Siempre he sabido que la Arquitectura (así, con mayúscula) ejerce una fascinación especial en mi. Nunca me he parado a considerar las razones de ello, pero, ha sido y es una constante de mi vida. Puedo estar horas en contemplación de la buena arquitectura y tratar de diseccionar todas sus posibilidades estéticas con la ayuda pertinente de una cámara fotográfica. Nunca, sin embargo, consideré seriamente estudiar para ser arquitecto. La parte ingenieril y de cálculo siempre me echó para atrás. Cobardía.
Ahora, y siempre, esa fascinación se ha convertido en atracción, casi magnética, por las grandes obras del arte arquitectónico; de todas las épocas, pero principalmente de la modernidad contemporánea. Tengo mis gustos en ello muy claros y una cohorte de artistas, escueta pero apreciable, llenan mis expectativas de lo que busco en una buena obra arquitectónica. Casi siempre he elegido mis preferencias por el juego fotográfico que ellas me han procurado. Son amores distintos, la fotografía ante todo y solo pareja a la pintura.
Así puedo citar una pequeña lista, que podría ser más grande: Julio Cano Lasso, Frank Lloyd Wright, Philip Johnson, Renzo Piano, Frank Gehry…De este, tardío en llegar a mi apreciación de todos ellos, en los últimos años he admirado el “Guggenheim” de Bilbao, el “Parque del Milenio” de Chicago y finalmente, solo hace un par de semanas, el “Peter B. Lewis” de Cleveland. Cada “nuevo” edificio suyo que conozco, más me gusta su concepto y el resultado constructivo. Por supuesto, todo ello pasado por el tamiz de las posibilidades fotogénicas que me brinda.
Quizá lo que menos veo es su funcionalidad, aunque tengo la creencia de que un edificio que resulta “redondo”, estéticamente, tiene que funcionar también. Y casi siempre, salvo “deshonrosas” excepciones, las grandes obras lo hacen. Si no es así, la gran arquitectura es capaz de crear la función, por si misma. Tiene vida propia. Este edificio de Cleveland, universitario, no puedo juzgarlo en su funcionalidad, pero, el deleite estético cubre todas las ambiciones. Al menos, las mías. La emoción y la sorpresa es grande frente a este hito del arte moderno.
Lo primero fue descubrirlo inopinadamente, sin buscarlo. Ignorante de mi, había visto tiempo atrás una foto no muy buena de él y no paré mientes en donde estuviera localizado. Asi pues, yendo en busca del Museo de Arte de Cleveland, me desvié un par de calles intentando un aparcamiento gratuito; algunos no cambian con los siglos—si es gratis, incluso un resfriado—(if is free, even a cold), un dicho americano. Caminando de vuelta al museo atravesé unas puertas cristaleras de otro edificio vulgar y ahí estaba, de pronto, el corazón y la máquina de fotos me dieron un vuelco. Lo reconocí como el que se topa con una artista de cine en una calle concurrida.
Es un edificio brillante, en todos los sentidos de la palabra. Ladrillo y metal se mezclan y casi parece que se funden el uno en el otro. Lo esencial es la curvatura, es un canto solemne y elíptico. Metal curvado, muros enladrillados de las mismas formas, ventanas curvadas al compás. No sé porque me vino a la imaginación un canto gregoriano y una ensoñacion de velocidad, todo ello tridimensional y colgado sin soporte en el espacio.Nada eclesial en su aspecto, pero, una catedral laica de los tiempos actuales. Lo que antiguamente se llamaba: un obrón. Un magnífico edificio.
La mirada discurre por sus formas sin solución de continuidad. La imaginación se pone inmediatamente en movimiento…Proas de barcos hendiendo ruiselantes mares de sombras. Lunas plateadas en pleno mediodía, en campo de gules. Azules purísimos jugando por reflejo con beiges de una profundidad inusitada. Evocación de cimas soñadas, picos metálicos y ángulos impensables surgiendo de una selva de formas, aparentemente caprichosas, solo aparentemente. Cuanto más tiempo pasas mirándolo, más razonable te parece su estética y más familiar se vuelve su sentido.
Es patrimonio de la buena arquitectura el ser esencialmente fotogénica. Las obras de Gehry lo son y en grado sumo. Cada visita a una de ellas me ofrece siempre nuevas posibilidades, todo cambia con nuevas luces, al fin y al cabo, la luz lo es todo.
Luisma, 25 de Mayo del 2012.
(Originally posted at Dust, Sweat and Iron.)