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Pepita

Pepita, con traje largo estampado, posa en el salón de Mission St., en Pittsburgh. “A la del alba, cuando las primeras luces le doran la piel que no tiene...” (Photography: ljimenezridruejo.com) Canon A500

Pepita, con traje largo estampado, posa en el salón de Mission St., en Pittsburgh. “A la del alba, cuando las primeras luces le doran la piel que no tiene…” (Photography: ljimenezridruejo.com) Canon A500

Ante todo, y como provisión primera y casi única, lo que tengo que decir es que Pepita es un maniquí, uno de los que se usan para costura y moda. No está claro, al menos para mí, el “sexo”de la palabra: maniquí; si es el, o la maniquí, quién sabe?  Debe ser algo así, como lo del sexo de los ángeles, una de esas cosas en las que nadie se pone de acuerdo y casi siempre, se acaba “echándolo a suertes”…como las uvas del lazarillo y el ciego.

Hablo de mi maniquí, o mejor dicho el de S. (como siempre, léase: Ese Punto) compañera y sin embargo amiga. Hace un par de años compré a Pepita como regalo para S., a la que le gusta la moda y la costura más que comer con los dedos. Entiendo la utilidad que ella le encuentra al maniquí, lo use poco o mucho; Pepita tiene formas femeninas, aparentemente, y de cintura para abajo resulta un poco fondona; de manera que no sirve para confeccionarme nada a mí, que—como digo siempre—de formas soy: “dolorosamente” masculino.  

Una vez montada y dispuesta en su lugar, pasó a ser un punto de referencia de la mirada, una especie de guardiana perenne de la “fresa, limón y menta” (pronunciesé con voz de clamor); nuestra casa había sido, décadas atrás, una fábrica de helados, de los que se vendían a las puertas de las escuelas y mercados, en camionetillas blancas que se anunciaban con monótonos “jingles” musicales. Pepita es tan trapezoidal como la ventana junto a la que posa, o la puerta vidriera “desconflautada” y colgada en la pared, sobre el “mantel” de la falsa chimenea con dos leones alados persas—“de imitación”—como jambas del hogar. Ah! ‘La Decoración’, la otra vida que dejé atrás, ya solo lo hago para mí y los míos. Nuestra “amiga”, más que una perfecta compañía, es una parte de nuestro paisaje casero. O quizá sea algo más…

“Pepita al rojo trapezoidal” (Retrato de identidad de un maniquí auténtico, a principios de siglo.)

“Pepita al rojo trapezoidal” (Retrato de identidad de un maniquí auténtico, a principios de siglo.)

Pepita ha sentado plaza a un lado de la ventana de marras, la vidriera transparente que enmarca la visión feérica del “downtown” Pittsburgh; flotante sobre las tres columnas que soportan el equipo estéreo y la música. Muda, y con mucho estilo, pasa los días en pie (“parada”, como dicen los mejicanos) reflejando luces y siempre dispuesta para ser, alternativamente, modelo fotográfica, algo para lo que está excepcionalmente dotada; es casi perfecta, mantiene la postura y, sobre todo, no protesta. Quizás le falte una chispa de humanidad y le sobre firmeza en carnes tan duras. Las que no le sobran para ser luego “campo de Agramante”, modelo de batalla, entre alfileres, muestras de telas y colores, hilos y agujas… Ah!  Y, dedal—que no falte el dedal, el “escudo” de la guerrera.  A pesar de la máquina de coser eléctrica, S. conoce bien—es uno de sus proverbios favoritos en castellano—el muy célebre: “Costurera sin dedal, cose poco y cose mal.”

Por otro lado, el problema era que, entre otras cosas—que le faltaban— Pepita, la pobre,  no tenía ni pies ni cabeza. Sobre los hombros, un muñón oblongo de madera (barnizada, eso sí) y nada que pudiera sostener—ya no hablemos de ideas—ni medianamente un sombrero. Así que tuve que hacerle una cabeza. Después de darle muchas vueltas al asunto, se me ocurrió ponerle una cabeza de plástico opal. Un galón de leche (vacío, por supuesto…Uh!) volcado y cortado para la ocasión: encajar muñón y gollete, resultó una cabeza de ensueño, o como se decía antiguamente en los pueblos de Castilla la Vieja: ”Quedó de bien, que ni pintada.”

“Expresión de cocina abstracta II” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Expresión de cocina abstracta II” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Con su cabeza de “diseño”, ahora Pepita tiene una pinta más humana y hasta, en condiciones favorables de iluminación, puede dar el pego de parecer alguien vivo. Esa chispa de humanidad que, a veces, conceden la oscuridad y las sombras. Los fotógrafos sabemos algo de eso. Habitualmente se le somete a limpieza, desempolve y cambio de ropa. Pasa por vestir diferentes elementos, telas en consideración de futuro, foulards a prueba, colores a los que uno quiere acostumbrarse y, por supuesto, desgrane de la colección completa de sombreros de S. Alguna vez, incluso, mis gorras de béisbol. Pepita es de lona, que forra un esqueleto de madera de pino y un relleno de guata, todavía pinchable. Podría ser francesa, del XVIII; ninguno de los dos recordamos el porqué del nombre que le pusimos: Pepita… y así se quedó, para los restos.

La historia de los maniquíes ha tenido y tiene un sorprendente anecdotario. Parece que el primero del que se tiene noticia sería uno, de madera de balsa maciza, aparecido en la tumba del faraón Tutankhamon. Después figuran en los gabinetes y roperos de reinas y reyes, a lo largo de la historia de la civilización. Finalmente, y como todo acaba democratizándose, los maniquíes descendieron al pueblo llano, a sus talleres y sus escaparates, aquí en América en los años treinta del pasado siglo. Hoy día, cualquiera puede permitirse el lujo de tener maniquí en casa. Y para los que me reprochan la tenencia de uno de ellos, que sepan: yo no les reprocho sus perros y sus gatos. Además, mi maniquí ni ladra ni maúlla y huele a perfume francés. Distancia y categoría.

“Laboratorio fotográfico digital” De cámara a puesto de computador, con monitor TVSize y sillón RAE (porque aquí “limpio, fijo y doy esplendor”), y conexión industrial para montaje. (Photo: luisjimenezridruejo.com) Imagen Ipad.

“Laboratorio fotográfico digital” De cámara a puesto de computador, con monitor TVSize y sillón RAE (porque aquí “limpio, fijo y doy esplendor”), y conexión industrial para montaje. (Photo: luisjimenezridruejo.com) Imagen Ipad.

Pepita ni siente ni padece, al menos hasta lo que yo sé. Uno nunca sabe del todo con estas cosas. No sería el primer maniquí que derrama unas lágrimas. Chi lo sa! Paseo, a ratos, como resbalando, la mirada por el personaje, a la espera de atisbar algún tejemaneje, pero—que si quieres arroz Catalina—ni el más mínimo movimiento. Pepita, por supuesto, no podía ser de otra manera, tiene el mismo “tipo” y las mismas medidas que S., lo que en principio no presenta ningún problema y en ausencia de ella me suele hacer mucha compañía. Eso sí, es como una lechuza—“hablar, hablar, no habla, pero se fija mucho”—, sin llegar a la categoría de fantasma, pero algo tiene. Es tan perfecta que habría que darle un martillazo en la nariz imaginaria.

Alguna vez, de noche—‘cuando me quedo, románticamente, transpuesto en la cheslón; cuando se me empieza a caer la moleskina de las manos al regazo’— me ha parecido oírla murmurar, soliloquios, parloteos distendidos con quien sabe quién. A la del alba, cuando las primeras luces le doran la piel que no tiene, le pregunto por sus chácharas nocturnas, pero, siempre “se hace la sueca”. Me cae bien, es discreta y muy poco problemática. Pepita no tiene historia y si la tiene, yo no la conozco. Decía, al principio, que Pepita forma parte de mi paisaje casero. Quizá sí, quizá es algo más…

Luisma, Pittsburgh, PA     7 de Julio del 2013  (San Fermín, la única fiesta española que conocen aquí).

Post corregido y aumentado en Agosto del 2022.

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Mirar y Ver

Cathedral, photo by Pepe Nunez Larraz

José Núñez Larraz. “Catedral”. Salamanca 1975 “…la nieve se mide en su reflejo en el blanco del cielo, y los grises se atemperan con el filtro rojo…”

“La composición es la manera más potente de ver.” Edward Weston.

Aquí en América, parecería que todos los caminos conducen a Texas. Allí en Europa, todos los senderos acaban, tarde o temprano, en Granada—todo es posible— a las puertas del Palacio Rojo… Y aquí estoy, de nuevo, de frente a la gran pradera, mirando—ensoñación diurna—, y esta vez parece que para los restos—al menos así me gusta pensarlo. Vine a este país para ver y esto es volver al punto de partida. Un  segundo aterrizaje que no es en la gran ciudad; ni Houston, ni Dallas, aunque estoy más cerca de Dallas, treinta minutos de autopista y quince de carretera comarcal de ángulos rectos, todo ello sin apenas curvas, típico Texas. En Dallas, pasa todo lo mismo que en New York, la única diferencia es, de un lado a otro: veinticuatro horas de paquetería exprés, para tener encima de tu mesa un prototipo de algo y su documentación pertinente para firmar… Aunque no sé muy bien a qué, o adónde, es una distancia ni buena, ni mala, sino todo lo contrario. Estoy en el interior de la campiña tejana y en muy pocos días ya con ella en el corazón. Me ha ganado la paz de la llanura. Ya solo me falta ponerme a pintar otra vez, o atacar concienzudamente el proyecto fotográfico que me ronda de continuo. Visiones de otras galaxias, otras dimensiones, de “otros mundos” que, quizás, yo no veré. Pero, me puedo permitir el lujo de imaginar…  Con mucho, lo más ambicioso que he intentado nunca, en ningún campo del arte, o de la vida. Mirar y ver, condiciones no faltan. “Veremos… que dijo el ciego de las coplas.”

Esto lo escribí, más o menos, hace diez años. En esta década he hecho muchas cosas. en lo relativo a pintura y fotografía, y en números: “ballpark” (que es como se dice en inglés: “aproximadamente”, refiriéndose al número de asistentes a un estadio deportivo, es decir: “a ojo”) habré pintado unos cincuenta cuadros, entre acrílicos sobre lienzo y algunos sobre papel y madera. El último cuadro que pinté al óleo, en mi vida, titulado: “Karen. Plaza Mayor”, es de 1984—fue décimo finalista a premio nacional de pintura—es grande y un gran cuadro. Todo lo que he hecho en el campo del grabado, aun siendo muy de mi gusto, fue hecho en Europa—falta de tiempo y tórculo—el siglo pasado, parece mentira!  En fotografía, los números son impresionantes, incluso para mi propio leal saber y entender. En toda mi vida fotográfica he usado, veinticuatro cámaras distintas, conservo doce de ellas, en perfecto estado de revista—no sé muy bien porqué —aunque sé que no las voy a usar nunca más; tres son digitales: una vieja Canon A 500, pequeña, “turística”, de las primeras digitales, 3.2 megapíxeles, enseguida obsoleta. Con ella hice unas 900 fotos. Una Nikon D60, Zoom 55×200, 10.2 mp. – heredada de M., el padre de S. Después de cinco años en mi uso, tuve que retirarla para comprar un nuevo modelo, con muchas más posibilidades y megapíxeles; más adecuada a los proyectos que tenía en mente. Había hecho ya con ella 7299 fotos. La última, la actual, la que uso a diario, es la Nikon D7100, una cámara fuerte y elástica, seis años ya y ningún problema; poco peso y magnificas prestaciones. Con sus 24.1 mp., puede con todo lo que le pido (por ahora). Magnífica, en estos seis años “hemos” hecho: 25216 fotos, sin quejas…

Luis Jiménez-Ridruejo. “Karen. Plaza Mayor”. Salamanca. 1984. Óleo sobre tabla. (Es el colmo de la pretensión: fotografiar una pintura.)

Luis Jiménez-Ridruejo. “Karen. Plaza Mayor”. Salamanca. 1984. Óleo sobre tabla. (Es el colmo de la pretensión: fotografiar una pintura.)

“Mira a ver”, en ese mapa de Texas… (dudoso empleo de mirar y ver, juntos, no suena bien) … Maypearl (“Perla de Mayo”) es el sitio donde vivo, a once millas de Waxahachie, así se llama el pueblo más grande y cercano, situado sobre las dos grandes rutas que van hacia el sur, desde el centro de Dallas.  Llano, a más no poder y con alguna colinita que otra—ancho es Texas! Uno no podría imaginar, ni por lo más remoto, a un Cid Campeador redivivo cabalgándose estos territorios. Poco polvo, algún sudor y todo el hierro en los establos/garajes. La montura de hoy es el “truck” de cuatro ruedas y un montón de caballos de los otros; el “yip”, la “camioneta”, o lo que los Tex-Mex llaman, castellanizándolo: la “troca”, algo de cabina y el resto es espacio de carga. Vehículo indispensable para labores y subsistencia en estas distancias; aunque tengas a la puerta un Cadillac, o un Mercedes, la troca no puede faltar. En la épica americana todo era mirar y ver.

Algo para mirar. Precisa y sorprendentemente, hoy encontré un libro en ella, debajo del asiento. No me lo esperaba. Ansel Adams “400 fotografías”. Lo rescaté de la “pickup truck” y he estado pasando, foto tras foto, todas sus páginas en un estado de embeleso total. Que gran fotógrafo para tan gran país! Seis décadas de fotografía en su más pura esencia. Para mí, un viaje rápido por las más prístinas bellezas naturales de Estados Unidos, algunas tengo fotografiadas con mi cámara; conozco ya bastante de este enorme país. Parques naturales, montañas y más montañas, llanuras y más llanuras, celajes eternos, aguas interminables… En blanco y negro, la verdad primaria de la fotografía, pese a quien pese. La reconciliación con la composición natural y la incontestable diferencia entre luces y sombras. La emoción y la dificultad de los grises. En Ansel Adams está toda la fotografía de hoy, de ayer y de siempre.

Ansel Adams. “Dunas Océano”. California. 1963 “…algunos dicen que esta imagen es abstracta, pero en aquel momento yo no era consciente de semejante definición…”

Ansel Adams. “Dunas Océano”. California. 1963 “…algunos dicen que esta imagen es abstracta, pero en aquel momento yo no era consciente de semejante definición…”

Hacia años que no pasaba un momento tan agradable y tan ejemplar viendo y admirando fotografía. Incluso saltándoseme las lágrimas al recordar admoniciones y detalles técnicos, tantas veces solventados en mi instrucción con otro gran maestro: Pepe Núñez Larraz. Magníficos fotógrafos, los dos. Siempre echando de menos a la persona que me enseñó a ver, partiendo de la simple mirada. Lo que Ansel Adams llamaba: visualización y Núñez Larraz llamaba: ver. Es el quid del artista fotógrafo: saber ver la foto cuando la tienes delante. Ese trabajo instantáneo y ágil, previo a echarte la cámara al ojo y disparar. Y el sinnúmero de reglas y conocimientos necesarios para el envite.

Mientras pinto y no pinto, la fotografía complementa mi ambición de expresividad artística. La cámara siempre me acompaña y me saca de apuros para conservar las vistas seleccionadas por la mirada. Raramente uso la fotografía para pintar, y nunca realísticamente, son amores distintos. En esta ocasión estoy viendo Texas de una manera totalmente diferente que, hace más de veinte años, cuando llegué a estos nuevos mundos por primera vez. Una mirada más sentimental y más vívida, menos atónita. Entonces, todo era nuevo y mi fotografía proyectaba una visión desde un punto de vista español. Algo que ahora no me ocurre. Mi visualización se ha vuelto americana. Me he dejado la vista en el conocimiento del país y de sus luces. Sigo siendo un fotógrafo español, pero contengo también la visión americana.

Luis Jiménez-Ridruejo. “Autorretrato mañanero en las ventanas ENE del estudio, o los reflejos ilógicos de Julio” 2022 (Fotografía). “La fotografía es lo que quieres, o puedes, ver con el entramado pasajero de luces y cristales… sólo para entender que la realidad universal, no existe.”

Luis Jiménez-Ridruejo. “Autorretrato mañanero en las ventanas ENE del estudio, o los reflejos ilógicos de Julio” 2022 (Fotografía). “La fotografía es lo que quieres, o puedes, ver con el entramado pasajero de luces y cristales… sólo para entender que la realidad universal, no existe.”

Podría hacer una extensa relación de fotógrafos americanos que me han ayudado a comprender esta “realidad” y sus luces. Solo voy a citar los que me han calado más profundo: Ansel Adams, Edward Weston, Minor White, Ernest Hass… Tengo una especial predilección por Adams y no podría decir porqué. Como nunca olvidaré las enseñanzas universales de Núñez Larraz—Pepe Núñez— gran fotógrafo, gran persona. Con todo mi cariño al maestro, también sé que nunca podré pagarle, con el recuerdo, lo que hizo por mi: adiestrarme a ver. Él me dio herramientas y reglas, y también me ensenó a romperlas. Siempre que miro a través del objetivo, veo el taxi amarillo de Hass, y sé que veo como a él le hubiera gustado que viese.

Luisma, Maypearl , TX   3 de Noviembre del 2013  // Reedición: 1 de Agosto del 2022

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Casi Diez Años Después…

“Luisma” Jiménez-Ridruejo. (Navy blazer with brass buttons from Filene’s. Mandarín-collar cotton dress shirt from Costco…Sala de Prensa. Homeland Security. Foto: Nf News)

“Luisma” Jiménez-Ridruejo. (Navy blazer with brass buttons from Filene’s. Mandarín-collar cotton dress shirt from Costco…Sala de Prensa. Homeland Security. Foto: Nf News)

[ Lo que sigue, entreverado a párrafos con el “post”—como el tocino en los jamones de Alba y Guijuelo—es el discurso, inglés en cursiva, (Keynote speaker), pronunciado en la ceremonia de mi ciudadanía USA. (Dos orejas, ovación y vuelta al ruedo. En peores plazas hemos toreado…). Pittsburgh Federal Building. 4 de Julio del 2013]

Era en Pittsburgh (PA). Hace ya casi diez años, cuando me otorgaron la nacionalidad americana; Harvey J., director de Homeland Security, que era amigo, construido a base de tapas y vinitos; cliente asiduo de los Restaurantes, donde yo trabajaba de manager y relaciones públicas, y por ello conocedor de  mis historias y mis cosas. Habitual y casi crónico parroquiano de la barra del bar, teníamos conversaciones de literatura y arte, mientras yo saludaba y “sentaba” a los clientes. Además, era un laureado escritor amateur, de cuentos eróticos, y agente—undercover—de una de las dos “agencias” más famosas del mundo. Un auténtico protagonista de novela… Me invitó a escribir y pronunciar (keynote speaker) el discurso de aceptación, en la ceremonia de aquel año, del Juramento de Bandera y Ciudadanía de los E.E.U.U. Por supuesto, acepté. Era una gran oportunidad y en una magnífica plaza.

Hi…

I never stop thinking about why I like being in this country. Today I do this for one simple reason: Because I am becoming officially American, something that I have been for a long time in my heart. I realized that some years ago, in Barajas airport, in Madrid, Spain, my old country. I was returning to the States after one of my trips, surrounded by a flood of strangers, and suddenly it hit me: I am returning home. The United States is my home. It is a moment that I remember vividly. I like to be in this country because nowhere else am I conscious of my personal freedom, a freedom I always fight for and I always will.

Los “veintidós” del año 22, en el condado de Allegheny. “Luisma, soltando el discurso de la nacionalización.” Pittsburgh, 2013.

Los “veintidós” del año 22, en el condado de Allegheny. “Luisma, soltando el discurso de la nacionalización.” Pittsburgh, 2013.

Éramos un grupo de veintidós recipientes de la nueva nacionalidad, de muy diferentes países y muy distintas extracciones. El “speech” que hice fue muy celebrado y tengo entendido que, unos meses después, fue introducido como material de estudio, en los cursos de agente federal. Hubo congratulatoria variada. El mejor parabién fue el de S. que al tiempo de abrazarme, en presencia de las “autoridades”, me susurraba: “Que bárbaro…eres la leche, te has quedado con la gente, tío! “Y yo, encantado al oírla hablar un español tan “florido” y castizo. Algunos me abrazaban, cayéndoles las lágrimas… Confieso que dramaticé un poco, el discurso y el podio…era el poder de los ‘silencios’ y tragar saliva al tiempo, humectando la garganta… al actuar y al hablar en público, como me enseñó José Luis Cuerda, en sus clases de Dirección de Cine de la facultad de Bellas Artes. En Salamanca, allá por los primeros ochenta del siglo pasado, cuando todavía no tenía ni idea, ni siquiera noción, de que un día iba a terminar aquí, y en estas circunstancias, ciudadano de los USA. Según S. (amante musa, secretaria, computer savvy, chef de cocina, violinista, bióloga y cien cosas más) he mejorado mucho mi teatralidad, en mi rol actual de artista “serio y responsable…” También pensé, y lo sigo pensando, que no es lo mismo conseguir la tan preciada ciudadanía americana, por larga solicitud o jugando a la lotería de la inmigración, o simplemente ‘comprándola’ con dinero… que recibirla por invitación oficial “…as an artist, and dedicated worker for the community…” Como, por ejemplo: Traductor Jurado Judicial de español y francés…!  Que te parece, amigo?  “ Y, luego dicen que el pescado es caro…!

On a day like this, the memories strike me all over again. I remember myself as a kid in a country just out of a civil war, short on freedom and long on injustice. That kid had some particular heroes: soldiers, pioneers, cowboys. They were fighting for justice and freedom on the prairies and deserts of a country that we called America. A faraway and unreachable country on the other side of the ocean.

Tuve casos muy interesantes, uno de ellos—el más recordado—asesinato en primer grado, en una pelea de bar; “ganamos” el “asesino” y yo, nuestro abogado defensor colaboró un poco, usando una invención mía: “filtración de verdades y hechos alternativos”(que le dicen ahora), mucho antes de que se pusieran de moda en los círculos políticos y periodísticos. Incluso usando el Latín, que nunca suspendí en Bachillerato, y las muchas películas de Perry Mason, en español en España y en inglés, aquí… clases “nocturnas” con películas de todo cuño, y la inestimable ayuda de la “Cowgirl ”, una amiga maestra de inglés en Primaria que después de mi divorcio americano, en largas sesiones con cena y ‘postre’, me perfeccionó el inglés y hasta el ‘francés’, que dominaba. Tenía unas ‘magníficas condiciones’ y ‘enseñaba muy bien’. Yo la ‘perfeccioné’, a mi vez, todo lo que pude…cuestión de atar cabos. ¡Ah! La sentencia del juicio…Oye, le cayeron solo 4 años y podía haber sido: “la silla”!! Los mexicanos le siguen llamando “la silla”, aunque ahora sea por inyección letal.

‘Casi diez años después’…esta foto ha sido hecha esta mañana (recién salida del horno) en conmemoración de aquel dia en Pittsburgh, y es una muestra de lo que estoy “haciendo ahora” en fotografía. (luisjimenezridruejo.com)

‘Casi diez años después’…esta foto ha sido hecha esta mañana (recién salida del horno) en conmemoración de aquel día en Pittsburgh, y es una muestra de lo que estoy “haciendo ahora” en fotografía. (luisjimenezridruejo.com)

Those heroes of youth were American heroes, and will be forever. The kid grew up, and one day thought of visiting the land that had attracted him so much when he was little. And now I have come to know this country.

Gran triunfo para un pobre tractorista mexicano, un joven abogado de oficio y un traductor-pintor-fotógrafo-manager de un restaurante español… Conservo, no sé dónde, una carta del juez, felicitándome por el gran trabajo de “traducción” (¡?). Cuando algo así pasa, es cuando empiezas a pensar que ya ‘sabes pilotar el avión’… En aquella Sala de Juicios, de un vago e indefinible estilo ‘remordimiento inglés’, recargada de maderas macizas, frontones tallados con palabras viejas…Justicia, Libertad… Hubo, al mismo tiempo una gran dosis de seducción: al juez, al fiscal y hasta al jurado les encantaba escuchar su voz, en traducción, casi simultánea, a otra lengua…eso los distraía y los predisponía a ‘nuestro’ favor. “Es ese español tan ‘cantadito’ que usan ustedes los españoles de España”, decía mi defendido-traducido. Fue el primer caso del abogadillo en ciernes, el mejor mío y espero que el único asesinato también, del mexicano Emilio R. de Puebla.

I remember very well that first day, landing in Houston Texas after a bunch of interminable hours over the waves of the Atlantic. I still can feel the tremendous heat and humidity as I left the plane. At that moment I said to myself, Luis, you won’t last long here! Well…that was 24 years ago, and here I am. What happened then, and later? The country was getting inside me little by little and I got more and more inside this country. I chased the dream of democracy and discovered the reality of personal freedom. Today I make it official; I need to after so many years. I fell in love with this country — with its diversity, with its new frontiers. And now those heroes of my youth are everyday people.

Años después, en la peluquería, ya de vuelta en Texas, leía en un periódico mexicano las noticias sobre el juicio a un ya célebre asesino a sueldo: “El Santero de Michoacán”… La foto del periódico y la descripción del navajazo por la autopsia, me pareció: “familiar”, yo ya había visto aquella curva de salida de la hoja, antes. Era mala la foto publicada del acceso en público del personaje a la Sala de Juicios en Puebla, pero si aquel era el mismo E.R., apodado: “El Santero de Michoacán”, me temo que esta vez no le iba a resultar tan barato como la anterior, en aquel pueblo del Norte…Los mexicanos llaman: “El Norte”, a todo aquello que está a este lado de la frontera del Rio Grande. Los Estados Unidos de Norteamérica. Trescientos dieciséis millones de habitantes y contando… “Que país, que paisaje, que paisanaje…”

It has been a lasting love, and faithful.

Thank you very much.

Saliendo del acto. Tuve que firmar algunas copias del discurso. A cambio me regalaron una copia—de trabajo— de la Constitución Americana.

Saliendo del acto. Tuve que firmar algunas copias del discurso. A cambio me regalaron una copia—de trabajo— de la Constitución Americana.

Increíblemente ha pasado ya una década desde aquello, de amor duradero y fiel, por el país, por la paisana y por los paisajes. Y, aquí estoy, ‘repantingado’ (se usará todavía esta voz en las Castillas?) en mi butaca de manila y mimbre, con los botos en alto, sobre el rail de la veranda. Con la manta afgana protegiéndome de mis inveterados fríos en los bajos, sobre los que descansa terciado un imaginario Winchester, sería un ‘73…sin duda y sin el sombrero Stetson, pero con la gorra del Real Madrid—corazón tan blanco—, podré cambiar de nacionalidad, pero jamás de equipo de fútbol. Y me está viniendo, mecido por la brisa, el olor de la barbacoa, brisket y beans… Con los ojos cerrados, apretados por el brillo de la puesta de sol, al rojo indio—apache y tonkawa—ocres y gualda al reverbero de las luces, fuegos artificiales, en el fondo de la pradera…donde termina el día y empieza otro.  Doy en recordar…tantos años…tantas barras… tantas estrellas… tantas cosas….

Luisma, Maypearl, (Texas)      4 de Julio del 2022     Día de la Independencia USA

 

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Retrato de Pintor (VIII) Fernand Léger

Retrato de Fernand Léger ( 1881-1955)

Retrato de Fernand Léger ( 1881-1955)

“No existe lo abstracto o lo concreto. Existe un buen cuadro y un mal cuadro. Una pintura que te conmueve y otra que te deja frio. La pintura tiene valor por si misma, como una partitura musical, como un poema.” (F. Léger)

Nunca supe, hasta hace muy pocos años, que Madonna y yo— sí, sí, la cantante—compartíamos gustos pictóricos y una sesgada relación personal; todo ello sin llegar al conocimiento personal mútuo—cosa que no me hubiera importado lo más mínimo—. La “monstruosa” cantante y artista es fan acendrada del pintor Fernand Léger, llegando incluso a poseer obra del pintor francés —ella se puede, o se podía, permitir ese lujo total. Hace diez años, vendió—siete millones de dólares para su fundación Ray of Light—el cuadro: “Tres mujeres” en Sotheby’s. Lo de la relación personal fue el hecho de haber sido, mi segunda mujer—la americana—, profesora de Madonna, en bachillerato, cuando todavía se la conocía como señorita Ciccone (Madonna Louise Ciccone), en el Brooklyn neoyorkino, de hace ya demasiados años.

 

“Three Women” (detail), Fernand Léger, 1920, oil on canvas.

“Three Women” (detail), Fernand Léger, 1920, oil on canvas.

La verdad es que me hubiera gustado conocer, personalmente,  a Fernand Léger. Desgraciadamente, murió cuando yo tenía diez años. Hacerme una idea, un retrato del artista y del hombre, exige dos formas de intentarlo: una puede ser buscar fotografías del pintor que también era cineasta; solo para encontrar que, en lo físico, se daba un aire a Walt Disney. Nada que ver, Disney era un halcón de la derecha americana y Léger un comunista francés, algo casi tan pintoresco como un comunista español. Los dos compartían el aire bonachón y el bigotillo propio de la época de entre guerras mundiales, aquel que en la imagen del artista “guaperas’’, se asignaba al actor Clark Gable.  La otra manera de retratarlo sería escrutar y rastrear la imagen de su espíritu en toda su obra y, sobre todo, leer y estudiar sus magníficos escritos sobre arte; fundamentalmente: “Funciones de la pintura”, una obra maestra.

Uno no sabe a que carta apostar con un personaje como Fernand Léger. Pintor adelantado a su época, moderno hasta llegar a ser el epítome de lo moderno, o quedarse en el Léger escritor; posiblemente uno, si no el mejor, de los grandes escritores sobre arte de todos los tiempos. Su “Funciones de la pintura” es, para mí, el más importante texto que jamás haya leído ( y releído a menudo) escrito por un artista. No me canso de aconsejarlo. En mi paso, tardío, por la academia estudiantil, solo un profesor me habló, repetidas veces, y me aconsejó a Léger: Carlos Pascual, gran profesor y, sin embargo, magnífico pintor.

 

Fernand Léger, “Mechanical Elements”, 1920, Met Museum NYC

Fernand Léger, “Mechanical Elements”, 1920, Met Museum NYC

Difícil de conjugar el hacer arte y escribir sobre ello. Descubrir las posibles razones de esta conjugación es problema harto complicado. Con Léger, habría que adentrarse en su biografía y en su tiempo y llegar a conocer porqué alguien nace con el don de la escritura. Lejos de mí el proclamar que el artista para una cosa es artista para todo; ojalá fuera así—otro gallo nos cantaría—y no habría tanto “cantamañanas”, críticos ganapanes, académicos de medio pelo…resbalando y patinando por las laderas de la Historia del Arte. Fernand entendió y plasmó perfectamente el hecho artístico y las influencias de lo individual y personal en el arte, propio o ajeno.

Fernand se fue a París, desde su Normandía natal, justo al principio del siglo XX. Quería estudiar Bellas Artes pero no le aceptaron, supongo que había que ser un consumado dibujante clásico (como en la Escuela de S. Fernando, en Madrid) y se convirtió en “oyente”, permitiéndole ello un mayor y más libre uso de su imaginación, encorsetada y constreñida por las rígidas directrices escolares. Tres años vacíos e infructuosos, según sus propias palabras. Se hizo un pintor “serio” y dedicado, hacia sus veinticinco años. Todo lo que pintó en aquella época lo destruyó más tarde.

 

Fernand Léger, “Railway Crossing,” 1919

Fernand Léger, “Railway Crossing,” 1919

Se adhirió luego a la vanguardia parisina de los Archipenko, Chagall… empezó a hacer Cubismo—“Tubismo”—por sus figuras cilíndricas, alguien lo llamó. La guerra mundial del Catorce, le encontró haciendo abstracción. Resultado: se alistó, dos años. Casi murió en la batalla de Verdún, en un ataque con gas mostaza. Así que, para la Segunda Guerra Mundial se vino a los Estados Unidos, Yale University, impartió clases fantásticas, pintó murales, hasta le decoró el apartamento a Nelson Rockefeller. A resultas de aquel viaje, al volver a Francia en 1945, se afilió al Partido Comunista. Le debieron “sentar mal” los USA. Aunque él, más que marxista fue un apasionado humanista. Tuvo una vida artística muy productiva en Europa y Sudamérica. Murió en 1955, a los 74 años.

Léger alguna vez dijo: “Mis ojos fueron hechos para borrar todo lo que es feo”. Me adscribo a ello. Hombre y pintor con tantos detractores como seguidores; no hace falta decir de que lado estoy. Muchas de sus pinturas me conmueven cada vez que las miro. Aparte de lo que he aprendido de él. Esta es mi visión de Fernand Léger y, después, que cada cual haga sus propias interpretaciones. Se pongan como se pongan: “yo ya no me voy a bajar del carro.” Moriré, como si fueran las famosas botas, con las abstracciones puestas…

 

Luis Jimenez-Ridruejo, “Afterthought #2”, acrylic on canvas, 13”x10” . luisjimenezridruejo.com

Luis Jimenez-Ridruejo, “Afterthought #2”, acrylic on canvas, 13”x10” . luisjimenezridruejo.com

Para gustos están los colores, no?  Pues sí, aunque de una década a esta parte, puedo cambiar el refrán y hasta alambicarlo—para disgustos no están los colores—porque, a veces, en pintura—como en la vida real—los colores te pueden dar más disgustos que un hijo tonto…y, el cielo nos libre!  La fotografía, con no apretar un botón: Todo arreglado…Ay! Si todo fuera tan literal, y tan simple, seríamos mucho más felices… No?

“El color es necesario para la vida…como el agua , o el fuego.”(F. L.)

Luisma, Pittsburgh,  15 de Septiembre del 2013

Reeditado en Maypearl, TX  en  Abril del 2022

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Más de Treinta Años en el Jardín Deshabitado…

“El jardín deshabitado de Praga” Grabado, punta y ácido. P/A I -- Luis Jimenez-Ridruejo. (1987)

“El jardín deshabitado de Praga” Grabado, punta y ácido. P/A I — Luis Jimenez-Ridruejo. (1987)

Este post está reeditado e inspirado, en otro de similar título, de hace diez años. Con el adendum de una pequeña, pero interesante clarificación sobre el origen del primer cuadro de esta serie icónica de mi pintura…sometiéndolo al filtro de las 5W y 1H.  Olía a pámpanos blancos, como en la plazuela de la Libertad, en Salamanca…recuerdos comunes, recuerdos “de casa”…sentado, con A., en un bordillo del puente de Carlos (Praga, Republica Checa). Veníamos paseando camino de la Embajada de España, donde trabaja ella. Fuimos al centro a comprar material para pintar, quiero dejarle a A., un recuerdo de mi paso por su casa de Praga, e increíblemente, había dejado olvidada mi cámara de fotos, en casa, antes de un viaje, a Praga!…y a Viena! Estuvimos charlando y pintando toda la tarde. Desde las ventanas de su despacho de la embajada se veía el “jardín deshabitado” y así quedó en mi recuerdo y en dos aguadas pintadas en tintas sobre papel… solo verde español (ese verde…) y negro zaíno… Una de ellas la tiene A., la versión más abstracta. La otra aguada se vino conmigo a España y, años más tarde la perdí en un avatar de la vida. Empero, inspiró uno de mis mejores grabados de punta y ácido (19 ¼”x 14 ¼”—prueba de autor/primera; colgado aquí en mi dormitorio, siempre conmigo…) y un tríptico grande—96”x 80”—acrílico sobre madera, que titulé: “Jardín Deshabitado”#1, y que está colgado en Trigueros (Valladolid). Tengo una fotografía del tríptico—en salida de este post— que documenta un “trampantojo”: ”S. abriendo las ventanas al jardín”. Las dos aguatintas primeras son las únicas de la serie que tienen distinto título, escrito en la facies: “El jardín deshabitado de Praga” 1 y 2.   Acuarela…de tanta salsa me parece insulsa… se cuentan con los dedos de una mano las acuarelas que habré pintado… Perspectivas de Decoración, Ilustración, Diseño y Alta Costura se hacían tradicionalmente con acuarelas; desde principio del siglo XXI ya no se usan, prácticamente. Gouaches y Temperas (mas cuerpo) las han sustituido.

 

Diez Años En El Jardín Deshabitado   (2003-2013)

“Uninhabited Garden # 5” Acrylic on canvas, 75”x 60” (2003-2013) luisjimenezridruejo.com

“Uninhabited Garden # 5” Acrylic on canvas, 75”x 60” (2003-2013) luisjimenezridruejo.com

El realismo se acabó con Velázquez, o con algún otro que no vale la pena recordar. Lo que ha venido después ha sido un aprendizaje continuo, hasta llegar a donde estamos ahora, y que yo llamo el muro del jardín deshabitado de soluciones. sin nadie que sea capaz de saltarlo y marcar, o simplemente insinuar, una salida para el arte, que no sea un repetido ir y venir hacia atrás, homenajeando a todos los que en este mundillo han sido alguien. Expresionismo, abstracción, surrealismo abstracto, o como queráis llamarlo; el muro tiene muchas caras aplastadas en su epidermis. Es la pintura, una forma de evitar por un tiempo—que no liquidar—los demonios pictóricos que uno lleva dentro, desde pequeñito. Desde la primera vez que vió las “Meninas”, algún Greco, un Derain y un Matisse, dos Picasso, un Papa de Bacon y un puñado de cuadros de un californiano: Mr. Richard Diebenkorn, el dueño de todos los colores americanos.

Según iba viendo todo eso y algo más, no he querido nunca otra cosa que pintar. Descubrir la pólvora…en realidad, nunca inventamos nada y en algunos casos más vale que no lo hagamos. Temblarían de disgusto, en sus tumbas, todos esos señores que he citado antes, aunque ellos tampoco lo tuvieran muy claro en su día. Pintar es inventar continuamente, y sobre la marcha, y jugarse el tipo cada rato pasado “contra” el lienzo. Es empezar, por lo menos en mi caso, con una vaga idea de lo que uno quiere hacer, para después de cierto tiempo aleatorio y variable, cortar por lo sano el chorreo de decisiones a punta de brocha , pincel y colores y abandonar una imagen, que no está muy claro lo que quiere decir, si es que quiere decir algo. Y todo por no se sabe que razón—evidentemente, no la de hacer dinero con ello—. Aunque, hoy he encontrado una incompleta lista de ventas, compradores y lugares donde están mis pinturas y fotografías, vendidas desde que llegué a Houston en 1989. Solo pinturas, han sido cuarenta y ocho, con dos series completas agotadas. La serie “Galveston” (24 cuadros) y la serie “On the Bayou” (14 cuadros). Digo, abandonar una imagen, que no terminarla, es decir, cuando firmas el cuadro—que atrevimiento hacerlo!—ya hablaremos otro día de ello, que osadía!

‘Ocean Park #79” Oil on canvas. Richard Diebenkorn. 1975 Philadelphia Museum of Art.

“Ocean Park #79” Oil on canvas. Richard Diebenkorn. 1975 Philadelphia Museum of Art.

Hoy he “terminado” esa pintura  #5  de mis pecados acrílicos, después de diez años de haberla abandonado a su suerte. Teniéndola en una pared clavada y así mismo incrustada en el cerebro, un dolor cada vez que la veía, diariamente. Un cuadro que es la síntesis de una década de mi vida. Dos meses hace diez años y dos meses ahora, con el interregno de pensar en arte, en pintar, y no hacerlo…Mucha fotografía, con el triple salto mortal a la Digital, sin red y para siempre… algún dibujo, diseño gráfico, bocetos de futuras obras nonatas y sobre los que saltaré, evitándolos, si continúo—tal parece—con la marcha pictórica que me ha dado acabar con este “Jardín Deshabitado #5”. Los diez años me los he pasado viviendo a espaldas de mis demonios de la pintura, haciendo otras cosas, necesarias para la felicidad de la vida y aguantando el palo de la vela, en esta procesión americana que—mal que le pese a algunos—da para mucho vivir.

Naturalmente, me he “enterado” de todo lo que pasaba en el mundo del arte, y en otros mundos, claro, y por ello creo que puedo volver a la práctica de la pintura sin grandes penas, aunque también sin grandes alharacas. Dejemos los fuegos de artificio para mejor ocasión. “Lo cortés no quita lo valiente.”  He quemado las etapas que de haber estado trabajando lienzos hubieran sido más llevaderas, o no?…quién sabe? Como dijo “aquél”: solo sé que nada sé! Buena excusa para mis “famosas”: indolencia, pereza, impuntualidad y toda clase de lacras unidas a mi “persona” (usesé “persona” en inglés).  Me temo que la gran mayoría, prescribieron hace décadas. Por eso, en mi pintura, de la cobardía de antaño a la temeridad de hogaño, no hay más que una decisión tomada al desgaire. Estoy pintando bien y por primera vez en muchos—demasiados—años, me siento igualmente bien por hacerlo.

“Abstraccion.2.2.22” Photography: luisjimenezridruejo.com

“Abstraccion.2.2.22” Photography: luisjimenezridruejo.com

Decía que, durante esta década en los cuarteles de invierno (Pittsburgh) he pasado el tiempo en otras cosas: escribir, “acondicionar” mi fotografía a la era digital (que maravilla!) y llevándola a un nivel personal muy alto y exigente… la pena es que me va fallando la vista y temblando el pulso, pero no me preocupa, al paso que vamos, pronto sacaran un chisme nuevo que permitirá enfocar correctamente, o volitivamente, quizá con el uso de la voz. Duermen el sueño eterno, del salón en el ángulo oscuro, silenciosas…mis prehistóricas ya, cámaras de película de celuloide. Desuso total. Y pensar que casi vi nacer esa fotografía y la estoy viendo morir. Que prisa lleva el mundo y como lamento siempre el no poder ver lo que esto va a ser dentro de cien años, y ya no digamos: quinientos!

Uno se pregunta en que parará todo el brouhaha (palabra favorita) este, del arte de la pintura, tal como lo conocemos, cual será su sustituto? Porque de la escritura no hay miedo, se sustituirá con otras palabras, el vehículo será lo de menos. Algo habrá que hacer con la pintura, aparte de conservarla en los museos. Esos conocidos centros de “vicio y perdición de tiempo.” Que nuevas técnicas alumbraremos como métodos de expresión para que la gente entienda si estamos alegres o tristes, llenos o vacíos, hundidos o levitando, cansados o enamorados, o de aquellas mil otras maneras…? Yo seguiré con la pintura y la fotografía, pues parece que todavía no están obsoletas, y haciendo caso de la sutil admonición que el filósofo Marías me hizo en Houston, hace ya más de veinte años: “Escribe lo que no puedas pintar y pinta lo que no puedas escribir.” Gracias, D. Julián, lo he tenido siempre muy en cuenta.

Trampantojo(trompe l’oeil) fotografía y pintura. “S., abriendo las ventanas al jardín deshabitado” (2007).

Trampantojo (trompe l’oeil), fotografía y pintura. “S., abriendo las ventanas al jardín deshabitado” (2007).

 

Luisma, Maypearl (TX)  20 de Enero del 2014         Reeditado en Abril del 2022.

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Tiempo Tormentoso

Luisma en su estudio de pintura en Maypearl, Texas. (In progress “Los Mundos”#1 prov. title. acrylic on canvas) Photography by S. for luisjimenezridruejo.com

Luisma en su estudio de pintura en Maypearl, Texas. (In progress “Los Mundos”#1 prov. title. acrylic on canvas) Photography by S. for luisjimenezridruejo.com

“Lo único bueno que tiene esta vida es que nada dura mucho.” Encontré este pensamiento, hecho frase, leyendo a Donald Ray Pollock, un escritor de Ohio, horror y policíaco, reciente aunque no joven. Había trabajado durante años en una papelera y como camionero hasta los cincuenta. Se puso a publicar, nadie sabe cómo, y le empezaron a caer las críticas (buenas, aunque nada dura mucho…) y los premios. 

Nada que ver con el “Tiempo Tormentoso” del título, excepto la pequeña—no sé si tanto—idea de que ‘nada dura mucho’ y empecé a darle vueltas al concepto, a ver si la imaginación me daba algo—como buen pordiosero de ella—porque la tormenta bailaba ya en los aledaños del estudio y el fondo de mi cuadro se tornaba negro obscuro—redundancia soriana—como la boca del famoso lobo de Oncala. A tiempo! El tiempo, hacía tiempo que era ya tiempo tormentoso de por sí (reiteración serrana), y me las prometía muy felices… Me vino a la maltrecha memoria una canción: “Stormy Weather” (versión a ser posible de Lena Horne) una canción gloriosa que debió nacer al mismo salto que yo—o, sobre poco más o menos—y una vez que la entendí y la adopté, ha ido y venido ya conmigo más de sesenta años. A lo mejor eso es “durar poco” todavía. Como su propio título indica: ese tiempo especial, que tampoco dura mucho y que para mí es tiempo encantado y encantador. Tiempo tormentoso…y como diría mi amigo Pi (se llama así, lo juro…es catalán): “Y a mí también me gusta el ácido sulfúrico…!”

Me fascinan sobre todo las tormentas nocturnas porque doblan lo dramático del fenómeno añadiéndole: alevosía. No me atrevo a mencionar la premeditación porque eso sería meterse en camisa de once varas. Me seduce la maravilla de un meteoro al que nunca he encontrado el porqué. Conozco la física de la cosa, masas de aire caliente, vientos fuertes, chorros de agua de lluvia y todo lo que conlleva, pero aún eso no me rinde el porqué de la tormenta y de sus fenómenos más usuales: vientos ululantes, rayos, truenos, tornados. Esas fuerzas brutas de la naturaleza, si es que la naturaleza es el factótum de todas ellas, o simplemente es la dirección, la conducción, como si fuera una orquesta sinfónica, con mucha percusión. A saber. Comprender una música o una pintura, a veces es complicado. Tiempo tormentoso.

Hace un momento, cuando—ya es tradición, o costumbre personal—estaba frente a la pantalla de la TV del dormitorio, tras la puerta doble vidriera del estudio, cegada con láminas de papel de estraza para que S. pueda dormir, si me da por pintar de noche alta. Decía que: “apagar” el aparato y demás luces de la casa, ante la inminente llegada de una de esas dramáticas tormentas, anunciada por una descarga de varios lejanos “fusilazos”, rayos increíblemente verticales y de un solo estampido, típicos de las tormentas en la pradera tejana. Me detuve un instante a “mirar” la pantalla, las noticias del día eran todas sobre inclemencias del tiempo; rayos, truenos, tornados, inundaciones, en todo el país. Y después, me apresuré a sentarme en la esquina de las tormentas… Así me gusta “disfrutar” del espectáculo, mientras no me “parta un rayo.”

Luis Jiménez-Ridruejo, Instar #15 [detail], acrylic on canvas

Luis Jiménez-Ridruejo, Instar #15 [detail], acrylic on canvas

Ha caído un zambombazo a muy poca distancia de las ventanas del oeste del estudio, en el “matón de bosque”(salmantinismo?) de la izquierda, apenas cincuenta metros a mis espaldas. La luz me ha envuelto totalmente y lo que he visto y sentido es el color ‘cercano’ del rayo: rojo con reflejos blancos. Varios. Tantos reflejos como ventanales del estudio. Doce, la única pared opaca tiene tres puertas que dan a las habitaciones, también de cristal y hasta una doble de vidrieras. El resto es una caja de cristal expuesta a la más amplia visión del exterior y el negro más duro de la noche. Solo me faltaría una de esas rotatorias esferas de espejitos para parecer una discoteca, de las del siglo pasado. El final de los reflejos es un azul nítido y pálido, atmosférico, sobre el cuadro que estoy pintando. Cierro los ojos y lo puedo volver a ver; es como aquellas famosas ‘visiones’ de una estampa que luego se repetían en la pared. 

Me encanta el tiempo y el paso de la tormenta porque cambia los colores de todo y con los colores ‘nuevos’ en la retina, cambia el sentimiento de apreciación de lo que estas pintando. A través de los ventanales, algunos cubiertos por cortinas de agua de las prismáticas gárgolas metálicas, que añadí cuando llegamos a estos predios, hace ya ocho años. Puedo ver esos grises triunfales, poderosos, cortados por añiles, azules metálicos y blancos plateados, de tan purísimos. Los ‘claros’ del bosque. Colores fáciles de ver, pero difíciles de plasmar en el papel o en un lienzo en la pared. Hace muchos años, una vez que decidí pintar con el lienzo ‘colgado’ (clavado) en la pared, en un soporte de panel chapado de madera sobre ella, nunca volví a pintar con caballete. En el tiempo de la tormenta siempre me siento de cara a las ventanas de esquina del estudio, con la visión como la de los clásicos miradores en Castilla, y, por tanto, la sensación vívida del fenómeno. Disfrutar de la percepción de sus colores, olores, sonidos. Las tormentas de Texas son muy diferentes de las de Pennsylvania, “donde vivía antes de ahora”. Ay! Señor, otro salmantinismo, que afición!

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #12 [detail], acrylic on canvas

Luis Jimenez-Ridruejo, Instar #12 [detail], acrylic on canvas

Me quedo perdido en mi ensoñación, recordando las tormentas de Pittsburgh, entro y salgo del sueño con airones tempestuosos, vibraciones de cristal, como los cubos de hielo de un enorme “gin-tonic.” Cuando la tormenta rola y vuela como alma que lleva el diablo, o como si fuese una carrera de bicicletas, o de caballos, que ambos sonidos cuadran. Por no sé que atavismo de abuela española, siempre hago lo mismo cuando ‘huelo’ la tormenta: lo de cerrarlo y apagarlo todo. Es un silencio ensordecedor. Todo para situarme al ‘salto’ de la movida en mi córner de cristal, donde gozo de tribuna preferente para vendavales y migraciones animales. Una docena de patos, sin ruidos y en formación de uve, pasan volando y miran de reojo la piscina. Huyen presurosos de la tormenta, ya volverán, el lago es suyo. Durante años solía poner música de Wagner para celebrar el meteoro. Nunca la Cabalgata de las Walkirias—demasiado obvio—, mejor: El Holandés Volador. Últimamente meto jazz orquestal, con mucho metal, sobre todo trombones y si es con vocalista, que Santa Lena Horne me asista, que yo canonizo a muy poca gente. De Lena, su rendición de “Stormy Weather”, la mejor de muchas buenas. En mi caso, además es terapéutica, me calma la úlcera de estómago, tan bien como el milagroso Nexium. Y hablando de trombones: “Stomping at the Savoy” por la celestial orquesta de Benny Goodman y ‘todo’ lo de Glenn Miller, que no es de esta vida—es de todas las vidas, habidas y por haber—y por tanto, como decíamos al principio, ya va durando mucho, una eternidad…

“Final de jornada en el estudio”. Luisma, en silla de ruedas, evitando mayores daños a sus rodillas, reflexiona sobre el trabajo del día. Photography by S. for luisjimenezridruejo.com

“Final de jornada en el estudio”. Luisma, en silla de ruedas, evitando mayores daños a sus rodillas, reflexiona sobre el trabajo del día. Photography by S. for luisjimenezridruejo.com

(Primera estrofa de “Stormy Weather” por Lena Horne, difícil traducir sin cambiar todo el sentido, así que será en inglés, o en “literal.”)

Luisma, Maypearl (TX)   14 de Junio del 2017               Re-editado en Marzo del 2022

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Quebrantar

Luisma pintando en el estudio de Texas; detrás de la cámara, fuera de la escena, la otra mitad del estudio…las mesas. (Photography: S., for luisjimenezridruejo.com)

Luisma pintando en el estudio de Texas; detrás de la cámara, fuera de la escena, la otra mitad del estudio…las mesas. (Photography: S., for luisjimenezridruejo.com)

Quebrantar. He ahí un verbo que siempre me ha atraído con una especie de magnetismo que va más allá de cualquier explicación que yo mismo le pueda dar. Incluso su propia onomatopeya lo define mejor, y repitiendo la palabra, su sonido casi llega a la propia definición; por eso, en lo que a mi respecta, me he pasado toda la vida quebrantando situaciones y cosas. Uno de mis sonidos favoritos es, natural o artificial, la madera seca al quebrarse. Quebrar, quebranto, quiebro, voces desde mi más tierna infancia, si es que alguna vez he tenido algo de tierno—que creo que sí—y de sentimental o cariñoso—que creo que también. Hasta mi salud ha sido siempre quebradiza, con la apariencia de no serlo, saliendo siempre indemne de accidentadas ocasiones, con el pendón en alto y una sonrisa, como si conmigo no fuera la cosa. Un tipo con suerte. Y de joven no iba conmigo, al menos en mis excursiones de amigos (todavía no ‘existían’ las chicas) que eran casi siempre a las quebradas próximas al rio (Tormes) donde la meseta castellana se arrugaba. A los trece años, accidentada ocasión, volví a nacer, en una quebrada del monte Jaizquibel, quebrada la cabeza, sí, pero… la suerte no me ha abandonado desde aquello.

Detail of Instar#4. (Acrylic on canvas)

Detail of Instar#4. (Acrylic on canvas)

Quebrar, alterar las líneas sin ningún genero de problema. Y la excusa, la explicación; tanto en salud como en enfermedad, se tratara de lo que se tratase, la respuesta siempre era la misma: ‘Yo no he sido’, incluyendo situaciones in-fraganti. Protagonista de mi propia película, de serie B. De puro cómico, dramático. A la pregunta, siempre me he definido como: pintor, de brocha fina, lo que significa en Europa, por etiqueta, ser raro, pobre, bohemio y muy poco más.  Alguien me dijo alguna vez que hubiera sido un magnifico abogado, a la antigua usanza—todo español es licenciado en Derecho, mientras no se demuestre lo contrario—retorcedor de palabras, como si fueran de esparto, y lo opuesto de mi propio brazo, tan difícil de darlo a torcer. A lo dicho, como a lo hecho: pecho, y circunloquio, y total inasequibilidad al desaliento. Ante el lío, cambiar la muleta de mano y darle distancia al morlaco. Conveniente, también, mirar al tendido con disimulo…

“Queen Isabella in Orion’s National Cathedral” (Photography: luisjimenezridruejo.com) 2021

“Queen Isabella in Orion’s National Cathedral” (Photography: luisjimenezridruejo.com) 2021

A lo peor y por todo lo anterior y más, parece que mi pintura tenga un proceso irónicamente lento, en sus decisiones. Todo lo contrario que mi fotografía. Creo que hubiese sido mejor pintar un solo cuadro, a lo largo de toda mi vida, y por supuesto dejarlo sin terminar. Es posible que esto sea lo que he estado haciendo, hasta ahora. En América, igual me seguirían llamando “artista” y me mirarían con un cierto respeto. Tengo que preguntar a alguien para que me aconseje, alguien de confianza, que no podrá ser de la cofradía de la elegancia (“la crítica”) porque ellos solo saben de que va su rollo, pero nunca sabrán de que va el tuyo, porque realmente no les importa demasiado. Aún así, siempre a lo peor, solo ellos me pueden sacar de dudas, por oposición o antagonismo. Ocultemos tras cualquier esquina a la envidia. A estas alturas del partido, en el mundo de las artes, ya me creo cualquier cosa que me pase y hasta me avengo a ello.

Detail of Instar#6. (Acrylic on canvas)

Detail of Instar#6. (Acrylic on canvas)

De un tiempo a esta parte, estoy viendo que mi pintura y mi fotografía, gustan a gente—mucha—que no me podía imaginar y disgustan a otra gente—poca—que hubiera jurado que les gustaría. Es igual, siempre fui cómodo, pero no conformista. Yo sigo subiendo mi monte, ahora con despacio. Lo que me resta, como diría el dilecto Ángel González, que en algún Olimpo estará, aunque sus palabras se quedaron conmigo en esta eternidad provisional…

“Yo lo noto como me voy volviendo

menos cierto, confuso, disolviéndome en aire

cotidiano, burdo

jirón de mi, deshilachado

y roto por los puños.”

…   …

“Un escombro tenaz que avanza por caminos

que no llevan a ningún sitio”

…   …

“Ya lo único que quiero es vivir.”

Y que me dejen en paz todos los que—todavía—me quieren pasar factura de mis errores. Aunque tampoco hay que exagerar, ni hacerse el mártir. Al fin y a la postre, que pueden hacerme ya? (“Nada con sifón” como diría el sublime López Rubio, ante un vaso vacío, en la barra de cualquier bar de Hollywood).

McConnell’s Mill, PA. Photography: (Photography: luisjimenezridruejo.com)

McConnell’s Mill, PA. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Quebrantar, romper, deteriorar, transgredir, profanar, conculcar, infringir…pero sin dejar un solo cadáver en mi camino. Al contrario, a mi me han matado muchas veces; siempre he salido indemne, y lo dicho: con el pendón en alto y silbando una alegre cancioncilla. Algunos me han acusado por ello de irresponsable y como mínimo de molesto, fastidioso, rompecojones (que dicen los franceses). Un personaje a evitar porque te repica en la imaginación cuando te miras al espejo, eso que muchos hacen demasiadas veces, cada día. Hace tiempo que ya solo quebranto las leyes de las llamadas artes, de la imaginación y quizás alguna cosa más, sin importancia, como la propia dietética; mañana por la mañana es posible que amplie la lista, esta noche estoy así de optimista y bienhumorado.

Felicidades, se las deseo a todo el mundo, incluso a mis enemigos, esos que ellos dicen que tengo, pero que yo no reconozco. Que les llegue esa tontería e inexactitud que llamamos felicidad y que yo creo que tengo. Siendo así—al menos mientras dure—quiero disfrutarla (mueca facial), antes de lo de las malvas. Entonces, a ello me dedico: felicidad y elasticidad muscular, que diría Córdoba (mi cardiólogo, antes que amigo) y por lo demás, hála, hasta la vista, si no nos vemos antes. Lo dicho: un artista.

Luisma, Maypearl (TX)   27 de Febrero del 2016

(Retocado y Reeditado en Febrero del 2022)

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Retrato de Pintor (IX)

“Me gusta una pared vacía porque puedo imaginar que me gustaría poner en ella”   Georgia O’Keeffe  (1887-1986)

Georgia pintando el árbol de Gerald…(Photography by Ansel Adams)

Georgia pintando el árbol de Gerald…(Photography by Ansel Adams)

“El Espíritu de la Golosina” (“que se toma por gusto y no para alimentarse”), así la invocábamos en las fiestas de Bellas Artes, en la Salamanca, de los años ochenta del pasado siglo. Georgia O’Keeffe, delgada, chupada, de elegancia natural y solitaria, como los eremitas y los espíritus, cualquier clase de espíritu.  En América, se “ponen” los motes generalmente, con apelativos de origen, o de herencia. Nunca el mote es elegido por la propia persona. Pintar, chupando los pinceles—no sé si las brochas, también—dependerá, supongo, del tamaño de la mancha de color a desleir. Fue también una excelente fotógrafo y, me temo que las cámaras no hace falta chuparlas. Las recetas de cocina pictórica acechan ya de contínuo, desde la aparición de la TV, ordenador, videos, teléfonos de imagen…clases personalizadas de Impresionismo por teléfono…Atención!  Dibuje como Caravaggio, o como Dios, en siete días… “ No… porqué esperar?  En unas cuantas horas le enviamos un diploma…”  Cinco añitos tenía Georgia la primera vez que dibujó un paisaje; más de noventa años después, seguía haciendo arte, cerámica, barros sin ornamentos, ni decoraciones…usando el tacto y el recuerdo, en su ceguera casi total.

“—Que se siente al ser una pintora americana (¡?)—. Photography by luisjimenezridruejo.com

“—Que se siente al ser una pintora americana (¡?)—. Photography by luisjimenezridruejo.com

Esta es la historia—retrato de pintor—de uno de los seres más anormales que imaginarse pueda: una persona normal. Una mujer, en este caso. Una mujer feminista (lo era por naturaleza). Georgia O’Keeffe no necesitaba serlo, ni practicarlo, ni pregonarlo a bombo y platillo. Simplemente lo era, y no hace falta mirar muchas de sus pinturas, o sus fotografías, para darse cuenta de ello. El feminismo más galopante, el de armas tomar, quiso hacer de su arte una bandera y tropezó con la más absoluta negativa. O’Keeffe, repetidamente, negó la utilización de sus imágenes para la causa feminista. No porque ella no lo fuera, o porque no apoyare la lucha, sino porque tenía mucho respeto por su arte y por el de los demás. No creía en su uso político, ni en cualquiera de los usos ajenos al arte por sí mismo.

“La camisa de la mujer feliz” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“La camisa de la mujer feliz” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Esa normalidad la llevó a ser discutida por razones extrañas a las fronteras de su arte pictórico, sobre todo en su propio país. De ella, las más de las veces, se criticaba todo menos su pintura que era lo discutible. “Escribes sobre mi flor como si yo pensara o viera lo que tu piensas y ves de la flor—y yo no.”  Incluso se llegó a criticar su propio éxito, tildándolo de excesivo(!) La mayor parte de sus críticos más negativos han sido otros artistas posteriores, alegando razones técnicas o de gusto personal (¡?) y ocultando a menudo los rabiosos celos, con comparaciones odiosas y siempre mal traídas. Los tiempos cambian pero solamente para repetirse. A diferencia de Georgia, Picasso, de cuyo éxito nadie parecía dudar—ni osar siquiera— fue ajeno a ello. Él, sin embargo, cayó frecuentemente en la utilización política del arte; aunque en su caso produjera obras como el “Guernica”. Perdonable utilización.

“Uno no puede ser americano para que vayan diciendo: mira es un americano…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Uno no puede ser americano para que vayan diciendo: mira es un americano…” (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Georgia O’Keeffe nació en Wisconsin, algo así como Lugo, España, en USA y ‘salvando las distancias’ y el sabor de los quesos. Su vida creativa se celebró en New York, Texas y New Mexico. “Donde nací y donde y como he vivido no tiene importancia. Lo que he hecho en donde he estado, es lo que debería ser de interés.”  Ha sido, probablemente, la pintora más importante de la historia de este país, con Mary Cassatt y Helen Frankenthaler. “Uno no puede ser americano para que vayan diciendo: mira es un americano. Hay que sentir América, gustar de América, amar América y entonces trabajar.”  Así se expresaba O’Keeffe al ser preguntada—que se siente al ser una pintora americana (¡?)—. Su vida y milagros eran examinados con lupa y fue un continuo responder a preguntas que nunca se hacían a los pintores masculinos. Georgia era una solitaria; misantrópica y casi anacoreta hembra. Algo nada anormal y, a pesar de todo, considerado anormal por el resto de los mortales. Si no eres como todo el mundo—aborregado—eres un raro.

“Georgia on my mind” Un homenaje. (Photography by luisjimenezridruejo.com)

“Georgia on my mind” Un homenaje. (Photography by luisjimenezridruejo.com)

Su relación afectiva y profesional con el fotógrafo Alfred Stieglitz, que era 23 años mayor que ella, contribuyó a perfilar una celebridad ajena a su interés. Fue una relación distante y físicamente despegada. Con todo y con ello, Stieglitz le hizo más de 350 fotografías, algunas de ellas maravillosas y de las que muchas eran desnudos. (“El espíritu de la golosina”). Dada su seriedad artística y su fama, varios de estos desnudos se han cotizado en cifras millonarias. Uno de ellos pasa por ser una de las fotografías más caras de la historia. Los temas de su pintura, después de una juvenil etapa de abstracción, fueron las flores, los edificios neoyorquinos, los paisajes áridos, y las pelvis y cráneos de animales, blanqueados al sol del desierto (¡?)  La abstracción la retomó, otra vez, al final de su vida. En cuanto a mi…puede parecer una afirmación un tanto sorprendente, exceptuando el expresionismo abstracto, de cuyo carro nunca me he bajado: el arte de Georgia me ha inspirado siempre en mi pintura y mi fotografía, y en el entender el Southwest americano, donde vivo hace ya muchos años sin arrepentimientos, ni emocionales, ni fotográficos; los pictóricos ya son otro “cante”, por bulerías o fandangos tejanos…

“Escribes sobre mi flor como si yo pensara o viera lo que tu piensas y ves de la flor—y yo no.” (Georgia O’Keeffe) Photography by luisjimenezridruejo.com

“Escribes sobre mi flor como si yo pensara o viera lo que tu piensas y ves de la flor—y yo no.” (Georgia O’Keeffe) Photography by luisjimenezridruejo.com

Al opinar, fuera del campo de la pintura, ella decía: ”Cantar siempre me ha parecido la más perfecta manera de expresión. Es tan espontánea. Y después de cantar, creo que el violín. Como no puedo cantar, pinto.” Pura normalidad, que no simpleza, se mire como se mire. Y esa fue la más típica acusación que siempre tuvo que leer, u oir, sobre su pintura. Adjetivarla de simple, como: sencilla, fácil u ordinaria, en un sentido peyorativo—a veces sinónimo de ingenua o poco sofisticada—era la manera de motejarla de los periodistas americanos provincianos del siglo XX, salvo honrosas excepciones. Tradicionalmente, entonces, la crítica de arte estaba en la sección de deportes de los periódicos (!), fuera de los de las grandes ciudades. Simplista significa: demasiado simplificada, de una simplicidad extrema y a menudo engañosa. Una solución simplista a un problema pictórico, o fotográfico, suele ser una mala solución, incluido en ello el mundo de la crítica. Mientras tanto, empujado desde New York, su arte, que triunfaba ampliamente en Europa, la consagró en las grandes catedrales del arte moderno: Los Museos y Colecciones. Todo el mundo opinaba, incluso “el gran público”, en los libros de visitas.  Albert Einstein—poco sospechoso en materia de crítica y autocrítica— decía: “Todo debe ser lo más simple posible, pero no más simple.”

“Georgia en Abiquiú, New Mexico, USA

“Georgia en Abiquiú, New Mexico, USA

Tuvo una vida larga y muy productiva y al final, a veces, volvió a la abstracción. Aun así, siempre dudó: “No soy un exponente de expresionismo. No sé exáctamente lo que eso significa, y no me gusta como suena. No me gustan las etiquetas y los ismos. Quiero pintar al modo de mi pensar y sentir”. Le gustaba ponerse a si misma en solfa, diciendo: “Odio las flores—las pinto porque son más baratas que las modelos, y no se mueven”. En resumen, una persona normal que era pintor y mujer. Aceptó y abrazó su condición femenina (en una época muy diferente a la actual) usándola para su expresión artística, y nunca renegó de ella. Georgia O’Keeffe murió a los 98 años. Los últimos veinte años de su vida ya no pudo pintar por culpa de un defecto de visión. No pudo pintar, pero imposible de cejar en su actividad, siguió hasta el final haciendo cerámica y barro lisos, sin decoraciones, a la manera de las indias Apache.  G. O’K , siempre tiene mi aplauso, aunque no lo necesite. Uno de esos que empiezan lento y acompasado y terminan atronando en el espacio.

Luisma, 25 de Noviembre del 2013               ( Editado en Enero del 2022)

‘Siento que hay algo inexplorado sobre la mujer que solo una mujer puede explorar’. (G. O’K.)

 

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Guggenheim en la cornisa cantábrica ( I ) & ( II )

“…Bilbao es ya el Guggenheim…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…Bilbao es ya el Guggenheim…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

[En este ‘post’ he reunido, aumentado y editado, los dos post que dediqué, hace ya nueve años, tras mi primera visita, al Bilbao Guggenheim de Frank Gehry, usando viejas notas. Por culpa de la maldita pandemia y sus variantes, estoy ‘acogido a sagrado’ que no es otra cosa que encerrado en el rancho, no dejando que nadie entre en las casas, ni reuniones , ni proximidades. Como Dios manda, o en las interpretaciones de sus Biblias, hay cientos en este país, de los que se creen en posesión de la verdad absoluta. Pintura y fotografía, pero no nuevos viajes.]

Es como una fijación, siempre acabo haciendo lo mismo, con el intervalo de unos cuantos años, me gusta ir de viaje al norte de España. Y una vez en el norte, viajarlo en coche, de cabo a rabo, desde Galicia al País Vasco. Para quedarme unos días de quieto, en el medio está el gusto: Santander o Asturias y de ellas el pueblo pequeño, a ser posible con playa que pasear, aunque lo de menos sea el baño, y me da igual verano que invierno. Conducir y caminar la ‘cornisa cantábrica’ es de lo que se trata. Esta definición de la zona que agradezco a los locutores de radio y televisión, al dichoso ‘hombre del tiempo’, que lo repiten todos ellos históricamente, hasta la saciedad, y con familiaridad absoluta como si la cornisa se tratase de la escayola del salón de su casa. Si tuviera que escoger uno de estos lugares, sería en la provincia de Santander que, como rezaban las geografías de mi niñez, es la salida natural de Castilla al mar y quizás por ello también al mundo, en los tiempos en los que al mundo se iba por mar.

“…en lontananza, al término de la calle…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…en lontananza, al término de la calle…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Rodar por la cornisa inevitablemente te lleva a Bilbao. Y así ha sido mi costumbre, aunque por alguna razón era contínuamente sitio de paso. Ahora ya no es tal, ni lo fue hace cuatro años, es otra meta y otra fijación. Bilbao es ya el Guggenheim (y por supuesto: San Mamés, aunque sean amores distintos). Esta jornada, S. (‘Ese Punto’) está conmigo con lo que el placer es doble, como mínimo. Ella viene al museo por primera vez y la dejo que lo descubra en lontananza, al término de la calle repleta de coches, una vista final que se acerca despacio y se adueña de la impresión y la emoción. Una explosión de brillos, apoteosis centelleante del metal al tornasol y que ofrece su esplendor al desembocar la calle al rio Nervión que oficia de foso protector detrás, donde parece un gran navío anclado en puerto. Son los alzados del teatro de la arquitectura actual en un contorno clásico, un contraste arquitectónico que se amplia y se explica cuando llegas a la visión total del edificio. Después de un momento de contener el pálpito, un largo y profundo respiro te permite, por fin, hacerlo libremente y volver al uso de la palabra.

“—francamente a veces se me olvida que es un museo—“ (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…francamente, a veces se me olvida que es un museo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

El Bilbao Guggenheim es impresionante. Mal que le pese a quien quiera. Nunca entenderé que una obra semejante pueda tener tantos críticos, tantos detractores con tantas motivaciones espurias. Mi visión ha sido crítica pero solo en elementos y detalles que no empañan, en lo absoluto, la grandeza y la brillantez de esta maravilla arquitectónica. Para mí, uno de los hitos del milenio, quizás el más atractivo de todos ellos. Me puedo pasar horas, y lo he hecho, dando vueltas al exterior del museo, levitando, y caer en la cuenta de que cada vuelta, cada retorno a un detalle, a un rincón o una fachada ya vista, es una invitación persistente a disparar la cámara, a generar una nueva mirada, una nueva visión y una serie de emociones encadenadas. Un ‘txirimiri’ de luces y reflejos que llenan los ojos de recuerdos. Andar cerca y hasta tocar, acariciar, los revestimientos de las fachadas del Guggenheim: vidrio, titanio y piedra con ecos de esqueletos de animales marinos, quien sabe de que proveniencia. Y la ensoñación de las mil flores estalladas del ‘guardián’, el ‘Puppy’ de Jeff Koons, acero inoxidable y flores, ejemplo de valentía artística.

“…definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

El Guggenheim es un placer por el que vale la pena, una y otra vez, el viaje a Bilbao. Además, las dos veces que lo he visitado, siempre me ha producido como una especie de reacción sorprendente; conforme pasa el tiempo estando cerca del lugar, empiezo a sentir una sensación de alacridad, alegría, entusiasmo y presteza de ánimo. Si tuviera que definirlo con una sola palabra, esta sería: euforia. Es la misma sensación que me produce estar frente a algunas de mis pinturas favoritas, las que están en la cúpula de mi particular historia del arte, del Parnaso de mi gusto personal. Algo que me obliga a encender mi ánimo y acometer con fuerza renovada lo que en ese momento esté haciendo en pintura y fotografía. Diferente a lo de escribir, en esto el paso del tiempo y el recuerdo sedimentado del sitio me es más objeto de inspiración. Para escribir me ayuda más el recuerdo que la presencia y la visión. Puedo soñar, dormido, con arquitecturas, espacios, texturas de fachadas, brillos y colores propios o reflejados; sensaciones físicas de andar, ver y tocar. Sin embargo, ahora caigo en la cuenta, no recuerdo haber soñado de tal manera nunca con pinturas o fotografías, solo con sus referencias.

Frank Gehry “…vidrio, titanio y piedra…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

Frank Gehry “…vidrio, titanio y piedra…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Este post—este escrito—no trata de ser algo académico, algo original, ni siquiera rimbombante o artístico. Lo único que trato de hacer aquí es, una vez más, reflejar mi gusto y admiración por una arquitectura que me llena. Es una manera de aplaudir a un Frank Gehry que lo ha hecho de fantasía en cada uno de los edificios que le conozco, y aun me falta París; el recién acabado: Fundación Louis Vuitton, del cual solamente he podido admirar lo que muestra su ‘website’. Cada nueva obra que le visito es un tremendo desafío fotográfico para mí. Y para ir a París, solo necesito una mínima excusa: respirar allí, por ejemplo. Frank Gehry y París es más que una mera excusa. Es una atracción magnética tremebunda, como en su día lo fue y lo es: Bilbao.

“…el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo…” (Foto: Luis Jiménez-Ridruejo)

“…el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Ir de vez en cuando al Nervión y disfrutar el Guggenheim, no sea que llegue una vez y el edificio convertido en barco transatlántico se haya deslizado aguas abajo, cornisa cantábrica, salida al mar y al mundo… De esta obra—francamente a veces se me olvida que es un museo—, quedan las fotos del exterior que en parte ilustran este post. De su interior ‘hablaré’ otro día, en otro post, con otra excusa y con otras gráficas. Un inverosímil Richard Serra ya ‘me pide’ cuartelillo y un prodigio de arquitectura interior me ofrece sus luces y sus espacios sorprendentes. Además de aprovechar las posibilidades de mi propia lectura estética, mi fotografía siempre ha intentado ser un homenaje cuando se trata de arquitectura señalada, la de los grandes, la que a mí me hubiera gustado hacer y nunca tuve la valentía de intentar.    

Guggenheim Bilbao. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Luisma, Maypearl (TX)   14 de Marzo del 2015   (Revisado: 1 de Enero del 2022)   

 

Interior—Día—Bilbao Guggenheim  ( II )

“…la calidad de luz excita la imaginación del fotógrafo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…la calidad de luz excita la imaginación del fotógrafo…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Entrar en el museo es como entrar en el set de una película en rodaje, un festejo visual de muchísimos grados y ángulos—tantos como rincones tienen sus espacios—e incontables planos más. La luz que penetra desde fuera, avanza lenta y parece tan atónita como mis propios ojos. Me quedo parado mirando un rebote de luz y ella, la luz, se detiene sorprendida también. Que bien quedarían “Las Meninas” colgadas en este espacio monumental…Cierro los ojos y pienso en este atrio como en el estudio de Velazquez en el cuadro. Será la calidad de la luz, la que excita la imaginación del fotógrafo? Esa luz por la izquierda, la escalera de salida al fondo, donde solo falta el primo del pintor. Velazquez, escondido detrás del mostrador de información, observando la ‘geografía’ del lugar…No hay “Meninas”, ni perro, ni enanos, están todos en la playa. Pero volverían y se asentarían aquí, sin problemas. Los reyes seguirían en el espejo, en Madrid, y el Guggenheim sería el palacio de verano. Que cosas…

“The Matter of Time” Richard Serra. Bilbao Guggenheim. (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“Richard Serra, “The Matter of Time.” Bilbao Guggenheim. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Hace solo un momento, afuera del Bilbao Guggenheim el celaje era gris y ominoso, nada más ingresar por las puertas, un sol triunfal se ha sumado a la visita. En mi cabeza resuena un órgano barroco, catedralicio, cada nota es un cuchillo de luz, cada rayo solar multiplica su reverberación en la más simple y desnuda pared y las luces cenitales borbotean, al tropezar desde las pocas nubes a los inmensos suelos sin pulir, dando brillo y una magnífica sensación de movimiento a cada objeto, a cada línea, a cada color…Eso si, hay grises, un festival de grises…Grises lunares, grises industriales, de plata de ley, capaces de levitar sobre las aguas. Se supone pues que los artistas en exhibición suministran el resto de los colores. A su aire. Alguno, como Serra, se lo toman muy en serio y a lo grande, como en su: “The Matter of Time” en color marrón/sepia/tierras quemadas…Apabullante.

“…Frank Ghery dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…Frank Gehry dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Me doy cuenta de que he olvidado, o mejor dicho, no tengo presente todo lo que había leído sobre este sitio. Solo me atrevo a dejar que me entre por los ojos, los mantengo abiertos con fuerza, casi sin permitirme el parpadeo. En apenas dos minutos, ahora, ya sé que el lugar se me va a quedar dentro para siempre. Parezco una aguja de marear en un mar de tormenta, miro a cada punto cardinal, sin saber hacia donde avanzar, por donde navegar este museo. Me acerco a mirar algo y después vuelvo al punto donde empecé, como si tuviera miedo de perderlo. Una ‘foto’, cien, mentalmente doy las gracias a no sé quien por haber inventado la fotografía digital. En unos pocos minutos he ‘gastado’ ya lo que hubieran sido tres carretes de celuloide. Bendito siglo! Y benditas tarjetitas en las que caben tantos miles de fotos. Ya no duele ‘tirarlas’ pero me contengo, he sido ‘entrenado’ a solventar mis problemas con pocas ‘poses’. La fotografía ya no es lo cara que llegó a ser, y también es muy agradecida con quien dispara mucho. Intentar hacer arte fotográfico ya es otra cuestión.

“…dejar que me entre por los ojos…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…dejar que me entre por los ojos…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Si Frank Gehry dijo que el edificio estaba diseñado para atrapar luz, el fotógrafo tiene que servirse de ello para ‘eternizar’ esos momentos que se producen contínuamente en su interior. El campo de juego es magnífico y las apuestas inconmensurables. El énfasis de la colección del museo es en la gran escultura, y es claro, quizás por ello las mayores críticas han sido a los grandes espacios interiores. Algunas pinturas de formatos no tan grandes parecen ‘perderse’ en vanos formidables, descomunales. Para mí, todo es cuestión de quien sea el pintor y cual sea la obra que centre nuestra atención. Un Picasso nunca puede perderse en una pared, por desmedida que parezca, y propongo una prueba de fuego, a ver que ocurre: colgar la “Gioconda” en cualquier parte de una de estas paredes, altas como naves góticas, en el grandilocuente atrio de este Guggenheim. Estoy seguro que seguirá calentándome el corazón como si estuviese en el salón de mi casa. Donde por cierto está—en reproducción, claro—solo un poco mayor que el original, para cumplir las normas del Louvre.

“…de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

En la colección encontramos a los ‘sospechosos habituales’, americanos y europeos, y otros no tan habituales, cuyos nombres ‘cantan’ a artistas vascos. Además de otros españoles variados: ‘el mallorquín’, dos o tres de los madrileños, el de Huesca (por goleada), el valenciano neoyorkino ‘crónico’, el otro de Santander, neoyorkino también y el mitad monje y mitad soldado de la fotografía; de este (Ballester) siempre me ha encantado su “palacio real” que es unas meninas sin meninas y sin nadie. Un cuadro fantástico, retrato del aire, el mejor homenaje a Velázquez. Lo dicho, de los sospechosos habituales, a toque de corneta de la central Guggenheim, me voy a quedar con un Richard Serra que acertó al ‘subirse al Museoa’, un buen salto de ser ‘desaparcado’ en Manhattan a ser ‘entronizado’ en Bilbao. Se merece el espacio que le han dado. “The Matter of Time”, lo ví primero a vista de pájaro, una buena manera, lo entendí al pronto y además me trajo el recuerdo infantil del laberinto de las bolitas de acero. No me quedó más que ‘bajar’ a sus espacios interiores. Entre aquellas ‘paredes’ de acero-cortén, tremendamente fotogénicas, dejé colgada parte de mi imaginación, y adquirí, a cambio, ese color ‘marrón-Serra’ que tanto he usado después.

Jenny Holzer, Installation for Bilbao. (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

Jenny Holzer, “Installation for Bilbao.” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Y también me quedaré con Jenny Holzer, ‘amiga personal’ e ‘instaladora’ favorita, acerba feminista, áspera pero agradable—que remedio—la ‘reina’ de las luces LED, cuya obra se me aparece en sueños frecuentemente. Por algo será. Nunca olvido su razón para no pintar abstracción: “quería ser una pintora abstracta, pero era un desastre”. ‘Verticales azul’, gracias a ella soy ‘capaz’ de usar ese color azul y así llamo a sus fantásticas luces que parecen instaladas en las fronteras de la abstracción y que a mí me delimitan el paso de la vigilia al sueño, entrando donde adquieren más sentido, en mis sueños.

“…el museo no sale de mi. Se viene conmigo…” (Foto: Luis Jimenez-Ridruejo)

“…el museo no sale de mi. Se viene conmigo…” (Foto: luisjimenezridruejo.com)

Con pena y resistiéndome salgo del museo, solo me consuela—pasaría mucho más tiempo en él—que el museo no sale de mí. Se viene conmigo, me he llenado los bolsillos y la cámara de unas imágenes y un recuerdo que lo harán imposible de olvidar. Y espero que siga, hasta mi vuelta, en su emplazamiento, sin moverse y ni siquiera balancearse, creyéndose un navío listo para salir a las aguas de la cornisa cantábrica e irse a recorrer esos mundos que seguro lo adoptarían. A quien le amarga un dulce, aunque sea un museo? Estoy seguro de que a cualquier país le gustaría tenerlo.

Luisma, Maypearl (TX)   30 de Marzo del 2015     (Revisado: 1 de Enero del 2022)

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“Como alma que lleva el diablo”

“Hoces del Duraton”, Segovia. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Hoces del Duratón”, Segovia. (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Hace diez años—largos, ya—publiqué en mi anterior Blog (“dustsweatiron.net”) Polvo, Sudor y Hierro, este Post que ahora ‘corrijo y aumento’. Este otro ‘lavado, planchado y con la raya hecha’ para la ocasión de la pandemia, que es como el ‘perpetuum mobile’ que nos está tocando vivir. Hoy, por hoy, no se contempla la oportunidad de ‘saltar el charco’ en ninguna de las direcciones. Me dicen: escribe de viajes…y yo digo: pues, como no sea el periplo de ir al dentista, veinte minutos de ruta FM 66, hasta Waxahachie. A un lado y a otro, todo pradera tejana. Cadillac, mascarilla y rifle…No veo de qué otro viaje pueda escribir…Paciencia, y barajar…

Vino tinto, de la casa, y raspas de queso manchego. Espárragos, gazpacho y chuletillas de cordero lechal. Amén, y de postre: leche frita, con almibar de limón, no en vano estamos cerca de Soria. Pan de libreta, de costra tostada y miga para hacer bolitas y todo ello regado con Coca-Cola “light”, cosecha del 2011 . Ya sé que no soy original, que le vamos hacer, me gustan los recursos manidos, los dichos, los refranes, todo eso. Y, este fue nuestro menú en aquel sábado turístico por la sierra madrileño-segoviana. Tenía que hacerlo con S., después de no haberlo hecho—hacía más de 30 años—con nadie. Todo empezó bien de mañana, desde Riaza y paseando en coche por todos esos pueblos serranos. Múltiples olores recordados en el corazón. Calles, arquerías, casas sobre fundamentos de granito tallado, ladrillo y teja árabe, las paredes ‘de dentro’ con relleno de adobe de barro y paja. Y voces, ecos seculares en cada bocacalle, del va y del viene de la caballería del moro Almanzor… Las casas de la Sierra! Que bien duermo en ellas y en esas alturas, y con esos ‘aromas de cija y cuadra’. Y enseguida el lado soleado de los montes por la tarde, el calorazo de la llanura, camino de las Hoces del Duratón. Increíble, e insospechado, lugar del cual me acordaba, malamente, solo por una visita con mi padre, cincuenta años, medio siglo hacia atrás.

“…del va y del viene de la caballeria del moro Almanzor…” (Photography: luisjimenezridruejo)

“…del va y del viene de la caballeria del moro Almanzor…” (Photography: luisjimenezridruejo)

En ese paraje recóndito— muy propio para situar conventos y lugares de retiro y silencio—el rio Duratón excava durante siglos y siglos unas formidables paredes rocosas de más de 70 metros de altura, sobre tierras rojizas y una vegetación antigua y copiosa, verdes verticales agarrados a la pared. Al fondo, al caer de esos precipicios románticos, los meandros del rio se han convertido en un embalse de varias hoces, por su forma, con una particularidad chocante, inesperada, y que no recordaba: un fantástico color de sus aguas, aparentemente profundas y hasta espesas, un delicioso color verde malaquita. No sé porque pensé en un cuento de las Mil y Una Noches.  

Salimos de allí—como alma que lleva el diablo— a pesar de las bellezas vertiginosas del lugar, de su ermita de S. Nosequé, con su pequeño cementerio, conté solo diez tumbas, colgado al borde del risco que debe producir un vértigo eterno a los que allí, difícilmente, descansan. Contribuye al espanto, y las ganas de salir al más allá— aunque sea—. La “carretera” (camino forestal indica el cartel; bache y pedregal debería rezar) con que nos obsequian la Diputación de Segovia, o la Dirección General de Parques Naturales, o quien quiera que sea la autoridad competente del   mantenimiento de esos kilómetros polvorientos e infernales, que son para verlos y sentirlos en la rabadilla. Como una exhalación corrimos hacia mejores caminos; yendo a comer a la empinada población (cuesta arriba, o abajo, según se mire) de Sepúlveda, a Casa Paulino, el menú que ya queda reseñado, al principio de esta croniquilla de viaje.

“Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia…” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

Saliendo de comer bien, enfilamos la estepa castellana en dirección a Pedraza, pueblo del que también guardaba recuerdos antañones. De tan justa suerte que, en tarde canicular y sofocante, la carretera apuntaba directamente hacia una oscura y amenazante tormenta, cuyas cascadas de agua veíamos caer en lontananza, y que parecía colgada encima de la villa que nos proponíamos visitar. Tuve que parar y ‘tirar’ la foto consecuente, era obvia y obligatoria. Al llegar a ella, la tormenta huía ya, sierra adelante, dejándonos el campo libre y suelo mojado y fresco; cosa muy agradecer a esta naturaleza de nuestros pecados. Hasta allí nos alcanzó la suerte, el resto fue una pesadilla, “o sobre poco más o menos”, digna de cualquier relato de los Episodios Nacionales, de Don Benito (Pérez Galdós, claro). Yo, que le había prometido a S., una visita de cuento de hadas, en un ambiente del Siglo de Oro español, con matices medievales!  Un paseo reconfortante y pleno de silencio y evocación de tiempos pasados.  Iba a llevarme un chasco, muy propio de la España actual, y es que después de treinta años, los chascos han tomado carta de naturaleza y hasta me florecen insultantemente, “por entre de la maleza”—salmantinismo, al canto—o castellanismo viejo, al fin y a la postre, todo esto es mi patria, la Vieja Castilla de los cartularios de Valpuesta, la Castilla del Cid Campeador, nuestro señor Don Rodrigo Díaz de Vivar…

Desembocando al pie de la cuesta de entrada al pueblo, nos recibió una mesnada, muy diferente. Un destacamento de la Guardia Civil de Tráfico, no menos de cincuenta números de La Benemérita conté más tarde, con sus uniformes verdes y sus petos fosforescentes, nada medievales; lamentablemente, los siempre rechamantes tricornios brillaban por su ausencia. La Guardia Civil, sin sus tricornios, pierde mucho de su atractivo turístico. Apacentados por esta gleba, cientos de coches pastaban (léase: aparcaban) en las colinas circundantes. Los invasores, salidos de estos coches, legión ruidosa, con niños mucho más ruidosos y horteras, trepaban ya al “asalto” de la plaza de Pedraza. Se me agrió hasta la última Coca-Cola que acababa de beber, y eso que yo la tengo por milagrosa poción…

“…a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

“…a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—.” (Photography: luisjimenezridruejo.com)

La visita, inevitablemente, resultó más corta de lo esperado. Se trataba del día del Concierto de las Velas, así llamado; una de las atracciones turísticas del pueblo. Un concierto de música clásica a la luz de miles de velas, en las ventanas y hasta en los cantos rodados de las calles. El programa era de divulgación para principiantes: El Lago de los Cisnes, Una Noche en Monte Pelado, etc. Coronado por—como no!—la Obertura 1812, con su final de cañonazos, servidos por una batería de cañones modernos de campaña, convenientemente situados en el mirador barbacaneado y ajardinado de su castillo-palacio, por artilleros del Ejercito de Tierra, en uniforme de camuflaje y boinas verdes. Todo muy medieval (¡?). Para rematar el encanto y salir con espanto, nos sobrevoló un helicóptero de la Guardia Civil de Tráfico, ahuyentando a las pobres cigüeñas del campanario de la iglesia. Viva España…! Grito una señora “vestida de domingo”… Reverberando después de la tormenta, Tchaikowski y los cañonazos, el asunto estaba ya para los gritos, y las “litronas” que asomaban el gollete en los bidones de hielo…

Al punto, con apenas tres minutos de estancia en el centro del pueblo, las amenazas intuidas en el niñerío hortera, jóvenes armados de bebida y teléfono, señoras gritonas y un centenar de guardias civiles fuera de servicio—la anochecida y las velas—los férreos pinchos medievales de las puertas que nos apuntaban, listos a desprenderse y atravesarnos, como en una película de horror. Ni música, ni historias… Ese fue el momento en que S. y yo, nos miramos y sin decir una palabra, echamos a correr, a volar—como alma que lleva el diablo—dos veces en el mismo día, calles y carretera abajo, y no paramos hasta llegar al coche. ‘Atropellando’ solícitos guardias civiles, nos desembarazamos de la pesadilla de Pedraza, encantadora villa, que quedará para otra ocasión. O quizás para nunca. No sé, pero el letrero más repetido en los muros del pueblo, hasta esculpido en viejas piedras, era: “Se Ruega Silencio”. Me ha dado que pensar, pero creo que ese silencio buscado y suplicado, no lo encontraremos en estas tierras. Al tanto, la noche baja de las montañas y se hace fresca y refresca…

Luisma, Pittsburgh, PA    2 de Julio del 2011    (Revisión en Noviembre del 2021)

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