Monthly Archives: May 2014

Siestas en el museo

 Warhol Museum, Pittsburgh PA. Photo by Luis Jimenez-Ridruejo.

“You don’t need a band to be a rock star.” Warhol Museum, Pittsburgh PA. Photo by Luis Jimenez-Ridruejo.

Nunca he hecho secreto de mi afición a los museos. Toda clase de museos y principalmente los de arte. La pintura es el santo de mi devoción; la escultura siempre me ha interesado menos y, la verdad, nunca he sabido porqué, quizá sea frustración personal con el tema.

Este museo del que te hablo hoy es algo más que de pintura; lo que hizo Andy Warhol fue más que pintar, o grabar, o fotografiar, o las ciento y una actividades artísticas que acometió. Warhol fue un monstruo, uno de esos que nacen una vez cada muchos años, como Miguel Ángel, como Picasso; y digo esto a sabiendas de que alguno va a estar en desacuerdo conmigo. Tanto peor, que diría un francés. Son artistas de los que hacen época, de los que marcan la diferencia y el arte por si mismos. El concepto por encima de la técnica y del oficio, y si todo viene conjunto, mejor que mejor. El paquete completo, que diría un americano. Llevo más de una década en buena relación con este museo, lo visito cada vez que hay una exposición temporal interesante y, fundamentalmente, lo que hago es ir a dormir siestas en alguna de sus salas.

Todo empezó, años ha, con una gran siesta en la sala en que se exhibía una instalación, o perfomance, del propio Warhol. En ella se presentaban unas cuantas docenas de globos plateados, de un material usado en los vuelos espaciales, en los forrados de los módulos de alunizaje. Globos que en forma de nubes, y rellenos de helio, flotaban en el aire y se movían por toda la sala a impulso de las caricias de los visitantes. Una siesta memorable y el descubrimiento de que nadie te molestaba por dormir allí. Museo libre y así lo ha sido durante años. Hace poco volví a darme otra gran siesta, en un banco lateral de una sala en la que se exponían cien cascos-cabezas de Darth Vader, cada una realizada por un artista diferente. Estos tipos de perfomances llevan algunos años en boga y aunque discutibles en su mayoría, algunas dan origen a propuestas muy interesantes.

Este museo de Pittsburgh, siete pisos dedicados enteramente a Warhol, es el más grande del mundo para un solo artista. Guarda y exhibe una gran colección del autor y unos cuantos cientos de cajas datadas, numeradas y perfectamente clasificadas. Contienen papeles, recuerdos, propuestas, dibujos previos comentados, bibelots, fotos personales, proyectos escritos, ideas y todo lo que tenia en sus bolsillos cada día. Y así, caja por caja, durante años, toda clase de detalles personales de su vida, incluido correspondencia con otros artistas y gente famosa. Hoy día, un verdadero tesoro para sus estudiosos y un auténtico catálogo y compendio de sus actividades, del devenir de su tiempo y circunstancias, y sus relaciones con personajes de todo tipo y de todo calado.

En una de las cajas, en cierta ocasión, vi un boceto de uno de sus mas famosos diseños dibujado en un ticket de aparcamiento. Tesoros así hay pocos en el mundo del arte. El museo exhibe el contenido de estas cajas, regularmente y una por una, ofreciendo un fantástico panorama de la vida pasada, según Warhol. El las llamaba Cajas del Tiempo (exactamente, Time Capsules) y tal concepto ha sido siempre enormemente atractivo. A.W. vivió una vida trepidante, incluido un final violento. Tiroteado por una de sus asistentes, nunca se recupero del todo y murió de las complicaciones de una cirugía menor.

Las vibraciones de este museo son, a pesar de todo, buenas, inmejorables, por eso me gusta visitarlo a menudo. Perfectos asientos y perfecto aire acondicionado. Sueños artísticos y unas tardes deliciosas en un edificio singular. Ojalá vivieran todavía los hermanos Marx! De ellos aprendí lo de dormir en los museos.

Luisma, 22 de Septiembre del 2009

[Related: Retrato de Pintor V]

[Originally posted on Dust, Sweat and Iron]

“The Greenroom”

“The greenroom”. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

“The greenroom”. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

No, no es un error, me refiero al término “greenhouse”, lo que llamamos en español: invernadero (en inglés se le llama también: “glasshouse”—casa de cristal—). Fue un despiste mío, lingüístico, me levanté de la mesa del comedor y anuncié: me voy al “greenroom”—habitación verde—a hacer fotos. La carcajada fue general cuando S. (Ese Punto) aclaró a los circunstantes que me refería al invernadero. A partir de aquel momento, todo el mundo lo llama: “The Greenroom”, eso si, con media sonrisa irónica y mirando hacia mi.

Phalaenopsis. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Phalaenopsis. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Después del estudio donde pinto, un porche acristalado, el “greenroom” es mi lugar favorito en estos andurriales tejanos en los que ahora vivo. Y además es el legado íntimo, el más ostensible, de Michael (el extinto padre de S.); este invernadero y su mundo vegetal y floral que contiene es, seguramente, el lugar donde el debería pasar sus horas vivas y donde ahora pervive su recuerdo. Tantos momentos pasados aquí en su reino de las orquídeas.

Dendrobium (Australia). Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Dendrobium densiflorum x farmeri (Australia). Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Un paraíso de plantas y flores maravillosas en cuyo espacio se suspende el pensamiento de nada que no sea la pura delectación estética. Color y forma, bagaje y estímulo más que suficiente para cualquiera que adore la fotografía. Atravesar la puerta de la “oficina” del invernadero supone un reto contínuo a mi sentido de la composición, mi manera de “ver” este otro mundo, el vegetal, en el cual no había reparado nunca con la intensidad con la que lo estoy haciendo ahora.

Begonia fibrosa tropical. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Begonia fibrosa tropical. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Se me van las horas muertas mirando, escrutando a través de los objetivos, contemplando y calculando esta apoteósis floral; observando con sus diferentes luces, vigilando los movimientos del transcurso solar y al acecho de interpretar las señales que él manda a mi imaginación y que me permiten transfundir a la imagen fotográfica, y hasta a la pintura, una vibración que toda obra artística necesita, para serlo: energía, paso previo a la belleza.

Vanda (raíces). Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Vanda (raíces). Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

El invernadero es un mundo real, y fantástico al mismo tiempo, que pasa a ser surreal y cien veces más fantástico con la sola interposición de una cámara entre el ojo y ese universo; que una vez captado ya no puedes tocar nunca más, no al menos en esa realidad, y cuyo momento queda para siempre allí en la fotografía, sentada en el medio de un camino en el que se cruzan lo pintado y lo escrito. De las tres formas de creatividad, cual prevalecerá sobre las otras?

Helechos. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Helechos. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Los nombres de esas flores y vegetales no salen de mi fantasía, salen de la Botánica, de la ciencia de las hierbas, esa casi desconocida para mi, y que ahora—nunca es tarde si la ciencia es buena—empieza a interesarme. Confieso que me sugestiona más la botánica pura que la aplicada y de ella la morfología, la fitografía. No me resisto al chiste malo sobre la fotografía de plantas.

Paphiopedilum (“lady slipper”). Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Paphiopedilum (“lady slipper”). Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Esta vez he escogido unas cuantas “poses” como muestra de lo que se puede hacer en el greenroom. Desde la Phalaenopsis, cuatro o cinco de las mil diferentes “polillas de Linneo”, la pink, la cultivar, la mambo…Las Dendrobium, también miles de especies, renuncio a encontrar cuales son, creo que australianas…Vandas, sin suelo y con raíces aéreas…Paphiopedilum, zapatillas de dama o de Afrodita; imposibles de clonar, lo que supone que cada planta es única, billones de plantas y todas diferentes, algo sorprendente y pasmoso. Begonias y muchas otras, a más de cientos de helechos, las “malas” hierbas del invernadero. Que sitio!

Phalaenopsis. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Phalaenopsis. Foto: Luis Jimenez-Ridruejo

Es mi greenroom, lugar increíble e impresionante a la amanecida, con sol, sin sol, lloviendo, al atardecer, a oscuras, en sueños, “recogiendo algodón”(woolgathering), en la fantasía y en la realidad. Cualquier excusa es buena para apretar el gatillo de cámara. La habitación verde, un viaje altamente aconsejable.

Luisma, Maypearl (TX)  30 de Abril del 2014