Yearly Archives: 2021

“Como alma que lleva el diablo”

“Hoces del Duraton”, Segovia. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Hoces del Duratón”, Segovia. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Hace diez años—largos, ya—publiqué en mi anterior Blog (“dustsweatiron.net”) Polvo, Sudor y Hierro, este Post que ahora ‘corrijo y aumento’. Este otro ‘lavado, planchado y con la raya hecha’ para la ocasión de la pandemia, que es como el ‘perpetuum mobile’ que nos está tocando vivir. Hoy, por hoy, no se contempla la oportunidad de ‘saltar el charco’ en ninguna de las direcciones. Me dicen: escribe de viajes…y yo digo: pues, como no sea el periplo de ir al dentista, veinte minutos de ruta FM 66, hasta Waxahachie. A un lado y a otro, todo pradera tejana. Cadillac, mascarilla y rifle…No veo de qué otro viaje pueda escribir…Paciencia, y barajar…

Vino tinto, de la casa, y raspas de queso manchego. Espárragos, gazpacho y chuletillas de cordero lechal. Amén, y de postre: leche frita, con almibar de limón, no en vano estamos cerca de Soria. Pan de libreta, de costra tostada y miga para hacer bolitas y todo ello regado con Coca-Cola “light”, cosecha del 2011 . Ya sé que no soy original, que le vamos hacer, me gustan los recursos manidos, los dichos, los refranes, todo eso. Y, este fue nuestro menú en aquel sábado turístico por la sierra madrileño-segoviana. Tenía que hacerlo con S., después de no haberlo hecho—hacía más de 30 años—con nadie. Todo empezó bien de mañana, desde Riaza y paseando en coche por todos esos pueblos serranos. Múltiples olores recordados en el corazón. Calles, arquerías, casas sobre fundamentos de granito tallado, ladrillo y teja árabe, las paredes ‘de dentro’ con relleno de adobe de barro y paja. Y voces, ecos seculares en cada bocacalle, del va y del viene de la caballería del moro Almanzor… Las casas de la Sierra! Que bien duermo en ellas y en esas alturas, y con esos ‘aromas de cija y cuadra’. Y enseguida el lado soleado de los montes por la tarde, el calorazo de la llanura, camino de las Hoces del Duratón. Increíble, e insospechado, lugar del cual me acordaba, malamente, solo por una visita con mi padre, cincuenta años, medio siglo hacia atrás.

“…del va y del viene de la caballeria del moro Almanzor…” (Photography: luisjimenezridruejo)

“…del va y del viene de la caballeria del moro Almanzor…” (Photography: luisjimenezridruejo)

En ese paraje recóndito— muy propio para situar conventos y lugares de retiro y silencio—el rio Duratón excava durante siglos y siglos unas formidables paredes rocosas de más de 70 metros de altura, sobre tierras rojizas y una vegetación antigua y copiosa, verdes verticales agarrados a la pared. Al fondo, al caer de esos precipicios románticos, los meandros del rio se han convertido en un embalse de varias hoces, por su forma, con una particularidad chocante, inesperada, y que no recordaba: un fantástico color de sus aguas, aparentemente profundas y hasta espesas, un delicioso color verde malaquita. No sé porque pensé en un cuento de las Mil y Una Noches.  

Salimos de allí—como alma que lleva el diablo— a pesar de las bellezas vertiginosas del lugar, de su ermita de S. Nosequé, con su pequeño cementerio, conté solo diez tumbas, colgado al borde del risco que debe producir un vértigo eterno a los que allí, difícilmente, descansan. Contribuye al espanto, y las ganas de salir al más allá— aunque sea—. La “carretera” (camino forestal indica el cartel; bache y pedregal debería rezar) con que nos obsequian la Diputación de Segovia, o la Dirección General de Parques Naturales, o quien quiera que sea la autoridad competente del   mantenimiento de esos kilómetros polvorientos e infernales, que son para verlos y sentirlos en la rabadilla. Como una exhalación corrimos hacia mejores caminos; yendo a comer a la empinada población (cuesta arriba, o abajo, según se mire) de Sepúlveda, a Casa Paulino, el menú que ya queda reseñado, al principio de esta croniquilla de viaje.

“Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Saliendo de comer bien, enfilamos la estepa castellana en dirección a Pedraza, pueblo del que también guardaba recuerdos antañones. De tan justa suerte que, en tarde canicular y sofocante, la carretera apuntaba directamente hacia una oscura y amenazante tormenta, cuyas cascadas de agua veíamos caer en lontananza, y que parecía colgada encima de la villa que nos proponíamos visitar. Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia y obligatoria. Al llegar a ella, la tormenta huía ya, sierra adelante, dejándonos el campo libre y suelo mojado y fresco; cosa muy agradecer a esta naturaleza de nuestros pecados. Hasta allí nos alcanzó la suerte, el resto fue una pesadilla, “o sobre poco más o menos”, digna de cualquier relato de los Episodios Nacionales, de Don Benito (Pérez Galdós, claro). Yo, que le había prometido a S., una visita de cuento de hadas, en un ambiente del Siglo de Oro español, con matices medievales!  Un paseo reconfortante y pleno de silencio y evocación de tiempos pasados.  Iba a llevarme un chasco, muy propio de la España actual, y es que después de treinta años, los chascos han tomado carta de naturaleza y hasta me florecen insultantemente, “por entre de la maleza”—salmantinismo, al canto—o castellanismo viejo, al fin y a la postre, todo esto es mi patria, la Vieja Castilla de los cartularios de Valpuesta, la Castilla del Cid Campeador, nuestro señor Don Rodrigo Díaz de Vivar…

Desembocando al pie de la cuesta de entrada al pueblo, nos recibió una mesnada, muy diferente. Un destacamento de la Guardia Civil de Tráfico, no menos de cincuenta números de La Benemérita conté más tarde, con sus uniformes verdes y sus petos fosforescentes, nada medievales; lamentablemente, los siempre rechamantes tricornios brillaban por su ausencia. La Guardia Civil, sin sus tricornios, pierde mucho de su atractivo turístico. Apacentados por esta gleba, cientos de coches pastaban (léase: aparcaban) en las colinas circundantes. Los invasores, salidos de estos coches, legión ruidosa, con niños mucho más ruidosos y horteras, trepaban ya al “asalto” de la plaza de Pedraza. Se me agrió hasta la última Coca-Cola que acababa de beber, y eso que yo la tengo por milagrosa poción…

“…a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La visita, inevitablemente, resultó más corta de lo esperado. Se trataba del día del Concierto de las Velas, así llamado; una de las atracciones turísticas del pueblo. Un concierto de música clásica a la luz de miles de velas, en las ventanas y hasta en los cantos rodados de las calles. El programa era de divulgación para principiantes: El Lago de los Cisnes, Una Noche en Monte Pelado, etc. Coronado por—como no!—la Obertura 1812, con su final de cañonazos, servidos por una batería de cañones modernos de campaña, convenientemente situados en el mirador barbacaneado y ajardinado de su castillo-palacio, por artilleros del Ejercito de Tierra, en uniforme de camuflaje y boinas verdes. Todo muy medieval (¡?). Para rematar el encanto y salir con espanto, nos sobrevoló un helicóptero de la Guardia Civil de Tráfico, ahuyentando a las pobres cigüeñas del campanario de la iglesia. Viva España…! Grito una señora “vestida de domingo”… Reverberando después de la tormenta, Tchaikowski y los cañonazos, el asunto estaba ya para los gritos, y las “litronas” que asomaban el gollete en los bidones de hielo…

Al punto, con apenas tres minutos de estancia en el centro del pueblo, las amenazas intuidas en el niñerío hortera, jóvenes armados de bebida y teléfono, señoras gritonas y un centenar de guardias civiles fuera de servicio—la anochecida y las velas—los férreos pinchos medievales de las puertas que nos apuntaban, listos a desprenderse y atravesarnos, como en una película de horror. Ni música, ni historias… Ese fue el momento en que S. y yo, nos miramos y sin decir una palabra, echamos a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—dos veces en el mismo día, calles y carretera abajo, y no paramos hasta llegar al coche. ‘Atropellando’ solícitos guardias civiles, nos desembarazamos de la pesadilla de Pedraza, encantadora villa, que quedará para otra ocasión. O quizás para nunca. No sé, pero el letrero más repetido en los muros del pueblo, hasta esculpido en viejas piedras, era: “Se Ruega Silencio”. Me ha dado que pensar, pero creo que ese silencio buscado y suplicado, no lo encontraremos en estas tierras. Al tanto, la noche baja de las montañas y se hace fresca y refresca…

Luisma, Pittsburgh, PA    2 de Julio del 2011    (Revisión en Noviembre del 2021)

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La Medida del Tiempo

“I Left My Wallet in El Segundo” Photography: luisjimenezridruejo.com

“I Left My Wallet in El Segundo” Photography: luisjimenezridruejo.com

Reloj, o no reloj?  Esa sería la cuestión. Hace quince años—mes arriba, mes abajo—dejé de fumar; el mismo día que me quité de la muñeca mi último reloj de pulsera. Corría el 2006. Que tiene que ver una cosa con la otra? Nada. Pura casualidad. Así se escribe la historia, o algunas historias…  

No sé dónde leí que el segundo es la unidad internacional de tiempo. Últimamente, leo las cosas más horrísonas en los sitios más impensables del mundo, cortesía del excesivo trato con Internet y sus turiferarios. Así será…si ‘ellos’ lo dicen. Parece que un día tiene, más o menos, unos 86000 segundos, qué barbaridad!  A mí, eso me lo tienen que jurar y …aun con todo. Yo me quedé en que cada minuto fueran unos muy aceptables ‘sesenta segundos’, todos iguales. Lo del día fraccionado es cosa de los clásicos egipcios—24 horas: 12 de luz y 12 de noche, o de obscuridad—, basándose en “mediciones” (observaciones) astronómicas. Un día es el tiempo que tarda la tierra en girar sobre sí misma y recuerdo, perfectamente, aquel día en el que me instilaron la idea; era la clase de geografía en los “barracones” de S. Bernardo, en aquel colegio salmantino, desde el cual se veía el Campo de Futbol: “El Calvario”, con su tribuna de madera! Muy inglés y pintado de color gris azulado, como los aviones militares—al final de todo aquello, un paseo arbolado terminaba… en el cementerio—. Hace casi 70 años, unos 2197 millones de segundos! Toda una vida, más o menos. Ay! Señor…! Y ahora me dice S. que del segundo habría mucho que hablar: que no es lo mismo un segundo “solar”, que uno “atómico”, u otro “sidéreo” (estelar) y que unos son más cortos que los otros y yo que sé cuántas precisiones más, al respecto.

“The Tribe Called Quest” Photography: luisjimenezridruejo.com

“The Tribe Called Quest” Photography: luisjimenezridruejo.com

Según va saliendo por la puerta a la pradera, S. (léase: Ese Punto) me deja una nota tendida en una imaginaria cuerda de secar y orear ropa—ella es muy novelera—que, en América, aparte pesas y otras regulaciones, rebrotes del imperio británico, lo de la medida del tiempo tiene más enjundia de lo que aparenta y que le viene a la memoria un pueblo no lejos (¡?) de Palo Alto, (6 horas de autopista en California, otra medida de espacio/tiempo), donde ella vivió sus años juveniles. El pueblo en cuestión tiene por nombre: El Segundo (tal cual, con el articulo y en castellano) y ahora que lo piensa, no tiene claro en que ‘segundo’ se inspiraron sus colonizadores: el de tiempo o el de orden. La aparición del nombre del pueblo en nuestra memoria común es por haber transitado la Avenida de la Relatividad, de la mano de Albert Einstein, hace unos días, recordando una de las primeras películas de los hermanos Cohen: “The Ladykillers”. Don Alberto y Los Cohen nos hacían comprender la diferencia de duración entre una hora (3600 segundos, según pareceres) paseando por el campo y otra hora relativa, en el ”cine”, confinados en casa por la pandemia.

“My-milly-billy-billy-bum...” Photography: luisjimenezridruejo.com

“My-milly-billy-billy-bum…” Photography: luisjimenezridruejo.com

El tema musical de la película era una canción, cuyo título nos llamó la atención: “I left my wallet in El Segundo” (“Dejé mi cartera en El Segundo”), una canción larga, ‘como un día sin pan’ que se diría antaño, o como un viaje de “costa a costa”, de ‘hip hop’ neoyorkino a ‘hip hop’ angelino. Para muestra vale un botón…El estribillo repetido hasta la saciedad…

My-milly-billy-billy-bum…

My-milly-billy-billy-bum…

Left my wallet in El Segundo
I gotta get it, I got-got ta get it…

Left my wallet in El Segundo
I gotta get it, I got-got ta get it…

…   …   …

La canción, de un grupo llamado: “The Tribe Called Quest”, trata de un viaje ‘filtro USA’ de Queens (NY) a El Segundo (CA), un suburbio de Los Angeles. Una canción ‘black hip hop’ que los Cohen enchufaron en su película y que describía, mejor o peor, la vida de una banda de hip hop, viajando en la arquetípica furgoneta Volkswagen, con un prolijo mundo interior rodeando una batería y unos colchones hinchables. Tres días de conducir “sin parar”—solo gasolineras y “estirar las piernas”—antes de cambiar el conductor. Desde NYC a California, a todo lo largo del país y al fondo de todo: LA… Reseda, el barrio del Karate Kid… Redondo Beach…Tarzana, pueblos del tipo de El Segundo y otros del cinturón ‘blanco’ Sundown. Donde los negros no quieren ir por las noches…Ni siquiera para recuperar una cartera y un carnet de identidad. Centésimas de segundo, con la vida colgando al final de la trayectoria de una bala.

“Dejé mi cartera en El Segundo” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Dejé mi cartera en El Segundo” Photography: luisjimenezridruejo.com

Diferencia con la de los segundos en el estudio pintando, donde las largas horas “se me hacen huéspedes”, que diría el ínclito Don Miguel de Cervantes. Se trata de decisiones que se toman en segundos ‘rápidos’, decisiones pictóricas que no son el llegar a algún sitio— salvarse de nada, esquivar ningún peligro—sino el pensamiento, el movimiento y el tiempo para tratar de hacer o componer una imagen.  Brochazos o pinceladas, una sucesión de segundos: la medida del tiempo, del hecho pictórico, que nos lleva hacia adelante. El plural del asiento contable, que raramente interesa a los otros. En la soledad del estudio, muchas horas frente a los cuadros, muchos miles de segundos acompasados y sonoros, salpicando desde un viejo reloj de pesas de la Selva Negra.  Sin embargo, en fotografía, ese sonido o sus inaudibles fracciones, es el tiempo que tardas en reconocer como es y cómo quieres que sea la imagen, antes de disparar. Relatividad…Medida del tiempo…

Luisma, Maypearl TX                  1 de Noviembre del 2021

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Michelangelo y los detalles de un cuadro “a medias”

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas)

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas)

A veces me da miedo entrar en el estudio. La casa donde está el estudio no es en la que hacemos la ‘vida social’ y la cocina, esa casa es la de la madre de S. y está a unos 27 metros de hierba de la otra casa. Muy cerca, pero completamente independiente. Sea de día o de noche, da igual, es miedo del sobresalto, que viene de un verbo reflexivo al cual, usualmente, no hacemos mucho caso. Miedo de la impresión que es ruborizarse, la sensación eléctrica que nos hace perder la tranquilidad; en la emoción y conmoción de un instante de temblor, que en mi caso particular es la aceleración—el sobresalto—del Parkinson, que me acompaña infatigable desde hace siete años. El auto-sosiego es el único “tratamiento” que me alivia el ‘mal’—relativamente rápido—del dichoso ‘tembleque’ y así hasta el siguiente susto, que puede ser también pictórico, al enfrentarme con el cuadro ‘a medias’, a la sazón en cualquiera de los ‘caballetes’ que son las paredes del estudio.

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas. Detalle)

“Uninhabited Garden #5” (acrylic on canvas. Detalle)

No puedo olvidar el ‘cuadro maldito’, o el ‘maldito cuadro’, dependiendo del momento, y del humor, de las dos formas podía tildarlo; que mantuve—‘a medias’ e ‘intocable’—en mi estudio de Pittsburgh, en la casa de la calle Mission, en esa casa-estudio pinté poco, pero viví mucho, ‘lo que se va por lo que se viene’ (como diría mi padre). Aquel cuadro lo veía y lo sufría, diariamente, durante los largos años de toda una década, sin darle una sola pincelada, hasta que volví a Texas y, aquí en Maypearl, en unos pocos días, lo terminé sin problemas. Quien sabe cómo ocurren estas cosas… Terminar un cuadro, finalizar una pintura, es llegar a un acuerdo, conmigo mismo, de no volver a ‘tocarlo’ nunca más. Lo cual no parece rezar de la misma forma con mis escritos, muchas veces lavados y planchados con el paso de los tiempos. Si bien es cierto que pocas veces la gente me lo acusa. Ese cuadro—todavía hoy me da apuro mirarlo— fue un salto cualitativo importante dentro de mi pintura. Cambié de mundo pictórico y mi escena se volvió más surreal, abstracta y colorista. Era el perfecto reflejo de mí mismo: Surrealista, aunque no “daliniano”—raramente le ‘pego’ la brocha a Dalí—, nunca ha sido santo de mi devoción. Abstracto, como la vida misma, que diría Diebenkorn, en su duda entre pintar una cuñada o una bahía, o una mancha informal… Temáticas que alternaba con el mayor desparpajo, el mismo que para permutar realismo y abstracción, a temporadas. Colorista, como Derain, yo nunca lo fui acentuadamente por falta de coraje, y espero que no sea solamente un espejismo.

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas. Detalle)

“Uninhabited Garden #5” (acrylic on canvas. Detalle)

Pintaba cosas grandes y alternaba con cuadros muy pequeños, casi miniaturas, “afterthoughts”, que me levantaban el espíritu y a los que no necesitaba ‘mirar’ largo tiempo. Mientras tanto, ojo avizor, empecé a disparar ‘furiosamente’ toneladas de fotografía ‘digital’, penetrando concienzudamente un ‘mundo’ que no había ‘tocado’ mucho: el natural vegetal, uno de los famosos reinos. Al mismo tiempo, con la imaginación ofreciendo soluciones “espaciales” y remotas, en los mejores sentidos de la palabra. El resultado está siendo magnífico y suntuoso, son ya miles y miles de fotografías digitales, que necesitan, en mi opinión, un trabajo de  edición individual, que llena también las expectativas del uso de mi tiempo de dedicación a ello. El Arte por el arte, la factoría. Así mismo, y últimamente, está siendo una perfecta salida para el problema ‘mental’ de la reclusión en cuarentena, por culpa de la dichosa pandemia y sus nuevas oleadas.

“Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas. Detalle)

“Uninhabited Garden #5” (acrylic on canvas. Detalle)

Y me saqué de la manga, por todo ello y como un mago de pacotilla o de vía estrecha (continuo con las expresiones paternas), otra forma de ‘ trabajar’ inédita en mí y que me abría una visión más (nueva?) de lo que hacía en mi pintura. Sigo con esta escalada, hago múltiples fotografías de “detalles” de mis cuadros, incluso sin estar terminados—o precisamente por eso—y que he dado en llamar ‘pictofotografias’. Y no es solo como esto me ayuda a ‘mirar’ el lienzo grande, además quedan, a veces, unos cuadros pequeños y de muy diferentes composiciones, aunque no colores, sorprendentemente aceptables. Y di en pensar a quién le había visto hacer algo similar. Caí en la cuenta de que era alguien del cual no me considero ni ‘seguidor’, ni gran admirador, aun siendo uno de los mejores: Michelangelo, el “terrible” Buonarrotti, que está sentado, no a la diestra, ni a la siniestra, sino al frente de Dios, como su pintor de cámara que es. Espero que no se me ‘caiga el pelo’ o me ‘cuelguen’ en los—cada día más desastrosos— “papeles” por hablar con tanto ‘compañerismo’ del inmortal italiano. Acercarme a uno solo de los ‘pequeños detalles’ (tablillas de prueba) de cualesquiera de sus frescos, justificaría una entera vida artística. Ah! …También El Greco—aquel fenómeno—usaba de la copia-miniatura, a cuadro completo, para ‘archivar’ todas y cada una de sus obras. Las dudas y los “pentimenti”, serían también dobles?

Mi estudio en Maypearl, Texas (USA). En la pared: “Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas )

Mi estudio en Maypearl, Texas (USA). En la pared: “Uninhabited Garden #5” ( 75” x 60”, acrylic on canvas )

Siempre he dado en pensar, y muchas noches en soñar, como hubiese sido en aquella época una vida con el aditamento y la posibilidad de usar una cámara digital, y haber podido fotografiar (no necesariamente como documentación) cientos de miles de cosas, momentos, sensaciones, grafías, colores e incontables aventuras oníricas, y la posibilidad—ya parece que imposible—de unir los olores a las imágenes. Toda aquella vida, generatriz de la nuestra actual. Una de las cosas más interesantes que he ‘descubierto’—empeñado en estas fotos de detalles pictóricos—es que el ‘gesto’ está cambiando, rápida y dramáticamente, en mi pintura. Todo ello por los temblores sobresaltados del Parkinson (?). Y, la verdad, es que dudo si esto es bueno, mejor o peor, para mi pintura, o mi fotografía. Desde luego no es muy bueno para mis ‘miedos’ pictóricos. Como diría el inmarcesible artista, y siempre recordado amigo, Javier Pereda Piquer (Catedrático de Pintura, a pesar de ser un gran pintor): “Miedo en esto no se puede tener. O te sale, o no te sale. Y, uno—no puede estar equivocado siempre…” Seguiré investigando el asunto.

“El mayor peligro, para la mayoría de nosotros, no es que nuestra meta sea demasiado alta y no la alcancemos, sino que sea demasiado baja y la consigamos” (Michelangelo Buonarrotti).

 

Luisma, Maypearl TX                      1 de Octubre del 2021

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Bonnie and Clyde, en Maypearl ( I ) & ( II )

“Los auténticos Bonnie and Clyde Barrow…”

“Los auténticos Bonnie and Clyde Barrow…”

“Este ‘post’ y el siguiente, son una revisión de los mismos, dedicados a Bonnie and Clyde, que escribí en el 2014 para mi primer blog—dustsweatiron.net—, prácticamente recién llegado de vuelta a Texas, desde Pennsylvania. Después del término de una época importante de mi vida. Los tiempos de vivir en el norte del país, el frio y adorable Pittsburgh y los primeros años con S. Mi otra vida en América.”  ]  

Es el final de febrero y el viento del sur trae olor a leña quemada. Lo que es extraño porque aquí nunca huele a nada. Es cosa que se aprende enseguida de esta parte de la pradera tejana. Algunas nubes bajas, tormentosas, ocultan la luna pero no su luz, que se desparrama a todo lo largo y ancho del territorio que abarca mi vista. Sentado en el porche, entorno los ojos y barajo algunos recuerdos cercanos…

Cuando llegué aquí—Maypearl, Texas—, lo primero que me llamó la atención fue el nombre del pueblo: Perla de Mayo, traducido al español. Naturalmente, pregunté de donde venía el apelativo y así me enteré que alguien, seguramente en busca de gabelas—siempre hay un alguien para este tipo de cosas—había querido homenajear a las hijas (Pearl y May) de dos directivos de la compañía del ferrocarril: la International Great Northern Railroad, de la cual el pueblo era nada más que un apeadero. Y eso era a principios del siglo XX: cuatro casas, un depósito de agua para locomotoras, un banco, una iglesia (como no!) y un par de almacenes adosados al muelle de carga de los trenes algodoneros.

“…Ferrocarril Internacional del Gran Norte, del cual el pueblo era nada más que un apeadero…’a whistle stop’”

“…Ferrocarril Internacional del Gran Norte, del cual el pueblo era nada más que un apeadero…’a whistle stop’”

Hoy en día siguen siendo cuatro casas, a cada lado de la calle principal; unos almacenes vacíos, sigue el depósito de agua enhiesto aunque ya no hay ni locomotoras, ni trenes, ni vías, ni por supuesto muelle de madera. Eso sí, en el término municipal hay cuatro iglesias (como no!), un par de escuelas, un supermercado, dos bancos y la oficina de Correos, de futuro incierto como todas, y que data de 1894. Con todo, unos ochocientos habitantes, repartidos en una vasta geografía de fincas rurales. Ah! En el centro del pueblo, todo es centro en un sitio de cuatro casas, una sola calle y el resto zona residencial: casa, jardín, casa, jardín…En la esquina a naciente del viejo apeadero está el edificio del antiguo Banco de Maypearl, dos escalones, veranda y ‘atadero’ de caballos. La cuestión es que ya no quedan ni trenes, ni Banco… ni caballos! El típico caserón de madera y ladrillo, con sus ostentosas y falsas columnas de los años Treinta. Un fantasma del pasado—como todos— y de alguna forma, protagonista de nuestro relato.   

El auge (!?) de este lugar data de los momentos de la Gran Depresión Americana, un pueblo ignorado, perdido en el mapa, y que en tiempos de la recogida del algodón era un simple apeadero (whistle stop) de tren, literalmente: parada a silbato; donde se reunían los carretones de los cultivadores para entregar el algodón y cargarlo en los trenes, pero también donde los agentes les pagaban las cargas. Todo ello se celebraba en la cantina que, a su vez, era la estación y allí mismo, los pagarés se hacían efectivos, en lo que era el único banco de la localidad y de los entornos. En ocasiones tenía grandes sumas de dinero en sus arcas, coincidiendo con las temporadas de la recogida. Y aquí aparecen los personajes de nuestra historia.

“Bonnie and Clyde”

“Bonnie and Clyde”

Bonnie Elizabeth Parker y Clyde Chesnut Barrow, también conocidos como: “The Barrow Gang”, por el gran público, que llegó a convertirlos en una especie de héroes antigubernamentales. Una película de Hollywood, años después de su muerte en una emboscada, a manos de una patrulla de la ley (posse comitatus), organizada en Dallas para su busca y captura, les hizo famosos en América y Europa. La pareja, aún cuando se trataba de gente que quebraron y violaron repetidamente las leyes, asaltando y robando, concebían lo suyo como una aventura y un pasarlo bien (!?). Así se producían en escritos y notas encontradas en sus refugios. A veces, secuestraban a policías que les perseguían y los soltaban, desarmados, a cientos de millas, tras darles un aterrorizante paseo. Se dice que, a pesar de sus fotos con armas, Bonnie nunca llegó a disparar un tiro y ‘hacía pinitos poéticos’. Clyde, hijo de un aparcero, era un niño desescolarizado, pasó infancia y juventud en problemas con la ley. Ambos, muy jóvenes, se juntaron en una vida desenfrenada, que incluyó asesinatos, y se instalaron en una leyenda que culminó con su muerte en el año 34.

Fotografía del coche, tomada en el lugar de la emboscada, en la que es ocioso tratar de contar el número de agujeros de bala en la carrocería. Otro tanto se puede ver en el parabrisas. Se dice que más de sesenta disparos eran mortales de necesidad. Nadie quería un juicio sonado para aquella pareja que se había burlado tanto de las autoridades, y de La Ley.

Fotografía del coche, tomada en el lugar de la emboscada, en la que es ocioso tratar de contar el número de agujeros de bala en la carrocería. Otro tanto se puede ver en el parabrisas. Se dice que más de sesenta disparos eran mortales de necesidad. Nadie quería un juicio sonado para aquella pareja que se había burlado tanto de las autoridades, y de La Ley.

Pues bien, en algún momento de aquellos dos años de furor aventurero, crimen y entrada en la leyenda americana, Bonnie, Clyde y su ‘gang’, típicamente a bordo de un sustraído Ford V8, asaltaron y robaron bancos, oficinas gubernamentales, gasolineras—entre ellos el Banco de Maypearl, nuestro abandonado y vacío Banco actual. No se conservan detalles del caso, a pesar de que en aquella época muchos periodistas de Dallas y del Este seguían las informaciones de la pareja. Esto puso al pueblo “en el mapa” y lo hizo famoso por un día, volviendo a sepultarlo en el olvido al día siguiente. Ese es el único y solo hito histórico de Maypearl (Texas). Muchos años después, casi estuvo a punto de ser célebre con la creación del “Supercollider de Texas, un oval de ochenta y seis kilometros de túnel, a sesenta metros  de profundidad, con un acelerador de partículas…” pero aquel gran proyecto que le hubiera dado notoriedad mundial, era al final de la Guerra Fria, se abandonó en la presidencia de Bill Clinton. Algunos de los físicos y directivos que crearon el proyecto se quedaron a vivir en las propiedades que habían comprado en el lugar, o sus proximidades. Ese fue el caso del padre de S. 

”Los cinematográficos Bonnie and Clyde”(Faye Dunaway y Warren Beatty).

”Los cinematográficos Bonnie and Clyde”(Faye Dunaway y Warren Beatty).

De manera que el pueblo sigue inmerso en el olvido, a salvo de su acontecimiento estelar. Todo lo que tiene es un atraco bancario, eso sí, con unos bandidos de fama y resonancia internacional.  Ambos tejanos, de Rowena y Telico, respectivamente, cerca de Dallas, anduvieron rondando con frecuencia estas tierras—y así me obligo a contarlo cada vez que alguien me pregunta donde vivo— Maypearl?… y donde está eso? —donde ya no quedan ni vías, ni locomotoras, ni trenes, en realidad lo que no queda ya es ni pueblo. Simplemente es una esquina de la 157 y la 66, dos carreteras comarcales que casi no van a ningún sitio y se cruzan aquí, donde yo estoy, donde nunca pasa nada y todo parece que vaya a seguir así.

Ha salido una luna enorme que ilumina la pradera, no sé el tiempo que ha pasado, o si me he quedado anortado. Todavía reclinado afuera en el porche, sigo los trazos de los focos de un coche en la Farm Road 66. Noche de calor, viento y sin mosquitos. Como siempre, no huele a nada, como en las películas. Me acuerdo de Faye Dunaway y Warren Beatty, en un Ford V8…

 

Luisma, Maypearl (TX)         28 de Febrero del 2014  (Revisión en Agosto del 2021)

 

Bonnie and Clyde, y su chofer (II)

FM66…entre Maypearl e Itasca. Quizás sea una foto de aquella mañana…

Bonnie y Clyde…FM66, entre Maypearl e Itasca. Dos pinos…Quizás sea una foto de aquella mañana…

A veces pienso que es solamente una manía. Una manía exacerbada por las temperaturas benignas de esta parte de Texas. Me gusta sentarme al sereno en este banco de madera pelada y seca por tantas noches y tantos días a la intemperie. Un banco de película del Oeste. También hay un sofá-columpio peliculero, pero aprecio mucho más el banco, aunque sea solamente medio cómodo, además está protegido por el tejadillo del porche abierto de la casa principal. No es la casa en la que vivo, esa es la otra—la de al lado, la más grande, más alta de techos—separada por un camino de hierba y roderas de coche. Es la que tiene el gran porche-galería acristalada: el estudio donde pinto. Este banco en el que me siento, durante las grandiosas puestas de sol y por las noches, casi nunca durante el día, le confiere el carácter de casa de la pradera americana. Dos típicos pilares de reja fundida de molde enmarcan la escena.

Sé que el motivo de estas sentadas no es tanto el sosiego como el aspirar el olor parco y mínimo de la pradera, vislumbrar los ruidos de la noche, seguir el viento que barre de izquierda a derecha—siempre de este a oeste— y provoca el ‘ris-ras’ de las ramas de los árboles. Escuchar el silbido de las agujas de los pinos— dos— de la explanada que nos separa de la carretera. Esos dos pinos y el otro en el ábside, tras de la casa, que he dado en acariciar y contemplar—siempre que paso cerca de ellos—como si fueran unos niños. Me recuerdan, mucho y bien, los pinares de Castilla; porque el olor de mis pinos de Castilla la Vieja no lo puedo tener aquí, y duele. Debe ser eso que el poeta llamaba los dolores del alma. Pero no quiero distraerme, estábamos en el fulgor de las luciérnagas en el albero…

“Clyde Chesnut Barrow…a punta de pistola y escopeta recortada…”

“Clyde Chesnut Barrow…a punta de pistola y escopeta recortada…”

Fulguran luciérnagas en el albero… Es en la noche cuando los olores vienen más densos, pronunciados, separados; se distinguen unos de otros como si fueran parte de un muestrario; algunos primarios, otros misteriosos. Hoy, noche oscura sin luna, un olor peculiar llega de la carretera FM 66, la comarcal que pasa a lo largo de la finca—son más de 50 acres— y la llamaría rancho si tuviéramos animales, pero, me temo que un viejo gato cascarrabias, permanentemente malhumorado, y un perrito “elegante”, de ciudad, Cavalier King Charles Spaniel (!), que solo sale de la casa para dar pequeños paseos y hacer sus necesidades, no admiten el calificativo de ganadería.

Decía que de la FM 66 llega el olor desabrido, fuerte e indistinto, a “skunk” —no a la marihuana, que también se apoda de esa manera —a la mofeta, que los mexicanos llaman: zorrillo apestoso, algo como si hubiera habido un accidente de coche y se hubieran quemado los neumáticos. Olor característico y persistente a más no poder, pocos como ello. Tarda lo suyo en remitir y mientras tanto me quedo un poco anortado, perdido en la ensoñación, revirando con la mente las curvas del camino entre Maypearl e Itasca… ’Me veo conduciendo a volantazos el Ford V-8, algo destartalado por las últimas correrías, con Clyde sentado a mi lado haciendo ruidos con su dentadura y Bonnie—ah! la risa de Bonnie—en el asiento de atrás con las piernas bamboleando de un respaldo a otro y pidiendo ostensible y gráficamente: “la parada de la meada.’’

‘Al fin lo hago, con chirriar de frenos y derrapaje en el chinarrillo, saliéndome en un albero con dos pinos— dos —frente a un robledal y su tupida maraña de espinas. Recuerdo bien el sitio, cruce de caminos y mucho boscaje en el fondo. Bonnie se apea y se agacha para hacerlo con descaro, levantando la larga falda—a ojos vistas. Clyde camina por entre los árboles silbando, apartando telas de araña y manoteando mosquitos. Yo me quedo estático, suspenso, siguiendo los fosforescentes, cortos, vuelos de las fulgurantes luciérnagas y oliendo el motor y las ruedas del coche. En el asiento de atrás brillan las cachas de un revólver y el objetivo de una cámara de fotos. Miro la luna en lo alto y pienso que ya he estado aquí antes…o ha sido después? Hace muchos años, o dentro de muchos años?  Aspiro profundamente y me llega un acre olor a quemado, goma de ruedas. Pero no puede ser del coche porque estoy a su lado. Viene de la dirección del pueblo que dejamos atrás. Cuatro casas. Itasca se llamaba, creo recordar. Extraña sensación la de estar en este lugar. Me acordaré de este sitio—no sé por qué—, tiene sensaciones familiares.’

“ Cien años hace que Bonnie and Clyde…”

“ Cien años hace que Bonnie and Clyde…”

Como si flotase a media altura, el olor se mueve y se desvanece, poco a poco, en dirección a la casa del porche, al estudio. Sentado aquí en esta noche, al igual que tantas otras—a solas con mis pensamientos—con recuerdos de aquí, de allá, de cómo sería este rincón del mundo cien años atrás. Si los dos pinos al frente quisieran hablarme. Las luces de un coche me enfilan de largo y pasan dejándome deslumbrado por un instante. Arrastran consigo todos los ruidos y el lugar se aquieta. Persisten los olores…Rompe el sol, de línea a punto. Cien años hace que Bonnie and Clyde, y su chófer y fotógrafo, a punta de pistola y escopeta recortada y abriéndose el paso a tiros, atracaron el Banco de Maypearl— el Banco que ya no existe— en una mañana caliente y luminosa, después de pasar la noche, en su coche, en algún lugar cercano al pueblo.

 

Luisma, Maypearl (TX)    14 de Julio del 2014   (Revisión en Agosto del 2021)

 

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Los Pinos de Ottorino

“Toda la vida he dormido, poco pero bien…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Toda la vida he dormido, poco pero bien…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Confieso que no sabía mucho—mas bien diría que casi nada—de Ottorino Respighi, un músico italiano, que se hizo famoso a principios del siglo XX. Nombre que no se me hacía difícil recordar, y no solo por su singularidad, sino por haberlo oído algunas noches en aquellos transistores de radio de mis pecados nocturnos juveniles. Toda la vida he dormido, poco pero bien, envuelto y acunado en música y en palabras suaves, haciendo mía la imaginación de otros. Hasta el principio de mis ‘treintas’ cuando ya dí en conocerle y escucharle muchas veces. “Los Pinos de Roma”, los pinos de Ottorino, apreciados luego en su justo valor—a mi leal saber y entender—musicalmente, desde aquella caminata por la Vía Apia, subiendo una de las famosas y dichosas siete colinas de Roma. Hasta lo de hoy, escuchando una vez más a Respighi desde mi limbo de aire acondicionado y grapada la vista en los emblemáticos dos pinos—dos— tejanos, en la entrada al rancho de S. Bajo la escasa sombra, y referencia, de estos dos pinos situé, hace unos años, un relato (ficción), por el cual los famosos atracadores Bonnie & Clyde, habrían pasado aquí la tarde, y noche, antes de asaltar el Banco de Maypearl (realidad histórica), a escasos dos kilómetros de mi estudio, en la misma carretera FM 66.

Estos dos pinos de Maypearl, como casi todo en este santo lugar, en la pradera tejana—poco pino por aquí—no huelen a nada, o a casi nada. Solo una vez contemplé y respiré aquellos pinos de la Vía Apia, que luego he rememorado cientos de veces, con el impresionante impresionismo de la música. Menudo elemento el mentado y renombrado: Ottorino; por cierto, contemporáneo de los ilustres Bonnie & Clyde, que están en el ‘santoral’ tejano y americano. Los tres fueron ‘carne’ de incipientes periodistas de lo sensacional y todos ellos ejemplos de vidas cortas, pero repletas; el uno de política y notas musicales y los otros de cartuchos de escopeta recortada. El italiano con un nombre que más parece el de un coche de aquella época, que el de un músico de cualquier momento; eso si es que los músicos tienen nombres evocando, o sonando, musicales: Shostakovich, más suena a fábrica de salchichas de Illinois; o Ferde Grofé, compositor de la “Grand Canyon Suite”, cuyo nombre tiene resonancias a postre de chocolate y crema, por no citar a otros muchos. De hecho, el bueno de Ottorino, le puso el nombre: Delicia, a su segunda hija. No sabemos en qué decimonónico sabor se inspiró. Los nombres propios de músicos y de títulos musicales, siempre han sido motivo de adoración de la generalidad, eso que en el mundo de las artes llamamos: el ‘gran público.’

“…la poca sombra de los pinos eternos…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…la poca sombra de los pinos eternos…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Respighi, después de su juvenil estancia en Rusia, en la que trabajó composición con Dimitri Rimski-Korsakov, y llegó a ser concertino de violín de la orquesta del Teatro Imperial de Moscú, durante la temporada de Ópera Italiana; acto seguido, volvió a Italia y a sus orígenes musicales y vitales. Tuvo una relación dudosa con el partido fascista de Mussolini, con el que intercambió apoyo estatal a la música, por composiciones musicales celebratorias que muchas veces fueron harto irónicas. Se le denominó: neo-renacentista y neo-barroco. Seguramente, también, se le tildaría de neo-fascista. Románticamente, compuso una magnífica serie de poemas sinfónicos (Suites), entre los cuales destaca: “Pinos de Roma”, una de las obras musicales más propuestas, continuamente, en las programaciones de todas las orquestas sinfónicas mundiales. Un ‘clásico’ de la ‘Clásica’. Así mismo, un par de óperas y alguna otra obra mayor, hoy alejadas del favor popular. Respighi siempre tuvo en la cabeza introducir al gran público en el sueño de la Italia Romana Imperial Clásica, usando la música sinfónica, y tratando de elevar el país a la altura de un Olimpo artístico moderno. Fue un gran estudioso y hablaba 11 idiomas fluidamente, leyendo literatura en todos. Tuvo la admiración de sus profesores de composición, uno de ellos llegó a decir: “Respighi no es un pupilo, Respighi es un maestro”. Tenía, entonces, 21 años.

Entorno los ojos y puedo recordar, nítido y sonoro, el escribir de la pluma apresurada, en mi cuaderno ‘legal’ amarillo: “…la emoción de la música de Respighi, al final de ‘Pinos de Roma’, sube y sube, en un crescendo difícil de contener sin acompañarlo, erizándoseme la piel, desde los—pies anclados en el recuerdo de las colinas, los pinos y los jacintos—lazos de los coturnos, a la tonsura del casco y la pañoleta que acumula el sudor…Siento el terrón aplastado, en la canicular tarde romana, la soldadesca sedienta, ansiando la poca sombra de los pinos eternos y el agua fresca de alguna fuente posible. Roma, la ciudad de los tres horizontes, telones de fondo de la tarde ya vencida, en los que se aperciben, se adivinan, columnas y capiteles… y la música nos brinda los ecos de otras trompas lejanas, de otras legiones volviendo victoriosas hacia una ciudad de puertas abiertas…Sube y sube, hasta acogotarnos, empuja y empuja, y solo la explosión de la siempre incontenible ovación en pie, nos permite calmar la emoción de la música…”

“…sesenta años después, en otra vida…” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…sesenta años después, en otra vida…” Photography: luisjimenezridruejo.com

Esto es parte de lo que escribí, la noche de una de las ‘rendiciones’ más memorables de la música de Respighi, que he tenido la suerte de asistir. Una velada en Heinz Hall con mi PSO (Pittsburgh Symphonic Orquestra) y su sección de “brass”. Inmejorable. Y me gusta la palabra: “brass” (latón) supliendo a viento y metal, por costumbre adquirida durante quince años de conciertos de la PSO. Tantos recuerdos. El de los ‘Pinos’ de ese día fueron veintidós minutos de ovación en pie, palmas sobre las cabezas; el ‘gallinero’ y la ‘butaca’ entera gritando y toda la sección de brass, sentada al refugio de sus atriles, con lágrimas en los ojos y abrazando sus instrumentos, mientras el resto de la orquesta ovacionaba también en pie. Marco Licinio Craso hubiera querido algo así en el Coliseo, después de lo de Espartaco.

Sumido en la fragancia virtual y musical de los Pinos de Ottorino, la memoria se dispara y recorre rauda la sensación de otros pinos de mi vida y puedo recordar vívidamente aquellos, entre otros, que estarán en todo su esplendor en este momento, los pinos de Ávila, en España. Unos de mi niñez, los de Hoyos del Espino, en la Sierra de Gredos, altos y frondosos, de alargada y tupida sombra, cubriendo los brotes del rio Tormes, allí donde el agua es fría como el filo de un puñal. Cuando tienes catorce años—una juventud triunfante y gloriosa, sin miedos—la vida se presenta ante ti anhelante y te pide una cita para sesenta años después, en otra vida, aunque sea la misma. Otros pinos ya de más adulto, los de llanura, los del secarral de Sanchidrian, veinte años después, pistolas y ‘cubatas’ y calor a media noche, acumulado con sudorina y polvo de arcén…y por si me falla la memoria—todo puede pasar—tengo al punto en una cajita unas gotas cúbicas de resina de aquel pinar, en el primer cajón de la mesilla de noche, la que es una cómoda holandesa, con un Matisse pendiendo en la pared de encima. Resina y dulzura, argumentos del recuerdo.

“Algunas lunas los alunizan de antigüedad” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Algunas lunas los alunizan de antigüedad” Photography: luisjimenezridruejo.com

Ya de viejo, los pinos están en mi cabeza, mi mente y mis manos, a diario y solo estos de Maypearl—tres— para acariciarlos al pasar junto a ellos, cada dos por tres, y notar las remembranzas de los otros, todos. En otras galaxias, algunas lunas los alunizan de antigüedad. Por eso, cuando en Texas nuestra luna se vuelve roja, sin entorpecer el orden natural, me inyecto en vena la música de Ottorino Respighi, mejor vacuna que las de la pandemia dichosa. En el estudio, escondite, guarida, retiro, solo y con el volumen en 10, ‘a cien’ y frecuentes ‘vuelos’ de mi ‘paloma fundamental’ (léase: Ese Punto). El villano inmarcesible permanece en su rincón, para no perder la costumbre—necesaria y suficiente—de juntar, aunque sea virtualmente: música, lunas, pinos y besos, la dieta consuetudinaria de S.—aparte de sus ensaladas con remolacha y queso azul—gloriosas, por siempre. Amén.

 

Luisma, Maypearl TX                 1 de Agosto del 2021

Benjamín Franklin, el primer americano

“ En mis manos…Con el fondo de París desde los cielos” (Photography by: luisjimenezridruejo.com)

“ En mis manos…Con el fondo de París desde los cielos” (Photography by: luisjimenezridruejo.com)

Lo tengo delante de mí, en mis manos y es el más famoso retrato de él, siempre va conmigo, desde hace ya más de treinta años. Es ‘Benjamín’, el billete de 100 $ americanos. En mi cartera, un par de ellos, por si me hace falta dinero al contado; un caso cada día más improbable. Seguramente, el más reconocible dinero en todo el mundo. Punto de mira de todos los ambiciosos. El primer peculio, siempre, en la mesa de negocios; la vera efigie del ‘primer americano’ de la Historia. Dos ‘benjamines’ son siempre buena compañía. Franklin aparenta, en el retrato-grabado del billete, ser más joven de la idea que siempre tenemos de él. Tiene la mirada limpia y los ojos fijos y soñadores del inventor. El rictus de los labios apretados habla de algún problema, o concernimiento, político o financiero. La calvicie le añade distinción. Un hombre interesante; ni atractivo, ni repelente, sino todo lo contrario.

Aprendió a leer muy pronto, lo que decidió su modo de asistencia a las clases. A los diez años, sin dejar de ir a la escuela, se puso a trabajar con su padre en el negocio de venta de ceras y jabones. Terminó sus estudios pese a trabajar con su hermano mayor en su imprenta, mundo en el que seguiría en New York y Philadelphia, asentándose en ella para el resto de su vida. Sus pasiones fueron: leer, inventar y nadar. Fue un gran nadador, estando en Londres, sorprendía a todos, nadando grandes distancias en el Támesis. En la invención, sus contribuciones fueron muy variadas, desde el pararrayos a las compañías de Policía Civil y de Milicia, pasando por una estufa, las lentes bifocales, un instrumento musical (glass armónica). Experimentos en Meteorología y Medicina. Política y Diplomacia, vida pública. Creó las bibliotecas de préstamo de libros; y mil cosas más de una vida extraordinaria.

“…estar con el americano.” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…estar con el americano.” Photography: luisjimenezridruejo.com

Franklin desarrolló la política que llevó a las Colonias a la creación del Congreso Nacional en Albany, a su vez condujo a los Artículos de Confederación, lo que llegó a ser la primera Constitución de los Estados Unidos, con su famoso preámbulo: “We the People…” Por un tiempo, vivió en Londres como representante de la Asamblea de Pennsylvania. Todo ello derivó en la Declaración de Independencia y la Guerra Revolucionaria. El Congreso de la nueva nación en ciernes, le envió a Francia a procurar ayudas y alianza, lo que provoca la llegada de soldados galos, suministros y dinero que resultaron críticos para la independencia americana. Benjamín Franklin ayudó a escribir y negociar el Tratado de Paris que acabó con la Guerra Revolucionaria. Asistió a la proclamación del primer presidente: el general George Washington. Murió un año después a los 84, y seguido de un gran funeral, con 20000 dolientes admiradores, pasó a la Historia. No hay población, mayor o menor, en USA sin, al menos, una calle, una escuela, o negocios que lleven su nombre.  

En el capítulo europeo de Benjamín Franklin lo más sorprendente es el estrellato de su carrera como personaje público, estadista y ‘marcador’(ya estamos con la supuesta modernidad, “arbiter elegantium”) de las tendencias de moda, incluido el ser nombrado Gran Maestro de los Masones de Pennsylvania. De los Padres de la Patria, todos—menos dos—fueron masones.  Ser americano ya era un punto a favor. Su autoeducación no le impidió recibir graduaciones y doctorados “Honoris Causa” por Harvard, Yale, Oxford y St. Andrews y ser fundador de Penn State University, en su propia ciudad de Philadelphia. A raíz de ser nombrado Embajador en Paris, algo que el extendía, graciosa y liberalmente, a otros países del entorno europeo, fue el primer hombre llamado: el americano, concepto formado ya en aquella época por una información manejada por los grandes rotativos europeos. Estos se servían de él, y él de ellos. Estaba metido en ‘todas las salsas’ y sus escritos y citas eran celebrados, a bombo y platillo, en todos los salones y mentideros de la Corte. En París, prosiguió una vida romántica y cortesana hasta ya muy entrada edad y volvió a Norteamérica, dedicándose hasta el final de sus días a la política en el Congreso y el Senado.

“…Imagenes de los antiguos grabados parisinos” Photography: luisjimenezriruejo.com

“…Imagenes de los antiguos grabados parisinos” Photography: luisjimenezridruejo.com

La idea que los europeos tenemos del Franklin, muy granjero, campestre y al mismo tiempo culturalmente polifacético y públicamente ensalzado, se acerca más que nada a un ‘segundo renacimiento’ Da Vinci, incluida su melena y su continente físico. Reclamado para hablar de América, de electricidad, de Arte, de Medicina, del calentamiento de las aguas oceánicas… es un hecho, cualquier asunto deja de ser baladí, cuando se sube al podio o a la tribuna, o declama un brindis por los nuevos Estados, tan lejanos. A ambos lados del Atlántico, todos se rinden a su personalidad. Quedan las imágenes de los antiguos grabados parisinos de la época: en la Explanada del Louvre, rodeados de miles de personas, dos carruajes cerrados presencian un verdadero espectáculo, uno es el coche del Rey y el otro es el del alcalde de Paris. Franklin, que se encuentra indispuesto, es invitado a admirar, desde la comodidad del coche del alcalde, la triunfal ascensión del primer globo aerostático de los hermanos Montgolfier. El cielo es el límite.

“…Montgolfier…El cielo es el límite.” Photography: luisjimenezridruejo.com

“…Montgolfier…El cielo es el límite.” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Bien hecho es mejor que bien dicho” A pesar de su facilidad y brillantez de palabra, era más que nada un hombre de resultados y consecuciones. Publicó, entre otras muchas cosas, su propio almanaque, mezcla de traducción de Biblia y Calendario Zaragozano (“juicio final meteorológico”): “El Almanaque del Pobre Ricardo”. Sus citas, frases, ocurrencias y doctrina envuelta en todas ellas, contribuía a un atractivo político y social inmenso, que él supo canalizar a favor siempre de los nuevos Estados Unidos de América. Nunca fue Presidente (“No tengo tiempo para esas cosas”). Sus amigos y co-signatarios de Independencia y Constitución: Washington, Adams, Jefferson, sí lo fueron, y en ese mismo orden. Ciudadano de a pie, fue el prestigio con sombrero de tres picos. Todos ellos fueron el principio de la gran experiencia americana. “Tres pueden guardar un secreto si dos de ellos están muertos”. Siempre ingenioso y ocurrente… ”En el vino hay sabiduría, en la cerveza hay libertad, en el agua hay bacterias”. Un retrato perfecto de sí mismo. Todo el mundo quería estar con “el americano”.

“Bien visto es mejor que bien dicho, e incluso, bien hecho” (Elejotaerre)

Luisma, Maypearl TX             1 de Julio del 2021

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“Manifesto” (a modo de)

Photography: luisjimenezridruejo.com

Photography: luisjimenezridruejo.com

 

“Yo no sé dibujar muy bien, pero sé mirar extraordinariamente” (L.J.R.)

El amor y la belleza son abstracciones. Existen solo en la mente, hasta que pasan a ser definidos o determinados. El pensamiento abstracto se considera exclusivamente humano. No hay una ‘máquina’ de hacer abstracción, ni siquiera en imagen. Tampoco en el aislamiento del detalle—que es parte del ‘hecho abstracto’—, este necesita de la neurona. En la abstracción juega mucho la imaginación, incluso con algo que se asemeja a los juegos malabares. Un objeto abstracto es aquel que no posee materia, pero sobre el que se pueden definir acciones. Por ejemplo: una imagen fotográfica.

 

“Asurbanipal entrando en Nínive de Orión” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Asurbanipal entrando en Nínive de Orión” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El Barroco fue, y es—fundamentalmente—exuberancia ornamental. Mi fotografía es esencialmente barroca, y también abstracta, cuando lo es (últimamente, lo es casi siempre) se pueden aislar los detalles, condición inherente a la abstracción y aun así seguirá siendo barroca. La Naturaleza es barroca de por sí, salvo “honrosas excepciones”; acercarse, o alejarse del motivo, la convierte en abstracción. Mi fotografía no es una vanguardia de nada, ni pretende serlo. Podemos llamarlo: originalidad, estilo propio. Es algo natural en mí, desde mis principios fotográficos. Quiero creer que es influencia de lo pictórico, siempre en mi ambición. Es una forma de expresión personal, y en mi último proyecto—en el que estoy, desde hace cuatro años—es un acercamiento a un futuro imaginario (“Los Mundos”).

 

“Medusa Bronze Buddha” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Medusa Bronze Buddha” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Cuando hace ya cuatro o cinco años, decidí abrazar una mayor incidencia en la edición (en el ordenador) de mis fotografías, encontré sorprendido que ‘otra fotografía’ (ya metido de lleno en la técnica digital) se había instalado en mi proceso mental, ampliando, al pronto, increíbles posibilidades técnicas y artísticas. Tambien cambié una de mis reglas personales de principio: No “tocar” la foto a la salida de la cámara, aunque la propia manipulación sea la menor, si posible. Siento que le añado un ‘soplo de vida’ a la ‘nueva’ foto que surge de la edición y el ‘estudio’ de la imagen directa de la naturaleza. La fotografía nunca deja de ser una realidad, o una visión de ella, aunque se edite. A veces, es simplemente un ligero toque al ángulo de visión, o al corte compositivo. Pocas veces, algo tan dramático como un “flip” de la imagen completa, siempre que la dote de una diferente intención estética.

 

“M32- Blue” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“M32- Blue” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Se me vienen al ‘aneurisma’ las imágenes “creadas” (parece imposible prescindir del ‘palabro’: creatividad) y entonces, todo toma razonamientos más literarios. Barroco del otro lado de la frontera del Sur. Presencias, cruces, luces y colores “al reventón”. Ni tengo, ni veo un clavel desde hace tiempo, por ejemplo, y los colores me ‘nacen’ a los pies; el caleidoscopio trae pocas piezas, pero el resultado es magnífico. Sensual. Imágenes de los sueños de Momo, siempre grácil y poético, estandarte del arte y su crítica, que no me detiene y, como siempre, me importa poco. Ah! La sempiterna elegancia, disfraz de carencias de opinión. Crítica flamígera a imágenes con acentos y olores de procesión, incienso y pizza, en la neoyorkina Pequeña Italia del “Godfather” de Coppola. Abstractas escenas de las galaxias actuales y futuras. Un redescubrimiento propio, personal y suficiente, del “chiaroscuro” barroco del Caravaggio, Ribera, Velázquez… Palabras mayores.

 

“M32- Audrey” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“M32- Audrey” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Aunque haya notado, muchas veces y en diferentes momentos de mi trayectoria, el estar en vanguardia, esto es algo que ni me preocupa, ni me obsesiona. Digo que me gusta la abstracción, de la misma forma que digo que me gusta el ajedrez; unas herramientas para mi mente, para defender a mis neuronas, ya perjudicadas por la edad y el uso. Mis comentarios sobre la abstracción son puramente abstractos. Tampoco estoy, de pleno, comprometido a ello, simplemente me brota de dentro y es agua limpia, como las lágrimas. Es una expresión, incesante e inagotable, y un acercamiento—cargado de significados del pasado—a un futuro imaginario. Me gusta imaginar que son mis fotografías, esos jeroglíficos que dejo, probablemente solo en la “nube”, para que se entretenga alguien que, con seguridad, vendrá mucho más tarde, y de mucho más lejos que la galaxia de Andrómeda.

 

Luisma, Maypearl TX                   1 de Junio del 2021

P .S.  Estoy leyendo, una vez más, las deliciosas “burradas” de Marinetti, en su Manifiesto del Futurismo, la ‘madre’ de todos los manifiestos que se precien de serlo… Solo hay que no olvidar cuando fue publicado: el 20 de Febrero de 1909, en portada de Le Figaro.

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Retrato de Pintor (XVII)

Detalle del posible autorretrato de Michelangelo Merisi da Caravaggio, en su pintura: ”El Prendimiento de Cristo.”

Detalle del posible autorretrato de Michelangelo Merisi da Caravaggio, en su pintura: ”El Prendimiento de Cristo.”

Los ojos cerrados, buscando el descanso, y la sedación, de las tumefacciones de su rostro—los golpes de otra pelea más, el signo de su vida—y ese sabor amargo de la boca, presente desde hace ya más de un año, y al que no encuentra explicación, ni él, ni el galeno del Cardenal Francisco Del Monte, su benefactor, al que ha consultado y que sospecha de algún color venenoso entre sus pinturas. Michelangelo siente la firme suavidad de la ropa de cama, en su rincón de la buharda del palazzo. El olor es fuerte y penetrante, es su cuarto y es donde habitualmente prepara sus pigmentos y sus óleos, y las imprimaturas de sus lienzos. Al pronto descansa, pero su vida ha sido, y es, una contínua carrera, huyendo siempre hacia adelante, siempre buscando el escondite posible, una escapatoria a su ajetreo vital.

“El Prendimiento de Cristo” Óleo sobre lienzo, Caravaggio.

“El Prendimiento de Cristo” Óleo sobre lienzo, Caravaggio.

Ahora, todo parecen cruces y no espadas. Tiempo para la pintura. Todavía le quedan muchos enemigos, gente del hampa romana, de los que no perdonan nunca. Estos cuartos que le concede el Cardenal, el estudio, el tiempo para pintar, tiempo para practicar esa otra esgrima, la de los pinceles; la que está dándole la celebridad en la ciudad—“el pintor más importante de la Villa y Corte”— y algo de tranquilidad a su espinoso y pendenciero carácter. Es Roma, la grande, y todo el mundo está aquí… Su vida es así: de día: pintar, contínuamente; de noche: sus algaradas, sus aventuras, los amigos y los enemigos. Un año ya viviendo y trabajando, bajo la protección del prelado romano, un refugio condicionado. Don Francisco quiere siempre lo mejor y más selecto de su producción y exhibir al ‘Caravaggio’ como un héroe, o un portento de feria, en los salones distinguidos de la ciudad. Demasiada pintura religiosa, pero era un precio justo para un cambio de vida, necesario. Y los beneficios son pingües…

“Sueños de Caravaggio en Andromeda-1” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Sueños de Caravaggio en Andromeda-1” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Al fin y al cabo—da en pensar—en un corto espacio de tiempo, ha creado un estilo propio y gustoso para Tirios y Troyanos; le han salido imitadores y decenas de copistas, incluso en el frio norte de Europa, y en el cálido sur. Le gusta el valenciano Ribera, ese “Spagnoletto” que vió en Nápoles, su tenebrismo es incluso más poderoso que el suyo. Las técnicas de Caravaggio vuelan de una corte a otra, pintor de pintores, su enemigo no es su calidad, es su carácter. Alucinan con la ausencia de dibujos previos y bocetos; y la realidad tal como es, sin idealizaciones. Su personalidad transciende en su estilo. Sus bodegones son su excelencia, la naturaleza en todo su detalle. Casi fotográfico, estoy seguro que le hubiese encantado tener mi cámara de fotos. De hecho, el pintor David Hockney le acusa del uso de espejos y algún tipo de ‘cámara oscura’ para pintar; nada se sabe de cierto, y aun si fuera así, no le restaría ni un ápice a su maestria.

Lo más interesante de su aportación a la Pintura es el uso de la iluminación focalizada, casi teatral o cinematográfica, blancos duros y puros sobre una imprimación obscura total, el famoso “chiaroscuro”, dramatismo y tenebrismo, obliga al espectador a fijar la vista de un rostro a otro, creando la historia del cuadro con su diseño compositivo. En cuanto a la ejecución, no hay dudas sobre sus técnicas, su rapidez es legendaria: un blanco níveo y brillante, su bermellón y unas cuantas tierras obscuras. El dramaturgo Lope de Vega hubiera dicho lo de: “…en horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro.” Alguien calculó que un cuadro no le duraba más allá de cuatro o cinco días. Su influencia (esto si sería un “influencer”) fue, también, rápida y duradera hasta hoy. Pintores y toda clase de artistas han bebido de él: Barrocos, Realistas, Impresionistas, Hiperrealistas, Abstractos, pictóricos y fotográficos…

“Sueños de Caravaggio en Andromeda-2” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Sueños de Caravaggio en Andromeda-2” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Está rememorando, tumbado en el lecho revuelto y observando el cielo raso, absorto en los vestigios de frescos y escayolas mal doradas y desportilladas por el acoso del tiempo; recuerdo de algún otro pintor ocupando, antes que él, estos cuartos palaciegos. La maldita rodilla derecha no deja de dolerle… Conciliaba los recuerdos de lo que había sido su existencia—un huracán, años atrás—en estas mismas calles, corriendo siempre y salvando su vida y su bolsa de pinceles. No podía permitirse el lujo de perder aquellos pelos de marta—tan suaves y tan caros—guardados, como joyas, en lo más recóndito de sus estudios y sus viviendas. Sus correrías acababan siempre en los escondites de las buhardillas de aquel barrio, detrás de San Luis de los Franceses. El éxito de la pintura le está redimiendo de muchos problemas, pero ‘la cabra tira al monte’ y lo bizarro y pendenciero lo lleva dentro.

“La Conversión de San Pablo” Óleo sobre lienzo, Caravaggio.

“La Conversión de San Pablo” Óleo sobre lienzo, Caravaggio.

Ahora vive en primera línea, comida caliente todos los días, ropas que ya no son jirones, todo a las prisas, como si quisiera vivir mucho en poco tiempo. Aunque con precisión y detalle, sigue pintando ‘a las carreras’—prolífico, le llaman—una palabra que ha aprendido ayer. Caravaggio es hombre de pocas letras y menos escrituras, su virtud está en su mano y sus pinceles. Entorna, un rato largo, los ojos acostumbrados a ver arte. Son ensoñaciones lentas de una vida larga y prolífica, que nunca tendrá. Michelangelo Merisi da Caravaggio murió a los 36 años, en Porto Ercole, a la vuelta de un viaje a Malta, no se sabe si asesinado o envenenado por el plomo de sus propias pinturas, como el español Francisco de Goya. Las mismas que les dieron renombre universal. Quizás sea su leyenda, pero todo en el pintor italiano fue legendario. Un grande.

 

Luisma, Maypearl TX              1 de Mayo del 2021

 

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“A LA CEZANNE”

“Autorretrato apócrifo de Paul Cezanne” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Autorretrato apócrifo de Paul Cezanne” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

No tiene todas las condiciones para ser un autorretrato apócrifo, pero si casi todas. Es secreto, y si fuera por escrito, no estaría aprobado para la lectura pública. Es oculto y obscuro, sale o apunta en este blog y se vuelve a esconder, posiblemente, para los restos. Aunque por mi parte no lo sea, es un retrato fingido, por definición. Es curioso que, habiendo como hay fotografías apócrifas, no se use el término en Fotografía. Sera por venir del Griego: incierto, vacilante, dudoso, ocultar lejos…Me niego a aceptar que este autorretrato apócrifo tenga nada de adulterado, amañado, copiado, espurio, falsificado, fraudulento, imitado o simulado. Es plenamente original, y apócrifo. Cezanne me lo insinuó, la última vez que “nos vimos” en Nueva York, en el MET.

Para un pintor francés, excepcionalmente dotado, de la era dorada del Impresionismo, que poco le faltó para llegar a la abstracción total! Le faltó muy poco que avanzar para “saltarse” un siglo de pintura, y entrar con enorme anticipación en la era de la modernidad. Paul Cezanne estaba predestinado. Era un predestinado total. De la pura abstracción, del arte pictórico, y por ende de todas las artes, incluida la fotografía. Un ‘caballo’ difícil de abstraer y de ‘domeñar’. Masas de color que terminan siendo veladuras, construcción de superficies compositivas a base de pinceladas cargadas y paralelas, horizontal versus vertical, solo hace falta mirar las pintura de la series del lago (L’etang), casas planas geométricas, propias de un Cubismo anticipado en el paisaje, que aparenta clásico y en realidad es un claro principio de abstracción. Picasso y Matisse nunca dejaron de reconocer esta influencia. “Cezanne es el padre de todos nosotros”. Gauguin, Signac…todos bebieron en las mismas fuentes, en la Montaña, en las Canteras, en el Lago de Cezanne, en sus caminos transitados y dibujados solo con el color.

“Trigueros” acrílico sobre lienzo, detalle. (luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros” acrílico sobre lienzo, detalle. (luisjimenezridruejo.com)

Entornar los ojos ante uno de estos cuadros de Cezanne, es una apertura decidida a la abstracción. Cezanne mueve la mirada y hace mover la nuestra, la del espectador ‘avisado’. Utiliza la perspectiva bizantina y la planitud de ciertas pinturas medievales; perspectivas inversas nos hacen cambiar el punto de vista, percibiendo imágenes sucesivas. El uso de la geometría es obvio. Los fondos son grandiosos y alargados, usando repetición de luces y sombras; interviniendo líneas perpendiculares al espacio de visión, que es el mismo que el del espectador, sin importar el motivo o el tema representado en el cuadro.

Empero, tengo que decirlo, si pasas media hora yendo y viniendo, acortando y elongando distancias de visión, con un cuadro de los últimos de Cezanne, llegará un momento en que estarás tan dentro que la abstracción, silenciosamente, te expondrá sus cartas y te explicará sus circunstancias, y entenderás su sentido. La abstracción es una actividad cerebral que permite aislar una cierta cualidad de algo, con la intención de hacer una reflexión, sobre dicha cualidad, sin considerar el resto de las propiedades del objeto en cuestión. En las artes, la abstracción emplea las formas esenciales del lenguaje plástico, figuras, líneas, colores, como medio de expresión. Se hace obvia la representación de la apariencia externa de las cosas y plantea búsquedas plásticas en los aspectos formales, cromáticos y estructurales. Por ejemplo: el paso de los grandes ambientes paisajísticos a la fotografía aérea y de ella a la pintura abstracta más esencial (Diebenkorn. “Ocean Park” Series).

P. Cezanne. “M. St.-Victoire” Óleo sobre lienzo.

P. Cezanne. “M. St.-Victoire” Óleo sobre lienzo.

Para pintar “a la Cezanne”, nadie mejor que el propio pintor, toda vez que nadie podría pintar con la misma rotundidad compositiva la montaña St. Victoire y el mantel del bodegón del Plato de Manzanas, delante del cual quedamos para charlar y pedirle consejo, cada vez que visito el MET, en el 1000 de la Quinta Avenida. Un mantel que deviene una montaña de color y una montaña que se vuelve mantel blanco impoluto. Abstracción delirantemente soñada.

P. Cezanne. “Plato de manzanas” Óleo sobre lienzo.

P. Cezanne. “Plato de manzanas” Óleo sobre lienzo.

La abstracción siempre me ha “pintado” muy bien, personalmente, pues en sentido figurado significa: distraído, absorto; y en sentido coloquial: vago, impreciso…lo dicho: “que ni pintado” o si se me apura: “que ni fotografiado”. En suma. Abstracción fotográfica: proponer una nueva realidad, no distinta a la natural, basada en ella y con un figurativismo evocativo, muchas veces con independencia de referencias visuales del mundo real. El uso del color, luz, sombras, texturas, que se convierten en formas, sensaciones, apariencias, “feelings”…una apariencia no-real de objetos reales o reflejos de sentimientos escenificados, muchas veces a propósito, aislando fragmentos de una escena natural.

“Trigueros” acrílico sobre lienzo, detalle. (luisjimenezridruejo.com)

“Trigueros” acrílico sobre lienzo, detalle. (luisjimenezridruejo.com)

Al final de todo, la fotografía abstracta es una representación de algo natural, de una manera convencional. El pintor y fotógrafo Moholy-Nagy, decía: “Espacio, tiempo, materia… con luz son un todo” (citando de su propia poesía). La abstracción es una parte importante de la cultura, en todos sus campos, en el siglo XX. “No es la persona que no sepa escribir, sino la ignorante de la fotografía, la que será analfabeta en el futuro.” (L. M-N). La fotografía abstracta empezó hace 100 años, con una foto de Langdon-Coburn, en 1916. En el mismo año, Aaron Siskind es el primero que consigue celebridad con la exhibición de fotografías abstractas. Un camino muy largo se ha recorrido a grandes trancos, patrimonio de la apertura intelectual, después de la Segunda Guerra Mundial.

“A la Cezanne” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“A la Cezanne” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El acercamiento o alejamiento del motivo a fotografiar es siempre el primer paso para llegar desde la visión natural a la visión abstracta. Una vez entra por los ojos, como por la cámara, el cerebro empieza a funcionar y la capacidad de abstracción se desarrolla rápidamente. “Muévete alrededor del objeto, con la vista fija en él, de izquierda a derecha, rodeándolo. Míralo engrandecer al acercarte, organízate mientras cambias de posición. Son relaciones que emergen gradualmente y hasta se afirman en su finalidad. Y ahí está tu fotografía.” * – Aaron Siskind. Podemos hablar de pintura abstracta, fotografía pictoricista o abstracta, también. O de abstracción, pura y dura. Cezanne siempre será un referente. El final, o el principio, y una celebración contínua: “¡A la Cezanne!”

 

Luisma, Maypearl TX                   1 de Abril del 2021

*“Move on objects with your eye straight on, to the left, around on the right. Watch them grow large as you approach, group and regroup as you shift your position. Relationships gradually emerge and sometimes assert themselves with finality. And that’s your picture.” – Aaron Siskind

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Siete Refranes y Medio (y todos los clichés del mundo)

“Cada loco con su tema” (Photography: luisjimenezidruejo.com)

“Cada loco con su tema” (Photography: luisjimenezidruejo.com)

No mucho tienen que ver refranes y clichés, con los escritos o con el queso azul y la Coca-Cola, ni con Salamanca, pero el caso es que, estoy en Texas y con este post celebro mi 76 cumpleaños (“A cada cerdo le llega su S. Martin”) y mil cosas más. Todo esto va con demasiada prisa y además…para llegar a dónde? Como la próstata me tiene frito, quizás al urinario de la isleta de la Rúa Mayor (nunca supe donde quedaba la Menor), el urinario fue también, si no recuerdo mal, biblioteca municipal de Tebeos, oficina de turismo, sitio cerrado a cal y canto con “puesto de castañas” al refugio de la entrada, y…Dios sabe cuántas cosas más. Por cierto, echo de menos, después de tantos años, la locomotora de las pipas tostadas y los cacahuetes, casi un juguete, en la escalerillas de Pinto, entre la Plaza Mayor y la del Mercado, justo debajo de mi casa. Porque yo, Señor mío, soy más salmantino que Churriguera, que la firmó. Sí, nacido en la Plaza Mayor, numero 5, primero izq. Salamanca, España. Si mi madre hubiera aguantado diez minutos más, yo hubiera nacido en un banco de granito, en los jardines del medio de la Plaza, a la vista del Consistorio. Cada vez que cumplo años, las mientes se me van a mi ciudad de origen.

“Sin invocar a Dios, ni al diablo” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Sin invocar a Dios, ni al diablo” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Aquella Salamanca, de cuarenta mil habitantes, donde nos conocíamos todos, se podía permitir ciertos lujos—no sé con qué dinero. Los antiguos tuvieron a Unamuno de Rector (Magnífico). “A quien madruga, Dios le ayuda”. Los de mi generación, nos tuvimos que contentar con un equipo de futbol de Primera División, magnífico, también. Nuestros antiguos contrataron al “Mesié” Eiffel, el de la Torre en Paris y el puente magnífico y férreo, El Puente de la Salud en Tejares de Salamanca. Nunca lo terminó. A la vera de sus enormes pilares, íbamos de excursión con nuestros hornazos los Lunes de Aguas; o acudíamos, el domingo anterior, niños maravillados, a las campas donde se construía el Barrio Garrido, a presenciar las acrobacias aéreas de un arriesgado aristócrata rumano, Constantino, Príncipe Cantacuzino. Inolvidable. Era la aviación de mi padre, biplano de alas y fuselaje de lona… Solo unos pocos años más tarde, alunizamos. Medio siglo después, la última generación  convirtió la cárcel provincial en un Museo, Sala de Exposiciones, etc. Lo que mi cohorte llamábamos un ‘Happening’… y los ayuntamientos: “centro cultural de la villa”. En esa “cárcel” fue mi última exposición fotográfica, colectiva, con los fotógrafos salmantinos. Hace ya, pronto, cuatro años.

“Agua que no has de beber, déjala correr” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Agua que no has de beber, déjala correr” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Viví en aquella Salamanca, ‘de quieto’, treinta años jóvenes de mi vida, uno y cuatro cursos en Paris y Madrid, respectivamente, antes de levantar el vuelo y venirme a los USA, hasta lo de hoy y por ahora. Aquella vida tenía como centro de la diana, la Plaza Mayor, la estrella de mis idas y mis venidas. Se suponía que mi existencia estaba determinada en la ciudad milenaria y las ‘piedras viejas’. Mi madre, mujer de derechas de toda la vida, quería—así siempre lo expresó—“casarme” con una marquesa, nunca supe el porqué de la descabellada y obsesiva idea. Para mí, el marquesado de Santillana, el único que me hubiera “traído de cabeza”—y no precisamente por lo del casorio—estaba imposible, desde hacía siglos. No es que hiciera mucho por satisfacerla, pero, conocí—estando en edad—a un par de ellas. Una, guapa y merecedora; sabía jugar al Bridge, como mi madre, que le dedicó al jueguito toda su vida. Solo un defecto, “A más años más desengaños”, estaba casada y tenía tres hijos. La otra, futura marquesa, era fea y descabalada de dentadura, entonces; mujer de poca cosa y con la manía de vivir en Roma, y a mí siempre me ha gustado más Paris. “Agua que no has de beber déjala correr”… Así que caséme por lo regular, con una no-aristócrata y tras unos años, un buen día, ‘sin invocar a Dios ni al Diablo’, “bajé al estanco a buscar tabaco y ya no volví”, o algo similar, y amanecí, días más tarde, en Houston, Texas… “A grandes males, grandes remedios”: United States of America…y de las grandes llanuras.

“A buen entendedor, pocas palabras” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“A buen entendedor, pocas palabras” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Entonces, cumplía los años de uno en uno, ahora parecería que los quiero cumplir de diez en diez. ¡Qué horror! “La experiencia es la madre de la ciencia”. Toda la vida he sido, como empedernido lector, afecto a los dichos, refranes, sentencias y sobre todo clichés; estos últimos, a pesar de no gustar a más de uno y horrorizar a los escritores de pro. A mí me encantan, sin  abusar del pase y del capotazo, para que no se me vaya el toro al corral… Y de vez en cuando volvía a Salamanca… “No me traigas más americanas a casa” era la sentencia favorita de mi madre. “Cada loco con su tema”. Las sentencias son dichos y frases que no admiten discusión, ni parloteo sobre su significado y ocasión. Todo es “random”, una muy eufónica palabra en inglés que significa: fortuito, aleatorio, casual, al azar… se puede usar cualquiera de estas acepciones, la definición es muy exacta, en cualquier caso hasta se puede incluir “sin rumbo”. Los refranes no tienen ‘rumbo’, se dicen con pocas excusas y atienden, generalmente, al contexto de una conversación.

En fotografía, los refranes equivaldrían a los “tiros al aire” de las pistolas. Disparos de cámara que solo agudizan la intención artística del fotógrafo. Después de tantos años, los disparos de cámara ya no pueden ser de prueba, cada tiro tiene que ser siempre “a matar”. ¡Ah!  Una regla de oro y un refrán inexcusable:  La fotografía, como el burro, debe ser grande…ande, o no ande. Es decir, la ampliación agudiza las virtudes y los defectos de una foto. En todos mis ‘post’ pongo siempre fotografías, por aquello de que “una imagen vale más que mil palabras” y… Loado sea, Don Miguel de Cervantes.

“La mejor palabra es siempre la que queda por decir” y “A buen entendedor pocas palabras”

Luisma, Maypearl TX,                 15 de Marzo del 2021 (Feliz Cumpleaños)

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