “The Andromeda’s party”. Photography : luisjimenezridruejo.com

Image # 3 “The Andromeda’s party”. Photography : luisjimenezridruejo.com

Algunos días vago, como si de un impromptu musical se tratase, por esos “mundos de dios” (siempre me ha encantado esta definición de la nada). Nada cambia allí. Es el vagar sin buscar, al encuentro de una abstracción imaginaria, un filtro que me permita ‘cambiar’ de galaxia, hacer una ‘visita’ a una Andrómeda (no mitológica) y participar en alguna de sus ‘fiestas encadenadas’ en cualquier planeta de su galaxia. Eso sí, con travesía de vuelta a ‘mi’ Vía Láctea. Al fin me traje una imagen del relieve-filtro de entrada al club: ‘Andrómeda encadenada’ (Nikon D7100/300mm/1:250/4.) 2020. Todos hemos pasado alguna vez por el filtro líquido verde de Orión, a este lado de la imaginación, de donde proviene—ya se sabe—la famosa ‘creatividad’, patrimonio de las galaxias más cercanas; pocos hemos intentado “robar” una imagen de Andrómeda. Esta es mi único souvenir, “sacada” antes del filtro, aunque después de su reflejo, lo que garantiza la veracidad de la imagen, al otro lado de la imaginación, galaxias adelante, en mi sueño del miércoles pasado.

Estableciendo una profundidad de campo muy plana (para evitar difuminados o desenfoques). La imaginación así se casa con la realidad. No era este el propósito inicial de mi fotografía, es mucho más el resultado, mostrar a la vista de los demás lo que yo veo y quizás otros tienen dificultades para apreciar: ciertas partes de la belleza. “Y si no disparo yo, quién lo va a hacer?” (R. Roye, fotógrafo). La fotografía puede vencer al tiempo, testigo de un momento de luz que no va a repetirse, o muy raramente, en el curso de la coyuntura vital. En cincuenta años solo me ha ocurrido tres veces. La fotografía es luz y no me queda más remedio que creer en la luz, no tengo otra creencia más firme. Alguien dijo: “Es como una enfermedad, una obsesión, casi como una droga”. Es una herramienta más para contar historias. ‘Es otra manera de escribir’.

Comunicar. ¿Con qué? ¿Con quién? Parece que la forma de comunicar con la gente de nuestro tiempo y entorno, a día de hoy, siendo este planeta nuestro mundo “conocido”, está claro que contiene en una buena parte a la fotografía y todos los hijos de esta imagen que queramos autentificar. No lleva mucho tiempo desde que se inventó, su historia es corta y rápida. Espectacular. La fotografía, tal cual está en nuestra coyuntura, es un documento para el futuro, puede que lo único que quede de nosotros, para entonces. Un escalón de cien a quinientos años, sería mi ambición. Combinar la imaginación y la realidad—lo integrante de los sueños—es un desafío para una fotografía de otro tiempo y otros mundos. Y en eso estamos…

Luisma, Maypearl TX           3 de Julio del 2020

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