Retrato de Pintor ( XIII )

“Helen Frankenthaler, americana, neoyorkina, nacida al final de los años veintes del siglo XX.” Foto de la revista Life , 1957.

“Helen Frankenthaler, americana, neoyorkina, nacida al final de los años veinte del siglo XX.” Foto de la revista Life , 1957.

“No hay reglas. Deja al cuadro que te lleve a donde deba ir”   –H.F.

Nunca he tenido el más mínimo problema con las mujeres que pintan. Todo lo contrario. Artistas todos, mujeres y hombres. Siempre he usado el viejo chiste fácil: los hombres deberían ser llamados “artistos.” Claro que habría que remontarse a la época de los clásicos griegos, para que lo de “artistos” sonara bien. Pero no era un chiste, sino un problema para la pintora, una de las grandes, sobre la que escribo hoy: Helen Frankenthaler, americana, neoyorkina, nacida al final de los años veinte del siglo XX. En un mundo y una época todavía más discriminatoria con la mujer que la actual. Viendo algunas situaciones de faltas, reiteradas, al respeto de lo femenino, uno piensa que en los últimos cien años tampoco han cambiado las cosas tanto.

Frankenthaler, trabajando y ‘lanzando’ su arte en los cincuentas y sesentas pasados y sobre todo haciendo expresionismo abstracto en un momento y un medio dominado por artistas-varones, críticos-varones, que manipulaban un lenguaje centrado en unos “masculinos” atributos, tales como: escala, gesto, y “músculo”… a pesar de todo, consiguió establecer una buena serie de exposiciones de sus obras, en solitario y en los salones de afamadas instituciones. Bien recibidas por la crítica, le hicieron ganar, ampliamente, el respeto de sus pares. No muchas mujeres consiguieron esto en aquellos tiempos.

“…trabajando y ‘lanzando’ su arte en los cincuentas y sesentas pasados…” Great Meadows, 1951. MoMA, NY.

“…trabajando y ‘lanzando’ su arte en los cincuentas y sesentas pasados…” Great Meadows, 1951. MoMA, NY.

Hay algo sobre ella que siempre me ha molestado comentar o escribir y que seguramente fuera en alguna manera determinante. Puede parecer una excusa para su éxito artístico, aunque a mi parecer no lo es en modo alguno. Es demasiado fácil como crítica, toda su obra la avala en sentido contrario. Frankenthaler era una mujer de posibles, de familia acaudalada e influyente, y que recibió una cuantiosa herencia cuando aún estaba estudiando, lo que le permitió recibir clases de los mejores profesores del momento (Tamayo, Feeley, Hoffman). Viajar a Europa con asiduidad y con el tiempo ser ella misma profesora en Harvard, Princeton, Yale y New York University.

A diferencia de otros, sin tanta suerte, Helen nunca tuvo que ‘jugarse la vida’ con la pintura. Para más ‘delito’, en 1958 se casó con Robert Motherwell, uno de los grandes de la pintura americana, con lo que para algunos ‘graciosos’, o envidiosos, pasó a ser para siempre: ‘la mujer de Motherwell, que parece ser también pintora’. Un matrimonio que duró trece años, dentro del transcurso de una vida de ochenta y tres! Frankenthaler trabajó sesenta y cuatro años haciendo pintura, escultura, grabado, enseñanza e ilustración de libros, hasta diseño de decoraciones para montajes del England Ballet. De sus enseñanzas y de sus escritos, obtenemos un perfil humano y artístico que nos dice de ella tanto o más que sus obras.

“…una mujer que pintaba enormes lienzos extendidos en el suelo de su estudio…” Foto por Ernst Haas, de Hommemaker.com.

“…una mujer que pintaba enormes lienzos extendidos en el suelo de su estudio…” Foto por Ernst Haas, de Hommemaker.com.

“El arte tiene un ser por si mismo. Nada que ver con el gusto del momento o lo que se espera de ti. Esa es la formula para el arte muerto o el arte de moda”. Puedo imaginarla, ‘navegando’ por entre los caballetes en sus clases, con movimientos casi de bailarina—adoraba el baile—dejando ‘perlas’ dialécticas semejantes, una mujer que pintaba enormes lienzos extendidos en el suelo de su estudio, influencia de sus visitas a Pollock y que era seguramente más ‘moderna’ que sus jóvenes alumnos. “Tienes que saber como manejar lo accidental, como reconocerlo y controlarlo y hasta como eliminarlo de manera que la entera superficie parezca hecha y ‘nacida’ al mismo tiempo. Cada lienzo es un viaje total en si mismo. Sigo las reglas hasta que de pronto voy en contra de todas ellas.”

No es solo ella, es como si estuviera hablando yo mismo—salvadas las inevitables distancias—y dijera o asumiera todo lo que Frankenthaler escribe. El arte de moda, la pintura que se ‘vende’ en el momento… si quieres seguir esa línea, tienes que invariablemente ‘copiar’ a otra gente, literalmente, porque la inspiración—ella lo dice muy claro—no tiene porque ser una validación de lo que uno mismo hace. En cualquier caso, he reconocido en ella las mismas impresiones de la naturaleza, las mismas que me han atraído, últimamente, aunque con muy diferentes resultados. Frankenthaler huye de la tridimensionalidad en auténtico expresionismo abstracto, con sus campos de color y su pintura de mancha ‘mojada’ (soak-stain), colores lavados que se escapan de los límites del lienzo. Un estilo muy personal.

“…la entera superficie parezca hecha y ‘nacida’ al mismo tiempo.” Nature Abhors a Vacuum, 1973. National Gallery of Art, Washington, D.C.

“…la entera superficie parezca hecha y ‘nacida’ al mismo tiempo.” Nature Abhors a Vacuum, 1973. National Gallery of Art, Washington, D.C.

A partir de los sesentas, cambia al medio acrílico, hace grabados buscando los tratamientos de lavados de color que hace en sus pinturas, transforma elementos de la naturaleza en formas abstractas y color. Y en eso estamos, algunos, celebrando ese espíritu. De ella hay mucho que aprender; aunque los críticos no siempre aplaudieran unánimemente su arte. Algunos lo han visto como corto en substancia, descontrolado en el método, demasiado dulce en el color y demasiado ‘poético’. Los favorables han sido muchos más y más explícitos, hablando de: libertad, espontaneidad, apertura y complejidad de la imagen, íntimamente ligada a la naturaleza y las emociones humanas. Puro genio.

A mi me queda lo aprendido de ella y la imagen de una Helen niña, sonriente, subida en una silla, al borde de una pileta llena de agua y vertiendo esmalte de uñas para ver como el color fluye. “No estoy resentida de ser una mujer-pintor. No lo exploto. Yo pinto.”

Luisma, Maypearl (TX) 13 de Septiembre del 2015

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