Yearly Archives: 2016

Manos arriba

“…la colección de una vida entera… del cirujano Dr. Adrian E. Flatt…”

“…la colección de una vida entera… del cirujano Dr. Adrian E. Flatt…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Siempre he dicho que este país, los USA, nunca dejará de sorprenderme. Así lo ha sido los veintitantos años que llevo aquí—parece que lo sigue haciendo—y convengo que así puede que sea en adelante, tanto como me duren las pilas, claro. Lo cual está por ver. No digo que cada día, pero sí que muy a menudo, descubro cosas impensables, asisto a situaciones inesperadas, encuentro ideas o inspiraciones que se van de lo arquetípico y se convierten en una más de las sorpresas que ya hasta empiezan a parecerme normales.

De que otra forma se puede aceptar lo de la semana pasada en un hospital del centro de Dallas (Baylor). Uno que ya lleva vistos cien hospitales y cien museos y que no suele confundir unos con los otros, vagaba por los pasillos de la planta pública y de oficinas, común a todas las torres de especialidades. Un vagar distendido y relajado, matando el tiempo, que es algo en lo que tengo estudios y si se me apura hasta doctorado. Mientras S. “veía” a uno de sus médicos especialistas, yo me dedicaba a “mirar” el arte de serie B que colgaba profusamente en sus paredes. Montañas de cuadros pictóricos del más variado pelaje; eso sí, con cierta tendencia, observada en toda clase de hospitales, al Impresionismo, sin llegar a los cuadros de ciervitos, y a la Abstracción, esta cogida con pinzas y asesinada con el bisturí de la más burda imitación, “arte moderno” que le dicen.

Cuadros sin alma y lo que es peor, sin oficio. Pinturas compradas al peso, bueno, mejor dicho, por docenas. Seleccionadas por la enjoyada señora de algún preboste, cuyos millones sirven para edificar, amueblar, suministrar y de paso eludir impuestos personales y darse pisto eterno con su “fundación”. O quizás, compradas en algún almacén al por mayor por alguien de la oficina de los arquitectos. Solo el cielo sabe, de su aprecio y con que criterios y que titulación, posiblemente la de “correveidile” de turno, o la mas moderna titulación exportada con la americanización: becario, interno, es decir persona de cortos estudios que suplanta al verdadero técnico o profesional acreditado, cobrando mucho menos dinero por ello. Manos arriba!

“…cientos de manos de gente famosa, célebre, singular…”

“…cientos de manos de gente famosa, célebre, singular…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Así me veo de pronto, en mi deambular, aceptando la idea cuasi-faraónica de encontrar “al fondo a la derecha” de uno de estos pasillos con sabor a pirámide, Oh sorpresa! un gran hall, una especie de cámara del tesoro con acceso desde una escalera amplia y en rotación, y allí los miles de lúmenes y las vitrinas empotradas de un “Museo”, una gran exposición de manos y fotografías. Sí, sí, solo manos de bronce y la correspondiente fotografía del propietario de esas manos. Un museo totalmente personal, la colección de una vida entera, de un cirujano especializado en operar dolencias de las manos. El autor, el doctor Adrian E. Flatt, nacido inglés y largamente nacionalizado americano, un artista y un personaje de vida fantástica y sorprendente. Lo dicho, la sorpresa y la capacidad de ser sorprendido.

Unos cuantos cientos de manos de gente famosa, célebre, singular, incluidas manos de muchos de sus pares, cirujanos como él. Dicho así, multitud de manos y dedos que te dejan en suspenso; delirando por todas, o casi todas, las posibilidades de tal oferta alucinante. Manos expresivas de muchas maneras, grandes, pequeñas, dedos largos, cortos, tiesos, agarrotados, relajados, crispados, tranquilos, sufrientes y al pie de las cuales, una corta nota informativa sobre los dueños de esas manos y una fotografía de ellos. La mayoría personajes de vida pública, reconocibles, artistas, intelectuales, políticos, deportistas, músicos, médicos, astronautas…no hay un orden establecido, solo algunos grupos coherentemente unidos, o separados.

“…Armstrong, Aldrin, Collins…Cual sería su problema con las manos?...”

“…Armstrong, Aldrin, Collins…Cual sería su problema con las manos?…” Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Astronautas?—quien lo diría—uno abraza la idea o la creencia de que estos señores son casi perfectos, a tantas pruebas como se deben someter para salir con el empleo. Siete de ellos están con sus manos en bronce allí, incluidos los primeros alunizados: Armstrong, Aldrin y Collins. Cual sería su problema con las manos? Cualquiera sabe. Deportistas, como la tenista Cris Evert, de manos pequeñísimas; jugadores de beisbol y de football NFL, mas plausibles de tener problemas profesionales. El mago David Copperfield, a saber porqué. Varios presidentes de los USA y algún dictador latinoamericano; Van Cliburn, un pianista, lógico; Louis Armstrong, menos lógico así a primera vista. Paul Newman y otros actores y actrices; Larry Hangman, el JR de la serie “Dallas”. Walt Disney; Christian Barnard, el primer trasplantador de corazón y hasta una cohorte de montañeros y alpinistas. Algún español? Sí—el gran guitarrista Andrés Segovia—. Lo dicho: un ciento de personajes y sus manos, supongo que curadas o por lo menos consultadas.

“… Segovia, Cliburn, Stern…mas plausibles de tener problemas profesionales”.

“… Segovia, Cliburn, Stern…mas plausibles de tener problemas profesionales”. Foto de Luis Jimenez-Ridruejo.

Ni que decir tiene que telefoneé y me cité con S. al acabar sus consultas, en el sitio pero sin decirle lo que allí había. Trataba también de sorprenderla. Largo rato después, yo seguía mirando obsesivamente aquel montón de manos y al pronto una voz, a mis espaldas, me decía, en español: —Es la leche! Esto es simplemente alucinante—naturalmente era S., cuyo español, como puede observarse, “mejora” a marchas forzadas, al galope. Así salimos del hospital haciéndonos cruces y prometiéndonos visitar, sin falta, cualquier “museo hospitalario” que se nos ofrezca por tan módico precio. Recuerdo, hace unos años, una visita al Museo Nacional Dental en Baltimore, con su pièce de résistence: las dentaduras postizas del Presidente Washington. No todo van a ser museos de pintura.

Luisma, Dallas (TX) 21 de Marzo del 2016

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Quebrantar

Luis Jiménez-Ridruejo frente a Instar#5

Luis Jiménez-Ridruejo frente a Instar#5

Quebrantar. He ahí un verbo que siempre me ha atraído con una especie de magnetismo que va más allá de cualquier explicación que yo mismo le pueda dar. Incluso su propia onomatopeya lo define mejor, y repitiendo la palabra, su sonido casi llega a la propia definición; por eso, en lo que a mi respecta, me he pasado toda la vida quebrantando situaciones y cosas. Uno de mis sonidos favoritos es, natural o artificial, la madera seca al quebrarse. Quebrar, quebranto, quiebro, voces desde mi más tierna infancia, si es que alguna vez he tenido algo de tierno—que creo que sí—y de sentimental o cariñoso—que creo que también. Hasta mi salud ha sido siempre quebradiza, con la apariencia de no serlo, saliendo siempre indemne de accidentadas ocasiones, con el pendón en alto y una sonrisa, como si conmigo no fuera la cosa. Un tipo con suerte. Y de joven no iba conmigo, al menos en mis excursiones de amigos (todavía no ‘existían’ las chicas) que eran casi siempre a las quebradas próximas al rio (Tormes) donde la meseta castellana se arrugaba. A los trece años, accidentada ocasión, volví a nacer. La suerte no me ha abandonado desde aquello.

Quebrar, alterar las líneas sin ningún genero de problema. Y la excusa, la explicación; tanto en salud como en enfermedad, se tratara de lo que se tratase, la respuesta siempre era la misma: ‘Yo no he sido’, incluyendo situaciones in-fraganti. Protagonista de mi propia película. De puro cómico, dramático. A la pregunta, siempre me he definido como: pintor, de brocha fina, lo que significa en Europa, por etiqueta, ser raro, pobre, bohemio y muy poco más. Alguien me dijo alguna vez que hubiera sido un magnifico abogado, a la antigua usanza—todo español es licenciado en Derecho, mientras no se demuestre lo contrario—retorcedor de palabras, como si fueran de esparto, y lo opuesto de mi propio brazo, tan difícil de darlo a torcer. A lo dicho, como a lo hecho: pecho, y circunloquio, y total inasequibilidad al desaliento. Ante el lío, cambiar la muleta de mano y darle distancia al morlaco. Conveniente, también, mirar al tendido con disimulo…

Detalle de Instar#6 (Luis Jiménez-Ridruejo)

Detalle de Instar#6 (Luis Jiménez-Ridruejo)

A lo peor y por todo lo anterior y más, parece que mi pintura tenga un proceso irónicamente lento, en sus decisiones. Creo que hubiese sido mejor pintar un solo cuadro, a lo largo de toda mi vida, y por supuesto dejarlo sin terminar. Es posible que esto sea lo que he estado haciendo, hasta ahora. En América, igual me seguirían llamando “artista” y me mirarían con un cierto respeto. Tengo que preguntar a alguien para que me aconseje, alguien de confianza, que no podrá ser de la cofradía de la elegancia (“la crítica”) porque ellos solo saben de que va su rollo, pero nunca sabrán de que va el tuyo, porque realmente no les importa demasiado. Aún así, siempre a lo peor, solo ellos me pueden sacar de dudas, por oposición o antagonismo. A estas alturas del partido, en pintura, ya me creo cualquier cosa que me pase y hasta me avengo a ello.

Detalle de Instar#10 (Luis Jiménez-Ridruejo)

Detalle de Instar#10 (Luis Jiménez-Ridruejo)

De un tiempo a esta parte, estoy viendo que mi pintura gusta a gente—mucha—que no me podía imaginar y disgusta a otra gente—poca—que hubiera jurado que les gustaría. Es igual, siempre fui cómodo, pero no conformista. Lo que me resta, como diría el dilecto Ángel González, que en algún Olimpo estará, aunque sus palabras se quedaron conmigo en esta eternidad provisional…

“Yo lo noto como me voy volviendo

menos cierto, confuso, disolviéndome en aire

cotidiano, burdo

jirón de mi, deshilachado

y roto por los puños.”

…   …

“Un escombro tenaz que avanza por caminos

que no llevan a ningún sitio”

…   …

“Ya lo único que quiero es vivir.”

Y que me dejen en paz todos los que me quieren pasar factura de mis errores. Aunque tampoco hay que exagerar, ni hacerse el mártir. Al fin y a la postre, que pueden hacerme ya? (Nada con sifón).

Detalle de Instar#4 (Luis Jiménez-Ridruejo)

Detalle de Instar#4 (Luis Jiménez-Ridruejo)

Quebrantar, romper, deteriorar, transgredir, profanar, conculcar, infringir…pero sin dejar un solo cadáver en mi camino. Al contrario, a mi me han matado muchas veces; siempre he salido indemne, y lo dicho: con el pendón en alto y silbando una alegre cancioncilla. Algunos me han acusado por ello de irresponsable y como mínimo de molesto, fastidioso, rompecojones (que dicen los franceses). Un personaje a evitar porque te repica en la imaginación cuando te miras al espejo, eso que muchos hacen demasiadas veces, cada día. Hace tiempo que ya solo quebranto las leyes de las llamadas artes, de la imaginación y quizás alguna cosa más, sin importancia, como la propia dietética; mañana por la mañana es posible que amplie la lista, esta noche estoy así de optimista y bienhumorado.

Felicidades, se lo deseo a todo el mundo, incluso a mis enemigos, esos que ellos dicen que tengo, pero que yo no reconozco. Que les llegue esa tontería e inexactitud que llamamos felicidad y que yo creo que tengo. Siendo así, al menos mientras dure, quiero disfrutarla (mueca facial), antes de lo de las malvas. Entonces, lo dicho, a ello me dedico: felicidad y elasticidad muscular, que diría Córdoba (mi cardiólogo, antes que amigo) y por lo demás, hála, hasta la vista, si no nos vemos antes.

Luisma, Maypearl (TX)   27 de Febrero del 2016

 

Diez años en el jardín deshabitado

Con este mismo “post” inicié la publicación de este blog, hace ya dos años. Todo lo que digo en este escrito es sostenible a día de hoy. Sigo estando en el jardín deshabitado pero he avanzado a otras instancias con una decena de nuevas pinturas, una serie titulada Instar. Y así seguimos….

Uninhabited Garden #4, acrylic on canvas, 75" x 60"

Luis Jimenez-Ridruejo “Uninhabited garden” #5
(acrílico sobre lienzo, 1,90 X 1,52) 2003—2013

El realismo se acabó con Velázquez, o con algún otro que no vale la pena recordar. Lo que ha venido después ha sido un aprendizaje continuo, hasta llegar a donde estamos ahora, y que yo llamo: el muro; alto y contra el que estamos todos detenidos, sin nadie que sea capaz de saltarlo y marcar, o simplemente insinuar, una salida para el arte, que no sea un repetido ir y venir hacia atrás, homenajeando a todos los que en este mundillo han sido alguien. Expresionismo, abstracción, surrealismo abstracto, o como queráis llamarlo; el muro tiene muchas caras aplastadas en su epidermis. Es la pintura, una forma de evitar por un tiempo—que no liquidar—los demonios que uno lleva dentro, desde pequeñito. Desde la primera vez que vio las “Meninas”, algún Greco, un Derain y un Matisse, dos Picasso, el Papa de Bacon y un puñado de cuadros de un californiano, un tal Diebenkorn.

Según iba viendo todo eso y algo más, no he querido nunca otra cosa que pintar. Descubrir la pólvora…en realidad, nunca inventamos nada y en algunos casos más vale que no lo hagamos. Temblarían de disgusto, en sus tumbas, todos esos señores que he citado antes, aunque ellos tampoco lo tuvieran muy claro en su día. Pintar es inventar continuamente, y sobre la marcha, y jugarse el tipo cada rato pasado “contra” el lienzo. Es empezar, por lo menos en mi caso, con una vaga idea de lo que uno quiere hacer, para después de cierto tiempo aleatorio y variable, cortar por lo sano el chorreo de decisiones a punta de brocha , pincel y colores y abandonar una imagen, que no está muy claro lo que quiere decir, si es que quiere decir algo. Y todo por no se sabe que razón—evidentemente, no la de hacer dinero con ello—. Digo, abandonar una imagen, que no terminarla, es decir, cuando firmas el cuadro—que atrevimiento hacerlo!—ya hablaremos otro día de ello, que osadía!

Hoy he “terminado” una pintura, después de diez años de haberla abandonado a su suerte. Teniéndola en una pared clavada y así mismo clavada en el cerebro, cada vez que la veía, diariamente. Un cuadro que es la síntesis de una década de mi vida. Dos meses hace diez años y dos meses ahora, con el interregno de pensar en arte, en pintar, y no hacerlo…algún dibujo, diseño gráfico, bocetos de futuras obras nonatas y sobre los que saltaré, evitándolos, si continúo—tal parece—con la marcha pictórica que me ha dado acabar con este “jardín deshabitado”. Los diez años me los he pasado viviendo a espaldas de los demonios de la pintura, escribiendo y aguantando el palo de la vela de la vida, en esta procesión americana que—mal que le pese a algunos—da para mucho vivir.

Naturalmente, me he “enterado” de todo lo que pasaba en el mundo del arte, y en otros mundos, claro, y por ello creo que puedo volver a la práctica de la pintura sin grandes penas, aunque también sin grandes alharacas. Dejemos los fuegos de artificio para mejor ocasión. He quemado las etapas que de haber estado trabajando lienzos hubieran sido más llevaderas, o no, quien sabe? Como dijo aquel: solo sé que nada sé! Buena excusa para mi indolencia. Por eso, de la cobardía de antaño a la temeridad de hogaño, no hay más que una decisión tomada al desgaire. Estoy pintando y por primera vez en muchos—demasiados—años, me siento bien por hacerlo.

PPG Building, Pittsburgh (imagen digital de diapositiva) 2009

Luis Jimenez-Ridruejo–PPG Building, Pittsburgh (imagen digital de diapositiva) 2009

Decía que, durante esta década en los cuarteles de invierno (Pittsburgh) he pasado el tiempo en otras cosas: escribir y escribir, y “acondicionar” mi fotografía a la era digital (que maravilla!) y la pena es que me va fallando la vista y temblando el pulso, pero no me preocupa, al paso que vamos, pronto sacaran un chisme nuevo que permitirá enfocar correctamente, quizá con el uso de la voz. Duermen el sueño eterno, del salón en el ángulo oscuro, silenciosas…mis prehistóricas, ya, cámaras de película de celuloide. Desuso total. Y pensar que casi vi nacer esa fotografía y la estoy viendo morir. Que prisa lleva el mundo y como lamento siempre el no poder ver lo que esto va a ser dentro de cien años, y ya no digamos: quinientos!

Uno se pregunta en que parará todo el brouhaha (palabra favorita) este del arte de la pintura, tal como lo conocemos, cual será su sustituto? Porque de la escritura no hay miedo, se sustituirá con otras palabras, el vehículo será lo de menos. Algo habrá que hacer con la pintura, aparte de conservarla en los museos. Que nuevas técnicas alumbraremos como métodos de expresión para que la gente entienda si estamos alegres o tristes, llenos o vacíos, hundidos o levitando, cansados o enamorados, o de aquellas mil otras maneras…. Yo seguiré con la pintura pues parece que todavía no está obsoleta, y haciendo caso de la sutil admonición que el filósofo Marías me hizo hace ya más de veinte años: “Escribe lo que no puedas pintar y pinta lo que no puedas escribir.” Gracias, D. Julián, lo he tenido siempre muy en cuenta.

Luisma, Maypearl (TX)  26 de Enero del 2016

[Originally posted January 2014]

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